Wimblu, Rev. Estud. de Psicología UCR, 16(2) 2021 (Julio-Diciembre): 161-177 /ISSN: 1659-2107
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Violencia cotidiana en la vida de las mujeres: Una aproximación
al acoso sexual en espacios públicos costarricenses
Daily Violence in the Lives of Women: An Approach to Sexual Harassment
in Costa Rican Public Spaces
Amanda Mesén Badilla
1
RESUMEN
Este artículo reflexiona sobre los principales hallazgos en materia de acoso sexual en espacios públicos
costarricenses, a la luz de las experiencias de mujeres que publicaron sus testimonios a través de la red social
Facebook. Se realizó un estudio exploratorio basado en una metodología cualitativa. Se utilizó la técnica de
análisis narrativo. Como principales resultados, se encontró que el acoso sexual en espacios públicos es una
forma de violencia que ocasiona daños significativos en la subjetividad, organización de la vida y, cotidianidad
de las mujeres. Existe riesgo de sufrir acoso sexual en espacios públicos solo por el hecho de acceder a ellos,
sin embargo, algunas condiciones vulneran en mayor medida la seguridad de las víctimas. Además, el acoso
sexual en espacios públicos es fundamentalmente una violación a los derechos humanos que impide el
desarrollo pleno de la vida de las mujeres.
Palabras clave: Acoso sexual, espacios públicos, violencia contra las mujeres, feminismos, investigación,
psicología.
ABSTRACT
This article reflects on the main findings regarding sexual harassment in Costa Rican public spaces, based on
the experiences of women who published their testimonies through the social network Facebook. An
exploratory study based on a qualitative methodology was carried out. The narrative analysis technique was
used. As the main results, it was found that sexual harassment in public spaces is a form of violence that causes
significant damage to the subjectivity, organization of life and daily life of women. There is a risk of suffering
sexual harassment in public spaces just for the fact of accessing them, however, some conditions further
jeopardize the safety of the victims. Furthermore, sexual harassment in public spaces is fundamentally a
violation of human rights that prevents the full development of women's lives.
Key Words: Sexual harassment, public spaces, violence against women, feminisms, research, psychology.
1
Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica. Licenciada en psicología. Integrante del Proyecto Cero
Tolerancia al Hostigamiento Sexual de la Universidad de Costa Rica. Correo electrónico:
amanda.mesen.badilla@gmail.com
DOI: 10.15517/WL.V16I2.49219
Recepción: 20/02/2021 Aceptación: 2/11/2021
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Introducción
La lucha contra la violencia hacia las mujeres y sus múltiples manifestaciones, hoy,
más de dos siglos después del inicio de los primeros movimientos feministas, está más
vigente que nunca: El neoliberalismo se ha encargado de agudizar la feminización de la
pobreza; un derecho tan básico como transitar en las vías públicas sigue siendo una actividad
riesgosa en la vida de las mujeres; las denuncias por violencia dostica siguen en aumento;
y uno de los ejemplos más claros y desgarradores de los efectos de las estructuras de
dominación y explotación, el femicidio, se ha vuelto un tema diario en los medios de
comunicación.
En este sentido, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)
2
la violencia
contra las mujeres es una violación de derechos humanos y un problema de salud pública que
afecta a todos los niveles de la sociedad y causa consecuencias graves para la salud y el
bienestar de quienes la sufren, información que revela la magnitud de esta problemática a
nivel mundial.
En el caso del acoso sexual en espacios públicos, es importante considerar que es un
tema de la vida diaria de las mujeres, y sobre esto conviene preguntarse, ¿cómo se configura
la cotidianidad de las mujeres sabiendo que, en los espacios públicos, en cualquier momento
y lugar pueden ser víctimas de violencia? ¿qué significa en sus vidas y cuerpos transitar en
la calle con miedo? Para dar respuesta a lo anterior es necesario dar lugar a las experiencias
de mujeres que han sido víctimas de acoso sexual en espacios públicos, de manera que se
generen insumos para una mejor comprensión psicosocial de esta problemática que permitan
además respaldar la exigencia de un compromiso desde el Estado y sus instituciones.
En los últimos años se ha ido despertando el interés en torno de esta problemática.
Colectivas feministas han realizado grandes e importantes esfuerzos por visibilizarla e
inclusive se ha logrado posicionar el tema en la agenda política del país. Sin embargo, se
debe mencionar que, si bien a partir de estos avances significativos se empieza a reconocer
2
Organización Mundial de la Salud (OMS), “Informe año: 1999”, acceso: 14 de noviembre de 2020,
www.opsecu.org
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el acoso sexual en espacios públicos como un tema a investigar, la información a nivel
nacional es casi nula.
Este artículo se propone reflexionar sobre los principales hallazgos en materia de
acoso sexual en espacios públicos costarricenses obtenidos en la elaboración de la tesis de
licenciatura en Psicología de la Universidad de Costa Rica Acoso sexual en espacios
públicos. Análisis narrativo a partir de las experiencias vivenciadas por mujeres y publicadas
en la red social Facebook
3
. La investigación tuvo como objetivo principal analizar, desde
las teorías feministas y desde el campo de la psicología política, las experiencias de mujeres
que publicaron sus testimonios de acoso sexual en espacios públicos costarricenses a través
de la red social Facebook.
Metodología
Este trabajo tiene un alcance exploratorio basado en una metodología cualitativa.
Dicha elección está justificada siguiendo a Strauss y Corbin
4
quienes proponen que la
metodología cualitativa es una herramienta para obtener detalles complejos de algunos
fenómenos como sentimientos, procesos de pensamiento y emociones. Esta afirmación
resulta muy adecuada tomando en cuenta que en la pesquisa realizada se trabajó con las
experiencias de las mujeres que han publicado sus testimonios de acoso sexual en espacios
públicos.
Los criterios de inclusión utilizados para la selección de los relatos de las mujeres que
escribieron sus testimonios de acoso sexual en espacios públicos fueron: ser mujer, haber
vivido experiencias de acoso sexual en espacios públicos costarricenses, tener un relato de
acoso sexual en espacios públicos en la página “Yo sufrí acoso callejero” de la red social
Facebook y, ser mayor de 18 años.
3
Amanda Mesén, “Acoso sexual en espacios públicos. Análisis narrativo a partir de las experiencias
vivenciadas por mujeres y publicadas en la red social Facebook" (Tesis de licenciatura, Universidad de Costa
Rica, 2018).
4
Anselm Strauss y Juliet Corbin. Bases de la investigación cualitativa. Técnicas y procedimientos para
desarrollar la teoría fundamentada (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2002).
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Las etapas de recolección de información estuvieron divididas en tres momentos. El
primer momento se realizó mediante la página de Facebook Yo sufrí acoso callejero” de
donde se obtuvo los testimonios de acoso sexual en espacios públicos costarricenses. El
segundo momento consistió en hacer contacto con cuatro de las mujeres que publicaron su
testimonio de acoso sexual en espacios públicos con el objetivo de hacer una entrevista para
profundizar sobre el tema. El tercer momento se realizó una vez analizada la información de
los relatos. Se contactó y propuso, a las cuatro mujeres que participaron en la entrevista a
profundidad, la participación en un grupo de discusión para hablar sobre posibles propuestas
para trabajar el tema del acoso sexual en espacios públicos a nivel de la respuesta del Estado.
Se utilizó la transcripción con el fin de llevar a cabo una sistematización detallada de
toda la información. La técnica de análisis de los datos fue el análisis narrativo que, siguiendo
a Riessman
5
, resulta especialmente fructífero en el estudio de eventos vitales disruptivos, que
pueden alterar la biografía, como podría representar una experiencia de violencia tal como lo
es el acoso sexual en espacios públicos.
Insumos teóricos para comprender el acoso sexual
A pesar de que las conductas que constituyen el significado del acoso sexual han sido
parte de la vida de las mujeres a lo largo de la historia, es hasta hace poco tiempo que es
nombrado como tal y reconocido como una forma de violencia contra las mujeres. Según Sue
Wise y Liz Stanley
6
se debe tener presente que las definiciones son producto de complejos
procesos sociales y su origen puede localizarse en las actividades de grupos e individuos
concretos, que construyen con determinados propósitos.
En el caso del acoso sexual fueron las feministas estadounidenses quienes cerca del
año 1974 se interesaron en analizar sus experiencias con hombres en el trabajo. Fue así como
buscaron una expresión que nombrara las conductas masculinas que superficialmente
aparentaban ser sexuales pero que de hecho constituían un ejercicio de poder. Para el año
5
Catherine Riessman, C. Narrative analysis. (Newbury Park: Editorial Sage, 1993).
6
Sue Wise y Liz Stanley, El acoso sexual en la vida cotidiana (Barcelona: Editorial Paidós, 1992), 45.
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1975 el término acoso sexual ya fue ampliamente utilizado como parte de la lucha contra la
discriminación a las mujeres en el campo laboral
7
.
Un aporte de suma importancia al tema lo hace la investigadora Laura Guzmán quien
distingue tres características principales que definen una conducta de acoso sexual
8
:
1. Es una conducta sexual: siempre que se habla de acoso sexual, se refiere a una
situación que tiene implícita o explícitamente un componente que apela a la
sexualidad, a la intimidad, al cuerpo o al espacio privado de la persona afectada.
2. Es una conducta indeseada por quien la recibe: no toda conducta de naturaleza sexual
puede tipificarse como acoso sexual, para que eso sea a se requiere de una
condición: el rechazo de la conducta por parte de la persona que la recibe.
3. Provoca efectos perjudiciales en la persona que recibe la conducta: el acoso sexual al
ser una conducta que no es deseada por quien la recibe, va a provocar efectos
negativos en la víctima.
En el marco jurídico costarricense la ley 7476 contra el Hostigamiento Sexual en el
Empleo y la Docencia
9
fue aprobada el 14 de diciembre de 1994 y puesta en vigencia el 3 de
marzo de 1995 en concordancia con las discusiones que se estaban dando en la agenda
política a nivel mundial sobre el lugar de subordinación de las mujeres y las consecuencias
que esto genera en sus vidas. El origen de esta ley se da a partir de la necesidad de proteger
los principios constitucionales básicos del respeto por la libertad y la vida humana, el derecho
al trabajo y el principio de igualdad ante la ley, obligando al Estado a condenar la
discriminación por razón de sexo y a establecer políticas para eliminar la discriminación
contra la mujer. Dentro de esta se define el hostigamiento sexual como “…toda conducta
sexual indeseada por quien la recibe, reiterada y que provoque efectos perjudiciales en los
siguientes casos:
a) Condiciones materiales de empleo o de docencia
b) Desempeño y cumplimiento laboral y educativo
7
Wise y Stanley, El acoso sexual en la vida cotidiana,72.
8
Laura Guzmán, Informe Final: Proyecto de investigación-acción Prevención del Hostigamiento Sexual en la
Universidad de Costa Rica (San José: Universidad de Costa Rica, 2005), 8.
9
Ley contra el Hostigamiento Sexual en el Empleo y la Docencia n.º 7476.
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c) Estado general de bienestar personal
También se considera acoso sexual la conducta grave que, habiendo ocurrido una sola vez,
perjudique a la víctima en cualquiera de los aspectos indicados
10
. Asimismo, en marzo del
año 2007 se presentó un Proyecto de Ley con el objetivo de solventar inconsistencias y
algunas omisiones de la Ley 7476, publicado en la gaceta como la ley 8805 en el mes de
junio del año 2010
11
.
Acoso sexual en espacios públicos
El acoso sexual en espacios públicos, como muchas otras formas de violencia contra
las mujeres, es un problema invisible. Para Ana de Miguel comprender esta invisibilidad es
comprender que para la mayoría se solapa con el orden normal y natural de las cosas
12
. Esto
en parte porque hasta hace poco predominaba una explicación de corte biologista y
psicologista que explicaba la violencia masculina como “algo natural” y en todos los casos
extremos, como producto de patologías individuales
13
.
De esta forma, a pesar de que en la actualidad se ha dado un importante avance en
cuanto al reconocimiento de esta problemática, todavía es necesario convencer a la mayoría
de la población sobre su existencia. Debido a que nuestras prácticas cotidianas están tan
permeadas de manifestaciones de violencia sexista existe una gran dificultad para
identificarlas, aunque estén pasando frente a nuestros ojos o inclusive, cuando las ctimas
somos nosotras mismas. Sobre esto Rita Segato
14
aporta que a pesar de los cambios que se
han dado con respecto al lugar de las mujeres en el mundo, se preservan las nomenclaturas y
ocurre una falsa impresión de continuidad de la vieja ordenación, pero que es ahora regida
por otra estructura. Ante la falta de claridad sobre los cambios ocurridos, las mujeres se
someten sin saber cómo contestar a la frase “siempre fuimos así” y a su reivindicación de la
manutención de una costumbre que suponen o afirman tradicional
15
. En el contexto
10
Ley contra el Hostigamiento, artículo 3.
11
Ley de modificación de la Ley contra el Hostigamiento Sexual en el Empleo y la docencia n.º 8805.
12
Ana de Miguel, Neoliberalismo Sexual (Madrid: Ediciones Cátedra, 2015), 68.
13
Ana de Miguel, Neoliberalismo Sexual, 70.
14
Rita Segato, La guerra contra las mujeres (Madrid: Traficantes de sueños, 2016), 121.
15
Rita Segato, La guerra contra las mujeres, 123.
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costarricense el acoso sexual en espacios públicos es difícilmente nombrado entre astutas
tretas culturales que lo difuminan entre galantería e idiosincrasia, y acompañado de una
escasa educación sexual sujeta al prejuicio para hablar abiertamente de la sexualidad, ante
cualquier respuesta frente a esta forma de violencia las mujeres se topan con un recurso
central en el sostenimiento de la invisibilidad: la falta de credibilidad
16
.
En suma, según Amanda Mesén
17
el acoso sexual en espacios públicos es definido
como una forma de violencia cotidiana contra las mujeres, llevada a cabo mayoritariamente
por hombres desconocidos en espacios públicos, que genera consecuencias serias en los
sentimientos, conductas, espacio, tiempo y, cuerpo de las ctimas. Asimismo, es una
experiencia formativa constante que tiene un mensaje de poder y control claro: para las
mujeres ingresar a los espacios públicos involucra correr el riesgo de ser víctimas de
múltiples manifestaciones de violencia que en el caso de ser denunciadas las expondrá a ser
víctimas de más violencia
18
.
Manifestaciones del acoso sexual en espacios públicos:
dónde y cómo se lleva a cabo
De acuerdo con lo encontrado en los relatos no existe un lugar específico dentro de
los espacios públicos en el que las mujeres son víctimas de esta forma de violencia. Es decir
que las mujeres están en riesgo de sufrir acoso sexual en espacios públicos solo por el hecho
de acceder a ellos, independientemente del escenario específico al que se ingrese (calles,
trasportes públicos, establecimientos públicos, espacios de recreo). Sin embargo, existen dos
condiciones particulares que las mujeres asocian con un mayor riesgo de sufrir acoso sexual
en espacios públicos: lugares solitarios y horarios nocturnos:
“Eh, yo soy súper tramada y pienso demasiado como salir a la calle sola en las noches
principalmente, como que eso a mí me trama mucho, me da miedo caminar sola…”
19
16
Amanda Mesén, “Acoso sexual en espacios públicos…”, 91.
17
Amanda Mesén, “Acoso sexual en espacios públicos…”, 120.
18
Amanda Mesén, “Acoso sexual en espacios públicos…”, 100.
19
Comunicación personal, 4 de octubre del 2017.
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Para poder entender los resultados citados anteriormente es importante considerar
que, dentro de la lógica del sistema de dominación masculina, lo público y lo privado ha
estado establecido para hombres y mujeres respectivamente. Desde los juegos de niños y
niñas donde los primeros tienen mayor acceso a ocupar el espacio público con actividades al
aire libre, mientras las segundas deben permanecer en sus casas para protegerse de los
peligros, hasta el mandato tan acatado de que las mujeres deben quedarse en la casa
asumiendo el trabajo doméstico mientras los hombres trabajan fuera de ella, han consolidado
y perpetuado la idea que asocia a los hombres con lo público y a las mujeres con lo privado.
Y es que si bien es cierto desde hace algunos años se ha dado un cambio en el acceso
de las mujeres al espacio público, la violencia cotidiana a la que se ven expuestas al ingresar
a ellos deja en evidencia que, en la práctica, estos espacios no les corresponden y con eso sus
posibilidades de desarrollarse en lo público siguen siendo sumamente limitadas. Es decir, los
espacios públicos no son iguales para los hombres y para las mujeres. De ahí la importancia
de analizar no sólo dónde participan las mujeres, sino en qué condiciones lo hacen
20
.
Se podría decir entonces, que la entrada de las mujeres en lo público tiene la condición
de que sus derechos y necesidades particulares se mantengan en lo privado. Esto a su vez
desvincula las formas de violencia que sufren las mujeres en los espacios públicos de la
escena de lo social, lo que da como resultado que no se hablan, y a pesar de que suceden en
presencia de otras personas por lo general nadie se involucra. Lo anterior se refleja en el
siguiente relato:
“Al acercarse, me agarró un seno con tanta violencia que todavía recuerdo el dolor. De la
rabia empecé a gritar, junté la piedra más grande que pude del piso, pero el temblor de
angustia de todo el cuerpo y mi brazo de 14 años no lograron alcanzarlo; apenas llegaron a
que la piedra rebotara casi en sus pies. Lo seguí cuando intenté que la piedra lo alcanzara,
gritando tanto y tantas cosas y con tanta angustia que varias personas de locales comerciales
20
Virginia Vargas, Programa Regional: Ciudades sin Violencia hacia las Mujeres Ciudades Seguras para
Todas y Todos (Buenos Aires: Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, 2007), 36.
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sobre la acera de enfrente salieron a ver. Me vieron temblando, enojadísima, llorando…
Nadie se metió”.
21
La enorme carga de violencia ejercida sobre las mujeres no es accidental. Tal como
sucede en los espacios privados, en los espacios públicos existe una articulación entre lo
físico y las relaciones sociales, en las que lo político e ideológico tienen un papel
determinante
22
.
Tomando en cuenta que la articulación de la historia, la ideología y las prácticas
generadas en cada sociedad construyen el espacio, se puede decir que los espacios públicos
no sólo contienen y expresan relaciones de dominación de hombres sobre mujeres, sino que
son hegemónicamente masculinos
23
. El resultado de esto es que las prácticas que en ellos se
generan están dentro de la lógica masculina del espacio, por lo que la violencia a la que están
expuestas cotidianamente las mujeres es naturalizada, justificada e invisibilizada. De esta
forma se construye una de las particularidades del acoso sexual en espacios públicos: es
considerado inevitable, tal como se muestra en el siguiente relato:
“En el primer año de la U después de clases, iba caminando por Heredia a tomar el bus junto
a mi amiga. Mientras cruzábamos la calle, apareció un tipo en bicicleta que tocó mis senos
de forma brusca y se fue riéndose fuertemente… Después de esto, me acostumbré a andar en
la calle ocultando mi pecho con el bolso, los cuadernos, el abrigo o lo que tuviese a mano
para protegerme”.
24
En cuanto al cómo se dan los acontecimientos de acoso sexual en espacios públicos, las
manifestaciones que se categorizan en los resultados de la investigación son: tocamientos;
miradas y gestos; palabras, gritos, y sonidos; exhibicionismo; desde vehículos;
amedrentamiento. Todas las anteriores tienen como elemento común que van dirigidas hacia
el cuerpo de las mujeres.
21
Comunicación personal, 10 de octubre del 2015.
22
Henry Lefebvre, La producción del espacio (Madrid: Editorial Capitán Swing, 2013), 141.
23
Amanda Mesén, “Acoso sexual en espacios públicos…”, 21.
24
Comunicación personal, 10 de octubre del 2015.
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En relación con la violencia ejercida sobre el cuerpo de las mujeres Rita Segato
25
define
la violación como el uso y abuso del cuerpo del otro, sin que este participe con intención o
voluntad comparadas. Además, plantea que esta puede darse de diferentes formas -no todas
igualmente observables- entre ellas la violación alegórica, en la cual no se produce un
contacto que pueda calificarse de sexual, pero hay intención de abuso y manipulación
indeseada del otro
26
. A partir de la información anterior se puede entender el acoso sexual en
espacios públicos como una forma de violación alegórica:
“Pasó un tipo y me tocó, o sea, yo sentí que me tocó hasta el ano, ¿me entendés? Yo brinqué
y me queasí, y volví a ver a todo lado, ni siquiera supe quien fue, solo supe que pasó, y
eso, yo sentí mucha culpa porque yo dije: me separé de mi papá, esto no tenía que haberme
pasado, si me hubiera quedado con él esto no pasa” (Comunicación personal, 6 de octubre
del 2017).
A la luz de los planteamientos de Rita Segato
27
sobre el paso abrupto de la sociedad
premoderna a la sociedad moderna y el proceso de implantación poco reflexiva de la
modernidad que a su vez tiene como consecuencia el resurgimiento del derecho natural de
apropiación del cuerpo femenino cuando se le percibe en condiciones de desprotección, se
puede decir que con la entrada de las mujeres a lo público se da el entrecruzamiento de dos
situaciones. Por un lado, el ingreso de las mujeres a los espacios públicos considerado como
una irrupción al orden natural de las cosas, por otro lado, la necesidad de los hombres de
adquirir y restaurar el estatus de masculinidad. Ambas situaciones tienen como punto de
encuentro los cuerpos de las mujeres sobre los que se ejerce la violencia como acto
confirmatorio de esta masculinidad. De esta forma queda en evidencia que, aunque lo sexual
es el instrumento para llevar a cabo las manifestaciones de violencia, el acoso sexual en
espacios públicos es un acto de control y poder ejercido sobre los cuerpos de las mujeres con
repercusiones directas en la cotidianidad de sus vidas.
25
Rita Segato, Las estructuras elementales de la violencia (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2010), 22.
26
Rita Segato, Las estructuras elementales de la violencia, 44.
27
Rita Segato, La guerra contra las mujeres, 105.
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Comprensión del acoso sexual en espacios públicos
costarricenses
El análisis de los relatos nos lleva a pensar que las mujeres caracterizan el acoso
sexual en espacios públicos como experiencias negativas recurrentes, relacionadas a la
invasión de sus cuerpos. No obstante, existe una gran dificultad para nombrar estas
experiencias como manifestaciones de violencia, al mismo tiempo que se tiende a minimizar
las consecuencias que estas han generado en sus vidas. Una explicación posible para este
fenómeno se puede encontrar en la naturalización de esta forma de violencia.
Creo que en una situación de agresión, ya como en un tipo de abuso físico es más probable
que alguien se meta pero cuando es así como acoso, no creo”.
28
Para ahondar en lo anterior se hará uso del concepto “banalidad del mal”
29
que hace
referencia a las acciones dañinas que no tienen un motivo maligno latente, y que según
Hannah Arendt tiene que ver con la pura y simple irreflexión. De acuerdo con Amanda
Mesén
30
, en el caso de las mujeres, vivir bajo la consigna de complacer al otro
desapropiándose de sus vidas, involucra vivencias de su sexualidad repletas de violencia,
dando como resultado la irreflexión del acoso sexual como forma de violencia entendiéndolo
como una vivencia más de la sexualidad asumida como “normal” dentro del sistema
patriarcal. En el mismo sentido, Pierre Bourdieu plantea el concepto violencia simbólica que
hace referencia a la sumisión ni siquiera percibida como tal, apoyándose en un sistema de
creencias socialmente inculcadas
31
.
Un ejemplo que ilustra lo expuesto anteriormente se puede encontrar en el hecho de
que las mujeres participantes de la investigación relacionan acontecimientos de acoso sexual
en espacios públicos con eventos de iniciación de su vida sexual (“mi primer contacto con un
miembro masculino”, “la primera vez que me tocaron”, “a mí nadie me había tocado, estaba
28
Comunicación personal, 10 de octubre del 2017.
29
Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal (Barcelona: Editorial Lumen,
1999), 63.
30
Amanda Mesén, “Acoso sexual en espacios públicos…”, 148.
31
Pierre Bourdieu, La dominación masculina (Barcelona: Editorial Anagrama, 2013), 49.
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súper chiquitilla”). De este modo, no hay una distinción clara entre manifestaciones de
violencia y vivencias de la sexualidad:
“Yo tuve una adolescencia demasiado inocente, digamos, o sea, yo nunca vi pornografía,
nunca nada, entonces, ese fue mi primer contacto con un miembro masculino”.
32
Impacto del acoso sexual en espacios públicos costarricenses
Para hablar del impacto que tiene el acoso sexual en espacio públicos en la vida de
las mujeres se hará referencia a dos momentos particulares que las víctimas experimentan
cuando sufren alguna manifestación de este tipo de violencia: reacción inmediata e impacto.
En cuanto a la reacción inmediata se identificó que las mujeres experimentan enojo, miedo,
parálisis, humillación, culpa, asco y, vulneración; sobre el impacto se identificó miedo, enojo
y, huella de la violencia, entendiendo esta última como todos los acontecimientos de la vida
cotidiana de las mujeres que estén determinados por un rastro de la violencia vivida por el
acoso sexual en espacios públicos.
En suma, el acoso sexual en espacios públicos produce consecuencias serias en la
vida de las mujeres. Para Susana Velázquez
33
si bien el acoso parece ser una manifestación
de violencia sexual menos brutal que otras, los efectos son igualmente intensos por el control
intimidatorio y coercitivo que ejercen los hombres sobre las mujeres. En este mismo sentido,
Rita Segato haciendo referencia a la violación alegórica plantea que esta forma de
manipulación forzada del cuerpo del otro desencadena un sentimiento de terror y humillación
idéntico al causado por una violación cruenta
34
.
“El mae se quita el casco y me dice muchas cosas asquerosas, mami chúpeme esta…”
(señalando sus partes íntimas) Y unas frases s que no se me han borrado pero que ni
siquiera quiero escribir porque son ASQUEROSAS… Y si es grotesco escribir/leerlo
escucharlo es angustiante, da miedo! Sola, quedé asustada y no pude hacer nada!!! (de lo que
me arrepiento muchísimo) él nada más se puso su casco de nuevo y se fue”.
35
32
Comunicación personal, 8 de octubre del 2017.
33
Susana Velázquez, Violencias cotidianas, violencias de género (Buenos Aires: Editorial Paidós, 2003), 27.
34
Rita Segato, Estructuras elementales de la violencia, 40.
35
Comunicación personal, 15 de octubre del 2015.
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En este punto es importante mencionar el lugar que tiene el miedo en relación con el
impacto del acoso sexual en espacios públicos. De acuerdo con Virginia Vargas el cuerpo,
particularmente el de las mujeres, aparece como depositario de las biografías, porque el
cuerpo en sus tiempos, en sus espacios de violencia actuales e históricos, guarda memoria
36
.
A la luz de los relatos se puede confirmar lo que plantea Susana Velázquez
37
, quien plantea
que las mujeres desde niñas crecen sabiendo que hay algo de lo que deben protegerse, muchas
veces a través de la advertencia de otras mujeres. Esto a su vez tiene un impacto directo en
el proceso de socialización de las niñas que desde muy pequeñas cargan con el temor de “lo
que podría pasar” o “lo que ha pasado a otras” que muy pronto se convierte en sus propias
vivencias.
De esta forma, el miedo que experimentan las mujeres como consecuencia del acoso
sexual en espacios públicos no solo aparece en el momento en el que se es víctima de algún
acontecimiento de esta forma de violencia. El imaginario presente desde muy corta edad de
“lo que podría pasar” genera un temor mucho menos evidente que a su vez origina
consecuencias muy perjudiciales en el diario vivir de las mujeres, esto debido a que en
apariencia no se muestra como una forma de control o prohibición explícita, sino que se
presenta como una renuncia personal de las mujeres, provocando que se acepte lo cotidiano
como lo que se acostumbra: cambiar de rutas, vestir de ciertas formas cuando se transita por
las vías públicas, dejar de usar ciertos medios de transporte en horarios determinados, etc.
Por último, conviene destacar la articulación de uno de los mitos más difundidos en
la cultura machista “que todo lo que les sucede a las mujeres es culpa de las mujeres”, con
los relatos de estas sobre la forma en la que el acoso sexual en espacios públicos les afecta.
Para las mujeres ser víctimas de esta forma de violencia les genera una doble culpa: en un
primer momento la culpa por el acoso recibido y, posteriormente la culpa por su accionar,
independientemente de cuál haya sido su reacción, tal como se ejemplifica en el siguiente
relato:
36
Virginia Vargas, Programa Regional: Ciudades sin Violencia hacia las Mujeres Ciudades, 46.
37
Susana Velázquez, Violencias cotidianas, violencias de género.
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“Recuerdo que me quedé paralizada y mi amiga me preguntó si estaba bien; le dije que “si”
pero me fui a mi casa sintiéndome muy avergonzada, fea y tonta por no defenderme o
gritar”.
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Todo lo anterior deja en evidencia el peso que tiene esta forma de violencia en el
diario vivir de las mujeres. Desde el momento en el que planean las estrategias que utilizarán
antes de salir de sus casas (vestuario, rutas, transporte, gestos, posibles respuestas). Sumado
a esto, la humillación, angustia y miedo experimentado al enfrentar nuevamente y, a pesar de
las estrategias previas, situaciones de acoso. El malestar de tener que lidiar con las
responsabilidades y actividades del día en los distintos ámbitos de la vida (laborales,
educativos, ocio, familiares, etc.) como si “nada hubiera pasado”. Y un regreso rodeado de
dolor e impotencia ante lo que se torna casi inevitable.
Conclusiones
A continuación, se presentan algunas de las principales conclusiones y desafíos por
abordar a la luz de los hallazgos de la investigación.
El acoso sexual en espacios públicos es fundamentalmente una violación a la dignidad
humana que impide el desarrollo pleno de la vida de las mujeres. Por sus características:
manifiesta un mensaje claro sobre el lugar que le corresponde a las mujeres en la sociedad,
no tiene un reconocimiento como problema social, es recurrente, se considera una práctica
inevitable, atenta contra el bienestar de la vida de las mujeres; se puede decir que representa
uno de los ejemplos más claros del espectro del sexismo en la sociedad costarricense.
Tomando en cuenta que esta forma de violencia tiene como trasfondo las relaciones
desiguales de poder entre hombres y mujeres ejercidas por el sistema patriarcal, mientras no
se redefina el lugar de las mujeres en los espacios públicos y privados, es decir, las
imposiciones binarias de las identidades masculinas y femeninas, a pesar de que las mujeres
amplíen su campo de acción, las dinámicas de violencia se seguirán reproduciendo en ellos.
De acuerdo con lo anterior, es importante recalcar que crear una ruptura con el sistema de
creencias que invisibiliza y justifica la violencia contra las mujeres involucra una reflexión
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Comunicación personal, 10 de octubre del 2015.
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sobre la condición de opresión en la que se vive y, el propio compromiso con el sistema que
oprime.
De acuerdo con lo encontrado en los testimonios se identifican algunos desafíos por
resolver en el camino por asegurar el derecho de las mujeres a ocupar la escena de lo público
sin ser violentadas:
- La implementación de políticas integrales que garanticen la protección inmediata de
las mujeres. Para esto es necesaria la articulación de distintos ámbitos de acción:
educativo, medios de comunicación, arte y cultura, sensibilización de la
institucionalidad democrática, etc.
- La obligatoriedad de los programas de educación sexual en los centros educativos
desde el nivel de preescolar.
- Crear campañas masivas de información y prevención del tema dirigida a hombres y
mujeres que apelen a la visibilización y sensibilización.
- Velar por el fortalecimiento de espacios seguros para que las mujeres puedan hablar
del acoso sexual en espacios públicos y contar con los recursos para elaborar las
experiencias vividas.
- Respaldar los importantes aportes que las mujeres, las colectivas, y demás
agrupaciones como la colectiva Caminando, Peras del Olmo, y la asociación
ciudadana ACCEDER han llevado a cabo en la visibilización del acoso como forma
de violencia
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.
- Con el objetivo de promover más trabajo conceptual, investigación y recopilación de
datos, que permitan entender esta problemática, es necesario articular el trabajo de
los activismos y academia de tal forma que se dé el reconocimiento del acoso sexual
en espacios públicos como una forma de violencia contra las mujeres, otorgándole el
lugar que le amerita dentro de los discursos legales y sociales.
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Las organizaciones mencionadas son colectivas feministas costarricenses que han tenido un papel central en
el trabajo de visibilización de la problemática del acoso sexual en espacios públicos, entre otros temas de gran
relevancia en la lucha por la defensa de los derechos de las mujeres en el país.
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