Rev. Ciencias Sociales 176: / 2022 (II)
ISSN Impreso: 0482-5276 ISSN ELECTRÓNICO: 2215-2601


TECNOLOGIAS, EDUCACIÓN VENEZOLANA, AUTOMATISMOS Y CRECIENTE VIRTUALIDAD: MATICES DE UNA NUEVA ERA

TECHNOLOGIES, VENEZUELAN EDUCATION, AUTOMATION AND GROWING VIRTUALITY: NUANCES OF A NEW ERA

Luis Alfonso Briceño-Montilla*
Roselia C. Barrios-Uzcátegui**

Tipo de documento: ensayo académico

Resumen

Las tecnologías digitales y el universo de la red ofrecen un aporte informacional, dinámico, interactivo y pragmático inconmensurable. Sin embargo, también constituyen una amenaza a nivel social, cognitivo, económico, político, psíquico y académico, capaz de posicionar tal lógica al sector pedagógico. Así, la inteligencia artificial, algoritmos y Big Data, han comenzado a demostrar el gran poder que dichas tecnologías ostentan, en una sociedad cada día más orientada hacia automatismos, presencia de dispositivos inteligentes y conexiones entre los sujetos y las cosas. Por ello, el propósito de estas reflexiones interpretativas (analógicamente) gira en torno a la configuración que supone un renovado híbrido educativo, particularmente dentro del contexto venezolano, sumado al fenómeno de la automatización y las tecnologías inteligentes, debido al impacto global de la pandemia Covid-19 y sus repercusiones.

Palabras Clave: VENEZUELA * Educación * Tecnología * Algoritmo * Inteligencia Artificial * RELACIONES INTERPERSONALES

Abstract

Digital technologies and the world of the Internet offer an immeasurable informational, dynamic, interactive and pragmatic contribution. However, they also constitute a threat at a social, cognitive, economic, political, mental and academic level, capable of positioning such logic in the pedagogical sector. Thus, artificial intelligence, algorithms and Big Data have begun to demonstrate the great power that these technologies have, in a society that is increasingly oriented towards automation, the presence of smart devices and connections between subjects and things. For this reason, the purpose of this interpretive reflections (analogically) revolves around the configuration that a renewed educational hybrid supposes, particularly within the Venezuelan context, added to the phenomenon of automation and intelligent technologies, due to the global impact of the Covid-19 pandemic and its repercussions.

KeyWords: VENEZUELA * Education * TechnologY * Algorithms * Artificial Intelligence * INTERPERSONAL RELATIONS

* Centro de Investigaciones Literarias y Lingüísticas “Mario Briceño Iragorry” Universidad de los Andes Núcleo Rafael Range, Sede Carmona, Trujillo, Venezuela.

Orcid.org/0000-0001-6713-1070

Ciudadbohemia1@gmail.com

** Universidad Politécnica Territorial Mario Briceño Iragorry, Trujillo, Venezuela.

Orcid.org/0000-0002-0190-1279

chelybu@hotmail.com

Introducción

En su texto Historia de la educación y pedagogía, Luzuriaga (1971) señala que la historia de la educación y la pedagogía se hallan íntimamente relacionadas con la historia de la cultura y la sociedad, por lo cual, dimensionan que cada época y pueblo revela su contenido, carácter, estructura, orientación política, vida económica, ideales, reformas, métodos y personalidades que definen su filosofía. En este sentido, sus diferentes épocas se encuentran signadas por los contextos que la produce; entre algunos de estos momentos históricos figuran: la educación primitiva, oriental, griega, romana, cristiana primitiva, medieval, humanista, protestante, católica y moderna, por tan solo mencionar. Por otro lado, en el actual escenario de educación moderna y mundo globalizado, Chauí (2018) afirma que:

La ideología de una igualdad educativa reveló sus límites reales, pues, a partir del momento en que la mayoría tuvo la posibilidad de cursar estudios superiores, éstos perdieron su función selectiva y se separaron de su eterno corolario, a saber, la promoción social. Si todos pueden ir a la universidad, la sociedad capitalista se ve forzada a reponer, por medio de mecanismos administrativos y de mercado, los criterios de selección. Esto implicó (…) la desvalorización de los diplomas, la precarización del trabajo y los salarios universitarios y, finalmente, el puro y simple desempleo (p.29).

Además, resalta dos aspectos más que son importantes, en primer lugar, la imposibilidad de generar una “cultura útil” para crear condiciones reales más allá de la lógica de empleo capitalista, sumado al prestigio que supone la anexión al modelo funcionalista y, la carga para el Estado desde el plano de los recursos invertidos. Todo ello, en correspondencia con la realidad social del Brasil, similar a la latinoamericana y de otras latitudes. Actualmente, la crisis sistémica que atraviesa la educación, la sociedad frente a la pandemia Covid-19 global, han acelerado la transformación del modelo educativo, el cual evidencia una profunda ruptura entre la realidad social y la esencia de sus espacios.

Catástrofes, apocalipsis y anacronismos, son términos que han venido siendo usados para dimensionar tales conflictos, algunos de ellos similares a los utilizados por Agamben en un breve escrito bajo el título “requiem por los estudiantes”, producido en el marco de dicha pandemia. Por lo cual, se está presenciando la transición hacia nuevas formas de interacción pedagógica, reestructuración del modelo educativo y cambios en la tradicional concepción de enseñanza bajo nuevas propuestas de interrelación humana, gracias a la aparición gradual de los medios tecnológicos en nuestra cotidianidad y el internet.

Para Agamben (2020), el elemento de la presencialidad forma parte trascendental del hecho pedagógico, el cual desaparece definitivamente; así, discusiones colectivas, vida social en espacios académicos —ciudades en algunos sistemas—, seminarios, atraviesan un momento de cancelación, conjuntamente con el declive de los sentidos y una especie de pérdida de la mirada. Por ello, alude que la pantalla del móvil proyecta un tipo de aprisionamiento por su condición espectral. En definitiva, sentencia el fin de la educación tradicional, para dar paso a una era en la que la virtualidad comienza a producir nuevos fenómenos y complejidades.

En este sentido, se centrará en relación con las bondades y los peligros de la inmersión tecnológica en el medio social y pedagógico. Se parte así, de un breve bosquejo sobre los conceptos educación en la modernidad sólida y luego líquida, abordados desde la perspectiva en Bauman (2005), para luego cimentar los pros y contras de lo que autores como Sadin (2017), Peirano (2019), Han (2014a, 2014b y 2017), Hará (agosto de 2020), entre otros, han visualizado sobre las tecnologías.

Además, elementos como la crisis multidimensional en Venezuela, creciente era de los automatismos, algoritmos, inteligencia artificial y progresiva virtualidad, figuran entre el objeto a interpretar. Así, la transición hacia un nuevo tipo de orden social-global, es ampliada y difundida por sectores del poder económico como un modelo que promete transformar a la educación planetaria y la vida humana, más allá de los horizontes hasta ahora conocidos.

Bauman: el concepto de educación sólida y educación líquida

Para Bauman (2005), la definición de educación en la modernidad sólida corresponde con una estructura social y económica estable, la cual reprodujo un equilibrio entre la fuerza laboral especializada (tecnificada) y el crecimiento económico progresivo. Tal estructuración, se alineaba al conocimiento visto como epicentro, el cual era o es —aun— orientado hacia los modos de producción material, técnicos y económicos. En este sentido, el modelo educativo cualificado aseguraba puestos laborales dispuestos para mano de obra calificada.

Parafraseando a Chauí (2018), la educación moderna, como parte o subsistema del poder político-económico, instauró una formación de corte tecnócrata, a través de la división, fragmentación y especialización teórica-práctica como preparación para el fortalecimiento, desarrollo y crecimiento del modelo capitalista. Así, los intereses económicos suscritos al establecimiento de las leyes del mercado global configuran su actual dinámica. Por lo cual, la educación vista como un producto más, comporta una especie de juego mercantilista manipulable en la gran subasta profesional mundial.

Por consiguiente, la creación de sistemas, subsistemas, áreas de conocimiento especializado, programas, contenidos académicos y espacios de interacción personal, reflejarían algunas de las características predominantes de su diseño. Por ello, parte de su esencia primaria fue capaz de engendrar diversos tipos de interrelación humana y vinculaciones afectivas duraderas. Aspectos como el de las posesiones duraderas, conocimiento de las culturas en general y seguridad social configuraban una especie de mundo que brindaba garantías para una existencia segura (Bauman, 2005). Representado así algunos de los rasgos distintivos de la “modernidad sólida”.

No obstante, reglas como la del libre mercado y la dinámica mercantil entre centros y periferias, configuraron parte de la relación entre educación, sociedad y trabajo. En palabras de Wallerstein (2006) “centro-periferia es el grado de ganancia del proceso de producción (…) Puesto que la ganancia está directamente relacionada al grado de monopolización (…) controlados por cuasimonopolios. Los procesos periféricos son entonces los verdaderamente competitivos” (p.46). En resumen, la diferencia entre ambos procesos configura un intercambio desigual y a su vez refuerza una lógica de privilegios, carestías y desigualdad. Todo ello, como antelación y contención a la crisis venidera.

Bauman (2005) afirma que la historia de la educación está llena de momentos críticos en los cuales sus principales premisas y estrategias pierden contacto con la realidad, lo que hace que ajustes y reformas exijan adaptarse a los tiempos. En este caso, la crisis que determina es la transición del modelo educativo cimentado en la “modernidad sólida” hacia un nuevo periodo definido como “modernidad líquida”. Este último, es caracterizado por la fluidez —estado líquido— en términos educativos, sociales, económicos, políticos y tecnológicos, los cuales son reflejados a partir de los constantes cambios, incremento de la desigualdad y desequilibrio social, signado por lo efímero y raudo. Si en el pasado las condiciones y calidad de vida eran soportables, gracias a las garantías que generaba el sistema económico-político, nuestro presente estará constituido por el caos, la inestabilidad y la inseguridad en diversos escenarios y contextos:

Los retos actuales están golpeando duramente la esencia misma de la idea de educación tal como se la concibió en el umbral de la larga historia de la civilización: hoy está en tela de juicio lo invariable de la idea, las características constitutivas de la educación que hasta ahora habían soportado todos los retos del pasado y habían emergido ilesas de todas las crisis (Ibíd, 2005, p.27).

Dado que las fluctuaciones, las crisis económicas, políticas, sociales y ambientales a nivel global, representan una amenaza planetaria, afectan al modelo educativo en diversas formas. En la actualidad, surgen nuevos retos, debido a que corporaciones como la del gigante tecnológico Google han comenzado a generar estrategias de formación calificada para el empleo en nuevas áreas de desempeños laborales. En palabras de Hará (agosto de 2020), la multinacional tecnológica Google contempla reemplazar a las universidades a través de la creación y ofertas de estudios por medio de su gigantesca plataforma digital, poder económico y empresarial. Además, nuevas formas y mecanismos mercantiles en el marco de un nuevo tipo de economía avanzan hacia la digitalización y los modos de producción distintos al capitalismo Fordista, Teylorista y Toyotista del siglo XIX, XX y principios del siglo en curso.

Así, ante la crisis del sistema educativo, progresan modelos de captación y empleo por parte de dichos gigantes tecnológicos. Por tanto, la soberanía de Estados-naciones se ven reducidas a entes operativos frente al creciente y dominante poder corporativista, el cual reduce cada vez más el papel del Estado como extensión de sus lógicas. Para Webb (2020), la proyección del futuro modelo económico global, girará en torno a la filosofía empresarial de los gigantes tecnológicos. En este caso, dos potencias disputan el poder de sus monopolios: Google, Amazon, Apple, IBM, Microsoft y Facebook, bajo el cobijo de los Estados Unidos de América, así como las empresas Baidu, Alibaba y Tencent pertenecientes a la nación de la República China. La trascendencia de dicho fenómeno, sin duda plantea un dilema para efectos de la configuración de un modelo educativo digital, uso de plataformas e innovaciones programáticas. Por otro lado, para Tenti (s.f):

Resulta difícil hacer esfuerzos para educarse. El clásico consejo “estudia para ser alguien el día de mañana” casi no tiene razón de ser, porque las nuevas generaciones de excluidos y explotados perciben que, para la mayoría de ellos, no hay mañana, que un título de nivel secundario no garantiza el empleo ni respeto social (p. 211).

Tal anticipación, dimensiona una postura que engloba sustancialmente diversos escenarios en varias latitudes del planeta. Pues, elementos como la precarización, el endeudamiento financiero escolar y el incremento de explotación, son algunos de los elementos que aquejan al actual cuerpo social. Recientes hechos como la renuncia laboral masiva en Norteamérica denota un alarmante problema. Además, la deserción escolar en América latina vislumbra una crisis de múltiples frentes. Con respecto a esta última, Espíndola y León (2002) señalan que “la tasa global de deserción en las zonas urbanas en el primer cuartil es de 38%” (p.1). Y la amenaza de incremento expone la crisis que atraviesa. Mientras que, desde el portal de la CNN de Chile (febrero de 2022) reseñan que: “más de 47 millones de personas renunciaron a sus trabajos en EE.UU. en 2021 (…) Por incentivos en efectivo, mejores salarios o mejores prestaciones” (p.1). Claramente, tanto la crisis laboral como educativa configuran parte del caos en cual nos encontramos.

Finalmente, es necesario resaltar el propósito y la vinculación política de la educación con respecto a la sociedad y sus actores. Si bien, la educación es un acto político que obedece a políticas de Estado o grupos corporativos dentro de la economía capitalista, se debe diferenciar sus límites. Pues en ambos casos, su condicionamiento puede resultar un producto más en términos ideologizantes proselitistas partidistas al servicio de cúpulas políticas o una mercancía que extiende la lógica económica imperante. En palabras del propio Freire (2014), “El derecho a criticar y el deber, al criticar, de no faltar a la verdad para apoyar nuestra critica es un imperativo ético de la más alta importancia en el proceso de aprendizaje de nuestra democracia” (p.38), lo cual, resulta contradictorio en los discursos oficiales comunicacionales y las prácticas en países como Venezuela, frente a la barbarie de empobrecimiento desplegada desde diversas formas y frentes, como el siguiente punto a tratar.

Educación, tecnología y crisis multidimensional en Venezuela

Dimensionar el rol del docente, la sociedad y los dicentes en la dinámica educativa de Venezuela, puede resultar complejo y relativo debido a la actual crisis política que atraviesa el país. Por tanto, es necesario contextualizar aspectos como la brecha salarial, las carestías tecnológicas, la crisis económica, la migración, la deserción escolar y la resolución de políticas internas proselitistas, las cuales forman parte de algunos de los grandes problemas que atraviesa la agonizante educación venezolana, lo cual, implica un punto de partida para matizar fortalezas, debilidades y obstáculos.

Para Giroux (2018), “En Estados Unidos y en el extranjero, la educación pública y superior está sometida al ataque de un sinfín de fundamentalistas religiosos, económicos, ideológicos y políticos” (p.36). Tal parece que, un sinfín de fundamentalismos también se extiende a otras sociedades, como es el caso en Venezuela. Particularmente, en términos ideológicos y políticos partidistas, como parte de una estrategia que pareciera obedecer a la legitimación de un sector de gobernantes y el blanqueamiento, por así decirlo, orientado a convencer desde el punto de vista estadístico a nivel internacional, sobre la “calidad educativa” en dicho país.

De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) (2019) “desde finales de 2017 la escalada de precios ha pulverizado cualquier salario y contrato colectivo. Hoy, indistintamente del sector para el cual se desempeñe, la remuneración promedio de un trabajador no le permite cubrir sus necesidades básicas” (p.7). En la actualidad, tras la pandemia Covid-19 y el recrudecimiento de la crisis, han aniquilado el poder adquisitivo en el sector laboral público en líneas generales, lo cual ha repercutido de manera directa y significativa sobre el sistema educativo, las distintas capas sociales que componen a dicha nación y la masiva deserción de profesionales y estudiantes.

Según Mendoza (junio de 2021) del portal Voz de América señala que la agencia de la ONU para refugiados Acnur estima que más de “5 millones refugiados han buscado refugio en un país alternativo (…) Las personas continúan saliendo de Venezuela para huir de la violencia, inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales” (p.1). Tales cifras, dimensionan una idea de la magnitud e impacto que atraviesa el país, con consecuencias devastadoras. Además, habría que sumar el número de personas que de manera ilegal siguen emigrando, actualmente. Por tal razón, la crisis económica y migratoria representa:

(…) un fenómeno muy complejo que ha puesto de manifiesto, en la población estudiantil, la falta de recursos económicos necesarios para la continuación de sus estudios, pues al verse limitados optan por trabajar o emigrar, ausentándose de las instituciones de enseñanza profesional (Albarrán, 2019, p.61).

Dicho estudio, llevado a cabo en la Universidad de los Andes (ULA) núcleo Mérida, evidenció varios indicadores y las causas asociadas a la deserción estudiantil. Además, refiere sobre otras casas de estudios como la Universidad Central de Venezuela (UCV), Universidad del Zulia (LUZ) y universidades privadas, las cuales evidencian un constante abandono que oscilan entre el 30% y 50% para tal fecha, señalando que dicho fenómeno apunta hacia un crecimiento desde el comienzo de los períodos lectivos.

En consecuencia, para Albarrán (2019) existen diversos factores vinculados a dicho fenómeno, entre ellos: el incremento de la crisis económica, las imposibilidades para obtener empleo inmediato en el sector docente, los bajos sueldos, el comportamiento irregular de los sujetos que aprenden y la falta de políticas motivacionales por parte de las instituciones educativas. Por lo cual, tales elementos han transgredido al sector educativo y social venezolano. Asimismo:

Las causas de la deserción en el ámbito universitario pueden provenir de: condiciones socioeconómicas del estudiante, falta de subsidios académicos, excesiva formación teórica en detrimento de una formación adaptada a un campo laboral específico, ausencia de orientación por parte de los docentes, escasa preparación del docente para interpretar las necesidades e intereses de los alumnos, uso continuado de pruebas o exámenes, incoherencia entre las expectativas estudiantiles y los programas de estudio, falta de adaptación al sistema universitario, entre otros factores (Centro Interuniversitario de Desarrollo, 2006, como se citó en Albarrán, 2019).

Además, se suma la polarización política y el proselitismo político como algunos de los principales factores que han contribuido a la ruptura, la decadencia y la precarización de un sistema educativo que centra sus programas destinados al maquillaje de cifras estadísticas antes que la formación de calidad y polisemia. Dicho de otro modo, sacrificar la esencia de la enseñanza-aprendizaje, debido a una especie de dualismo antagónico. En primera instancia, la del Estado y su maniqueísmo superfluo de proyección numérica hacia el exterior; mientras que la segunda, una solidaridad casi sobreentendida, debido a la proeza que implica llevar a cabo estudios académicos en cualquier nivel del sistema educativo venezolano bajo condiciones complejas y precarias.

Para Salas et al. (2006) existen otros factores destacables, entre los cuales se tienen: “elevado costo de equipos, insumos, mantenimiento y conectividad, escasa utilización de los computadores por parte de los docentes y falta de formación para usarlos pedagógicamente, resistencia al cambio y ausencia de políticas y planes nacionales e institucionales” (p.3). Asimismo, en la actualidad, los cambios e interactividad docente-estudiante son un verdadero dilema, reducido a formas de apañamientos y “soluciones”.

Entre algunas de estas actividades paliativas se encuentran: depositar actividades en cada una de las instituciones de educación media por parte de los estudiantes, para luego ser corregidas en los planteles o espacios de residencia privada; utilización de correos electrónicos, grupos WhatsApp, Telegram, Google Meet, Zoom, Easyclass, Classroom, entre otros. Acotando desde la propia experiencia en ambos ministerios: Educación Media y general y, Universitaria, una alarmante dificultad tecnológica e imposibilidades de conexión a internet.

Según el informe de Fundaredes (2020), lo sentencia de la siguiente manera: “El resultado lapidario, es que los estudiantes se encuentran sin futuro (…) La desinversión pública en educación conlleva a que la mayoría de los planteles no cuenten con los materiales de enseñanza ni herramientas tecnológicas” (p.2). Una prueba de ello es la migración y declaraciones por parte de algunas naciones, relacionadas con el buen nivel educativo de esta nación y profesionales calificados en el extranjero, los cuales, siguen emigrando a otras naciones, actualmente. Otro factor, es señalado por Ramírez (2015), quien destaca que:

… el proceso de evaluación de las y los estudiantes en y durante el proceso también ha experimentado cambios rigurosos que pretenden cumplir con ciertas metas como lo es, lograr en los educandos su permanencia en el sistema educativo y su feliz culminación en el mismo (p.22).

Actualmente, sigue siendo una prioridad la permanencia y la prosecución en el sistema educativo, gracias a la promoción escolar casi sinérgica, en aras de prevenir lo que pareciera un inminente colapso del sistema educativo. Con respecto a algunas dimensiones positivas, se dan algunas políticas de inclusión como la dotación de algunos recursos tecnológicos computacionales, estos aparatos tecnológicos —en manos de estudiantes— son destinados a otros usos, no idóneos para los efectos que son destinados. Así, el uso de redes sociales, juegos de PC, navegación personal, entre otros, son aspectos distorsionantes para la formación educativa. Así, en palabras del mismo Ramírez (2015):

A pesar de tantos cambios, transformaciones curriculares, tecnología, la flexibilización de la evaluación en el proceso así como también, la promulgación de leyes que favorecen a los estudiantes desde diferentes puntos de vista, es posible evidenciar hoy día la deficiente preparación académica que estos jóvenes poseen al egresar del nivel media general y técnica (p.23).

Claro está que, para efectos de las referencias citadas, la realidad ha recrudecido en los varios aspectos expuestos. Además, la grave crisis estructural y la profunda escasez de servicios básicos como energía eléctrica, suministro del vital líquido (agua) y gas doméstico, cuadruplican las imposibilidades de generar un estado de relativa “normalidad”, como por ejemplo, simples actividades como la de preparar una comida, bañarse, poseer equipos tecnológicos, hasta leer. Entre algunas de las debilidades y expresiones devenidas de diversos actores (estudiantes-docentes) pueden proporcionarnos algunas ideas las siguientes líneas:

Profe es imposible una videollamada ya que muchos no contamos con buenos teléfonos, sólo ‘potecitos` (gama baja); apreciados colegas, debemos tener presente que estamos atravesando una crisis y nuestros estudiantes no cuentan con los equipos y acceso a internet, por ello sugiero mayor comprensión y solidaridad con ellos; Prof., vivo en un campo donde debo caminar más de una hora para poder agarrar señal y realizar sus actividades; colegas debemos tratar de ser ecuánimes con la programación y priorizar técnicas de evaluación y programación para no saturar a los estudiantes, Prof. Tuve que caminar mucho para llegar acá, no sabía dónde vivía ya que no cuento con equipos para proseguir, según han indicado varios autores “imposibilidades tecnológicas para las interacciones en línea de las actividades académicas” (L, Briceño, docente de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (Unermb), comunicación personal, 15 de febrero de 2021).

Y la lista engruesa… En este sentido, las estrategias pedagógicas solo representan un nivel de adaptación en el que prevalece una especie de solidaridad condicionante que culmina por reforzar, promover y legitimar la sobrevivencia del sistema en términos de funcionamiento inerte. En este mismo orden de ideas, según un informe relativamente reciente, se señala que el:

“Estado de la banda ancha en América Latina y el Caribe”, realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el año 2016 Venezuela era el país con el menor cambio porcentual en cuanto al crecimiento en Banda Ancha Móvil (BAM) (…) encontrándonos dentro de los tres países con menor número de conexiones de alta velocidad (Universidad Metropolitana, 2020, como se citó en Castillo, 2020).

En consecuencia, tras la pandemia Covid-19 se han puesto en evidencia las condiciones de fragilidad que afronta el sistema educativo. En cuanto al factor ideologizante, este es referido por Ramírez (2017), quien señala que: “desde el año 2001, cuando intentaron por vía de un Decreto Presidencial (Decreto 1011), destituir unilateralmente y sin procedimiento administrativo a docentes y directores de escuelas reacios a seguir las instrucciones del Despacho de Educación” (p.182). Demuestra una intención político partidista como principio coercitivo y arbitrario. En palabras del propio Ramírez (2017), tal: “implantación del Decreto 1011 del año 2001 (…) creó la figura de los Supervisores Itinerantes, suerte de comisarios políticos del Ministerio de Educación, con la competencia de sancionar y destituir, sin procedimiento administrativo previo” (p.183). Así, la educación vista desde la propia perspectiva del expresidente Hugo Chávez, intentó configurar un instrumento persecutor y dominante, como se mencionó anteriormente.

Actualmente, la educación parece fungir como una especie de catalizador a favor de la legitimación de un Estado que además coacciona a todo aquel capaz de disentir sobre las múltiples arbitrariedades sistemáticas. Entre ellas, suspensiones salariales bajo procedimientos coactivos, imposiciones a dedo de directivos abyectos a las filas del principal partido de la maquinaria estatal Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el empleo de personal no calificado. Bastaría con forman parte de algún grupo en Telegram o WhatsApp para constatar la divergencia mediática oficial de los discursos de odio, incluso reseñados en la prensa digital por parte de sus principales líderes y simpatizantes.

A ello, se debe sumar los recientes llamados al sector de la juventud para cubrir los espacios de disidencia en los diversos sectores públicos y sistema educativo a través de una política estatal denominada “Chamba juvenil”. Es decir, desde puestos claves de conducción hasta la responsabilidad pedagógica en manos de personal carente de formación universitaria, configuran actualmente parte de las riendas de un sistema tan elemental para el desarrollo, el crecimiento y el equilibrio de una nación.

En otras palabras, el fracaso del modelo educativo venezolano parece no ser prioridad del Estado, más allá del elemento doctrinario, captador y retentivo como centros guarderías. En el portal Efecto Cocuyo, Reyes (2021) señala varios aspectos destacables, entre ellos: la gran misión plan chamba juvenil, la cual tiene como propósito reclutar jóvenes para ocupar los espacios abandonados por docentes con sus diversos grados de profesionalización, convocatorias permanentes y falta de preparación por parte de los nuevos militantes. En otras palabras, advierte que el mismo Estado a través del PSUV garantiza la prosecución y la graduación en universidades del Estado para posteriormente ser incorporados en nóminas.

Claramente, el tilde político, mecanismo de captación ideológica y sostenimiento en pro del deterioro del sistema parece un propósito que da para diversas lecturas. Para Mas y Rubi citado por Reyes (2021) “el reclutamiento de personal no calificado podría convertir a las escuelas en centros de cuidado, en lugar de ser centros de aprendizaje. No se busca a estos jóvenes para enseñar, sino para cuidar muchachos” (p.1), Con lo cual, la labor de contención y precarización del sector por años, lo desarticula y relega a una extensión lógica y manejable de políticas de empobrecimiento y depauperación.

Desde el portal radio noticias, Torres (octubre de 2021) señala que: “este hecho es cuestionado severamente por pare de los usuarios. Consideran que es una improvisación más del gobierno nacional que no conducirá a nada resultados positivos” (p.1). Así, la renuncia masiva de docentes y personal, más la imposibilidad o intención del Estado por desechar al mismo para rentar mano de obra barata, exterioriza una crisis que demuele los cimientos de una sociedad completamente amputada y condenada por la visión partidista dominante.

Según el informe de Amnistía Internacional (2018) señala que la grave situación con respecto a los derechos humanos en Venezuela no se ha podido resolver, debido al alto nivel de violencia y el excesivo abuso de la fuerza, gracias a la negligencia del Estado venezolano. Por lo cual, tanto la violencia armada como la criminalidad, generan altas tasas de homicidio cometidos por particulares; también, el ocultamiento de cifras con relación a la seguridad y la disponibilidad de armas en manos de la población, impactan de sobremanera en la vida diaria. De acuerdo con el Consejo de Derechos Humanos (2020) en el último informe de las Naciones Unidas señalan que:

El ACNUDH siguió constatando restricciones al espacio cívico y democrático, incluso bajo el “estado de alarma” decretado en respuesta a la pandemia de COVID-19 (…) el ACNUDH sigue preocupado por los procesos penales contra ciudadanos que protestan por falta de acceso a servicios públicos, parlamentarios, líderes de la oposición, periodistas, profesionales de la salud y dirigentes sindicales (…) han continuado las muertes de hombres jóvenes por parte de las fuerzas de seguridad en barrios marginales caracterizados por altos niveles de inseguridad (…) El ACNUDH observó un patrón de detenciones ilegales, detenciones arbitrarias y violaciones de las garantías procesales de las personas que presuntamente habían participado en acciones de desestabilización del Gobierno. Casi todas las personas detenidas por la DGCIM fueron objeto de desaparición forzada durante breves períodos de tiempo después de su detención y antes de ser conducidas ante el juez (p.15).

Tal contexto, repercute indudablemente en la calidad de vida, la seguridad, la permanencia escolar y la dinámica del sistema educativo, afectado por la crisis multidimensional que imposibilita el mínimo de condiciones para desarrollo y fortalecimiento de la convivencia en el país. Si bien, existen diversas miradas sobre las consecuencias del conflicto, en las cuales sitúan la injerencia de potencias como causas del deterioro nacional, en efecto. También se ha reproducido una crisis moral, institucional y política interna, la cual trajo como consecuencia un incremento de la corrupción, el crimen y la depauperación generalizada. En cuanto a la progresiva desaparición de la producción científica, esto representa un duro golpe y atraso para el desarrollo del país. Según Ramírez (2017):

La investigación (…) ha sido la principal víctima de esta política de cerco a las universidades autónomas en Venezuela. Un dato importante y reciente es que en la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente (…) se ha mencionado como uno de sus objetivos, la derogación de la autonomía universitaria. De concretarse esta propuesta, las 6 universidades donde se genera el 80% de la producción científica producida en el país, pasaran finalmente a ser controladas por un gobierno (…) que tiene una concepción del trabajo intelectual como residuo de los vicios generados por el capitalismo (p.205).

Por tal motivo, el empobrecimiento generalizado y el ataque al pensamiento crítico, parecen cimentar las bases de una cultura política en contra de la pluralidad, libre ejercicio del pensamiento y creación, pueden llegar a concretarse gracias a la mayoría parlamentaria del ala oficialista en la actualidad. Además, se debe sumar elementos como la enajenación mediática, la capitalización de medios comunicacionales y la censura hacia corrientes alternativas, ajenas a la ideología política dominante.

Finalmente, los niveles de desmotivación, abandono y depresión se han manifestado en la sociedad venezolana producto de los múltiples factores que impactan una cotidianidad cubierta de carencias e incertidumbres. En un reciente artículo del diario Nacional, Contreras (septiembre de 2021) señala que: “un estudio de 77 medios de comunicación el año pasado, permitió al OVV contabilizar 306 suicidios y en lo que va del 2021, entre el 1 de enero al 31 de agosto, ha registrado 222 muertes autoinfligidas” (p.1). Además, un incremento del 153% entre 2015-208 que revela un aumento del 3,8 a las 9,7 muertes por cada 100 mil habitantes. Se estima un incremento, debido a los mencionados factores como el contexto social, la crisis económica y los elementos alusivos a la actual situación del país.

Matices breves sobre la tecnología y desigualdad social

Para Carr (2011), la tecnología ha sido un elemento que ha estado presente durante el proceso evolutivo de la civilización humana, la cual ha generado una modificación conductual y psíquica gracias a la adopción y la rutina inmersa en la cotidianidad. Por tal razón, la transformación de la sociedad, los modos conductuales, los mecanismos de interrelación, la producción material, los modelos financieros, entre otros aspectos, son trastocados por dichos impactos tecnológicos. Según Pérez (2004):

Cada revolución tecnológica ha llevado al remplazo masivo de un conjunto de tecnologías por otro (…) Cada una supuso profundos cambios en la gente, las organizaciones y las habilidades, cual huracán que barre con los hábitos existentes (…) Nuevos actores, por lo general jóvenes, entran en acción sacudiendo un mundo firmemente establecido (…) Pero para cuando ocurra, el cambio ya habrá tenido lugar. Habrán crecido nuevas industrias, existirá ya una nueva infraestructura, habrán aparecido nuevos millonarios, y la nueva manera de hacer cosas con las nuevas tecnologías se habrá convertido en “sentido común” (pp.26-27).

Actualmente, actores, infraestructura, remplazo, “sentido común”, modelos comerciales, financieros y cambios psíquicos conductuales, forman parte del nuevo patrón en desarrollo. Entre algunas de las personalidades resaltantes se tienen: Bill Gate, creador de Microsoft; Elon Musk, programador y empresario de compañías como Tesla y proyecto SpaceX; Mark Zuckerberg, creador de la corporación tecnológica Facebook; Jeff Besos, magnate de Amazon y parte del gran comercio mundial, entre otros. Además, cada revolución tecnológica explana un optimismo capaz de producir una especie de éxtasis en el cual se avizora un futuro brillante. Pues, la pluralización que supuso el internet en un principio, como esa zona abierta de reunión, ha comenzado a dinamizar la capitalización de sus espacios. Para Waisbord (2015), los claros y oscuros de las tecnologías, en este caso de la información, vistas desde el seno de las perspectivas tecno-optimistas, suelen ignorar elementos como el contexto histórico y social en el cual son producidas. En otras palabras, arguye que la descontextualización y deshistoricizar los mecanismos de dominación, suele ser una tendencia común en dichas comunidades.

Particularmente, se hará énfasis sobre las incidencias y los impactos que plataformas y aplicaciones (apps) poseen sobre la población y los usuarios de la red. Así, como mecanismos de vigilancia, control social, ascendente censura, recopilación y mercadeo de datos, representan algunos de los elementos de los nuevos tiempos. Según Peirano (2019) afirma que: “Todos y cada uno de esos servicios tiene una función y un objetivo muy concretos (…) obtener la mayor cantidad posible de información sobre el usuario, sus amigos y todo aquello que le interesa, asusta, preocupa, deleita o importa” (p.17). Un sistema que aniquila la privacidad de sus usuarios también constituye un peligro y dilema ético en cuanto a las posibles estructuraciones destinadas al futuro modelo educativo que aborde aspectos desde lo virtual. En este sentido, Peirano (2019) señala un aspecto alarmante:

Google controla las tres interfaces más utilizadas del mundo: el servidor de correo Gmail, el sistema operativo para móviles Android y el navegador Chrome. Por no hablar de su sistema de geolocalización con mapas, de su plataforma de vídeos YouTube y sobre todo de su buscador. Google Search es el intermediario entre la Red y el resto del mundo, y cada vez más el intermediario entre la población conectada (ahora mismo más de cuatro mil millones) y todo lo demás. No es un servicio, es infraestructura (p.17).

Las infraestructuras que ostentan los gigantes tecnológicos dotan de información vital, personal e íntima, capaz de signar un poder que está siendo destinado para diversos propósitos, tales como: comerciales, restrictivos, mercantiles, coercitivos, a través de mecanismos como la Inteligencia Artificial (IA), algoritmos y modelos de predicción conductual. Además, sistemas de almacenamiento virtual como la nube, se convierte en los grandes reservorios y depósitos de toda nuestra actividad virtual. Para Lazzarato (2020):

El poder no actúa sobre la persona, sino sobre su acción, sobre sus “posibilidades”, es decir, se ejerce estructurando el campo de las conductas. El poder mantiene “libre” al “sujeto” sobre el que se ejerce, capaz de reaccionar y responder a sus demandas (p.57).

Esta definición de poder es situada dentro de la perspectiva de Foucault reinterpretada por Deleuze, para luego redefinirlo sobre el campo de acción que las grandes tecnológicas desarrollan actualmente y, resuelve a través de la captación de datos su incidencia sobre la anticipación del comportamiento humano. Similar a las técnicas biopolíticas desarrolladas a partir de la estructura carcelaria.

En palabras de Peirano (2019) “La tecnología que mantiene internet funcionando no es neutral, y la que encontramos o instalamos en nuestros teléfonos móviles tampoco. En la última década, todas han evolucionado de una manera premeditada” (p.18). Su principal propósito es desarrollar adicción en los usuarios sin que estos logren saturarse, al punto de forjar una especie de codependencia hacia dichos medios tecnológicos.

Para Véliz (2021) “La privacidad es la llave que abre la cerradura de tus aspectos más íntimos y personales, aquellos que te hacen más tú, y más vulnerable. Tu cuerpo desnudo. Tus fantasías y experiencias sexuales. Tus enfermedades pasadas y presentes” (p.67). Por ello, el uso de tecnologías inteligentes que violan la privacidad de los usuarios hace que surja la interrogante sobre las implicaciones éticas, morales y psíquicas de millones de niños, niñas, jóvenes y adolescentes al servicio de un puñado de corporaciones tecnológicas. En otras palabras, desde la cultura, educación, economía, circulación de las nuevas tendencias musicales, mercancías, modas, hasta la política, son producidos y manejados en diversos modos como formas de dominación sobre la sociedad.

En la actualidad, el incremento y el uso de dispositivos inteligentes a disposición de los ciudadanos del planeta representa una constante progresión. Según Galeano (enero de 2022) “en cuanto a los usuarios de internet en dispositivos móviles, en enero de 2022 alcanzaron al 67,1% de la población, es decir, 5,310 millones de personas” (p.1), lo cual supone que su incremento ha de totalizar a la gran mayoría de personas en el planeta. Sin embargo, tal crecimiento resulta contradictorio, pues la desigualdad social y las dificultades en el plano de acceso a internet y tecnologías en América latina son parte de la realidad social cotidiana. Esto constituye un problema para el sector educativo y social con sus limitantes políticas de inclusión. En un reciente informe del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam) (2021), afirman que:

El mundo se ha visto sacudido por la mayor crisis económica desde la Gran Depresión: cientos de millones de personas han perdido sus empleos, y se enfrentan al hambre y a la pobreza extrema como consecuencia de la pandemia. Se prevé que esta crisis vaya a revertir los avances realizados en las últimas décadas en términos de reducción de la pobreza a nivel mundial. De hecho, se estima que el número total de personas en situación de pobreza podría haber incrementado entre 200 y 500 millones de personas más en 2020 (p.9).

No solo la desigualdad social amenaza con el progreso de la educación, el crecimiento y la ampliación de una sociedad más equilibrada; la decadencia en el fortalecimiento del pensamiento crítico también es un factor que merece especial atención. En palabras de Hidalgo (2019): “un grupo de investigadores noruegos han llegado a la conclusión de que la inteligencia de los jóvenes, por primera vez en la historia desde que se realiza este estudio, ha comenzado a caer al menos siete puntos por generación” (p.1). Se alega que tales efectos están asociados a preferencias y usos como la televisión y los ordenadores.

La creciente era de los automatismos

La creciente era de la interconexión virtual global, está originando modelos digitales para la configuración de ciudades inteligentes, a partir de herramientas capaces de facilitar, registrar, direccionar y procesar información en tiempo real, mediante el uso de las nuevas tecnologías y sus vinculaciones con los objetos-sujetos. Es decir, un mundo que evoluciona con una mayor presencia en el plano de la robótica y la cibernética. En cierto modo, lo que un día constituyó la denominada “ciencia ficción”, hoy cede paso hacia un tipo de materialización real. Desde vehículos híbridos, trajes especiales, drones, robots capaces de realizar actividades cotidianas, teletrabajos, tecnología 3D, complejos sistemas de vigilancia, automatismos hasta algoritmos e IA, son tan solo algunos de los elementos presentes en la sociedad actual. No obstante, Oppenheimer (2018) alerta sobre el futuro laboral, aludiendo que:

El estudio de Frey y Osborne coincidió con varias noticias que auguraban una nueva revolución de la robótica y la inteligencia artificial que eliminaría decenas de millones de empleos de todo tipo. Casi al mismo tiempo, Google anunciaba que había comprado ocho compañías de robótica, incluida Boston Dynamics, la empresa de robots para uso militar como los monstruos metálicos Big Dog y Cheetah (…) El algoritmo de Frey y Osborne produjo un ranking que comienza con los empleos que tienen 99% de posibilidades de ser reemplazados por robots, drones, vehículos que se manejan solos y otras máquinas inteligentes (pp.10-13).

Tal parece que, nuestro futuro atravesará un dilema laboral que atenta contra el equilibrio y la dinámica social hasta ahora conocidos. Sin embargo, es importante destacar que los pronósticos han de escalar según las naciones y sus grados de tecnologización. Por lo cual, continentes como el latinoamericano distan en cierta medida de similares progresos, lejanos al de países con un alto nivel de desarrollo tecnológico. En cierto sentido, los automatismos comportan una porción importante de independencia, pero orientada a la mecanización de labores específicas en diversas áreas y contextos, en aras de la sustitución de la mano de obra. En consecuencia, ello representa un gran reto para la humanidad de los próximos años.

Para Oppenheimer (2018) varias categorías de trabajo poseen un alto porcentaje para su desaparición en los próximo 15-20 años, según un algoritmo y con el 99% detalla una serie de desempleos futuros, en los cuales figura: para el 98% empleados administrativos, bancarios, analistas de préstamos, vendedores de tiendas, operadoras telefónicas, agentes de bienes raíces y viajes, inspectores de aseguradoras, cajeros, camareros de restaurantes, hoteles y recepcionistas. Mientras que, el 96% está comprendido por cocineros, para los cuales aduce que están siendo reemplazados por brazos robóticos en una cadena de comida de sushi japonesa; por último, conserjes de hotel, camioneros, taxistas, mensajeros, secretarias administrativas y personas que atienden casetas de información. El panorama dibuja un momento desalentador.

Según Attali (2021) “la economía de la multitud (…) establece una sociedad basada en la soledad, en la que muchos jóvenes están voluntariamente en una especie de cárcel y se ven obligados a no trabajar para que los más viejos, que no trabajan, puedan sobrevivir” (p.64). Economía de la multitud en referencia al gran porcentaje de teletrabajo de los países más ricos, con consecuencias alarmantes, pues diversas implicaciones atraviesan al cuerpo social en términos de soledad, aislamiento, depresión, entre otros factores. Por tal razón, pensar la educación del futuro, debería pasar por una profunda reflexión del impacto que los automatismos tendrán en los próximos lustros.

Algoritmos e inteligencia artificial

Para Lassalle (2019), los algoritmos rigen y administran a sus anchas el universo de datos generados en la red y sobre los cuales laboran; entre las limitaciones que poseen, se ubican las de habilidad de cálculo y capacidad autoimpuesta por tales procesos y sus programadores. Así, ejerce un poder casi absolutista ajeno al monopolio de la violencia gubernamental, mucho más efectivo y capaz de garantizar una especie de autonomía y aplicabilidad universal, según sus propias normas.

Este tipo de mecanismos e inteligencias, asentadas mediante las ciencias matemáticas ha sido capaz de dinamizar, clasificar, organizar y, en síntesis, otorgar un sentido lógico a la inmensa cantidad de datos producidos desde el ciberespacio. En este sentido, su importancia es trascendental, bajo una sociedad que incrementa su presencia y actividad virtual por medio de los dispositivos inteligentes. De acuerdo con Cardon citado por Lassalle (2019) afirma que:

(…) se pueden gestionar diariamente los 3.300 millones de peticiones de información generadas alrededor de los 30.000 millardos de páginas indexadas por Google; los más de 350 millones de fotos y los 4.500 millones de likes distribuidos a través de Facebook, así como los 144 millones de emails intercambiados entre los 3.000 millones de internautas que utilizan internet todos los días (p.60).

Tal independencia, fuera de las fronteras de Estados y naciones, hacen de los algoritmos potenciales peligros, debido a la ausencia de leyes acordes a los acelerados cambios tecnológicos, generando como resultado grandes impactos sociales y psíquicos, debido al libre ejercicio dispuesto en la vastedad de la red, ese territorio sin ley que está siendo colonizado, actualmente. Por tal razón, términos como totalitarismos algorítmicos, ponen en evidencia una especie de premeditación, producto de los modos en que operan. En palabras de Lassalle (2019), Google desarrolló un diseño algorítmico llamado PageRank destinado a la dinámica de sus motores de búsqueda, por medio de la indexación de páginas web; mientras que Netflix cimentó un diseño orientado a la recomendación de sus producciones audiovisuales, a través del rastro que los usuarios dejaban tras el modo de consumir dichos productos. Es decir, una máquina autófaga de la información y datos depositados dentro de sus grandes plataformas.

Además, este poderoso instrumento puede ser capaz de eliminar sistemáticamente todo aquello que sea considerado por Estados y Corporaciones ajeno a sus intereses, entre ellos: textos digitales, videos, post y en síntesis, información contenida en los espacios de la red. En otras palabras, un instrumento prodigioso para la censura, mucho más imperceptible y eficiente. Si en el pasado la quema de libros constituyó formas de prohibición, en la nuestro presente, tales incendios son apenas perceptibles, gracias al acuso de link caído. En otras palabras, eliminado, desaparecido, descartado, sepultado, borrado.

Por ello, la utilización de algoritmos en la cotidianidad crecientemente interconectada comporta riesgos y beneficios, tales como: predicción hacia el contenido que consumimos, regulación de la conducta psíquica humana, modelos de negocios rentables para las plataformas, organización de masas de datos enormes, mejoramiento en la experiencia de numerosas tareas de cálculo, cotejo, estadísticas; mayor jerarquización de la información procesada, vigilancia digital, entre otros. No obstante, para Lassalle (2019): “el poder del algoritmo proyecta una personalización normativa que hace creer que estamos ante un contenido diseñado para cada usuario” (p.61). Dicho de otro modo, una dictadura perfecta que somete a los usuarios a un consumo sesgado por su dinámica autoritaria y las plataformas que los emplean.

Por otro lado, en cuanto a la IA y entes inteligentes, Sadin (2017) señala que: “estas existencias no corresponden a entidades completamente libres de manejar su “propia vida’’ según su buena voluntad, sino que todavía están restringidas a orientaciones definidas” (p.110). Tanto su aplicabilidad en el plano de la red, como en entes robóticos, han desencadenado una ola de contradicciones y planteamientos desde posturas éticas distintas, debido a posibles repercusiones negativas en múltiples contextos para el futuro.

Entre las características importantes de la IA, Sadin (2017) afirma que son diversos elementos que la componen, entre ellos: capacidad de razonamiento, potencia de triangulación de datos, disposición al aprendizaje, capacidad de combinaciones para inferencias deductivas y progresiva adquisición de conocimientos gracias a la recolección de información (datos). Tales elementos, convierten a la IA en la inteligencia suprema que posiblemente definirá la mayoría de estadios, contextos y asuntos de la cotidianidad, gracias a su increíble capacidad de evolución. Peirano (2019) relata un extraordinario hecho que dimensiona su naturaleza:

En verano de 2017, Facebook puso a dos inteligencias artificiales a negociar. Su tarea era intercambiar una serie de objetos con un valor preasignado: sombreros, balones, libros. Sus programadores querían ver si eran capaces de mejorar sus tácticas de negociación sin que nadie les dijera cómo. Antes de lo que se tarda en decir J.F. Sebastian, los dos i-brokers estaban enfrascados en una discusión incomprensible; no porque no tuviera sentido sino porque mientras trataban de ponerse de acuerdo cada vez más rápido, habían conseguido «evolucionar» su inglés original a un dialecto de su propia ocurrencia, completamente ininteligible incluso para los humanos que los habían diseñado (p.152).

Este hecho proporciona una idea sobre un futuro plagado por la IA, dispuesta para diversos propósitos dentro de la sociedad. Sin duda alguna, para efectos de un modelo educativo y social, será necesario tomar en cuenta los impactos que podrían generar de manera positiva y negativa. Asimismo, un tipo de navegación menos invasiva y condicionante, realizadas por docentes y estudiantes, debería tener presente elementos como la predicción y la recopilación de datos, gracias a dicho instrumento. Además, de la soberanía, como tema pendiente.

Reflexiones finales: virtualidad, matices de una nueva era

Entre las diversas miradas sobre la creciente instauración de un modelo educativo virtual y social, se debe tener presente las múltiples implicaciones y sus potencialidades, también es necesario analizar los impactos de dicho fenómeno, el cual, comienza a definir una nueva especie de realidad. Según Han (2014a), se está produciendo nuevas formas de configurar al mundo y las masas, por lo cual:

La nueva masa es el enjambre digital. Este muestra propiedades que lo distinguen radicalmente de las formaciones clásicas de los muchos, a saber, de la masa (…) El enjambre digital no es ninguna masa porque no es inherente a ninguna alma, a ningún espíritu. El alma es congregadora y unificante. El enjambre digital consta de individuos aislados (p.16).

El concepto de masas clásico corresponde con la tradición congregadora que ha sido parte importante de los movimientos organizados, sindicalistas y las luchas por reivindicaciones sociales, lo cual ha permitido generar un sentido de grupo y pertenencia, una identidad que dota de sentido a los reunidos. En cambio, el enjambre digital carece de la arquitectura que define a dicho concepto clásico de masas. Por lo cual, el aislamiento, la despolitización y la vacuidad, entre otros elementos, constituyen la esencia del nuevo “Homo Digital” como lo refiere el autor, congregado ahora bajo la reciente modalidad de comunidades virtuales. Es por ello que, la vinculación y la comunicación del renovado hombre-masa, manifiesta nuevas formas de codificación, expresión y vinculación. Para Han (2014a):

La comunicación digital no solo asume forma de espectro, sino también de virus. Es infecciosa porque se produce inmediatamente en el plano emotivo o afectivo. El contagio es una comunicación poshermenéutica, la cual no da propiamente nada a leer o a pensar. No presupone ninguna lectura, que solo puede acelerarse en medida limitada (p.61).

Características como viral, efímera, emotiva y afectiva se alejan de la racionalidad, por ello, la noción de comunicación infecciosa constituye una particularidad propia del universo de la red. La explotación de los estados anímicos se traduce en generación de capital, gracias a nuestras reacciones, manifestaciones, preferenciales, gustos y disgustos revelados en las interacciones y en las búsquedas ciberespaciales, por medio de la web y redes sociales, bajo mecanismos como el icono del me gusta, me encanta, me divierte, entre otros. Mientras que, la comunicación de corte poshermenéutico se podrí considerar como una metafísica de lo vacuo, debido a las amputaciones que generan las interacciones basadas en aspectos solo emotivos. Tal vez, la de una especie de comunicación sin comunicación, debido a que el cliqueo en sí produce un tipo de giro comunicacional, en el cual la interacción con otros usuarios se eleva a un plano menos trascendente.

Entre otros aspectos, los renovados modos de comunicación digital están creando múltiples expresiones, definidas bajo nociones como generación meme, lenguaje viral y fake new, con una abundante distorsión del mundo y reproducción de desinformación constante. En consecuencia, signos depresivos, aislacionistas y transfiguradores de la identidad individual, conforman el panorama de la sociedad actual, bajo el uso indiscriminado y omnipresente de las tecnologías digitales y la creciente interconexión hacia este mundo.

Según Han (2014a): “una dura defensa inmunológica estrangula la comunicación (…) El círculo rápido de informaciones acelera también el círculo del capital” (p.64). Los principios económicos del capitalismo también se encuentran en proceso de adaptación y mudanza, desde los medios de masas tradicionales hacia el ciberespacio, hasta formas de mercadeo a través de la capitalización de plataformas digitales, debido al cambio de relación entre la tradicional forma de la demanda y oferta del capitalismo clásico. Así, conserva su lógica de velocidad, tráfico y circulación constante, en este caso de signos y modos discursivos reproducidos en la red.

Las abundantes informaciones que circulan en páginas, blogs, plataformas virtuales y apps, direccionadas a través de hipervínculos, algoritmos e inteligencias artificiales, comienzan a generar condicionamientos, saturaciones e incapacidad de atención, destinadas como maniobras sobre los individuos vistos como usuarios consumidores, gracias al incesante tráfico de actividades virtuales. Por otro lado, la libertad-privacidad se encuentra amenazada tras la aparición de las nuevas tecnologías y sus principales actores “Estados-Corporaciones”, los cuales utilizan estrategias y mecanismos destinados a la vigilancia digital. Por ello, Han (2014b) afirma que:

El Big Data posibilita, sin duda, una forma de control muy eficiente. «Le ofrecemos una visión de 360 grados sobre sus clientes», es el eslogan de Acxiom, la empresa americana de big data. Ciertamente, el panóptico digital posibilita una visión de 360 grados sobre sus reclusos (…) La vigilancia digital es precisamente más eficiente porque es aperspectivista. No tiene la limitación que es propia de la óptica analógica. La óptica digital posibilita la vigilancia desde todos los ángulos. Así, elimina los ángulos muertos. Frente a la óptica analógica, perspectivista, puede dirigir su mirada incluso hacia la psique (p.46).

Este resignificado panóptico constituye una amenaza, un sacrificio de la intimidad y la renuncia de la privacidad a merced de los intereses de las grandes corporaciones y gobiernos. La mercantilización de la vida es posible, gracias a esta poderosa herramienta de recolección de datos y vigilancia que supera a la época de la ilustración como instrumento estadístico. Por esta razón, pensar la educación en términos digitales, requeriría de un diseño bajo una especie de sistema de plataformas seguro, ya que en la actualidad muy pocos países los poseen, sin mencionar aspectos como el plano jurídico y sus limitaciones. Asimismo, surgen nuevos conflictos sociales desde el ciberespacio, tales como: ciberacoso, ciberterroristmo, sexting, entre otros.

Si bien, la presencialidad, el acompañamiento y la espontaneidad cara a cara (personal), es un aspecto importante para el desarrollo, estimulación emocional y cognitiva del individuo en proceso de formación, las tecnologías han irrumpido y calzado gracias a la actual situación de pandemia global. Por lo cual, se encuentra en una fase compleja de estructuración e impactos, los cuales pueden derivar en una inevitable invasión tecnológica futura o próxima en la vida cotidiana, para dotar posiblemente de herramientas a favor de Estados y corporaciones en aras de potenciales formas de control social y coercitivo. Otro aspecto a destacar es la progresiva distorsión de la realidad social, la cual ha comenzado a generar cambios significativos en la percepción. Han (2014a) dice:

El llamado síndrome de París designa una aguda perturbación psíquica que afecta sobre todo a los turistas de Japón. Los afectados sufren de alucinaciones, desrealización, despersonalización, angustia y síntomas psicosomáticos como mareo, sudor o sobresalto cardíaco. Lo que dispara todo esto es la fuerte diferencia entre la imagen ideal de París, que los japoneses tienen antes del viaje, y la realidad de la ciudad, que se desvía completamente de la imagen ideal (p.35).

La transfiguración de la realidad, a través de la manipulación, el sobredimensionamiento del color y el embellecimiento de las imágenes está generando un cambio cultural y conductual, manifiesto bajo una especie de nuevo narcisismo como rasgo a considerar. Diversas expresiones psíquicas y sociales han comenzado a emerger, producto de la aparición de los nuevos medios tecnológicos. Por ende, la configuración de un nuevo tipo de educación también requerirá de la profundización y el entendimiento sobre los diversos y procedentes fenómenos que aquejan al actual cuerpo social. En palabras de Han (2017):

Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, existe una época bacterial que, sin embargo, toca su fin con el descubrimiento de los antibióticos (…) El comienzo del siglo xxi, desde un punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (tdah), el trastorno límite de la personalidad (tlp) o el síndrome de desgaste ocupacional (sdo) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo (p.7).

La violencia neuronal producida por la adicción a los medios tecnológicos crece exponencialmente en la medida que dispositivos digitales irrumpen y capitalizan diversos escenarios y contextos sociales. Por ello, cabe la pregunta en cuánto al actual nivel de codependencia e inversión de tiempo diario destinados a las pantallas móviles y resto de tecnologías inteligentes tras la pandemia. En este sentido, estructurar y darle mayor importancia a un modelo de educación virtual sobre la presencial, supone un incremento de actividades y estadía en el universo del ciberespacio o las aplicaciones y plataformas dispuestas a tales actividades. Por ello, una especie de visión complementaria a lo presencial, constituiría un equilibrio más adecuado entre la realidad tangencial y la interconexión por medio de aparatos o dispositivos inteligentes.

Sobre los múltiples impactos de las tecnologías, Carr (2011) hace un interesante aporte desde el campo de la neuroplasticidad y afirma el impacto que estas se encuentran generando sobre las personas, produciendo un cambio en la manera de pensar y dificultad para fijar la atención por mucho tiempo hacia la lectura y páginas web. Debido a la aceleración, abundante información, compartimentación e hipervínculos contenidos en las páginas y, en síntesis, modificación de los modelos mentales gracias a la naturaleza dinámica de la red. Así, distintas estrategias introducidas en dominios web, redes sociales y aplicaciones creadas por los emporios económicos y su arsenal de programadores, IA y algoritmos, dictaminan formas de predicción-adicción. Generando así un golpe indiscriminado entre los individuos de los distintos estratos sociales, a través de reconfiguraciones cerebrales, gracias a complejos procesos de adaptación provenientes de la psicología, marketing digital, ingeniería social y otras áreas del conocimiento:

Según un estudio de Counterpoint Research, los usuarios se pasan una media de tres horas y media al día mirando esa pequeña pantalla. El 50 por ciento pasa cinco horas, y uno de cada cuatro usuarios ¡pasa un total de siete horas mirando su móvil! A estos últimos, la industria los llama superusuarios (…) El 89 por ciento del tiempo que dedicamos a mirar el móvil estamos usando aplicaciones. El 11 por ciento restante, miramos páginas web. El usuario medio invierte dos horas y quince minutos al día solamente en redes sociales. En el momento de escribir estas páginas, Facebook tiene dos mil doscientos veinte millones de usuarios, Instagram mil millones, Facebook Messenger y WhatsApp se reparten el 50 por ciento del mercado de la mensajería instantánea (Peirano, 2019, p.15).

Semejante panorama de creciente adicción sugiere el impacto que están reproduciendo dichos medios en la sociedad, ante una vida que parece destinar a la nueva realidad virtual un predominante espacio de inmersión. En consecuencia, las amenazas que se ciernen sobre la educación deben apuntar a la comprensión del nuevo hombre que está siendo redefinido y con ello fomentar un híbrido pedagógico capaz de armonizar y cimentar la relación espacio-tiempo, como herramienta mediadora de la conducta humana, en aras de un equilibrio vital idóneo.

Según Desmurget (2020), reconocido científico mundial, afirma que: “las pantallas domésticas ejercen un significativo efecto perjudicial en el rendimiento académico: independientemente del sexo, la edad, el entorno de origen o los protocolos de análisis, la duración del consumo tiene una asociación negativa con respecto al rendimiento académico” (p.127). Dicho fenómeno se extiende por el planeta y posiblemente sus niveles e incrementos se han disparado. En otras palabras, tanto el uso doméstico (personal), sumado a la obligación de proseguir estudios académicos virtuales, supone un cambio de paradigma en progreso e inmersión digital notoria. En este sentido, Desmurget (2020) señala que:

El smartphone (literalmente, «teléfono inteligente») nos sigue a dondequiera que vayamos, sin tregua ni descanso. Es el grial de los chupacerebros, el último caballo de Troya de nuestra descerebración. Cuanto más «inteligentes» son sus aplicaciones, más sustituyen a nuestra reflexión y más tontos nos hacen. Ya eligen nuestros restaurantes, clasifican la información a la que podemos acceder, seleccionan los anuncios que se nos deben enviar, determinan las rutas que tenemos que tomar, proponen respuestas automáticas a algunas de las preguntas que formulamos verbalmente y a los correos electrónicos que recibimos, domestican a nuestros niños desde su más tierna infancia (p.132).

Si un híbrido modelo educativo futuro cede el paso hacia la digitalización en los modos de enseñanzas y procesos de estructuración cognitiva por completo, deberá tener presente los impactos negativos que comportan el uso abusivo de las tecnologías y la creciente adicción a los mismos. Por lo cual, la generación de un sistema operativo (software) deberá ser independiente y ajeno a los centros de poder como las plataformas hegemónicas virtuales y el Big data; la creación de reservorios para contenido digital, resguardado mediante una nube institucional y de acceso libre, tendría que ser una prioridad; el desarrollo de programas de instrucción sobre los usos, ventajas, desventajas y búsquedas a través de la web 2.0; la moderación en cuanto a la destinación de tiempo idóneo para el uso consciente de las tecnologías como herramientas de aprendizaje y sus límites con respecto a niños, jóvenes y adolescentes, son tan solo algunas perspectivas para la reflexión en torno a la educación virtual.

Finalmente, no se trata de demonizar el progreso que los medios tecnológicos, la ciencia y la técnica han generado para la humanidad. Sin embargo, a medida que dichos instrumentos evolucionan, conjuntamente al deterioro cultural, erosión y cambios en los patrones conductuales y psíquicos, surgen patologías capaces de transgredir y empobrecer a la humanidad bajo un espiral de crisis introspectiva.

Para Lipovetsky (1986): “El desierto gana, en él leemos la amenaza absoluta, el poder de lo negativo, el símbolo del trabajo mortífero de los tiempos modernos hasta su término apocalíptico” (p.34). Trabajo, amenaza, invasión del espacio íntimo, adicción y poder como potenciales peligros, pueden incubar una coacción, o bien, buscar modos de armonización a través de un sistema educativo que posibilite su discusión, discernimiento y comprensión crítica ante semejantes dilemas éticos, sociales, culturales y pedagógicos, necesarios para el debate y la reflexión constante.

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Fecha de ingreso: 27/07/2021
Fecha de aprobación: 22/07/2022