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Lucía Inés Coppa

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 163: 131-148 / 2019 (I). (ISSN: 0482-5276)

hombre tiene el “acceso asegurado a los cuer- pos de las mujeres. En ese sentido, “en la prosti- tución, el cuerpo de la mujer, y el acceso sexual a ese cuerpo, es el objeto del contrato (p. 60). Al entender el cuerpo femenino como objeto del contrato, la autora entiende que la existencia de cuerpos en el mercado se asemeja a una forma de esclavitud. La autora hace así una lectura de la prostitución en el marco de su propuesta más amplia acerca de la ficción de las formas con- tractuales, en las que es el “derecho patriarcal ” el que se expresa en la “libertad de contrato .

Por eso, para MacKinnon (2009), detrás de la prostitución existe una coerción que hace del abuso sexual un sector de la economía, de modo que en estas transacciones es el dinero el que “coerciona el sexo, antes que la garantía del consentimiento, haciendo de la prostitución una “práctica de violación serial (p. 274). Para esta autora, “la sexualidad de las mujeres es, social- mente, algo que otros roban, venden, compran o intercambian (1989, p.307) , entendiendo enton- ces que una teoría se vuelve metodológicamente feminista en la medida en que trata la sexualidad como interpretación social del poder masculino (1989, p.227), lo cual se evidencia en su propuesta de teorización feminista sobre el Estado.

Más recientemente, Jeffreys (2011) ha referido que los Estados que legalizan la pros- titución se convierten en “proxenetas y explo- tadores en la industria global del sexo. Según expone la autora, su investigación se inspira en el trabajo sobre prostitución de Kathleen Barry y Andrea Dworkin, buscando ampliarlo para

4 En 1988, Pateman publica El contrato sexual, en donde sostiene la tesis de que la historia política da cuenta de la creación de una nueva sociedad civil y una nueva forma de derecho político a partir de un contrato original, sobre cuya base las relaciones sociales libres remiten a la forma contractual. Según la autora, “el contrato originario es un pacto sexual-social, pero la historia del contrato sexual ha sido reprimida (p.9), siendo el contrato social una historia de libertad, por oposición a la historia de sujeción del contrato sexual.

5 MacKinnon (1989) sostiene con respecto a la sexualidad que las mujeres “nunca la poseen, y los hombres nunca la tratan, ni en la ley ni en la vida, con la solicitud con que tratan la propiedad [con- cluyendo que] Ser propiedad sería un progreso ”.

abordar el tema de la industria global y la varie- dad de sus formas. Define su enfoque entonces como un “radical enfoque feminista consideran- do la prostitución como una práctica cultural no- civa originada en la subordinación de las mujeres y entendiéndola como constitutiva de una forma de violencia contra la mujer (Jeffreys, 2011).

En el artículo Ouch! Western Feminists ’ ‘Wounded Attachment to the ‘Third World Pros- titute publicado por Jo Doezema en el año 2001, un año después de la sanción del Proto- colo de Palermo, se analiza la posición de la Coalition Against Trafficking in Women en el debate que tuvo lugar en torno a la definición del delito de trata de personas y, en particu- lar, de los escritos de su fundadora, Kathleen Barry. En ese sentido, Doezema observa que, de acuerdo a Barry (2005) y la catw , sus análisis se fundan en la experiencia “verdadera de las prostitutas, lo que supondría la base empírica de la teoría según la cual la prostitución, al “re- ducir a la mujer a un cuerpo es necesariamente injuriante porque, en definitiva, el sexo en la prostitución es deshumanizante (2001). Sin em- bargo, Doezema resalta el hecho de que, en esa construcción, los testimonios de las prostitutas asumen el estatuto de verdad absoluta, y pone el foco en que solo ciertas versiones son considera- das “verdaderas ”, construyendo la “injuria del sexo en la prostitución de una manera circular. El argumento de Doezema es que, en particular, existe en dichos posicionamientos una cons- trucción racializada en torno a las “prostitutas del tercer mundo y que esta construcción:

es parte de impulso más amplio del feminismo occidental para construir un ‘otro víctima, como justificación de su propio intervencionismo, de modo que el ‘cuerpo injuriado de ‘la víctima de trata del tercer mundo en los debates femi- nistas internacionales en torno a la trata de mujeres sirve como una poderosa metáfora para el avance de ciertos intere- ses feministas, que no pueden asumirse como aquellos de las mismas trabajado- ras sexuales del tercer mundo (2001) .

6 Traducción propia.