La relación entre el abuso del alcohol y la religión en adolescentes  mexicanos
The relationship between alcohol abuse and religion in Mexican adolescents

Eunice D. Vargas-Valle1, Georgina Martínez-Canizales2


RESUMEN

Este artículo analiza las asociaciones del abuso de alcohol con la afiliación religiosa, la asistencia a la iglesia y el valor por la religión entre los adolescentes mexicanos, y examina las interacciones entre estas variables independientes, siendo esta su principal contribución.  A partir de la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, se emplearon estadísticas descriptivas y modelos multivariados de regresión logística. Los evangélicos exhibieron momios más bajos de abusar del alcohol que los católicos, así como aquellos con un mayor valor por la iglesia y que asistían a esta, acompañados de padres o amigos. Entre los católicos, sólo asistir a la iglesia con los padres se asoció a menores momios de abuso del alcohol, respecto a no ir a la iglesia, lo mismo que los evangélicos, para quienes también asistir con otras personas redujo estos momios. No obstante, asistir a la iglesia con los padres sin tener valor por la religión no protegió a los adolescentes del abuso del alcohol. Tampoco asistir a la iglesia solo (sin compañía) se asoció a esta protección, aun cuando los adolescentes tuvieran un valor alto por la religión. Se concluye que ambos, tanto ser parte de una red social que asiste a la iglesia, como tener valor por esta, condicionan la asociación del abuso del alcohol con la afiliación religiosa y son factores protectores fundamentales contra el abuso del alcohol entre los adolescentes mexicanos.

Palabras Clave: Alcoholismo, religión, población joven, México.

ABSTRACT

This study analyzes the association of alcohol abuse with religious affiliation, church attendance, and importance of religion among Mexican adolescents, and examines the interactions of these independent variables, which is its main contribution. Based on the National Youth Survey 2010, descriptive statistics and multivariate logistic regression models were employed. Evangelicals exhibited lower odds of alcohol abuse than Catholics, as well as those with a higher value for their church and those that attended church with parents and friends. Among Catholics, only attending church with parents was associated with lower odds of alcohol abuse, with respect to not attending church, as opposed to Evangelicals, to whom attending church with other family and friends also reduced these odds. Nevertheless, attending church with parents without valuing religion did not protect adolescents from abusing alcohol. Neither attending church alone was associated with this protection, even when the adolescents had a high value for religion. It was concluded that both, being part of a social network that attends church and valuing religion, condition the association of alcohol abuse with religious affiliation and are important protection factors for alcohol abuse among Mexican adolescents.

Keywords: Alcoholism, religion, youth, Mexico.


Fecha de recibido: 29 octubre 2014   Fecha de aprobado: 01 diciembre 2014
Fecha de corregido: 29 noviembre 2014


  1. Introducción


El abuso de alcohol es un problema mayor de salud pública, especialmente entre los adolescentes y jóvenes. El consumo de alcohol es el principal factor de riesgo en la carga de morbilidad en Latinoamérica, ya que los patrones promedio de consumo son riesgosos para la salud en la mayoría de sus países (Monteiro, 2007). En 2002, 5,4% de todas las muertes de esta región se atribuyeron al alcohol, así como 10% de los años de vida saludables perdidos (Rehm et al., 2006). En los adolescentes y jóvenes, las consecuencias negativas del consumo de alcohol pueden ser muy severas, puesto que sus pautas de consumo son todavía más riesgosas que entre los adultos (Monteiro, 2007). El abuso del alcohol en los jóvenes se vincula principalmente a sufrir accidentes y a la discapacidad y muerte derivados de ellos, así como a experimentar embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y violencia doméstica e interpersonal.

En México, el consumo y, en especial, el abuso del alcohol en los jóvenes han aumentado en el último lustro. El porcentaje de los jóvenes que han tomado alcohol alguna vez se incrementó de 53% en 2005 a 59% en 2010 y entre estos jóvenes el consumo de 5 o más bebidas por ocasión, patrón de consumo que se considera riesgoso (Monteiro, 2007), aumentó tanto en hombres (de 45,5% a 55,8%) como en mujeres (de 25,8% a 35%) (Instituto Mexicano de la Juventud, 2011). Por ello, la investigación actualizada de los factores ligados al abuso del alcohol, a partir de muestras de jóvenes representativas a nivel nacional, es fundamental tanto para la detección de situaciones de riesgo como para la comprensión de los factores protectores, especialmente durante la adolescencia, que es la etapa en la que se adoptan los estilos de vida que se practicarán en la vida joven y adulta (Urquieta et al., 2006).

Un área que requiere mayor profundización es el papel que la religión juega como institución social en el abuso de alcohol entre los adolescentes en México. Las iglesias pueden tener influencia social en los comportamientos de los adolescentes, ya que facilitan la transmisión de normas morales, la supervisión de conductas, el aprendizaje de habilidades y la integración social (Smith, 2003a; Bartkowski y Xu, 2007). Sin embargo, no está claro si esta asociación se sostiene  entre los adolescentes mexicanos, pues existe una tolerancia social al abuso del alcohol, especialmente hacia los varones, con profundas raíces culturales, combinada con intensas campañas publicitarias para las bebidas alcohólicas y un muy fácil acceso al alcohol para los menores de edad (Medina-Mora, 2007).  Además, existen distintos niveles de religiosidad en los jóvenes mexicanos (Instituto Mexicano de la Juventud, 2006). Por ejemplo, en 2005, 89% de los jóvenes de 12 a 24 años reportaba ser católico, pero solo 54% declaraba que era practicante (Vargas et al., 2010). México se ubica en proceso de secularización y de diversificación de creencias religiosas, como evidencian el ligero aumento de la población sin religión y de religiones protestantes, así como la contracción de la población católica (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2011).

Tanto en países desarrollados como en otros países de Latinoamérica, se ha documentado que la afiliación religiosa de los jóvenes, en contraste a la no afiliación, disminuye la probabilidad de oportunidad de uso y la iniciación en el uso del alcohol, y que, entre los afiliados, la probabilidad todavía es menor entre los jóvenes cuya religión proscribe el uso del alcohol (Ford y Kadushin, 2002; Bartkowski y Xu, 2007; Chen et al., 2004; Neckelman, 2009). Asimismo, la asistencia a la iglesia, las prácticas religiosas de tipo individual, la importancia que los jóvenes asignan a la religión en su vida y la creencia en Dios se han asociado a una disminución en el riesgo de consumir y abusar o presentar dependencia del alcohol (Ford y Kadushin, 2002; Chen et al., 2004; Bartkowski y Xu, 2007; Bezerra et al., 2009; Hope y Cook, 2001; Jonhson, 2001). La discusión sobre la vinculación entre religión y abuso del alcohol gira en torno a comprender cómo la religión, como fenómeno multidimensional, influencia el uso del alcohol entre adolescentes y su vinculación o no con mecanismos preventivos, como  la internalización de normas contra el uso de drogas, la resistencia a la presión social y el desarrollo de competencias personales y sociales.

No obstante, en México solo existen unos cuantos estudios donde se aborda este vínculo y quedan vacíos por explorar. En un estudio dirigido a estudiantes de preparatoria de la Ciudad de México, se encontró una asociación positiva y significativa de la religiosidad (concebida como el apego a las normas religiosas en las decisiones diarias) con la percepción de los riesgos del abuso del alcohol (Zúñiga y Bouzas, 2006). En otro estudio basado en estudiantes católicos de Guanajuato, se documentó la relación entre una menor posibilidad de usar alcohol y una frecuente asistencia a la iglesia, así como una alta valoración por la religión. Este estudio también detectó efectos de riesgo ligados a la incongruencia entre la religiosidad externa e interna del adolescente; una religiosidad interna baja junto a una frecuente asistencia a la iglesia se asoció a un mayor consumo de alcohol entre los adolescentes (Marsiglia et al., 2012). Por último, un estudio basado en jóvenes universitarios de escuelas privadas de la Ciudad de México mostró una asociación muy débil entre la religiosidad y el consumo del alcohol (Pulido et al., 2012).

Cabe mencionar que estos estudios no son generalizables a la población adolescente mexicana, pues se basan en muestras estudiantiles, las cuales, como han indicado algunos autores, están socioeconómicamente seleccionadas (Chen et al., 2004) y se enfocan en el área central, donde la diversidad religiosa es menor respecto a otras regiones como el Sur y el Norte de México (De la Torre y Gutiérrez, 2007). Tampoco estos estudios distinguen los diferenciales en el abuso del alcohol entre distintos tipos de afiliaciones religiosas y redes sociales de tipo religioso. No obstante, a través de estos estudios podemos entender que distintas dimensiones de la religiosidad pueden asociarse de forma variada al consumo del alcohol en la población adolescente en México.

El objetivo de este estudio es analizar la relación entre el abuso (consumo alto) de alcohol y la religión de los jóvenes de 12 a 19 años en México, a partir de la Encuesta Nacional de la Juventud 2010 –ENJ-2010 (Instituto Mexicano de la Juventud, 2011a), la cual es la única fuente que nos permite explorar el carácter multidimensional de la religión a nivel nacional. En particular, interesa investigar la asociación estadística entre el abuso del alcohol en los adolescentes mexicanos y la adscripción religiosa y, si esta relación existe, conocer si está mediada por el valor del adolescente por su iglesia o religión y por la asistencia a la iglesia solo o con la compañía de padres u otros familiares o amigos. Un tercer objetivo específico de este estudio es examinar la interacción del valor del joven por la religión y la asistencia a la iglesia y el abuso del alcohol.

Diversas teorías han planteado los mecanismos por los cuales la religión influye en los comportamientos de riesgo de la población adolescente. El presente trabajo toma la teoría del capital social como perspectiva analítica. Esta teoría supone que la iglesia puede proveer a los jóvenes una serie de “…recursos ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de solidaridad y reconocimiento mutuo” (Bourdieu, 1986, p. 248). Entre los recursos que se podrían obtener a través de estas redes religiosas están las normas morales, el reconocimiento de situaciones de riesgo, el apoyo social y emocional, los modelos de conducta, la supervisión de adultos y pares, el aprendizaje de habilidades para lidiar con los problemas emocionales y de la adolescencia, y el uso del tiempo libre en actividades no riesgosas (Smith, 2003a).

El capital social de tipo religioso es definido como un fenómeno social multidimensional que comprende la integración a redes religiosas, la exposición a normas religiosas y su internalización, y las expresiones de convicción en la religión (Putnam, 1993; Bartkowski y Xu, 2007). Así, el beneficio que se puede obtener de cierta religión para los hábitos ligados a la salud depende de la comunidad religiosa a la que se integra el individuo, de sus referencias normativas y de la confianza que deposite el individuo en esa red.

En este estudio, se toma en cuenta la variable ‘adscripción religiosa’ como un indicador de la exposición del adolescente a diferentes normas respecto al uso del alcohol, tal como se ha tomado en trabajos previos (Ford y Kadushin, 2002; Cochran et al., 1988; Bartkowski y Xu, 2007). Debido a que la postura respecto al uso del alcohol varía en las distintas iglesias en México, la afiliación religiosa puede influir diferencialmente en el abuso del alcohol. Diversos estudios antropológicos muestran el involucramiento de los protestantes evangélicos en sus iglesias y sus estilos ascéticos de vida, tanto en contextos urbanos como rurales de México (Vázquez, 2003; De la Torre y Gutiérrez, 2007), lo que incluye la abstención del uso del alcohol (Garma y Leatham, 2004; Rostas, 1999; Robledo, 2002). Por lo tanto, se conjetura que los evangélicos presentarán prevalencias más bajas de abuso del alcohol que los católicos, quienes toleran el uso moderado del alcohol (Ford y Kadushin, 2002).

Se incluyen en el análisis dos medidas de religiosidad: la asistencia a la iglesia solo, acompañado de padres, o de otros familiares o amigos, como un indicador de la integración a redes religiosas, y el valor otorgado a la religión como respuesta adecuada a los problemas de las personas, considerado este como un indicador de la confianza que el adolescente tiene en la religión y las normas morales (Bartkowski y Xu, 2007).  Se plantea que la asistencia a la iglesia facilita la internalización de las normas o las percepciones de riesgo de las redes religiosas respecto al uso del alcohol. Se incluye el tipo de acompañamiento a la iglesia de forma exploratoria. Además, se plantea la posibilidad de una relación indirecta entre el valor por la religión y el alcohol entre los adolescentes mexicanos.

Por último, además de la asociación independiente de la adscripción religiosa y la religiosidad en las prácticas de los jóvenes, planteamos que es posible que estos factores se encuentren interconectados. Por ejemplo, algunos estudios muestran que el valor del joven por la religión media la influencia de la asistencia a la iglesia en el consumo de drogas o de alcohol (Marsiglia et al., 2012; Longest y Vaisey, 2008).  Por ello, planteamos que la asociación del abuso del alcohol, tanto con la adscripción religiosa como con la asistencia a la iglesia, dependería de la confianza en la religión. A su vez, se supone que la asistencia a la iglesia condiciona la asociación de la afiliación religiosa evangélica con el abuso del alcohol, pues evidencia previa en Estados Unidos indica que una frecuente asistencia a iglesias que objetan el uso del alcohol se asocia a una reducción adicional en el riesgo de dependencia en el alcohol (Ford y Kadushin, 2002).
                          
2. Materiales y métodos

La fuente de datos utilizada fue la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, ENJ-2010 (Instituto Mexicano de la Juventud, 2011a). Esta encuesta incluye 28005 cuestionarios con entrevista terminada de  jóvenes de 12 a 29 años de edad. La muestra incluyó a un joven por hogar. El diseño muestral fue probabilístico, polietápico, estratificado y por conglomerados (Instituto Mexicano de la Juventud, 2011). Para el análisis del abuso del alcohol se empleó una sub-muestra de 13849  jóvenes de 12 a 19 años con información en las variables usadas en el análisis estadístico, 97% de la muestra original en este grupo de edad.

La variable dependiente fue el abuso del alcohol, definido como el consumo de 5 copas o más por ocasión promedio en el último mes, tanto para hombres como para mujeres. La pregunta sobre número de copas fue la única variable sobre abuso del alcohol incluida en la ENJ-2010. La Organización Mundial de la Salud plantea distintos umbrales por sexo en el consumo riesgoso de alcohol, de 5 copas en hombres y 4 copas en mujeres, en un lapso de dos horas (Monteiro, 2007). La ENJ-2010 solo contempla intervalos de 3 a 4 copas y de 5 a 6 copas, en un lapso indeterminado. Por lo tanto, consideramos el mismo umbral para ambos sexos, con el fin de no incluir a aquellos jóvenes de 3 copas por ocasión en la categoría de abuso del alcohol.

La variable de afiliación religiosa se construyó a partir de la pregunta: “¿cuál es tu religión?”. Se formaron cuatro categorías: católica, evangélica, otra y  sin religión. En ‘evangélica’ quedaron integradas las iglesias protestantes evangélicas, pentecostales y neopentecostales, de raíces pentecostales, otras evangélicas y otras cristianas; acorde con la clasificación del censo de población de las religiones en México (Instituto Nacional de Geografía y Estadística, 2005). En ‘otra’ se incluyeron las iglesias bíblicas no evangélicas, oriental, judaica, islámica, espiritualista y otras religiones no cristianas. En ‘sin religión’ quedaron aquellos que reportaron no tener religión.

La variable ‘valor por la religión o la iglesia’ se construyó a partir de la batería de preguntas “¿piensas que tu religión (iglesia) tiene una respuesta adecuada para: 1) los problemas y necesidades morales de las personas?, 2) los problemas de la vida familiar?, 3) las necesidades espirituales de la gente?, 4) los problemas de los jóvenes? y 5) los problemas sociales?”. El índice se construyó a partir de la suma de estas preguntas, las cuales adquirieron un valor de 1 cuando fue “Sí” y de 0 en caso contrario  (alfa de Cronbach= 0,86). Un valor 0 en la sumatoria se clasificó como confianza nula, un valor de 1 a 3 como confianza media y un valor de 4 ó 5 como confianza alta.

La variable de asistencia  a la iglesia se tomó de la pregunta “¿con quién acostumbras ir a la iglesia principalmente?”, cuya respuesta fue: madre, padre, ambos, pareja, otros familiares, amigos, otras personas, con nadie o no practico esa actividad. Los adolescentes que reportaron ir a la iglesia con la madre, el padre o ambos se agruparon en una primera categoría “Sí, con padres”. El resto de los jóvenes que asistían acompañados por cualquier otra persona, que en su mayoría eran otros familiares y amigos, quedaron comprendidos en la categoría “Sí, con otros”.  Por último, se conservaron las categorías de manera independiente  “Sí, con nadie” y “No” para quienes no practicaban esa actividad.

Entre las variables de control se incluyeron los factores demográficos básicos como: sexo, edad y el tipo de hogar. Se ha encontrado en diversos estudios que el abuso del alcohol es mayor en hombres que en mujeres y que este se incrementa con la edad (Caraveo et al., 1999; Díaz et al., 2009). Se incluyó su interacción, pues se encontró un patrón divergente por sexo en el abuso del alcohol a lo largo de la adolescencia. También se tomó en cuenta si vivía con los padres o solo, pues se ha hallado que vivir con ambos padres, a diferencia de vivir solo (Urquieta et al., 2006; Díaz et al., 2009) o con uno de los padres (Urquieta et al., 2006) ejerce un efecto protector en el consumo del alcohol. 

En cuanto a las variables socioeconómicas incluidas en los modelos como controles, se ubican la asistencia escolar, si el joven trabaja, el índice de bienes duraderos y la región de residencia. Se esperó la relación directa entre el trabajo del joven y el abuso del alcohol, por la autonomía económica del joven y su mayor exposición a pares que abusan de bebidas alcohólicas (Díaz et al., 2009), y de la asistencia escolar se asumió la asociación opuesta. También se integró un índice de los bienes duraderos  como indicador del nivel económico del hogar. El índice de bienes del hogar resultó de la suma de los siguientes bienes: televisión, reproductor de DVD o videocasetera, licuadora, refrigerador, lavadora de ropa, automóvil, computadora, línea telefónica fija, teléfono celular e internet.    

Por último, se incluyó la región de residencia como variable de control, pues es una variable básica ligada a la estructura socioeconómica de México y, por lo tanto, al poder de consumo de la población. Se utilizó la regionalización clásica utilizada en estudios económicos y demográficos en México, la cual se basa en la contigüidad geográfica y los niveles de desarrollo socioeconómico (Unikel, Ruiz-Chiapetto y Garza-Villareal, 1976). Por simplicidad, las regiones del norte de México, colindantes con Estados Unidos, se unieron en una sola categoría, pues presentaron momios similares de abuso de alcohol. Dado que el norte exhibe mayores niveles de desarrollo económico que el sur de México, se planteó que en el norte se presentaría un mayor abuso del alcohol entre los adolescentes.

El análisis estadístico comprendió el uso de estadística descriptiva y multivariada. Por un lado, se utilizaron medidas de tendencia central para la descripción de las características de la muestra, así como de los niveles de consumo de alcohol por afiliación religiosa. El análisis multivariado exploró la asociación entre el abuso en el consumo del alcohol y la afiliación religiosa mediante modelos de regresión logística. No se crearon modelos por sexo, ya que las razones de momios de abuso del alcohol para las variables de religión no mostraron diferencias estadísticamente significativas entre ambos sexos, aunque la prevalencia en el abuso del alcohol en el último mes fue mayor entre los adolescentes varones, 9,8%, que entre las adolescentes, 4,9%.

Para facilitar la interpretación de los modelos logísticos, se reportan razones de momios. Todos los análisis fueron ajustados por el diseño muestral de la encuesta. Se utilizó el módulo SVY para muestras complejas del programa estadístico Stata/SE, versión 11 (Statacorp, 2009). Los tamaños de muestra se incluyen en cada cuadro.

Se exhiben dos modelos para el análisis de los factores asociados al abuso del alcohol. En el modelo 1, se incluyó solo la variable de adscripción religiosa y en el modelo 2 se añadieron las variables de religiosidad. A partir del modelo 2, se realizaron interacciones entre las variables de religión y se evaluó su significancia estadística mediante pruebas ajustadas de Wald (Statacorp, 2009).

3. Resultados

En el cuadro 1 se presentan las características de los adolescentes mexicanos en 2010, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud. El 7,4% de estos adolescentes abusó del alcohol en el último mes, es decir, consumió en promedio 5 copas o más por ocasión. Se observa que, si bien la mayoría de los adolescentes mexicanos dijeron ser católicos, 7,9% era protestante evangélico y 6,7% no tenía religión. Solo la mitad de la población adolescente otorgaba un alto valor a su religión o iglesia, 59,6% asistía a la iglesia con sus padres y 14,6% asistía a esta con familiares o amigos. En cuanto a las características socioeconómicas de la muestra, 3 de cada 10 adolescentes trabajaba, una cuarta parte de estos no estudiaba, un quinto vivía con sólo uno de los padres y 3 de cada 10 vivía en el área central de México. 




Respecto a las prevalencias en el abuso del alcohol por las variables de religión, el cuadro 2 muestra que los jóvenes sin religión y de otra religión tuvieron una mayor prevalencia de abuso del alcohol que los católicos y los evangélicos,  estos últimos fueron quienes incurrieron menos en esa conducta. El valor por la religión o iglesia presentó una relación estadística inversa con el abuso del alcohol, a mayor confianza en la religión, menor abuso. Otro resultado relevante es que, entre aquellos que afirmaron asistir a la iglesia, quienes iban solos tuvieron una prevalencia similar a la de quienes no asistían a la iglesia, mayor a la de que quienes iban acompañados (con padres y con otros familiares y amigos).









El modelo 2 exhibe que el nivel de religiosidad de los jóvenes y no solo la afiliación se asocia al abuso del alcohol, ya que los adolescentes que otorgaron un valor alto a su religión presentaron momios más bajos de abuso del alcohol que aquellos que le dieron un valor nulo. Asimismo, para la asistencia a la iglesia se confirma el análisis descriptivo, quienes asistieron a la iglesia acompañados presentaron razones de momios de abusar del alcohol significativamente menores que los que no lo hicieron así. En contraste, quienes asistieron solos a la iglesia no presentaron diferencias en el abuso del alcohol respecto a los que no iban a la iglesia.

En cuanto a las variables de control, estas mostraron las tendencias esperadas. Trabajar, vivir con sólo uno de los padres o vivir solo, en comparación con vivir con ambos padres, tener un mayor número de bienes y vivir en la zona norte de México, respecto a vivir en el centro, son características que se asociaron a mayores momios de abusar del alcohol. Contrariamente, estudiar y vivir en el sur del país se vincularon a momios más bajos de abusar del alcohol. 

Las razones de momios de abuso de alcohol relativas a la interacción entre edad y sexo son muy interesantes (cuadro 3). Los resultados indican que tanto hombres como mujeres tuvieron posibilidades mucho más bajas de abuso de alcohol entre los 12 y 14 años, respecto a las mujeres de 18-19 años. Sin embargo, el abuso de alcohol se incrementó notablemente entre los varones al obtener estos la edad legal para consumir alcohol, a partir de los 18 años, lo cual coincide con la aceptación social del abuso del alcohol de los varones adultos existente en México.

Las interacciones ajustadas entre las variables de religión resultaron estadísticamente significativas (cuadro 4). En el modelo 2a, se observa que los católicos con un valor medio y alto por la religión o la iglesia, así como los evangélicos con un valor alto por la religión, presentaron momios menores de abusar del alcohol, en contraste con los católicos que le otorgaron un valor nulo a su religión. Esto indica que tener un valor alto por la iglesia condiciona la asociación entre estar adscrito a determinada religión y no abusar del alcohol.

En el modelo 2b (cuadro 4), ser católico y a la vez asistir  con los padres a la iglesia, así como ser evangélico y asistir a la iglesia con familiares o amigos, disminuyó la posibilidad de abusar del alcohol, en comparación con no asistir a la iglesia. Es muy interesante que para los jóvenes católicos solo el tener a los padres como acompañantes a la iglesia se asoció a la reducción en los momios de abusar del alcohol.

Finalmente, en el modelo 2c (cuadro 4), los adolescentes que  asistieron a la iglesia con sus padres y asignaron un valor medio o alto a su religión, así como quienes asistieron con otros, sea cual fuere el valor por su religión, presentaron menores momios de abusar del alcohol que aquellos que no asisten y asignaron un valor nulo a su religión. No obstante, asistir a la iglesia con los padres no protegió al adolescente de abusar del alcohol cuando este reportó un valor nulo por la religión.  Si bien el rol de los padres es importante como transmisores de las normas religiosas, llevar a los hijos a la iglesia sin que estos valoren la religión parece no proteger a los hijos de abusar del alcohol.

4. Discusión

Este estudio analizó la asociación del abuso del alcohol con la religión desde la perspectiva del capital social. El primer hallazgo de este estudio fue la existencia de diferenciales estadísticamente significativos en el abuso del alcohol por adscripción religiosa, lo cual indica la importancia de las normas contra el uso del alcohol. Los evangélicos presentaron momios más bajos de abuso del alcohol que los católicos, lo cual coincide con la evidencia encontrada en otros países latinoamericanos en el estudio de la oportunidad y la  iniciación (dada la oportunidad) de usar alcohol (Chen et al., 2004). Las religiones evangélicas en México reprueban el uso del alcohol (Garma y Leatham, 2004; Rostas, 1999; Robledo, 2002) y requieren de los feligreses un estricto seguimiento de las normas religiosas (Vázquez, 2003). Así que para los adolescentes evangélicos la iglesia puede ser un grupo de referencia normativo que influye en el uso del alcohol.

Un segundo hallazgo fue la asociación inversa entre el abuso del alcohol y el valor por la religión para la resolución de los problemas de las personas. Esta variable de naturaleza axiológica recupera la evaluación subjetiva del adolescente sobre la utilidad de su religión o la confianza que tiene en esta, lo cual pudiera estar ligado también al apego a las normas y expectativas sociales de su iglesia. Estos resultados concuerdan con estudios previos, tanto en países desarrollados, como en México, en los que se ha identificado que las variables de religiosidad interna tienen un peso relevante en el uso y abuso del alcohol (Hope y Cook, 2001; Johnson, 2001; Marsiglia et al., 2012).

Por su parte, la asistencia a la iglesia de los adolescentes acompañados con los padres u otros familiares y amigos también disminuyó la posibilidad de que los adolescentes abusaran del alcohol, respecto a no ir a la iglesia. No obstante, ir a la iglesia sin compañía no protegió al adolescente de abusar del alcohol.  Con la fuente utilizada es imposible distinguir si lo que esta red ofrece es “blindaje social” contra la oportunidad de usar el alcohol o resistencia para rechazar o controlar su uso, como se ha hecho en otros estudios (Chen et al., 2004). Los resultados solo confirman la importancia de las redes religiosas de personas cercanas y significativas al  joven, es decir, de la “comunidad moral” (Smith, 2003a), en la prevención del abuso del alcohol.

Estudios previos en México han destacado el papel de las redes permisivas al consumo o abuso del alcohol (entre los que se ubican padres, hermanos y amigos) como factor de riesgo en su abuso entre los adolecentes (Pulido et al., 2012; Latimer et al., 2004), por lo que resulta lógico pensar que redes intolerantes a este abuso ejerzan la influencia contraria.

En particular, la calidad de las relaciones padres-hijo y la intolerancia al alcohol de los primeros han mostrado ser factores protectores en el abuso del alcohol y mediadores en  la asociación negativa entre ir a la iglesia y abusar del alcohol (Neckelman, 2009). Con la encuesta utilizada no pudimos probar este argumento,3 pero se sabe que en otros contextos los jóvenes religiosos tienen una mayor posibilidad de tener un fuerte vínculo o apego con sus padres (Johnson, 2001; Neckelman, 2009). También se ha probado que los padres (varones) más activos religiosamente se involucran más en las actividades de sus hijos, son más afectuosos y ejercen una paternidad de mayor calidad (Wilcox, 2002; Wilcox, 2008). Asimismo, los padres que asisten con mayor frecuencia a la iglesia tienen un mayor conocimiento de las redes cercanas de sus hijos (amigos, padres de estos y maestros), lo cual facilita su supervisión (Smith, 2003b).

Otro hallazgo de este estudio es que la religiosidad interna de los adolescentes media la asociación de la adscripción religiosa con el abuso del alcohol. El análisis indicó que, entre los católicos, a mayor valor por su religión, menor abuso del alcohol. Además, los evangélicos con valor alto por la religión fueron quienes tuvieron menor propensión a abusar del alcohol, lo que indica que la combinación de normas estrictas contra el alcohol y la confianza en la red social que las genera previene fuertemente a los adolescentes de este comportamiento. Esto coincide con estudios previos sobre la preeminencia de las creencias y la internalización de las normas religiosas como motivos contra el uso de drogas y no solo el contacto institucional (Longest y Vaisey, 2008).

En cuanto a la interacción entre la afiliación religiosa y la asistencia a la iglesia, entre los católicos, solo la asistencia con los padres fue significativa en la reducción del abuso del alcohol y no lo fue la asistencia con otros familiares o amigos. Esto concuerda con el hecho de que la religión católica se disemina en México de generación en generación y sugiere la importancia de los padres católicos como transmisores de normas y supervisores de las conductas de los hijos. Además, al ser México un país altamente católico, la asistencia a la iglesia con los amigos católicos puede indicar la participación en festividades sociales y no necesariamente que se tenga una red de amigos con convicciones religiosas.

En cambio, entre los evangélicos, en quienes el proselitismo sostiene su crecimiento y muestran un valor alto por la religión, la asistencia a la iglesia aún con otras personas distintas a los padres puede facilitar la evasión o regulación de conductas de riesgo como el abuso del alcohol. Por lo tanto, las diferencias entre católicos y protestantes en la asociación de este tipo de abuso con la asistencia a la iglesia con los amigos  indica que no es la socialización con amigos por sí misma lo que protege al adolescente, sino las relaciones con amigos intolerantes al abuso del alcohol, como se ha encontrado en estudios previos en los que se ha profundizado en los mecanismos mediadores de la influencia de la religión en el abuso del alcohol y de otras drogas (Neckelman, 2009; Longest y Vaisey, 2008). Por el contrario, la participación en otros tipos de redes sociales, como los equipos deportivos, aumenta la frecuencia en el consumo de alcohol entre los adolescentes mexicanos (Ruíz-Risueño et al., 2012).

Por último, la interacción entre ir a la iglesia acompañado y el valor por la religión reveló que ambas variables están mutuamente condicionadas en su relación con el abuso del alcohol. Tener algún valor por la iglesia, pero sin asistir a la iglesia o asistir sin compañía, no protege al adolescente del abuso del alcohol. De igual forma, ir a la iglesia con los padres y tener un valor nulo por la religión tampoco ayuda a disminuir el abuso del alcohol, aunque los resultados indican que no representa un riesgo mayor respecto a no asistir a la iglesia, como se ha mostrado en otros estudios (Marsiglia et al., 2012). En este caso, tampoco podemos descartar la idea de que una baja calidad de la relación entre los adolescentes y sus progenitores explique esta asociación nula, ya que los adolescentes podrían estar siendo obligados a ir a la iglesia.

La única excepción al condicionamiento mutuo de las variables de ir a la iglesia y valorar la religión es la asociación positiva de ir a la iglesia con amigos, que, aún con un valor nulo por la religión, se asocia en general a la disminución de la posibilidad de abuso del alcohol. Una explicación para esta excepción podría ser que la asistencia a la iglesia con otros tiene el potencial de ejercer una influencia indirecta en la reducción del abuso del alcohol (Regnerus y Smith, 2005), ya que podría indicar que el adolescente está rodeado de una red social religiosa, distinta a los padres, que potencialmente puede protegerlo de la oportunidad de consumir y abusar del alcohol e influir en la estimación de riesgos vinculados a este comportamiento.

Este estudio presenta algunas limitaciones. La primera es no contar con un indicador más refinado sobre el uso del alcohol, para poder diferenciar entre oportunidades de uso, consumo, consumo alto y dependencia. La segunda es no saber la frecuencia con la que van a la iglesia los adolescentes. La frecuencia de la asistencia a la iglesia con los padres, con amigos o con nadie podría variar y esto influir en las asociaciones observadas. Una tercera limitación del estudio es no poder establecer una relación causal entre la religión y el abuso del alcohol, dado que se trabaja con datos transversales. Con las fuentes de datos existentes solo es posible probar asociaciones estadísticas y, a partir de estas, elaborar posibles explicaciones basadas en la teoría social y la evidencia empírica. Aún con estas limitaciones, a partir de una muestra nacional de adolescentes mexicanos, los resultados de este estudio revelan importantes diferenciales en la prevalencia del abuso del alcohol entre los adolescentes de acuerdo con su  religión, así como en sus mecanismos protectores.

5. Conclusiones


Los resultados nos permiten concluir que la religiosidad, como fenómeno multidimensional, parece ser una fuente importante de capital social entre los adolescentes en México.  La normatividad de las iglesias evangélicas respecto al abuso del alcohol, así como las redes sociales con las que van a la iglesia y la confianza que los adolescentes depositan en sus iglesias son factores protectores en el abuso del alcohol. Aunque en general no hay diferencias en abuso de alcohol entre los católicos y los adolescentes sin religión, aquellos católicos que van a la iglesia con los padres y valoran su religión también observan menores momios de abuso del alcohol. Los tres componentes del capital social de tipo religioso (la normatividad, la valoración subjetiva y las redes sociales) interactúan y disminuyen entre los adolescentes las posibilidades de abusar del alcohol.

Los hallazgos aquí presentados extienden el conocimiento previo sobre la relación entre religión y abuso de alcohol en México, pues muestran diferencias estadísticamente significativas en el abuso de alcohol por tipo de adscripción religiosa y de acuerdo al tipo de personas  con las que asisten los adolescentes a la iglesia. En este sentido, los resultados apuntan hacia la importancia de incluir en las encuestas nacionales de adicciones (Medina-Mora et al., 2012) otras medidas de religión más allá de la adscripción religiosa, ya que con esta variable no es posible diferenciar los niveles de religiosidad del grueso de la población mexicana, ni sus vínculos con el uso de drogas lícitas e ilícitas.

Estudios futuros deberán profundizar en los grados de involucramiento religioso, en la oportunidad de uso y en los niveles de consumo de alcohol en los adolescentes mexicanos. La potencialidad de la religión como protección en el abuso del alcohol de los jóvenes puede tener estrecha vinculación con ciertos mecanismos de influencia social e integración social, identificados como estrategias contra el abuso de drogas en programas de prevención (Bovin, 2000), como se ha encontrado en otros países latinoamericanos (Chen et al., 2004). Próximas investigaciones deberán ahondar en  su análisis y la comprensión de sus impactos. Asimismo, estudios posteriores  deberán incorporar el análisis de otras instituciones sociales donde participan los adolescentes, para ampliar la comprensión del capital social de tipo secular en el abuso del alcohol de los adolescentes en México y sus diferencias respecto al capital social de tipo religioso.

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1 El Colegio de la Frontera Norte, Departamento de Estudios de Población. MÉXICO. eunice@colef.mx
2 Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Departamento de Estudios Sociales. MÉXICO. gmartine@uacj.mx
3 Se analizó la inclusión de un índice de permisividad de los padres hacia los hijos con base en la batería de preguntas sobre los permisos que otorgan los padres, incluida en la ENJ-2010. Esta información solo estuvo disponible para quienes vivían con ambos padres, 70% de los adolescentes. La inclusión de esta variable no modificó los resultados obtenidos en este artículo. Este análisis no se presenta, pero se encuentra disponible bajo solicitud. Sin embargo, no contamos con variables para evaluar la calidad de la relación del adolescente con sus padres.

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