Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
31
ANÁLISIS LINGÜÍSTICO DE VOCES ESTEREOTIPADAS Y
RACIALES EN SIMÓN BOLÍVAR: UNA APROXIMACIÓN
1
*
Linguistic Analysis of Stereotypical and Racialized Voices in Simón
Bolívar: An Approach
Marco Lovón
2
RESUMEN
Pocos investigadores del lenguaje revelan las visiones y conceptualizaciones que Bolívar tuvo acerca de América y del
Perú a través de sus palabras en sus manuscritos. El objetivo de este estudio lingüístico es analizar las voces
estereotipadas y raciales en las cartas de Bolívar hacia su llegada al Perú. Metodológicamente, se realiza una selección
de las correspondencias epistolares de 1814 a 1825 que contienen fundamentalmente las palabras «ciudadano»,
«esclavo», «indio», «blanco», pues su uso muestra significados e ideologías tanto propias como del periodo. En el
análisis, se observa la evolución de los conceptos, así como las representaciones sociales plasmadas en el discurso. Así,
el presente trabajo concluye que a través del examen semántico del vocabulario se ve que Bolívar intentó describir
realidades que fueron cambiando conforme a su propia experiencia, viajes y procesos de independencia, especialmente
hacia el Perú, las cuales respondían a formas de creer o concebir lo Otro.
Palabras clave: carta, ciudadanía, racismo, estereotipo, discurso, Simón Bolívar.
ABSTRACT
Few language researchers reveal the visions and conceptualizations that Bolívar had about America and Peru through
his words in his manuscripts. The objective of this linguistic study is to analyze the stereotyped and racialized voices
in Bolívar's letters towards his arrival in Peru. Methodologically, a corpus of the epistolary correspondences from 1814
to 1825 was selected considering the containment of words such as “citizen”, “slave”, “Indian”, “white”, since their
use shows meanings and ideologies of his own and of the period. In the analysis, the evolution of the concepts is
observed, as well as the social representations embodied in the discourse. The paper concludes that through the semantic
examination of the vocabulary it is seen that Bolivar tried to describe realities that were changing according to his own
experience, travels and processes of independence, especially towards Peru, which responded to ways of believing or
conceiving the Other.
Keywords: letter, citizenship, racism, stereotype, discourse, Simón Bolívar.
I. Introducción
En el siglo XIX, la conformación de las sociedades de América Latina fue compleja. Por
ejemplo, no todas las personas eran consideradas ciudadanos. Los intelectuales de la época, al
igual que los soldados independentistas, transmitían una serie de concepciones o representaciones
sobre ciudadanía y esclavitud (Bonilla, 2001) que se revelan a través del vocabulario empleado.
En los hechos, los criollos y los blancos tenían claro quiénes eran esclavos o quienes constituían
1
Agradezco a la historiadora peruana Scarlett O’phelan por la lectura y alcances del manuscrito durante el
periodo de estudios del doctorado.
2
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú. Doctor en Lingüística. Catedrático e
investigador del Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
(UNMSM). Correo electrónico: mlovonc@unmsm.edu.pe. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9182-
6072
DOI: https://doi.org/10.15517/rk.v47i2.55094
Recepción: 29/10/2022 Aceptación: 2/02/2023
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
32
la servidumbre
3
. Así, los negros traídos del África o los indígenas autóctonos con los que se
topaban y subordinaban, y los hijos de estos, eran tratados y asumidos como objetos o
instrumentos de control, poder y dominación. En el plano lingüístico-discursivo, la voz esclavo,
que fue usada en procesos históricos anteriores, como en la Grecia Clásica, en el Imperio egipcio
o en el Imperio romano, se trasladó al escenario de América Latina, en donde su uso construyó
sujetos mejor percibidos que otros, cuyas apreciaciones se cruzaron no solo con concepciones
religiosas
4
, pues quienes eran bendecidos por Dios o favorecidos por su mandatos, eran
considerados ciudadanos, sino también con ideologías de raza y etnia: si no eran blancos, todo
estaba perdido, sea hombre, mujer o niño. El negro y el indígena fueron vistos como inferiores,
sobre todo el negro, porque este era considerado un sujeto exógeno a América Latina. Según
O’Phelan (2011), por ejemplo, en el debate de «ciudadanía» para el indígena y el negro en las
Cortes de Cádiz, los negros generaban mayor rechazo que los indígenas por proceder del
continente africano, mientras que los otros, por ser asociados o invocados en relación con el
imperio incaico, eran relativamente más aceptados.
En general, los llamados «esclavos» fueron desprestigiados en el discurso social,
académico, político y militar, lo que repercutió en la conformación de las sociedades y el entorno
regional. Fue difícil que un negro llegara a ser general militar, por ejemplo. Casos como los de
Manuel Piar (Gil, 2017) y José Padilla
5
(Zapata, 2000), o el de los milicianos de color que
integraron las compañías de pardos libres y más tarde el Batallón de Infantes de la Patria en Chile
(Contreras, 2011) fueron escasos. Los «esclavos» eran despreciados por sus amos y la población
criolla, muchas veces justificados bajo los discursos de la Ilustración. A la población negra, o
3
Los usos de esclavitud por esclavo recuerdan el uso eufemístico venezolano de servicio por sirviente o
sirvienta que podría deberse a la reducción de la expresión personal de servicio (Hildebrandt, 1961, p. 161)
4
Landavazo (2001) señala que «la vida humana tenía tres dimensiones esenciales y vinculadas entre sí
la religiosa, la política en su modalidad de fidelidad al rey, y la cívica en su forma de amor a la patria, de
tal suerte que se volvía coherente presentar la lucha por la defensa del rey como una lucha por la patria y
por la religión. De ahí, también, que un hombre que no fuese buen patriota y buen vasallo en modo alguno
podía ser un buen Cristiano» (pp. 73-74).
5
Padilla representaba el protagonismo político de los pardos en la construcción de la madre patria. También
simbolizaba la conexión entre la igualdad racial y la retórica republicana antiaristocrática de la revolución.
La construcción de la imagen de Padilla como mártir opuesto a la tiranía proveía una moraleja que
expresaba valores políticos estimados por los veteranos. No solo resaltaba el papel militar de los pardos en
la construcción de la República, sino que también representaba las represiones con que la tiranía castigaba
a los liberales y veteranos de la guerra de los pardos (Lasso, 2007).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
33
afrodescendiente, para entonces, no se le permitía llegar a escalas políticas superiores como la
presidencia de un país y si lo lograban, no solía ser tolerado por las castas o grupos de poder
blanco.
Simón Bolívar es uno de los personajes que reforzaba los significados que habían cobrado
las voces «ciudadano» y «esclavo». Su lenguaje está lleno de léxicos que congelan la historia y
revelan la configuración social y política del tiempo (Hildebrandt, 2001). El libertador es uno de
los casos que muestra un discurso jerárquico que, se puede afirmar, es racista (Helg, 2004; Lasso,
2007), al igual que otros hombres del momento en el proceso de las independencias, donde se
puede localizar las variadas formas de pensar, en ocasiones, prejuiciosas (Helg, 1999; Helg,
2001). Por tanto, resulta importante estudiar las concepciones que Bolívar transmitía en su época
a través del empleo de voces estereotipadas y raciales en sus discursos, sobre todo escritos y,
particularmente, en sus cartas, ya que sus comunicaciones personales revelan sentimientos y
apreciaciones íntimos e ideas que permanecen a través del tiempo. Un ejemplo de ello es que
gracias a sus escritos (como proclamas y discursos), se puede conocer que sus formas de pensar
y organizar la vida republicana proceden de lo que él conoció sobre la Revolución Francesa: «En
ellos Bolívar aparece como el actor que quiere subyugar a las masas y llamar la atención del
mundo sobre América» (Masur, 2008, p. 470).
Ahora bien, diversos estudios interdisciplinarios entre historia y lingüística han permitido
comprender con mayor profundidad diversos fenómenos sociales, así como la relectura de textos
o fuentes. Los historiadores franceses por ejemplo se preocuparon por el análisis del discurso y la
manera de revelar las distintas ideologías que se encontraban y transmitían en ellos de forma
subyacente (Ceamanos, 2002). Los estudios entre lingüística e historia han llevado a pensar en la
conexión empírica que ocurre entre el discurso y la realidad, lo que ha conducido a examinar la
manera en que los actores sociales disponen de palabras para establecer conceptos que repercuten
en la vida y que se anclan en la historia (Guilhaumou, 2004). Así, en estos estudios
interdisciplinarios interesa el análisis en los discursos históricos de la semántica y lexicometría
de las palabras, la sintaxis de los enunciados, la producción e intención discursiva, así como las
representaciones ideológicas (Guilhaumou, 1974).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
34
De ahí que el presente trabajo tiene por objetivo responder cuáles fueron las concepciones
que tuvo Simón Bolívar sobre los ciudadanos y los esclavos a través de vocablos como
«ciudadano» y «esclavo» en sus cartas escritas entre 1814 ay1825. Consideramos necesario
realizar un examen de estas voces porque revelan un proceso de significaciones y
resemantizaciones vinculadas con etnia y raza en momentos de inestabilidad política, pues
América Latina se veía afectada por la invasión española, se iniciaban los procesos de
independencias de la corona y se daban proyectos propios en la región, tales como el federalismo,
el centralismo, la revolución de castas, etc. Además, muestran el periodo hacia su viaje al Perú,
uno de los escenarios importantes de considerar en la liberación de las repúblicas. Por lo tanto, el
artículo se ordena de la siguiente manera: se presenta como marco conceptual-referencial el
contexto histórico, la vida de Bolívar y sus cartas; luego, se presenta la metodología, y, después,
se realiza el análisis de las voces étnico-raciales, para finalmente, mostrar nuestras conclusiones.
2. Contexto, historia y lenguaje
Antes de proseguir con la metodología y el análisis de la investigación, se desarrolla el
marco referencial.
2.1. Contexto histórico-social
América se encontraba por muchos siglos en el eje de Europa. El antiguo régimen se
constituyó por el control de una persona en el poder y se caracterizó por su centralismo y
proteccionismo económico. Dicho régimen se caracterizaba por sus formas de gobiernos
autoritarias y absolutistas, en los que los derechos recaían en las clases más privilegiadas. Con la
Ilustración, se pensó en una división de poderes, en la que el Estado no interviniera en asuntos
económicos, y en una democracia sostenida en la soberanía, lo que a su vez promovía los derechos
sin distinción social para todos. El pensamiento ilustrado repercutió en la América española
también, sobre todo en la sociedad letrada, pues tanto la acefalia del poder español en América
como la búsqueda por la libertad gestada por la agudización de la crisis monárquica promovieron
una conciencia americana y una opinión pública sobre la representación y la soberanía (Viáfara,
2016).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
35
Los ideales de libertad llevaron a pensar en sociedades dinámicas, pero aun organizadas
en castas. Los privilegios de unos no desaparecieron a inicios del siglo XIX ni en los inicios de
las repúblicas. Las sociedades americanas se enfrentaron a cuestionamientos y reestructuraciones.
Por ejemplo, Venezuela afrontó las vicisitudes del pasado colonial y de los diversos sectores
raciales y sociales para sentar las bases de una nación pacificada e integrada (Pino Iturrieta, 2018).
El Perú republicano también se gestó en el enfrentamiento, y muchas veces en el sostén, de los
rezagos de la Colonia. El nuevo ciudadano (de las ahora repúblicas), descendiente generalmente
de conquistadores y que ocupaba importantes cargos políticos, estuvo sujeto a un proceso de
cambios, sin alejarse siempre de las costumbres y valores tradicionales (Viáfara, 2016). La nueva
y naciente América se vio así envuelta en jerarquías y servidumbres. La nobleza criolla fue
destinada a ocupar cargos políticos, pues se afianzaba el orden social tradicional de siglos de
dominación imperial. Para el caso de Venezuela, Pino Iturrieta (2006) señala que «tenemos la
alternativa de suponer que los “hijos de la patria” no son todos los venezolanos, sino sólo aquellos
que en el pasado tuvieron fueros y privilegios» (p. 44).
La revolución americana aun así impulsó la liberación del poderío español. Las clases
dominantes de los países libertados se debatieron entre el continuismo y la nueva propuesta.
Bolívar, como otros independentistas, luchó por un nuevo régimen. Las conexiones con la
revolución francesa y la estadounidense influyeron en la visión de la sociedad latinoamericana.
Por ejemplo, basándose en la manera en los derechos del hombre y los derechos individuales, los
esclavos haitianos realizaron una revolución que impactó a Europa y toda América y generaron
que se reorganicen los estados y den paso a una identidad americana nueva (Rinke, 2011). No
obstante, Núñez (1989) sostiene que la
influencia (de la revolución francesa) no fue tan decisiva, y que la independencia de
nuestros países, fue sustancialmente el resultado de una larga crisis colonial y de una
creciente toma de conciencia de los pueblos latinoamericanos respecto de su destino
histórico. (párr. 1)
No obstante, los nuevos ideales promovieron la independencia de América y con ello se
condujo a la caída del antiguo régimen. Desde América, los focos revolucionarios lograron la
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
36
separación de España y sus sistemas, aunque culturalmente la ruptura es lenta y borrosa. En
términos sociales e históricos, se entiende, entonces, la configuración compleja de la sociedad
americana, en la cual diversas voces o palabras mostraban la carga semántica heredada o
resemantizada conforme los cambios que afectaron a las excolonias. Los libertadores que
arribaban a sus destinos llevaban consigo sus concepciones y muchas veces aun sin llegar al lugar
aprendían, manejaban o reproducían prejuicios sobre las poblaciones, los territorios o «lo ajeno»,
sobre todo cuando estos no sumaban a la causa de la independencia y a la conformación de las
nuevas repúblicas.
2.2. Simón Bolívar: vida y pensamiento
El 24 de julio de 1783 nació Simón Bolívar en Caracas, hijo de una familia vasca
posicionada social y económicamente desde finales del siglo XVI en Venezuela. No obstante, a
temprana edad, quedó huérfano de madre y padre en su infancia, por lo que fue criado por tutores.
De acuerdo con Key Ayala (2017), tuvo excelentes maestros. Fue instruido para ser súbdito leal
del rey de España. Bolívar formó su ideario político sobre la base de la Ilustración y del
empirismo. Cuando estuvo en París entró en contacto con las ideas propias de la Revolución
francesa y terminó por conocer a Humboldt y Napoleón. Además, fue cercano a la ciencia, la vida
militar y los reinados europeos (O’leary, 1879-1888).
Trujillo (2012) se pregunta cómo era Bolívar para sus contemporáneosy se responde a sí
mismo citando el texto de Gil para indicar que era bien parecido físicamente y muy destacado por
sus cualidades morales y cognitivas. Estos rasgos son muy destacados por los historiadores, como
se cita:
no obstante su estatura mediana, era de continente airoso, y aunque de andar inquieto y
rápido, cruzaba con frecuencia los brazos y tomaba actitudes esculturales en los
momentos solemnes. A su maestro Simón Rodríguez debemos la siguiente imagen:
«hombre perspicaz y sensible, intrépido y prudente a propósito, generoso al exceso,
magnánimo, recto, dócil a la razón, ingenioso, activo, infatigable: por tanto, capaz de
grandes empresas (Trujillo, 2012, p. 18)
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
37
Bolívar se dedicó principalmente al ejercicio de las armas. Y casi a los 14 años se
convirtió en cadete en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua en 1797. En
1979 se destacó con la aplicación de sobresaliente en su ascenso a subteniente. Su adiestramiento
militar lo llevó a interesarse por materias castrenses (física, dibujo topográfico, matemáticas).
Posteriormente, se convirtió en uno de los líderes más trascendentales en el contexto de
la independencia de varias colonias hispanoamericanas (Grases, 1983). Se afilió a la masonería
donde profundizó en las ideas liberales. En Roma, en 1805, prometió liberar a Venezuela de la
dominación de los españoles. Asimismo, suministró al movimiento de la independencia una base
ideológica por medio de sus propios discursos y escritos (O’Phelan, 2019). Fue él quien aseguró
la independencia de Venezuela
6
en la batalla de Carabobo (1821) cuando derrotó a los españoles,
así como el resto de las independencias que don José Martín no culminó. Es interesante ver la
apreciación de Key Ayala (2017) al respecto:
Llega triunfador a Caracas. Restablece la patria. Sus compatriotas, llenos de asombro y
entusiasmo, lo aclaman Libertador. Se le da el título que acompañará siempre su nombre
y definirá su papel histórico. Libertador por antonomasia. Ya no es el joven exaltado que
da sus primeros pasos. Se ha revelado como gran político. Se ha revelado como general.
Ya es Bolívar. Es el Libertador. (p. 24)
Inspirado en el modelo de Estados Unidos, concibió la idea de una confederación que
uniese a las colonias antiguas españolas americanas. Por ello, después de liberar Venezuela, su
proyecto fue independizar a otras ciudades importantes. Atravesó los Andes y derrotó a los
realistas en la batalla de Boyacá (1819), lo que permitió la liberación del Virreinato de Nueva
Granada. En la batalla de Pichincha (1822), junto con Antonio José de Sucre, emancipó la
Audiencia de Quito (Quintero, 2006).
En el Congreso en Angostura de 1819 presentó una constitución en la que propuso la
unificación de Colombia, Venezuela, Ecuador en lo que llamaría la Gran Colombia. Dicho Estado
6
«Venezuela es el ídolo de mi corazón y Caracas es mi patria: Juzgue V. cual será mi interés por su
prosperidad y engrandecimiento» (Carta a José A. Alamo, 26 de noviembre de 1829, vol. III, p. 368, citado
en Bolívar, 1973, p. 88).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
38
apareció en el Congreso de Cúcuta de 1821, con una constitución nacional que reglamentó e
implementó su creación. Esta unión optó por un sistema político-administrativo centralista y
unitario. Y fue él el elegido como presidente de esta confederación. Posteriormente, se puso al
frente de la insurrección del Perú. Participó en la derrota de los realistas en Junín y en la batalla
de Ayacucho, la cual determinó la culminación de la presencia de los españoles Sudamérica y,
por su puesto, el Perú. En 1825, batalló contra los focos realistas del Alto Perú restantes y creó
allí la República de Bolívar, la actual Bolivia. Para Quintero (2006), la situación histórica en la
que se encontraba Bolívar se enmarcó en la búsqueda por un orden, dado que no hay ninguno
perdurable en el momento. Para 1826, el libertador abandona el Perú. Se embarcó secretamente
en el bergantín Congreso en el Callao, luego de haber estado 3 años en el país, donde alcanzó la
cúspide de su gloria. «Paradójcamente, también el principio del fin» (Bacacorzo, 1983, p. 25).
Sin embargo, por su estilo dictatorial tuvo detractores. También por concebir una
Hispanoamérica unida terminó afectó sentimientos particularistas, por lo que muchos oligarcas
locales buscaron separadamente sus independencias políticas. Busaniche (1960) indica que para
Daniel Florencio O´Leary, edecán de Bolívar, el libertador era excéntrico; para José de San
Martín, era muy ambicioso y codicioso: «la opinión pública lo acusaba de una desmedida
ambición y de una sed ardiente de mando» y que «él se ha encargado de justificar plenamente ese
reproche» (p. 114); para Guillermo Miller, oficial de San Martín, era fiero, arrogante y opresivo:
«La expresión de su semblante es cautelosa y triste, y algunas veces, de fiereza. Su carácter,
viciado por la adulación, es arrogante y caprichoso» (p. 130). Y añade que «sus opiniones con
respecto a los hombres y las cosas son variables y tiene casi una propensión a insultar, pero
favorece demasiado a los que se humillan y con éstos no guarda ningún resentimiento» (p. 130);
para Rudecindo Alvarado, era ofensivo: «así he de pisotear la República Argentina» (p. 173)
7
.
Para Quintero (2002), Bolívar ha sido visto como autoritario y en ocasiones como
7
A pesar de sus aspectos negativos, se le recuerda por sus inteligencia, abnegación, talento y voluntad
(Miller, 1829-1910). Sus cualidades fueron reunidas para el servicio de la «noble» empresa que emprendió:
la de libertar y organizar la vida de diversas naciones americanas que lo perciben como un padre. Sus restos
se encuentran en el Panteón Nacional.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
39
dictador cuando se enfrentaba a los asuntos de igualdad y democracia. Por otro lado, por sus
afanes integracionistas y antiimperialista, ha sido considerado como demócrata y defensor de la
igualdad, con lo cual se le ha atribuido ser la encarnación del pensamiento revolucionario. De esta
manera, muchos países sudamericanos han creído ver en Bolívar en un ideólogo o bien de derecha
o bien de izquierda. Sin embargo, como indica la autora, «fue un hombre que actuó y respondió
a las exigencias de su tiempo» (Quintero, 2002, p. 91). Bolívar, siguiendo a Quintero, respondía
a su creatividad para responder a las diversas circunstancias políticas. Para Aure (2006), Bolívar
buscó siempre la gloria, es decir, el reconocimiento de sus acciones.
Liévano Aguirre (1983) apunta que Bolívar estuvo respaldado por los pueblos en sus
decisiones por lo que se mostraba optimista. Según Caro García (1983), «La acción revolucionaria
de Bolívar (...) se sintetiza en sus proyectos sociales a favor de los sectores populares y en su
sueño por la unidad del Continente Americano» (p. 543). Bernard (2008) considera que los
proyectos de nación para América Latina de Bolívar se relacionaban con el poder moral, dado
que la ética, la justicia social y la educación confluyen, con miras a modificar la sociedad colonial.
Según el libertador, el Estado era el que debía encaminar la educación del pueblo, en especial del
ilustrado y virtuoso (Durán, 2017).
Morales (2021) señala que Bolívar persiguió una república mayor que uniera las
repúblicas americanas. Sin embargo, su ideal continentalista se basó en la construcción de un
«nosotros» criollo, pues no se evidenció una postulación por lo mestizo, dado que se encontraba
en los momentos de la gesta independentista, que tardó en comprender y aceptar la imagen
mestiza. Por eso, el autor indica que se pensó en una ciudadanía restringida:
El continentalismo de Bolívar es hispanófobo, ilustrado, desconfiado de la soberanía
popular y la ciudadanía universal, con un ideal de gobierno cuasi aristócrata. Su nosotros
americano se identifica con los criollos o españoles nacidos en América frente a los
españoles peninsulares que la habitan y gobiernan. Además de ese otro exterior, el
nosotros bolivariano también se funda en la diferencia con otro interno: los mestizos, los
indígenas, los mulatos u otros descendientes africanos en América. Todos ellos están
excluidos de la «americanidad. (p. 619-620)
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
40
Su desconfianza se reveló en diversos momentos. Por ejemplo, en su relación con la élite,
especialmente criolla limeña, hizo que se decidiera por el proceso independentista, dado que se
mostró ambigua e indeterminada (Pérez et al., 2021).
Cabe señalar que Bolívar plasmó todos estos pensamientos en sus escritos, donde sus
palabras revelan la carga semántica de la época. Dicho de otro modo, sus voces constituyen un
ejemplo de representaciones sociales o ideológicas de lo que considera o describe. Como los
diversos independentistas, también sus concepciones revelan juicios y prejuicios histórico-
sociales.
2.3. Correspondencias y lenguaje
Se han realizado estudios de Bolívar desde sus correspondencias
8
. Hasta ahora, hay más
cartas encontradas de él que de cualquier otro general y emancipador. Para contrastar, las cartas
de San Martín y las de Sucre ni siquiera superan las correspondencias bolivarianas ni en cantidad
ni en contenido. Según Trujillo (1983):
Bolívar es, en punto a letras, lo más alto de su época en lengua de Castilla. Con Bolívar
se realiza la revolución de independencia en las letras castellanas o, para no salir de casa,
en las letras americanas. Fue también en literatura el Libertador. Lo atestiguan sus cartas,
donde recorre el diapasón de los afectos, desde la plácida amistad hasta el odio encendido,
hasta la tristeza salomónica; sus proclamas, fulgurantes de poesía épica; sus discursos
persuasivos, sus documentos, a menudo de una armonía admirable entre la sobriedad del
estilo y la altitud mental. Cuando es pensador, como en el Congreso de Angostura, la
expresión gana en profundidad lo que pierde en brillo. En las cimas muy elevadas no se
produce la vegetación frondosa de las tibias laderas y de los valles calientes. (p. 236).
A Bolívar se le reconoce como un escritor asiduo. A diario escribía cartas. Por su
producción es probable que escribiera entre dos o seis cartas por semana:
8
«En 1895 sale a la luz pública Bolívar: cartas inéditas, obra de Jorge Roa, editada en Bogotá, la cual fue
una de las fuentes utilizadas por Vicente Lecuna para su extraordinaria labor bolivariana» (Trujillo, 1983,
p. 20).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
41
Bolívar dedicaba todos los días horas enteras a su correspondencia, según consta de
O’Leary y de otros contemporáneos; y como esa costumbre fue de toda su vida, por
cuanto la correspondencia le servía de actuación política o era menester para los asuntos
del servicio, se comprenderá fácilmente que lo que la posteridad conserva de las cartas
bolivianas es bien poco, una porción mínima. (Trujillo, 1983, p. 244)
9
Los primeros escritos de Bolívar están llenos de pasión, desenfreno, armonía. Presenta un
lenguaje vivaz y en el que se revela sus energías por los proyectos que se plantea. Esos ánimos,
posteriormente, conforme se cruza con una serie de acontecimientos que lo decepcionan,
mermarán y serán mostrados también en sus correspondencias. Así, Trujillo demuestra que, si
bien al principio fue prolijo, después ya no:
Conciso no siempre lo fue, sobre todo al principio. Entonces la pasión desbordaba en su
alma, y la pasión de la libertad, como una llama, encendía su prosa: los adjetivos, las
imágenes, los tropos, todo sale borbotan do de su pluma, cual rusiente lava de cráter.
Después fue depurándose aquel lenguaje titánico hasta 1825, en que alcanza la belleza
que le prestaba otra exaltación: la exaltación dionisíaca del triunfo, de la fuerza. Más
tarde, a partir de 1828, es la tristeza la que mueve aquella pluma y apesadumbra aquel
espíritu: el estilo es arrebatado y doliente; se oyen como trenos de profeta hebraico; se ve
el orgullo sangrando; los desengaños imperan. Asistimos al drama de un grande espíritu
vencido por la vida, ya sin esperanzas, despechado, impotente. ¡Qué mayor pena que la
de un gran iluso carente de ilusiones! Lo que faltó siempre en su estilo y en su vida fue
la serenidad, la placidez, la calma. (Trujillo, 1983, p. 236).
Era escritor, pero sobre todo soldado. Y las acciones militares afectaban más sus ánimos
que los ánimos de ser escritor. En sus memorias y cartas fue reconocido como poeta vivaz, un
9
También, es de notar que las cartas que escribía competían con las que a él le escribían, aunque la
proporción no fue tan igual, recibió bastante correspondencias o comunicaciones. Así, Trujillo nos ilustra
lo siguiente: «La observación del señor Paul Groussac, respecto a la desproporción entre las Cartas a Bolívar
y las Cartas de Bolívar, es excelente para comprender a cuánto monta el tesoro perdido de esa
correspondencia, preciosa por su valor literario e histórico, y más preciosa todavía como revelación
psicológica de aquella gran sombra continental» (Trujillo, 1983, p. 244).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
42
maestro de la palabra (Masur, 2008). Para Bolívar, la escritura era una herramienta útil para
transmitir mensajes, comunicaciones, exhortaciones. Era el medio para intercambiar opiniones y
dar a conocer sus decisiones en una región donde la comunicación no era totalmente inmediata y
fácil. Recordemos que muchas de las cartas tuvieron que cruzar los Andes, un territorio agreste y
complicado de dominar: «La palabra era para él una herramienta, y un medio, como la guerra,
para llegar a un fin, además de ser indispensable en una región del mundo que sus habitantes
llaman el continente de la palabra» (Masur, 2008, p. 236). En sus últimos años, se muestra
desganado, con el corazón decepcionado, y contestatario a sus opositores y críticos. Para Trujillo
(1983), en sus cartas del año 28 y 29 se percibe a un Bolívar desilusionado por las calumnias que
recibió.
A pesar de las decepciones demostradas, el conjunto de las cartas de Bolívar muestra su
pensamiento político y su liderazgo, sobre todo su lucha por los patriotas americanos. Según
Trujillo (1983), «la gloria del Libertador permanece viva en sus obras. En sus cartas, discursos o
proclamas se condensa su pensamiento político». (p. 578). Para Goldman (2008, p. 35), el análisis
de los conceptos de las palabras devela claves para comprender las razones que hacen fracasar,
por ejemplo, proyectos de organización nacional, como el sucedido en el Río de la Plata y, a la
vez, para entender la resemantización de estos en la elaboración de nuevas argumentaciones que
se crean en la formación de los estados-nación, como sucedió con Argentina. La autora
ejemplifica que la voz «nación» a mediados del siglo XVIII presentaba distintos significados y
usos:
Por un lado, hacía referencia al lugar de nacimiento, empleo ya registrado en el ámbito
de las universidades y los concilios eclesiásticos medievales. Por otro lado era empleada
para distinguir a una población caracterizada por una serie de rasgos étnicos o culturales
como lengua, religión o costumbres. Finalmente era utilizada para designar a poblaciones
que compartían unas mismas leyes o debían obediencia a un mismo poder, acepción
política que había comenzado a difundirse desde principios del setecientos. (Goldman,
2008, p. 83).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
43
Según la autora, amerita realizar un examen de las voces con significaciones sociales e
históricas que se iban incluso resemantizando en la concepción de los sujetos discursivos. Más
aun, es necesario realizar un estudio de las palabras (Austin, 1990), pues con estas se pueden
pedir una orden o negar a una persona o un grupo étnico-racial. En este sentido, explorar algunos
de los vocablos de Bolívar ayudará a comprender el pensamiento del libertador y del tiempo en
que se circunscribe.
3. Metodología
Hemos decidido estudiar las cartas de Bolívar desde la lingüística, en tanto son una fuente
de conocimiento histórico (Mestre, 2000), pero también lingüístico. Los especialistas del lenguaje
y discurso encuentran importante analizar el lenguaje en relación con la raza y los estereotipos
(Yalta et al., 2022). Flores y Rosa (2015) proponen que por medio del uso del lenguaje se
construyen concepciones raciales y la raza influye asimismo en el lenguaje. Los epistolarios abren
horizontes para la investigación lingüística, filológica, histórica y antropológica. Como
documentos de investigación, dan noticia de los discursos de los diversos actores sociales, como
son los héroes de la independencia americana. Y revelan, a través del análisis de los discursos, las
ideologías que dichos actores producen, mantienen y difunden en un marco temporal y espacial
determinado.
La correspondencia privada es muy reveladora de las formas de pensar de la época, pues
bajo las maneras de comunicarse se despliegan argumentaciones, ideas y conceptos que se
comparten en confianza con ese otro destinatario, que se asume como igual. Las cartas, en general,
se han escrito hacia alguien al que se le tiene respeto y amistad, pero también han servido para
mostrar autoridad. Han sido dirigidas para dar órdenes, precisiones, indicaciones y objeciones.
Por ello, las cartas son un medio para estudiar el encuentro y las relaciones entre lenguaje y raza.
Las cartas de recomendación, por ejemplo, producen sesgos que generan prejuicios raciales y de
género (Akos, 2016). Los análisis lingüísticos de los géneros de cartas contribuyen a interpretar
los contenidos que se plasman en ellas (Ciapuscio, 2021; Castillo, 2002). Así, examinar cartas
permiten, por ejemplo, analizar como los emisores se describen de manera positiva, mientras que
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
44
los demás son definidos negativamente, estableciendo así ideologías en la sociedad (Karimi y
Heidari, 2015).
Como ya se ha comentado, Bolívar fue un experto en la comunicación escrita de las
variadas modalidades de carta. Por lo tanto, para la conformación del corpus por analizar se se ha
recurrido principalmente a revisar las misivas originales publicadas en diversos textos, que son
citados en el análisis, y que fueron corroboradas en el libro del Ministerio de Educación Nacional
de los Estados Unidos de Venezuela (1990). Esta fuente es de suma importancia, porque recoge
con certeza la escritura de Bolívar. En los documentos citados, no se han alterado sus palabras y
sus contenidos. Ahora bien, ya que nos interesa analizar las voces «ciudadano» y «esclavo» no
como conceptos totalmente estáticos, sino en un proceso de construcción del discurso, hemos
procedido a recolectar las cartas en las que aparecen estos vocablos en los años más relevantes de
su vida y campaña. El periodo comprendido es de 1814 a 1825, años que corresponde a su vida
en Venezuela, su estancia en Haití, sus viajes a Sudamérica, especialmente el Perú, y la
culminación del proceso de independencia de la metrópoli. Creemos que esta manera de proceder
permite ver ampliamente sus formas de pensar, de saber si se mantuvieron o cambiaron. Estos
años se corresponden con los siguientes sucesos históricos:
1814: Retiro a Jamaica después de ser derrotado. Escribe la Carta de Jamaica.
1821: Obtención del triunfo definitivo en la batalla de Carabobo, que asegura la
independencia de Venezuela.
1824: Victoria sobre el ejército realista del Peen Junín. Además, Sucre vence
a los realistas en la batalla de Ayacucho.
1825: Sello de la última independencia. Las provincias del Alto Perú se
constituyen en República Bolívar.
Para el análisis, se han marcado con negrita los vocablos «ciudadano» y «esclavo»
conforme a su lugar de aparición o ubicación. Adicionalmente, analizamos el vocablo «pardo» e
«indio» por estar relacionado con los dos. También, indicamos el año y lugar donde aparece la
correspondencia.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
45
4. Análisis
A continuación, se presenta el análisis cualitativo realizado en el examen de las voces
consideradas estereotipadas y raciales en los discursos epistolares de Simón Bolívar.
4.1. Las voces «esclavos» y «blancos» en la Venezuela esclavista
En junio de 1814, Bolívar escribe una carta en la que advierte el temor que se debe tener
hacia los esclavos libertos. Trata de advertir que representan un riesgo para la élite criolla. Para
él, son un peligro para las mujeres, los ancianos y los niños, como se ve a continuación:
(1) Caracas, junio 17 de 1814
(...)Nuestros enemigos no han perdonado medio alguno por infame y horrible que sea
para llevar al cabo su empresa favorita. Han dado la libertad a nuestros pacíficos esclavos
y puesto en fermentación las clases menos cultas de nuestros pueblos para que asesinen
individualmente a nuestras mujeres y a nuestros tiernos hijos, al anciano respetable y al
niño que aún no sabe saludar.
(...) El ejemplo fatal de los esclavos y el odio del hombre de color contra el blanco,
promovido y fomentado por nuestros enemigos, van a contagiar todas las Colonias
Inglesas, si tiempo no toman la parte que corresponde para atacar semejantes desórdenes.
(Bolívar, 1814, citado en Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1964, p. 350)
En esta carta, Bolívar usa los vocablos «esclavo» y «blanco» como términos con los que
se puede identificar dos polos totalmente opuestos. La voz «esclavo», a pesar de estar acompañada
del adjetivo «pacíficos», tiene un matiz negativo, pues en el mismo enunciado los asocia con
«clases menos cultas», es decir, los infravalora (Bolívar et al., 2007). Para Bolívar, son
considerados sujetos inferiores. Él considera que la clase más culta son los criollos, a los que
denomina «pueblo». Adicionalmente, los «esclavos» son representados como «asesinos». El
darles libertad para Bolívar representa darles permiso para asesinar. El libertador los acusa,
además, de racistas. En otro sentido, la víctima no es el esclavo negro, aunque explícitamente no
usa la voz «negro», pues se cuida en este discurso, sino más bien el ciudadano blanco, quien vive
en orden y se aleja del caos, atribuido al esclavo.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
46
Debe señalarse que, con la finalidad de emplear la mano de obra aborigen, y dada que
esta era escasa, la inserción de esclavos del África inicia a partir de 1528 hacia Venezuela
(Maracaibo, La Guaira y la Isla de Margarita), donde se desarrollaron actividades económicas de
explotación del café, del cacao, de la caña de azúcar, así como la pesca de perlas y la minería. Su
productividad aumentó durante el siglo XVII por lo que se incrementó el reclutamiento de
esclavos. Hacia el siglo XVII y también el XVIII fueron llevados grandes cantidades de esclavos,
quienes fueron distribuidos entre los diferentes hacendados en el territorio. Para entonces, la
demanda de esclavitud era alta, por lo que los negros también fueron llevados a Coro, Cumaná,
Maracaibo como contrabando por parte de piratas ingleses y franceses. Esa fue la sociedad en que
vivió Bolívar: él no solo percibió la esclavitud, sino que también formó parte del sistema que
nació con mano de obra esclava. Su familia tenía esclavos. Sus vecinos también. En ningún
momento fue contra el status quo. Esa realidad será trasladada a sus formas de pensar y organizar
la realidad, la cual se ve en sus cartas.
4.2. Las voces «esclavos», «siervo» y «ricos» en la imagen hacia el Perú
En 1815, Bolívar escribe una carta en la que expresa sus inquietudes hacia el Perú. De
acuerdo con él, el virreinato del Perú, a diferencia de Chile, es más difícil de ser libre de la Corona
española. Ello se debe a que los virreyes, e incluso la población, apaciguaron cualquier intento de
oposición hacia la Corona. Para Bolívar, incluso, Perú ha sido protegida por la ambición del oro
y su mano de obra, dos elementos que hicieron que el virreinato fuera más organizado y seguro
ante cualquier invasión. Veamos la carta:
(2) Carta de Jamaica, 1815
(…) El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio de habitantes, es
sin duda el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la causa del rey
(…) Chile puede ser libre. El Perú, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de
todo género justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está
corrompido por mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana
libertad; se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas. (…) Supongo que en
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
47
Lima no tolerarán los ricos la democracia. (Bolívar, 1815, citado en Bolívar, 2015, pp.
303 y 316).
En esta carta, Bolívar hace notar que los «esclavos» constituyen uno de los motores
principales de la economía. No solo es el oro, sino los «esclavos» que llaman la atención del
español y el criollo. Recordemos que Perú y Bolivia eran los centros desde donde se extraía oro
y plata respectivamente. Y para la extracción de los minerales necesitaron mano de obra forzada.
En los Andes se reclutó generalmente a indios e indígenas antes que negros o mulatos, quienes
más bien sirvieron para otros oficios, sobre todo en la zona costa, particularmente en plantaciones
de azúcar. Sin embargo, Bolívar aún no había visitado el Perú. Esa proyección de sociedad
esclavista y relacionada con el oro responde a su Venezuela esclavista y a la explotación minera
de Colombia. A pesar de ello, Bolívar los asocia con corrupción: el oro corrompe y el esclavo
está corrompido. Su representación de los «esclavos» se sustenta en que poseen alma de «siervo»,
es decir, de subordinado o de dependiente; por ello, opina que para ellos es casi imposible obtener
libertad, pues ellos o bien solo amotinan pero no luchan a más para alterar el status quo o bien se
humillan bajo el mando-obediencia del español o el criollo que es generalmente paternalista. Es
curioso que el libertador equipare «democracia» con «esclavos». Su libertad implica valores
democráticos, que los ciudadanos españoles y criollos, asociados con «riquezas», obstaculizan,
pues la libertad les quita control y poder. Cabe señalar que en su misiva usa explícitamente el
verbo de duda «supongo», con lo que se revela que sus afirmaciones también descansaban en
prejuicios.
Como se dijo, Bolívar no conocía el Perú cuando empezó a escribir sobre el territorio y
su población. Hildebrandt (1961) señala que:
Aunque el Perú aparece tempranamente y con frecuencia en los escritos del Libertador,
es solo durante la campaña que culmina en Junín y Ayacucho cuando la realidad peruana
se hace presente en su lenguaje. La nueva tierra y sus problemas se le ofrece en palabras
y expresiones también nuevas que irrumpen en los textos de decretos y órdenes. (p. 563)
Como se evidencia, escribió del Perú sin conocerlo; es más, parece que cuando hizo
referencia al país, traspuso la imagen de Colombia en el Perú, como veremos más abajo. Recién
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
48
en sus últimos años en Perú, conoció el lugar y a las personas. Según Hildebrandt (1961), tuvo
una concepción incluso ambigua:
Bolívar tiene del Perú un concepto ambivalente. De su anverso y reverso resultan, a veces,
juicios contradictorios. Por el lado negativo, el godismo y la inercia del agonizante primer
virreinato lo exasperan y le arrancan duras expresiones sobre ese Perú presente que le
toca vivir y conducir, y que él ya había adivinado difícil en los días proféticos de Jamaica.
Pero, al mismo tiempo, el Imperio de los Incas, visto a través del dolido velo del Inca
Garcilaso como una «creación social de que no tiene idea, ni modelo, ni copia», le da
en proyección ideal la imagen de una América fuerte y grande idéntica a misma y dueña
de su destino histórico. (p. 563)
Morote (2007) indica que Bolívar tuvo una pésima opinión sobre los peruanos, pues,
basándose en fuentes colombianas y sus prejuicios, mostró su rechazo hacia las tropas peruanas,
por ejemplo, y «La mala opinión que Bolívar tenía de los peruanos no sólo la difundía entre los
colombianos, también la daba a cualquier extranjero que se le acercase» (p. 54). Para este autor,
sus formas de pensar no eran distintas a los prejuicios colonialistas que terminan por afectar al
Perú.
4.3. La voz «pardo» y el fantasma de Haití
En Bolívar se siente ese miedo a los pardos, nunca considerados por él como
«ciudadanos». En la carta de 1821, Bolívar hace una crítica al proyecto libertario. Él siente que
todo el peso está en él, que lo perciben como un «todista», tanto como dirigente, como militar. Al
mismo tiempo, se reconoce como un justiciero, pues a veces, tal como él señala, tuvo que tomar
decisiones imparciales con el fin de llevar a cabo la meta propuesta, en medio de un mar de
individuos con posiciones sociales distintas y poderosas:
(3) Barinas, 21 de abril de 1821
Por consiguiente, por los abusos, las negligencias y la carencia de todo elemento
orgánico, es inevitablemente el efecto de aquellos principios que no ha estado en mi poder
corregir, por muchas razones: la primera, porque un hombre en muy poco tiempo, y
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
49
escaso de conocimientos generales, no puede hacerlo todo, ni bien ni mal; segunda,
porque me he dedicado exclusivamente a expulsar a nuestros enemigos; tercera, porque
hay muchas consideraciones que guardar en este caos asombroso de patriotas, godos,
egoístas, blancos, pardos, venezolanos, cundinamarquenses, federalistas, centralistas,
republicanos, aristócratas, buenos y malos; ...de suerte que, amigo, yo he tenido muchas
veces que ser injusto por política, y no he podido ser justo impunemente. (Bolívar, 1821,
citado en Mijares, 2007, p. 545.)
En esta carta, Bolívar hace una mención a los «pardos», y los distingue como un grupo
social distinto. Para él es como si no tuvieran nacionalidad. No los llama venezolanos ni
cundinamarquenses, tampoco los ve como defensores del centralismo o el federalismo, ni como
republicanos ni aristócratas. los ve como un grupo específico por sus intereses específicos,
percibido como «caótico». Recordemos que Bolívar tenía miedo de que después de la guerra
contra la metrópoli apareciera una «guerra de colores». A raíz de los acontecimientos de Haití,
Bolívar creyó que los negros y mulatos querían rebelarse y destruir a la clase aristocrática criolla,
sobre todo blanca. El libertador los vio como problemáticos. El rumor se propaló por todo el
Caribe y las costas de la Gran Colombia. En esta carta, para Bolívar los «pardos» y los otros
grupos mencionados constituyen un peligro para él. Así, entre los pardos que mandó a ejecutar o
aislar estuvieron Piar, e incluso Morillo.
Los negros siempre fueron temidos y rechazados
10
. El 7 de abril de 1825 Bolívar le
advirtió al vicepresidente Santander del peligro que podían representar los negros. Según el
libertador, no podía haber igualdad absoluta porque eso podía implicar la desaparición de los
criollos:
la igualdad legal no es bastante por el espíritu que tiene el pueblo, que quiere que haya
igualdad absoluta, tanto en lo público como en lo doméstico; y después querrá la
10
Glick (1991) señala que incluso se les negó el ingreso a la universidad: «In Peru overt discrimination
within the academic community against mulattos heightened the creole/European slipt. According to a royal
decree of February 27, 1752, people of mixed blood (mestizos, zambos, and mulatos) were forbidden to
matriculate in the University of San Marcos. This meant that pardos who wished to practice medicine had
either to become surgeons or to study outside the university» (p. 323).
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
50
pardocracia, que es su inclinación natural y única, para exterminio después de la clase
privilegiada. (Bolívar, 1825, citado en Bolívar, 2016, p. 114)
El temor estaba en dar mayor legitimidad a los negros y mulatos. Bolívar no los
consideraba «ciudadanos». Les negaba el derecho de sobresalir y hasta de existir. Esas maneras
de construir al Otro como negativo se verán en sus correspondencias. El temor se encontraba
desde Haití:
El temor a la guerra de colores y los rumores sobre conspiraciones de negros y mulatos
eran una constante en las costas del Caribe. La era de la revolución había dado inicio a
un fantasma racial, y ese fantasma era Haití, una nación negra e independiente construida
por exesclavos gracias a la destrucción de la clase terrateniente blanca. Desde el comienzo
de la Revolución haitiana, el Gobierno español se había preocupado por su influencia
entre los negros y mulatos de la región. Las autoridades republicanas heredaron esta
preocupación y se mostraron tan intranquilas, o más, que los españoles. (Lasso, 2007, pp.
132-133)
El temor y la discriminación se mantendrán por años. Lasso (2007) indica también que
en los tiempos de la primera república de Cartagena, los pardos fueron representados
negativamente como una vil facción acusados de saqueos y asesinatos. Se les acusaba de que la
república solo traía desorden e inmoralidad. Con el tiempo, fueron vistos como clases marginadas
que necesitaban ser educados bajo un proyecto pedagógico que les diera modernidad. El temor
hacia los pardos según la autora se sitúa en lo siguiente: se pensaba que una vez acabada la guerra
con los españoles se iba a tener otra contra los negros. Era el temor de Bolívar y otros generales,
sobre todo de las élites locales. Algunos rumores se situaron en Honda, Mompox y Cartagena. El
miedo era constante en las costas del Caribe. El fantasma racial era Haití, una nación negra e
independiente construida por exesclavos gracias a la destrucción de la clase terrateniente blanca.
La guerra de colores también fue un temor de los pardos que se enteraban de Haití gracias a sus
contactos con marineros haitianos. Por eso, fueron encerrados y perseguidos. En ese sentido, los
casos criminales contra los pardos acusados revelan mecanismos mediante los cuales las
autoridades locales inscribieron la expresión de injusticia racial.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
51
4.4. La voz «ciudadano» desde Guanare
En 1821, Bolívar escribió una carta en la que manifiesta su incomodidad por no haberse
aprobado la constitución que propuso para Colombia, la que le daba a él y otros la condición de
«ciudadanos». Para él, un buen Estado colombiano debía tener una constitución que garantice sus
plenos derechos. A continuación, veremos la carta:
(4) Guanare, 25 de mayo de 1821
Sobre negocios extranjeros, de hacienda, de justicia y de interior no espere Vd. que yo
me mezcle en nada. Si algo indico es como un simple ciudadano estando resuelto a no
mandar mas un Estado en que todo va contra mi sentir y en que hasta los hombres más
ilustrados obran como el señor Zea. Estoy como se dice aburrido con lo que se habla,
piensa, escribe y hace. Con esto he dicho a Vd. todo. No puedo ser ciudadano de
Colombia, con cuyas leyes no me conformo. He presentado un proyecto de constitución
que no se aprobó. Aquel proyecto era mi condición para ser ciudadano de Colombia. No
habiéndose adoptado estoy cierto de que no habrá estabilidad política ni social; y añado
que aquel mismo proyecto no contiene todo lo que yo pienso que se requiere para asegurar
nuestra existencia. (Bolívar, 1821, citado en Zuluaga, 2021, p. 138)
En esta carta, Bolívar reflexiona sobre la condición de «ciudadano», garantizada por la
constitución: una que brinda estabilidad política y social, la cual no se encuentra en plena
construcción de la nación grancolombina. Ser «ciudadano» es ser reconocido por el elemento
legal que es la constitución. Es curioso que en esta carta «ciudadano» se reduzca a los criollos. Él
no habla de negros, mulatos o indígenas. Él se autoidentifica como ciudadano porque está
haciendo referencia a gente como él: criollo, educado, militar, bien hablado del español, aceptado
socialmente por su clase social. En este reclamo, implícitamente excluye a los Otros.
Cabe señalar que «ciudadano» se refería a persona con privilegios, derechos, cargos y
deberes en una comunidad política y fue una voz que alternó en términos de significado con la de
«vecino», la cual perdió su relación con lo local para indicar su vínculo con la nación. Así, la
lealtad del ciudadano moderno será con la nación; en contraste con la lealtad del vasallo que era
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
52
hacia el rey (Fernández Sebastián, 2009). «Ciudadano», por tanto, no era cualquier sujeto: refería
al poseedor de privilegios y deberes para el tipo de nación que se construía, y en la que no todos
tenían dicha condición.
4.5. Las voces «indios» y «blancos» y la asociación con la traición
En 1824, Bolívar hace una crítica hacia las personas que pueden traicionarlo. Él le escribe
a Santander para manifestarle su preocupación por los iquiteños y peruanos. A ambos los
desprecia por considerarlos adversos a sus causas o de poca confiabilidad:
(5) Trujillo, 21 de diciembre 1824
Yo creo que he dicho a Vd., antes de ahora, que los quiteños son los peores colombianos.
El hecho es que siempre lo he pensado. Los venezolanos son unos santos en comparación
de esos malvados. Los quiteños y los peruanos son la misma cosa: viciosos hasta la
infamia y bajos hasta el extremo. Los blancos tienen el carácter de los indios, y los indios
son todos truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún
principio moral que los guíe. (Bolívar, 1824, citado en Lecuna, 1929, pp. 12-13)
En esta carta, ante la demora de Colombia para enviar más tropas, Bolívar escribe a
Santander expresando que los quiteños son vistos como lo peor en contraste con los venezolanos
quienes son muy apreciados por él, quien sentía un amor por Venezuela. Para Bolívar, los quiteños
son como los peruanos: viciosos y bajos. Es decir, están corrompidos, son mañosos, son
traicioneros. Por eso, su desconfianza hacia ellos lo hizo dudar de la prosperidad de su proyecto
o le sirvió para alejarse de ellos en la búsqueda de su meta y negociaciones. En esta carta resulta
interesante que mencione que los blancos (quizás se refiere tanto a iquiteños y peruanos) sean
como «indios». En otro sentido, los ve como viles, ladrones, embusteros, falsos y sin principios
morales. Busca criticarlos, hacerlos ver que son un peligro.
Esa forma de apreciar a los pastusos e iquiteños puede explicarse porque eran realistas.
Esta condición política se entrecruzó con la cuestión étnica. Quien propiciara el fidelismo al
realismo era visto como un obstáculo que era preferible purgar. Y verlos como indios facilitaba
su rechazo y eliminación por ser asumidos como inferiores. El pensamiento ilustrado heredado
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
53
en los hombres americanos se guia por esa mirada de ver a «la raza roja» como inútil e
incivilizados, como así lo pensó Immanuel Kant (Hering, 2007).
Cadelo (2019) indica que la exaltación de Bolívar siempre fue de la mano con los
esfuerzos genealógicos de pertenecer a la raza blanca europea. En este sentido, el proceso de
independencia fue presentado como una faceta de la misión «civilizadora», que reproducía el
proceso se había iniciado desde la conquista de España a América. Para esta autora, la heroización
de Bolívar «llevaba ínsito un desprecio por el pasado prehispánico y un desconocimiento de toda
historia previa a 1492, así como una representación denigratoria de sus contemporáneos» (p. 1).
Bolívar no conocía a los indios
11
. Tenía una imagen estereotipada de los iquiteños. Los
indios siempre habían sido vistos como inferiores frente a los criollos. Y a pesar del tiempo de
convivencia en la región, fueron bastante rechazados
12
. Sobre todo, en el ámbito privado se
maltrató al indio. Bolívar, por ejemplo, creyó que no podían desarrollar una conciencia política.
Así, él afirmaba: «Porque ha de saber ud. que los pastusos… son los demonios más demonios que
han salido de los infiernos…»
13
(Bolívar, 1823, citado en Lecuna, 1929, p. 140). También,
expresa lo siguiente: «De todos los países, es tal vez Sudamérica el menos apropósito para los
gobiernos republicanos, porque su población la forman indios y negros, más ignorantes que la
raza vil de los españoles, de la que acabamos de emanciparnos»
14
(Bolívar, 1823´, citado en
Cervera, 2018, párr. 5). Bolívar tenía una mala imagen del indio, a quienes consideraba como
«esclavos». Simón Bolívar cabalgó por naciones donde predominaban las elites blancas y
condenó a las repúblicas nacientes al dejarlas como naciones blancas después de haber pasado
por ellas (Favre, 1986, p. 17).
11
En 1821 Bolívar escriba San Martín: «Me hallo en marcha para ir a cumplir mis ofertas de reunir el
imperio de los incas al imperio de la libertad» (A San Martín, 10 de enero de 1821). (Vaca, 1999, p. 219).
Él no iba a ver «indios». Él pensaba en «incas».
12
A pesar del rechazo hacia el indio, un grupo de criollos pidió su apoyo en determinados contextos. Para
Chassin (2008), «los indios no actuaron solos y la rebelión se puso en marcha con los mensajes de los
criollos, cuyo relevo tomaron los alcaldes. Los criollos necesitaban tropas y echando al vuelo las campanas
convocaron a las comunidades, movilizando a los pueblos y haciendas de las parroquias de los alrededores».
(p. 236). Se necesitaba a los indios panatahuas. Además, para O’Phelan Godoy (1977), desde mediados del
siglo XVIII, en la mayoría de las rebeliones de encabezamiento criollo en la zona de los Andes fue necesario
una alianza con la élite indígena.
13
Documento 7591. Carta de Bolívar a Santander, fechada en Quito el 5 de julio de 1823.
14
Correspondencia con los británicos después de concluir la guerra contra los realistas.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
54
4.6. La voz «ciudadano» y la Ilustración
En 1825, Bolívar le escribe una carta a Manuelita Sáenz para exponer los reparos que
tiene hacia Santander, quien no lo entiende o ha empezado a oponerse. Según Bolívar, le escribirá
a él desde su condición de «ciudadano», pues es la manera en hacerle notar qué piensa, y hacerlo
es estar a la altura de esa condición «civilizada», antes de las armas y las intrigas. Veamos la
carta:
(6) Cuartel General en el Cuzco, 10 de julio de 1825
Benevolente y hermosa Manuelita: Ahora todo tiene significado en la grandiosidad de ser
libres, transformándose en gloria con sabor a triunfo. He tomado muy en cuenta tu
estimación sobre las apreciaciones que tiene Santander sobre mí, y le he escrito con mi
acervo de propiedad y cultura, ampliando su concepto que de mí se lleva: mi cultura
adquirida por el contacto con mis ilustres amistades, por el permanente saber en las
inagotables fuentes de valiosos libros, y la inteligencia con que la Divina Providencia me
ha distinguido. Te remito copia de la misma, por considerarla ilustre dentro de mi
modestia; pues no tengo blanduras con nadie y menos con Santander. En lo que respecta
a mi condición e integridad de ciudadano y hombre libre, él lo sabe. (Bolívar, 1825 citado
en Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia, 2010, p. 60)
En la carta, Bolívar se llama «ciudadano», pero qué es serlo: es ser un hombre libre, culto,
inteligente, abrazado por la divinidad religiosa, lector, íntegro. Es decir, los rasgos de
«ciudadano» se reducían a capacidades cognitivas, a cuestiones sagradas y a consideraciones
sobre literacidad (Lovón, 2020). El ser letrado otorgaba la condición de ciudadano (Ernst, 2013).
Además, ser buen ciudadano es ser un sujeto moral. Bolívar menciona que no tiene blanduras
para enfrentarse a Santander de forma directa y sin rodeos. Es interesante ver que en esta carta
«ciudadano» se equipara con «libertad». Aquí la libertad no se refiere a esclavos libertos, por
ejemplo. Se valora la «libertad» por el tipo de ciudadano: el criollo. Así, Bolívar fue un personaje
ilustrado, por recibir influencia del tiempo, como por sus conductas y procedimientos. Según
Hildebrandt (1961, p. 8),
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
55
Bolívar se educó dentro de la cultura de la Ilustración y tenía seis años cuando se encendió
esa luz que iba después a orientar toda su vida: la Revolución Francesa. Y fue ella, su
terminología política y militar, la que dio un acento nuevo a su mundo expresivo.
Al respecto, es revelador lo que dice Masur (2008). Para este autor, Bolívar estuvo muy
guiado por las ideas ilustradas. Recibía y asimilaba rápido las ideas y conceptos, y hasta preceptos,
de la Ilustración. Como estos procedían de personajes y autoridades racionales, era lógico pensar
que para él esas ideas eran correctas. Las ideas que tenía de los «ciudadanos» y los «esclavos»,
así como otras relacionadas como «progreso», se racionalizaban bajo criterios de «civilización»:
El resultado positivo de todas estas lecturas fue una adhesión completa a las ideas
ilustradas de los siglos XVII y XVIII, así como la firme creencia en los derechos del
hombre; en la libertad, en la razón, en la dignidad, en la humanidad. Bolívar, que era
hombre de acción, no puso a prueba estas nuevas formas de pensar y sin más las aceptó,
dejando que lo dominaran (...). Entonces se convirtió, desde un punto de vista filosófico,
en un racionalista, ni radical ni irrealista, sino creyente convencido en los elevados
conceptos que triunfaron en las revoluciones de Inglaterra, Francia y Norteamérica. Esto
queda bien claro si se estudia el vocabulario que utilizaba en sus discursos, notas, cartas
y folletos, inflamados todos con sus ideas de independencia, soberanía popular, progreso
y civilización (Masur, 2008, p. 58).
4.7. La voz «ciudadanos» y su relación con la conspiración
En 1826, Bolívar escribe otra carta a Manuelita Sáenz para hacerle ver que Santander, es
decir Francisco de Paula Santander, está conspirando contra él. Y lo hace buscando «ciudadanos»
que se opongan a sus ambiciones. Como se ve en la siguiente carta:
(7) Bogotá, a 22 de noviembre de 1826
Mi adorada Manuelita: Sólo en ti encuentro esa amistad y finura que me son tan queridas;
ya que no hay nadie que guarde el respeto a su Libertador y Presidente, y quien no sienta
repulsión por el manejo del Gobierno; tanto yo mismo, he tenido que enfrentarme a la
desvergüenza de algunos de mis oficiales, como del coronel Ortega; por su irresponsable
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
56
administración en la Intendencia de Fontabón.
Te comentaré, que llegué con ánimos exaltados a Bogotá, y supe que Santander se
aprestaba a desconocerme, no sin antes haber preparado ciudadanos en mi contra, con el
fin de rechazar la reprimenda que le llevaba por sorpresa. (Bolívar, 1826, citado en
Álvarez, 2005, p. 156).
En esta carta, Bolívar advierte que le iba a dar una reprimenda a Santander, pero este muy
astuto organizó una oposición contra él, buscando «ciudadanos» que no sigan sus caprichos. Para
él, esos hombres no son amigables, finos o dignos de confianza, a diferencia de la dama a quien
escribe. No son respetuosos de que fue el libertador y presidente. Sus oficiales, quienes han
cometido problemas administrativos, también son poco de fiar, porque él les reclamó. Advierte
su temor. Sin embargo, es curioso que a pesar de ese distanciamiento los siga llamando
«ciudadanos». Si bien ellos lo están traicionando, más allá de esa actitud, los percibe en condición
de ciudadanía, a diferencia de los mulatos o indígenas que pudieron ser sus aliados u obedientes
a sus causas, pero que finalmente no los percibe como «ciudadanos».
Bolívar usa mucho el término «ciudadano» durante la primera parte de su vida pública.
El Manifiesto de Cartagena, de 1812, está dirigido a los ciudadanos de la Nueva Granada, y en el
texto del Discurso de Angostura «ciudadano» y «conciudadano» aparecen unas veinte veces
(Hildebrandt, 1961). Tenía un sentido positivo sobre el vocablo. Incluso, él mismo en una ocasión
sostuvo: «Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque este emana de la guerra, aquel
emana de las leyes. Cambiadme, Señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano» (Bolívar,
1821, p.43). Prefería, entonces, ser llamado «ciudadano» antes que «libertador».
Y ser buen «ciudadano» era mostrar la «fidelidad nacional». Irurozqui (2005) señala lo
siguiente:
… la educación era el medio fundamental a través del que el individuo conocía mejor su
‘dignidad, se acostumbraba a las comodidades, aumentaba sus necesidades y estas le
estimulaban a trabajar para satisfacerlas’. En consecuencia, mientras la vecindad actuaba
como categoría integradora que hacía ubicables y reconocibles a los individuos sin que
resultara relevante en el ejercicio de la representación la heterogeneidad que pudieran
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
57
representar, ya que lo que primaba era el principio de fama u opinión que se tenía de una
persona, la ciudadanía exigía un cierto grado de uniformización de los sujetos en lo
relativo a la fidelidad nacional. (p. 474)
5. Conclusiones y reflexiones
Teniendo en cuenta el análisis lingüístico presente, se ha podido explorar que Simón
Bolívar produjo y reprodujo representaciones discursivas del Otro principalmente a través de
voces raciales y estereotipadas. Conceptualizó las palabras «ciudadano» y «esclavo» de distintas
maneras. Para él, «ciudadano» tiene un matiz positivo, relacionado con cultura, orden, raza
blanca, mientras que el vocablo «esclavo» tiene un matiz negativo, vinculado con caos y no
blanco, es decir se refería a colores, negro, mulato o indígena; aunque no siempre lo explicita,
siempre hacía referencia a algo distinto de lo blanco. Estas concepciones van cambiando o
reforzándose conforme Bolívar realiza sus viajes, conoce a más grupos sociales y culturales,
conoce los sucesos y forma parte de la guerra de la independencia española, pues entonces piensa
en su temor a la pardocracia. Sin embargo, no deja de revelar las ideologías lingüísticas coloniales
sobre raza. Las voces y concepciones raciales en sus escritos no son gratuitas, sino que deja
constancia de sus percepciones hacia lo Otro inferiorizado. Sobre este caso, se debe apuntar que
el lenguaje y el racismo se entrecruzan entre sí (Flores y Rosa, 2015).
A Bolívar con sus cartas se le puede conocer como uno de los personajes más influyentes
del pensamiento ilustrado en América Latina, pues formó por un lado opinión pública, pero
también conciencia patriótica. En este contexto, muchos de sus pensares, como hemos visto,
específicamente a través de las voces «ciudadano» y «esclavo», encerraban concepciones
vinculadas con raza y discriminación. Se le reconoce su valor «enciclopedista» en su actuación y
escritura hacia la liberación de la corona española:
Es más: esas proclamas, como los discursos, arengas y cartas de Bolívar, fueron, a
menudo, en las tinieblas coloniales, cátedra de derecho, lección de política, plantel de
ciudadanos. Esos documentos crearon opinión pública, que no había, a favor de la
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
58
independencia, y una conciencia nacional. A Bolívar le tocó representar el papel de los
enciclopedistas, de la Convención y de Bonaparte. (Trujillo, 1983, p. 252)
No obstante, también hay que situar ese valor desde una concepción crítica étnico-racial,
porque, por ejemplo, dicha liberación no fue pensada para toda la población americana, sino para
unos cuantos privilegiados que fueron favorecidos en el discurso de la época, que el mismo
Bolívar asimiló y abogó, sea de forma consciente o no:
Se deduce por sus cartas que Bolívar no entendía por «liberación» el simple rompimiento
de las cadenas políticas. Bolívar sintió la fecundidad del mundo americano, el indio, el
negro, el mestizo, la selva y la montaña eran para él los elementos de su trágico parto. De
este plasma continental vio emerger una nueva raza. Y cuando dijo que más que ría ser
el libertador que el César, daba a entender que libertaría estas potencias turbulentas,
dejándolas horras para que al fin pudiesen nacer. (Trujillo, 1983, p. 425)
Sin embargo, dejó embarcado al indio, al mulato y demás, menos al criollo. Estos grupos
sociales serán tratados posteriormente en la república como ciudadanos de segunda (Lovón y
Palomino, 2022).
Cabe señalar que los estudios que interrelacionan lenguaje, etnia, política, poder e historia
son importantes, puesto que permiten entender las maneras en que se conducen las mujeres y
hombres en el devenir histórico (Skinner, 2007, Pocock, 1989, Chiaramonti, 2004). Aunque el
español americano para el siglo XIX busca legitimar su emancipación (Belaunde, 1983), este no
se despoja de los discursos referidos a la Otredad (Appleby, 1985; Stoetzer; 1962; Stoetzer, 1966).
A pesar de las ideas liberales, se continuó manteniendo un régimen esclavista (Zeuske, 2011), no
solo a nivel conceptual, pues fue ejecutado. Para O’Phelan (2002), por ejemplo, los diputados
reunidos en las Cortes de Cádiz, de 1810 a 1814, tuvieron la oportunidad de que los indios fueran
considerados ciudadanos. No obstante, «a pesar de su declarada tendencia liberal, no pudieron
desprenderse de los prejuicios raciales que arrastraban a partir de la experiencia colonial, donde
indios y ‘castas’ habían sido sistemáticamente postergados de una representación política
alturada» (O’Phelan, 2002, p. 165). La etnicidad no tenía un rol central en los discursos y
accionarios políticos en el siglo XIX. En relación con Bolívar, si bien se han realizado estudios
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
59
sobre sus cartas y voces desde el análisis de los historiadores (Helg, 1999; Helg, 2001), se
requieren también hacer investigaciones desde el punto de vista lingüístico, para así favorecer la
compresión semántico-discursiva del libertador.
Finalmente, considerando este estudio de aproximación, sugerimos realizar un examen
completo de las concepciones lingüístico-raciales que tuvo el libertador en cada una de sus cartas,
no para situarlo como sujeto racista por la época necesariamente, sino para entender el proceso
de resemantizaciones que tuvo uno de los generales de la independencia, con el fin de saber cómo
el proceso histórico repercutió también en el proceso discursivo y en la búsqueda de nuevas
identidades (García, 2017), considerando que ha sido un hombre cuyos pensamientos y
actuaciones han servido a idearios y conductas de gobernantes actuales en Sudamérica en países
como Venezuela por ejemplo (Pino Iturrieta, 2003). Las concepciones raciales del siglo XIX han
sido heredadas en siglos posteriores y se han enraizado y naturalizado en los diversos grupos
sociales, y hasta militares y académicos, en América Latina (Bisbe, 2009). Los sentidos de las
palabras mantienen su vitalidad en el imaginario político contemporáneo (Aljovín de Losada y
Velásquez, 2017). La lucha contra la discriminación y descolonización del pensamiento intentan
deconstruir discursos en que la etnicidad se sigue representando y asumiendo como problema.
Después de los 200 años de la República del Perú, es importante reconocer que Simón Bolívar
jugó un papel necesario en la independencia, pero también en la promoción y difusión de
discursos de superioridad y racismo. El estudio y legitimación de la imagen del héroe en la
construcción de una nación debe evaluar no solo el lado romántico, sino también sus lados
abyectos, sobre todo si repercutieron en la configuración histórica del pensamiento y la ideología
americana. La historia tiene que cuestionarse y también lo histórico que cada actor lo ha sido
(Koselleck, 1993).
Referencias
Aljovín de Losada, C., y Velásquez, M. (2017). Las voces de la modernidad. Perú 1750-1870.
Lenguajes de la independencia y de la República. Fondo Editorial del Congreso.
Álvarez, C. (ed.). (2005). Los diarios perdidos de Manuela Saenz y otros papeles. Fundación para
la Investigación y la Cultura.
Akos, P. (2016). Gender and Ethnic Bias in Letters of Recommendation: Considerations for
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
60
School Counselors. ASCA, 20(1), 102-113.
https://www.schoolcounselor.org/getmedia/11e887c3-bf04-4345-90c0-
432f7dd8d69a/Gender-Ethnic-Bias.pdf
Appleby, J. (1985). Republicanism and Ideology. American Quarterly, 37(4), 461-473.
Aure, C. (2006). Consideraciones varias sobre el Libertador. Gaceta Médica de Caracas, 114(3),
201-207. http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_gmc/article/view/18580
Austin, J. (1990). Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones. Ediciones Paidós.
Bacacorzo, G. (1983). Bolívar (1783-1983). Sociedad Bolivariana del Perú y Municipalidad de
Lima.
Belaunde, Víctor Andrés (1983). Bolívar y el pensamiento político de la revolución
hispanoamericana. Jomm, Asociados Editores.
Bernard, B. (2008). Interpretación Trimilenaria del Poder Moral en Bolívar. Frónesis, 15(1), 42-
57.http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-
62682008000100006&lng=es&tlng=es
Bisbe, L. (2009). Huellas del racismo antiindígena en textos escolares venezolanos de finales de
los años ochenta. Núcleo, 21(26), 11-35.
http://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_n/article/view/4950
Bolívar, S. (3 de octubre de 1821). Gaceta de Colombia, 43. Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes. https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/doctrina-del-libertador--
0/html/ff6f5f94-82b1-11df-acc7-002185ce6064_30.html
Bolívar, S. (1973). I.- El hombre. Revista del Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú,
20(21), pp. 59-71.
Bolívar, S. (2015). Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla [Henry
Cullen]. Revista de Economía Institucional, 17(33), 301-319.
https://doi.org/10.18601/01245996.v17n33.13Bolívar, S. (2016. Obras completas. Tomo II.
Edición Kindle.
Bolívar, A., Bolívar Chollett, M., Bisbe, L., Briceño-León, R., Ishibashi, J., Kaplan, N., Mosonyi,
E. E. y Velásquez, R. (2007). Discurso y racismo en Venezuela: Un país «café con leche».
En T. van Dijk (Comp.), Racismo y discurso en América Latina, 371-423. Gedisa.
Bonilla, H. (2001). Metáfora y realidad de la Independencia en el Perú. Instituto de Estudios
Peruanos.
Busaniche, J. (1960). Bolívar visto por sus contemporáneos. Fondo de Cultura Económica.
Cadelo, A. (2019). Representaciones de Simón Bolívar en el centenario de su muerte en la revista
Cromos en 1930. Palabra Clave, 22(4). https://dx.doi.org/10.5294/pacla.2019.22.4.3
Caro García, C. (1983). Bolívar y la liberación de América. Investigación Económica, 42, 166,
343-361. https://www.jstor.org/stable/42842294
Castillo, D. (2002). La carta privada como práctica discursiva: Algunos rasgos característicos.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
61
Revista Signos, 35(51-52), 33-57. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-09342002005100003
Ceamanos, R. (2002). Lingüística e Historia Social. Los comienzos de una aventura
interdisciplinar en la historiografía francesa. Brocar, 26, 265-277.
Cervera, C. (09 de octubre de 2018). Lo que pensaba Simón Bolívar sobre los indígenas: «Más
ignorantes que la raza vil de los españoles». ABC Historia. https://www.abc.es/historia/abci-
pensaba-simon-bolivar-sobre-indigenas-mas-ignorantes-raza-espanoles-
201810090210_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F
Chassin, J. (2008). El rol de los alcaldes de indios en las insurrecciones andinas (Perú a inicios
del siglo XIX). Bulletin de l’Institut francais d’etudes Andines, 37(1), 227-242.
Chiaramonti, J. (2004). Nación y Estado en Iberoamérica. El lenguaje político en tiempos de la
Independencia. Editorial Sudamericana.
Ciapuscio, G. (2021). The agreement letter: Linguistics as a hermeneutic tool in professional
discourse. Revista Signos, 54(107), 736-757. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-
09342021000300736
Colección Ayacucho (2009). Doctrina del Libertador. ed. Biblioteca Ayacucho.
Contreras, H. (2011). Artesanos mulatos y soldados beneméritos. El Batallón de Infantes de la
Patria en la Guerra de Independencia de Chile, 1795-1820. Historia (Santiago), 44(1).
http://dx.doi.org/10.4067/S0717-71942011000100002
Durán, M. (2017). Simón Rodríguez y Bolívar: dos lecturas político educativas para América.
Revista Brasileira de Educação, 22(71). http://dx.doi.org/10.1590/S1413-24782017227173
Ernst, R. (2013). Del pensar domesticado al pensar emancipado: Notas sobre la transformación
del trabajo intelectual en América Latina. Andamios, 10(21), 279-301.
https://andamios.uacm.edu.mx/index.php/andamios/article/view/361
Favre, H. (1986). Bolívar y los indios. Histórica, 10(1), 1-18.
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/historica/article/view/8229
Fernández Sebastián, J. (director) (2009). Hacia una historia Atlántica de los conceptos políticos.
Diccionario político y social del mundo contemporáneo. La era de las revoluciones 1750-
1850. Fundación Carolina.
Flores, N. y Rosa, J. (2015). Undoing Appropriateness: Raciolinguistic Ideologies and Language
Diversity in Education. Harvard Educational Review, 85(2), 149171.
García, B. (2017). Incaísmo y legitimación de la «Nación» americana en el diálogo entre
Atahualpa y Fernando VII en los Campos Elíseos. Káñina, 41(2), 49-65.
https://doi.org/10.15517/rk.v41i2.30475
García, B. (2001). La «Carta de Jamaica» de Simón Bolívar: un estudio a través deun política
histórica (temática-formal) del género ensayo. Escritos. Revista de Centro de Ciencias del
Lenguaje, 23, 49-61.
Garrido, M. (2009). Nueva Granada entre el orden colonial y el republicano: lenguajes e
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
62
imaginarios sociales y políticos. Palacios, Marco (coord.). Las independencias
hispanoamericanas. Interpretaciones 200 años después. Grupo Editorial Norma.
Gil, Y. (2017). El ocaso de un libertador: aspectos históricos en torno a la figura de Manuel Piar.
Tiempo y espacio, 68(25), 89-110.
Glick, T. (1991). Science and Independence in Latin America (with Special Reference to New
Granada). Hispanic American Historical Review, 71(2), 307-334.
Goldman, N. (2008). Lenguaje y revolución. Conceptos políticos clave en el Río de la Plata,
1780-1850. Prometeo.
Grases, P. (1983) Ideario y pensamiento político. Itinerario documental de Simón Bolívar.
Escritos selectos. Industrial Gráfica.
Guilhaumou, J. (2004). La historia lingüística de los conceptos: el problema de la intencionalidad.
Ayer, 53(1), 47-61. https://revistaayer.com/sites/default/files/articulos/53-2-
ayer53_HistoriaConceptos_Fernandez_Fuentes.pdf
Guilhaumou, J., Maldidier, D., Prost, A., Robin, R. (1974). Langage et idéologies. Le Discours
comme objet de l'Histoire. Les Editions ouvrières.
Karimi, M. y Heidari, H. (2015). Critical Discourse Analysis of Two Letters of Complaint and
Manipulation of People in Power. Mediterranean Journal of Social Sciences, 6(4), 486-492.
https://10.5901/mjss.2015.v6n4s2p486
Key Ayala, S. (2017). Vida ejemplar de Simón Bolívar. Fundación Editorial El perro y la rana.
Koselleck, R. (1993). Futuro pasado. Para una sentica de los tiempos históricos. Ediciones
Paidós.
Helg, A. (1999). Esclavos y libres de color, negros y mulatos en la investigación y la historia de
Colombia. Revista Iberoamericana, 65(188-189), 697-712.
Helg, A. (2001). A Fragmented Majoriry. Free 'Of all Colors', Indians, and Slaves in Caribbean
Colombia during the Haitian Revolution. En D. Geggus (ed.), The Impact of the Haitian
Revolution in the Atlantic World, 157-175. University of South Carolina Press.
Helg, A. (2004). Liberty and Equality in Caribbean Colombia, 1770-1835. The University of
North Carolina Press.
Hering, M. (2007). “Raza”: variables históricas. Revista de Estudios Sociales, (26), 16-27.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2345370
Hildebrandt, M. (1961). La lengua de Bolívar: I. Léxico. Universidad Central de Venezuela.
Hildebrandt, M. (2001). Léxico de Bolívar. El español de América en el siglo XIX. Testigo 13.
Irurozqui, M. (2005). De cómo el vecino hizo al ciudadano en Charcas y de cómo el ciudadano
conservó al vecino en Bolivia, 1809-1830. Rodríguez, J. (coord.). Revolución, independencia
y las nuevas naciones de América.
Landavazo, M. A. (2001). La sacralización del rey. Fernando VII, la insurgencia novohispana y
el derecho divino de los reyes. Revista de Indias, 61(221), 67-90.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
63
Langue, F. (2011). Reinvención del Libertador e historia oficial en Venezuela Araucaria. Revista
Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, 13(25), 26-45.
Lasso, M. (2007). Myths of Harmony. Race and Republicanism during the Age of Revolution.
Colombia 1795-1831. University of Pittsurgh Press.
Lecuna, V. (1929). Cartas del Libertador. Fundación V. Lecuna. T. IV.
Liévano Aguirre, I. (1983). Bolívar. Ediciones Cultura Hispánica.
Lovón, M. (2020). «La literacidad para legislar»: Una creencia hegemónica de la literacidad
reproducida por el diario el Correo. Literatura y Lingüística, (41), 413-454.
https://doi.org/10.29344/0717621X.41.2271
Lovón, M. y Palomino, M. (2022). Discriminación y racismo en tiempo de coronavirus: El
discurso de la desigualdad social de la pituquería’ en el Perú. Lengua y Sociedad, 21(1),
163-203. https://doi.org/10.15381/lengsoc.v21i1.22518
Masur, G. (2008). Simón Bolívar. D.C.
Mestre, A. (2000). La carta, fuente de conocimiento histórico. Revista de Historia Moderna, (18),
13-26.
Mijares, A. (2007). El Libertador. Tomo I. Monte Ávila Editores Latinoamericana.
Miller, J. (1829-1910). Memorias del general Guillermo Miller: al servicio de la República del
Perú (1829-1910). Librería de Victoriano Suárez.
Ministerio de Educación Nacional de los Estados Unidos de Venezuela (1990). Simón Bolívar.
Obras completas.
Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia. (2010). Las más hermosas cartas
de Amor entre Manuela y Simón, acompañadas de los diarios de Quito y Paita, así como de
otros documentos. Ediciones de la Presidencia de la República.
Morales, M. (2021). El latinoamericanismo de Simón Bolívar: unidad, inclusión y exclusión
social en la «Carta de Jamaica». Revista Chilena de Literatura, (103), 603-623.
https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22952021000100603
Morote, H. (2007). Bolívar, libertador y enemigo N° 1 del Perú. Jaime Campodónico.
Núñez, J. (1989). La Revolución Francesa y la Independencia de América Latina. Nueva
Sociedad, 103. https://nuso.org/articulo/la-revolucion-francesa-y-la-independencia-de-
america-latina/
O’leary, D. F. (1879-1888). Memorias del general O’Leary, publicadas por su hijo, Simon B.
O’Leary, por órden del gobierno de Venezuela y bajo los auspicios de su presidente, general
Guzman Blanco. Imprenta de la Gaceta Oficial.
O’Phelan Godoy, S. (1977). El norte y los movimientos antisfiscales del siglo XVIII. Histórica,
2(1), 199-222.
O’Phelan Godoy, S. (2002). Ciudadanía y etnicidad en las Cortes de Cádiz. Elecciones, 165-185.
Oficina Nacional de Procesos Electorales.
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
64
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2704114
O’Phelan Godoy, S. (2011). Los diputados peruanos en las Cortes de Cádiz y el debate sobre el
tributo, la mita y la ciudadanía indígena. Revista de Historia Iberoamericana, 5(1), 94-110.
O’Phelan Godoy, S. (2019). Simón Bolívar y la conclusión de la Independencia en el suelo de los
incas. Fondo Editorial del Congreso del Perú.
Pérez, J., Puerta, C. y Morán, D. (2021). ‘Dos soles no pueden brillar bajo el mismo cielo’. La
entrevista de Guayaquil entre José de San Martín y Simón Bolívar (1822). Desde el Sur,
13(3), e0029. https://dx.doi.org/10.21142/des-1303-2021-0029
Pino Iturrieta, E. (coord.) (2018). Historia mínima de Venezuela. Historia mexicana, El Colegio
de México, Turner.
Pino Iturrieta, E. (2006). Fueros, civilización y ciudadanía. Universidad Católica Andrés Bello.
Pino Iturrieta, E. (2003). El divino Bolívar. Ensayo sobre una religión republicana. Los libros
de la Catarata.
Pocock, J. (1989). Politics, Language, and Time. Essays on Political Thought and History.
University of Chicago Press.
Quintero, I. (2006). El sucesor de Bolívar. Biografía política de Antonio José de Sucre. Colección
Histórica. Bid & Co. Editor.
Quintero, I. (2002). Bolívar de izquierda - Bolívar de derecha. Historia Caribe, 2(7), 77-91.
https://www.redalyc.org/pdf/937/93720706.pdf
Rinke, S. (2011). Las revoluciones en América Latina. Las vías a la Independencia 1760-1830.
El Colegio de México.
Skinner, Q. (2007). Lenguaje, política e historia. Universidad Nacional de Quilmes.
Sociedad Bolivariana de Venezuela (1964). Escritos del Libertador. VI. Documentos N.° 562-
924 del 1° enero - 7 septiembre 1814.
Stoetzer, C. (1962). La influencia del pensamiento político europeo en la América española, el
escolasticismo y el período de la Ilustración, 1789-1825. Revista de Estudios Políticos, 123,
257-266.
Stoetzer, C. (1966). El pensamiento político en la América Española durante el periodo de la
emancipación, volumen 1. Instituto de Estudios Políticos.
Trujillo, M. (comp.). (2012). Bolívar. Fundación Ayacucho y Banco Central de Venezuela.
Vaca, A. (Ed.). (1999). En pos del tercer milenio. Apocalíptica, mesianismo, milenarismo e
historia. Ediciones Universidad de Salamanca.
Viáfara, A. (2016). La mutación ideológica de vecino a ciudadano en el alba de la independencia
venezolana: Un horizonte utópico (1810-1811). Tiempo y Espacio, 26(66), 153-172.
http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-
94962016000200008&lng=es&tlng=es
Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. de Costa Rica XLVII (2) (Mayo-Agosto) 2023: 31-65/ISSN: 2215-2636
65
Yalta, E., Robles, M. y Lovón, M. (2022). La Independencia del Perú en el diario Gaceta del
Gobierno de Lima Independiente: un análisis desde el Enfoque Histórico del Discurso.
Revista Latinoamericana de Estudios Del Discurso, 22(2), 132-151.
https://periodicos.unb.br/index.php/raled/article/view/40366
Zapata, J. (2000). Piar, Petión Padilla: tres mulatos de la revolución. Universidad Simón Bolívar.
Zeuske, M. (2011). Una revolución con esclavos y con Bolívar. Un ensayo de interpretación.
Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe, (14), 5-47.
http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/memorias/article/viewArticle/2006/5128
Zuluaga, R. (2021). Villa del Rosario de Cúcuta 1821: Antecedentes, desarrollo y consecuencias
de un Congreso fundacional. Academia Colombiana de Historia.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-
NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional