Revista Electrónica de las Sedes Regionales de la
Universidad de Costa Rica
Globalización, Cultura Local y Frontera Del Sujeto
Carlos Alvarado - Cantero, Omar Arrieta - Chavarría, Víctor Julio Baltodano - Zúñiga, Julieta
Mazzola, Marta Sánchez - Lópezti
InterSedes, N° 39. Vol 19. Enero-Julio (2018). ISSN 2215-2458
URL: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/intersedes
DOI: https://doi.org/10.15517/isucr.v19i39
InterSedes Revista Electrónica de las Sedes Regionales, Universidad de Costa Rica, América Central.
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InterSedes, N° 39. Vol 19 (2018). ISSN 2215-2458
GLOBALIZACIÓN, CULTURA LOCAL Y FRONTERA DEL SUJETO
GLOBALIZATION, LOCAL CULTURE AND BORDER OF THE SUBJECT
CARLOS ALVARADO - CANTERO1
OMAR ARRIETA - CHAVARRÍA2
VÍCTOR JULIO BALTODANO - ZÚÑIGA3
JULIETA CAROLINA MAZZOLA4
MARTA GEORGINA SÁNCHEZ - LÓPEZ5
Recibido: 05.09.17
Aprobado: 03.03.18
DOI: https://doi.org/10.15517/isucr.v19i39.34072
Resumen
La idea de lo global de hoy se asocia al modo de producción capitalista. Pero la totalidad, que está
compuesta de fragmentos (cuando queramos verla fragmentada) que se reproducen, y la encadenan o se
en-reda (cuando queramos verla totalizada), o de fragmentos de la totalidad racional-moderna (neoliberal)
para los articuladores de una totalidad concreta, la de este modo de producción del capitalismo en crisis,
esa totalidad es, así vista, una red compleja y contradictoria de flujos y fijos (los lugares), al decir de Borja
y Castells, (2000), flujos y fijos que se articulan y desarticulan y fluyen para crear períodos de coyuntura y
períodos de larga duración. Modo de producción que, como dice Grüner (2002) define también un modo
de producción de subjetividades colectivas e individuales. Pero también están presentes los conceptos no
occidentales de totalidad, aquello que para la racionalidad- moderna probablemente serían los fragmentos
de los fragmentos (cuando la vemos desarticulada), los condenados de la tierra. Nuestro trabajo se centra
en lo que hemos llamado la globalización crítica, que incorpora la perspectiva del sujeto que conforma el
Estado y no solo el Estado como ente abstracto, que es además un sujeto situado histórica y socialmente
en un contexto particular, que es siempre global y local a la vez. Los últimos apartados del artículo se
inscriben en la discusión acerca del sujeto en un mundo globalizado bajo la lógica de lo local-global, para
cerrar con nuestra propuesta de lo que denominamos el hombre sabia, el cual, en último término, es un
intento de resistencia contrahegemónica.
Palabras claves: Ciencias Sociales - globalización - cultura local - fronteras del sujeto - hombre sabia.
Abstract
Today’s idea of the global is associated to the capitalist mode of production. However, the totality,
composed of fragments (whenever we want to see it fragmented) that reproduce, and is chained or tangled
1 Costarricense. Máster en Psicología. Decano de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional de Costa Rica.
Correo: carlosprinc@gmail.com
2 Costarricense. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor de la Escuela de Geografía de la Universidad Nacional de
Costa Rica. Correo: omar.arrieta.chavarria@una.cr
3 Costarricense. Doctor en Ciencias Sociales. Vicedecano de la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional
de Costa Rica. Correo: vbaltoda@gmail.com
4 Argentina. Doctora en Ciencias Sociales. Profesora de la Escuela de Agricultura de la Región del Trópico Húmedo
(EARTH), Costa Rica. Correo: jmazzola@earth.ac.cr
5 Costarricense. Doctora en Ciencias Sociales. Vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Costa Rica. Correo: martasanchezlopez@gmail.com
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up (whenever we want to see it totalized), or fragments of the modern-rational totality (neoliberal), to the
articulators of a concrete totality, that of this mode of production of capitalism in crisis, that totality is,
seen this way, a complex and contradictory network of fluids and fixities (places), according to Borja and
Castells, (2000), fluids and fixities that articulate and disarticulate and flow to create periods of juncture
and long term duration. A mode of production that, as Gruner (2002) says, defines also a mode of
production of subjectivities, collective and individual. But also, non-Western concepts of totality are
present, those which to modern rationality probably would be the fragments of the fragments (when we
see it disarticulated), the wretched of the earth. Our work focuses on what we have called critical
globalization, which incorporates the perspective of the subject that conforms the State, not only as an
abstract entity, which is also a subject located, historically and socially within a particular context, which
is always local and global at the same time. The last sections of the article are inscribed in the discussion
about the subject in the globalized world according to the logic of the local-global, to close with our
proposal of what we call man-wise, which, as a last resort, is an intend of contra-hegemonic resistance.
Keywords: Social sciences - globalization - local culture - subject borderlines - man-wise.
Presentación.
Partimos de una idea de lo global asociada, hoy, a una forma particular de la totalidad en que
vivimos, la del modo de producción capitalista en sentido extenso (nunca mejor dicho), es decir, no solo
porque se extendió geográficamente por el mundo, sino porque hacemos referencia a la concepción más
extensa (completa) de la categoría tal y como aparece en Marx y en el pensamiento marxista no dogmático
[ver, por ejemplo, el prólogo y el epílogo de Lukács (1976), la sección ¿Qué es el marxismo ortodoxo? en
Lukács (1975), Marx & Engels (1967; 1974); o textos como los de Reed, (1978; 1982) o los trabajos de
Jameson,1991,1995)], textos al azar, que si se leen con los ojos del pasado y del presente, sin mala
conciencia o sin repudio, con pasión critica, nos ayudarán a comprender qué se entiende por modo de
producción capitalista, o qué es la globalización capitalista y como abarca todas las dimensiones de la
cultura humana. No hay que ir muy lejos para beber de las fuentes y enriquecer el pensamiento crítico de
una sociedad (global) en crisis. Una totalidad que articula lo que le conviene y desarticula lo que no le
conviene o es “improductivo”.
Pero la totalidad, que está compuesta de fragmentos (cuando queramos verla fragmentada) que se
reproducen, y la encadenan o se en-reda (cuando queramos verla totalizada), o de fragmentos de la
totalidad racional-moderna (neoliberal) para los articuladores de una totalidad concreta, la de este modo de
producción del capitalismo en crisis, esa totalidad es, así vista, una red compleja y contradictoria de flujos
y fijos (los lugares), al decir de Borja y Castells, (2000), flujos y fijos que se articulan y desarticulan y
fluyen para crear períodos de coyuntura y períodos de larga duración. Modo de producción que, como
dice Grüner (2002) define también un modo de producción de subjetividades colectivas e individuales.
Pero también están presentes los conceptos no occidentales de totalidad, aquello que para la racionalidad-
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moderna probablemente serían los fragmentos de los fragmentos (cuando la vemos desarticulada), los
condenados de la tierra6.
Y es precisamente ahí, desde el lugar de los damnés, de los excluidos del sistema capitalista, que
se plantea este artículo. Intenta responder a la pregunta por el sujeto que es construido desde la lógica
totalitaria del capitalismo moderno globalizado pero también de los sujetos que podrían dar respuesta o
proponer alternativas a esa lógica.
Nuestra pretensiyn trasciende la ilusa tarea de analizar la construcciyn de las llamadas “nuevas
subjetividades”, ya que, como lo planteara Grüner (2010), la subjetividad es un proceso ya de por sí
bastante complejo como para pretender ubicarlo en un espacio-tiempo determinado que permita hablar de
movimientos cronolygicos de tipo “antes” o “después” o, en este caso, “lo nuevo” y “lo viejo”.
Optamos por la búsqueda, siempre incompleta y siempre en proceso, de los rastros de la
modernidad en el sujeto, en el impacto que el llamado proceso de globalización ha inscrito en la
subjetividad de las personas que lo viven y sobreviven. Nos arriesgamos a hablar además de un tipo de
sujeto producto de la globalización, de cómo se mueve, cómo siente y cómo sufre, bajo los embates de los
movimientos económicos neoliberales. Pero también analizamos cómo este sujeto se resiste y desde dónde
genera esa resistencia. Consideramos que esa resistencia se genera desde el lugar, desde el lugar - local
conectado con lo global.
Para ello, se hará una revisión crítica a los diferentes conceptos que se han planteado acerca de la
globalización ya que, como se verá en el apartado dedicado a ello, la forma en que se analiza un fenómeno
determina la dirección de las conclusiones a las que se llega. En este caso particular, hacemos también una
renuncia. La literatura dedicada a analizar el tema de la globalización se encuentra abocada, en una buena
parte, al análisis de la relación entre Estados y pone el énfasis respecto al tema de la gobernanza y su
correlativa discusión acerca de la soberanía de los países y la conveniencia o no de la creación de estados
globales o políticas planetarias. Dentro de esta tendencia, tiende a ubicarse a Europa7 como el modelo
ideal de organización política y económica.
6Se trata de una totalidad cuya cosmovisión se opone a la de la globalidad imperial y que procuró los movimientos de
emancipación - liberación (ver Mignolo, 2010)
7 Se toma a Europa no como un referente geográfico, sino como un modelo político y económico.
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Si bien es cierto, no desmeritamos la riqueza que podría traer un análisis de este tipo, la pretensión
de nuestro trabajo se centra en lo que hemos llamado la globalización crítica, que incorpora la perspectiva
del sujeto que conforma el Estado y no solo el Estado como ente abstracto, que es además un sujeto
situado histórica y socialmente en un contexto particular, que es siempre global y local a la vez. Este
sujeto situado es activo, y no solo padece los embates de una globalización hegemónica sino que
construye y articula movimientos contra hegemónicos que permiten pensar en propuestas locales que
reviertan o cuestionen el saber totalizado y totalizador de la propuesta capitalista. Es un sujeto que además
actúa bajo la influencia [no nos atrevemos a decir bajo la determinación] de una historia basada en el
avasallamiento y la explotación de los imperios europeos propios del colonialismo. Es por esto que se
presentan las características históricas del proceso colonialista y el tipo de sujeto que dicho proceso
produce.
De esta manera, los últimos apartados del artículo se inscriben en la discusión acerca del sujeto en
un mundo globalizado bajo la lógica de lo local-global, para cerrar con nuestra propuesta de lo que
denominamos el hombre sabia, el cual, en último término, es un intento de resistencia contra-hegemónica.
Nos parece que un primer descubrimiento para nosotros es que las teorías sobre la globalización
son a veces totalmente opuestas: desde la inevitabilidad de una (única) globalización, hasta la concepción
de que existen múltiples formas de globalización. Otra cuestión central desde nuestro análisis es que lo
local no sólo es muchas veces descuidado desde algunas teorías de la globalización y, sin embargo, para
nosotros es en lo local en donde pesa más uno de los aspectos de nuestra propuesta: la frontera del sujeto.
Un sujeto que la globalización intenta atomizar, aislar, limitar pero que a la vez integra en el proceso
productivo mediante la explotación de la fuerza de trabajo en pos de la extracción de la plusvalía en la
esfera de la circulación. Pero un aporte más, desde nuestra perspectiva es haber dilucidado que la
globalización refuerza la colonialidad del poder mediante la explotación del sujeto.
Otro aspecto que constituye un aporte nuestro es que la globalización y la cultura global se
explican siempre desde una revisión seria de los estudios clásicos y desde prácticas revolucionarias que
indicaban que el mundo estaba cambiando, el ejemplo de la citas a Reed, y los análisis de Marx y Engels y
Luckás, que aquí se utilizan como ejemplos o como metáfora, son una guía para la comprensión de los
fenómenos de las transformaciones globales de la sociedad y la cultura. Hoy, los mismos aparecen como
novedades e ignoran acontecimientos pasados que ellos ya se los planteaban, desde otra perspectiva o
desde otro enfoque si se quiere, pero que eran centros de discusión en los movimientos socio -políticos de
finales del XIX y principios del XX.
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Globalización y colonialidad
El término globalización aparece como tema de estudio en la literatura latinoamericana como
polivalente y polisémico (Concepción, 2010). De difícil definición, debido a la complejidad con que se
manifiesta y la profundidad de las transformaciones que implica, el fenómeno de la globalización ha
suscitado toda una serie de debates en el ámbito político, económico y social.
Como un primer acercamiento a la temática, podemos decir de manera general, que la
globalización se puede caracterizar dentro de los siguientes parámetros según Concepción (2010): las
relaciones internacionales se han multiplicado; hay una mayor interdependencia entre los estados; los
estados nacionales han perdido el control monopólico de su territorio; se han superado las distancias
físicas; los espacios se han vuelto comunes; el mercado no tiene fronteras; hay una producción de bienes y
servicios multinacionales; hay una nueva división internacional del trabajo; la comunicación es inmediata
y vertiginosa; el intercambio cultural se ha intensificado; hay patrones comunes de conducta; se ha creado
una identidad global; las tradiciones y costumbres se cuestionan; la movilidad humana no conoce límites;
se han creado nuevas instituciones internacionales; se ha fomentado la cooperación internacional; hay
problemas globales que requieren soluciones de la misma naturaleza.
Es decir, lo polisémico hace mucha referencia a lo formal institucional, a la lógica del mercado, a
procesos socio político - institucionales, que a veces nos deja la sensación de que en esa globalización tan
polisémica se diluye, de forma natural (como si ese fuera su destino), lo local en lo global.
De estos elementos aportados por Concepción se desprende un elemento fundamental: las
transformaciones geopolíticas producto de las nuevas relaciones económicas modernas sostenidas e
impulsadas por los desarrollos tecnológicos, han producido cambios sustanciales a la realidad de los
diferentes países, cuyas formas de gobierno tradicional no logran, ni explicar, ni manejar. En palabras de
Ferrero (2010:149) estamos asistiendo a “una reorganizaciyn espacial de las relaciones sociales en una
diversidad de escalas espaciales que altera el carácter discreto de los Estados como espacios contenedores
de todas las relaciones sociales significativas”. Desde esta perspectiva, las nuevas tendencias globalizadas
plantean serias dificultades para las formas de organización política de los gobiernos nacionales debido a
su incapacidad de reaccionar frente a los nuevos retos que plantea la modernidad.
Esta tendencia es la que ha llevado a autores como Rojo (2010) a firmar la profunda crisis (incluso
la muerte inminente) del modelo del estado-nación como respuesta a las demandas de la globalización y
en su lugar se observa el surgimiento de una nueva era “post-estatal” caracterizada por una forma de
gobierno cosmopolita, de múltiples niveles y dominios de autoridad, conectados entre sí tanto vertical
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como horizontalmente y en el cual los Estados continuarán desempeñando una función importante pero no
ya de una manera exclusiva y hegemónica.
Como se ha visto, a pesar de su uso frecuente en documentos de diferente índole, el término
globalización se utiliza para designar procesos que, a primera vista parecen iguales, pero que en el fondo
implican diferencias considerables. Fiel a su espíritu universalista y generalizador y por paradójico que
parezca, da la sensación de que el mismo término globalización ha sido globalizado. Nos explicamos.
Utilizado por lo general para designar procesos asociados a las relaciones que se desarrollan a nivel
mundial entre países, donde el protagonista ya no es el Estado como figura tradicional representativa, sino
una serie de relaciones en red a partir de la emergencia de nuevos actores como compañías
multinacionales, organizaciones no gubernamentales, entre otras; la globalización se ha aparejado a la
noción de borramiento de las fronteras y las distancias.
Un elemento en el que parecen coincidir la mayoría de los autores8 es en el inminente
debilitamiento de la figura del Estado9 como ente rector por excelencia de la representación soberana y
absoluta del país gracias a su incapacidad de resolver los dilemas que plantean las problemáticas
emergentes, que Rojo (2010) llama “problemas globales de la contemporaneidad” y dentro de las que
menciona la destrucción galopante del ambiente, la explosión demográfica, la amenaza de las armas de
destrucción masivas, el terrorismo y crimen organizado, la conculcación de los derechos y libertades
fundamentales, el hambre y el agravamiento de la brecha Norte-Sur y Este-Oeste, entre otros.
A pesar del aparente consenso terminológico, se hace necesario introducir una discusión de fondo
en cuanto a los posicionamientos ideológicos que subyacen en el análisis del fenómeno de la globalización
y que van a sesgar las conclusiones sobre el tema a las que se llega. Desde nuestra perspectiva,
distinguimos tres tendencias: los conservadores, los conservadores optimistas y la globalización crítica.
En primer término, se reconocen los autores que hemos llamado conservadores caracterizados
entre otros elementos por la tendencia a desarrollar su análisis bajo la idea de que existe solamente una
globalización, la cual es inminente y sobre la que es necesario reaccionar, pero en términos de la
emergencia de un Estado global o planetario que regule las acciones de los otros países. Centran por lo
8 Cuando se afirma que “la mayoría de autores” que trabajan o mencionan el tema de globalizaciyn, hacemos
referencia a aportes desde lugares muy distintos de análisis, sin embargo, lo que interesa en este momento de la
discusión no es mostrar las diferencias de posicionamientos ideológicos (cosa que abordaremos más adelante) sino
los elementos comunes. Así las cosas podemos citar a autores muy diversos como Rojo (2010), Concepción (2010),
Santos (2009), Beck (2004), Nussbaun (1999), Ferrero (2010), Atilli (2010), por mencionar algunos.
9 Rojo (2010) incluso, señala que asistimos a la muerte inminente del Estado como figura tradicional y estamos ante
el nacimiento de la era posestatal.
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tanto la discusión en términos de la gobernanza de los estados. En esta tendencia ubicamos a autores como
Rojo (2010), Ferrero (2010) y Concepción (2010).
En segundo lugar, los autores que hemos denominado conservadores optimistas, dentro de los que
encontramos a Beck (2004) y Nussbaum (1999), los cuales, a diferencia de sus predecesores los
conservadores centran su análisis en la posibilidad de desarrollar una globalización respetuosa de los
derechos de los ciudadanos que busque el bienestar común basados en la solidaridad y la fraternidad. Beck
(2004) bajo el concepto de cosmopolitismo, introduce la idea de una globalización que respete la otredad
del otro, despojando a la misma de su carácter racista y universalista. Su concepto de cosmopolitismo se
basa en el reconocimiento del otro en cinco dimensiones fundamentalmente diversas:
- El reconocimiento de la otredad de los culturalmente otros (otras civilizaciones y modernidades).
- El reconocimiento de la otredad del futuro.
- El reconocimiento de la otredad de la naturaleza.
- El reconocimiento de la otredad del objeto y
- El reconocimiento de la otredad de otras racionalidades.
En esta idea de cosmopolitismo, Beck condensa las diferentes iniciativas y movimientos que se han
dado a nivel mundial y que podrían verse como alternativas a la globalización. Estos autores, sin embargo,
comparten la idea de que existe una única globalización, con características y connotaciones muy
diferentes a las del primer grupo, pero terminan creyendo en una globalización sobre la cual reaccionar, de
ahí el rasgo que los une a los conservadores.
Por último, ubicamos a los autores que hemos denominado de la globalización crítica y dentro de
los que encontramos a Mignolo (2010), Atilli (2010), Santos (2009), Quesada (2006) y Grüner (2002).
Este grupo de autores tienen en común dos características. Por un lado reconocen dos globalizaciones; la
hegemónica y la contra-hegemónica. Por otro lado, incorporan al análisis del fenómeno las condiciones de
desigualdad que han caracterizado los procesos históricos de dominación de los llamados imperios
europeos.
Para Santos (2009), el plantear la globalización como un fenómeno único e inevitable coloca a las
víctimas de la misma en el lugar de la resistencia o la oposición (en el caso en que puedan resistirse u
oponerse realmente) pero sin cuestionar la existencia de la globalización como tal. De ahí que propone que
no se puede hablar de globalización sino de globalizaciones, ya que hay iniciativas que van en contra del
sustrato mismo del proceso globalizador a las que llama globalización contra-hegemónica.
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Para este grupo de autores es fundamental, además del elemento anterior, analizar el fenómeno de
la globalización tomando en consideración aspectos conceptuales que permiten ubicarlo dentro de la
realidad de los países que vivencian las profundas desigualdades que la tendencia globalizadora trae
consigo. Para comprender sus verdaderas dimensiones es necesario analizar la globalización tomando en
cuenta un elemento central en las relaciones geopolíticas actuales y que con insistencia han señalado los
principales críticos de la globalización hegemónica y es el concepto de colonialidad.
Desde los aportes de Quijano (2000) hasta los señalamientos de Quintero (2010) y Mignolo
(2010) la colonialidad ha determinado las relaciones de subordinación y avasallamiento de los pueblos
más desfavorecidos por la explotación y el saqueo europeos. En el apartado siguiente se examina con
detalle el concepto y los alcances de la colonialidad, sin embargo consideramos fundamental mencionarlo
en el contexto de la globalización debido a las razones que venimos mencionando.
Como se ha mencionado, es fundamental introducir dentro del análisis, ya no de la globalización
sino de las globalizaciones, elementos relacionados, no solo con la resistencia a un sistema invariable, sino
nuevas lógicas de pensamiento que den sustento y legitimación a prácticas alternativas y liberadoras de los
pueblos víctimas de la colonización europea. En este sentido, la utilización de la epistemología europea,
aunque sea de corte crítico, si no es contextualizada a las realidades de los países colonizados, resulta
insuficiente para dar respuesta a las necesidades reales de dichos países.
El término mismo de emancipación, acuñado y difundido por la teoría crítica alemana y el
marxismo entre otros, es un concepto europeo que, según Mignolo (2010) es utilizado por la burguesía del
siglo XIX para liberarse de la monarquía. Para los países que sufren la colonización europea, Mignolo
propone utilizar el término acuñado por Dusell de “liberaciyn” ya que este es más comprensivo pues
incluye, dentro de la noción de emancipación, la lógica modernidad/colonialidad. Para que se pueda dar
una liberación real, es necesario que las políticas decoloniales incluyan a los colonizadores en los procesos
de liberación, no solo a los colonizados. Es necesario por lo tanto, no solamente crear modernidades
alternativas, sino realidades no modernas.
Esta lógica colonialista, basada en la totalidad de las formas de pensamiento (totalidad como
totalitarismo/fascismo) se vincula con el concepto de “fascismo societario” propuesto por Santos (2009) el
cual designa aquellas formas de pensamiento que pretenden arrasar con toda forma de organización
alternativa a la globalización hegemónica. Como alternativa a esta globalización hegemónica propone la
globalización contra-hegemónica la cual se basa en la premisa de que la globalización es un fenómeno
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mundial con orígenes locales. De esta forma se globalizan las ideas y la pautas de grupos locales de poder,
por lo tanto es posible y necesario globalizar propuestas y nuevas formas de organización y de relación
que sean contra-hegemónicas.
Los autores que hemos denominado como conservadores ven la globalización como un fenómeno
único e imposible de evitar. Rojo (2010) por ejemplo, propone el modelo económico impulsado por
Europa como el modelo a seguir en un mundo globalizado, lo que contradice la lógica de la teoría
decolonialista de autores de la globalización crítica como Mignolo.
Es necesario además poder explicar el fenómeno de la globalización desde sus raíces
profundamente económicas de corte capitalista neoliberal. Atilli (2010) explica el surgimiento de la
globalización ubicando cinco momentos históricos: la desregulación, el neoliberalismo económico, la
integración supraestatal en bloques regionales, la tecnología de la informática, el derrumbe del
bipolarismo y la ampliación de mercados para el capital financiero internacional. Para Quesada (2006), no
puede entenderse la globalización sin tomar en cuenta el sustrato capitalista y neoliberal que los sostiene y
lo impulsa, y que trae nefastas consecuencias para la construcción de la subjetividad.
Acerca de la colonialidad: raíces históricas, desarrollos teóricos y devenires políticos.
La teoría de la colonialidad se presenta, por sus autores, como una teoría crítica desde América
Latina.
También
es
conocida
como
Proyecto
Decolonial,
Proyecto
de
Modernidad/colonialidad/descolonialidad y hasta como Teoría Post-occidental. Su intento, sin embargo,
va más allá de las fronteras de América Latina para insertarse en otras latitudes y buscar diálogos
constructivos sobre el pensar y el sentir desde la especificidad de estas sociedades. Las líneas centrales
tienen sus raíces en la Pedagogía del Oprimido, la Teología de la Liberación y la Teoría de la
Dependencia, la teoría del sistema
-mundo, la colonialidad del poder, del saber, del ser, hasta la
interculturalidad/diferencia colonial.
De acuerdo a esta teoría todas las relaciones sociales que se dan son productos de una herencia
que viene desde la colonia y que se constituyó en un elemento específico del patrón mundial del poder
capitalista. Esa herencia tiene que ver con la clasificación de la sociedad mediante lo racial/étnico
(Quijano, 2000).
La colonialidad es uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder
capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la población del mundo como
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piedra angular de dicho patrón de poder y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones,
materiales y subjetivas, de la existencia social cotidiana y a escala societal. Se origina y mundializa a
partir de América (Quijano, 2000:342).
Esta clasificación, según el autor citado, deviene en varios aspectos fundamentales, con las que
trata de explicar las consecuencias de esta dominación: La división en raza, la racialización diría Curiel,
dio origen a las identidades raciales a una clasificación entre blancos/ dominantes/superiores “europeos” y
los no blancos/dominados/inferiores “no-europeos.”. Esto mismo llevy a una colonialidad político-geo-
cultural de los territorios convertidos estos en “tributarios”, que fortalecieron la base de la acumulaciyn
originaria del capitalismo europeo. Pero esa clasificación por medio de las razas también dio origen a la
colonialidad de la distribución del trabajo mediante la relación capital-salario; o más estrictamente
hablando, capital-trabajo desde sus diferentes formas. Sin embargo, Quijano en su análisis, va más allá y
apunta que esta colonialidad del poder, también impacta las relaciones culturales e intersubjetivas,
mediante la producción del conocimiento y las formas de expresión totalmente influenciados por el
eurocentrismo; a lo anterior se le suma el cuerpo como el espacio donde se da una dominación/explotación
mediante las relaciones de género asimétricas, la libertad sexual del hombre, la fidelidad de las mujeres, la
prostitución no pagada y esquema de familia burguesa.
Sin embargo, desde nuestra perspectiva, lo planteado por Quijano, no es nada nuevo sino la
síntesis de una serie de aportes teóricos de autores que le anteceden, (quizás desde una mirada más amplia,
quizás maniqueísta, dirían algunos críticos) y también de luchas sociales dada por activistas africanos
desde los años 50 y 60 en contra del Apartheid. Uno de los referentes del pensamiento colonial es Aimé
Césaire10 que desde los años 30, con su movimiento Negritud (concepto que se le atribuye), incluyó dentro
de su propuesta política el análisis del colonialismo y el racismo “como vectores fundamentales del
capitalismo y de la modernidad occidental, lo que se extendería no sólo a las relaciones económicas sino
al pensamiento y a los valores eurocéntricos (Cesaire, 2006)” (Citado por Curiel, 2007:93).
A pesar de las críticas que algunos han vertido sobre Fanon11, este es otro referente importante.
Desde los años 50 hacia hablaba de un mundo cortado en dos: colonizados y colonizadores. “ Los
primeros, explicaba Fanon, habían sido construidos a partir de un imaginario metropolitano, desde valores
10 Aimé Césaire. (26 de julio de 1913-17 de abril de 2008). Poeta y político francés nacido en Martinica. Reconocido
como el ideólogo del concepto de Negritud. Gran defensor de sus raíces africanas. Ejerció gran influencia en
intelectuales como Fannon y Glissant.
11 Franz Fanon (20 de julio de 1925-6 de diciembre de 1961). Pensador nacido en Martinica. Reconocido por su
pensamiento panafricanista neomarxista, se enfocó en la descolonización y psicopatología de la colonización. Sus
obras insignes son Pieles Negras, Máscaras Blancas (1952) y Los Condenados de la Tierra (1961) publicadas ambas
originalmente en francés.
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europeos universalistas que los consideraban un otro despojado, ajeno, que no sólo se expresaría en
términos geopolíticos, sino también en el pensamiento y la acciyn política” (Curiel, 2007:93). Todo eso
llevaba no solo al racismo, sino la violencia, la expropiación de tierras por parte de los colonizadores
blancos europeos “convirtiendo a una parte de la poblaciyn (indígenas, africanos) en los otros, los
extranjeros, a través de diversos mecanismos de poder y dominaciyn.” (Curiel, 2007:93).
De este autor nace la propuesta de la descolonización no solo económica y cultural del centro sino
también contra la negación de la identidad, la cultura y la reducción de la autoestima de todos los
colonizados. Como miembro del ejército francés conoció de cerca el racismo y con su sentido crítico que
lo caracterizó se preguntaba por qué un negro era capaz de arriesgar la vida por quienes lo desprecian y lo
abusan. Su respuesta resulta fundamental para la acción política y para sus escritos. Para él ser colonizado
va más allá del aspecto físico, es decir, de la aprehensión física, es serlo culturalmente. Es perder un
lenguaje y absorber otro. Es absorber el contenido de una civilización. Es decir, estamos aquí frente a una
colonialidad del ser y las implicaciones que esto tiene para el sujeto.
Años después, autores como Quijano y Mignolo nos van hablar precisamente de esto. La
colonialidad del poder se amplía a los diversos ámbitos de la realidad social, y del contexto en el cual se
desenvuelve el ser. Para Walter Mignolo (2010:12) “la colonialidad del poder está atravesada por
actividades y controles específicos tales la colonialidad del saber, la colonialidad del ser, la colonialidad
del hacer y del pensar, la colonialidad del oír, etc.”. Esta colonialidad del poder se sustenta, de acuerdo
con Mignolo, en dos pilares: el conocer (epistemología), entender o comprender (hermenéutica) y el sentir
(aesthesis). Para Martínez (2009) la
“colonialidad del hacer” se refiere a las
“prácticas discursivas
coloniales, naturalizadas sobre todo por la población mestiza, en un contexto simbólico-cultural”. Y
agrega más adelante que “si la raza/trabajo/género articula el concepto de colonialidad del poder,
imaginario/doble conciencia/habitus configuran el de la colonialidad del hacer” (Martínez, 2009:s.p).
El sujeto visto desde la colonialidad del poder
Asociado a lo que se viene planteando en torno a la conformación de la sociedad latinoamericana
a partir del concepto de raza impuesto por el eurocentrismo se configura la subjetividad y el sujeto. Este
sujeto está inmerso en una realidad compleja que se resquebraja, se fragmenta pero que también se
globaliza. Es decir, estamos en una suerte de paradoja donde el capitalismo se nos presenta como mutante,
oscilante, y des-territorializado y a la vez globalizado. De tal forma que fragmenta los territorios para ser
más “eficiente” desde su lygica y crea cadenas globales para unir cada uno de esos fragmentos y hacer
posible la cristalización de la ganancia.
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Pero también es una suerte de paradoja la búsqueda de la homogenización que impacta, por
consiguiente a la cultura y al ser. En este contexto recobra vigencia la pregunta de Fanon en torno a los
motivos por los cuales los negros eran capaces de arriesgar la vida por quienes los abusaban y los
maltrataban. Eso mismo sucede hoy en día con otras etnias que conforman “los latinos” en Estados Unidos
que luchan por adquirir una nacionalidad en la cual son despreciados y humillados. Muchos de ellos se
han enrolado en el ejército y han muerto en nombre de una nación a la cual nunca pertenecieron. La
respuesta sigue siendo similar a la que ofreció Fanon, la cultura de masas impuesta por los medios de
comunicación del centro conllevan una serie de valores que exaltan el modo de vida del norteamericano.
Es decir, estamos frente a una colonialidad del ser, de la cultura, de su imaginario. Estos valores, se hacen
llamar superiores, modernos, del progreso, “del sueño americano”, son inculcados y despiertan en el ser
latinoamericano unas ansias por asemejarse a ellos. Si a la par de las condiciones de exclusión que está
unido a la pobreza y al fortalecimiento del sentimiento pro estadounidense, tenemos una colonialidad del
saber, definitivamente el sujeto crea y recrea su utopía, de forma individualista, viendo hacia el norte. En
otras palabras, las políticas neoliberales, han transformado la subjetividad en la periferia. Han conformado
un imaginario donde la individualizaciyn y el “sí se puede” se han impuesto a la reciprocidad y a la
solidaridad.
Semejante panorama es fortalecido por problemas asociados al poder. Muchas de las clases
gobernantes en América Latina son oligarquías que se configuraron a partir de lo que Samuel Stone
denominó en Costa Rica la dinastía de los conquistadores, es decir, una democracia étnico-clasista
configurada a partir de los españoles y sus descendientes en América Latina. Estas dinastías controlan la
economía, la política, la seguridad, los medios de comunicación de masas. Por supuesto que son
defensores del libre mercado y de los Tratados Libre Comercio siempre y cuando les beneficie. Utilizan
todos los medios a su alcance para perpetuarse: Las elecciones y los medios como factores de legitimidad
del poder crean enormes confusiones y potencialidades. Precisamente para evitar las segundas, los estados
han diseñado un régimen que preserva para los sectores dominantes los resortes fundamentales del poder
en órganos permanentes que definen la economía, la política, la seguridad nacional, la comunicación de
masas, orientados por instituciones supranacionales-imperialistas que deifican al mercado. Se colocan
límites a los representantes de las mayorías, se restringe el campo de acción de los elegidos, se utilizan
tecnologías de control y chantaje; descentralizan el aparato estatal para expandir el capitalismo, desviar
responsabilidades y funciones y alejar la atención de los pueblos de las luchas globales. (Lora, 2010, s.p).
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El resultado de todo lo anterior es un sujeto “domesticado” e insertado en un sistema donde se
canaliza
“el pensamiento hacia lo banal y miserable, hacia la violencia y el consumismo, hacia la
diversión y el olvido. Lo superfluo se convierte en necesidad. (Lora, 2010, s.p.). Este sujeto pertenece a
una sociedad fragmentada pero conectada por medio de grupos aislados que se pliegan a diversos
segmentos del mercado. En otras palabras, el mercado es quien está jugando el papel de conectar lo local
con lo global.
Es relevante insistir en que el concepto de doble conciencia (formulado por William Edward
Burghardt Du Bois) hace referencia al dilema de las “subjetividades fraguadas en la diferencia colonial”,
(Martínez, 2009, s.p.) es decir, a los procesos experimentados en la vida cotidiana desde la subalternidad.
Por supuesto, que desde el pensamiento poscolonial defendidos por los autores latinoamericanos este
concepto está en mutación y no es aceptado del todo por algunos de ellos12. Ahora bien, es preciso discutir
esta doble conciencia de la que habla Burghardt si se trae a colación a Bourdieu y su concepto de habitus.
Este hace referencia a la formaciyn de las prácticas, tanto colectivas como individuales, “con las cuales los
sujetos representan el papel que les otorgy el sistema de clases”. Parece que los escritos de los post-
occidentalista calzan en esta idea de Bourdieu en el sentido de que el sistema de clasificación del
eurocentrismo le ha otorgado a cada raza un papel en la sociedad periférica, aunque también se es
consciente de las divergencias conceptuales. Solo para anotar una de ellas: las representaciones es una de
las temáticas con las cuales los post-colonialistas no comulgan, por lo tanto, el sujeto no representa ningún
papel sino que es obligado por la colonialidad a asumirlo. Este es “es un concepto imperial que contribuyó
a la colonialidad del ser y del saber”
(Mignolo, 2007:s.p). De todas formas, estos tres conceptos:
imaginarios, doble conciencia y habitus, son parte de la colonialidad del hacer en América Latina, en todas
sus dimensiones heterogéneas.
12 Al respecto veáse entrevista realizada a Walter Mignolo hecha por María Iñigo Clavo y Rafael Sánchez-Mateos
Octubre del 2007 para 3w.bilboquet.es. Mignolo apunta “La categoría de “subalterno” tanto cuando se refiere a
personas como a pensamiento, está mal orientada. “Subalternidad” es una categoría crítica que permite poner de
relieve clasificaciones sociales jerárquicas construidas en el discurso hegemónico. No obstante, la categoría de
“subalternidad” no fue propuesta por aquellos identificados como “subalternos.” La enunciaciyn que sostiene el
concepto de subalternidad presupone privilegio de clase y racial (elite económica y/o intelectual). Después de todo ni
Gramsci ni Guha, ni ellos ni sus teorías, serían identificados como “subalternos.” Ambos pertenecen a la elite
intelectual italiana e india respectivamente. Así, los subalternos, cuando se refiere a personas, o lo subalterno cuando
se refiere a pensamiento, es en realidad una diferenciación construida por el discurso hegemónico. Por lo tanto,
corresponde hablar de “procesos de subalternizaciyn” más que de subalternos, de manera similar en cuanto a la raza.
Raza como tal es una categoría ontológica construida—esta vez--por el discurso hegemónico y no, como en el caso
de subalternidad, como una categoría crítica de disenso. Esto es, el concepto de raza es ya un concepto racista.
Corresponde hablar entonces de “procesos de racializaciyn.” Habría que pensar—por otro lado y en contraposición--
hasta qué punto el concepto de “subalternidad” es un concepto subalterno.”
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Así las cosas, hemos insistido hasta aquí en la coexistencia de dos conceptos fundamentales en la
comprensión del fenómeno de la globalización como son la globalización crítica y su consecuente
concepto de colonialidad. La relación dinámica de ambos permite situar al sujeto a partir de la lógica de la
dominación entendiendo así los procesos que llevan a la conformación de las subjetividades en la
modernidad. De dicha conformación se ocupa el apartado siguiente.
La construcción del sujeto y el lugar
En el marco de la globalización, nos queda el cuestionamiento en relación a cuál sujeto hacemos
referencia; sobre todo, cuando el proceso mismo (la globalización) ha sido vivido desde que la humanidad
tiene memoria; a partir de las migraciones ya sea por condiciones climáticas, por mejores tierras para el
cultivo o la caza o por los intercambios de diversa índole, que daban sentido a la vida de las personas y
poblaciones.
Hoy, la globalización que homogeniza íconos, símbolos, modas, información y que tomamos
como realidad única, bajo el supuesto de que todos estamos en el mismo tren, (quizá, pero en vagones de
categorías muy distintas), nos obliga a pensar que los sujetos individuales y colectivos, se materializan
desde diversos flancos; Ulrich Beck (2004:372) menciona que “la globalización genera sus propios
oponentes, variopintos e inabarcables…”, es decir, de alguna forma lo vemos en los que se resisten a caer
en la avalancha homogenizadora y desde sus acciones validan y actúan nuevas formas de poder o
contrapoder como vía contestataria ante la uniformidad; los que se dejan llevar sin oposición alguna y
pierden control sobre sus propias vidas y los que de alguna forma reapropian y construyen distintas
maneras de lidiar desde las diversidades de las que son parte, nuevas identidades y formas de vida.
Madeleine Cocco (2003:12) por su parte menciona que:
La compresión tiempo-espacio, marca indudable de este contexto, es central en el cambio cultural actual. La
velocidad y simultaneidad, logros tecnológicos concretizados en los medios de transporte y de
comunicaciyn, se postulan como generadores de cambio, responsables del “achicamiento del mundo”. Sus
implicaciones repercuten directamente en las formas culturales y en los sistemas de representación.
Atestiguamos una desterritorialización de las culturas y una respectiva transformación de las
representaciones sobre la pertenencia a los lugares, promovida entre otros actores por las corrientes
migratorias.
Sin embargo, podríamos decir que en la coyuntura actual, son muchos los procesos, situaciones y
condiciones que vivimos, en la que como sujetos hemos entrado en una especie de letargo que hace pensar
que todo indicio de liberación o de una vida más acorde a valores ligados al cuido de la vida misma están
supeditados a una serie de “desarrollos” que atropellan cotidianamente todo vestigio de diversidad,
creatividad y armonía.
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Esto supone que así como la sociedad da pautas y socializa a este sujeto para sus fines, según el momento
histórico y los intereses que primen; en su subjetividad, el ser humano tendría la capacidad de al menos
asombrarse y crear resistencia ante situaciones que no le permiten ser sujeto de sus propias aspiraciones.
Al respecto, Beck (2004:372) señala “La diversidad de identidades, con sus diversas aspiraciones, no
determina al individuo sino que lo libera, pues le plantea multitud de conflictos y lo fuerza a tender
puentes y a cruzarlos como arte de la supervivencia”.
Cabe mencionar que es precisamente la crítica al globalismo, que supone la eliminación de las
diferencias, lo que permite al autor plantear según sus palabras el “redescubrimiento y reconocimiento
radical del otro”, en las dimensiones del reconocimiento de la otredad de los culturalmente otros, del
futuro, de la naturaleza y otras racionalidades. Es decir, aún cuando en estos contextos podemos observar
a los sujetos con tendencias individualizadoras y homogenizadoras en sus conocimientos, en sus actitudes
y en sus comportamientos, Beck (2004:372), afirma que multiculturalismo e individualización son
antagónicos, por cuanto en el primero, el individuo desaparece y se subsume en la lógica de la cultura y la
sociedad, es decir, la sociedad no es la suma de individualidades, éstas conforman desde su constante
dinámica, interacción o dialéctica a la sociedad misma, y agrega “el individuo es en su persona, pareja,
origen familiar, vida laboral, ideas y ambiciones política miembro de comunidades diferentes y a menudo
territorialmente exclusivas.”
Para hablar de este sujeto individual o colectivo, partimos de la idea de que el mismo se cimienta
en la medida en la que hay otros que son su marco de referencia, que viven en un tiempo y espacio
delimitados, que responden a una historia compartida y se inscriben en proyectos políticos comunes. Es
decir, los sujetos construyen y deconstruyen su realidad a partir de una sociedad en la que se desenvuelven
y que bien los libera o bien los limita.
El sujeto es, en la medida que forma parte de una trama social, llena de simbolismos que le
permiten construirse e inventarse a sí mismo y los demás; de ser único y particular, aunque la sociedad
actual, pone en evidencia a su vez, que estamos inmersos en dinámicas particulares, que bien podríamos
decir, son vividas y enfrentadas según el ritmo en que se presenten y cada sujeto se apropia de lo que de
mejor forma pueda esgrimir. De tal forma, es que se termina siendo uno y todos a la vez, tal y como
menciona Najmanovich (2005:51):
(…) desde los enfoques de la complejidad, el sujeto no es meramente un individuo, es decir, un átomo
social, ni una sumatoria de células que forman un aparato mecánico, sino que es una unidad heterogénea y
abierta al intercambio. (…) El sujeto sólo adviene en la trama social de su sociedad, produce un imaginario
común y construye su realidad, es decir, soy en la medida en que confluyen en mi vida diferentes
identidades: mujer/varón, madre/padre, profesional, estudiante, amiga/o, hija/o, esposa/o, entre otros.
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Es pertinente entonces preguntarnos ¿cómo es el sujeto en la sociedad en la que vivimos? En la
obra Vigilar y Castigar de Michel Foucault (1975), se ubican diversos discursos relacionados con la
ciencia y su tendencia a objetivizar el sujeto como lo hace la biología, la economía o la historia natural.
Sin embargo, para el autor en el momento en que el sujeto sufre esta objetivación, la posibilidad de SER,
es a partir de brindar categorías que permitan identificarlo, por ejemplo: Enfermo - Sano, Loco - Cuerdo,
Criminal - No Criminal. Lo anterior nos sitúa necesariamente en el plano de las relaciones de poder, en el
cual, el Estado y las instituciones, son las que definen cómo son los sujetos, según la individualidad
impuesta a través de la historia y las formas regularizadas de actuar en sociedad. Gutiérrez (2002:36),
refiere así la forma en la que Foucault, sitúa al sujeto:
En el corazyn de la genealogía del sujeto moderno, cuya figura más elaborada es la del “sujeto de la
sexualidad”, Foucault sitúa el poder. El sujeto es el producto de “tecnologías del sujeto”, “disciplinas” y
prácticas de “normalizaciyn” que son “modos de objetivación que transforman los seres humanos en
sujetos”. Mediante estos dispositivos disciplinarios, el poder ha logrado controlar la libertad de los sujetos,
atemperar sus deseos, domesticar sus cuerpos. El sujeto moderno es, (…) el efecto inestable de la
aplicaciyn de técnicas de poder, control y dominaciyn sobre los individuos y los grupos. Afirmando que “el
objetivo, hoy, no es descubrir quiénes somos, sino rechazar lo que somos”, por cuanto lo que somos es en
buena parte lo que el poder ha hecho de nosotros.
Surge así la pregunta de cómo nos desenvolvemos como sujetos en un contexto que marca la
pauta de lo que debemos hacer, ser y actuar. Con posibilidades limitadas de acción, que no son válidas
para el bienestar mismo de la vida humana. Somos sujetos, sí, pero a su vez sujetados a estructuras que
determinan los que somos.
Alain Touraine, apuesta por su parte a describir la forma en la que confluyen el Individuo, el
Sujeto y el Actor, a partir de la relación con otros, es decir, nos autodefinimos por medio de los roles que
cumplimos; de alguna forma todos tenemos un guión o líneas a seguir o cumplir en la gran obra de teatro
social. Como “sujeto” Touraine, citado por Gutiérrez (2002), no tipifica la inscripciyn social de los
individuos mediante la incorporación de roles -su socialización-, ni tampoco la construcción social de la
subjetividad, sino que plantea que individuos y grupos se convierten en sujetos en el conflicto por el
control de las orientaciones normativas de la vida social, que son las que definen la historicidad. El sujeto
es ante todo una forma de relación del individuo, o del movimiento social, consigo mismo.
Llamo sujeto (...) al deseo de ser un individuo, de crear una historia personal, de otorgar sentido al conjunto
de las experiencias personales (...) Vivir su vida, encontrarle un referente que pueda dotarla de sentido, más
que pertenecer a una categoría social o una comunidad de creyentes (…) ser sujeto es primeramente hacer
de mi vida un proyecto de vida, de tal forma que mi proyecto gobierna mi vida, no la serie contingente de
hechos (…) El asunto es tomar la vida personal en manos, (...) tener la capacidad de producir, no
simplemente consumir, la existencia. (Touraine,1993:28,citado por Gutiérrez, 2002:40).
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Gutiérrez (2002:41) plantea que son las situaciones sociales las que producen los sujetos, la
oposición misma a lo impuesto, habla entonces de un sujeto con cierta autonomía, más allá de ser una
agente social, “actúan contra los roles sociales y las limitaciones impuestas por la comunidad, el mercado
o la tecnología actúa contra las estructuras sociales”. Ante el fenómeno de la globalización estamos frente
a un sujeto subsumido en sociedades homogenizadoras que limitan las capacidades individuales, tan
básicas como el libre albedrío o la creatividad, esto lo define Marta Ventre (2002:20), asegurando que el
sujeto asume, en el plano de su corporeidad, las consecuencias del entrecruzamiento de los órdenes y las
órdenes que lo atraviesan. El cuerpo queda bajo los efectos de estos nuevos mecanismos que el orden
social inscribe en él. De esta forma, los sujetos pueden terminar mimetizados con los objetos. Se intenta
transformar a los seres humanos en aparatos, y que el trabajo biológico, social, psicológico que los define
en tanto tales sea suprimido, deshecho.
Es así que tienen o no sentido las definiciones que brindan los autores sobre la temática para
lograr insumos coherentes que den paso a la comprensión de lo que a nosotros mismos como sujetos nos
ocurre en la actualidad. ¿Es esto entonces un límite o una frontera para los sujetos? ¿Cuáles son las
alternativas liberadoras-emancipadoras en relación con nuestra condición de sujetos? ¿Podemos hablar
realmente de construcción del sujeto, que supone cierta autonomía, o es un cliché para sostener la
sociedad en que vivimos?
El criterio que debe primar ante estas interrogantes es pensar que las fronteras de los sujetos, que
bien pueden ser impuestas (territoriales-geopolíticas - externas) y/o autoimpuestas, ligadas más a lo
personal- interno (diversidades: etnia, grupo etario, origen, lengua, costumbres, historia), se convierten en
limitantes o posibilitadoras de nuevos proyectos liberadores. Hoy, los proyectos concretos que permitan a
los sujetos apropiarse de su vida, de transitar a espacios aún no conocidos o negados, son posibles en tanto
las fronteras, se han vuelto etéreas, flexibles, dinámicas, donde lo local, lo cercano, lo familiar es el punto
de partida que da oportunidad de mejoras sustanciales en la realidad compleja que vivimos.
Lo local, el lugar y el sujeto
Si bien los sujetos, y sobretodo actualmente frente a los procesos de globalización y las sociedades
homogeneizadoras, se presentan desde una lógica de la individualidad, la propuesta sería pensar cómo este
sujeto se encuentra y/o constituye en lo local (o en el territorio o en los lugares); cómo constituye lo local
y/o el lugar y además si puede, en este contexto, conformarse como sujeto colectivo y cómo sería
necesario que actuara para generar cambios sociales.
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Definir lo local no es sencillo, muchas veces su definición surge de verlo en contraposición a lo
nacional o lo global. Para Boisier (2001), lo “local” sylo tiene sentido cuando se lo mira, “desde afuera y
desde arriba” y así las regiones constituyen espacios locales miradas desde el país así como la provincia es
local desde la región y la comuna lo es desde la provincia. Al respecto Di Pietro (1999) citado por Boisier
(2001:7) dice que: “Lo local es un concepto relativo a un espacio más amplio. No puede analizarse lo local
sin hacer referencia al espacio más abarcador en el cual se inserta (municipio, departamento, provincia,
región, nación). Actualmente se juega con la contraposiciyn ‘local/global’ mostrando las paradojas y
relaciones entre ambos términos”. El territorio se constituye en el lugar articulador de los procesos locales
y es producido por los sujetos, su historia y sus redes formales e informales. El concepto de territorio
propuesto por Sepúlveda (2003) trasciende lo físico, y se lo describe como un producto social e histórico-
lo que le confiere un tejido social único-, que cuenta con una base de recursos naturales, ciertas formas de
producción, consumo e intercambio y una red de instituciones y formas de organización que le dan
cohesión al resto de los elementos.
En el pensamiento moderno, el tiempo parece haberle quitado importancia al espacio, sin embargo
hay algunos indicios de que el espacio se está fortaleciendo porque participa como medio ambiente,
ubicación, lugar o región. Lo espacial no ha dejado de existir como parte del medio físico, soporte de las
actividades sociales, económicas, culturales, etc. sin embargo surge una territorialidad abierta y/o flexible,
que permite una superposición de escalas, escenarios, dimensiones, historias.
Surgen nuevos espacios y lugares como los propuestos por Bourdieu (1988, citado en Morales
Gamboa, 2007) quien diferencia entre campo y habitus, entendiendo por campo el lugar en el cual los
grupos sociales se despliegan, manifiestan sus posiciones relativas y establecen relaciones entre ellos y el
de habitus compuesto por el sistema subjetivo de expectativas y predisposiciones adquirido mediante las
experiencias previas del sujeto. Según Waldenfels B. (2005:161), el cuerpo es justamente el punto de
inflexiyn crucial que exige y hace posible una revisiyn de la concepciyn del espacio. “El habitar en el
espacio no se puede pensar sin una pertenencia interior de los habitantes al lugar en el que permanecen”.
Por ello, muchas veces los conceptos como lo local o el territorio crean distorsiones al momento
de pensar la realidad, ¿cómo analizar las marcas que dejó una historia de cultivos? ¿o las marcas de
poblaciones que llegaron como migrantes en momentos distintos a un determinado territorio? ¿Cómo
analizar las expectativas con las que llegaron? Cobra importancia así la pregunta que se hace Giarraca
(2003) ¿qué es el territorio sino la suma de lugares marcados por los hombres y mujeres? Surge así el
concepto de lugar, “como marcas de experiencias en los territorios […] desde la mirada de los sujetos
sociales”. Es un análisis, “basado en la dialéctica presente-futuro; pero concebido este último desde el
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proceso de historizaciyn a través de las prácticas constructoras de los sujetos” (Zemelman y Leyn, 1997 en
Giarraca 2003:7). El lugar se relaciona con la vida de los sujetos, lugares que marcamos y nos marcan
“son territorios marcados por sujetos”.
El territorio nos permite analizar ciertas realidades sin sectorizar (sin separar lo social, de lo
productivo, o lo natural) pero el lugar nos ubica en la vida de los sujetos, lugar o lugares que nos marcan o
marcamos. Tal como dice, Tomás Eloy Martínez (1997) (citado en Giarracca 2003:7) “Aún ahora cuando
ha pasado tanto tiempo desde que me fui, sigo pensando que fue en Tucumán donde pude ver, de una vez
y para siempre, todo lo que después encontré en la vida”.
Podríamos pensar entonces que es en el lugar donde se constituye el sujeto, que a su vez
constituye el lugar. El lugar se ubica entre el territorio y los sujetos. Territorios, espacios y lugares son
componentes básicos de la vida de los sujetos y atraviesan sus experiencias, saberes, estrategias de vida.
Un lugar según Yi-Fu Tuan (1997) citado en Giarraca (2003), es un componente del mundo de la vida de
quienes lo habitan, por lo tanto no se trata de un lugar homogéneo, sino que requiere del reconocimiento
de las diferencias de la población, sus historias y convivencias.
Waldenfels (2005:165) dice del aquí “si el aquí no fuera otra cosa que punto de orientaciyn y
punto de partida para los movimientos que se despliegan en distintas direcciones” sería un dynde relativo,
esta relatividad se rompe cuando alguien está en su lugar,
“el aquí se transforma en un lugar de
permanencia”, el aquí es el propio lugar en el que tiene lugar el discurso…y de algún modo delimita un
adentro y un afuera. El interior es donde se produce la delimitaciyn “es donde alguien o algo se separa”.
Esta delimitación empieza en el propio cuerpo con la piel como límite. El ámbito interior corporal se
expande, la vivienda es una expansión. Los límites del país o la ciudad presuponen esta diferencia entre el
adentro y el afuera. Esto límites pueden ser trazados en forma más estrecha o más amplia, ser más o
menos permeables, la permanencia en ese espacio puede ser más estable o más móvil.
Sin embargo, Waldenfels (2005:167) hace también un interesante análisis sobre las grietas de esa
espacialidad, el autor dice “no sylo hay diferencias entre un espacio y otro, sino también desplazamientos,
fisuras y grietas dentro de la espacialidad misma, de modo tal que jamás algo o alguien están
absolutamente en su lugar”. Sigue diciendo, si definimos el aquí físico como el lugar donde se dan los
movimientos, entonces en cuanto seres físicos nunca echamos anclas, la permanencia es solo movimiento
detenido. Entonces, si bien como mencionábamos anteriormente, podríamos pensar entonces que es en el
lugar donde se constituye el sujeto, éste sujeto es un sujeto en movimiento y su permanencia en ciertos
lugares podría ser sólo temporal y ser sujeto en varios lugares.
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El mismo autor sigue profundizando en el lugar común y el lugar extraño, algo que nos permitiría
pensar en cymo el sujeto determina su lugar, “lo extraño que resplandece a las distancia remite al mismo
tiempo a los límites del espacio” (Waldenfels, 2005:174) a una limitaciyn interna y externa que permite
que surja un adentro y una afuera y que lleva a preguntarse sobre la accesibilidad, las condiciones de
accesibilidad, los límites de acceso o los derechos de acceso. Los límites entre lo propio y lo extraño son
múltiples, el “yo-piel”, paredes que dan protecciyn o prohíben admisiyn, muros de ciudades, límites
territoriales que desaparecen con las comunicaciones. Los límites espaciales aparecen en forma real o
simbylica, “en tanto los límites espaciales han sido siempre vividos, comprendidos o interpretados como
tales, llevan en sí un germen simbylico” sin embargo, “toda membrana es permeable y vulnerable, lo que
une también separa” (Waldenfels, 2005:175).
Entonces este lugar común es territorial y temporal y habilita el despliegue de sujetos individuales y
colectivos, estos sujetos se constituyen por una historia común, una memoria, una identidad común, con
voluntad y articulaciones colectivas como expresa Quijano (2000:370):
[los rasgos de un grupo real, de una comunidad y de un sujeto social] (…) tales rasgos sylo se constituyen
como parte y resultado de una historia de conflictos, de un patrón de memoria asociado a esa historia y que
es percibido como una identidad y que produce una voluntad y una decisión de trenzar las heterogéneas y
discontinuas experiencias particulares en una articulación subjetiva colectiva.
Cabría preguntarnos, si estos sujetos individuales o colectivos tienen sólo un pasado en común o si
también tienen una motivación y un deseo de un futuro común mejor. En este punto sería interesante
retomar lo planteado por Hinkelammert y Mora (2008), quienes aseguran que el ser humano para
afirmarse como sujeto, necesita objetivarse como actor social en las relaciones sociales
institucionalizadas, en cuanto actor es parte del sistema en cuanto sujeto lo trasciende. Sólo el
reconocimiento mutuo entre sujetos, sujetos que se reconocen como seres naturales y necesitados,
permitirá someter el circuito medio-fin a la satisfacción de las necesidades y a la vida. En este sentido, la
economía para la vida se desarrolla en este circuito sujeto- actor social y comprende que la objetividad de
la realidad existe sólo desde la perspectiva del sujeto natural y necesitado.
Sotolongo y Delgado (2006) destacan que lo concerniente a la problemática del cambio social
emancipador -y a la de los sujetos-agentes sociales de dicho cambio social- ha sido lo más tradicional en
la teoría social crítica. Esta problemática acerca de los sujetos-agentes del cambio social emancipador
adquiere especial relevancia en un período como el actual. Pero el cambio social y sus sujetos-agentes
tiene otras facetas, que se vinculan al plano microsocial, a lo relativo a la vida cotidiana de los sujetos-
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agentes de ese cambio social y al deseo -colectivo e individualizado- de los mismos, generador (o
represor) de sus esfuerzos hacia tal cambio social.
Dicho ámbito “deseante” de los hombres y mujeres reales y concretos se articula con el saber tácito
cotidiano, así como con las pre-reflexividades del discurso y el poder que, articulando con el ámbito de lo
consciente y reflexivo, traman también el proceso de constitución de las subjetividades sociales individuales
y colectivas. Es decir, de las subjetividades de esos mismos sujetos-agentes sociales, individuales y
colectivos, que son los llamados a implementar los cambios sociales emancipadores (Sotolongo y Delgado,
2006:106)
En este punto se retoma lo que plantea Santos (2009:193) “para una ecología de saberes no es
central la distinciyn entre estructura y agencia […] sino la distinciyn entre acciyn conformista y lo que yo
he propuesto en llamar acción- con-clinamen”. La ecología de saberes, está constituida por sujetos
desestabilizadores (individuales y colectivos) y también los constituye. Es una subjetividad dotada con
una capacidad, energía y voluntad para actuar con clinamen, con creatividad para desviarse del pasado y
moverse hacia un cambio.
Surgirían así (la necesidad de) nuevos sujetos, que no dominen la realidad, que no la manipulen, sujetos
que cuidan del equilibrio del medio natural, que actúan de manera consciente y reflexiva con relación a su
entorno y que inciden positivamente en su realidad. Son sujetos que reflexionan sobre los saberes y las
prácticas culturales, que se abren a otros conocimientos e ideas, que participan en forma creativa y
responsable para generar los cambios que la sociedad necesita.
El sujeto en la cultura global
Fragmentos de la totalidad: lo local y las identidades.
En los escritos de los autores que se ocupan del tema de la gobernanza, de las relaciones
internacionales y del rol del Estado nacional en el contexto de la globalización, se tiende a análisis de la
globalización, desde lo predominantemente global, sin detenerse mucho a pensar en lo local, justamente,
porque lo que interesa es contestar - como nos recuerda Rojo (2010:135), ¿cuál es el tamaño óptimo de la
unidad política en la etapa actual de la humanidad, cuál es la comunidad política más importante, más
legitima y por tanto, la que suscitará las lealtades más profundas de los ciudadanos? Y allí, en esos
estudios, se discute sobre los derechos humanos del ciudadano del mundo, la cuestión de la soberanía
nacional, de la gobernanza local, nacional o mundial, el problema de los limites (ver también, Viejo, 2010,
Concepción, 2010, Hernández, 2010; Lucque, 2010), desde estos análisis muchas veces se parte del
concepto polisémico al que hace alusión Concepción (2010). Es decir, lo polisémico hace mucha
referencia a lo formal institucional, a la lógica del mercado, a procesos socio político - institucionales, que
a veces nos deja la sensación de que en esa globalización tan polisémica se diluye, de forma natural (como
si ese fuera su destino), lo local en lo global.
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Una variante, a esta concepción de los estudios internacionales es aquella que plantea con más
claridad, que la globalización neoliberal es una forma de globalización fundamentada en la tercera
revolución industrial que genera nuevas redes de comunicación en función; primero, de la globalización
del capital financiero, de la globalización del trabajo, de los medios de comunicación, lo cual conduce;
segundo, a la agudización de la dependencia por parte de los países pobres del proceso de acumulación a
escala mundial y del control estratégico de las redes de comunicación en manos de sus creadores y
dueños, lo que lleva a procesos superiores de exclusión y ampliación de la brecha entre ricos y pobres en
el mundo (¿tendría razón cierta teoría de la dependencia?).
Desde otra perspectiva, Santos (2009:230) indica que la globalización implica una serie de
relaciones sociales, es
“… el proceso por el cual una condiciyn o entidad local dada logra extender su alcance por todo el
globo y, al hacerlo, desarrolla la capacidad de designar como local a alguna entidad o condición social
rival.” El mismo autor señala que la globalización es siempre la globalización de un localismo dado y que la
localización es la globalización de los derrotados. Es decir, siempre vivimos en un mundo global y local, en
donde existe (permanece) un adentro y un afuera, subordinados al ojo con que se mire, o como asegura,
todo dependerá de “si el relato lo cuentan los vencedores o si lo cuentan los vencidos emancipados,
pero,…lo que sucede es que siempre escuchamos la narraciyn de los vencedores.” (Santos, 2009:230).
En el pensamiento de Santos las globalizaciones son de dos tipos: hegemónicas y contra-
hegemónicas. En las globalizaciones hegemónicas lo excluidos (afuera) están integrados (adentro) a la
economía global por las formas específicas en que son excluidos
(afuera) de la economía global
neoliberal, son aquellos a quienes los une la sangre, el sudor y las lágrimas en las calles, en los guetos, en
los campos de muerte, en los talleres dispersos por ciertos territorios (muy localizados) del mundo. Las
globalizaciones contra-hegemónicas privilegian el adentro (la inclusión) a través de múltiples formas
conocidas que resisten la embestida de las globalizaciones hegemónicas, a través de las organizaciones
locales, las redes de solidaridad, el nuevo internacionalismo obrero, que desde, podríamos decir, un afuera
-adentro, impulsan las globalizaciones inclusivas, en pro de los derechos humanos, el medio ambiente
sano, y otras formas de manifestación de la nueva cultura de masas, que convive, si se quiere, con las
culturas alienantes que procuran patrones de conducta comunes amparados en el discurso de la diversidad,
en el culturalismo que se aísla y se esfuma dentro del consumismo, la suntuosidad parafernálica y el lujo
esperpéntico del ocio global frívolo, más o menos como lo describe Jameson en sus estudios. Pero como
dice Santos (2009:230) “lo particular, lo local no se niega ni en la sociología de las ausencias”, porque esa
globalización contra-hegemónica que parte de lo local, en la sociología de las ausencias se convierte en
cosmopolita, es decir, las luchas contra-hegemónicas locales se abren hacia los otros. En fin, para Santos
(2009) en la globalización hegemónica del sistema mundo de hoy, en este modo de producción, junto a la
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rigidez de las relaciones jerárquicas del planeta, coexiste la rigidez flexible de lo local y de lo que es
definido como global en el sistema mundial, y en esa interacción entre la rigidez y la flexibilidad de lo
rígido, surgen las desigualdades a distintas escalas geográficas, que se agravan y, siguiendo a Santos
(2009:230) “las acciones que puedan reducirlas, son cada vez más difíciles de identificar”.
Desde otra perspectiva crítica, Grüner (2002:82), nos advierte que:
es evidente…que las identidades digamos la racial, o la sexual en sentido biolygico… son en su origen
completamente independiente de los procesos económicos o sociopolíticos; pero ¿quién podría seriamente
sostener que el desarrollo de la lucha de clases no tiene influencia sobre la situación de los negros o de las
mujeres?
Es decir con un componente esencial de los modos de producción que históricamente han surgido,
y este modo de producción de hoy también lleva en sus entrañas la lucha de clases, y por ello, de diversas
maneras, “los fragmentos de los fragmentos” de la sociedad global fragmentada de la que tanto nos hablan
tantos. Fragmentos que no se podrían explicar sin la lucha de clases: los excluidos de la globalización no
se pueden excluir del fenómeno de la lucha de clases (según nuestra libre lectura de Grüner) y sus
identidades particulares, aunque es válido explicarlas como hechos particulares o singulares, no están
separadas de la lucha de clases,
(las prostitutas, objetivamente, no están separadas de la lucha de clases,
aunque ellas no se planteen su vida desde esta perspectiva, que además no están obligadas a hacerlo,
aunque existen redes globales, formales e informales, no sólo de promoción de la prostitución y del
tráfico de transnacional de seres humanos en el mercado global de la prostitución (el lumpemproletariado
y el lumpemneoliberal global), sino de las prostitutas profesionales que también han creado redes, aun
mínimas, de solidaridad y apoyo). De esta manera el neoliberalismo y la globalización no son lo mismo,
como tratan de demostrarlo varios autores (ver, entre otros, Atilli, 2010; Hernández, 2010; Luque, 2010),
pero a veces es igual.
Es decir, en este modo de producción (en esta totalidad) aparecen nuevas formas de esclavitud
como testigos irrefutables de la lucha de clases (aunque no estemos obligados a creer que esto así sea),
que definen nuevas identidades junto a las lumpezcas ya mencionadas, en el que se trasiegan personas
para ser empleadas en diversas tareas, hombres mujeres y niños esclavos (no hay nada más evidente que
ver esos espacios fronterizos del Cono Sur o del sudeste asiático o del norte de Centroamérica o de
África), casi siempre muy cercanos espacialmente al superproletariado mundial del que habla Grüner y
otros autores, o al “ejercito mundial de reserva” que fortalece la acumulación de capital a escala mundial.
Es decir, nuevas identidades culturales, global- locales, que se desplazan por el orbe, junto a las culturas
globales fijas (locales) que también se permean, se transforman en el sitio, porque también, en palabras de
Said (2005:52) “la cultura es siempre histórica, y siempre está anclada en un lugar, un tiempo y una
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sociedad determinados. La cultura siempre implica la concurrencia de diferentes definiciones, estilos,
cosmovisiones e intereses en pugna.”
A manera de conclusión: lo bello y lo sublime singular (o universal).
La historia universal del hombre- sabia13, transcurre del sur al norte y luego se desplaza por el
globo (de lo local a lo global). El hombre-sabia, partió de Sudáfrica y se desplazó hacia el norte y luego a
oriente, atravesó los mares y llegó a los otros continentes. El hombre- sabia se globalizó, pero su
globalización no fue imperial. Ha creado la diversidad cultural.
Aproximadamente en el 600 a. C. aparece en la cultura sumeria El mapa babilonio del mundo, que
algunos consideran el primer mapa mundi conocido (Clark, 2006). Allí se aprecia a Babilonia en el centro
y a sus vecinos más próximos (otras ciudades otros pueblos) que le rodean, el río Éufrates, montes y
valles, caminos y cultivos son descritos, rodeados del río Amargo (los océanos del mundo), y lejos,
después del mar universal que circunda a los sumerios, aparecen otras tierras firmes como islas, es decir,
otras culturas de ultramar. La idea imperial de las culturas universalistas se plasma en la “cartografía
cultural” mucho más tarde. El germen de la idea universal impuesta quizás se inició justamente cuando los
sumerios hicieron aquel primer mapa y representaron el mundo de ellos e imaginaron a los otros, y quizás
asumieron que en aquellas islas, más allá del río Amargo, los otros eran los bárbaros. Quizás allí, en la
mente de un grupo de sacerdotes -guerreros -reyes-dioses, surgió esa imagen primigenia de “la idea
universal” que debería conducir el mundo, sin que se percataran de que tal vez los otros estaban pensando
exactamente lo mismo de ellos. En algún momento en la historia del hombre sabia, apareció, por razones
objetivas, la necesidad de someter a los otros que posteriormente se tornó en esa idea universal que aún
perdura entre nosotros y todo se escindió de manera exacerbada, la familia, el género, las etnias, el cuerpo.
De ahí que esta concepción del imperio global nos trae hoy muy poca cosa nueva, solo más
sofisticación, más tecnología, más perversidad, la actual globalización hegemónica nos trae como novedad
total lo que Santos (2009) denomina el fascismo societario que es pluralista y su escenario es a la vez local
y global, esta globalización super perversa expulsa poblaciones, excluye almas (es decir seres humanos de
carne y hueso) que son arrojados fuera del contrato social. Es otra vez el mundo de los civilizados y los
bárbaros, el de los grandes muros (el terrible muro de Berlín es una broma), el de la sociedad del riesgo,
13 El hombre sabia es un juego nuestro para definir al homo sapiens como una familia, no solamente como individuo
hombre. A la familia originaria que se desplazó para diseminar la cultura. El hombre sabia, es el hombre, la mujer,
los niños, los ancianos en hordas o clanes o tribus, en fin, en comunidad actuando desde y con la naturaleza,
transformándola y transformándose. Es decir es la “savia” y la “sabiduría” humanas, diversas y sin fronteras. La
savia del hombre -mujer sabia.
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las sociedades cerradas, amuralladas por doquier, desde calles, barrios, hasta el muro del Río Bravo, en
donde la diferencia y el otro están presentes, muy presentes.
Esa complicidad heredada entre modernidad - racionalidad es la excluyente y totalitaria noción de
totalidad que como señala Mignolo “…es una totalidad que niega, excluye, opaca la diferencia y las
posibilidades de otras totalidades. La racionalidad moderna es absorbente y, al mismo tiempo, defensiva y
excluyente” (Mignolo, 2010:13, a propósito de los trabajos de A. Quijano). Es decir, la noción de
totalidad es regionalista o regional determinista (geopolítica) y “produce el efecto mágico de hacernos
creer que el mundo es lo que esa cosmología [la occidental] dice que es” (Mignolo, 2010:17).
Reed nos recuerda a un hombre sabia, pero como producto histórico de la modernidad, un
individuo, vinculado orgánicamente al movimiento obrero en una época de grandes convulsionas que
impactaban las pasiones individuales, las subjetividades colectivas, un hombre occidental formado (él)
dentro de una concepción del mundo que partía de la racionalidad moderna marxista. Hombres y mujeres
que en su crítica a la modernidad del capitalismo, intentaban construir globalidades contrahegemónicas,
tal y como las que se plantearon, por ejemplo, los obreros que encargaron la elaboración del Manifiesto
comunista. De esta manera, desde el fantasma que recorría Europa, llegaron propuestas liberadoras de la
clase obrera a las naciones o subregiones que luego conmoverían al mundo por acontecimientos históricos
de este hombre occidental (que ya no era aquel hombre sabia de antes de las primeras civilizaciones
divididas en clases), era un hombre diferente, producto de otra historia y de otros episteme, pero para nada
despreciable. 1910 en México o 1917 en Rusia (independientemente de la experiencia de la Unión
Soviética), fueron procesos coyunturales que articularon la infra y la supra, es decir que amalgamaron
desde lo local, desde los barrios obreros de Moscú o desde los ejidos mexicanos, la economía, la política
y la cultura societal, con proyección universal. En la coyuntura, lo local no fue derrotado y se globalizó.
Reed, 1910 y 1917, y sus camaradas, también podrían ser algunos ejemplos (históricos, criticables sin
duda) de cómo el sujeto individual y las subjetividades colectivas existen y actúan local y globalmente y
de cómo las contradicciones y la complejidad se desatan y se resuelven en escalas- escenarios flexibles.
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