Sergio Salazar Araya

Violencia, valor y resistencia en la migración centroamericana en tránsito. Una propuesta para su análisis

Resumen: A partir de trabajo etnográfico en Centroamérica y México se delinea una estrategia de análisis de la migración centroamericana en tránsito desde una perspectiva antropológica. Los procesos migratorios son producidos desde una específica distribución social transnacional de trabajo que se espacializa en ensamblajes desde los que se realizan las labores necesarias para producir formas de movilidad. Esta distribución implica las propias acciones de traslado, estructuradas por violencias vinculadas a la extracción de formas de valor a partir de la movilidad de una población despojada, explotada y precarizada, pero también a los procesos de su constitución política y subjetiva.

Palabras clave: movilidades, migración en tránsito, violencia social, teoría del valor, Centroamérica.

Abstract: Based on ethnographic work in Central America and Mexico, the article outlines an analysis strategy for Central American migration in transit from an anthropological perspective. The migratory processes are produced from a specific transnational social distribution of labor that is spatialized in assemblages from which the necessary tasks to produce forms of mobility are performed. This distribution includes, on the one hand, the concrete transit actions structured by forms of violence that are linked to the extraction of forms of value from the mobility of a dispossessed, exploited and precarious population, on the other, the processes of its political and subjective constitution.

Keywords: mobilities, transit migration, social violence, theory of value, Central America.

Introducción

Durante el período de 2013-2018 realicé diversas estancias y actividades en el marco de mi trabajo de campo para la elaboración de una tesis doctoral en el Departamento de Antropología Social de la Universidad Iberoamericana de México (Salazar 2017). Me concentré en dos puntos de la frontera sur mexicana (la Región del Soconusco y el estado de Tabasco), y en diferentes localidades fronterizas y no fronterizas de Honduras. Producto de estas experiencias, del ejercicio de reflexión, discusión y análisis desarrollado en diversos espacios académicos, y de la elaboración analítica de cara a la redacción del trabajo, fui sentando bases teóricas y metodológicas para analizar una particular expresión del fenómeno de movilidad implicado en los procesos migratorios estudiados. Esta es, la de la relación entre variadas formas de violencia que acompañan tanto la ruta migratoria como los procesos de producción social de las formas de movilidad implicadas (no siempre espacializados en torno a la ruta), y una insistente práctica de captura y extracción de valor por parte de diversos actores sociales, estatales y criminales, a partir de la movilidad migrante y su condición corporal.

Se trata de un marco analítico que articula diversos componentes teóricos bajo el método de “configuración” (De la Garza 2018), el cual permite vincular elementos de marcos teóricos distintos, a partir de la identificación de conceptos ordenadores y articulaciones entre niveles de realidad. Esto permite un reflexión y discusión más abierta entre esferas de abstracción de tradiciones teóricas de variadas genealogías. Por ejemplo, permite explorar la fertilidad de articular nociones como la de “disposición” (Bourdieu 2000; Bouveresse 1999; Gebauer 2000; Nash 2003) y la de “valor” (Marx 1844 y 1989 [1859]; Graeber 2001 y 2013; Massumi 2018), en torno a una realidad que muestra cómo el lugar y dinámica estructural de los sujetos en conjunción con sus formas de movilidad socio-espacial, determinan la realización de diversas formas de despojo, explotación y extracción de valor a partir de mecanismos violentos sobre sus cuerpos y subjetividades. El foco y objeto de dicho marco de análisis es la producción social de la migración en tránsito, desde una mirada escalar micro-macro (De la Garza 2018, 173-200).

La reflexión se desarrolla a partir de la construcción de tres categorías principales, fundamentadas tanto en la experiencia etnográfica como en el debate antropológico sobre valor, específicamente en la discusión marxista; estas son las de fuerzas de traslado, fuerzas de disposicionamiento y continuo de valor-violencia. Esta constituye una elaboración inicial que debe ser explorada en discusión con las premisas fundamentales y conceptos centrales de los marcos teóricos con los que dialoga (por ejemplo, con el concepto de valor en la teoría económica marxista), así como en torno a diversas situaciones etnográficas vinculadas a los procesos migratorios y la movilidad humana.

El artículo plantea una reflexión sobre la producción social de la migración y el papel de diversas formas de violencia en los procesos de captura y extracción de valor vinculados a esa producción. Asimismo, formula la propuesta analítica de entender la migración como forma de trabajo, a partir de las nociones de movilidad, cuerpo y acumulación, introduciendo los conceptos de disposicionamiento y fuerzas de traslado. Posteriormente, se plantean algunas consideraciones sobre las fracturas en este proceso de valorización, específicamente a partir de formas de estrategización1 de las personas migrantes ante este campo de fuerzas, lo cual podría constituir formas de resistencia y subjetivación política desde la condición de movilidad. Finalmente, se cierra con algunos corolarios preliminares y recomendaciones para continuar nutriendo la reflexión.

Decir que la migración es producida socialmente puede parecer una obviedad. Sin embargo, el desafío está en desagregar etnográficamente sus procesos concretos, analizar las tareas y labores que la componen, caracterizar los lugares de fabricación de sus movimientos y la colocación socio-espacial de los actores implicados en su producción, comprender los discursos que estos generan y ponen a circular, así como las tensiones y relaciones de poder que los caracterizan. En esta línea, el objetivo central de este trabajo es presentar parte del marco interpretativo que he ido construyendo a partir de esta línea de investigación, y sostenerlo desde algunas referencias etnográficas.

Procesos migratorios masivos y continuos como el del Triángulo Norte Centroamericano (TNCA)–México–EE. UU., están determinados por la histórica relación colonial (Fonseca Corrales 1998; Gudmundson & Wolfe 2010; Acuña Ortega 2014; Díaz Arias 2014) y el momento actual del despliegue capitalista desigual (Torres-Rivas 1977; Robinson 2003; Rocha 2016). Esto supone que son producidos desde los condicionamientos estructurales que regulan las relaciones capital-trabajo a escala global-local, así como desde las relaciones norte-sur a nivel político. Así, han sido estudiados como parte de mecanismos globales de ajuste de mercados laborales y fuerza de trabajo en el marco del “enfoque push-pull” (Kivisto & Faist 2010; Piguet 2020), poniendo especial atención al nivel estructural y la forma en que generan condiciones de posibilidad para la continuidad de la acumulación capitalista bajo la categoría de “desarrollo” (Castles & Delgado Wise 2007; Delgado Wise & Márquez Covarrubias 2009; De Haas 2010; Canales, Fuentes Knight, & de León Escribano 2019).

Junto a lo anterior, es importante abordar las prácticas sociales y formas de agencia vinculadas a los procesos migratorios, donde las personas migrantes emergen como sujetos políticos, sobre la base tanto de su propia participación en la producción social de la movilidad, como de sus formas de organización y subjetivación asociadas a prácticas de territorialización y resistencia. Avanzar en esta línea puede contribuir a comprender las transformaciones finas de la economía de la migración, las formas de circulación desde las que se capitaliza la fuerza de movilidad migrante a partir de la mercantilización de su condición corporal, pero también las formas de contestación de una población que desde la necesidad y la precariedad disputa en su movilidad el uso del espacio y reproduce su propia vida.

La (re)producción social de la migración y el continuovalor-violencia

Los procesos migratorios son producidos socialmente. En torno a estos se configura una específica distribución social de trabajo con alcance transnacional que se espacializa en diversos ensamblajes (estatales-empresariales-criminales-comunitarios-familiares) desde los que se realizan las labores y trabajos necesarios para producir las formas de movilidad humana implicadas. Para que se realicen estas formas de movilidad masivas y constantes, es necesaria una amplia y diversa gama de actores sociales que contribuyan, de forma distinta y con diferentes intereses, a producir esa movilidad. Empresas de transportes, hoteles y cuarterías, redes delictivas locales, instancias estatales, casas para migrantes, organizaciones no gubernamentales, grupos de activistas… son todos actores que participan en la producción social de la migración, y obtienen diversas formas de valor social en un sentido amplio (Martínez 2012; Aquino, Varela, & Décosse 2013; Salazar 2017; Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes 2020).

Esta distribución transnacional del trabajo tiene tanto una esfera productiva como una reproductiva. La esfera productiva implica las acciones de traslado, las formas concretas de movilidad: la salida del país, los cruces fronterizos, los traslados prolongados de largas distancias, los sorteos de retenes y operativos oficiales, los pasos por zonas controladas por redes delictivas o crimen organizado, el tránsito por grandes ciudades. Todas componen el proceso migratorio y muestran una lógica estructurante que las articula: la realización de formas de violencia vinculadas a la extracción de diversas formas de valor (pecuniario, securitario2, afectivo, reproductivo); lo que podríamos llamar el continuo valor-violencia de la migración en tránsito.

Tomemos como ejemplo una situación de emigración característica de un país como Honduras: el despojo. En el Vallé del Bajo Aguán, en el norte del país, el conflicto agrario ha hecho que la expansión de monocultivos desplace población campesina despojándola de sus medios de producción y su cultura (Edelman & León 2013; León Araya 2015). Esto es realizado desde formas de violencia directa sobre personas, comunidades y organizaciones campesinas, muchas de las cuales lo enfrentan con estrategias migratorias internas e internacionales. Algo muy semejante ocurre con la violencia social y las formas de extorsión de las pandillas que son actualmente una de las principales causas de la migración masiva desde países como Honduras, Guatemala y El Salvador (Salazar 2017). Del análisis de diferentes casos emergen patrones que evidencian la presencia sistemática de estas lógicas y dinámicas, las cuales se articulan en la producción social de la movilidad irregular de la población centroamericana en tránsito. La movilidad migratoria en la región se produce en un campo transnacional (Jiménez 2010) en el que se ensamblan complejos mecanismos de despojo y extracción de valor, animados en su mayoría por diversas formas de violencia social, estatal y criminal (Salazar 2019).

Este continuo de valor-violencia está presente en el momento de salida, pero también en las frecuentes experiencias de abusos por parte de funcionarios públicos, policías locales y federales, agentes de migración y funcionarios de centros de detención sobre población migrante en su tránsito por México, en los sobre cobros de transportistas y comerciantes locales (la “tarifa migrante”), en las formas de explotación y no remuneración de empleadores, etc. Estas prácticas forman una cadena transnacional de violencia que extrae formas de valor a partir de la condición vulnerable en que se da la movilidad de una población despojada y precarizada.

Es justamente la vulnerabilidad como condición estructurante de los procesos migratorios la que hace indispensable abordar la segunda esfera de trabajo: la reproductiva. Para Marx (1844) la economía reproductiva implica la “producción de las condiciones para la producción”, es el trabajo afectivo, doméstico y de cuidados que generan las condiciones de posibilidad para que la persona trabajadora “salga” al mundo del trabajo. En el caso de la producción social de la migración, estas condiciones de posibilidad implican la reconstitución física y afectiva de las personas migrantes, de lo que podríamos llamar sus fuerzas de traslado (sobre este concepto volveré más adelante). Esto implica lugares concretos a lo largo de la ruta en los que se realizan las labores de cuido y protección de las personas migrantes.

Los albergues, por ejemplo, emergen como referentes de un tejido de apoyo, un lugar “seguro” y un recurso que puede ser utilizado en dos niveles: en el despliegue estratégico de los agenciamientos de traslado (asesoría, defensa de derechos, denuncias oficiales, recursos), y en el fortalecimiento de las fuerzas de traslado (cuido, alimento, abrigo, descanso, salud). En este sentido, en términos de la producción social de la movilidad, se articulan con las labores de millones de mujeres en las unidades domésticas de los países de origen, permitiendo la reproducción de la corporalidad migrante en un sentido físico, afectivo y estratégico. Pero el albergue es central en otro tipo de prácticas y labores también indispensables para el tránsito: las formas de protección social ante las cadenas de extracción de valor que estructuran la ruta (Salazar-Araya & Voorend 2019), las denuncias sobre abusos en la ruta y el seguimiento de procesos judiciales y administrativos de denuncia, regularización o refugio, la confrontación a empleadores que no quieren pagar lo debido a personas trabajadoras migrantes temporales (Da Gloria Marroni 2013; Guevara 2015; Candiz & Bélanger 2018).

Otro ejemplo es el trabajo que se realiza en torno a uno de los momentos más críticos de la trayectoria migratoria en términos del impacto emocional y psicosocial: el retorno. Por ejemplo, para el caso hondureño, los retornos que son producto de procesos de deportación desde EE. UU. son atendidos por el Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR), un espacio estatal administrado y gestionado desde la sociedad civil. Una de sus funciones prioritarias es producir una experiencia de retorno que permita contener y atender los efectos de la deportación, e ingresar lo más pronto posible a las personas migrantes en circuitos de generación de valor, específicamente mediante la reinserción laboral (Salazar 2017).

Momentos como el retorno constituyen umbrales de encadenamiento en la producción de la circulación migratoria que requieren de atenciones específicas para abordar la dimensión psicoafectiva y corporal de los efectos del tránsito, tareas básicas para los procesos de reconstitución (corporal, emocional, psicológica y social) de las personas migrantes, y su reinserción en los circuitos globales de capitalización. Como el albergue, el CAMR es un espacio-momento de la circulación migratoria en que se producen estas condiciones y labores reproductivas, y en el que estas son realizadas principalmente por personas de la sociedad civil movidas más desde la hospitalidad y la solidaridad que desde la ganancia o la autoridad política. Además, estas prácticas de cuido y protección se encuentran en la “base material” de las estrategias discursivas que denuncian y contestan el continuo de valor-violencia que se urde en torno a la ruta.

Como ocurre en otros momentos y lugares del territorio migrante, gran parte de las labores realizadas para la producción de la movilidad son de carácter fisiológico, psicoafectivo y estratégico. En palabras de una de las voluntarias del Centro de Atención al Migrante Retornado, lo que hacen es “orientarlos [sobre] qué es lo que necesitan y qué pueden hacer, porque vienen como desorbitados, que no saben ni para dónde agarrar ni qué hacer, si pueden hablar o no, vienen como nerviosos” (Diario de campo, 19-5-14). Vista desde una experiencia migratoria individual esta atención puede parecer efímera, pero muestra sus profundos alcances estructurantes cuando es vista en su efecto acumulado en relación a todo el proceso migratorio.

Cada tarea, cada etapa del circuito de atención, cada recurso que se moviliza o servicio que se brinda, genera formas de valor social que van desde el apoyo económico para el traslado al hogar, hasta el acompañamiento psicosocial por los efectos de la deportación y la experiencia migratoria. Este trabajo se realiza sobre la base de voluntades precarizadas que realizan las tareas más arduas a nivel material y afectivo, en torno a las cuales se tejen y activan redes sociales, comunitarias y familiares, así como prácticas de protección para enfrentar los riesgos y vulnerabilidades asociadas al retorno, de las que ni el estado ni el mercado se hacen cargo, y que se constituyen en condiciones de posibilidad no solo para la continuidad del traslado, sino también para un quiebre de conciencia frente al sentido común opresivo, y para la emergencia de discursos y prácticas políticas subalternas imbricadas en esos tejidos (Crehan 2002)

La migración como forma de trabajo: movilidad, cuerpo y acumulación por disposición

Los procesos migratorios sur-norte pueden entenderse como parte de mecanismos de ajuste de los mercados globales de trabajo y regulación de la fuerza laboral, dirigidos a administrar lo que hoy sería el “ejército industrial de reserva” del que habló Marx, con el fin de volver productiva la fuerza de trabajo que permanece improductiva (por desempleo, por despojo o por ocio forzado). En este sentido, los procesos migratorios son centrales en la continuidad en la generación de valor y acumulación capitalista, pues recolocan fuerza de trabajo ociosa en condiciones de explotación. Esta recolocación implica un movimiento que es tanto geográfico como social, un disposicionamiento. Me baso en la noción de “disposición” o “sistema de disposiciones” de Bourdieu (2000, 393), en la idea de “clase” como “posicionalidad respecto de la circulación y acumulación de capital” de Harvey (2000, 202).3

Para Harvey, la producción del espacio asociada a la activación de estos mecanismos de disposicionamiento implica la organización de nuevas divisiones territoriales de trabajo, la apertura de nuevos espacios de acumulación. Estos reingresan los excedentes de fuerza de trabajo que no pueden ser absorbidos internamente, enviándolos a otro lugar para su realización rentable y no ser devaluados, configurando mecanismos de circulación de fuerza de trabajo que apuntan a su producción como fuerza viva, como masa trabajadora explotable. La migración, entendida como uno de esos mecanismos de ajuste, cumple la función de reingreso de la persona trabajadora a circuitos de valor, operando como un mecanismo de disposicionamiento de la fuerza de trabajo ociosa e improductiva.

Quisiera argumentar que este reingreso no se realiza solo con la inserción en mercados de trabajo flexibles del norte global (el “destino”), sino también en la producción del traslado necesario para dicha inserción; una suerte de acumulación por disposición. La acumulación por disposición no opera como un despojo del sujeto en términos de sus medios de producción, sino de algo quizás previo: la reubicación social de ese sujeto, un movimiento transnacional de clase y una traslación corporal entre territorios. Es el disposicionamiento de un conjunto de la población improductiva para su recolocación productiva, pero uno que, en su mismo movimiento de recolocación, genera formas específicas extracción y desviación de valor que se realizan sobre las fuerzas de traslado y la condición corporal de la población en movilidad.

Los procesos migratorios contribuyen a la generación de valor y acumulación de capital no solo porque disponen a la población improductiva del sur en mercados laborales del norte que la requieren, sino porque en el mismo proceso de recolocación se generan diversas formas de valor. El propio tránsito, como forma de movilidad y circulación, es fuente de formas de valor en un sentido más amplio (Graeber 2013; Massumi 2018) que el “consumo productivo del trabajo mercantilizado” (Harvey 2000).

Si bien la multiplicidad de formas de valor que emergen en torno a la producción social de la movilidad migratoria se debe fundamentar empírica y etnográficamente desde diversos niveles de realidad con distintos alcances de abstracción (De la Garza 2018), es necesario establecer la forma en que el concepto se articula críticamente con la concepción económica marxista de valor. Esto tiene como premisa una hipótesis central: que es posible entender la migración como una forma de trabajo. Más concretamente, migrar es (en parte) un trabajo que la propia persona migrante realiza sobre sí misma. Esto supone, en diálogo con la economía marxista, que la fuente de valor (en un sentido económico) no es solo el trabajo humano, sino algo más básico que todo trabajo necesariamente requiere: el movimiento humano. En Marx, “el uso de la fuerza de trabajo es el trabajo mismo”, y la persona trabajadora “se convierte, así, in actu, en fuerza de trabajo en acción (…) cosa que antes sólo era potencia: fuerza de trabajo que se pone en movimiento a sí misma” (Marx 2014 [1867], 162).

Para pensar la migración como una forma de trabajo es indispensable plantear algunas premisas. En primer lugar, para Marx, “el trabajo es, ante todo, un proceso entre el hombre (sic) y la naturaleza (Marx 2014 [1867], 162), y el trabajador “no puede crear nada sin la naturaleza”, que constituye “la materia en que su trabajo se realiza” (Marx 1844, 37). El trabajo es transformación de la naturaleza mediante la realización de las fuerzas productivas, pero ¿cuál es la dimensión de la naturaleza que se transforma con la migración en tanto actos de traslado, en tanto forma de movilidad? La propia condición corporal de las personas migrantes.

Esto pasa, en primer término, por la “homogenización de los cuerpos” a través de cadenas transnacionales de violencias que los disponen (en un sentido socioespacial, pero también físico) a la mayor explotación de su fuerza de trabajo, lo que genera un mecanismo de “intercambio somático donde se hace que un cuerpo sustituya a otro” (Feldman 1999, 115) en la eterna cadena de trasladarse, cruzar fronteras, e insertarse en el mundo del trabajo del “destino” para seguir siendo explotado. En segundo término, el moldeamiento se realiza como producto del despliegue de lo que podemos llamar fuerzas de traslado, esas implicadas en la producción espacial y estratégica de la movilidad, y que implican formas de trabajo por parte de la población migrante que, igual que aquellas que le esperan en el lugar de “destino”, se insertan en el flujo transnacional y global de capital. Para avanzar en la ruta hay que trasladarse, lo que implica un complejo despliegue de energías y esfuerzos físicos, intelectuales y afectivos que generan diversas formas de valor, que pueden ser capturadas o desviadas por parte de otros actores que también se articulan a la producción transnacional de la migración irregular en la región.4

Como segunda premisa, tenemos la noción de “producción en potencia”, que refiere a la fuerza acumulada de trabajo explotable, lo cual también implica, propongo, la constelación de condiciones que permiten que dicha fuerza de trabajo ingrese en un proceso productivo. Es el trabajo humano improductivo de la región centroamericana, que se activa por medio de su participación en la producción social transnacional de su propia movilidad migratoria, activación que permanece como traslación hasta que se realiza la inserción en el mercado de trabajo del país de destino (Estados Unidos o México), o acontecen otros destinos (retorno, deportación, desaparición, muerte, mutilación, etc.). Luego, la migración como forma de trabajo va dirigida a realizar (actualizar) esta producción en potencia.

Como vimos, la producción no solo implica la fabricación de mercancías, sino también la producción de las condiciones para su fabricación. Como recuerda Graeber (2013): “Marx y Engels dejaron claro que producción siempre significa tanto la producción de bienes materiales como de relaciones sociales y (...) de los seres humanos, que se recrean a sí mismos y mutuamente.” Es de aquí que derivo la noción de fuerzas de traslado: las fuerzas de trabajo necesarias para la producción de las formas de movilidad implicadas en los procesos migratorios, especialmente aquellas que las propias personas migrantes ejercen sobre su condición corporal para su traslación. Es la mano de obra despojada de cualquier medio de producción que trabaja sobre sí misma para disponerse a la explotación, para volverse trabajo vivo; la fuerza de trabajo necesaria para producir la movilización de esa misma fuerza de trabajo.

Esta disposición es una intervención sobre la naturaleza en tanto es una transformación de la condición corporal. Por un lado, el traslado migratorio no es solo una recolocación espacial y social del trabajador, es en sí mismo un proceso de transformación de su naturaleza. Harvey (2000, 101-102) muestra cómo desde sus primeras obras Marx fundamenta sus argumentos en la “interacción sensual real del cuerpo con el mundo”, fundando una “teoría de la producción del sujeto corpóreo en el capitalismo.” Por otro lado, el trabajo realizado por el migrante sobre su cuerpo no solo implica su reubicación, sino también su moldeamiento a partir de cadenas de violencia y ejercicios de explotación que lo va docilitando para su explotación.

Cuando el migrante-trabajador se produce a sí mismo como mercancía, trasladándose a un lugar social en el que pueda ser explotado, se somete a un proceso de traslación que es ya transformación. Como la dibuja la premisa bergsoniana, “ese movimiento vital, que se produce en profundidad, es transformación y ya no traslación” (Bergson 2007, 50). Un movimiento, dirá luego Deleuze (2009, 50), “expresa un cambio más profundo”, “una traslación implica finalmente una transformación.” Es precisamente la cadena de violencia como estructurante de la migración la que marca el moldeamiento y la transformación corporal del migrante cuando este realiza sus fuerzas de traslado.

En este sentido, la persona migrante emerge como persona trabajadora no solo en su condición de ocio cuando se inicia el traslado, o cuando se inserta en mercados laborales en el país de destino, sino porque su traslado y circulación implican un conjunto de trabajos (de traslado, de sorteo y evasión de fronteras, retenes y puntos de riesgo por actividades criminales, de curación, autoprotección y (auto)cuido, de naturaleza sexual o sexoafectiva, entre otros) que realiza sobre su propio cuerpo y lo moldean, al tiempo que son potencial fuente de valores diversos capturados o extraídos por distintos actores. Por ello, en torno a las rutas migratorias se articulan tantas formas de economía extractiva basadas en cadenas de violencia. Junto a las fuerzas de disposicionamiento mencionadas antes, las fuerzas de traslado constituyen la base de la producción social de la migración humana, y su operación conjunta se realiza escalarmente en la dialéctica agencia-estructura (De la Garza 2018, 173-200).

Tradicionalmente, en el marxismo ortodoxo se ha asociado el momento productivo al trabajo, mientras algunas visiones críticas como la de Appadurai (1991), recuperando a Simmel, sugieren más bien fijar la mirada en el momento de intercambio y circulación como fuente de valor. El riesgo es quedarse anclado en alguno de los dos puntos, desarticulándose del otro. ¿Qué pasa cuando lo que estudiamos es un producto social que es fundamentalmente circulatorio? No que se pone a circular, sino que se produce en circulación; donde la circulación se realiza a partir de la traslación del capital vivo como producto de las fuerzas de traslado y de su condición corporal. Una dinámica traslatoria.

La migración como forma de agencia: huidas, fugas y estrategias

Como todo trabajo, la migración se realiza en un campo de conflicto y contradicción desde el cual se pueden generar procesos de consciencia y contestación, formas de resistencia que, en este caso, pasan por la estrategización del tránsito (Salazar 2019a; 2019b). La situación contemporánea de los procesos migratorios estudiados está determinada por dinámicas sociohistóricas profundamente arraigadas en las formaciones socioeconómicas de la región. Estas dan cuenta de procesos productivos que articulan, no sin conflicto y contradicción, formas de desposesión, exclusión y precarización de sectores subalternos y clases oprimidas (Torres-Rivas 2007; 2011), por un lado, y de apropiación, inclusión y acumulación de élites políticas y económicas vinculadas al capital nacional y cada vez más al transnacional (Robinson 2003), por el otro.

Pero esta condición estructural es solo una dimensión de la concreción social de la migración; subyace a esta un conjunto de estrategias, agenciamientos, motivaciones y prácticas de contestación de las propias personas migrantes. En Centroamérica muchas personas “se van” porque “no queda de otra”, pero migrar es más que el acto de irse. Los procesos migratorios tienen tanto una dimensión estructural como una volitiva y creativa: las decisiones, prácticas y estrategias que producen trayectorias de movilidad gestionadas desde la voluntad y acción de quien se traslada. Esa voluntad creativa está profundamente implicada, luego de irse, en seguirse yendo, espacializándose como un territorio circulatorio (Tarrius 2000) animado por el constante choque entre fuerzas de disposicionamiento y fuerzas de traslado. Ni el esquema “push-pull” ni el modelo origen-tránsito-destino permiten ver esto. Esta fuerza social de traslado constituye formas de poder subalterno que en sus micropolíticas de movilidad disputan el espacio a Estados, actores criminales y empresas transnacionales, ingresando en un campo social transnacional (Jiménez s.f. y 2010).

La población migrante estrategiza permanentemente su movilidad con el fin de garantizar y sostener su traslado; las áreas fronterizas, los centros de detención, los albergues, los centros de recepción de deportados, son todos espacios sociales de la migración en los que la población migrante despliega tácticas de movilidad y resistencia, un saber circular (Tarrius 2000) que da forma a los procesos migratorios en la escala estructural. En la ruta constantemente se abren (y cierran) espacios en los que la población migrante se auto constituye material y subjetivamente, y que chocan y se traslapan con espacios en los que se impone la soberanía estatal o criminal.

Un ejemplo que nos permite apreciar esto, se da en relación al proceso de atención de retornados mencionado, que muestra la disputa por recursos y formas de tensión que surgen entre la población retornada y el equipo del Centro. En la útlima etapa del proceso de recepción y atención de personas migrantes deportadas, el Centro ofrece apoyos económicos para el traslado de la población a sus localidades. Frente a esta específica circulación de recursos tanto el equipo del Centro como la población retornada realizan estrategias de sorteo mutuas que muestran el aprendizaje institucional que va generando la activación sistemática y sostenida del circuito de atención al retorno, pero también el saber circular de la población migrante.

Cuando les entregan los salvoconductos a las personas se les da un “papelito” como comprobante, pero a las personas que cambian dinero con el cambista del Centro, se les hace una perforación en su papelito como comprobante del cambio. Este papelito les es solicitado al final, y si el migrante presenta un papelito perforado lo pasan afuera. Pero si el papelito no está perforado lo pasan a una oficina donde le preguntan de dónde es y le dan el dinero para el traslado a su colonia. Esta etapa suele levantar molestias en buena parte de la población que cambió dólares. Algunos incluso intentan reingresar a las instalaciones, por lo que la puerta principal se mantiene cerrada con llave y custodiada por un funcionario. Muchos migrantes que han sido deportados antes, o que obtuvieron la información sobre “el papelito” de algún otro migrante, no cambian para que les den el dinero del transporte, y luego estando afuera buscan a otros cambistas (Diario de campo, mayo de 2014).

La migración es el resultado del choque de esas fuerzas estructurales de disposicionamiento y estas fuerzas micropolíticas de agenciamiento-traslado. Las personas migrantes se trasladan no solo porque son conducidas o administradas por mercados laborales o por bio y necropolíticas (Villalobos & Ramírez 2019; Varela Huerta 2020), sino también por sus propios deseos y sus capacidades de elaborar estrategias de sobrevivencia y creación de vida. Esto supone una situación de enfrentamiento, formas de resistencia cotidiana (Scott 1985) que desafían y sortean los estriamientos y capturas que el Estado y el crimen organizado (y sus frecuentes traslapes) hacen de la movilidad migratoria.

El tránsito por el territorio migrante es más complejo que una circulación fluida de desposeídos o el disposicionamiento violento de grandes masas del ejército industrial de reserva. El agenciamiento de las estrategias migratorias es más amplio que el momento de la salida del hogar y es más complejo que la imagen de un “montón” de gente apilada en medios de transporte o conducidos por la ruta. Desde la salida y durante el tránsito, en los períodos de inmovilidad y en los regresos, la necesidad de enfrentar constantes decisiones (pequeñas o grandes) que van marcando la trayectoria, es permanente. Cada lugar del circuito es en sí mismo una compleja maraña de sentidos y direcciones, un conjunto constante de movimientos de salida, un complejo entramado de líneas de fuga, sorteos, evasiones, pausas y retornos.

Ciertamente irse, en sentido reflexivo, viene de una decisión sobre-determinada por condiciones que nos superan, pero seguirse yendo implica otro tipo de fuerzas, aquellas que se enfrentan a la sobre determinación y que al hacerlo la resisten. Es frente a la necesidad de comprender estas fuerzas de agencia que una etnografía del tránsito puede aportar para un marco de análisis que vaya más allá (o más acá) de la mirada global a los mecanismos de ajuste, y que apunte a delinear los rasgos principales de la “política de la movilidad” (Massey 1993) que subyace a las dinámicas migratorias en sus experiencias más cotidianas, y cuyo devenir emerge como una micro política y una micro movilidad. El devenir estratégico de las fuerzas de traslado enfrenta las fuerzas de disposicionamiento, generando líneas de fuga y prácticas de resistencia que permiten dibujar trayectorias más autónomas y autoconstituidas, en el marco de procesos más amplios de subjetivación.

Conclusiones

Los procesos migratorios Centroamérica – México – EE. UU. se producen socialmente desde el choque de fuerzas de disposicionamiento y fuerzas de traslado y agenciamiento que se enfrentan en un campo transnacional de diversos actores e intereses. Este se estructura desde una lógica de valorización y violencia que se espacializa en múltiples localizaciones de lo que podríamos denominar un territorio migrante. Pero también desde las propias prácticas y estrategias de movilidad y las fuerzas de traslado de la población migrante en un sentido amplio, incluyendo sus tramas familiares y comunitarias.

Es posibles abordar el fenómeno de movilidad migratoria así entendido, a partir de la concepción de los flujos y dinámicas como parte de mecanismos globales de ajuste de mercados laborales y circuitos de capitalización. Pero resulta importante complementar esta conceptualización, con una mirada analítica que se concentre en dos esferas también centrales en la producción social de la movilidad humana: la esfera del trabajo reproductivo y la esfera de la valorización no estrictamente económica. Articulando categorías de diversos marcos teóricos (Marx 2014 [1867]; 1989[1859]; 1844; Harvey 2000; Graeber 2013; 2001; Massumi 2018; Bourdieu 1989; 2000a; 2000b; Massey 2007; 1993a; Scott 1985) bajo las premisas de la metodología configuracionista (De la Garza 2018), se proponen en torno a los conceptos ordenadores de disposicionamiento y agenciamiento, las categorías de fuerzas de traslado, continuo de valor-violencia y estrategias y micropolíticas de movilidad.

Notas

1. “Estrategizar” implica la elaboración (abstracta) y realización (material o concreta) de estrategias por parte de actores en un campo o situación política.

2. La noción de valor securitario hace referencia a las formas en las que el fenómeno de movilidad migratoria irregularizada contribuye a legitimar y estabilizar los discursos y prácticas estatales de criminalización y persecución de ciertas poblaciones en movilidad, en defensa de las fronteras y la integridad de la población y el territorio nacionales.

3. Esta articulación conceptual en torno al concepto ordenador de “disposicionamiento” (De la Garza 2018), puede fortalecerse en relación con los conceptos de “sentido de lugar” y “geometría de poder” de Doreen Massey (1993a; 1993b; 2007; 2008), para explicitar de manera más clara la expresión política y subjetiva del campo transnacional en el que operan los mecanismos de disposicionamiento y las formas de resistencia de la población en movilidad.

4. Empresarios locales, formales e informales, sobre todo de transporte, hospedaje, agroindustria y construcción, actores y estructuras del crimen organizado (en muchos casos con alcance transnacional) o redes delictivas locales que extraen valor por medio del secuestro extorsivo, la explotación laboral forzada, el trabajo sexual o de cuido, entre otras formas, autoridades públicas y cuerpos de seguridad que capturan valor por medio de coimas y robos directos a personas migrantes.

Referencias

Canales, Alejandro I., Juan Alberto Fuentes Knight, y Carmen Rosa de León Escribano. 2019. Desarrollo y migración. Desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica. Ciudad de México: Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Candiz, Guillermo, y Danièle Bélanger. 2018. «Del tránsito a la espera: el rol de las casas del migrante en México en las trayectorias de los migrantes centroamericanos.» Canadian Journal of Latin American and Caribbean Studies 43 (2): 277-297.

Castles, Stephen, y Raúl Delgado Wise. 2007. «Introducción.» En Migración y desarrollo: perspectivas desde el sur, de Stephen Castles, Raúl Delgado Wise y (coords.), editado por Instituto Nacional de Migración de la Secretaría de Gobernación del Gobierno de México (SEGOB), Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Universidad Autónoma de Zacatecas, traducido por Luís Rodolfo Morán. Distrito Federal: Miguel Ángel Porrúa.

León Araya, Andrés. 2015. «Rebellion under the Palm Trees: Memory, Agrarian Reform and Labor in the Aguán, Honduras.» A dissertation submitted to the Graduate Faculty in Anthropology in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy, City University of New York, Graduate Center, New York.

Crehan, Kate. 2002. Gramsci, cultura y antropología. Barcelona: Ediciones Bellaterra.

Acuña Ortega, Víctor Hugo (et. al.). 2014. Formación de los Estados Centroamericanos. San José: Programa Estado de la Nación.

Appadurai, Arjun (ed.). 1991. La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías. Traducido por Argelia Castillo. Ciudad de México: Grijalbo.

Aquino, Alejandra, Amarela Varela, y Fréderíc Décosse. 2013. Desafiando fronteras. Control de la movilidad y experiencias migratorias en el contexto capitalista. Oaxaca: sur+ ediciones.

Bourdieu, Pierre. 2000a. Pascalian Meditations. California: Standford University Press.

. 2000b. Poder, Derecho y Clases Sociales. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer.

Bourdieu, Pierre. 1989. «Social Space and Symbolic Power.» Sociological Theory (American Sociological Association) 7 (1): 14-25.

Bouveresse, J. 1999. «Rules, Dispositions, and the Habitus.» En Bourdieu: A Critical Reader, de R. (ed.) Shusterman, 45-63. Oxford: Blackwell.

Da Gloria Marroni, María. 2013. «Capital social, redes migratorias y ayuda humanitaria: ¿la solidaridad a prueba en el tránsito de latinoamericanos por México?» En Viejas y nuevas migraciones forzadas en el sur de México, Centroamérica y el Caribe, de Enrique Baltar Rodríguez, María Da Gloria Marroni y Daniel Villafuerte Solís, 143-172. Distrito Federal: Editores e Impresores Profesionales EDIMPRO - Universidad de Quintana Roo.

Delgado Wise, Raúl, y Humberto Márquez Covarrubias. 2009. «Understanding the Relationship between Migration and Development: Toward a New Theoretical Approach.» Social Analysis: The International Journal of Social and Cultural Practice (Berghahn Books) 53 (3): 85-105.

De la Garza, Enrique. 2018. La metodología configuracionista para la investigación. Ciudad de México: Editorial Gedisa - UNAM.

De Haas, Hein. 2010. «Migration and Development: A Theoretical Perspective.» The International Migration Review 44 (1): 227-264.

Díaz Arias, David. 2014. «Anotaciones sobre el legado colonial en la construcción del Estado, la Nación y la ciudadanía en Centroamérica.» En Poder, economía y relaciones sociales en el Reino de Guatemala, de Carmela Velázquez Bonilla y Elizabeth Payne Iglesias, 189-201. San José: Editorial UCR.

Edelman, Marc, y Andrés León. 2013. «Cycles of Land Grabbing in Central America: an argument for history and a case study in the Bajo Aguán, Honduras.» Third World Quarterly 34 (9).

Feldman, Allen. 1999. «Commodification and Commensality in Political Violence in South Africa and Northern Ireland.» Etnográfica III (1): 113-129.

Fonseca Corrales, Elizabeth. 1998. Centroamérica: su historia. San José: FLACSO.

Gebauer, Gunter. 2000. «Habitus, Intentionality, and Social Rules.» SubStance 29 (3): 68-83.

Graeber, David. 2013. «It is value that brings universes into being.» HAU: Journal of Etnographic Theory 3 (2): 219-243.

. 2001. Toward an Anthropological Theory of Value. The False Coin of our own Dreams. New York: Palgrave.

Gudmundson, Lowell, y Justin Wolfe. 2010. Blacks and Blackness in Central America. Between Race and Place. Durham - London : Duke University Press.

Guevara, Yaatsil. 2015. «Migración de tránsito y ayuda humanitaria: Apuntes sobre las casas de migrantes en la ruta migratoria del pacífico sur en México.» Forum for Inter-American Research 8 (1): 63-83.

Harvey, David. 2000. Spaces of Hope. Edinburgh: Edinburgh University Press.

Jiménez, Cecilia Inés. s.f. «Aportaciones de la teoría de la práctica a la construcción del campo social transnacional.» Universidad Complutense de Madrid. https://docsgedime.files.wordpress.com/2008/02/tc-cecilia-ines-jimenez.pdf.

Jiménez, Cecilia Inés. 2010. «Transnacionalismo y migraciones: aportaciones desde la teoría de Pierre Bourdieu.» EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales (20): 13-38.

Kivisto, Peter, y Thomas Faist. 2010. Beyond a Border. The Causes and Consequences of Contemporary Immigration. Pine Forge Press.

Martínez, Oscar. 2012. Los migrantes que no importan. Editado por elfaro.net. Oaxaca: sur+ ediciones.

Marx, Carlos. 2014 [1867]. El Capital. Crítica de la Economía Política. Traducido por Wenceslao Roces. Vol. I. 3 vols. Distrito Federal: Fondo de Cultura Económica.

Marx, Karl. 1989[1859]. Contribución a la crítica de la economía política. Traducido por Marat Kuznetsov. Distrito Federal: Editorial Progreso.

. 1844. Manuscritos Económico Filosóficos.

Massey, Doreen. 2008. «A Global Sense of Place.» En The Cultural Geography Reader, de Timothy Oakes y Patricia Price. London: Routledge.

. 2007. «Geometrías del poder y la conceptualización del espacio.» Conferencia dictada en la Universidad Central de Venezuela. Caracas.

Massey, Doreen. 1993(a). «Politics and space/time.» En Place and the Politics of Identity, de M. Keith y S. Pile. Londre & New York: Routledge.

Massey, Doreen. 1993(b). «Power-Geometry and a Progressive Sense of Place.» En Mapping the Futures. Local Cultures, Global Change, de Jon Bird, Barry Curtis, Tim Putnam, George Robertson y Lisa Tickner, 59-69. New York: Routledge.

Massumi, Brian. 2018. 99 Theses on the Revaluation of Value. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Nash, R. 2003. «Social explanation and socialization: on Bourdieu and the structure, disposition, practice scheme.» The Sociological Review 51 (1): 43-62.

Piguet, Etienne. 2020. «Theories of voluntary and forced migration.» En Routledge Handbook of Environmental Displacement and Migration, de Robert McLeman y Francois Gemenne, 17-28. New York: Routledge.

Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes. 2020. Migraciones en México: fronteras, omisiones y transgresiones. México: REDODEM.

Rocha, José Luís. 2016. «Cuatro jinetes del neoliberalismo en Centroamérica.» En Antología del pensamiento crítico nicaragüense contemporáneo, de Juan Pablo Gómez y Camilo Antillón, 231-252. Ciudad Autónoma de Buenos aires: CLACSO.

Robinson, William. 2003. Transnational Conflicts. Central America, Social Change, and Globalization. London - New York: Verso.

Scott, James. 1985. Weapons of the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance. New Heaven and London: Yale University Press.

Salazar-Araya, Sergio. 2019. «Las caravanas migrantes como estrategias de movilidad.» Iberoforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana Año XIV (٢٧): ١١١-١٤٤.

Salazar-Araya, Sergio. 2017. Circular el territorio migrante. Producción social de la migración centroamericana en tránsito por México: frontera, albergue y desaparición. Tesis para optar por el grado de Doctor en Antropología Social, Ciudad de México: Universidad Iberoamericana de México. Departamento de Ciencias Sociales y Políticas.

. 2019. «Formas de violencia y extracción de valor en la ruta migratoria CA-EE. UU. Acumulación por disposición y estrategias de movilidad.» Central American Migration in North America: Economies and Political Productivity. New York: Columbian University`s Department of Anthropology.

Salazar-Araya, Sergio, y Koen Voorend. 2019. «Protección social transnacional en Centroamérica. Reflexiones a partir de tres contextos de movilidad.» Cahiers des Amériques latines (91): 29-48.

Tarrius, Alain. 2000. «Leer, describir, interpretar las circulaciones migratorias: conveniencia de la noción de territorio circulatorio. Los nuevos hábitos de la identidad.» Relaciones. Estudios de historia y sociedad (El Colegio de Michoacán) XXI (83): 38-66.

Tarrius, Alain. 2010. «Migrantes pobres y globalización de las economías.» En Migraciones de trabajo y movilidad territorial, de Sara María (coord.) Lara Flores, 101-122. Distrito Federal: Miguel Ángel Porrúa; CONACyT.

Torres-Rivas, Edelberto. 2007. La piel de Centroamérica: una visión epidérmica de setenta y cinco años de su historia. San José: FLACSO.

. 1977. Interpretación del desarrollo social centroamericano. San José: EDUCA.

. 2011. Revoluciones sin cambios revolucionarios. Guatemala: F&G Editores.

Varela Huerta, Amarela (Comp.). 2020. Necropolítica y migración en la frontera vertical mexicana. Un ejercicio de conocimiento situado. Ciudad de México: UNAM-IIJ.

Villalobos, O., y R. Ramírez. 2019. «Gubernamentalidad necropolítica y resistencia al destino de la muerte en el sistema migratorio mesoamericano.» Antropologías del Sur 6 (12): 11-38.

Sergio Salazar Araya (sergio.salazara@ucr.ac.cr) Doctor en Antropología Social por la Universidad Iberoamericana de México y Máster en Ciencias Políticas por la Universidad de Costa Rica. Sus temas de investigación son democracia, políticas públicas de seguridad y procesos de democratización en Centroamérica, Migración y movilidad centroamericana, modelos punitivos, políticas penitenciarias y población penal juvenil en Costa Rica. Actualmente es docente de la Escuela de Ciencias Políticas, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos (CIEP), y director de Doctorado en Gobierno y Políticas Públicas, en la Universidad de Costa Rica. Dentro de sus publicaciones más recientes se encuentran: “Democratización y seguridad en El Salvador. Las políticas de combate a las maras durante el gobierno de Francisco Flores (2004-2009)”. Instituto de Investigaciones Sociales, UCR (2020); “Afectividad y violencia. Reflexiones en torno a una experiencia de trabajo de campo en Honduras y el sur de México”. En Castro Neira (Coord.). Antropología de la violencia. Miradas etnográficas y posicionamientos críticos. Puebla, México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (2019); Las caravanas migrantes como estrategias de movilidad. Revista Iberoforum de Ciencias Sociales, Año XIV (27), enero-julio, 2019. Violence and value in the migratory passage through Central America: The Cadereyta massacre (2012) and the struggle to have the bodies returned. Violence: An International Journal, SAGE (2021) ; Enjeux du « retour » au Honduras des migrant·es expulsé·es. Centre Tricontinental et Éditions Syllepse. vol. XXIX, 1, (2022).

Recibido: 15 de febrero, 2023.

Aprobado: 22 de febrero, 2023.


Revista Filosofía Universidad de Costa Rica
LXII (163), Mayo - Agosto 2023 / ISSN: 0034-8252 / EISSN: 2215-5589