Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centroamérica y el Caribe

Vol. 17, No. 2, Julio-Diciembre, 2020

La presencia guatemalteca en los Congresos anticomunistas latinoamericanos (1954-1980)

Artículos científicos (sección arbitrada)

La presencia guatemalteca en los Congresos anticomunistas latinoamericanos (1954-1980)

The Guatemalan Presence in Latin American Anti-Communist Congresses (1954-1980)

A presença guatemalteca nos congressos anticomunistas latino-americanos (1954-1980)

Juan Carlos Vázquez Medeles *
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ciudad de México, México

La presencia guatemalteca en los Congresos anticomunistas latinoamericanos (1954-1980)

Cuadernos Inter.c.a.mbio sobre Centroamérica y el Caribe, vol. 17, núm. 2, 2020

Universidad de Costa Rica

Recepción: 22 Febrero 2020

Aprobación: 24 Abril 2020

Resumen: Este trabajo presenta las diferentes reuniones, de carácter anticomunista, que iniciaron en mayo de 1954 en torno a la Confederación Interamericana de Defensa del Continente y los congresos realizados por la Confederación Anticomunista Latinoamericana. A la par, subrayo la participación guatemalteca, sus postulados ideológicos y algunas de sus acciones realizadas bajo estos contextos. A partir de la revisión hemerográfica, archivística y documental, se advierten dos momentos de estructuración de praxis políticas entre los militantes de estas agrupaciones que, en su lucha contra el comunismo, transitaron desde la disputa por obtener el poder político en las décadas de 1950 y 1960 hasta la implementación de estrategias contrainsurgentes en las décadas de 1970 y principios de 1980. Asimismo, destaco la figura de Mario Sandoval Alarcón (1923-2003) y su proceso de configuración como líder del anticomunismo, para mostrar los entrecruces y transferencias de conocimientos entre los miembros de estas ligas y los mecanismos utilizados en estas interconexiones.

Palabras clave: anticomunismo, Mario Sandoval Alarcón, contrainsurgencia, escuadrones de la muerte, Guatemala.

Abstract: This work analyzes the different anti-communists meetings of the Inter-American Confederation for the Defense of the Continent, and the congresses held by the Latin American Anti-Communist Confederation since May 1954. It focuses on Guatemalan participation, its ideological postulates and some of its actions carried out under these contexts. From the hemerographic, archival and documentary review, two moments of structuring of political praxis are noted among the militants of these groups who, in their struggle against communism, passed through the dispute to obtain political power in the 1950s and 1960s to the implementation of counterinsurgency strategies in the 1970s and early 1980s. Likewise, the figure of Mario Sandoval Alarcón (1923-2003) and his process of configuration as the leader of anti-communism stand out, to show the crossovers and transfers of knowledge between the members of these leagues and the mechanisms used in their interconnections.

Keywords: Anti-communism, Mario Sandoval Alarcón, counterinsurgency, death squads, Guatemala.

Resumo: Este trabalho apresenta as diferentes reuniões, de caráter anticomunista, iniciadas em maio de 1954 em torno da Confederação Interamericana de Defesa do Continente e os congressos realizados pela Confederação Anticomunista Latino-Americana. Ao mesmo tempo, ressalto a participação guatemalteca, seus postulados ideológicos e algumas das suas ações realizadas nesses contextos. Desde revisão hemerográfica, arquivística e documental, são notados dois momentos da estruturação da praxis política entre os militantes desses grupos que, em sua luta conta o comunismo, passaram da disputa pela obtenção do poder política nas décadas de 1950 e 1960 até a implementação de estratégias de contrainsurgência na década de 1970 e início da década de 1980. Destaco também a figura de Mario Sandoval Alarcón (1923-2003) e seu processo de configuração como líder do anticomunismo, para mostrar os cruzamentos e transferências de conhecimento entre os membros dessas ligas e os mecanismos utilizados nessas interconexões.

Palavras-chave: Anticomunismo, Mario Sandoval Alarcón, contrainsurgência, esquadrões da morte, Guatemala.

Introducción

Este trabajo abordará los diferentes congresos anticomunistas que se realizaron desde mayo de 1954, en la Ciudad de México, los cuales suscitaron el establecimiento de la Confederación Interamericana de Defensa del Continente. Posteriormente, se examinarán los congresos realizados por la Confederación Anticomunista Latinoamericana. La relevancia de esta investigación radica en que, además de estudiar la conformación de estas ligas y sus entrecruces, transferencias y conexiones ideológicas, explora la participación de los guatemaltecos asistentes. Considero que las actividades que desarrollaron en el sector público, facilitaron la importación del método contrainsurgente en la región y permitieron ampliar el campo de acción de su proyecto político, es decir, se concibe a estos acontecimientos como “fenómenos interactivos en el contexto de procesos globales” (Acuña, 2015, p. 18). Los nuevos elementos que se incorporan al análisis, además de delimitar las ideas políticas y religiosas que cohesionaron a las confederaciones, subrayan el paradigma que representó el caso guatemalteco en su configuración sin alterar la interdependencia de sus miembros. Si bien, en la década de 1950 fue determinante para interconectar a las expresiones anticomunistas latinoamericanas bajo un componente predominantemente religioso, el decenio de 1960 destacó por priorizar el uso de la violencia como forma de lucha para enfrentar al comunismo, además, despuntó la figura del político guatemalteco Mario Sandoval Alarcón como fautor de las interacciones de los miembros de estas organizaciones.

Por la complejidad, tanto geográfica como espacial de los congresos mencionados, es importante resaltar que la documentación que se utilizará corresponde a distintos archivos, como el Archivo General de la Nación (AGN) en la Ciudad de México, el Archivo Histórico de Cancillería (AHC) en Buenos Aires, Argentina, el Archivo personal Eduardo Taracena de la Cerda del Archivo Histórico del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA), en Antigua Guatemala, y algunos disponibles en línea como el Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN) de Guatemala y el Electronic Reading Room del Freedom of Information Act (FOIA). Además, de una revisión hemerográfica de distintos países.

Para la década de 1950, los trabajos que refieren al establecimiento de las redes anticomunistas son escasos; no así aquellos que tratan el I Congreso contra la Intervención Soviética en América Latina como antecedente. Sin embargo, la reciente compilación de Roberto García Ferreira y Arturo Taracena Arriola (2017) aborda el periodo, aunque no refiere al proceso de las reuniones anticomunistas. En cambio, su incipiente estudio recae en las investigaciones del historiador Julio Lisandro Cañón Voirin (2017); Ernesto Bohoslavsky y Magdalena Broquetas (2018); y recientemente, el trabajo de Marcelo Casals (2019).

Las primeras investigaciones que abordaron las implicaciones de estas redes son las conformadas en la década de 1970, en ellas se acentuó la cooperación de la dictadura argentina tanto con los gobiernos centroamericanos como con el desarrollo de la Contra nicaragüense (Anderson y Lee, 1986; Marshall, Dale y Hunter, 1987; Armony, 1999). Así pues, el impacto de la World Anticommunist League (WACL) y de su filial en América Latina, es decir, la Confederación Anticomunista Latinoamericana (CAL), fomentó estudios que se ciñeron a su fundación y a los lazos que se tendieron a través de sus reuniones, sustentados en información de distintos archivos públicos (López, 2010, pp. 133-158; Rostica, 2018a, pp. 309-347).

Para el caso estudiado, considero que la CAL tenía como pilares ideológicos fundamentos religiosos que eran impartidos como parte de una doctrina espiritual, encabezada por el mexicano Joaquín Sáenz y Arriaga, el flamenco Raymond Joseph de Jaegher, ambos jesuitas, y al presbítero argentino Julio Ramón Meinvielle. Estos personajes introdujeron preceptos propios de la teoría económica liberal que definieron la política de las élites, no solo en el istmo centroamericano sino en Latinoamérica, los cuales replantearon los postulados de las encíclicas papales de León XIII, Rerum Novarum. Sobre la situación de los obreros (1891), y de Pío XI, Divina Redentora. Sobre el comunismo ateo (1937), abrazadas por los anticomunistas de mitad de siglo XX.

En el caso de los guatemaltecos, su incorporación a la Liga sucedió en 1972, con una delegación conformada por militantes del Movimiento de Liberación Nacional encabezada por Mario Sandoval Alarcón (Archivo General de la Nación, agosto de 1972, fs. 197-204), quien paulatinamente adquirió protagonismo en la Confederación, así como liderazgo en la zona centroamericana. Además, para apoyar a los intereses anticomunistas de la región, respaldó al mayor Roberto D`Abuisson y facilitó el asesoramiento que los académicos de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala le proporcionaron para constituir el partido político salvadoreño Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Los Congresos de la Confederación Interamericana de Defensa del Continente

El anticomunismo como ideología predominante en quienes ejercieron la violencia estatal originó los lazos y la profesionalización de los artífices de la lucha antisubversiva, la cual configuró una cultura de violencia en defensa de la democracia y frente al comunismo como enemigo común. Si bien este axioma ideológico en Guatemala tiene manifestaciones desde finales del siglo XIX, el establecimiento del primer Partido Comunista en la década de 1920 aceleró las disputas políticas. La dictadura de Jorge Ubico (1931-1944), los gobiernos democráticos de Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951) y el coronel Jacobo Árbenz Guzmán (1951-1954), la intervención estadounidense en 1954 y la aparición de grupos político-militares en 1960, recrearon las características del anticomunismo guatemalteco y de sus militantes, quienes cultivaron una lógica desde su perspectiva para enfrentar a quien percibían como su enemigo.

El desarrollo teórico reflejado en el discurso, que a la mitad del siglo XX se caracterizó por su acentuación fanático-religiosa, permitió, a su vez, la aparición de una cruzada a la que se dieron símbolos, palabras y sustentos cristianos, como los que exaltó el Ejército de Liberación1, en su proyecto político contra el gobierno de Árbenz Guzmán (Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas, 1956). Posteriormente, sin apartarse de ello, este discurso rebasó las metáforas bíblicas y la ignorancia que existía respecto del comunismo; aunque la propaganda exaltó un lenguaje antisoviético, anticastrista y anticubano, la línea discursiva estuvo sustentada políticamente en los estudios sobre la sociedad desde la doctrina del liberalismo económico, lo que coadyuvó a su institucionalización.

Al contraponerse a un adversario en el orden mundial, el anticomunismo también conformó agrupaciones que aglutinaron a sus similares. Una de las más importantes fue la World Anti-Communist League o Liga Mundial Anticomunista (LMA), la cual tuvo el objetivo de combatir al comunismo asiático. Surgió de la Asian People´s Anti-Communist League, encabezada por el presidente de Taiwán, Chiang Kai-Shek, quien fuera dirigente del Partido Nacionalista Chino y dictador derrocado por Mao Tse-Tung en 1949. En 1967, durante su reunión anual en Formosa, Taipéi, se constituyó la LMA y se realizó el I Congreso de la Liga (World Anti-Communist League, 1968), desde donde Chiang Kai-Shek combatió ideológicamente a la República Popular de China.

Los antecedentes de estas agrupaciones en América Latina se pueden rastrear desde el I Congreso Iberoamericano Anticomunista, realizado en La Habana, Cuba del 1º al 15 de septiembre de 1937, y organizado por los representantes mexicanos Enrique Sáenz de Sicilia y Francisco Doria Paz, miembros de la Confederación de la Clase Media (Archivo Histórico de Relaciones Exteriores, agosto de 1937). No obstante, el I Congreso Contra la Intervención Soviética en América Latina, realizado del 27 al 30 de mayo de 1954 en el Teatro Cervantes de la Ciudad de México, se inscribe en el periodo de posguerra mundial, particularmente en los primeros años del conflicto ideológico conocido como Guerra Fría. Si bien, dicha reunión fue convocada por el Frente Popular Anticomunista de México (FPAM), la delegación más numerosa fue la guatemalteca, encabezada por José Luis Arenas Barrera, José Calderón Salazar y, como representante oficial, Carlos Salazar Gatica (Freedom of Information Act, 1 de enero de 1954)2. La reunión fue presidida por el almirante Carlos Penna Boto, presidente de la Cruzada Brasileña Anticomunista y Jorge Prieto Laurens del FPAM como secretario general (Prieto, 1972, pp. 28-31). La naturaleza de este evento era integral al plan PBSUCCESS, el cual tenía como principal objetivo el derrocamiento del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, por lo que la situación guatemalteca se convirtió en el tema principal para presionar en las decisiones que tomaría la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre la acusación de intervencionismo soviético en este país (Freedom of Information Act, 31 de mayo de 1954). El resultado inmediato fue asegurar el respaldo al Golpe de Estado por medio de una campaña propagandística continental, el establecimiento de redes de los grupos anticomunistas en la región que veían con entusiasmo las políticas de Estados Unidos hacia América Latina y, no menos importante, la creación de una confederación en la que confluyeron dichos grupos3.

Como se mencionó anteriormente, su objetivo principal era parte integral del proyecto PBSUCCESS, por ello se exaltó tanto un discurso antisoviético como la necesidad de defensa del continente ante el supuesto ataque del comunismo en la región. El sustento religioso de estos anticomunistas se basó en las encíclicas papales de León XIII, Rerum Novarum (1891), y de Pío XI, Divina Redentora (1937). Ambas replantearon la doctrina social de la iglesia y fundamentaron la Democracia Cristiana. En lo económico, su concepción de liberalismo tenía relación con la implementación de medidas proteccionistas del Estado, de lo contrario podría facilitar la propagación de ideas comunistas en el continente. Además, aseguraban que la implementación de gobiernos influenciados por la ideología antagónica a sus concepciones de Democracia, destruía las libertades de pensamiento por las cuales luchaban. Planteamientos entrecruzados con los postulados del arzobispo de Guatemala, Mariano Rossell y Arellano, y abrazados por los anticomunistas de este país.

Estas ideas fueron replanteadas durante la realización de tres congresos más (ver Tabla 1): Río de Janeiro, Brasil en agosto de 1955 (Cruzada Brasileira Anti-Comunista, 1955)4; en Lima, Perú en abril de 1957 (Confederación Inter-americana de Defensa del Continente, 1958)5; y en Antigua, Guatemala en octubre de 1958 (Comité Organizador del IV Congreso Continental Anticomunista, 1961). En las sesiones del II Congreso se materializó la Confederación Interamericana de Defensa del Continente (CIDC) como parte del proceso de institucionalización de la violencia contra el comunismo (Cañón, 2017, pp. 79-99) y, principalmente, se consolidó una agrupación en la que confluyeron destacados personajes que ostentaban esta ideología y que influyeron en las políticas de distintos países de la región. La participación guatemalteca giró de la acusación contra Jacobo Árbenz por comunista hacia su proyección como paradigma de la lucha antisoviética, a través de sus exposiciones que se circunscribieron en explicar cómo nació, se desarrolló y triunfó el movimiento liberacionista. No obstante, el patrocinio que recibió la primera reunión por parte de la CIA, al parecer, fue retirado en los siguientes eventos (Casals, 2019, p. 14). El financiamiento privado fue importante para mantener su funcionamiento y fueron sostenidos con aportaciones realizadas por mandatarios como el propio Carlos Alberto Castillo Armas, Rafael Leónidas Trujillo, los hermanos Somoza Debayle (Luis y Anastasio) y Miguel Ydígoras Fuentes. Además de expresar sus plataformas ideológicas, impulsaron la creación de mecanismos de vigilancia y represión contra sus adversarios: la cancelación y hostigamiento a los partidos comunistas, la reformulación de leyes agrarias, la red de intelectuales y periodistas que emprendieron campañas contra el comunismo y la ruptura de relaciones comerciales con el bloque soviético.

A finales de la década de 1950, la Revolución Cubana presentó nuevas propuestas de cambio político a los opositores de los regímenes dictatoriales o autoritarios. Unos años antes, en Guatemala, el 26 de julio de 1957 fue asesinado el presidente Castillo Armas, quien se había proyectado como el líder indiscutible del Ejército de Liberación Nacional (ELN), lo que devino en una nueva lucha por el control hegemónico de la política interna. El grupo de liberacionistas que acompañó al mandatario desde su exilio y durante su gestión, fue relegado durante el gobierno del general Miguel Ydígoras Fuentes (1958-1963) y se formaron nuevas alianzas en búsqueda de la simpatía del nuevo presidente. Esto fue proyectado en las reuniones del congreso realizado en Antigua Guatemala, en octubre de 1958 (Archivo Histórico del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, 15 de octubre de 1958)6. Un altercado protagonizado por Jorge Prieto Laurens, Manuel Orellana Portillo y Luis Coronado Lira trascendió, no solo en el interior del país7, sino que fracturó a la CIDC al renunciar un grupo de guatemaltecos de esta confederación, al considerar su trabajo como estéril y obediente a los gobiernos que la patrocinan (Archivo Histórico del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, octubre de 1958).

Tabla 1. Congresos organizados por la Confederación Interamericana del Continente
Nombre del CongresoLugarFecha
I Congreso LatinoamericanoCiudad de México, México.27 al 30 de mayo de 1954
II Congreso LatinoamericanoRio de Janeiro, Brasil.22 al 26 de agosto de 1955
III Congreso LatinoamericanoLima, Perú.10 al 14 de abril de 1957
IV Congreso LatinoamericanoAntigua, Guatemala.12 al 15 de octubre de 1958
I Congreso CentroamericanoSan José, Costa Rica.28 al 30 enero de 1959
II Congreso CentroamericanoManagua, Nicaragua.24 al 27 de marzo de 1960
Elaboración propia.

Esta reunión continental convocada por la CIDC fue la última. Se optó por realizar eventos regionales y esforzarse para consolidar un congreso a nivel mundial (Archivo Histórico del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, 25 de marzo de 1958). Las agrupaciones centroamericanas conformaron la Federación Anticomunista Centroamericana (FAC). El lugar elegido como sede para celebrar el I Congreso Regional Anticomunista Centroamericano fue Costa Rica, la naciente Federación fue presidida por el representante de dicho país, Marco Tulio Zeledón Matamoros, mientras los guatemaltecos que conformaron la mesa directiva eran: Manuel Ángel Orellana Portillo como secretario general, Antonio Valladares y Aycinena como tesorero y Carlos Alberto Recinos Sagastume como enlace. El congreso recibió el apoyo del presidente costarricense Mario Echandi (1958-1962), quien lo inauguró el 28 de enero de 1959 frente a representantes de Costa Rica, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala (Hoy se inaugurará Congreso Anticomunista, Diario de Costa Rica, 28 de enero de 1959).

En esos mismos días, las relaciones entre México y Guatemala se tensaron por un incidente en el que fueron atacados barcos camaroneros mexicanos por la Fuerza Aérea Guatemalteca (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1959). El 23 de febrero de 1959, la representación diplomática mexicana en Guatemala se retiró, mientras que Guatemala recibió apoyo de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) frente a un posible enfrentamiento bélico, siendo Costa Rica el único país de los miembros del istmo que se negó a ello; no obstante, se ofreció como el mediador para resolver la situación. La búsqueda de una salida pacífica por parte del presidente mexicano, Adolfo López Mateos (1958-1964), se obstaculizó por las declaraciones de Ydígoras Fuentes que, además de enfrentarse a México, lo hacía con Inglaterra al intensificarse la disputa por el reclamo del territorio de Belice. Después de nueve meses de negociaciones y ataques, las relaciones se reanudaron el 2 de octubre. Esta problemática se intentó abordar en el congreso para definir las posturas de los estados centroamericanos que, a pesar de abordar el tema, evitaron comprometerse con acciones directas contra México.

Si bien, los resolutivos del Congreso en su mayoría estaban enfocados en la política económica regional, los actos que integraron el programa de la reunión permitieron reforzar los postulados católicos que daban cohesión a su ideología. La presencia del arzobispo de San José, monseñor Rubén Odio Herrera, continuó con la configuración de la base espiritual representada en la Iglesia católica, proyectada en su doctrina social (Odio, Diario de Costa Rica, 1 de febrero de 1959).

Un segundo congreso fue realizado del 24 al 27 de marzo de 1960 con sede en Managua, Nicaragua, presidido por el representante de Costa Rica, Marco Tulio Zeledón Matamoros, quien además ostentaba el cargo de secretario general de la ODECA. Su relación con los guatemaltecos era estrecha, estos impulsaron su candidatura, y encima era el agregado cultural de la Embajada de Guatemala en Costa Rica (Zeledón, 1961, pp. 7 y 35), por lo que los guatemaltecos retomaron protagonismo en la nueva federación e impusieron a Orellana Portillo como secretario general de esta. Ydígoras Fuentes fue el invitado de honor en el evento, acompañado por una gran comitiva de su gobierno. Asimismo, asistieron el presidente de Nicaragua, Luis Somoza Debayle (1957-1963), y el arzobispo de Managua, Vicente Alejandro González y Robledo (1938-1968).

Sin novedades que los diferenciaran de los congresos continentales, la reunión refrendó los postulados de las sesiones previas. Aunque, ya de manera regional, se abordó la necesidad de ratificar el Tratado Multilateral de Libre Comercio e Integración Económica firmado por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica el 10 de junio de 1958 en Tegucigalpa, Honduras. Asimismo, la legitimidad que necesitaba el gobierno de Ydígoras fue reflejada en estas reuniones ante los actos de corrupción, nepotismo y, principalmente, su dependencia y aquiescencia a los intereses del gobierno estadounidense le significaron tanto una severa crítica como acciones que buscaron impedir el término de su gestión. Por ello, la explotación del discurso de la soberanía nacional y la integración económica regional exaltó la “defensa de los derechos, intereses y riquezas nacionales” (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1959, p. 7) frente a los ataques de los barcos pesqueros mexicanos en 1959; el documento enviado a la ODECA, “Condena el coloniaje en América y reafirma los derechos de Guatemala sobre Belice” (Zeledón, 1961, p. 105) fue retomado en estas reuniones regionales.

El compromiso adquirido por la delegación guatemalteca para realizar un tercer congreso no fue cumplido. La crisis política que escalaba ante el descontento hacia el gobierno de Ydígoras, la ruptura con la CIDC de un grupo con gran influencia en las redes anticomunistas, la dinámica internacional tras el triunfo de los revolucionarios cubanos y la aparición de grupos subversivos, obstaculizaron su realización. Al mismo tiempo, el sostén económico e ideológico de los organizadores perdió legitimidad y credibilidad en estos sectores. A partir de ello, hubo un impasse en las confederaciones anticomunistas latinoamericanas, sin dejar de lado que el prestigio y centralización de esta ideología viró a las actividades de la LMA, financiadas y lideradas por el gobierno del taiwanés Chiang Kai-Shek, adonde recurrieron varios personajes que habían protagonizado estos movimientos.

Los Congresos de la Confederación Anticomunista Latinoamericana

Del largo anquilosamiento de las redes latinoamericanas, después de una década de no realizar actividades conjuntas, surgió la Confederación Anticomunista Latinoamericana (CAL) ligada a la LMA. Esta fue fundada al término de la celebración del VI Congreso de la Liga Mundial Anticomunista y el IV Congreso de la Liga Mundial Juvenil Anticomunista, realizado del 24 al 27 de agosto en el Hotel del Prado, en la Ciudad de México8, y fue constituida en las sesiones realizadas el 28 y 29 de agosto de 1972, en el salón Covadonga del Hotel Casa Blanca, proyecto elaborado por la Federación Mexicana Anticomunista de Occidente (FEMACO) para crear un organismo regional latinoamericano, que se limitó a la participación de 40 representantes de las delegaciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, El Salvador, Guatemala, Haití, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, las cuales también asistieron al Congreso Mundial (Archivo General de la Nación, 24 de agosto de 1972). Pese a la participación de representantes latinoamericanos en otras reuniones de la Liga, como el mensaje ofrecido en el congreso realizado en Filipinas (1970) por Alfredo Strossner, presidente del Paraguay, y de Mariano Buitrago Aja, ministro de gobernación de Nicaragua en representación de Anastasio Somoza Debayle (World Anti-Communist League, 1968), a partir de esta reunión se empezó a prestar atención a la región en la proyección política y presencia de la LMA9.

Nuevamente fue un grupo de mexicanos los que tomaron preeminencia en la fundación de la CAL. Asignaron como presidente a Raymundo Guerrero Guerrero, ideólogo de la FEMACO, a su sobrino, José Luis Aguilar Mora, como presidente de la versión juvenil y a Rafael Rodríguez López, primer secretario general. El respaldo brindado por la delegación guatemalteca10 fue recompensado al ser aceptada como miembro de la Liga. Los organizadores de este primer congreso decidieron que Mario Gutiérrez, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, y Mario Sandoval Alarcón, presidente del Congreso de Guatemala fueran los invitados de honor de su primera actividad en territorio latinoamericano (Archivo General de la Nación, agosto de 1972, fs. 120-122).

El anticomunismo de la Liga proyectó ideas católicas conservadoras. De las lecturas del evangelio tomaron preceptos que dieron cohesión a la interpretación del comunismo para rechazarlo contundentemente. En el congreso en territorio mexicano, fueron conferencistas principales dos miembros de la Iglesia católica, pilares en la construcción ideológica de LMA y, posteriormente de la CAL, y de las estructuras de las organizaciones de los países participantes. Uno de ellos fue el sacerdote Raymond Joseph de Jaegher, quien fue misionero en China y combatió el comunismo a través de la palabra y la envestidura que le otorgó el hábito religioso bajo el cuidado de Chiang Kai-Shek. El otro sacerdote que tuvo una presencia más sólida con su legado en la Confederación fue Julio Ramón Meinvielle quien, con sus escritos, fue un artífice intelectual de los grupos nacionalistas de derecha argentino, influencia que se transfirió a los grupos anticomunistas miembros de la Confederación. Ambos religiosos utilizaron terminología similar en sus respectivas participaciones. De Jaegher pronunció una Invocación (Archivo General de la Nación, agosto de 1972, f. 187), por medio de la cual aseguró que la reunión era por la “Civilización” y el “Progreso”. Mientras tanto, la base del pensamiento de Meinvielle, asentada en la obra de Santo Tomas de Aquino, reflejó en su conferencia titulada Civilización el cumplimiento de la encíclica de Paulo VI [Populorum Progressio] (Archivo General de la Nación, agosto de 1972, fs. 146-149). Para el sacerdote Julio Meinvielle, de este programa social de la Iglesia era necesario tomar el mensaje a favor de los anticomunistas, contrario a la interpretación del Movimiento de los Sacerdotes para el Tercer Mundo (Herrán, 2015, p. 18).

El paralelismo teórico y pragmático de los sacerdotes coincidía con la exégesis bíblica de anticomunistas latinoamericanos, ya que reafirmaba su labor contra el comunismo. Sin embargo, la mención a la Encíclica papal determinaba una discrepancia en cuestión de praxis religiosa. La doctrina de Joaquín Sáenz y Arriaga atacaba la continuidad del Concilio Vaticano II y desconocía el pontificado de Paulo VI, lo que le valió la expulsión de la Compañía de Jesús y la excomunión en enero de 1972. La base espiritual de los miembros de la FEMACO estaba regida por los preceptos de Joaquín Sáenz y Arriaga y lo proyectaron en las exigencias que enviaron al sumo pontífice romano desde el Congreso (Archivo General de la Nación, agosto de 1972, fs. 48-50).

En Guatemala, el anticomunismo de las décadas previas tuvo como mentor espiritual al arzobispo Mariano Rossell y Arrellano (1939-1964) y fue uno de sus principales aliados. Al fallecer, en diciembre de 1964, el cargo lo asumió su discípulo Mario Casariego y Acevedo (1964-1983), quien fue secuestrado el 16 de marzo de 1968 por el Movimiento Anticomunista Nacional Organizado (MANO o Mano Blanca), escuadrón de la muerte vinculado a las instituciones del Estado11. El rapto respondió a diferentes situaciones, una de ellas a la declaración del arzobispo que aseguraba que la MANO estaba relacionada con el Movimiento de Liberación Nacional y algunos miembros del ejército (Casariego, 1968, pp. 207-208), lo cual incrementó la disputa que existía entre el presidente Julio César Méndez Montenegro (1966-1970) con antiguos liberacionistas y un sector del ejército de Guatemala. Otra de ellas, radicó en la incomodidad que ocasionaron las Conferencias Episcopales de Guatemala que condenaban la creciente violencia en el país y citaban los resolutivos de Paulo VI. Un año después, fue nombrado cardenal con el título de Santa María en Aquiro, lo que representó el primer cargo de este tipo en Guatemala y Centroamérica, además de pertenecer a la Sagrada Congregación para los Obispos. Pese a esta cercanía con las autoridades eclesiales, su relación con el Opus Dei y su crítica a las condiciones sociales del país, la cercanía con un sector del ejército guatemalteco, desde que fungió como capellán de la Escuela Politécnica, evitó amonestar las acciones de los gobiernos militares y desarrollar las transformaciones en la Iglesia que se proponían desde la Teología de la Libración12.

Para Mauricio Chaulón, la máxima jerarquía de la Iglesia católica “sirvió como un espacio de legitimación ideológica de las prácticas de los gobiernos de derecha” (2009, p. 205). De esta manera, el cardenal arzobispo Mario Casariego se convirtió en el principal opositor de la Confederación de Sacerdotes Diocesanos de Guatemala (COSDEGUA) fundada en abril de 1968, la cual tomó como preceptos, para su práctica pastoral, los lineamientos del Concilio Vaticano II, orientación que lo alertó ante el caso de radicalización de los miembros de la orden Maryknoll13. No obstante, esta situación, y el rápido crecimiento de la COSDEGUA –que, de 16 fundadores, en tres años tenía 71 miembros–, fue suficiente para que el sector anticomunista más férreo de Guatemala acusara a la Iglesia y al Vaticano de ser cómplices de los comunistas. Frente a estos argumentos que, según los asistentes al Congreso de 1972 en México, cerraban los medios pacíficos para detener el avance del comunismo en la Latinoamérica, se acentuó uno de sus objetivos principales: el enfrentamiento frontal contra esta ideología (Archivo General de la Nación, agosto de 1972, fs. 75-82). La táctica de la vía armada ya era utilizada por algunos grupos anticomunistas latinoamericanos. Algunos de ellos participaron en conjunto con las estructuras represivas de sus gobiernos o con el conocimiento y la autonomía que les otorgaban para actuar de manera impune. Otros se consolidaron a partir de las conexiones y transferencias entre las redes que se tejieron en la CAL.

Tabla 2. Congresos organizados por la Confederación Anticomunista Latinoamericana
Nombre del CongresoLugarFecha
I CongresoCiudad de México, México.24 al 27 de agosto de 1972
II CongresoAlto Paraná, Paraguay.28 de mayo al 1 de junio de 1973
Reunión secretaGuadalajara, México.10 al 12 de julio de 1974
III CongresoAsunción, Paraguay.28 al 30 de marzo de 1977
IV CongresoBuenos Aires, Argentina.1 al 3 de septiembre de 1980
Elaboración propia.

Los siguientes congresos se realizaron con un alto carácter de secretismo. El segundo Congreso organizado por la CAL se realizó en el Salón de Conferencias de la Delegación de Gobierno del Alto Paraná, Paraguay, del 28 de mayo al 1 de junio de 1973; una tercera reunión se realizó en Guadalajara, México, del 10 al 12 de julio de 1974 (Archivo General de la Nación, 5 de julio de 1974); oficialmente, el III Congreso se realizó en Asunción, Paraguay del 28 al 30 de marzo de 1977 (Ver Tabla 2).

El IV Congreso rompió con el ostracismo de la Confederación, ya que se celebró en el Centro Cultural San Martín de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina del 1 al 3 de septiembre de 1980. Fue presidido por el general de división Carlos Guillermo Suárez Mason, quien, en la inauguración, expresó el sentimiento anticomunista que imperó en los gobiernos de la región, identificados por la lucha antisubversiva que enfrentaban y ubicó a Argentina como bastión de su lucha. Además, encaminó el discurso hacia la preocupación más inmediata del anticomunismo latinoamericano, es decir, la situación de Centroamérica ante el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua en julio de 1979 (Congreso anticomunista, La Razón, 1 de septiembre de 1980).

La presencia de los gobiernos sudamericanos se hizo patente con los mensajes que fueron enviados por los jefes de Estado de Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay. En estas misivas leídas durante la inauguración se dejó ver el respaldo hacia al Congreso (Adhesión de Videla al Congreso Anticomunista, El Clarín, 2 de septiembre de 1980). El control militar que imperó en los países del Cono Sur mostró la eficiencia de la lucha antisubversiva contra la izquierda disidente, lo que motivó que los representantes centroamericanos hicieran ver la disponibilidad de continuar con la agresiva campaña contra los revolucionarios en sus países.

Entre los 200 delegados de 21 países que asistieron a la reunión, se generalizó la exposición testimonial del ataque marxista como un complot internacional y la manera en que lo enfrentaban. Las resoluciones del IV Congreso Anticomunista Latinoamericano derivaron en una serie de demandas a sus gobiernos, en las cuales se pidió la ilegalidad de todos los partidos comunistas y se formularon además recomendaciones en materia laboral. Asimismo, debido a la incompatibilidad entre el tradicionalismo católico de los anticomunistas, que en su mayoría basaban su ideología en las enseñanzas de Julio Meinvielle, y las tendencias teológicas surgidas del Concilio Vaticano II, se solicitó a todos los gobiernos anticomunistas de América Latina la expulsión de la totalidad de los jesuitas14 y acusaron al presidente Jimmy Carter de permitir el avance del comunismo en los países latinoamericanos (Carter, enjuiciado en el Congreso Anticomunista, La Razón, 4 de septiembre de 1980, p. 15).

La CAL representó el salto generacional entre los anticomunistas latinoamericanos que pasaron de un escenario posbélico mundial, como se expuso en el primer momento de las confederaciones, al enfrentamiento interno y externo contra los movimientos revolucionarios. Se intensificó la estrategia contrainsurgente y sus modelos fueron adaptándose a cada región. La internacionalización de anticomunismo logró que las redes de dichos grupos influenciaran en las políticas estatales; los escuadrones de la muerte también tuvieron un proceso de profesionalización, desde los comandos que ejercían una violencia sistemática y personalizada hasta los grupos terroristas internacionales, se conectaron a la naciente confederación.

Mario Sandoval Alarcón y su configuración como líder anticomunista

En el caso guatemalteco, se destacó la presencia del ex vicepresidente de la República Mario Sandoval Alarcón (El Mico), personaje con gran trayectoria anticomunista desde 1949 al tener protagonismo en las protestas contra el gobierno de Juan José Árevalo Bermejo a raíz de la muerte del coronel Francisco Xavier Arana. Sandoval tuvo un prominente liderazgo en el Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas (CEUA), principal agrupación anticomunista en Guatemala opositora a los gobiernos revolucionarios. El 29 marzo de 1953, con el ataque a la guarnición militar de El Filón, ubicada en Salamá, Baja Verapaz, este grupo mostró que su objetivo de deponer a Árbenz Guzmán tomaba un carácter armado. Esta incursión fue planificada por la CIA, a través del proyecto PBFORTUNE, el cual se enfocó en terminar con el mandato del presidente guatemalteco. Pese al fracaso de esta acción, la agencia estadounidense replanteó sus medios y planificó el proyecto PBSUCCESS. Asimismo, los actores de la rebelión que lograron escapar, salieron al exilio y la mayoría de ellos conformaron el Ejército de Liberación que, al triunfar, se hizo del poder político junto a Carlos Castillo Armas. En tanto que Mario Sandoval Alarcón pasaría más de un año recluido en la cárcel de Salamá hasta el triunfo de los liberacionistas, mientras sus compañeros desarrollaron una campaña internacional en la cual exigieron su liberación y la de Óscar Cobar (Archivo Histórico del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, marzo de 1954).

Al establecer el gabinete de la junta de gobierno, Castillo Armas eligió a Sandoval como secretario particular. Con el ascenso al poder de estos contrarrevolucionarios, su fervor ideológico se convirtió en la persecución, primero desordenada y, posteriormente, sistemática de sus adversarios, considerados como parte del peligro comunista que ponía en riesgo su ideal de patria. Uno de los principales decretos de la Junta de Gobierno fue el Nº 23 del 19 julio de 1954, por el cual se estableció el Comité de Defensa Nacional Contra el Comunismo (CDNCC), permitiendo la persecución de quienes eran considerados portadores de esta ideología. Tal organismo se convirtió en un tribunal con características paramilitares. El presidente era Armando Sandoval y uno de los suplentes era Raúl Midence, hermano y sobrino de Mario Sandoval. En tanto que otros miembros del CEUA se colocaron en diversos puestos clave del gobierno.

A pesar de que Mario Sandoval estuvo excluido de toda planificación, organización y colaboración de la invasión, así como de la participación en el I Congreso contra la Intervención Soviética en América Latina, como lo habían realizado sus compañeros, su labor en 1955 fue relevante en la fundación del partido Movimiento Democrático Nacionalista (MDN), organismo oficial del castilloarmismo. Mario Sandoval fue director general de este y asignó el lema: “Con la Liberación o contra Ella” utilizando: “como símbolos de identidad la trinidad: Dios Patria y Libertad, así como los postulados: Verdad, Justicia y Trabajo; adoptaron una bandera con los colores azul, blanco y rojo; declararon como capitán general del Ejército de Liberación al Cristo de Esquipulas” (Villagrán, 1993, p. 176). Después del asesinato de Castillo Armas, el MDN perdió las elecciones frente al general Miguel Ydígoras Fuentes. Como mencionamos anteriormente, dicha dinámica relegó a los grupos cercanos al presidente liberacionista, fracturó al MDN15 y, tras la salida de quienes se consideraban herederos de esta gesta, el 15 de octubre de 1960, encabezados por Sandoval Alarcón, fundaron el partido político Movimiento de Liberación Nacional (MLN) con más de 27 mil afiliados (Gordillo, 2004, pp. 87-102). Trataron de resignificar sus símbolos, no obstante, como lo señala Eduardo Taracena de la Cerda: “No fue sino hasta la caída del gobierno de Ydígoras en marzo de 1963 que el MLN recuperó la personería y símbolos” (1985, pp. 67-68).

No es de sorprender que, para este antiguo militante, fuese importante señalar el papel jugado por la recuperación de los símbolos por parte del MLN, ya que estos fueron concebidos como artefactos políticos, que expresaron la razón y génesis de su organización: luchar contra el comunismo16. Para ellos, como lo señala Manolo Vela, la cruz dagada representaba, primero, una cruz “antítesis de la hoz y el martillo [...] signo que ha precedido toda una civilización contra la cual lucha todavía y seguirá luchando el poder vengador de los infiernos”; segundo, una daga, signo de “fuerza, el poder, la bizarría, la lucha armada, el cántico de la victoria [...]. Divide violentamente; aparta el bien del mal; corta lo podrido; taja y muerde, derramando sangre” (2005, p. 104). Asimismo, retomaron uno de sus textos fundacionales, El Plan de Tegucigalpa (Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas, 1956), mientras su apadrinamiento religioso estuvo acompañado desde sus inicios por el representante máximo de la iglesia guatemalteca, del tradicionalismo conservador y del férreo anticomunismo del Arzobispo Monseñor Mariano Rossell y Arellano17.

La participación de Mario Sandoval Alarcón y su partido en la política guatemalteca, principalmente en las contiendas electorales, implicó una enérgica oposición que tenían que eludir por medio de fraudes o negociaciones políticas. Bajo esta trayectoria obtuvo la presidencia del Congreso de la República en 1970, mientras el candidato postulado por el MLN, el coronel Carlos Manuel Arana Osorio, obtuvo la presidencia de la República y 38 de los 55 curules estaban bajo el control partidista. Para las elecciones presidenciales de 1974, un fraude electoral erigió como presidente constitucional al general Kjell Eugenio Laugerud García (1974-1978) y como su vicepresidente a Mario Sandoval Alarcón.

Si bien, el secretariado de la CAL lo ocupaba el mexicano Rafael Rodríguez, la autoridad que tenía Sandoval Alarcón con el anticomunismo latinoamericano le fue suficiente para moverse libremente dentro de las organizaciones de la Liga, además de tener un acercamiento personal con el propio Chiang Kai-Shek, Anastasio Somoza Debayle, Alfredo Stroessner y Francisco Franco18. Su prestigio como anticomunista comprometido le valió para ser invitado de honor en el I Congreso de Juventudes Democráticas Centroamericanas, nombre que recibió la reunión de las juventudes anticomunistas latinoamericanas realizada en Managua, Nicaragua, en enero de 1976, patrocinada por la Juventud Liberal Somocista y el propio Somoza Debayle (I Congreso Juvenil Anticomunista se realizará el 16 en Nicaragua, Prensa Libre, 13 de enero de 1976). A su regreso a Guatemala, lo acompañaron los jóvenes representantes de este país19, la comitiva de Chile y los cubanos de Alpha 66. Estos últimos, encabezados por Andrés Nazario Sargén (Archivo General de la Nación, agosto de 1972, fs. 57-58), quien era protegido de la CIA y había llevado a cabo distintas acciones terroristas en contra del gobierno de Fidel Castro.

Las interacciones con los miembros de la CAL derivaron en la transferencia de información para la instauración de grupos paramilitares o escuadrones de la muerte, como el apoyo ofrecido al mayor Roberto D`Abuisson, quien fue protegido por Sandoval Alarcón en Guatemala cuando llegó buscando refugio, en mayo de 1980, junto a Fernando Sagrera, Ricardo Arango Macay, Antonio Cornejo Arango y Rolando Matheu. Asimismo, recibieron la protección del director de la Policía Nacional, Germán Chupina Barahona, entregándoles identificaciones de su institución. Durante ese mes, apareció el Ejército Secreto Anticomunista (ESA) en El Salvador, homónimo de su símil guatemalteco, con el objetivo de eliminar físicamente a los comunistas (Formóse en El Salvador un grupo armado anticomunista, La Prensa, 23 de mayo de 1980). Por su parte, en ese mes, se destacaron las acciones de los escuadrones de la muerte en Guatemala como la muerte de sacerdotes acusados de guerrilleros; la muerte del profesor Francisco Navarro, militante de la Democracia Cristiana; Hamilton Noriega, asesinado por el Frente Anticomunista en Santa Cruz del Quiche; la muerte de un sindicalista de la embotelladora de Coca Cola, Marlon Mendizabal; y el asesinato de los profesores Carlos Figueroa y Edna Ibarra (Ola de violencia sacude a América Central, La Razón, 29 de mayo de 1980, p. 2).

Posteriormente, con la asesoría de los académicos de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, entre los que destacan el rector, economista y exdiputado, Manuel Francisco Ayau Cordón; el antiguo liberacionista, miembro de la CIDC y fundador de la Federación Anticomunista Centroamericana, el filósofo Carlos Simmons y el escritor Francisco Pérez de Antón, se constituyó el 2 de mayo de 1981, en el Hotel Cortijo Reforma de Guatemala, el partido político salvadoreño Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), bajo la dirección del mayor Roberto D`Abuisson.

También se ha puntualizado la supuesta conexión de Mario Sandoval Alarcón con el Estado argentino (Rostica, 2018a, pp. 327-328). Ya que su hermano, el médico cirujano Armando Sandoval Alarcón, fue designado embajador guatemalteco en Argentina y en Paraguay el 25 de noviembre de 1970. El suegro de Armando, Luis Valladares y Aycinena, padre de su esposa Lucía Valladares Molina, fue designado embajador ante la Santa Sede, después de ocupar por varios años el puesto de embajador en Madrid, España, en 1966 (Archivo Histórico de Cancillería, 15 de diciembre de 1970). Todos fueron miembros del grupo liberacionista en Honduras y cercanos a Castillo Armas.

Antes de realizarse el Congreso en Buenos Aires, en junio de 1980, Sandoval Alarcón visitó Chile, Argentina, Paraguay y Brasil con el fin de exponer la visión anticomunista continental de su proyecto. En la capital argentina se alojó, junto al diputado Carlos Eduardo Godoy Lehnhoff, en el Hotel Sheraton. Por su trayectoria, la cancillería argentina analizó la posibilidad de que se entrevistara directamente con el jefe de Estado, Rafael Videla (Archivo Histórico de Cancillería, 18 de febrero de 1980), empero, no existen fuentes que comprueben la existencia de dicha reunión, además de que faltó a la cita con el ministro del interior y jefe interino del Ejecutivo, el general Albano Eduardo Harguindeguy. Asimismo, facilitó sus contactos a su primo Ernesto Panamá Sandoval, Alfonso Salaverría Lagos y Carlos Midence Pivaral, para que expusieran la situación de El Salvador y Guatemala y establecieran vínculos con los sudamericanos, como Fruto Baesso en Paraguay, Gustavo Alessandry en Chile y otros contactos en Uruguay y Argentina (Panamá, 2004, p. 38).

En el IV Congreso anticomunista, Sandoval Alarcón acusó a los Estados Unidos de haber traicionado al presidente Anastasio Somoza y afirmó que, si Jimmy Carter triunfaba en los comicios electorales de los Estados Unidos de 1976, “un sombrío porvenir amenaza a nuestros pueblos” (Discurso de Sandoval Alarcón, Prensa Libre, 6 de septiembre de 1980, pp. 23, 67). Asimismo, Mario Sandoval apeló a establecer las bases y la integración de un pacto de unidad contra la subversión comunista, sustentó una nueva relación con el gobierno estadounidense después de sus elecciones, en la cual se respetaría la independencia y libre determinación de Guatemala.

Pese a que su discurso se mantuvo en la misma línea que el resto de los centroamericanos presentes, su trayectoria lo posicionó como uno de los más férreos anticomunistas, fue llamado por Marshall, Scott y Hunter como el padrino de los escuadrones de la muerte en Centroamérica (1987, p. 22), pues su relación con los grupos extremistas de la región era abierta. De la misma manera, en Guatemala, tanto los militantes de su partido como él mismo, estuvieron involucrados en la proliferación de estos grupos desde la década de 1960. Desde 1980 y, a raíz de su participación en el Congreso realizado en Buenos Aires, se ha buscado establecer su conexión con la dictadura argentina, pues se conoce que de esta hacia Guatemala fluyó ayuda militar, asesoramiento, intercambio de información y préstamos crediticios para la compra de equipo militar, con ello, se ha tratado de establecer la participación que tuvo Mario Sandoval Alarcón, tema que ha sido abordado por Julieta Rostica en diversos trabajos, donde señala la coordinación del Centro Regional de Telecomunicaciones guatemalteco y la participación de los miembros del Batallón de Inteligencia 601 argentino como los elementos que llevaron a cabo dicha asesoría, al mando del general Suárez Mason, presidente del Congreso anticomunista en Buenos Aires (2015, 2018a, 2018b). Este grupo operó en territorio centroamericano bajo la conducción del teniente coronel retirado Santiago Hoya, quien también asesoró a exiliados nicaragüenses de la Logia 15 de Septiembre, predecesora de la Contra.

Los estudios que han abordado este tema retoman, como el inicio de sus operaciones, el ataque contra la estación de radio de onda corta, Radio Noticias del Continente (RNC), instalada en San José de Costa Rica en diciembre de 1980 (Armony, 1999, p. 147). Operación monitoreada desde la embajada argentina en Guatemala (Archivo Histórico de Cancillería, 15 de septiembre de 1980). La radio, al ser un proyecto del grupo montoneros y establecer contacto con diversas agrupaciones guerrilleras (García, 2018), se convirtió en un objetivo de los militares argentinos, quienes percibieron su labor como la transterritorialidad del trabajo subversivo de las organizaciones revolucionarias de su país.

Si bien este operativo enfatiza la cooperación argentina en su planificación, destacaré la interacción con las autoridades guatemaltecas y sus acciones en Guatemala, a partir de la detención, el 7 de noviembre de 1980, de Roger Benavides Castillo y la posterior vinculación de Hugo Villagra y el coronel Ricardo Lau (El Chino), como líderes de la Logia 15 de Septiembre (Supuestos ex guardias nicaragüenses acusados de atacar radio, detenidos, Prensa Libre, 20 de diciembre de 1980). Ello, como parte de las actividades dirigidas en reprimir las manifestaciones opuestas a este régimen y en contra del recién formado gobierno sandinista, cooperación que se articuló desde las redes anticomunistas constituidas en la región.

“El Chino” Lau salió exiliado hacia Guatemala después del triunfo del FSLN, donde el Cuerpo de Detectives de la Policía Nacional lo acreditó como agente especial desde octubre de 1979 (Archivo Histórico de la Policía Nacional, 19 de octubre de 1979). Posteriormente, se registró la protección que le brindaron desde el 13 de enero de 1980 (Archivo Histórico de la Policía Nacional, 13 de enero de 1980)20. En este país, las acciones de los ex miembros de la Guardia Nacional al servicio de Anastasio Somoza se ligaron a las instituciones policíacas del gobierno del general Fernando Romero Lucas García (1978-1982). No solo se extendió credencial y protección a Lau, sino que los pasaportes de quienes atacaron RNC provenían de Guatemala. A su vez, la desaparición de ciudadanos nicaragüenses desde noviembre de 1979 en territorio guatemalteco se empezaron a hacer públicas después de la muerte del Dr. Denis Martínez Cabezas, secretario general de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Médico y abogada tomaron cuarto de hotel en Antigua y murieron, Prensa Libre, 1 de septiembre de 1980, p. 6). Su cuerpo fue encontrado en un hotel de Ciudad Vieja, Sacatepéquez, junto a la Lic. María Guadalupe Navas Álvarez, catedrática de la USAC y viuda de Manuel Andrade Roca, antiguo militante del Partido Guatemalteco del Trabajo y por entonces político del Frente Unido Revolucionario, quien había sido asesinado el 14 de febrero de 1979.

El gobierno sandinista pidió que se investigara la muerte del catedrático y, a través de su embajador en territorio guatemalteco, Alejandro Castillo Masís, exigió resolver los casos de dos estudiantes nicaragüenses desaparecidos: María Lourdes Canales Molina, desaparecida el día 11 de agosto, y el hermano del viceministro de Transporte, Douglas Manuel Sequeira López, secuestrado el 25 de julio por guardias de Hacienda, en Valle Nuevo. Otros casos empezaron a tomar un cauce legal, exigiendo la aparición con vida de los secuestrados: Bernardo Osorio Herrera, Guillermo Antonio Gutiérrez Tapia, Orlando Eugenio Reyes Silva, Humberto Federico Rosales Abaunza y de los hermanos Hernández Cisneros –José Remigio, Eduardo José y Gloria Olimpia–, desaparecidos desde el 28 de octubre de 1979 en las cercanías del lago de Amatitlán (Es uno de los siete. Hermano de funcionario de Nicaragua desapareció al llegar a Guatemala, Prensa Libre, 3 de septiembre de 1980). Tres días después, se dictó la detención de José Ramiro Cisneros Hernández. El 15 de septiembre, los ataques alcanzaron a la sede de la embajada de Nicaragua, que sufrió la explosión de una granada –de acuerdo con la prensa– por parte de miembros de una organización de derecha, en razón de su supuesto vínculo con las organizaciones de izquierda (Atacaron la embajada de Nicaragua, anoche, La Hora, 16 de septiembre de 1980). Estas acciones, realizadas con exaltación anticomunista, además de la colaboración de personas de diferentes nacionalidades, principalmente nicaragüenses y argentinos, tenían un carácter propio de los escuadrones de la muerte; uno de los elementos, y no el único, de los métodos contrainsurgentes que se fueron especializando en el país centroamericano y que, a partir de 1980, se proyectó a gran escala el asesoramiento y la colaboración militar antisubversiva. A partir de las interconexiones y transferencias entre los anticomunistas latinoamericanos, esta estrategia tomó un nuevo rumbo en la región.

Conclusiones

Es preciso señalar que, durante la segunda mitad el siglo XX, las confederaciones anticomunistas latinoamericanas fueron un elemento con gran influencia en el devenir histórico de América Latina a partir de las interconexiones, la interacción y la transferencia de conocimientos entre sus miembros. Por un lado, la CIDC respondió a una lógica determinada, circunscrita a la presunción de la existencia de un gobierno comunista en el continente, es decir, la administración presidencial de Árbenz Guzmán. Con ello, el miedo a que la influencia soviética penetrara en la región fue exacerbado. Los planteamientos ideológicos se basaban en la doctrina social de la Iglesia católica, y sus acciones, pese al caso de Guatemala, se ciñeron a la denuncia, la propaganda, la vigilancia de su adversario, sin menospreciar las políticas a nivel regional que estaban enfocadas al desarrollismo económico. Por el contrario, la CAL fue más radical en sus acciones, su contexto tuvo el desarrollo pleno del proyecto revolucionario cubano hacia América Latina, la proliferación de agrupaciones político-militares en casi todo el continente y una complicada y especializada estrategia contrainsurgente adoptada por los regímenes dictatoriales. Asimismo, el liberalismo económico, como parte de su configuración ideológica, fue la doctrina que permeó su accionar, además, las transformaciones en el interior de la Iglesia católica, a partir del Concilio Vaticano II, polarizaron las posturas frente a los movimientos sociales y armados.

Tanto el liderazgo de Mario Sandoval Alarcón como el sustento ideológico del anticomunismo guatemalteco, dieron fundamentos a la lucha antisubversiva en Guatemala. Cohesionaron a diversos grupos que ejercieron el poder político y desarrollaron mecanismos de represión clandestina.

El anticomunismo como doctrina política e ideológica en Guatemala permitió el fortalecimiento de grupos que ostentaron esta ideología, los cuales lograron una hegemonía política. Supieron adaptarse a las transformaciones sociales, políticas y culturales que, desde 1954, dirigieron las relaciones de la sociedad guatemalteca determinada por la lógica impuesta desde sus valores. En la actualidad, los referentes a estos principios son reformulados, pero conservan su esencia básica, la defensa de la soberanía a partir del concepto de Democracia de la derecha política, la moral religiosa que estableció legitimidad y el proyecto económico impuesto por Estados Unidos. Es decir, los símbolos de esta doctrina permanecieron inmutables e incuestionables: Dios, Patria y Libertad. Esto se refleja en la disputa actual por la memoria que tiene, entre sus elementos, la contienda por afirmar o negar el genocidio en Guatemala y, con ello, le negación del costo humano ante la supremacía de esta ideología durante más de medio siglo. En el espectro cultural, el trabajo de los intelectuales ha tenido gran recepción, como el que se difunde a través de los medios de información e instituciones educativas. Ejemplo de ello es el discurso de la politóloga Gloria Álvarez Cross, egresada de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), quien se posicionó como una analista política en defensa de las libertades. Su éxito mediático recae en la simplificación de la teoría económica, lo cual permite reafirmar las creencias sobre los conceptos ideológicos sin el análisis correspondiente, a través de la imagen de una joven combatiente contra los sistemas opresivos, que ella concibe como socialistas, populistas o progresistas. Sus disertaciones, junto a todo el marketing político en que se apoya, es decir, tanto columnas de opinión en la prensa como los espacios de radio y televisión que validan sus palabras, la han configurado como una voz, no solo legítima sino coherente que explica el orden de la realidad. Además, estimula las interconexiones con los partidos políticos de derecha en diversos países latinoamericanos, donde se han utilizado mutuamente para sus campañas políticas locales e impulsar la aspiración a la presidencia de Guatemala de Álvarez Cross. Aún más reciente, bajo esta misma línea, la obra: Tiempos recios (2019), del Premio Nobel de Literatura y doctor honoriscausa por la UFM (1993), Mario Vargas Llosa, que aborda, en clave liberal, los días de la caída de Jacobo Árbenz Guzmán y los años de gobierno de Carlos Castillo Armas. Si bien, la novela no fue del agrado de los académicos e ideólogos del actual liberalismo anticomunista guatemalteco, se coloca como uno de los ejercicios interpretativos del pasado que se elaboran desde esta universidad y que tiene amplia circulación. Asimismo, ha generado el debate sobre la textualidad y referencialidad entre periodistas y académicos de diversas posturas políticas, en el que se llama al revisionismo histórico de los acontecimientos referidos por el escritor peruano. No obstante, el recurso literario de su narrativa ficcional, basada en sucesos históricos, atenúa las divergencias con la narrativa factual y disgrega la reflexión en el lector sobre la realidad representada. Estos mismos métodos argumentativos los ha utilizado la tradición anticomunista para plantear su proyecto político como la única alternativa viable, y con ello, regular las relaciones sociales, dotarlas de significados, normalizarlas y racionalizarlas en su propio sistema de coexistencia que, como hemos visto, se apoya en las interacciones que se han estructurado a través de sus transferencias intelectuales y pragmáticas durante la segunda mitad del siglo XX.

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Notas

1 El lema: “Dios, Patria y Libertad”, fueron los principales símbolos que ostentó el anticomunismo guatemalteco desde 1953. Posteriormente, fue utilizado por el Movimiento Democrático Nacionalista (MDN), partido oficial durante el gobierno de Carlos Castillo Armas. Al conformarse el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), retomaron el lema. En 1980, el partido de ultraderecha salvadoreño, ARENA, lo tomó para regir sus principios. Actualmente, Verónica Rueda Estrada realiza una investigación sobre el Libro Azul y Blanco de 1983 del Frente Democrático Nicaragüense (FDN), que reutiliza los mismos símbolos.
2 Además, estuvieron presentes: Alfredo Eduardo Lürssen Barrios, Arnoldo Orantes Martínez, Buenaventura Echeverría Soto, Buenaventura Vásquez, Carlos Eduardo Taracena de la Cerda, Carlos F. Mendizábal, Cosme Viscovich Palomo, Darío Soto Molina, Darío Soto Montenegro, Domitila Mérida Palacios, Elena Ramírez Vda. de García, Enrique Coronado Hernández, Evangelina Cuéllar Lemus, Federico Paíz Herrera, Guillermo Putzeys Rojas, Horacio de Córdoba y Monzón, Jorge Palacios Castillo, León de Gandarias Iriarte, Lionel Sisniega Otero, Luis Coronado Lira, Luis David Arturo Eskenasy Cruz, Manuel Ángel Orellana Portillo, Manuel Matheu Piloña, Mario López Villatoro, Miguel Antonio Palacios, Olga Marina Orellana, Olivia N. de Archila, Oswaldo Ubico Lemus, Ramiro Aguilar González, Raúl Secaira, René Barrientos D., Ricardo Lara Gálvez, Roberto Gómez de León, Rodrigo Martínez Acosta y Rubén Darío Villatoro Barrios.
3 En la actualidad, algunos autores como Vanni Pettiná sintetizan que, el apoyo de la CIA recaía en la organización de la oposición en el exilio para iniciar un Golpe de Estado desde Honduras. Al asegurar el éxito de dicha acción, dejan de lado el trabajo político realizado por estos actores durante los años previos a la renuncia de Jacobo Árbenz Guzmán, acaecida el 27 de junio de 1954 y no el 24 como lo asegura el autor mencionado (Pettiná, 2018, p. 86; Pettiná, 2019, p. 25).
4 Los asistentes guatemaltecos fueron: Alejandro Baltazar Maldonado Aguirre, Carlos Salazar Gatica, Catalina Falla, Eduardo Taracena de la Cerda, Gabriel Martínez del Rosal, Leonel Sisniega Otero, Luis Coronado Lira, Marta Novella y Ricardo Barrios Peña.
5 Los asistentes guatemaltecos fueron: Baltazar Morales de la Cruz, Eduardo Cáceres Lehnhoff, Eduardo Taracena de la Cerda, Enrique Salazar Lieckens, Evangelina Cuéllar Lemus, Guillermo Putzeyz Álvarez, Guillermo Putzeyz Rojas, Juan Carlos Francisco Simmons Solís y Leonel Sisniega Otero.
6 Los asistentes guatemaltecos fueron: Alejandro Baltazar Maldonado Aguirre, Alfredo Schlesinger, Antonio Valladares y Aycinema, Arturo Paredes Morales, Buenaventura Vásquez, Carlos Alberto Recinos Sagastume, Carlos Escobar Armas, Carlos Padilla y P., Eduardo Taracena de la Cerda, Enrique Salazar Lieckens, Evangelina Cuéllar Lemus, Indalecio Rodríguez, Joaquín Montenegro Paniagua, Johnny Schwank Durán, José Luis Arenas Barrera, José Torón Barrios, Juan Carlos Francisco Simmons Solís, Juan Fermín Valladares y Aycinema, Julia Quiñonez Ydígoras, Julio Prado García Salas, Leonel Sisniega Otero, Luis Alfonso López, Luis Antonio Díaz Vasconcelos, Luis David Eskenassy Cruz, Luis Valladares y Aycinema, Manuel Ángel Orellana Portillo, Mario E. Sarmiento, Óscar Conde García, René Armando de León Schlotter, Roberto Ortiz.
7 El partido político conformado por Castillo Armas y sus seguidores, Movimiento Democrático Nacionalista, perdió legitimidad y dio paso a la ruptura de un grupo que conformaría otro partido político en 1960, el Movimiento de Liberación Nacional.
8 Los otros Congresos de la Liga se celebraron en: Taipéi, Formosa (1967); Saigón, Vietnam del Sur (1968); Bangkok, Tailandia (1969); Kyoto, Japón (1970) y Manila, Filipinas (1970).
9 Ejemplo de ello es la revisión de sus publicaciones que, desde 1955 hasta 1972, editaron 15 libros, 29 gráficos y 168 panfletos, solamente el título La muerte del Ché Guevara”. Victoria de la democracia sobre el comunismo internacional (Candia, 1971) correspondió a la región. Fue hasta 1973 que se publicó el primer panfleto que manifestó explícitamente el interés y trabajo de la misma en Changes in Relations between Peiping and Latin American Countries.
10 Esta delegación estuvo conformada por militantes del MLN: Mario Sandoval Alarcón, Edgar de León Vargas, Rudy Fuentes Sandoval y Fernando Ibarra Escamilla. Por el ala juvenil fueron: Rodolfo Juárez A., Jorge Roberto Martínez del Rosal Alburéz, Luis Alberto López Moncrieff y Raúl Midence Sandoval.
11 Algunos de los personajes vinculados a la MANO fueron: Jorge Córdova Molina (Huevo Loco), Raúl Estuardo Lorenzana Morales, Luis Gerardo Orantes Alfaro, Arturo Maldonado de la Cerda, Rafael Arriaga Bosque, Máximo Zepeda Martínez y el propio Mario Sandoval Alarcón.
12 Después de ser liberado el arzobispo Mario Casariego, fueron removidos de sus cargos los militares Rafael Arriaga Bosque, Francisco Sosa Barillas y Carlos Arana Osorio. En 1970, este último, al obtener la presidencia de la República, le pidió que abandonará el país, rápidamente solucionaron el conflicto y Mario Casariego se alió con el mandatario y fue más evidente la cercanía con los sectores de la derecha política en Guatemala.
13 En enero de 1968, la hermana Marian Peter y Thomas y Arthur Melville, miembros de la orden Mariknoll, estuvieron relacionados con la organización de un grupo guerrillero conformado por estudiantes de colegios particulares y relacionado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Freedom of Information Act, 8 de marzo de 1968).
14 En Guatemala, las fricciones con los religiosos cercanos a los postulados del Concilio Vaticano II sufrieron persecución y ataques continuos. En noviembre de 1976 en San Juan Cotzal, falleció en un sospechoso accidente aéreo el padre Guillermo Woods, de la orden Mariknoll; en junio de 1978 fue asesinado el párroco de San José Pinula, Eufemio Hermógenes López Coarchita. Durante el año de 1980, religiosos, principalmente de la Diócesis de El Quiche, fueron señalados de pertenecer a la guerrilla y posteriormente asesinados por escuadrones de la muerte: en mayo, los sacerdotes de la congregación del Inmaculado Corazón de María, Conrado de la Cruz, párroco de Tiquisate y Walter Voordeckers, párroco de Santa María Cotzumalguapa; en junio el padre José María Gran Cirera, Misionero del Sagrado Corazón y párroco de San Gaspar Chajul, el mes siguiente, su compañero de hábito, Faustino Villanueva Villanueca, párroco de Joyabaj, y en febrero de 1981, Juan Alonso Fernández, párroco de San Andrés. En 1981, los asesinatos continuaron: en mayo, Carlos Alberto Gálvez Galindo, párroco de Técpan; en julio, el franciscano Tulio Marcelo Maruzzo Rappo, párroco de Quirigúa; en julio, el padre Stanley Francis Rother, en Santiago Atitlán. Otros sacerdotes decidieron integrarse a las filas de las organizaciones revolucionarias, básicamente con el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), como los jesuitas Enrique Corral Alonso, Fernando Hoyos Rodríguez y Eduardo Pellecer Faena, entre los más conocidos.
15 En abril de 1960 un numeroso grupo entregó una carta titulada “Nuestra renuncia de ´M.D.N´”, en la que se desvinculan “de un partido que ha sido profanado” y aseguran que conformarán “una nueva organización que recoja las doctrinas auténticas de la liberación” (Archivo Histórico del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, abril de 1960).
16 Para los liberacionistas, el uso de los símbolos, además de considerar su memoria histórica colectiva y como cohesionadores de su ideología, tomó un carácter taumatúrgico. En el Archivo personal de Eduardo Taracena de la Cerda del Archivo Histórico de CIRMA, se conserva una pequeña caja con un repuesto de una pluma de cobre, un pedazo de un peine de carey y un botón, objetos que aún muestran restos de sangre y que fueron recogidos por Taracena de la Cerda del cuerpo yacente de Carlos Castillo Armas. Además, una caja con banderas, gorras y brazaletes que portaron durante la invasión (Archivo Histórico del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, 1957).
17 Durante los años de 1970, la relación entre los anticomunistas guatemaltecos y la Iglesia se mantuvo en constante fricción. Ejemplo de ello fue la labor del jesuita Luis Manresa Formosa, obispo de la aún diócesis de los Altos de Quetzaltenango (1955-1979), quien fungió como vicepresidente de 1972 a 1979 del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el cual tomó como principio de evangelización la opción preferencial por los pobres. En febrero de 1978, la Conferencia Episcopal de Guatemala, presidida por el obispo de El Quiché, Juan José Gerardi Conedera, publicaron un documento conocido como “Fe y Política”, en la que se plantea la necesidad de participación del cristiano en ese ámbito y el papel de la Iglesia para inducir esta labor. Esta carta, no solo contradecía la línea del arzobispo Mario Casariego, sino que respondía al proceso electoral que estaba en desarrollo, elecciones que ganó el candidato del Partido Institucional Democrático, el general Fernando Romeo Lucas García, pero sin la coalición con el MLN que, cuatro años atrás, diera el triunfo al general Kell Eugenio Laugerud García.
18 En 1975 recibió la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica otorgada por Francisco Franco y la Orden Libertador de San Martín en Gran Cruz por el general Rafael Videla. En 1977, la dictadura argentina lo volvió a condecorar junto a varios militares guatemaltecos (Archivo Histórico de Cancillería, 2 de junio de 1980).
19 Estos pertenecían a las juventudes del MLN: Raúl Midence Sandoval, Fernando Ibarra, Álvaro Arrivillaga, Miguel Ángel Nova, Fernando José Estrada Zafarolli, José Enrique Orellana y José Willian Avida D.
20 En Guatemala, junto a Enrique Bermúdez Varela (Comandante 3.80), Justiniano Pérez Salas, Guillermo Mendieta Chávez (El Dentista), Félix Alcides Espinoza Rodríguez, el cubano Manuel Federico Porro Rubiales, Manuel Villalobo, Juan Francisco Rivera Aguirre y Hugo Villagra Gutiérrez (Visage Góngora), fundaron la dichosa Legión. La misma tuvo una subestructura llamada Comando de Operaciones Especiales Secreta, conformada por Lau, Alcides Espinoza, Fernando Brautigan, Gerardo Martínez Gutiérrez y Edwin Hoocker Coe.

Notas de autor

* Mexicano. Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México. Programa de Becas Posdoctorales, UNAM, Ciudad de México, México. Becario del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC-UNAM). Correo electrónico: vazquezjc@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0673-8578

Información adicional

Sobre el autor: Programa de Becas Posdoctorales, UNAM. Becario del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, asesorado por el doctor Mario Vázquez Olivera.

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