Rev. Ciencias Sociales 176: / 2022 (II)
ISSN Impreso: 0482-5276 ISSN ELECTRÓNICO: 2215-2601


MIGRACIONES FRONTERIZAS: EL CASO DEL PASO CÚCUTA-UREÑA EN LA FRONTERA COLOMBO-VENEZOLANA (1990-2020)1

BORDER MIGRATIONS: THE CASE OF THE CÚCUTA-UREÑA PASS ON THE COLOMBO-VENEZUELAN BORDER (1990-2020)

Alba Nithza Maldonado Lara*
Reina Victoria Vega V.**

Tipo de documento: artículo académico

Resumen

En el presente artículo se abordará, desde una perspectiva comprensiva, las dinámicas socio territoriales que emergieron entre 1990 y 2020, en el paso fronterizo entre Cúcuta (Colombia) y Ureña (Venezuela), a partir del análisis del comportamiento del flujo migratorio que discurre por este paso. La metodología utilizada es estudio de caso y las fuentes son de tipo cualitativo. La información acopiada permite considerar que en el periodo estudiado la conflictividad social se incrementó en este paso fronterizo, debido a la disputa por el control y la apropiación de la zona limítrofe por parte de actores ilegales, interesados en rentabilizar la intensificación de los flujos migratorios en dirección de ambos países, debido a la inestabilidad política que ha marcado la historia reciente de uno y otro lado de la frontera, durante el período estudiado.

PALABRAS CLAVE: MIGRACION * FRONTERA * COLOMBIA * VENEZUELA * ESTUDIO DE CASO

Abstract

In this article we address, from a comprehensive perspective, the socio-territorial dynamics that emerged between 1990 and 2020, in the border crossing between Cúcuta (Colombia) and Ureña (Venezuela), based on the behavior analysis of the migratory flow that runs through this crossing. The methodology used is that of the case study and the sources are qualitative. The information gathered allows us to consider that, during the period studied, social conflict increased in this border crossing, due to the dispute for the control and appropriation of the border zone by illegal actors, interested in making the intensification of migratory flows in the direction of both countries profitable, due to the political instability that has marked the recent history of both sides of the border, during the period studied.

KEYWORDS: MIGRATION * BORDER * COLOMBIA * VENEZUELA * CASE STUDY

* Secretaría de Educación de Cundinamarca, Gama, Cundinamarca, Colombia.

albanml03@gmail.com

** Centre d’Histoire de Montréal y Centre International de Documentation et d’Information Haïtienne, Caribéenne et Afro-Canadienne, Montréal, Canadá. Escuela de Postgrado en Geografía (EPG), Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Instituto Geográfico Agustín Codazzi (UPTC-IGAC), Boyacá, Colombia.

reinavg354@gmail.com

INTRODUCCIÓN

Este artículo aborda el análisis de las dinámicas socio-territoriales que caracterizan, de manera específica, el paso fronterizo entre Cúcuta (Colombia) y Ureña (Venezuela), a partir del comportamiento de las migraciones en el período 1990-2020. Con el propósito de analizar de manera holística el fenómeno objeto de estudio, es decir, considerando los procesos sociales que han coadyuvado a su advenimiento, es importante tener en cuenta el contexto político y económico que ha marcado el devenir de la historia de los dos países durante este periodo. En tal sentido, resulta pertinente tomar en cuenta, en primer lugar, la dinámica de las relaciones diplomáticas y comerciales entre las dos naciones. Asimismo, el rol que juega, en estos campos, la zona de frontera estudiada y, finalmente, la manera en la cual los altibajos registrados en los últimos 20 años en las relaciones binacionales han impactado la vida de las dos ciudades que convergen alrededor de este paso fronterizo. Con el fin de ofrecer una apercepción matizada del fenómeno, se ha considerado pertinente tomar en cuenta la perspectiva de los migrantes y de los diversos actores sociales, que gravitan entorno al área de estudio.

Uno de los propósitos principales que ha motivado esta investigación ha sido el de documentar las dinámicas que inciden sobre el comportamiento del flujo migratorio, que discurre por el paso fronterizo Cúcuta-Ureña, a partir de la perspectiva de los actores sociales locales y las vivencias de las personas que han circulado por este en su proceso migratorio hacia Colombia. En el marco del estudio se entrevistaron 20 inmigrantes venezolanos: 13 mujeres y 7 hombres, con edades que oscilan entre los 25 y 37 años. Estas personas inmigraron a Colombia de manera irregular a través de pasos ilegales. Igualmente, se entrevistó a 3 pasantes, denominados “trocheros”, y a 2 representantes de organismos que trabajan por los derechos de los migrantes en la frontera y el interior de Colombia. La información recogida a través de estas personas permitió matizar la información de naturaleza geo-histórica obtenida a partir de otras fuentes, con aportes vivenciales, provenientes de testimonios personales de quienes han sido testigos —día a día— de las transformaciones registradas en la zona durante el periodo estudiado, a raíz de los cambios de la dinámica política, tanto en la sociedad venezolana como en la colombiana. En este artículo se recogen cuatro de los testimonios que facilitan una mejor comprensión del fenómeno estudiado.

El artículo se divide en cinco partes. En primer lugar, se presenta la problemática, donde se esboza el panorama histórico de los flujos migratorios que conciernen a los dos países en el marco de la movilidad de la población en América Latina. En seguida se aborda la perspectiva teórica y el marco conceptual que sirven de referente a la investigación. En tercera instancia se presenta la metodología y las técnicas de recopilación de documentación e información utilizadas en el estudio. En cuarto lugar, se presentan los resultados del estudio. Finalmente, se presentan las conclusiones.

PROBLEMÁTICA

En la última mitad del siglo XX, América Latina y el Caribe pasaron de ser una región de destinación y recepción masiva de inmigrantes a ser una zona de producción de emigrados (Pellegrino, 2003; Wehr, 2006). Sobre el particular, diciente es el título del trabajo de Wehr: “América Latina en movimiento: del continente receptor de inmigrantes a una región de emigrantes”. El panorama histórico de esa macro-transformación socio-demográfica lo ofrece Pellegrino (2003), quien advierte que la historia de los flujos migratorios de la región puede dividirse en cuatro tiempos. Los dos primeros momentos, que cubren la era colonial y la época republicana hasta finales de la década de 1920, constituyen periodos en los que la región era uno de los principales destinos en el mundo de la inmigración europea y del medio oriente2. Entre 1930 y la primera mitad de la década de 1960, las migraciones internacionales hacia América Latina y el Caribe entraron en declive y emergió una nueva tendencia: “el fenómeno dominante está dado por los movimientos internos de población hacia las grandes metrópolis; la migración internacional adquiere entonces un carácter regional y fronterizo y funciona como complemento de la migración interna” (Pellegrino, 2003, p. 11). Finalmente, el cuarto momento: un periodo que emerge claramente a comienzo de 1970 y se extiende hasta el momento presente, en el que “el saldo migratorio pasa a ser sostenidamente negativo y la emigración hacia los Estados Unidos y otros países desarrollados se convierte en el hecho dominante del panorama migratorio de la región” (Idem, p. 11).

Los aspectos reseñados en las dos citas precedentes: las migraciones internacionales de carácter regional y fronterizo, y la emergencia de un flujo migratorio desde la América Latina en dirección de los países desarrollados proporcionan el marco contextual dentro del cual se inscribe este trabajo investigativo. La problemática expuesta se inserta dentro del primer fenómeno: las migraciones de carácter regional y fronterizo, que hacen parte de la dinámica de las migraciones al interior de los países en vías de desarrollo, en el contexto de los países de América del Sur, dentro del eje migratorio colombo-venezolano.

Sobre las causas que han motivado la emigración de latinoamericanos y caribeños, la lista de factores puede ser extensa. Sin embargo, Humanez (2012) y Vega (2019) ofrecen un inventario de ocho factores, entre los que se cuentan los factores políticos y económicos. Entre los factores políticos están las guerras civiles, los golpes de estado y los regímenes autoritarios, el aumento de la criminalidad y la persecución contra los actores políticos opositores a los gobiernos de turno. Entre los factores económicos están la transferencia de mano de obra de los países con fuerte crecimiento poblacional y una economía poco dinámica hacia los países con economías en expansión, que demandan mano de obra no calificada o semicalificada. Los autores anteriormente citados ofrecen elementos que permiten comprender mejor desde el plano espacio-temporal, la dinámica del flujo migratorio colombo-venezolano y del rol jugado dentro de ese proceso por el paso fronterizo Cúcuta-Ureña, en la historia de la migración binacional. Como se puede constatar en los trabajos de Rhenals Doria (2013) y Torrealba et al. (1983), Venezuela y Colombia —a diferencia de Brasil y otros países del Cono Sur o México— no son países con una larga trayectoria en materia de acogida de inmigrantes. Sin embargo, con los hallazgos de importantes yacimientos de petróleo en territorio venezolano, la historia migratoria de Venezuela cambió de manera radical. Al respecto, Torrealba et al. (1983) reseñan que:

A partir de 1900 y hasta 1936 ocurren en el país, hechos trascendentales que van a imprimir una nueva dimensión a las migraciones internacionales. En la primera década de este siglo comenzó la búsqueda de yacimientos de hidrocarburos por compañías inglesas y norteamericanas. En 1917 son iniciadas las exportaciones y la industria petrolera se convirtió desde entonces en el eje de la actividad económica. En 1926 el petróleo pasó a ocupar el primer lugar en las exportaciones y en 1936 relegó a la producción agrícola al convertirse en la principal fuente de ingresos del Estado venezolano (p. 374).

Según los autores anteriormente citados, el crecimiento de la industria petrolera indujo un desarrollo industrial en Venezuela, que condujo a la rápida urbanización de la población rural. A partir de la década de 1950, la falta de trabajadores rurales se trató de suplir con inmigrantes colombianos. Esto sucedió en el marco de una migración que tuvo, entre 1900 y 1960, una connotación de brazos abiertos al extranjero. Dentro de ese contexto, Venezuela se convirtió en corto tiempo —y por un corto tiempo, si se le compara con Argentina, Brasil, Uruguay o Canadá— en un país de inmigrantes, pues en el marco de la crisis humanitaria representada por la segunda guerra mundial, así como la desaparición de varios imperios europeos y del imperio turco, un gran número de emigrantes europeos y del medio oriente se establecieron en ese país (Banko, 2016; Iglesias, 2009). Igualmente, un alto número de latinoamericanos y caribeños emigraron a territorio venezolano para trabajar en la industria petrolera y el sector agrario.

En 1960 se adoptó una política migratoria que introdujo fuertes restricciones a la inmigración. En ese momento, como bien lo documenta Torrealba et al. (1983):

…se producen importantes cambios en la composición de la inmigración hacia Venezuela: el ingreso de población procedente de Portugal tiende a crecer, en tanto que la inmigración colombiana se incrementa considerablemente alcanzando un saldo positivo de 55.288 personas, con un promedio anual de 5.026 ingresos (p.382).

La disminución de la inmigración europea debido al éxito del Plan Marshall, conllevó al auge y la visibilización de la inmigración latinoamericana en suelo venezolano, entre la que se destacó —a primera vista— la población colombiana, como se puede percibir en la cita precedente (Torrealba et al., 1983). Es importante considerar que sobre la presencia de colombianos en Venezuela no se tienen datos estadísticos antes del año 1950 (Álvarez de Flores, 2004; Torrealba et al., 1983). Sin embargo, las consideraciones de estos autores permiten intuir que la presencia de emigrantes colombianos en territorio venezolano antecede a esa fecha y que estos constituían un número superior al de las estadísticas oficiales. Debido a la fuerte demanda de mano de obra por parte del sector agrícola y de la construcción se estima que, al finalizar la década de 1950, además de los 38 574 colombianos registrados legalmente en Venezuela, el número de inmigrantes colombianos que había ingresado ilegalmente al país durante esta década se situaba alrededor del millón.

Durante la década de 1960, la llegada de emigrantes ilegales continuó a pesar de las políticas restrictivas adoptadas por el gobierno de la postdictadura. La afluencia de trabajadores colombianos hacia al territorio venezolano persistió pese a las políticas de selectividad que se adoptaron en el curso de esa década. Durante los años 60 los “trabajadores colombianos que ingresaron al país de manera ilegal” siempre fueron importantes a la hora de suplir “la insuficiencia de mano de obra rural producida por las migraciones internas” hacia a los centros urbanos (Torrealba et al., 1983, p. 382). No obstante, las restricciones amainaron al comienzo de la década de 1970 debido a una bonanza económica ligada a las alzas de los precios del petróleo en el mercado internacional que, según Torrealba et al. (1983):

… estimuló el crecimiento industrial impulsando una política de pleno empleo, que puso en evidencia la insuficiencia de recursos humanos para los planes de expansión económica. Esta necesidad de mano de obra calificada, compartida tanto por el sector público como el privado, se tradujo en un debilitamiento de las restricciones para el ingreso al país. La nueva situación estimuló dos flujos masivos de población latinoamericana: una procedente de los países del cono sur por motivos esencialmente políticos, y otra procedente de Colombia en la cual primaron incentivos económicos (p.383).

En lo que concierne a los años 1980 y hasta la primera mitad de la década de 1990, la situación política cambia. Se registraron varios estallidos sociales en Venezuela y se produjeron rupturas profundas en el orden político, que emergieron en ese país luego del fin de la dictadura militar de Pérez Jiménez en 1958 (Humanez, 27 de enero de 2016). Sin embargo, la dinámica del flujo migratorio colombo-venezolano siguió el curso que traía desde el comienzo de la década de 1950 (Álvarez de Flores, 2004; Carreño, 2014). Los trabajadores rurales, los obreros semi-calificados y los comerciantes estacionarios colombianos siguieron afluyendo hacia las ciudades y plantaciones de los estados venezolanos fronterizos con Colombia, donde la diversidad de actividades económicas se convertía en atractivas oportunidades de empleo para ellos, que resultaban ser un contingente de mano de obra indispensable para el manejo de los “cultivos estacionales del café, caña de azúcar, ganadería, explotación minera e hidrocarburos, que junto al comercio” [fungieron en el pasado y hasta bien entrada la primera década del siglo XXI, como el mayor factor] “motivacional en los flujos migratorios colombo-venezolanos” (Álvarez de Flores, 2004, pp. 191-192). Una perspectiva sobre la dinámica de ese flujo migratorio durante esas dos décadas es ofrecida por Carreño (2014), quien precisa que “el número de los habitantes de origen colombiano residentes en Venezuela sufrió un aumento de 194% entre 1979 y 1990” (p. 103), lo cual evidencia un crecimiento sin precedentes del flujo migratorio colombiano hacia el territorio venezolano durante dicho periodo.

A finales de la década de 1990, dentro del contexto del escalamiento del conflicto armado interno de Colombia y en el marco de una crisis humanitaria asociada al desplazamiento forzado y al exterminio de líderes sociales por parte de toda suerte actores armados, se produjo una fuerte afluencia de refugiados colombianos hacia Venezuela (Álvarez de Flores, 2004; Carreño, 2014; Pedraza, 2005). Sobre este particular, Álvarez de Flores (2004) advierte que “la problemática del desplazamiento y el refugio [así como] la agudización y degradación del conflicto que experimenta Colombia es un factor determinante de las migraciones forzosas hacia Venezuela” (p. 191). Por su parte, Carreño (2014) resalta que el 95% de los 200 000 refugiados que llegaron a Venezuela entre el final de la década de 1990 y el comienzo de la segunda década del siglo XXI, son colombianos provenientes de los departamentos fronterizos de Guajira, Arauca, Norte de Santander y Santander, que huyeron de Colombia hacia a Venezuela dentro de “una lógica de desplazamiento gota a gota” (p. 100). En la Tabla 1 se presenta una síntesis histórica, desde la perspectiva cuantitativa, de la inmigración colombiana en Venezuela durante el periodo estudiado, con el objeto de comprender mejor la dinámica registrada por el flujo migratorio colombiano hacia Venezuela.

Tabla 1. Inmigrantes en Venezuela según país de origen, 1990-2019

Fuente: Elaboración propia a partir de datos obtenidos de datosmacro.com

En lo que tiene que ver con la presencia de inmigrantes en Colombia, los trabajos de Humanez (2012) y Rhenals (2013) permiten constatar que Colombia, más que país de inmigrantes, ha sido siempre país de emigrantes. Un buen resumen de la dinámica que marcó la historia de la inmigración en el país hasta la década de 1950 se encuentra en el título de la tesis doctoral de Rhenals: Del ideal europeo a la realidad árabe (2013). En pocas palabras, la autora recuerda que la clase dirigente nacional se esforzó por atraer una inmigración europea rigurosamente seleccionada; al final de cuentas, tuvo que conformarse con acoger una oleada de inmigrantes provenientes del medio oriente, en la que se contaba un gran número de judíos (Fawceit y Posada, 1998), que llegaron a los puertos colombianos, muchos de ellos por accidente.

Como lo resalta Igirio (2008) —cuestión que se retrata en algunas novelas de Gabriel García Márquez—, los migrantes provenientes de los países del medio oriente han marcado la cultura y el imaginario colombianos (Rhenals, 2013). En lo que concierne al número de extranjeros en Colombia, los venezolanos han sido desde mediados de la década de 1970 el grupo de inmigrantes más numeroso. Sobre la población venezolana residenciada en el país, el portal económico Datos Macro (2019) establece que al comienzo de la última década del siglo XX habitaban en Colombia 96 510 extranjeros y los venezolanos constituían el grupo más numeroso (ver Tabla 2).

Tabla 2. Inmigrantes en Colombia según país de origen, 1990-2019

Fuente: Elaboración propia a partir de datos obtenidos de datosmacro.com

En lo que atañe al paso fronterizo Cúcuta-Ureña, este es uno de los siete pasos fronterizos habilitados por ambos gobiernos a lo largo de la frontera que comparten. De esos siete pasos, este es el paso principal (Polo et al., 2018). Las observaciones sobre el terreno y los factores de conectividad vial y de logística en materia de transporte permiten considerar que los migrantes de la Costa Atlántica, tanto venezolana como colombiana, utilizan el paso fronterizo de Paraguachón, en las inmediaciones de la Guajira y el Zulia; mientras que los migrantes del centro de los dos países circulan por el paso Cúcuta-Ureña.

Sobre el rol estratégico que ocupa el paso fronterizo Cúcuta-Ureña en la dinámica del flujo migratorio colombiano hacia Venezuela, una pesquisa llevada a cabo en el archivo nacional de Colombia, fondo cancillería general de la nación, en la correspondencia del Consulado Colombiano en San Cristóbal, Estado Táchira, permitió constatar que, desde los años 1930, los emigrantes colombianos provenientes de los departamentos del centro y el sur del país (particularmente de Bogotá, Cundinamarca, Tolima, los Santanderes y Boyacá) han fluido por este paso fronterizo hacia Venezuela. Este aspecto también sobresale en el trabajo de Álvarez de Flores (2004), donde se resalta que históricamente han habido dos corrientes migratorias al interior de las cuales se han desplazado los colombianos hacia Venezuela: “los habitantes de la Costa Atlántica y Antioquia quienes se dirigían hacia el estado Zulia [utilizan el paso de Paraguachón] mientras los residentes en los departamentos Santander, Cundinamarca, Boyacá, Huila y el resto de la región andina, se trasladaron hacia el Táchira, Barinas, Portuguesa, entre otros estados” (p. 192), utilizando el paso Cúcuta-Ureña.

En esta investigación se busca identificar las transformaciones registradas en el flujo migratorio colombo-venezolano entre 1990 y 2020, con el objeto de encontrar las incidencias de esos cambios sobre la dinámica socioterritorial del paso migratorio Cúcuta-Ureña. La investigación busca dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿cuáles son los cambios más relevantes que se han registrado en la dinámica del flujo migratorio colombo-venezolano durante el periodo estudiado y cómo han incidido estos cambios sobre el entorno socioterritorial del paso fronterizo Cúcuta-Ureña entre 1990-2020?, ¿cómo se ha reflejado la dinámica de las relaciones diplomáticas entre los dos países a nivel local y cómo ha afectado la vida cotidiana de los habitantes de estas ciudades fronterizas?, ¿cómo se posicionan los actores sociales locales y los migrantes frente a estos cambios?

MARCO CONCEPTUAL

El concepto que orienta esta investigación es el de migraciones fronterizas. Antes de entrar a precisar dicho término, es importante abordar los conceptos de migración y frontera, de los cuales este es subsidiario. En lo atinente al concepto de migraciones, este es definido por la Organización Internacional para las Migraciones (2019) como el hecho de “desplazarse o trasladarse fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una frontera internacional, de manera temporal o permanente, y esto puede ser causado por diversas razones” (p. 124). Desde la perspectiva socioantropológica, hay quienes consideran la migración como “un fenómeno complejo y multifacético” (Torres, septiembre-diciembre, 2012) y como un hecho social total (Torres, septiembre-diciembre, 2012; Gonzalez, s.f,) en el que convergen factores de naturaleza demográfica (los índices de natalidad en los países), políticos (la apertura a la población extranjera en el país de destino o la intolerancia política y los conflictos sociales y étnicos al interior de la nación de origen), e histórico-culturales (tales como un pasado común entre el país de origen y el país de destino, el hecho de hablar la misma lengua o poseer valores culturales similares). En el plano geohistórico, la migración es definida desde la perspectiva de las redes espaciales, la accesibilidad, las conexiones en materia de transporte, la proximidad entre las aéreas de origen y destino, los elementos culturales y lingüísticos en común, el hecho de compartir aspectos relativos a la evolución histórica, entre otros (Gonzalez, s.f.; Osorio et al., 2015).

En lo que concierne al concepto de frontera, este es definido por la Sociedad Geográfica Colombiana (1998) como:

Franja donde un Estado colinda con otro. Es la periferia del Estado, confín o final del territorio en el que se ejerce soberanía, zona en la cual la población asentada en cada uno de los países colindantes interactúa en necesarias relaciones de vecindad. […] La frontera, al contrario del límite, es un concepto dinámico, conlleva como elemento central la población, pues ya no es un punto o hito sino una zona de intercambio. La frontera marca la extensión hasta donde el Estado ejerce pleno dominio y poder (s.p.).

En la definición que se trae a colación hay varios elementos a resaltar: la frontera como punto de colindancia entre Estados soberanos; la idea de periferia y confín, que se puede asociar con la fragilidad en materia de control estatal; la interacción permanente entre los habitantes localizados sobre la zona limítrofe, hecho que desborda las relaciones entre los Estados y avoca la idea de vecindad; la idea de espacio dinámico; y, finalmente, la visión de la frontera como lugar sujeto a las dinámicas del poder, lo cual hace de ella una zona modelada indiscutiblemente por las dinámicas inherentes a diferentes tipos de conflictos. Los elementos acotados anteriormente conducen a precisar que el concepto de frontera utilizado como referente en el presente artículo proviene de la terminología propia de la geografía humana, que concibe a la frontera como un espacio socialmente construido (Santos, 1978; Lefebvre, 1974; Harvey, 1973). En concomitancia con esa idea, Rodríguez (2012) define la frontera como:

Un espacio histórico, producido socialmente por el conjunto de relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, entre los individuos, grupos e instituciones. Es un espacio que puede ser explicado por las relaciones sociales de producción que lo organizan, por las acciones de dominación y de poder que ahí tienen lugar, y por las representaciones que de este tienen los sujetos que lo viven y los grupos que tienen el poder político y económico para transformarlo. La frontera es el fragmento de un espacio mayor, el territorio, que ha sido estructurado mediante relaciones sociales de producción dominantes (p.85).

En lo atinente al concepto de migraciones fronterizas, este no se puede desligar de la noción de vecindad. En tal sentido, partiendo de las consideraciones de Castrillón y Valencia (2019), así como las constataciones del Centro Nacional de Memoria Histórica (2014) y de Pedraza (2005), se podría sostener que las migraciones fronterizas, dinamizadas por las relaciones de vecindad y de proximidad geográfica desarrolladas a través del tiempo en zonas de frontera, como la colombo-venezolana, están ligadas a la circulación de un alto flujo de bienes y productos, pues históricamente, los ciudadanos y las ciudadanas de uno y otro país han cruzado la frontera en búsqueda de mejores oportunidades.

METODOLOGÍA

En esta investigación se ha utilizado el método de estudio de caso (Yin, 1989) y el tipo de fuentes utilizadas en su documentación son de tipo cualitativo. El estudio de caso “es una herramienta valiosa de investigación y su mayor fortaleza radica en que a través del mismo se mide y registra la conducta de las personas involucradas en el fenómeno estudiado” (Martínez, 2011, p. 167). Además, este método permite la utilización de “diversas fuentes, tanto cualitativas como cuantitativas: documentos, registros de archivos, entrevistas directas, observación directa, observación de los participantes e instalaciones u objetos físicos” (Chetty, 1996, como se citó en Ramírez, 2019, p. 30), lo cual facilita una mejor documentación de los fenómenos estudiados (Humanez, 2021).

Para contextualizar el fenómeno en cuestión se realizó un análisis histórico documental, además de un seguimiento a las estadísticas relacionadas con los movimientos migratorios y las tendencias. Los instrumentos de colecta de datos utilizados en esta investigación fueron: las fichas bibliográficas, la entrevista a profundidad y el cuaderno de apuntes para anotar las observaciones de terreno. La información de carácter cuantitativo proviene de censos y fuentes estadísticas gubernamentales y multilaterales.

Con el objeto de contrastar la información proveniente de fuentes documentales con información recopilada a partir de fuentes humanas se realizaron 25 entrevistas en profundidad: 20 a la población migrante y 5 a actores locales de la zona fronteriza. Entre los entrevistados se cuentan: retornados colombianos víctimas del conflicto armado colombiano, que entraron a Venezuela en condición de desplazamiento forzado; trabajadores y líderes comunitarios que desarrollan actividades enfocadas en la población migrante; y personas que habitan en cercanías del paso fronterizo. Las preguntas estuvieron orientadas a dar respuesta a tres aspectos: caracterización del migrante, descripción del proceso migratorio y las percepciones sobre la frontera y el paso entre Cúcuta y Ureña. El trabajo de campo realizado en la zona fronteriza permitió obtener información de primera mano con respecto a los migrantes y a quienes habitan de ambos lados de este territorio. En este contexto, se contactó a los responsables de dos albergues para venezolanos en Colombia, uno ubicado en la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta y otro en la ciudad de Tunja, en la región central del país. Simultáneamente, se establecieron diálogos con quienes facilitan el paso ilegal de la frontera por los migrantes: “los trocheros”. La observación directa facilitó la elaboración de un análisis sobre las condiciones territoriales y sociales existentes en el paso fronterizo. Este protocolo metodológico permitió un análisis holístico del fenómeno estudiado a partir de los relatos y experiencias de los actores sociales: migrantes, “trocheros” y habitantes de la zona de frontera, quienes permitieron conocer el panorama de la realidad migratoria en la zona fronteriza colombo-venezolana.

El objetivo general de este estudio es el de identificar los cambios más relevantes registrados en la dinámica del flujo migratorio colombo-venezolano y las incidencias de esos cambios sobre el entorno socioterritorial del paso fronterizo Cúcuta, Colombia y Ureña, Venezuela, en el periodo comprendido entre 1990 y 2020. Los objetivos específicos buscan establecer si existe relación entre los cambios ocurridos en este flujo migratorio y los altibajos registrados en las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela. Asimismo, se busca conocer la apercepción de los actores sociales locales y los emigrantes frente a la situación actual.

RESULTADOS

1. EL FLUJO MIGRATORIO COLOMBO-VENEZOLANO EN EL CONTEXTO DE LAS MIGRACIONES GLOBALES

El trabajo de Pellegrino (2003) y la información disponible en el Portal de Datos Mundiales sobre la Migración (2021) permiten identificar tres grandes patrones migratorios en la historia de las migraciones en América Latina. Primero, el patrón correspondiente a la inmigración extranjera hacia la región; luego, el patrón relativo a la migración intrarregional; y, por último, el patrón relacionado con la emigración de suramericanos hacia países desarrollados. El flujo migratorio colombo-venezolano se inscribe en el segundo patrón. En la escala planetaria, este flujo migratorio hace parte de las tendencias migratorias regionales, que dinamizan el sistema migratorio de la América del sur (Portal de Datos Mundiales sobre la Migración, 2021; Organización Internacional del Trabajo, s. f.). A nivel global, este flujo migratorio hace parte de las migraciones que se dan al interior de los países en vías de desarrollo, las cuales han sido denominadas por algunos autores como “migraciones Sur-Sur” (Murillo y Agudelo, 2019; Nicolao, 14 de marzo de 2011), porque han dado origen a una macro-corriente migratoria global, en la que convergen esencialmente estos países. Alrededor de esta macro-corriente migratoria confluye un grupo de aproximadamente 200 países con bajos niveles de desarrollo o medianamente desarrollados, localizados en África, América Central y Suramérica, el Caribe, Asia (sin Japón) y Oceanía, excluyendo a Australia y Nueva Zelanda (Bologna y Falcón, 2016; Portal Grupo de Trabajo CLACSO Migración Sur-Sur, 2021).

En el seno de esta macro-corriente migratoria se lleva a cabo la movilidad de la población migrante proveniente de países en vías de desarrollo, que se relocaliza a su vez en otros países en vías de desarrollo. Los factores que permiten explicar estas dinámicas migratorias son de naturaleza socio-geográfica y tienen que ver con las redes territoriales donde juegan un papel importante aspectos como la vecindad, la proximidad geográfica y las redes migratorias integradas por amigos, familiares y miembros de la comunidad en el país de destino. Estos factores se convierten en las razones que permiten determinar el lugar de destino por parte de las personas migrantes, quienes circulan en los flujos migratorios fronterizos como en el caso que nos ocupa.

La documentación consultada y las observaciones de terreno muestran que el tipo de migrante que circula al interior de los flujos migratorios regionales es una persona que no posee ni los recursos para costear su traslado hacia un destino más lejano, ni el capital cultural (conocimiento de otra lengua, formación profesional en un saber de alta demanda, etc.) que le permita integrarse a una sociedad más compleja (Ávila, octubre de 2018). Como se aprecia en la Tabla 3, las características socio-demográficas de los migrantes, tanto colombianos como venezolanos, varía según la época o período en el que emigraron de su país.

Tabla 3. Condiciones de los migrantes colombo-venezolanos, 1990-2020

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Migración Colombia (2020) y Observatorio de Juventudes de Venezuela y Observatorio de la Diáspora Venezolana (2020).

La documentación analizada permite constatar que, a lo largo del tiempo, se han producido cambios en las características de la población migrante que se moviliza a través del paso fronterizo Cúcuta-Ureña. Se encuentra, entonces, que por allí han circulado personas en condición de desplazamiento forzado, retornados, migrantes voluntarios, migrantes regulares e irregulares. Entre los años 1990 y 2020, los factores que han motivado la migración de las personas han variado de una década a la otra, trayendo consigo cambios en las categorías migratorias, las cuales están relacionados con las características sociopolíticas del contexto en que se produce la migración.

2. LOS CAMBIOS MÁS RELEVANTES REGISTRADOS EN LA DINÁMICA DEL FLUJO MIGRATORIO COLOMBO-VENEZOLANO Y SUS IMPACTOS EN LA ZONA ESTUDIADA

El flujo migratorio colombo-venezolano, tal como se aprecia en la Tabla 4, se caracteriza por diversas dinámicas migratorias, que son estimuladas y moduladas por causas de carácter multifactorial (Carreño, 2014; Pedraza, 2005). Esos factores, que han sido estimulados por el devenir económico, político y social propio de la vida interna de cada país, han tenido incidencia directa e indirecta en la dinámica de este flujo poblacional (Álvarez de Flores, 2004; Polo et al., 2018). En este sentido, para comprender la realidad migratoria en el período estudiado no se puede perder de vista el manejo que los Estados le han dado al tema fronterizo al interior de sus pujas diplomáticas. De la complejidad de las relaciones entre las dos naciones habla de manera elocuente el titular de una columna de opinión publicada en el diario El Mundo. El autor, evocando el incidente de la Corbeta Caldas, sucedido en agosto de 1987, afirma que las “relaciones Colombia-Venezuela [siempre] han sido espinosas”, pues a lo largo de la historia siempre han “padecido asperezas” (García, noviembre de 2016, s. p.). Las tensiones generadas por ese incidente se disiparon de manera relativamente fácil porque las élites que estaban al frente de los dos países en la época tenían una concepción semejante en el manejo del Estado y la sociedad.

Ese tono de relativa cordialidad se ha deteriorado de manera considerable desde 1999, momento en el que llegó al poder en Venezuela una élite política con una concepción de gestión de la sociedad y el Estado diferente a los de la élite que detenta el poder en Colombia (Valero, septiembre-octubre, 2020). Desde ese momento, los conflictos diplomáticos entre los gobiernos de los dos países y las rencillas por razones ideológicas entre sus clases dirigentes se han incrementado considerablemente y, tal como lo resalta Pardo (2015): “la frontera, una de las más peligrosas del mundo, es un motivo de constantes enfrentamientos entre los gobiernos” (s. p.). La perspectiva justa de lo que ha sido la dinámica abrupta que ha caracterizado las relaciones diplomáticas entre ambos países y su impacto en la vida de las comunidades fronterizas, particularmente del eje Cúcuta-Ureña, la ofrece Valero (2020) en el artículo La frontera colombo-venezolana: escenarios de conflictos.

Retomando las palabras de Valero, se puede sostener que la dinámica de las relaciones entre Colombia y Venezuela, luego de la llegada de Hugo Chávez al poder, se han desarrollado dentro de un “clima de confrontación permanente de acción y reacción. En este marco, el control militarizado de los territorios limítrofes sustituyó a las políticas públicas como forma de abordaje de las diversas problemáticas en los espacios fronterizos” (Valero, 2020, s. p.). El clima de tensión incrementó luego de la llegada de Álvaro Uribe a la presidencia de la república de Colombia. Las marcadas diferencias ideológicas entre las clases dirigentes de ambos países hizo de los asuntos fronterizos un tema de “confrontación geopolítica”, que ha tenido impactos directos sobre:

… la geografía humana de estrechos intercambios y lazos de convivencia ciudadana a escalas locales y regionales, geográfica e históricamente construida en complejas interacciones transfronterizas de mayor o menor intensidad entre ciudades y ruralidades emplazadas a lo largo de los 2.119 kilómetros de límites que demarcan los territorios nacionales. Especial importancia tienen los sistemas y subsistemas urbanos construidos en el estado Táchira (Venezuela) y sus conectividades con el departamento Norte de Santander (Colombia), epicentro de los mayores e intensos intercambios y receptor principal de la conflictividad bilateral (Valero, 2020, s. p.).

En el plano económico, la intensa conflictividad ideológica entre las élites dirigentes de ambos países introdujo cambios radicales en el manejo de la frontera. Como resultado, estos han traído consigo la disminución de la actividad comercial entre las dos naciones. En lo que concierne a las migraciones, los cierres frecuentes de la frontera, la crisis económica que afecta a Venezuela desde el comienzo de la segunda década de siglo XXI y el tratamiento militar del lado venezolano a la movilidad poblacional interfronteriza condujeron al declive del flujo migratorio desde Colombia hacia a territorio venezolano (tabla 4).

Tabla 4. Características generales de la dinámica migratoria entre Colombia y Venezuela 1990-2020

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Álvarez (2004) y Observatorio de Juventudes de Venezuela y Observatorio de la Diáspora Venezolana (2020).

A la inversa, el deterioro económico, social y político, al que se ha visto confrontada la sociedad venezolana durante la última década dio origen a un éxodo masivo de población que elevó al final de 2017 a 1 642 442 el número venezolanos emigrados (Castrillón y Valencia, 2019; Valero, 2020). Valero (2020) sostiene que uno de los momentos claves que refleja la nueva dinámica que se ha instalado en la frontera colombo-venezolana en materia migratoria lo constituye:

La apertura parcial de las fronteras en agosto de 2016. […] Al autorizarse la movilidad transfronteriza se abrieron dos vías para enfrentar la dramática situación. Facilitó a los venezolanos adquirir alimentos, medicinas y otros bienes y servicios del lado colombiano de la frontera; estos cruces fronterizos se convirtieron en las rutas preferidas de la masiva e inesperada emigración venezolana que, en corto tiempo, se extendió a todos los espacios fronterizos nacionales. […] la intensa movilidad se refleja en las 4.315.103 solicitudes de la Tarjeta de Migración Fronteriza en la oficina de Migración Colombia (s.p.).

La documentación analizada y las observaciones de terreno permiten considerar que los eventos de carácter político que se mencionaron han tenido impactos directos de diverso orden en el paso fronterizo Cúcuta-Ureña en el período estudiado. El choque permanente entre las élites nacionales ha contribuido a hacer de la región fronteriza una zona porosa, donde la soberanía de los estados respectivos se ha puesto en entredicho por una serie de actores, quienes se han aprovechado de los vacíos de poder, de uno y otro lado, para remodelar la dinámica del territorio a partir de sus propios intereses (Castrillón y Valencia, 2019; García, 2016). Esto ha traído consigo el aumento de las disputas entre una diversidad de grupos ilegales que intentan apropiarse de la zona fronteriza e imponer en ella su ley, aprovechar las coyunturas políticas para incidir sobre los gobiernos locales, erigirse en reguladores informales del flujo migratorio que discurre por este paso fronterizo, y aprovechar la situación de conflictividad local y regional, así como las desavenencias entre las elites de los dos países, para afianzarse como actores locales imprescindibles en el funcionamiento normal de la zona de frontera. Así, Castrillón y Valencia (2019), señalan que las dinámicas socioterritoriales que han marcado la historia de este paso fronterizo, durante el período estudiado, son el resultado de:

[…] un incipiente desarrollo institucional, poderes políticos centralizados y el poco interés en la “periferia” regional, [que] han dejado estos lugares como zonas grises y porosas, aprovechadas por el crimen organizado y distintos grupos ilegales, los cuales se benefician de la ausencia de una autoridad creíble para cimentar estructuras dedicadas a la oferta ilegal […]. En la frontera colombo-venezolana, específicamente en el área de Norte de Santander y Táchira, el último lustro ha visto una reconfiguración de los actores y las rentas ilícitas generadas principalmente por la mutación y reorganización territorial de las estructuras armadas ilegales que hacen presencia en el territorio (s.p.).

El evento que mejor ilustra lo que se resalta en la cita anterior lo constituye la entrada a Colombia en enero de 2019 del autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó. Esta figura política de importancia regional, que es reconocido como presidente interino de Venezuela por más de 50 países, posa en una foto al lado de un jefe local de la actividad ilícita, en uno de los pasos fronterizos ilegales, denominados en la jerga popular con el termino trocha (Portal InSight Crime, 19 de septiembre de 2019). Las fuentes utilizadas muestran, con cierta claridad, que el proceso migratorio y el incremento de los flujos migratorios durante el período de estudio (1990-2020), no son la causa de los conflictos o problemáticas que existen en la frontera. El origen de estas situaciones es más complejo y, como se resalta en la cita anterior, se deriva de distintas condiciones. Por un lado, el abandono estatal; y por otro lado, el abandono de los acuerdos de integración binacional (el Pacto Andino), así como de las políticas de cooperación fronterizas —amén de la escasez de empleo y la falta de oportunidades para los habitantes en las ciudades localizadas sobre este territorio limítrofe—.

3. LA APERCEPCIÓN DE LOS ACTORES SOCIALES LOCALES Y LOS EMIGRANTES FRENTE A LA SITUACIÓN ACTUAL

La frontera colombo-venezolana entre Cúcuta y Ureña ha estado históricamente caracterizada por la existencia de relaciones sociales, comerciales y socio-culturales entre las comunidades binacionales del sector, lo cual ha dado origen a un constante flujo poblacional entre los dos países. La movilidad cotidiana de personas y de productos en la zona fronteriza sufrió un cambio radical a partir del año 2015, lo cual ha generado una nueva serie de dinámicas sociales en torno a este territorio. Un ejemplo de estas nuevas dinámicas tiene que ver con la apropiación de ciertas zonas de la frontera por parte de grupos armados al margen de la ley, así como el incremento de la actividad laboral informal, relacionada con los pasos fronterizos clandestinos. Cuando se trata de describir estos fenómenos emergentes, algunas de las personas entrevistadas, al referirse al corredor Cúcuta-Ureña-San Antonio, lo hacen usando la expresión “zona de batalla”.

En general, las personas entrevistadas resaltan el hecho de que en el período estudiado se detectan tres factores que han favorecido la presencia de grupos armados ilegales, de bandas criminales y otras organizaciones al margen de la ley en el territorio de este paso migratorio. Se trata de: el aumento de las desavenencias diplomáticas entre las clases dirigentes de los dos países, la situación de crisis económica y social en Venezuela, y la conflictividad histórica del lado colombiano. Esos grupos se han convertido en agentes informales que regulan el paso de los migrantes, exigiendo el pago por el derecho a cruzar de un país al otro. En este contexto, los migrantes irregulares se ven obligados a dar “colaboraciones” a estos grupos, para poder seguir su camino o sobrevivir en la frontera. Esa situación es descrita de manera elocuente por un inmigrante venezolano, que entró a Colombia a través de una “trocha”: “en la frontera todo es plata, todo es trampa. Si usted no paga, no puede pasar. Usted allá ve el delito caminar por la frontera” (Entrevistado nro. 1, inmigrante venezolano, comunicación personal, 29 de julio de 2020).

El cierre fronterizo del año 2015 sacó a flote la importancia de la migración pendular en la economía local, particularmente del lado colombiano. Muchos colombianos que se desplazaban diariamente hacia al lado venezolano por razones laborales o comerciales (pero residían en Colombia) se vieron afectados económicamente por la medida. Al referirse a ese evento, varias de las personas entrevistadas coincidieron en un aspecto: el cierre de la frontera contribuyó al empoderamiento de los grupos ilegales que comenzaron a ejercer control en ambos lados de la frontera, especialmente sobre la población que emigra a través de los pasos ilegales y sobre todos los productos que se comercializan en la zona. Estos pasos ilegales son senderos improvisados creados por los “trocheros”. En ocasiones, se hacen sobre la marcha, para evitar los controles militares e institucionales. En tiempos normales, quienes generalmente recurren al servicio de los “trocheros” y se valen de esta vía para pasar de un país al otro, son las personas indocumentadas (migrantes irregulares). Sin embargo, después del cierre de la frontera en 2015, el recurso al uso de la trocha se volvió generalizado, lo cual contribuyó al aumento del contrabando y a otro tipo de actividades ilícitas. Sobre la manera como se desarrolla esta actividad, un “trochero” manifestó:

En el sector hay presencia tanto paramilitar como guerrillera en ambas partes de la frontera. Estos grupos solicitan “colaboraciones” (sumas de dinero), para que los “trocheros” podamos facilitar el paso de la gente y de lo que llevan. Ellos controlan todo […] a uno le toca ver personas picadas en el río por el incumplimiento de sus “colaboraciones” y por suministrar información falsa. Uno se dedica a esto es para conseguir unos cuantos pesos, para poder sobrevivir mientras se sale de la frontera (Entrevistado nro. 2, trochero, comunicación personal, 29 de julio de 2020).

La intensificación de las actividades ilegales como el contrabando y toda suerte de actividades mafiosas, desarrolladas por grupos criminales que aprovechan los vacíos legales y la fragilidad de los Estados limítrofes para cometer actos ilícitos y los impactos de esta actividad sobre la vida de las poblaciones locales, han sido documentadas por los trabajos de Castrillón y Valencia (2019) y Valero (2020). En lo que respecta a los cambios en materia de seguridad pública que se han producido en la región y de sus impactos en la vida de la población en general, una mujer, habitante de la zona Cúcuta-Villa del Rosario comentó: “De un tiempo para acá ha aumentado la inseguridad. Usted ya no puede dejar solos a los niños en la calle porque pasa un malandro de esos y se lo lleva para meterlos allá en esas organizaciones y a las niñas las engañan para llevarlas a otras ciudades para venderlas” (Entrevistada nro. 3, habitante de la zona Cúcuta-Villa del Rosario, comunicación personal, 28 de septiembre de 2020).

Sobre los cambios económicos, en lo que atañe al caso de Ureña, una de las personas entrevistadas se refirió a los cambios que se han registrado en el lugar, haciendo referencia a las decisiones políticas y a las trasformaciones económicas. En opinión de esta persona “cuando gobernaba el señor Hugo Chávez el sistema era muy bueno, el gobierno le colaboraba al pueblo y el sector de Ureña siempre ha tenid o mucho movimiento respecto al comercio, en especial de ese entonces. En esa época la emigración no fue mucha. El pueblo venezolano siempre se mantuvo en sus sectores de Ureña y San Antonio. Lo que sí venía era mucho colombiano a trabajar en las industrias” (Entrevistado nro.4, habitante de Ureña, agricultor, comunicación personal, 13 de septiembre de 2020). En este testimonio hay elementos que indican cual era la orientación principal del flujo migratorio colombo venezolano hasta el comienzo de la segunda década del siglo XXI.

Según el entrevistado, en el pasado la dinámica fronteriza era fluida y segura, pues “el colombiano pasaba la frontera y el venezolano también sin ningún problema. Hasta antes del año 2015 todo era muy tranquilo y muy pacífico en la zona de frontera” (Entrevistado nro.4, habitante de Ureña, agricultor, comunicación personal, 13 de septiembre de 2020). En consideración de este entrevistado, la imagen que tenían los colombianos de Venezuela por aquella época era la de un país de salvaguarda, de oportunidades de tipo laboral y consecución, así como la construcción de vivienda. Un emigrante colombiano residente en Ureña manifiesta: “Vine a Ureña a raíz de que me quedé sin fuente de trabajo en Colombia. Se me presentó la oportunidad de trabajar acá en una empresa procesadora de plástico, y quien me contrató me ha tenido paciencia y me ha ayudado” (Entrevistado nro. 3, emigrante colombiano, comunicación personal, 03 de octubre de 2020).

La gran mayoría de los entrevistados sostienen que todo comenzó a cambiar a partir del año 2013; momento en el que Nicolás Maduro tomó posesión como presidente de Venezuela. En opinión del Entrevistado n.4, el nuevo gobierno ha efectuado muchos cambios a nivel social y económico, entre ellos la disminución de las ayudas a la población y al empresariado, lo cual condujo a la caída de la producción industrial y de la actividad comercial en la zona fronteriza. Como consecuencia, se deterioró la economía local, particularmente, en el sector de Ureña y San Antonio.

CONCLUSIONES

La mirada actual de la problemática que afecta al paso fronterizo Cúcuta-Ureña en el corredor migratorio colombo-venezolano, a partir de la perspectiva geo-histórica, permitió identificar una serie de factores sociales, políticos y económicos que han inducido a transformaciones considerables en el flujo migratorio colombo-venezolano; así como una serie de modificaciones en las dinámicas sociales económicas y territoriales de esta zona binacional. En el marco de este artículo y atendiendo a las preguntas formuladas y a los objetivos fijados, se han establecido cuatro conclusiones.

En lo concerniente a los cambios relevantes, registrados en la dinámica de este flujo migratorio, hay que señalar que el aspecto más importante tiene que ver con su cambio de dirección a partir del año 2015. En ese momento, el aumento de la entrada de venezolanos a Colombia comienza a hacerse visible, lo cual pone de manifiesto una transformación sustancial en relación con los patrones de movilidad observados en el seno del mismo, a partir de la década de 1930, cuando los colombianos comenzaron a emigrar masivamente hacia Venezuela. En lo que respecta a los impactos de los cambios registrados en dicho flujo migratorio sobre el entorno socio-territorial del paso fronterizo Cúcuta-Ureña en el período estudiado, las fuentes utilizadas muestran que las tenciones diplomáticas entre los dos países y el aumento del flujo migratorio de venezolanos hacia Colombia por este paso fronterizo han contribuido al empoderamiento de los actores locales de carácter ilegal. Estos actores han inducido una reconfiguración de las dinámicas socio-territoriales y económicas alrededor de este paso fronterizo.

En cuanto a la relación entre los cambios ocurridos en este flujo migratorio y los altibajos registrados en las relaciones diplomáticas colombo-venezolanas, las fuentes analizadas muestran que el tono de relativa cordialidad que existió a lo largo del siglo XX entre los dos países se ha deteriorado de manera considerable desde 1999. En este año, la llegada al poder en Venezuela de una élite política con una concepción de gestión de la sociedad y del Estado diferente a los de la élite que detenta el poder en Colombia afectó las relaciones políticas de ambos países. Desde ese momento, los conflictos diplomáticos entre los gobiernos de estos países y las rencillas por razones ideológicas entre sus clases dirigentes se han incrementado considerablemente. Como lo resalta Valero (2020), la frontera colombo-venezolana [se convirtió en un] escenario de conflictos y en un tema de “confrontación geopolítica” (s. p.), que ha tenido impactos directos sobre la geografía humana a escalas locales y regionales.

La perspectiva de los migrantes y de los actores locales en el análisis del fenómeno estudiado resultó ser una herramienta de documentación. A partir de esta, hubo una mejor comprensión de la problemática y del objeto de estudio. El recurso a la fuente primaria de carácter oral permitió de apreciar mejor los matices que se esconden detrás del tema, específicamente en lo relacionado a los problemas surgidos con la movilidad de personas en la frontera, del intercambio comercial y de las apropiaciones territoriales llevadas a cabo por parte de los diferentes actores ilegales. Se encontró que la presencia de estos actores en la zona de frontera ha aumentado a raíz de los cambios en el manejo de las actividades fronterizas por parte de los gobiernos de los dos países durante el período estudiado.

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Fecha de ingreso: 21/04/2021
Fecha de aprobación: 24/08/2022


1 En este artículo se divulgan los resultados preliminares de una investigación adelantada en el marco del programa de Maestría en Geografía, de la Escuela de Postgrado en Geografía (EPG) dentro del convenio entre la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) de Colombia.

2 Sobre la migración proveniente del medio oriente se recomienda los trabajos de Hauser y Gil (2009), Igirio Gamero (2008) y Rhenals Doria (2013).