Wimblu, Rev. Estud. de Psicología UCR, 17(2) 2022 (Julio-Diciembre): 33-51 /ISSN: 1659-2107
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Trastorno de Personalidad Narcisista en personajes históricos: el caso de
Bartolomé de las Casas
Narcissistic personality disorder in historical figures: the case of Bartolomé de las
Casas
Danny Ordóñez Alberca
1
Jose L. Vilchez
2
RESUMEN
A lo largo de la historia han existido varios personajes influyentes en la versión de la verdad que conocemos. Uno de
ellos es el fraile Bartolomé de las Casas quien, con una supuesta visión filantrópica, buscó que los Indios en América
tuvieran mejor trato por parte de los mal-llamados conquistadores. Sin embargo, su maquillada filantropía lo llevó a
falsear la historia innumerables veces, al punto de que, en la actualidad, se tiene que escarbar en sus escritos para
mostrar al lector qué tan cierto es lo que se enseña y aprende tanto en conversaciones triviales como en instituciones
educativas. El objetivo de éste trabajo es analizar y aproximarse a la personalidad de Bartolomé de las Casas desde la
psicología moderna; intentando adentrarse en su psique para desvelar cuáles fueron las posibles motivaciones para el
falseamiento en su obra. Usando el Manual Estadístico y Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas
en inglés) y documentos inéditos recopilados por Luis Torres en 1867, se muestra y cimenta que Bartolomé de las
Casas tiene varios rasgos narcisistas donde se refugia un pensamiento fundamentalista que necesita constante validez.
Palabras clave: Fray Bartolomé de las Casas, Leyenda negra, Narcisismo, Personalidad, Historia.
ABSTRACT
Throughout History, there have been a number of relevant people who have influenced the version of the truth that
we all think we know. Between them is the brother Bartolomé de las Casas whose alleged philanthropic view sought
that the Indians from America had a better treatment on behalf of the Spaniards. However, his masked philanthropy
made Bartolomé de las Casas alter the real History from both daily talks and institutionalized Education. The aim of
this paper is to analyze Bartolomé de las Casas’ personality from the current Psychology`s perspective. By using the
Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) and unpublished documents collected by Luis Torres
in 1867 we try to show that Bartolomé de las Casas has narcissist trails and there is a fundamentalist thought in his
Personality, which needs constant self-validation.
Keywords: Fray Bartolomé de las Casas, Spanish black legend, Narcissism, Personality, History.
1
Universidad de Cuenca, Cuenca, Ecuador. Correo electrónico: dannyordonez75@gmail.com
2
Universidad de Cuenca, Cuenca, Ecuador. Facultad de Psicología. Correo electrónico: jlvil@hotmail.de
DOI: https://doi.org/10.15517/wl.v17i2.52238
Recepción: 15/09/2021 Aceptación: 12/8/2022
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Introducción
La personalidad es un concepto con cierta ambigüedad. Entre otros, depende de factores
culturales que hacen que no se entienda, por ejemplo, por extrovertido lo mismo en países nórdicos
que en países del caribe. Por ello, la definición de qué es la personalidad de forma constante y
universal es compleja (Linares, 2007). Sin embargo, se puede considerar como la confluencia de
tanto factores ambientales como factores relacionales-interpersonales, históricos,
sociodemográficos o aspectos biológicos. Todo ellos configuran de forma idiosincrásica la forma
de pensar y de actuar de un individuo (a lo cual denominamos precisamente Personalidad). En el
sentido más pragmático, la Personalidad de un individuo se caracteriza por la capacidad del mismo
para organizar todos estos factores en función de atender y ejecutar planes para cumplir un objetivo
(Gálvez, Mingote y Moreno, 2010). Sin embargo, al momento de que dicha organización de
factores se muestra como un patrón poco flexible, estable en el tiempo, generalizado (constante en
diferentes contextos) y produce malestar y deterioro físico y/o mental en el individuo, se podría
estar hablando de uno o varios trastornos de Personalidad (Asociación Americana de Psiquiatría
[APA], 2013).
Trastornos de la personalidad: Narcisismo
De acuerdo con el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM; APA,
2013), en su versión V, se define el Trastorno de la Personalidad Narcisista (TPN) como un patrón
general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía que inicia en la edad adulta
temprana [entre los 17 y 45 años de edad; Izquierdo, 2005] y que está presente en una variedad de
contextos” (p. 670). Además, una persona narcisista, generalmente, no se vincula con o necesita
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otro objeto distintito del yo (en términos de Freud, 1923/1984) en el que centrarse (e.g., Davis y
Behary, 2015; García, Pérez y Walker, 2018; Serra, 2016). En caso de producirse dicha
vinculación, es con el fin de buscar respuestas de confirmación, validación, admiración, búsqueda
de protección y seguridad; todo ello con el objetivo de y la necesidad de mostrarse como un ser
único y superior. Cabe mencionar que el TPN puede manifestarse tanto en el imaginario como en
la conducta manifiesta del individuo (Gálvez et al., 2010).
En este sentido, el DSMV (APA, 2013) estipula que el TPN implica que el individuo: (a)
tenga sentimientos de grandeza y prepotencia; (b) mantenga preocupación en fantasías de éxito,
poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado; (c) crea que es especial y único, y sólo pueden
comprenderle o sólo puede relacionarse con otras personas o instituciones especiales o de alto
estatus; (d) exija admiración excesiva; (e) muestre expectativas o razones de tratamiento
especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas; (f) explote o
aproveche las relaciones interpersonales para sus propios fines; (g) carezca de empatía (no estar
dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás); (h) sienta
envidia por los demás o creer que éstos sienten envidia por él; y/o (i) muestre comportamientos o
actitudes arrogantes de superioridad.
La figura de Bartolomé de las Casas
El fraile dominico Bartolomé de las Casas (14741566; e.g. Quintana, 1943), fue un fraile
de origen francés nacido en Sevilla (La Mier, 1821). Bartolomé de las Casas, entre 1512 y 1514
tuvo una supuesta conversión humanista en la isla de Cuba a favor de los indios (término por él
así utilizado; Intereconomiatube, 2017). Este personaje, más que histórico, fue “un mito
ideológico” (Urdapilleta, 2007, p. 57) para la historia de la humanidad. Por un lado, quiso ser
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recordado como el defensor de los indios en América, pero, por otro lado, se convirten el
precursor de la Leyenda Negra anti-hispánica (Cervera, 2016).
Cabe recalcar que, no se intenta desprestigiar a dicho fraile, sino, se pretende mostrar la
otra cara de la moneda de esta figura histórica influyente. La psique humana, cuando confía de
forma absoluta en un sólo relato, determina como innecesaria la consulta de otras fuentes de
información (Menéndez, 1963). No está de más decir que el lector debe estar abierto sin soportar
el peso del prejuicio (en términos de Escohotado, 2019). En este sentido, tanto Menéndez (1963)
como Teglia (2016) advierten que las obras de las Casas tienden a persuadir y endulzar a quien se
adentre en su pensamiento. No obstante, una mente científica debe superar y vadear estos escollos
intelectuales para llegar a una verdad cimentada.
¿Fue Bartolomé de las Casas un narcisista?
El objeto de este análisis histórico-psicológico (con toda la limitación propia e intrínseca
que le marca el hecho de que los sucesos ya están acaecidos) se centra en y toma como base la
información de diversas fuentes que comienza desde el contrato de De las Casas con la Corona del
Emperador Carlos I de España y V de Alemania (Moa, 2010). Este contrato normaba la
evangelización desde las costas de Paria, actual Venezuela (Velázquez, 2010), hasta las de Santa
Marta, actual Colombia, (Lecetta, 2016). Dicho documento está fechado el 19 de mayo de 1520 y
suscrito por Francisco de los Cobos (secretario y consejero del Emperador Carlos I; Ramírez,
2013). En este compromiso contractual, se estipula que Bartolomé de las Casas y los que lo
acompañaran adquirirían “privilegios en caso de conseguir riquezas en dichas tierras” (Torres,
1867, p. 65). De las Casas deja patente a partir de este acontecimiento que sobreestima sus
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capacidades (como se detallará a continuación) y da buenas muestras de estar absorto con
“fantasías de éxito” ilimitado en varias ocasiones (criterio [b]; APA, 2013).
Concretamente, una de las supuestas ventajas ofrecidas por Bartolomé de las Casas de su
actuar (sobre otros posibles agraciados de la gracia del Emperador en el descubrimiento de nuevas
tierras) era la de enviar frailes dominicos (él formó parte de ésta orden religiosa) y franciscanos a
las indias. Decía así “son muy provechosos y muy necesarios […], estos tales servirán allí mucho
[…] porque han de trabajar por fuerza de apaciguar los indios y tenellos en pueblos, porque de otra
manera no los podrán tornar cristianos” (Torres, 1867, p. 105). Incluso, De las Casas pide reformar
el contrato que estaba a punto de firmar y pide la isla de Zebú (actual Cebú, Filipinas), explicando
que, al otorgarle dicha isla sus rentas incrementarán (criterio [e], muestre “cumplimiento
automático de sus expectativas”; APA, 2013). Tan seguro estaba de su éxito (criterio [b]; fantasías
de poder”; APA 2013) que prometió que, al cabo de tres años, él sería capaz de pagar 50.000
ducados en retorno por la adjudicación de esta isla (Torres, 1867). No obstante, el Emperador
Carlos I mismo se dio cuenta de esta imposibilidad y asentó en el contrato un precio más verosímil;
determinando que De las Casas tan sólo tendría que dar 15.000 ducados al cabo de tres años
(poniendo así los pies en la tierra las fantasías del fraile). Era tal la desconfianza del Emperador
Carlos I y su patente observación de la “prepotencia” (criterio [a]; APA, 2013) de Bartolomé de
las Casas que dejó dicho que, en caso de no obtenerse lo prometido, tanto él como su gente, no
gozarían de: (a) administrar las tierras descubiertas; (b) disfrutar parte de las riquezas encontradas;
ni (c) poder dar a sus herederos lo que ellos habían trabajado (Torres, 1867). De hecho, esto fue lo
que pareció suceder, dado que Miguel de Castellanos, en 1524, dejó constancia de que, De las
Casas, al llegar a la costa de Paria, no pudo conseguir lo que se había propuesto; habiéndose sólo
centrado en dar a conocer de antemano a todos que tenía legítimo e ilimitado poder otorgado por
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el Emperador Carlos I (criterio [c], “sólo puede relacionarse con otras personas o instituciones
especiales o de alto estatus”; APA, 2013). Este hecho condujo a que no cumpliera los compromisos
expresos contractuales y desamparara a los soldados que iban con él al no consumar sus
obligaciones con ellos (criterio [f], “explote o aproveche las relaciones interpersonales para sus
propios fines”; APA 2013). Incluso llegó a tener desavenencias con el Almirante de la flota naval
encomendado a aquella zona por causa de la jurisdicción de dicha costa, al proclamarse él mismo
juez (“Relación de Miguel de Castellanos y Bartolomé de las Casas”; Torres, 1867); cumpliendo
con ello de nuevo varios criterios del TPN (el criterio [c], “crea que es especial y único”, y además
el criterio [d], “exija admiración excesiva”).
Con respecto al criterio (i) del TPN (“muestre comportamientos o actitudes arrogantes de
superioridad”), para De las Casas, el supuesto uso de la fuerza por parte de los cristianos (i.e., los
españoles) para con los indios, a fin de lograr su conversión a vasallos libres del Emperador, no
era necesario. Él se creía capaz de convertirlos al cristianismo “poco á poco inducillos con buenas
palabras” y por encima de las supuestas malas prácticas de los españoles (“Remedios para las islas
Española, Cuba, Sant Juan y Jamaica”; Torres, 1867, p. 106); cumpliendo con ello de nuevo el
criterio (b) de TPN (“fantasías de poder”; APA, 2013). Según el fraile, los indios eran “inifinitas
gentes […], sin maldades ni dobleces, obedientisimas, […] más humildes, mas pacientes, mas
pacíficas y quietos” (De las Casas, 1552/1821, p. 14). Claro que, Motolinía (1555/1858), no da fe
de sus palabras y escribe “Todos vuestros celos i amor que decis que teneis á los Indios se acaba
en traerlos cargados […], i fatigando los indios […], sin pagarles nada” (párr. 3); cumpliendo
patentemente con ello el criterio (f), “explote o aproveche las relaciones interpersonales para sus
propios fines” (APA 2013).
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Precisamente, en línea con el criterio (d) del TPN (“exija admiración excesiva”; APA,
2013) y su proclamación como juez, además de ese sentir de ser “especial y único(criterio [c];
APA 2013), Motolinía (1555/1858) le explica en sus cartas al Emperador Carlos I que De las Casas
se creía concedido de la providencia de Dios frente a lo que él denominaba la injusta conquista y
guerra contra los indios; por lo cual tenía la necesidad de ser un profeta. Dicha necesidad,
probablemente, llevó a De las Casas a procurar que lo llamasen protector (“agora procura que los
indios le demanden por Proptetor”; Motolinía, 1555/1858, párr. 3). Incluso, De las Casas, en una
de sus cartas, firma “Bartolomé de las Casas, clérigo, protector [énfasis añadido] de los indios”
(“Remedios para las islas de Cuba, Sant Juan y Jamaica”; Torres, 1867, p. 109).
En 1536, por órdenes del Gobernador de Nicaragua (Rodrigo de Contreras), se pidió la
participación de De las Casas para ir al nuevo descubrimiento del “Desaguadero” (cerca de
Granada y León; actual Nicaragua). El fraile se negó a colaborar aludiendo que debía ir sólo él
antes (criterio [e], demande cumplimiento automático de sus expectativas”; APA, 2013), junto
con 50 hombres, con el fin de pacificar dichas tierras (criterio [c], “crea que es especial y único”;
APA, 2013). Sin embargo, negada su petición, De las Casas se negó a escuchar confesiones de
aquellos que fueran a dicho descubrimiento (lo cual sería un índice, no sólo de su grado de
exigencias y poca empatía sino, en este caso, igualmente de su capacidad de chantaje emocional).
Provocando que muchos se amotinaran a no querer ir (véase para más detalle el informe de Martín
Mimbreño, escribano del Emperador Carlos I; Torres, 1867).
Podría pensarse que De las Casas no tenía fantasías de brillantez” (criterio [a]; APA, 2013)
sino que era verdaderamente una persona brillante. Sin embargo, la concepción lascasiana
(perteneciente al pensamiento de Bartolomé de las Casas) de ser “único y especial” (criterio [c];
APA, 2013) que él mismo tenía de sí mismo pierde base en las “Informaciones de las
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Gobernaciones de las indias”, mandadas a hacer por Gregorio López, entre 1542 y 1543 (Torres,
1867). En ellas, se concibe a De las Casas como un individuo sin conciencia ni experiencia ni
entendimiento (e.g. Menéndez, 1963). Así mismo, Pánfilo de Narvaez y Antonio Velázquez
califican a Las Casas como un clérigo sin crédito y sin autoridad, que habla de lo que no ve; lo que
provoca que se contradiga, tan sólo por creer que le darán la reformación de los daños que
manifiesta (“Informe de los procuradores de la isla de Cuba”; Torres, 1867).
Se vuelve a encontrar la necesidad y búsqueda de admiración en la supuesta conversión
humanista de De las Casas cuando renuncia a sus indios y a su hacienda (él era un encomendero
y disponía de tierras y sirvientes). En este sentido, pidió a Diego de Velázquez, gobernador de
Cuba, que no dijera a nadie que él mismo había sido encomendero (cf. Menéndez, 1963). No
obstante, posteriormente De las Casas quiso utilizarlo a su favor y escribió al gobernador diciendo
Señor, yo os doy licencia que a todos digáis aquello que en secreto concertado teníamos, y yo la
tomo para decirlo a los presentes quedando como el modelo a seguir para lograr” (Menéndez,
1963, p. 10); cambiando totalmente de táctica y desvelando su posible intención de ser un
personaje admirado. Por otro lado, sus cnicas eran igualmente premeditadas y mostrando una
posible falta de empatía (criterio [g], “carezca de empatía”; APA, 2013). En caso de que no se
siguieran sus ideas y recomendaciones, De las Casas negaba la confesión tanto a indios como
españoles; “afirma el de las Casas que sin estas i otras diligencias no pueden ser absueltos, i á los
confesores pone tantos escrúpulos, que no falta sino ponellos en el infierno” (Motolinía,
1555/1858, párr. 3). Con ello, vuelve a encajar en los criterios (d) y (e) del TPN (“exija admiración
excesiva” y exija “cumplimiento automático de sus expectativas”, respectivamente).
Históricamente (e.g., Menéndez, 1963) se ha apuntado a que las “fantasías de éxito”
(criterio [b]; APA, 2013) de De las Casas hizo que preparara de manera cautelosa sus estrategias
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para lograr conseguir ser ese modelo a seguir (criterio [d], “exija admiración excesiva”; APA,
2013). Para conseguir sus metas, la perspicacia de De las Casas ya fue apuntada igualmente por
el Emperador Carlos I que explicaba que los frailes de la orden de Santo Domingo (Dominicos),
en general, tenían su manera de persuasión para atraer indios al servicio y conocimiento de la fe
católica. No obstante, estas habilidades no le eximían de sentir lo que podría ser envidia por otras
personas (criterio [h], “sienta envidia por los demás”; APA, 2013). En este sentido, en una Real
cédula, De las Casas impide la entrada de gobernadores de Honduras y Nicaragua a las tierras
que él estaba convirtiendo (Torres, 1867). De la misma forma, este modus operandi denota
igualmente de nuevo un criterio mencionado de TPN (criterio [f], “aproveche las relaciones
interpersonales para sus propios fines”; APA, 2013) y otro nuevo índice de Narcisismo (criterio
[g], “carezca de empatía (no estar dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y
necesidades de los demás)”; APA, 2013). No parece que a Bartolomé de las Casas no le
importase empáticamente los sentimientos de los indios para ser evangelizados (criterio [g];
APA, 2013), el hecho de evangelizarlos servía a sus propósitos (criterio [f]) y delirios de
grandeza (criterio [a]), además de a su necesidad de admiración (criterio [d]); intentando apartar
por envidia (criterio [h]) a todo aquél que intentara hacerle sombra.
Las ordenanzas, que De las Casas promovió, no tuvieron la acogida que él esperaba y
había planificado. Por ejemplo, en el virreinato del Perú, varios encomenderos, fieles a las Reales
cédulas sobre la encomienda (véase Libro VI, Título VIII, de la “Recopilación de las leyes de los
reynos de las indias”; De Paredes, 1681), sí lograban la pacificación y conversión de los indios
cuando éstos eran encomendados (lo cual pudo incrementar la envidia de De las Casas por otros
personajes del momento; criterio [h]; APA 2013). En este sentido, tuvo que ser difícil de
procesar para el fraile los testimonios recogidos por Alonso de Alvarado (Torres, 1867),
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aproximadamente en 1543, que daban fe de que, si se ejecutaban las ordenanzas de De las Casas
(y se liberan a los indios), éstos caían nuevamente en manos de los caciques locales para posibles
sacrificios humanos (véase disturbios acaecidos a causa de las ordenanzas de De las Casas). Este
hecho tuvo que ser un duro varapalo para De las Casas y pudo incrementar su celo social con
respecto a personajes coetáneos.
¿Las relaciones interpersonales de Bartolomé de las Casas eran narcisistas?
Precisamente, hablando de su papel en la sociedad de la época y sus relaciones
interpersonales, De las Casas parecía tener una tendencia a entablar amistades con el fin de que la
otra persona pudiera hacerle avanzar en sus metas y objetivos (criterio [f], explote o aproveche
las relaciones interpersonales para sus propios fines”; APA, 2013), incluso para mejorar su
autoestima (criterio [d], exija admiración excesiva”; APA, 2013). En este sentido, muchos de los
negocios de De las Casas estaban en función de que las personas estuvieran de acuerdo con su
apasionado espíritu contra los españoles (“con muchos quilate, por que todos sus negocios han
sido con algunos desasosegados para que le digan cosas que escriva conforme á su
apasionadoespíritu contra los Españoles”; Motolinía, 1555/1858, p. 258); criterio (f), explote o
aproveche las relaciones interpersonales para sus propios fines” (APA, 2013). En este sentido y
cumpliendo este mismo criterio, se ha testimoniado que De las Casas, al llegar a Chiapas, se
aprovechó del amor por él y de la humildad de la gente de aquella ciudad y les pidió dinero prestado
para pagar las deudas que había contraído en la península (cf. La Mier, 1821). De la misma manera,
en su línea de chantaje emocional, no confesaba a españoles hasta que éstos no liberaban a los
indios (según sus propósitos de ser “el modelo a seguir”; Menéndez, 1963, p. 10), incluso ni a
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indios ya catequizados si no claudicaban a sus exigencias (criterio [e], exija “cumplimiento
automático de sus expectativas”; APA, 2013).
Hay que tener en cuenta que la Monarquía española tuvo a la religión católica como base
de su ética y moral (Carvajal, 2009); ya Isabel I la Católica (1504/1759) en su testamento decretó
que “(...) e non consientan ni den lugar qlos yndios besinos e moradores delas dichas indias e tierra
firme ganadas e por ganar reciban agravio algun en sus personas ni bienes mas manden q sean bien
e justamente tratados e si algun agravio han recivido lo remedien (...)” (p. 650). En este sentido,
en su afán histriónico, De las Casas quiso adjudicarse la defensa exclusiva de los derechos
humanos determinando que, en la conquista de América, los agentes intervinientes era españoles
infernarles e indios angelicales (cf. Menéndez, 1963); adquiriendo su ansiado papel de “protector
universal de los indios” (e.g., Gutierrez, 1878). No obstante, tuvo que inventarse el agravio para
poder venderse como el salvador de una causa que no existía. Con ello, no pareció en cuenta que
el hecho de injuriar a los españoles en tierras americanas iba a desprestigiar a toda una nación
(criterios [f] y [g], “explote o aproveche las relaciones interpersonales para sus propios fines” y
“carezca de empatía”, respectivamente; APA, 2013). De hecho, autores coetáneos ya le hubieron
desacreditado; “más de la poca caridad i menos piedad que en sus palabras i escripturas tiene, i
demás de las injurias i agravios i afrentas que á todos hace” (Motolinía, 1555/1858, p. 268). Esta
falta de empatía ante las consecuencias que de sus actos emanaban (sin preocuparle a quién hacía
daño o perjudicaba), se evidenció igualmente en la ciudad de León (Nicaragua), en 1536, en donde
De las Casas se llevó consigo algunos retablos (conjunto de figuras de pintura o de talla; Real
Academia Española [RAE], 2019). De dicho suceso dan igualmente fe algunos personajes
coetáneos, Iñigo Martínez, Bartolomé Gonzalo y Juan de Chaves (Torres, 1867).
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En su ímpetu de desvirtuar la realidad para sus propios intereses (criterio [f], aproveche
las relaciones interpersonales para sus propios fines”; APA, 2013), De las Casas obvia el hecho de
que varios españoles religiosos (llegando a Hispano-américa) hallaban mayor cristiandad, mayor
fe, s caridad y más limosna que en la península (Motolinía, 1555/1858). Así mismo, De las
Casas deshonra, disfama e injuria a todos los mal-llamados conquistadores (De las Casas,
1552/2006), lo que desemboca en un efecto de homogeneidad, es decir, en una generalización de
creencias sin posibilidad de individualización (e.g. “todos los españoles son…”; Casas, 2008) que
perjudicó a todo un colectivo que no se merecía tales agravios.
La envidia hacia los demás lo evidencia su denigración de otras figuras coetáneas, como
Lope de Sosa. De las Casas, ante la posible adjudicación de la isla del Zebú a Lope de Sosa, injuria
a este personaje y declara que: (a) gobernaría y destruiría a la gente; (b) no daría de comer a los
indios; (c) quitaría el oro a los indios; (d) que perdería la isla del Zebú; y (e) “estorbarme á mi que
yo no la remedie é la gane para su Alteza, paréceme que en ninguna manera se debia de consentir”
(Torres, 1967, p. 97). Desvela precisamente con este último punto sus delirios de de grandeza y
prepotencia” (criterio [a]; APA, 2013).
Así también, De las Casas muestra “comportamientos o actitudes arrogantes de
superioridad” (criterio [i]; APA, 2013) cuando un indio (ya catequizado), que había caminado por
tiempo considerable, quería confesarse. Al solicitárselo a De las Casas, éste no quiso hacerlo. Sin
embargo, tras haber rogado que lo hiciera, accedió. Cuando el indio estaba listo para confesarse,
De las Casas cerró la puerta del confesionario sin explicación alguna, dejando al indio sin confesar
(Motolinía, 1555/1858).
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Conclusión
Como se ha cimentado, se podría diagnosticar la personalidad de De las Casas como TPN
(si estos hechos aquí relatados se hubieran evaluado de forma presencial; de otro modo, se estaría
incurriendo en un atentado al código ético profesional actual de los psicólogos). De acuerdo al
DSM-V (APA, 2013), para el diagnóstico de TPN deben presentarse en diversos contextos “cinco
(o más)” de los criterios anteriormente detallados. En este sentido, Bartolomé de las Casas parece
cumplir con todos los criterios ([a], [b], [c], [d], [e], [f], [g], [h] e [i]; APA, 2013), lo cual
profesionalmente no nos lo habíamos encontrado en el contexto clínico hasta el momento. En su
personalidad destaca un pensamiento absolutista que intentó imponer a otros (Páramo, 2011). En
su pantomima de defensión de los derechos humanos (a tenor de las motivaciones mostradas en
otra dirección), De las Casas evidencia una preocupación radical y prioritaria sobre su imagen
(característico de la personalidad narcisista; e.g. López, Rondón, Cellerino y Alfano, 2010); de ahí
que persiguiera ser nombrado el protector universal de los indios (e.g., Gutierrez, 1878).
De acuerdo con el diagnóstico diferencial del DSM-V, la personalidad narcisista comparte
características con otras personalidades (e.g. Histriónica, Límite o Antisocial), tales como: (a)
necesidad de admiración; (b) persuasión y manipulación para conseguir objetivos; y (c) relaciones
interpersonales inestables. Sin embargo, según Davis y Behary (2015), en la personalidad
narcisista, el individuo se muestra, además de lo anterior, como diferente y excepcional; en un
sentido de pretender ser la única opción para producir cambios, exaltando su superioridad. El
hecho de que se presentara en América bajo el poder supuestamente ilimitado que le había
concedido el Emperador Carlos I (Torres, 1867) determina la balanza para este diagnóstico
tentativo.
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En un análisis más social de la instrumentalización de la obra de De las Casas, llama la
atención que su pensamiento fundamentalista (Menéndez, 1963) no es mostrado por ciertos autores
(e.g. López, 2019; Pavón, Cantoral y Juárez, 2011) o desgraciadamente no es reportado en la
enseñanza institucionalizada en Hispano-américa (e.g., “Conquista española de América”;
Ministerio de Educación del Ecuador [MEE], 2016; “El choque cultural en América”; MEE, 2018).
En esta ilusión histórica (en términos de Fusaro, 2015), que ya está en el imaginario social (en
términos de Cegarra, 2012), se sigue mostrando a De las Casas como un filántropo que, a manera
de tragedia griega, es capaz de conmovernos de manera profunda con sus relatos (sin una crítica
exhaustiva tanto de su vida como de su obra). Por otro lado, tampoco se pone de relieve cómo el
pensamiento lascasiano fue aprovechado por otro personaje relevante en Hispano-américa: Simón
Bolivar. Bolivar recuerda las barbaridades falaces contadas por el obispo de Chiapas para provocar
la emancipación hispanoamericana.
Estas injusticias que expone Bolívar […] contienen s que suficiente carga de rebeldía
para nutrir el espíritu de independencia, que como hecho histórico inevitable, habría de
tener éxito seguro, sin necesidad de que Las Casas hubiera añadido su sobrecarga de
iracundo odio antiespañol, enormizando las injusticias cometidas durante los primeros años
de la colonización indiana. (Menéndez, 1963, p. 369)
Sigue siendo un misterio la decisión por la cual De las Casas dilató cerca de 40 años su
obra en contra del descubrimiento (Páramo, 2011). Sin embargo, lo que se sabe es que De las
Casas era tan sólo una pieza más del engranaje subyacente (el cual se aprovechó de su Narcisismo)
que se adueñó del protagonismo real de otros personajes históricos, como Pedro de Ovando o
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Antonio de Montesinos, en la defensa de los derechos humanos de los indios en Hispano-américa
(e.g., Menéndez, 1963; Intereconomiatube, 2017).
El mito ideológico (en términos Urdapilleta, 2007) de Bartolomé de las Casas, debe ser
mejor relatado y propagado, desde un punto de vista puramente histórico, y no con la aspiración
de servir como herramienta ideológica a ciertos intereses políticos. Sirva este trabajo para arrojar
más luz sobre esta figura alterada. Esperamos que nuestra perspectiva psicológica ayude a analizar
de forma holística a este personaje histórico y aporte en el entendimiento de sus verdaderas
motivaciones y el daño en el prestigio de todo un país que ha producido (con el consiguiente odio
generado de forma artificial y perjuiciosa).
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