Luis Cernuda. Ocnos. Variaciones sobre tema mexicano. Edición, introducción y notas de Jenaro Talens. Madrid: Cátedra, 2020, 236 páginas

Reseñas

Luis Cernuda. Ocnos. Variaciones sobre tema mexicano. Edición, introducción y notas de Jenaro Talens. Madrid: Cátedra, 2020, 236 páginas

Ramón Pérez Parejo
Universidad de Extremadura, Extremadura, España

Luis Cernuda. Ocnos. Variaciones sobre tema mexicano. Edición, introducción y notas de Jenaro Talens. Madrid: Cátedra, 2020, 236 páginas

Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, vol. 48, núm. 2, e49774, 2022

Universidad de Costa Rica

Cernuda Luis. Ocnos. Variaciones sobre tema mexicano. Edición, introducción y notas de Jenaro Talens. 2020. Madrid. Cátedra. 236pp.

Pese a que se han publicado anteriormente ediciones de las dos obras contenidas en este volumen, juntas y por separado, la mayoría de notable calidad, se celebra la aparición de este libro en la prestigiosa sección de Letras Hispánicas de la editorial Cátedra. Varios son los motivos. El primero de ellos, que Cernuda sigue muy vivo en la crítica literaria y en el imaginario de la lírica en lengua española. Su figura, al comienzo una más de la brillante Generación del 27, es con toda probabilidad la más influyente en la poesía contemporánea, generación tras generación, sobre todo a partir de lo que Jordi Amat llamó hitos de una canonización a la que contribuyeron sobre todo los grandes poetas de la generación del 50 o Medio Siglo como Jaime Gil de Biedma (de forma muy destacada), José Ángel Valente, Francisco Brines, Carlos Barral o José Manuel Caballero Bonald. A este rescate contribuyeron otros muchos críticos y escritores como Leopoldo Panero, José Luis Cano, Camilo José Cela, José Olivio Jiménez, Jacobo Muñoz, Philip Silver, Octavio Paz o José María Castellet, así como las tesis doctorales de Carlos Peregrín Otero y de Jenaro Talens, quien debe ser inscrito en esta nómina y firma el prólogo, la bibliografía y las notas de esta edición.

Buena parte de estos críticos y poetas han señalado repetidamente la novedad y singularidad de Luis Cernuda en la lírica en lengua española. Entre los aspectos más destacados, siempre se indican tres que hacen de Cernuda una voz inconfundible. El primero es la reintroducción del uso coloquial de la lengua, sencilla, precisa y a la vez connotativa y sugerente, pero asentada en el uso; el segundo, la dimensión histórica del yo que supera la esfera individual del sujeto, obligado, en palabras de Castellet, a comprometerse con su tiempo; el último, relacionado con el anterior, la voluntad del autor por modular la figura del sujeto lírico desde distintas perspectivas, empleando a veces un yo confesional, enmascarándolo otras en el monólogo dramático, empleando terceras personas, alteridades, etc. La obra de Cernuda, como supo ver Gil de Biedma, puede interpretarse como una búsqueda de las posibilidades del sujeto lírico, aspecto que, por cierto, comparte con el Jenaro Talens poeta, de ahí quizá la atención que se presta en la introducción de esta edición al plano enunciativo. Y viene al caso esto porque el editor insiste casi como hilo conductor a lo largo de su “Introducción” en la versatilidad y las reminiscencias ficcionales de la voz en Luis Cernuda, muy especialmente en las dos obras antologadas, que es en este sentido precisamente donde adquieren la unidad, además de en la adscripción al poema en prosa. Al respecto, quiero destacar la siguiente afirmación de Talens: “No estaríamos enfrentándonos a una vida, sino al relato de una vida, es decir, a una construcción discursiva que no necesitaría de la existencia cívica de Luis Cernuda para ser comprendida y explicada”. Así pues, el crítico se aproxima a la obra del poeta sevillano de una forma no confesional, consciente de que ha habido demasiadas aproximaciones biográficas, a pie de vida, cuando la voz enunciativa y los planos ficcionales resultan fundamentales para entender su obra, y Ocnos y Variaciones sobre tema mexicano constituyen pruebas contundentes de ello.

Aparte del tradicional rigor de la edición en la colección de Cátedra, lo más destacado es la secuencia y la claridad de los contenidos en la introducción, de lo más general a lo más particular, alumbrando los aspectos biográficos, filológicos y teórico-ficcionales, hasta conducir al lector con pie seguro y ponerlo frente a la obra con las claves necesarias, ni más ni menos.

Las cuestiones biográficas, a las que (¿deliberadamente?) se dedica menos espacio, sitúan las dos obras seleccionadas en el devenir vital de Luis Cernuda y, más concretamente, en momentos cruciales de su vida. Con respecto a Ocnos (1942), en una crisis profunda hacia los 40 años, cuando el poeta se percibe a sí mismo no en la plenitud de la madurez sino directamente en la antesala de la vejez, lo que le lleva a buscar su identidad en el edén perdido de la niñez. Y con respecto a Variaciones sobre tema mexicano (1952), bajo los efectos de la profunda impresión que le causó conocer México. Aquí Jenaro Talens señala una idea relevante: si dividimos el complejo de la estructura de La Realidad y el Deseo en clave biográfica en cuatro partes, estas serían la juventud, la madurez, el tránsito a la vejez y, por último, la vejez. Aunque las dos obras aquí recogidas no aparezcan en La Realidad y el Deseo, Ocnos estaría situada biobibliográficamente en la segunda, mientras que Variaciones lo estaría en la tercera. Sin embargo, como indica el antólogo, en esta clasificación falta la niñez como espacio mítico y eterno. La búsqueda de esa eternidad y de esa fijación del tiempo serán los motores que arrancan y unen Ocnos y Variaciones.

Los aspectos filológicos se desarrollan más por extenso, y presentan varias aristas. En primer lugar, el citado análisis del plano enunciativo. Jenaro Talens señala como clave interpretativa las modulaciones de la voz lírica, especialmente activas en el periodo que va desde Las Nubes a Con las horas contadas, con toda seguridad por el descubrimiento de algunas de estas técnicas en la poesía inglesa, para las cuales el propio Cernuda ya se hallaba predispuesto: “Aprendí mucho de la poesía inglesa, sin cuya lectura y estudio mis versos serían hoy otra cosa, no sé si mejor o peor, pero sin duda otra cosa”. En efecto, estos primeros años de estudio (sí, estudio, no lectura) de la poesía inglesa fueron claves para perfilar su poesía, y es necesario insistir una y otra vez en ello para entender la modernidad que representa la poesía de Cernuda en el panorama de la lírica española de posguerra, cuando precisamente tuvo lugar ese proceso de canonización de una obra que ha influido en las generaciones posteriores. El propio autor señala tres claves de ese proceso al calor de la influencia de la poesía inglesa: “Aprendí a evitar, en lo posible, dos vicios literarios que en inglés se conocen, uno, como pathetic fallacy (creo que fue Ruskin quien lo llamó así), lo que pudiera traducirse como engaño sentimental, tratando de que el proceso de mi experiencia se objetivara […] otro, como purple patch o trozo de bravura, la bonitura y lo superfino de la expresión, no condescendiendo con frases que me gustaran por sí mismas y sacrificándolas a la línea del poema, al dibujo de la composición […] Algo que también aprendí de la poesía inglesa, particularmente de Browning, fue el proyectar mi experiencia emotiva sobre una situación dramática, histórica o legendaria (como en “Lázaro”, “Quetzacóatl”, “Silla del Rey”, “El César”), para que así se objetivara mejor, tanto dramática como poéticamente”.

Todos los lectores reconocen estas tres características como propias de la voz cernudiana, pero además en cada uno de estos elementos fue pionero. A mi juicio, en las tres hay un nexo común: la voluntad poética inequívoca de alejarse del patetismo confesional. El uso de máscaras es un procedimiento para ello. En efecto, se han advertido por parte de la crítica distintas técnicas de alteridad presentes en su obra, como el uso del monólogo dramático desde Las Nubes (“Lázaro”, “A Larra, con unas violetas”, “Monólogo de la estatua” y “La adoración de los magos”), lo que coincide con la cronología propuesta, si bien pueden señalarse algunos antecedentes en poemas como “Soliloquio del farero” y “La gloria del poeta” de Invocaciones (1935), lo que viene a demostrar esa predisposición temprana. En Ocnos y en Variaciones se usa un personaje mítico (Albanio) que asume la enunciación, una especie de correlato objetivo caracterizado por la idealización. Este sujeto lírico, esta pantalla de la identidad, se alterna cada vez más, sobre todo en Variaciones, con el sujeto “que dice llamarse en la vida cívica Luis Cernuda”, haciendo desaparecer el filtro enunciativo y dando lugar a algunos de los poemas más redondos de este libro.

En segundo lugar, se examina la evolución del sujeto lírico adoptado. Más allá de las sensibles semejanzas, Talens señala un matiz sustancial: mientras que en Ocnos hay una nostalgia del paraíso perdido de la niñez que se trata de recuperar (idílica, utópicamente) desde el presente, en Variaciones se asume el hecho de que es imposible crear un nuevo edén, ni siquiera con las armas ficticias de la escritura. Habría que añadir, al hilo de las etapas bioliterarias que marca el editor en la macroestructura de La Realidad y el Deseo, que en el paso de Ocnos a Variaciones no solo cambia la posición psicológica de quien recuerda sino también el objeto del recuerdo. Cambia el sujeto y cambia el objeto recordado. Esto, a su vez, implica una mayor o menor distancia del objeto representado con respecto al momento de la escritura, lo que permite una mayor idealización en Ocnos y una mayor concreción o apariencia de realidad en Variaciones.

Y en tercer lugar, se aborda el asunto capital del género, “la cuestión del poema en prosa”, para intentar explicar por qué Cernuda no incorporó ambas colecciones al corpus definitivo de La Realidad y el Deseo. Es sabido que incluso los ocho poemas en prosa de Los placeres prohibidos no fueron incluidos en La Realidad y el Deseo hasta la tercera edición de 1958, lo que indica unas vacilaciones o cambios de criterio en un autor tan concienzudo como Luis Cernuda a la hora de configurar la estructura general de toda su obra poética. A falta de manifestaciones del poeta sevillano al respecto y de estudios monográficos, Talens avanza una hipótesis. Cernuda había reflexionado en distintos escritos teóricos acerca de la naturaleza y las condiciones que debía presentar el género del poema en prosa, fijándose especialmente en Bécquer, los poetas franceses de mediados del XIX y Juan Ramón Jiménez. Aunque Ocnos y Variacionessobre tema mexicano presenten características que Cernuda consideraba imprescindibles para el género (subjetividad, asociaciones y evocaciones, atenuación de la estructura argumental), no comparte otras como la repetición de estructuras musicales y métricas marcadas, que el propio autor, en cambio, sí percibe o es consciente de haber atendido en los poemas en prosa de Los placeres prohibidos y en otros textos fragmentarios publicados en revistas de la época. Por consiguiente, la exclusión de estas dos obras en la estructura de La Realidad y el Deseo estaría motivada por la rigurosa autoexigencia crítica del autor. Esto no ha impedido, como apostilla Talens, que en las Obras Completas de Siruela (1994), los editores, Derek Harris y Luis Maristany, integraran Ocnos y Variaciones sobre tema mexicano en el volumen dedicado a la poesía, restituyéndolos, en palabras de los editores, al “lugar poético” que les corresponde.

Este volumen satisfará al filólogo por la cuidada edición y las claves interpretativas desveladas, y al lector no especializado por la constante objetividad y alteridad de unas emociones que, precisamente por esa voluntad de enmascaramiento, no acaban de ser ocultadas, mostrándose por ello más humanas y auténticas. Asimismo, muchos lectores pueden identificarse con el intento del poeta sevillano de reflejar a través de la escritura la pérdida de esos paraísos personales –la luminosidad de México o el brillo esmerilado de la infancia– que se sabe irreversible, pero cuya búsqueda es inevitable y ayuda a entendernos como seres humanos. En suma, más allá de las claves biográficas, prepárese el lector para un festín de modernidad literaria, emoción contenida, precisión lingüística y elegancia discursiva, impresiones estéticas que siempre regala a los sentidos la voz de Luis Cernuda.

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