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RUPTURA DE LA TRADICIÓN, CONSTRUCCIÓN DE LA MUJER MODERNA
Y RESISTENCIA DEL PATRIARCADO LIBERAL EN PANAMÁ
EN LAS DÉCADAS DE 1920 Y 1930
MSc. Yolanda Marco Serra
Catedrática
Departamento de Historia
Universidad de Panamá
RESUMEN
Este artículo analiza la polémica feminista en Panamá en las primeras décadas del siglo XX y
el inicio del debate sobre el sufragismo. También se examinan las ideas de algunas de las
primeras periodistas feministas que escribieron en la prensa y las respuestas y resistencia del
patriarcado liberal ante sus planteamientos y propuestas.
Descriptores: Mujeres. Participación Política. Feminismo. Sufragismo. Educación. Panamá.
Décadas 1920 y 1930.
No más servir de instrumento de pasiones, ni de vil compañera, ni de esclava
del hombre. Es necesario que el ángel del hogar llene ese vacío alternando
en la cátedra, en el foro, en el manejo de la cosa pública: concurriendo a los
comicios para que pueda tildarse, con razón, de populares los sufragios y de
efectivas las llamadas democracias; es necesario abrirle paso, permitiéndole la
educación más conveniente a fin de que adquiera como base fundamental de sus
amplias aspiraciones la independencia económica, mediante la cual refulja
el sol hermosode libertad en los vastos horizontes que le guarda el porvenir.
(J.M..V., “Largas las ideas y los cabellos cortos”, Orientación Feminista.
Revista del Partido Nacional Feminista, No. 6, Mayo de 1926)
INTRODUCCIÓN
Este trabajo resume la primera parte y algunos de los principales argumentos de un
trabajo previo, más amplio y recientemente publicado, el cual estudia los discursos generados
acerca de las mujeres, el feminismo y el sufragismo entre la segunda y tercera décadas del
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siglo XX; es decir, en los momentos inmediatamente anteriores al nacimiento del movimiento
feminista panameño y en los primeros años de su organización (Marco: 2002).
Nos referiremos al pensamiento de las primeras mujeres que, rompiendo con la
tradición, empezaron a hablar y escribir para el público femenino sobre ellas mismas. Ellas
cuestionaron la tradición decimonónica de la mujer circunscrita a la vida del hogar, y también
el modelo de mujer que predominaba hasta entonces. Escribieron para proponer una nueva
mujer, y sentaron las bases de la mujer moderna. La reacción de los hombres ante su
propuesta, que estaba comenzando a cambiar también su mundo y el de las relaciones entre
los sexos, es objeto también del estudio. Queremos mostrar cómo, cuando las mujeres pasaron
de las palabras a los hechos y crearon las primeras organizaciones feministas y sufragistas, las
opiniones masculinas se dividieron más aún y la reacción de los poticos se abrió en un
amplio abanico, especialmente el discurso de aquellos políticos liberales que no supieron ir
más al de sus prejuicios y temores y se atascaron en una posición antisufragista que fue, en
definitiva, la que impidió el disfrute de sus derechos políticos a las mujeres por bastantes
os.
El artículo se divide en dos partes, en la primera se estudia la ruptura de la tradición, las
nuevas ideas de las mujeres sobre las mujeres y el feminismo, y mo este pensamiento
empezó a modelar un nuevo tipo de mujer. En la segunda parte se analizan los discursos
masculinos en el momento de la acción, cuando las sufragistas plantearon sus demandas de
manera organizada y la resistencia al sufragio femenino, y al tipo de mujeres que lo
reivindicaba, por parte del sector mayoritario del liberalismo.
El trabajo se ha elaborado utilizando sobre todo fuentes periodísticas, que son casi las
únicas que permiten conocer el pensamiento de la gente, y también revistas y libros. Algunos
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trabajos previos, unos enfocados exclusivamente al estudio de la evolución del movimiento
feminista panameño en las primeras décadas del siglo, otros orientados al estudio de la
historia social de las mujeres de las décadas de los os veinte y treinta, nos permiten ya
conocer mucho mejor la historia de este movimiento (Marco: 1993; 1997ª; 1997b; 2000;
2002ª; 2002b; 2002c).
En las dos primeras cadas del siglo XX hasta Panamá llegaron los ecos de la
transformación de un mundo en el que las mujeres reclamaban su libertad para ser y actuar,
tanto en el mundo privado como en el público. El movimiento feminista y el sufragismo no
sólo transformaron las leyes sobre el matrimonio y la familia, dándoles a las mujeres derechos
similares a los del hombre, sino que catapultaron a las mujeres a la sociedad y a la actividad
política en un proceso que culminó después del fin de la Gran Guerra cuando en Inglaterra,
Estados Unidos y luego otros países las mujeres conquistaron por fin el derecho al sufragio. Y
es que, después de largos años de lucha de los movimientos sufragistas, la experiencia de
trabajo y libertad de las mujeres en los años de la Guerra Europea, las transformaciones
culturales y científicas, la influencia del psicoanálisis, cambiaron profundamente la situación
de la mujer.
En Estados Unidos, la incipiente sociedad de consumo transformó el trabajo de las
mujeres en el hogar, con el crecimiento económico las mujeres entraron con más fuerza en el
mundo de la educación y el trabajo remunerado fuera de la familia, el reconocimiento de la
sexualidad femenina y la difusión de los nuevos medios anticonceptivos, todo ello contribuyó
a redefinir la imagen de la mujer (Cott 2000: 105-126). La nueva administración doméstica (la
economía doméstica), la nueva crianza de los hijos (la puericultura), el creciente papel e
influencia de la publicidad en la vida de la gente, los nuevos medios de comunicación de
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masas como la radio y el cine, ayudaron a formar esta imagen y a exportarla por todo el
mundo. Los roles sexuales se modificaron también como resultado de estos cambios, siendo el
fundamental que quedó asentada la posibilidad de la participación social y potica de la
mujer.
En Europa la modernización se realide manera más lenta que en Estados Unidos.
Este proceso significaba, en conjunto, el fin de la mujer “eternamente menor de edad” (Sohn
2000:127-157). Estas modificaciones en los roles sexuales y en el papel de la mujer no
significaba, sin embargo, que no siguieran habiendo limitaciones e inequidades para las
mujeres: las había en la familia, en el trabajo y en la potica donde eran poquísimas las
mujeres en puestos de elección popular (aunque habían más en la administración del Estado),
había también más mujeres en los sindicatos que en los partidos poticos. En definitiva, como
afirma Michelle Perrot, surge: “…un modelo de mujer moderna, que orienta nuestra visión del
cambio de los roles sexuales en el siglo XX pero cuyo conformismo es tan grande como su
fuerza emancipadora…” (Duby y Perrot 2000: 41).
Estos movimientos de cambio fueron resistidos por los hombres y por las instituciones
creadas por el patriarcado liberal,
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que en Panamá tuvo su expresión en el Estado hasta 1946.
La mayor parte de los Estados europeos “…acaba con las distinciones liberales anteriores
entre lo privado y lo público, la familia y el estado, el individuo y el Estado…” (Duby y
Perrot 2000: 41), cuando todos tratan más o menos autoritariamente de “nacionalizar” a sus
ciudadanas, ya desplazando la maternidad al dominio blico (como por ejemplo hace Suecia
con su política demográfica), o bien movilizando a las mujeres para ponerlas al servicio de la
patria en guerra, o regimentándolas en organizaciones consagradas a la grandeza nacional
(como en el caso de los Estados nazi-fascistas).
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En América Latina este proceso tuvo su propio ritmo y características. Las repúblicas
latinoamericanas nacieron lastradas por constituciones conservadoras que enfatizaban el
género: el sujeto de derecho era el varón mayor de edad, dueño de ciertas propiedades, que
pagaba un mínimo de impuestos y servía en el ejército. Con el crecimiento económico y la
incipiente industrialización, especialmente en los países del Cono sur, ocurrieron cambios
sociales y nuevas clases sociales (obreros, clases medias) adquirieron protagonismo potico y
plantearon demandas de reformas sociales y políticas que contemplaran sus intereses hasta
entonces olvidados. En ese mismo momento, en el tránsito del siglo XIX al siglo XX,
empieza también la polémica sobre el feminismo y el sufragismo. La potencialidad
transformadora en esos momentos del feminismo era mayor de la que hoy podemos percibir.
Lavrin se refiere a ello:
…Feminismo y sufragismo no son equivalentes. El feminismo fue una ideología
amplia que incluyó una serie de demandas de cambio o reforma social específicamente
aplicadas a la mujer y a las relaciones entre los sexos. En el abanico de sus intereses se
incluyó el sufragio femenino, pero también la igualdad jurídica entre hombre y mujer, y
la reforma de las leyes familiares como base de una reorganización de la autoridad entre
los esposos y de su autoridad sobre los hijos. Éstas eran reformas de carácter legal que
demandaban cambios en los Códigos Civiles y penales. Pero más allá de las reformas
legales, el feminismo era una reivindicación de la personalidad de la mujer en el campo
de las relaciones humanas. Era una revaloración del significado de la palabra „libertad‟
para todas las mujeres sin distinción de clases sociales, en cuanto que todas estaban
sometidas a las mismas restricciones legales. Era el reconocimiento de la capacidad
intelectual de la mujer como ser pensante y con el derecho la una educación tan
completa como la del hombre…” (Lavrin 1999: 2-3).
Por eso, las feministas hablaban de “emancipación” femenina como se escribía acerca
de la emancipación de los esclavos, porque su estado era, más que de opresión, de esclavitud
dada la restricción a sus movimientos sicos, a sus deseos de hacer su propia voluntad sin
tener que pedir permiso de sus padres o maridos. El debate sobre el feminismo y los derechos
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de las mujeres llevó inmediatamente al debate sobre el sufragio ya que las feministas
sufragistas deseaban el sufragio para poder ejercer la ciudadanía para cambiar las premisas de
las mujeres en la sociedad:
…El cambio que se apuntaba con el feminismo y el sufragismo era de gigantescas
proporciones. Implicaba nada menos que el aparato legal sobre el que se basaban todas
las actividades sociales y económicas de las naciones occidentales. Se enfocaba sobre la
condición de uno de los dos sexos que forma la especie humana y que predicaba a la
mujer como un ser sin voz, encuadrado dentro de un espacio definido como hogar‟ o,
expandiendo su esfera, dentro de ciertos perímetros de ocupaciones de trabajo y
sometido a la voluntad del hombre dentro de la familia con un destino determinado por
sus características biológicas…” (Lavrin 1999: 3-4).
Las sufragistas planteaban efectivamente una de las transformaciones más
revolucionarias de su época, por ello la resistencia que enfrentaron fue enorme. Para reformar
la situación de la mujer había que cambiar la legislación, pero también la forma de pensar
sobre los papeles de las mujeres y los hombres en la sociedad. Se trataba de un proceso de
cambio cultural y también eminentemente político que requería un arma política, esa arma
política era el sufragio femenino que, en la época y para las mentes más liberales, se
identificaba como el instrumento más potente en el proceso de democratización que
fomentaban, capaz de alterar las condiciones de vida de muchos hombres y de todas las
mujeres.
Panamá fue un caso especial entre las repúblicas latinoamericanas, nació como
República independiente con una constitución mucho más liberal que las de las restantes
naciones latinoamericanos. Sabido es que la Constitución de 1904 eliminó la referencia
explícita a que lo los varones tenían el derecho a la ciudadanía que tenía la constitución
colombiana y aceptaba además el principio democrático del sufragio universal masculino, lo
cual creaba una nueva contradicción ya que dificultaba enormemente la justificación de la
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discriminación de las mujeres de la ciudadanía. Fue especial también Panamá porque recibió
una influencia directa de las organizaciones femeninas y del movimiento feminista
norteamericanos. Pero no dejó de ser por ello una república, en la que, como en los restantes
países latinoamericanos, la cultura compartida por siglos ponía en el debate sobre el
feminismo y el sufragismo temas como los de la femineidad y la maternidad, con los que
también las feministas panameñas se enfrentaron. En este trabajo analizaremos el proceso de
construcción del movimiento sufragista, a partir de las mismas mujeres y de cómo
redefinieron su identidad individual y colectiva y de la oposición que encontraron, a lo largo
de casi treinta os, hasta la conquista del derecho al sufragio.
1. LA RUPTURA DE LA TRADICIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA MUJER
MODERNA
La fuente fundamental para el estudio de este tema ha sido la prensa escrita de la época,
no ha habido otra opción ya que es casi la única en la que sobreviven los testimonios de las
mujeres y los hombres de esos años. Lamentablemente, cabe destacar que fueron escasas las
mujeres panameñas que han escrito memorias, o textos sobre la historia de los movimientos
de mujeres de las que fueran protagonistas, o, si así hubiera sido, no han llegado hasta
nosotros. Nos parece importante recordar que las opiniones y las voces que recogeremos a
continuación no sólo son la expresión de quienes las emitían, sino que contribuyeron de
manera fundamental a crear la realidad, una nueva realidad para las mujeres.
Alma o La ruptura de la tradición
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En la segunda cada de vida republicana, emergen lentamente las mujeres en la vida
social panameña. Comienzan a regresar al país aquéllas que habían sido becadas para estudiar
en el Viejo Continente, algunas de ellas tras poco tiempo de estadía en el país partieron de
nuevo hacia Estados Unidos para completar sus estudios. Casi todas eran profesoras y
llegaron a ser ayudas importantísimas en las políticas educativas nacionales. Sus voces
empiezan a oírse en las escuelas y centros educativos, en los escasos centros culturales y
artísticos y también en la prensa. Los periódicos y revistas les dedican atención especial y
aparecen secciones orientadas para el público femenino con temas de su interés especial como
la moda, la belleza, etc.
Entre las primeras imágenes de las mujeres en la prensa contamos con la sección Vida
femeninaque el periódico El Diario de Panamá, publicaba en el año 1915.
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Esta sección era
diaria, e incluía columnas que reproducían artículos de periódicos extranjeros, eso firmados
por mujeres, y trataban temas diversos como el amor sentimental, la elegancia y la coquetería,
impresiones de viaje, las mujeres y la guerra europea, la moda parisiense, la belleza femenina
a través de las épocas, etc.
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Las referencias de las actividades del feminismo internacional
también estaban reseñadas, por ejemplo el congreso internacional feminista de noviembre de
1915.
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Es interesante una propuesta de una lectora que aparece publicada para que se abriera
una sección especial para que las mujeres pudieran consultar cuestiones de su interés en ella,
la persona proponente (que no firma, aunque se identifica como mujer) señala también que se
pudiera escribir bajo pseudónimo,
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lo cual muestra tanto el interés de algunas mujeres de
poder hablar de lo que les interesa como el miedo de ser reconocidas para lo cual se pide la
posibilidad del anonimato. Aunque las mujeres del país no escriben todavía, y los temas
tratados en su mayoría son de carácter tradicional, ligados a la imagen de mujer del hogar y
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sin mayores intereses en la cosa pública, ya aparecen, sin embargo, temáticas nuevas como la
influencia de la guerra europea en la vida de las mujeres de aquel continente, y reseñas de las
actividades de las mujeres organizadas. Podemos inferir también que estos artículos eran
leídos por un grupo significativo de mujeres ya que, como vimos por la lectora de El Diario
de Panamá mencionada arriba, las mujeres panameñas sentían la necesidad de tener una voz y
una expresión propia.
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Según el testimonio de Guillermo Patterson, hacia 1920 se publicó una revista feminista
llamada La mujer panameña y existió el proyecto de creación de otra denominada Actividades
femeninas a comienzos de 1923 (que, al parecer, nunca salió). Lastimosamente parece que se
han perdido para la memoria hisrica estos documentos, a menos que algún día aparezca
algún ejemplar perdido en alguna biblioteca o archivo.
En 1919, existe ya la Sección femenina”, firmada bajo el pseudónimo de Alma, que
tiene periodicidad semanal (aparece cada domingo). No sabemos cuándo comen a
publicarse ni cuanto tiempo duró porque no existe en ninguna de las hemerotecas de la ciudad
la colección completa del periódico. La persona autora de Sección femenina” se identifica
siempre como mujer. Aunque no tengamos la certeza absoluta sobre su identidad real,
basándonos en el testimonio de Guillermo Patterson Jr. y en el de María Isabel Mendoza,
pensamos que Alma pudiera haber sido Enriqueta R. Morales.
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Morales tenía en ese entonces
28 años, había realizado estudios de enfermería en Bruselas y el ambiente de revolución social
que se via en la Europa de preguerra contribuyó a definir sus ideas en pro de reformas de
carácter feminista y social, a lo que se sumó su posterior estadía en Washington (desde 1912 a
1916 su padre fue el embajador del gobierno panameño en los Estados Unidos) y las
experiencias que allí vivió tanto relacionadas con la guerra europea como con las luchas y
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organización de las feministas norteamericanas. Hay que recordar también que la influencia
paterna (no sabemos mucho de la madre) debió jugar sin duda un papel importante en sus
ideas y sus actividades profesionales y sociales. Eusebio A. Morales, su padre, no lo fue un
liberal en el sentido mejor de la palabra, hombre tolerante y demócrata incluso, sino que su
apertura ideológica y su auténtico interés por hacer verdad los principios igualitarios
preconizados por las grandes revoluciones liberales le llevaron a defender las ideas socialistas,
aunque no la forma de gobierno que asumieron con la revolución bolchevique, su
pensamiento actualmente se podría considerar cercano a los planteamientos socialdemócratas.
Los temas de los artículos de Alma son variados y nos permiten tener una visión amplia
de los intereses, el sentir y las ideas de, al menos, un sector de las mujeres sobre asuntos
candentes del momento. Alma ataca la actitud femenina, no ya la tradicional sino la de las
mujeres educadas y profesionales de la época de limitar sus intereses y campo de acción a los
trabajos en el hogar y los de su profesión, propugnando la participación de las mujeres en la
solución de los problemas sociales. En su concepto de mujer, ésta debe ser una luchadora por
el bienestar social, tan fuerte como el hombre, aunque de manera distinta, es decir: no una
carga sino una ayuda, no muñecas de entretenimiento sino cooperadoras y fieles salvaguardias
porque, afirmaba que
…si ellos poseen cerebro, nosotras también lo poseemos; si ellos constituyen la fuerza,
nosotras formamos el corazón; mientras la fuerza crea la materia, el corazón la purifica.
Ellos como fuertes y enérgicos se ocuparán del engrandecimiento material de nuestra
tierra, a nosotras corresponde engrandecerla espiritualmente. En tanto ellos construyen
caminos, levantan edificios, cultivan la tierra, explotan los bosques, forman las leyes y
administran los intereses sociales, a nosotras toca proteger a la infancia, educar a la
adolescencia, salvar a la juventud y culturizar en toda forma nuestra patria…” (Alma
1919a).
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Las actividades sociales que les propone a las mujeres son: atacar el vicio (el alcohol y
el juego), fomentar el estudio (fundando bibliotecas populares, fomentando los juegos
deportivos), para …velar por la conservación de nuestra raza, a fin de formar hombres y
mujeres robustos…”, propone también el fomento del ejercicio saludable, el cuidado de la
higiene del lenguaje y la conservación de las tradiciones (aunque no, por lo visto, la visión
tradicional decimonónica de la mujer), “…en fin, dice practiquemos la caridad espiritual, sin
favorecer el vicio ni fomentar la pereza…” Se refiere también a la moda en un sentido amplio,
criticando a las marisabidillas ignorantes que hablan de todo y no saben nada, afirma que no
hay nada mejor para la mujer que la naturalidad y la sencillez, virtudes que deben inspirar
todos los actos de la vida de la mujer. Pero esos valores estoicos no son sólo para las mujeres,
sino para todo el mundo, aunque en el caso de las mujeres hacen que desaparezca la
afectación, y que …brillen la bondad y la razón, normas únicas a las que debe sujetarse su
conducta…” (Alma 1919a).
En el artículo Un paso adelante” expresa su alborozo por la entrada de mujeres en el
Liceo, la Normal del Instituto Nacional y la Escuela de Derecho y Ciencias Poticas porque
se ha roto una barrera y ya la actividad profesional de las mujeres no estará limitada, como
antes, a los estudios pedagógicos. Esta medida es necesaria para la autora que piensa en la
“sacra bandera de la igualdad” de ambos sexos. Se refiere a los temores de quienes piensan
que de la convivencia de ambos sexos puedan surgir relaciones indebidas”. Al igual que los
demás defensores de la enseñanza mixta, Alma dice que ése es un prejuicio vano, que no tiene
lógica natural la separación de los sexos que, por otra parte, conviven en la familia, lo que va
a pasar es que se acostumbrarán a vivir en saludable compañía, sin la malicia de los adultos,
aprenderán los hombres a estimar y respetar a las mujeres y las mujeres aprenderán a ver en el
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hombre su defensor. Aprovecha la oportunidad para animar a las mujeres a no desaprovechar
la oportunidad, reconociendo que son muy valerosas las que así lo hacen, ya …que no dan
oídos a la maledicencia, demostrando que por encima de sus vaticinios está nuestra fuerza
para hacernos respetar en este tiempo y bajo toda circunstancia…” (Alma 1919b).
Otra muestra de su pensamiento muy interesante es el artículo titulado “La tolerancia”,
que es una muestra del pensamiento liberal y un pequeño tratado de ética para las mujeres. En
él la autora explica cómo debe ser la tolerancia para las mujeres: no complicidad con las faltas
de los demás sino …tolerancia racional que ayuda a corregir al que yerra…” lo los seres
bondadosos y morales pueden ser tolerantes, los autoritarios e intransigentes, que no perdonan
al prójimo, tratan siempre de reprimir a los demás (justamente en aquellos defectos que ellos
mismos tienen) y son incapaces de actuar de forma tolerante. La tolerancia se ejerce con las
conductas erradas, no con el vicio, ya que …el error es una equivocación sufrida por una
persona consciente y todos somos susceptibles de equivocarnos…” Para Alma, la mujer, como
“modeladora de almas”, es quien más tiene que enseñar la tolerancia, pero no en el ámbito
sólo de la familia sino en toda la sociedad. La mujer como elemento moralizador de la
sociedad debe también ayudar al rescate del valor del lenguaje en la educación, llama al
cuidado de su pulcritud y hace un llamado a los adultos a que cuiden su lenguaje frente a los
niños, e invita a la prensa y a las damas a abrir una campaña en pro de la regeneración del
lenguaje (Alma 1919c).
El título de su artículo “La salud como base de la belleza” es muy explícito. Alma
afirma que la higiene va destronando a la moda, pero todavía hay mujeres que utilizan
medidas contraproducentes como el estrechamiento exagerado del corset”, y otros que
atentan contra la salud. La belleza es la salud, que da “…frescura, colorido, brillantez al
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rostro, lozanía y morbidez a las formas y, en general, ciertas dosis de energía y fortaleza al
organismo para mantenerlo apto para el desempeño de todas sus funciones…” (Alma 1919d).
La idea de que la delgadez le da a la mujer delicadeza y femineidad y más encantos es falsa,
lo mismo que la teoría de que la robustez y el vigor la masculinizan. Y, muy imbuida de las
ideas higienistas y eugénicas de su época, subraya que la salud robustece y desarrolla el físico
de las mujeres, para hacerlas aptas “…para dar a la patria hijos sanos y robustos, llenos de
salud y de vida…”
Pero, además, la higiene del espíritu es tan necesaria como la corporal para la
conservación de la salud y el mejoramiento de la especie. Hay un correlato entre el cuerpo y
el espíritu, lo que le pasa a uno afecta al otro, y viceversa. Tónicos del espíritu son las
saludables lecturas, el ejercicio continuo en obras útiles y alejar los malos pensamientos que
son enemigos de la tranquilidad espiritual. Los malos pensamientos
…son originados por la envidia, el odio, la ira y otras bajas pasiones que crean ciertos
productos químicos que, además de destruir la naturaleza moral del individuo,
menoscaba la salud en tanto que los pensamientos nobles, hijos de la bondad,
cristalizada en cualquier forma, producen el efecto contrario…”
La verdadera belleza sica, por lo tanto, es la …constitución sica sana, rostro
coloreado por la salud, sonrisa ingenua reflejo de bondad, en un carácter jovial y alegre…”, a
lo que se añade la cultura intelectual y otras cualidades que contribuyan a enaltecerlas. El
carácter de una mujer puede definir su futuro en muchas ocasiones. A veces, dice la autora,
…pasan por mujeres de buen carácter las que precisamente carecen de él y anulan su
personalidad para plegarse servilmente a los deseos y caprichos de los demás, estas
mujeres sin opinión, sin iniciativa propia, incapaces de reaccionar, podrían ser
denominadas entes irracionales pues fácilmente pueden inducirlas al bien o al mal
…Generalmente son éstas las preferidas por el hombre vulgar por su debilidad,
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incapacitadas para protestar ante la injusticia, el oficio que estas mujeres desempeñan en
la vida es sólo la sumisión y el servilismo…”
Otro tipo de carácter femenino, es el de las que erróneamente se llama mujeres de mal
carácter, aquéllas que tienen ideas propias y luchan por realizarlas aunque emplean a veces
medios inadecuados, influidas sin duda por ideas de superioridad, que tratan de dominar a la
fuerza a cuantos las rodean. Éstas poseen la materia prima del carácter pero no ha sido
barnizado siquiera por la cultura intelectual.
Otro tipo de mujer que existe es la excéntrica, cuyo carácter es el resultado de sus
caprichos. Alma se pregunta cómo encontrar un carácter superior en la mujer, si ha sido criada
entre …maléficos prejuicios, influida por otros espíritus y subordinada bajo el mandato de
sus superiores, que lejos de liberarla y enseñarle a conquistar su independencia la esclavizan
no permitiéndole ejercitar su criterio ni encauzar por sola sus acciones…”. Frente a tales
obstáculos, cuando se encuentra una mujer superior “hay que rendirle admiración e imitarlas”.
¿En qué consiste la superioridad del carácter femenino? La superioridad del carácter femenino
consiste en
…la firmeza e integridad de sus ideas, en un espíritu sereno, inundado de sana alegría,
que sabe pesar sus pensamientos y acciones en la balanza de su razonamiento, en un
alma que, provista de cierta dosis de ternura, confiada en su bondad, protegida por la
coraza de su propio dominio, se lanza a la conquista de sus ideales, donde casi siempre
llega a vencer por el poder de su ternura y la influencia de su cerebro [Termina
afirmando, que] …sin duda alguna, el destino de la mujer está en sus propias manos. El
poder de ella depende en gran parte de la formación de su carácter. Consigamos
modelar bien a éste y conseguiremos muchos éxitos en la vida” (Alma 1919e).
El tema de la familia y el hogar ocupan un lugar destacado en las reflexiones de Alma,
en “La mujer en la intimidad de la familiaplantea que la mujer tiene la clave de la armoa
familiar. Con la razón debe estudiar con calma los problemas domésticos en sus múltiples
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manifestaciones, con la ternura debe “subyugar el corazón humano”, que le granjeará el
respeto y cariño de la familia. Con tacto y con discreción, …a fuerza de ternura y
razonamiento, sin hacer violento su dominio, está palpable por doquiera…” Estudia diversos
tipos de comportamientos femeninos en la intimidad familiar: las mujeres que son admiradas
en sociedad pero son insoportables y odiosas en su familia; las que abusan de su familia
quejándose todo el tiempo “con actitudes ridículas, antiestéticas, y a veces hasta groseras
casi”; otras, ataviadas elegantemente en público, en casa son un desastre.
La mujer modesta sin ostentaciones sabe reunir siempre en hermosa trilogía la pulcritud
de su persona, de su vestuario y de sus modales. En otro de sus artículos …trata sobre la
felicidad como aspiración humana en el ámbito de la pareja conyugal…” En su opinión, lo
la tranquilidad individual hace la doméstica, que conduce a la armonía conyugal. Ahora bien,
esta armonía lo puede mantenerse permanentemente si existe un lazo indisoluble de afecto
verdadero entre los nyuges y compenetración moral e intelectual de los cónyuges. También
la mujer es la que tiene la clave de la felicidad conyugal en sus manos, que es la ternura, si
además llegara la mujer a compenetrarse con el hombre en todos sus ideales y luchas sería su
mayor triunfo: “…vencer al hombre por el doble poder de su ternura y de su espíritu…”
(Alma 1919e).
Alma también se refirió a otros temas de actualidad como a la influencia del
cinematógrafo y su influencia, celebrando el papel de la ciencia en el progreso de la
humanidad y la apertura de nuevos campos hacia el perfeccionamiento, sin embargo, dice, el
cinematógrafo que en sí mismo es neutro puede propagar vicios y males, puede despertar la
naturaleza sexual en algunos jóvenes, y puede llevar a la imitación de conductas inadecuadas
por lo que propone que el alcalde prohiba la asistencia de niños y adolescentes al
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cinematógrafo en la noche y que se hagan sesiones especiales para ellos de carácter
moralizante y educativo. También la econoa doméstica es objeto de su atención, y de sus
alabanzas.
La mujer que propone Alma como ideal es la que usa su cerebro, su capacidad de
raciocinio tanto como la ternura de su corazón, a lo que suma la virtud de purificar que tiene
cuando actúa así. Esa mujer es tan fuerte como el hombre, tan luchadora por sus ideales como
él y sabe hacerse respetar. Es cooperadora con su compañero y no lo se desenvolverá en su
hogar y en su profesión sino que participará en la solución de los problemas sociales,
luchando por el bienestar social, se ocupará del bienestar de la infancia, de la educación de los
adolescentes y de la juventud y, además de todo esto, de culturizar a la patria. Poseerá una
gran caridad espiritual, cultura intelectual y gran capacidad de trabajo. La base de su belleza
será la salud, la naturalidad y la sencillez, la modestia sin ostentaciones. La firmeza e
integridad de sus ideas junto con su autodominio harán de ella una persona con opinión
propia, lo más alejado a la mujer servil del pasado. Para formarse tal carácter femenino,
requiere de las mismas oportunidades que el hombre, partiendo de la igualdad en la educación
(coeducación). Con relación a la familia, esta mujer tiene la clave de la armonía doméstica y
conyugal, la que puede unir a una pareja toda su vida; para Alma, sin embargo, la armonía
sólo es posible si se parte de la tranquilidad individual, sólo así la mujer estará capacitada
para, con racionalidad, ternura y compenetración con su compañero, hacer posible la armonía
doméstica y conyugal. Es un modelo de mujer ilustrada con un fuerte componente de valores
éticos.
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Lola Collante, otro modelo de mujer moderna
Lola Collante es probablemente la primera mujer periodista de Panamá. Seguramente,
ella no pudo vivir de su escritura, pero es más que probable que sus escritos le ayudaron a
sobrevivir. Llegó al país procedente de Colombia (al parecer de Barranquilla) alrededor de
1917 o 1918, con un hijo de corta edad. Aunque a veces se dice de ella que estaba divorciada,
no parece muy probable ya que en Colombia el divorcio no ha sido legal hasta años muy
recientes, probablemente era madre soltera. Según testimonios de coetáneos
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, se convirtió en
una especie de musa de la juventud intelectual y “de avanzada” de esos años, y era muy
admirada y respetada por lo más intelectual de la juventud bohemia que militaba en la
Federación de Estudiantes de Panamá y en el Sindicato General de Trabajadores. Escria en
los periódicos del país y probablemente para otros del exterior. Hacia la mitad de los años
veinte se casó con el abogado Alejandro Tapia y, aunque su vida dio un giro importante,
siguió escribiendo y publicando artículos y poesías en revistas y periódicos a lo largo de toda
su vida.
La obra periodística de Collante es variada, escribe sobre política colombiana, sobre
América Latina, sobre literatura por supuesto, y sobre otros muchos temas de la actualidad
panameña e internacional. Algo que llama extraordinariamente la atención de ella es que se
trata de la primera mujer en escribir en los periódicos sobre potica nacional e internacional.
Un testimonio literario dibuja un retrato de ella que la describe como mujer sin prejuicios
sociales, generosa,
…que lucha en ardiente colisión por reconquistar la dignidad perdida de los pueblos y
que golpea con sus delicados puños contra los sagrados muros de la civilización,
…[que levanta el rostro y se empina gallarda] para ver más allá hacia la renovación,
que tiene por labor reencaminar por derroteros de progreso y de bien a las
democracias…; la que tiende al refinamiento de la educación femenina y que se
18
consagra a modificar el sistema de infundir respeto y amor a la Patria”. [Termina
diciendo:] …Lola Collante es un alma hecha para la lucha de las ideas …Y no es que
sea una alma rebelde, no. Antes bien, es delicada, buena: un alma pensadora y
contemplativa…” (Delgado 1921).
Un tema que provocó la atención de la periodista fue el de la transformación del aspecto
físico de las mujeres. Defendió la moda que se estaba introduciendo entonces: la
simplificación del vestido, la eliminación de los grandes sombreros, el cabello corto, la
sustitución de los tacones inverosímiles, y, por supuesto, la supresión del corsé. Todo ello
para que la mujer moderna, que iba a la universidad y al trabajo, pudiera hacer sus actividades
de manera más práctica. Opinaba que algún día las mujeres prescindirían del maquillaje o lo
limitarían por las mismas razones prácticas, y no entendía porque algunas personas le daban
tanta importancia a estos cambios (Collante 1925).
Collante publicó varios artículos en la revista Cuasimodo en el año 1920, uno de ellos
dedicado a las mujeres latinoamericanas titulado Al oído de mis hermanas de América”, en
el que con pasión las incita a liberarse. Su argumento central es que ya la mujer está
emergiendo de misma como es, ya no responde a la imagen tradicional y multifacética que
la dibuja como la esfinge, la bruja, o el animal perverso, seductora siempre. Según ella, lo
que la mujer nueva quiere es muy razonable, trata simplemente de alcanzar su autonomía
moral, autonomía que, por otra parte, redundaría en una maternidad más responsable. Les
dice:
…¿No sentís que vibra en vosotras un temblor de tímidas alas ignoradas, …no sentís
que por sobre todas las ficciones late una inmensa verdad que precisa descubrir y
seguir? ¿Soisbiles? ¿Sois pequeñas? ¿Sois triviales? ¿Sois caídas? Recogeos al fondo
de vosotras mismas y removed los tesoros escondidos que todas poseemos y aprended a
hacer de un grano de arena una roca, y de una roca un baluarte…” (Collante 1920a).
19
En el articulo “Cómo habrá escrito Nietzche sobre la mujer moderna?”, se pregunta
cómo pudo decir tal genio las cosas que escribió sobre las mujeres, piensa que difícilmente
podría acusar a las mujeres modernas de nganos y de mantenidas por los hombres, y en su
argumentación afirma que fueron los hombres (más fuertes y poderosos que las mujeres) los
que convirtieron (por su vanidad y ambición) a las mujeres en objetos de placer y
superficialidad, pero el verdadero ser de la mujer es otro, así que “…mientras los hombres
corrían como desorbitados hacia la muerte, las mujeres abandonaban las posturas lánguidas,
cambiaban el gesto de viñeta y corrían a ocupar los puestos de los hombres, sin timideces ni
peligrosas coqueterías, sin rastro de afectación…” (Collante 1922). Observemos la enorme
trascendencia que tuvo para miles de mujeres, ya no lo en Europa sino en todo el mundo, la
experiencia de las mujeres europeas durante la Gran Guerra. Y sigue diciendo, …cada día,
cada hora, el afán de la mujer moderna es adquirir su independencia y su libertad, base firme
de la libertad amorosa que coloca a la mujer en el terreno de la libre elección por simpatía...”
(Collante 1922). La libertad amorosa (aunque no llegue a hablar del amor libre) es una
posibilidad para la mujer moderna, que no podía tener antes. Seguramente, piensa, si Nietzche
conociera a estas mujeres, no escribiría lo mismo que escribió en sus tiempos.
Su artículo sobre el Socialismo en Colombia” (Collante 1920b), es un apasionado
escrito en el que la autora arremete contra los que niegan la existencia de graves problemas
sociales en Colombia. Es un texto de denuncia las condiciones de trabajo y vida de los obreros
en Colombia, de su explotación y se lamenta de la insuficiente respuesta de ellos. En Desde
la tribuna de Cuasimodo”, Collante escribe sobre las mujeres, especialmente sobre las mujeres
de Centro y Sudamérica, con …la sana y vehemente intención de hacer llegar hasta ellas un
rayito de sol de la vida universal que ilumine su mente, las más de las veces tan pequeñita y
20
oscura como los cuartos de los pobres en las ciudades grandes…”(Collante 1920c). No cree
que sean los hombres los más adecuados para estudiar y escribir sobre las mujeres, porque
están obsesionados por la eterna “fémina” y escriben bajo esa influencia. De las mujeres dice:
…Nunca humana creatura se vio más doblegada y más sujeta a trabas que la mujer”,
padres, abuelos, maestros, ambiente, la Iglesia... todo conspira en su contra, todos
cooperan para deprimir y estupidizar a la mujer suramericana. Las mujeres francesas
han tenido que luchar rudamente para asistir a clases en la Universidad de París,
mientras que a las mujeres del “continente estúpido”, [como ella lo llama] …ni para la
vida del puchero, de la cuna y del biberón nos han sabido preparar”, tienen todavía que
aprender eso para luego desandar lo andado y romper luego “los espesísimos muros de
sombra…” (Collante 1920c).
En ese mismo escrito, Collante critica en su parte final a los dirigentes obreros, falsos
apóstoles del patriotismo, que responden negativamente a la invitación del dirigente obrero
norteamericano Gompers, para colaborar en la obra de emancipación de las clases oprimidas
colombianas, porque Colombia “…tiene un resentimiento antiguo con los Estados Unidos que
les veda aceptar tratos amistosos con los obreros de allí…” (le contestan), aprovechándose de
la ignorancia de los …mansos obreros que allá en la república del Corazón de Jesús, rezan
aún el rosario y se amarran los pantalones con un cordón de San Francisco…” (Collante
1920c). Sus ácidas críticas contra la Iglesia son otra característica inusual y atrevida de sus
escritos. En su artículo Panamericanismo” cuestiona que la actitud de los Estados Unidos sea
la mejor para buscar su solidaridad, nada ha realizado que indique su deseo y buena voluntad
de iniciar una era de respeto mutuo y concordia general (Collante 1920d).
Lola Collante constituye en misma el modelo de mujer nueva que sería reivindicado
por Alma también, aunque ambas tienen diferencias. Las coincidencias estarían en que ambas
desean para la mujer: libertad (auténtica, que viene de la íntima autonomía moral),
independencia en su vida, sin prejuicios sociales, generosidad, delicadeza y bondad, reflexión.
21
Algunas de las diferencias vendrían porque mientras Alma propone un modelo de mujer con
una actitud estoica ante la vida y valores que se corresponden con esa filosoa de la vida,
Lola Collante tiene una opción vital de otro signo, mucho menos estoico. Ambas, de formas
distintas, son apasionadas y escriben en los periódicos, aunque la una no se considere
profesional del periodismo y la otra , y ambas escriben no sobre temas “de mujeres” sino
sobre una gama muy diversa, aunque Lola Collante escribe sobre política directamente y no
así Alma. Ambas son luchadoras sociales a su manera y le proponen a las mujeres serlo
también, sin temerle a los prejuicios sociales. Alma escribe casi exclusivamente para las
mujeres, mientras que Lola Collante escribe para las mujeres y los hombres, y, en algunos
artículos especiales, sólo se dirige a las mujeres. Ambas son atrevidas y a la vez racionales.
Mientras Alma representa una opción política liberal, Collante viene a ser la opción potica de
izquierda y más atrevida al plantear algunos temas (como el de la libertad amorosa, o su
anticlericalismo).
Se podría haber mencionado aquí a otras mujeres que representan, por sus escritos y por
su vida, la ruptura de la traición: Esperanza Guardia de Miró, que escribió en los periódicos
también (a veces bajo el pseudónimo de Clara); Angélica Chávez de Patterson, cuya obra
escrita es imprescindible conocer para entender en su dimensión completa el ideal de mujer
que proponía el feminismo panameño (Marco 1997b), y, por supuesto, a Clara González. Sin
embargo, seleccionamos a Alma y a Lola Collante primero porque escribieron sobre una gran
diversidad de temas y, en segundo lugar, porque son dos de los primeros testimonios
femeninos que hemos detectado mucho antes de que surjan las organizaciones feministas y
proliferen entonces las voces y los escritos de mujeres. Ellas escribieron en los momentos
22
precedentes al nacimiento del feminismo organizado y muestran las inquietudes y las
aspiraciones de las mujeres que las llevaron a organizarse.
2. LAS MUJERES Y EL FEMINISMO VISTOS POR LOS HOMBRES. LA
RESISTENCIA DEL PATRIARCADO LIBERAL
Para mostrar la visión que se tenía desde la posición masculina sobre las mujeres y el
feminismo, hemos recurrido a las opiniones vertidas en la prensa, uno de los pocos
testimonios que tenemos de ellos y el que, sin duda, muestra las posiciones más
representativas del conjunto.
El editorial titulado “El feminismo de la mujer latina”, firmado con las siglas J.J.D., de
El Diario de Panamá, el autor sostiene que las mujeres latinas son superiores a todas las
demás por su espiritualidad, que demuestra su exquisita femineidad (El Diario de Panamá,
21/7/1919). Sus atributos son la sensibilidad innata, emoción y simpatía. Por ello, dice el
autor, el feminismo ha sido y es en los países latinos muy distinto a los des. Es más
mesurado, más intelectual, y, sobre todo, más femenino que el de Inglaterra o Estados Unidos.
El editorialista se manifiesta partidario de las ideas de la española María de Maeztu que
defiende un feminismo moderado, que, según ella, permite progresar a las mujeres s que si
hubieran adoptado otro sistema, como tirar piedras y quebrar ventanas al estilo de las
sufragistas inglesas, ya que de haber empleado la violencia los hombres se hubieran opuesto a
sus reivindicaciones, como no ha sido así gran número de ellos apoya la emancipación
femenina.
9
El feminismo de Maeztu tampoco es político, sino que se ha preocupado de
mejorar a la mujer en el ámbito cultural y educativo. Según J.J.D., también la campaña
reciente de las sufragistas francesas pidiendo el voto se caracteripor la moderación que él
23
alaba. Concluye el editorialista diciendo que probablemente las mujeres hispanoamericanas
están transitando por el mismo proceso emancipatorio que españolas y francesas y que, por
este camino, cuando el día de mañana estén preparadas suficientemente y reclamen sus
derechos poticos nadie se los podrá negar.
En el artículo firmado por José Napoleón (que parece un pseudónimo), titulado “Por las
mujeres”, el autor pide que la Asamblea le sus derechos a las mujeres, pero no la igualdad
absurda” que proclama la actual demagogia feminista”. Su posición es la de que los
derechos de la mujer no deben …estar en pugna con las condiciones orgánicas de ésta…”, lo
cual no significa que la mujer deba ser esclava, ni la sierva que aparece en los digos
colombianos, debe ser igual en derechos al hombre pero con atribuciones de índole distinta. Y
esas atribuciones son las de encargarse de la educación de los ciudadanos. La mujer debe
mantenerse en una posición adecuada, no convertirse en marimacho ni llegar a ser sierva o
protegida, cuando actúa como ciudadana tiene el derecho a las mismas prerrogativas que el
hombre, propone por lo tanto que el Código civil elimine normas que atentan contra su pudor.
Para el autor, atentan contra el pudor femenino cosas como, por ejemplo, el artículo del
código civil que dispone que para que la mujer pueda pedir el divorcio debe probar el
concubinato escandaloso del hombre, lo cual es injusto, ya que debería bastar la voluntad de
la mujer para que se le otorgase. El articulista reconoce que la situación de la mujer es de
inferioridad, y que esa inferioridad deviene de su maternidad y su posición en el matrimonio,
donde la prioridad del hombre es natural. Según el autor, dada la naturaleza pudorosa y la
delicadeza de la mujer, para un caballero es obligante su voluntad, fuera esa la que fuera (El
Diario Nacional, 6/9/1920).
24
El editorial El feminismo”, que aparece sin firma, da continuidad al debate sobre el
feminismo. El autor afirma que ya la teoría de la inferioridad de la mujer esderrotada por
doquier. Lo que hay que debatir es que, habiendo diferencias entre hombres y mujeres
(irrebatibles ante la evidencia de que unos y otras destacan en ciencias y actividades distintas),
estas diferencias no significan inferioridad de las unas frente a los otros. En la política, la
mujer es más apta para la fase de propaganda, que habla más al corazón que al cerebro
(afirma el editorialista), mientras que el hombre es más habilidoso para la fase intelectual de
la potica (preparación, análisis de las necesidades). La participación de las mujeres en
política en países como EEUU comprueba que las mujeres no han cambiado: se siguen
dedicando además a la infancia, la familia y actividades sociales, con ello se rechaza la idea
de que, si las mujeres se dedicaran a la política, abandonarían el hogar. Concluye diciendo,
que …cuando los hombres seamos capaces de ver en la mujer una compañera orgánicamente
constituida, de material igual al nuestro, entonces se habrá derruido uno de los más
formidables baluartes de la esclavitud…” (El Diario Nacional, 5/12/1920).
Las ideas que sobresalen de estos escritos componen un retrato femenino ideal en el que
la característica más sobresaliente es la femineidad, entendida como la sensibilidad innata, la
emoción, la simpatía (como afirma uno de los autores). De la femineidad se desprende la
superioridad espiritual de las mujeres, y también las características de moderación, mesura,
desapasionamiento, y no violencia del feminismo latino. Todos los autores mencionados antes
coinciden en esa visión sobre la femineidad. Todos sienten horror ante la posibilidad de la
violencia femenina, de a su rechazo del sufragismo inglés y norteamericano más radical.
Alguno expresa la opinión de que la igualdad en derechos se debe adecuar a las atribuciones
distintas que existen entre hombres y mujeres, es decir, siendo iguales, hay una desigualdad
25
natural entre ambos sexos dado el papel que por naturaleza les corresponde: la inferioridad de
la mujer nace de la maternidad y se establece por lo tanto dentro del hogar a causa del papel
que ésta le confiere. Nadie niega la igualdad en derechos de que ambos deben gozar, pero los
éstos se adecuarían a las diferencias entre ambos sexos. La aceptación de la igualdad no
significa el cuestionamiento de la naturalidad” de la división sexual del trabajo, ni por lo
tanto de las diferencias entre hombres y mujeres, de ahí el énfasis en el tema de la femineidad
y la maternidad. No ha aparecido todavía a debate el tema del sufragio femenino.
El debate sobre la coeducación
Las discrepancias más relevantes sobre las mujeres y sus derechos se centran en 1919 y
los años siguientes en el tema de la coeducación, incorporándose hacia 1922 el del sufragio
femenino, quizás porque es la primera acción que se lleva a cabo bajo la premisa de la
igualdad entre los sexos. A principios de 1919 el gobierno nacional decreta la coeducación en
todos los niveles de la enseñanza en el país. Tal medida es celebrada por las mujeres que
tienen opinión en la prensa, como Alma en su columna de El Diario de Panamá. Este mismo
periódico publica varias notas editoriales celebrando esa decisión gubernamental y mostrando
una grata sorpresa ante la cantidad de mujeres que ese mismo año se matriculan en el Instituto
Nacional, lo cual interpreta el editorialista como una opción profesional práctica de parte de
las mujeres. El Diario de Panamá en esa etapa es, sin duda, el representante del mejor
pensamiento liberal panameño, es dirigido por Eusebio A. Morales y Ricardo A. Morales y
tiene como gerente general de la empresa a José D. Moscote, todos ellos muy comprometidos
con el desarrollo del feminismo en Panamá ya desde esa época.
10
26
Otras personalidades destacadas de la secretaria de instrucción pública declaran sus
razones a favor de la coeducación desde este mismo periódico, como José D. Crespo. Algunos
de los argumentos a favor son la igualdad de derechos de las mujeres y la necesidad de
devolverle su naturalidad a lo que la naturaleza no ha separado. María E. de Bernal, directora
de la Escuela de Los Santos, defiende la continuidad de la educación familiar, donde
hermanas y hermanos conviven y reciben la misma instrucción, aunque, señala, es
fundamental, para que tal medida sea exitosa, la habilidad y responsabilidad del maestro o
maestra.
T.R. Céspedes publica en este mismo diario las conferencias que impartió bajo el título
muy significativo de “La coeducación como medida salvadora para nuestra sociedad”, cuyo
argumento central es que a la mujer se la ha educado mal, descuidando todo lo concerniente a
su papel de hija, esposa y madre, por eso las niñas, sobre todo en el interior del país, salen de
la escuela sin saber el papel que les corresponde desempeñar en la sociedad. De ese
desconocimiento femenino de su papel social y familiar causado por la mala educación, se
concluye luego que las mujeres son inferiores en todos los ramos de la vida, nada más
absurdo, declara el autor: como bien ha demostrado la guerra europea, las capacidades
intelectuales y habilidades son iguales en hombres y mujeres, diferenciándose en ambos sexos
las individualidades. De nuevo aparece el tema de la maternidad como factor que justifica la
igualdad en la educación de las mujeres, por ser estas educadoras de ciudadanos y el de la
educación de la mujer como factor del progreso social. Concluye sus argumentaciones
afirmando que
…para que este progreso venga es imposible prescindir de la mujer, su participación en
la lucha emprendida contra la ignorancia es valiosísima, basta considerar que ella es la
madre del ciudadano, la encargada de la educación primera, la más importante en su
27
desarrollo psíquico …Si queremos que el sistema de la coeducación sea verdaderamente
productivo entre nosotros debemos ante todo y sobre todo despojarnos de toda insana
precaución y estar confiados en que él traerá la redención a este pueblo…” (El Diario
de Panamá, 5/8/1919).
Uno de los promotores y principales defensores de la coeducación fue el mismo
secretario de instrucción pública, Jeptha B. Duncan, quien explicó sus bondades y la defendió
en diversidad de tribunas, discursos, artículos periodísticos y en la memoria del ramo de
instrucción pública de 1920. En la revista Cuasimodo, apasionado medio de comunicación
defensor de los derechos femeninos y la igualdad en la educación, Duncan defiende la idea de
que la mujer es un factor social de primera importancia y la necesidad de prepararla con las
mismas oportunidades que tienen los hombres. Después de la guerra europea no es posible
defender otras ideas, y además la mujer, afirma en su artículo “El aspecto social de la coeducación”,
…está resuelta a no perder los frutos de su triunfo…”, tal como han dejado claramente
sentado en su reunión en Washington más de 700 mujeres reunidas allí, se trata del esfuerzo
de muchas mujeres por muchos años, y que son más vigorosos aún en el presente (Revista
Cuasimodo, No. 1, Junio de 1919).
La oposición a la coeducación partía de los sectores conservadores de la sociedad y la
política nacional con crítica muy duras y con agresiones muy fuertes a las mujeres que se
atrevían a desafiar las convenciones. Esta oposición gozaba del decidido y poderoso apoyo de
la Iglesia católica. Monseñor Guillermo Rojas y Arrieta, obispo de Panamá desde el año 1912
hasta 1926 y primer arzobispo de Panamá desde ese año, jugó un importante papel de
oposición a algunas de las más significativas leyes liberales fruto de los nuevos digos
Nacionales que se empezaron a regir a partir de 1917, como la ley de la obligatoriedad del
matrimonio civil (que se modifien 1919, reconociendo los matrimonios celebrados por las
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iglesias debidamente registradas), la ley del divorcio y la ley de coeducación. La campaña de
la Iglesia católica fue muy dura, llegando incluso el arzobispo a excomulgar a todos los
diputados que dieron sus votos a las leyes de matrimonio civil y del divorcio. Las
publicaciones de la iglesia y los periódicos conservadores como El Pueblo y El Panameño
fueron vehículos de las manifestaciones de este sector de la población, que no se limia
protestas verbales sino que realimanifestaciones hacia la presidencia de la República y la
Asamblea en diversas ocasiones.
Uno de los portavoces más importantes de esta oposición fue el educador Nicolás
Victoria Jaén (Muñoz 2001). La oposición contra la coeducación era considerada parte
importante de la lucha s amplia contra la laicización de la enseñanza, y vivió una segunda
etapa de auge en la presidencia de Chiari, en la cual arreciaron las protestas. Desde las
páginas de El Pueblo es posible estudiar esta campaña, mediante la presentación al presidente
del Memorial de un numeroso grupo de 532 católicos pidiéndole que impida la propagación
del ateísmo en las escuelas (El Pueblo, 4/10/1924). La manifestación de mujeres a la
presidencia pidiéndole al presidente la destitución del secretario de instrucción pública,
Octavio Méndez Pereira debido a que estaba laicizando la escuela, la denuncia de la “labor
irreligiosa” de una serie de profesores y profesoras acusados de descatolizar” a las niñas, y
cuyos nombres se publicaron en una lista (entre ellos: Octavio Méndez Pereira, José D.
Crespo, Elida Campodónico de Crespo) (El Pueblo, 15/1/1925). Tan importante fue esta
campaña contra la enseñanza laica y la coeducación, que todavía en 1926 seguía un grupo al
frente defendiéndola, ejemplo de ello fue la Carta de a. Catalina Guardia de Bendetti”,
donde se sostienen las mismas ideas contra la coeducación, referidas en este caso a las
29
discusiones que se realizaron en el Congreso Interamericano de Mujeres de ese año (El
Pueblo, 29/7/1926).
Ácidas críticas contra la coeducación se publicaban en las páginas de La Avispa (que se
autodefinía como bisemanario crítico y joco-serio”, dirigido por el educador José de la Cruz
Herrera), basadas en la opinión de que las profundas diferencias fisiológicas entre hombres y
mujeres exigían formas diferentes de educación y, además, la separación de los sexos era
deseable por consideraciones de higiene mental y corporal. En términos similares se
manifestaba también la publicación El Ají (La Avispa, 5/1/1922 y 22/5/1922).
La polémica sobre los derechos de las mujeres y el sufragio femenino
El debate sobre el sufragio femenino y los derechos de las mujeres se inicia a finales de
1922. En ese momento ocurren dos hechos trascendentales que hacen estallar la polémica: el
primero de ellos es la presentación del diputado Pérez Venero de su proyecto de ley sobre el
sufragio femenino, y el otro es la creación, casi paralelamente, en diciembre de ese año, del
Grupo Feminista Renovación y el anuncio de la creación de la Sociedad Nacional para el
Progreso de la Mujer. En los años subsiguientes fue cuando tuvo mayor beligerancia en la
prensa, reapareciendo en la de los años treinta mucho menos, generalmente cuando alguna
actividad del Partido Nacional Feminista lo ponía de nuevo sobre el tapete. Una especie de
fiebre y agitación recorre la prensa nacional, en defensa o en contra de la demanda recién
hecha por un numeroso grupo de mujeres de los mismos derechos políticos que los hombres.
El periódico El Tiempo es uno de los más apasionados defensores y portavoces de los
derechos femeninos, lo cual era impulsado en esa época por su director y gerente José D.
Moscote.
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Una voz anónima, que se firma con el pseudónimo Nora, en su artículo “Feminismo” se
opone al sufragismo aduciendo que las mujeres abandonarían el hogar, con los consiguientes
daños para la familia y añadiendo, por otra parte, que si las mujeres alcanzaran a entrar en la
política, tendrían entonces dos mandos (en la casa y en el gobierno) con lo que serían
superiores a los hombres y esto sería malo también (La Estrella de Panmá, 19/12/1922).
Esperanza Guardia de Miró, desde las columnas de El Tiempo, defiende la igualdad de
derechos de la mujer, pero se opone a la ingerencia de la mujer en política y en un
intercambio de opiniones que sostiene con un lector o lectora que se mantiene anónimo bajo
el pseudónimo de Aspasia de Mileto, se manifiesta partidaria del perfeccionamiento de la
mujer y el despliegue de todas sus capacidades sin olvidar nunca que su más alta misión está
en su hogar.
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Entre los varones las opiniones están divididas, incluso entre los mismos liberales.
Mientras Abraham Henríquez se manifiesta en su artículo “Feminismo. Por nuestras mujeres”
en contra del sufragio femenino, con el argumento de la superioridad moral de las mujeres y
la degradación de la potica, además de la desunión que podrían crear en el hogar (La Estrella
de Panamá, 21/12/1922). Otros políticos liberales, en ese mismo medio simpatizan con el
sufragio y pensaban que sin esa reivindicación el feminismo se reduciría a unos cuantos tés, y
unos cuantos discursos (“Sobre feminismo y sufragismo”, La Estrella de Panamá,
19/1/1923). Moscote, por el contrario, se convierte en el principal adalid de éste a través de
sus editoriales en El Tiempo. En un editorial titulado La cuestión feminista” afirma que, a
pesar de todos los obstáculos, prejuicios y pseudorazones que se les enfrenten y al
envejecido liberalismo” de las instituciones políticas panameñas, las mujeres alcanzarán el
estado de absoluta igualdad, al igual que ya está ocurriendo en otros países donde también
31
encontraron oposición (“Editorial”, El Tiempo, 28/12/1922). Moscote afirma además en su
artículo “La República tiene grandes esperanzas en la mujer panameña”, que no cree que
…la mujer sirva lo para gobernar una casa: el estado también requiere sus servicios como
se ve en Alemania y Estados Unidos…” (El Tiempo, 28/11/1922).
En una conferencia de Guillermo Patterson Jr., dictada en el Círculo Literario, éste
expone sus ideas sobre el feminismo. Se trata de una larga conferencia, que inicia refiriéndose
a la Constitución (no sin antes hacer un jocoso comentario sobre las sufragistas inglesas a
quienes califica como desheredadas de Prateles, con Mrs. Pankhurst a la cabeza”). Según
él, Carlos A. Mendoza al redactar el artículo 49 de la Carta Fundamental tuvo la feliz idea de
abrirle las puertas de la ciudadanía a las mujeres al escribir “…todos los ciudadanos...” en un
sentido genérico, con lo cual la mujer está incluida también en el derecho a la ciudadanía. Al
contrario de lo que ocurría en la Constitución colombiana, por el artículo 6 de la Constitución
también las mujeres tienes el derecho a la nacionalidad en las mismas condiciones que el
van, y en conclusión, las mujeres pueden tener la nacionalidad, pueden ser por lo tanto
ciudadanas y por lo tanto pueden ejercer el sufragio. Las panameñas no han ejercido este
derecho, en su opinión, unas por ignorancia y las otras, las que saben, “…por una correcta
interpretación de lo que es el feminismo y el convencimiento de lo innecesario que es, hoy por
hoy, en Panamá…”
En su opinión, la omisión en el artículo 49 de la Constitución de la palabra “varón” no
era casual, obedecía al pensamiento democrático de Mendoza, ya que en esa misma época
confeccio el Código Civil donde se le dio a la mujer la libre administración de sus
posesiones y la libertad de testar. Las limitaciones de la ciudadanía de la mujer casada
quedaron suspendidas al tener que utilizarse el Código Civil colombiano como base del
32
derecho panameño, lo cual creó confusiones y contradicciones. De tal modo, por el hecho del
matrimonio se contrae la sociedad de bienes entre los nyuges y toma el marido la
administración de los de la mujer; además, sin la autorización escrita del marido, no puede la
mujer casada comparecer en juicio por ni por procurador y necesita la autorización del
marido en causa criminal. La mujer no puede sin autorización del marido celebrar contrato
alguno ni desistir de un contrato anterior, ni remitir deudas, ni aceptar o rechazar una
donación, herencia o legado, ni adquirir a título alguno, onerosos o lucrativo, ni enajenar,
hipotecar o empeñar. Conservaban en cambio sus derechos ciudadanos las mujeres solteras,
las viudas y las divorciadas.
Un problema distinto es que las mujeres ejerzan o no sus derechos. Las leyes
eleccionarias fueron otro obstáculo que impedía, no sólo a las casadas sino a todas las demás,
el libre ejercicio de sus derechos al sufragio, pero ninguna mujer llevó esas leyes ante los
tribunales, que, en justicia, deberían de haberlas declarado inconstitucionales y haber
ordenado que se permitiera votar a las solteras, viudas y divorciadas. Desde el año 1917, el
nuevo digo Civil, confeccionado por Mendoza, dio a la mujer casada la libre
administración de sus bienes y eliminó todas las disposiciones contrarias, así pues la mujer
casada, si no hubiera capitulaciones matrimoniales, queda dueña y señora de los bienes que
tenía al contraer matrimonio y de los que adquiera durante él. Pero, a pesar de que desde 1917
ya el digo civil y el administrativo están de acuerdo con la Constitución y le daban plena
igualdad a la mujer panameña, el código judicial mantuvo su espíritu conservador respecto a
otros derechos: el derecho a ser apoderado, la mujer lo puede ejercer poder de sus padres,
de su marido o de sus hijos, con lo cual se le niega el ejercicio del poder judicial. Él propuso
una reforma que fue aprobada 1917 pero no fue publicada en la gaceta Oficial y nunca se
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deshizo este entuerto. La conclusión de su razonamiento es que considera innecesario el
proyecto de ley presentado por Juan N. Venero, titulado: Para los efectos constitucionales y
legales, está incluida la mujer panameña en la expresión „ciudadanos panameños mayores de
18 os‟”, más n, considera que este proyecto es una aceptación de la idea de que la mujer
panameña no es panameña, es decir, carece de nacionalidad.
Sobre la campaña feminista, Venero se manifiesta defensor de los derechos de las
mujeres, cosa que aprendió en EEUU, donde se crió, y comparte las ideas de su esposa,
Angélica Chávez de Patterson, cuyas ideas y actividades en pro de la mujer son bien
conocidas, incluso en 1916 discutió con Mendoza y Filós la posibilidad de poner 1 o 2
mujeres en las listas de candidatos de concejales. En su programa ideal del feminismo,
Venero explica que el feminismo bien entendido no es antagonismo con los hombres, sino
colaboración inteligente con el hombre en todas las actividades de la vida”, no quiere decir
que las mujeres abandonen su hogar y sus hijos para hacerle frente al hombre en política,
significa que la mujer debe ser una buena esposa y una madre ejemplar que sabrá dar a la
patria perfectos ciudadanos”. Según él, el sufragismo es una etapa del feminismo, el voto que
persigue es lo el vehículo para alcanzar el goce completo de la igualdad ante la ley, y
…una vez conseguida esta igualdad, cesa la necesidad del voto femenino, y si bien (las
mujeres) deben conservar el derecho de sufragar, su uso que es sin duda un sacrificio y no un
placer para la mujer que se estima, debe cesar en la práctica…” Para Venero, esto explica el
escaso porcentaje de mujeres que votaron en las elecciones al congreso norteamericano.
El programa para el feminismo que propone Venero, considera que es el ideario que
defendieron los dos grupos de mujeres que se organizaron y los que se han venido
defendiendo desde la prensa. Este programa se desglosa en siete puntos:
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1. Educación igual para ambos sexos “hasta donde sea posible”, para que la mujer sea
una verdadera compañera intelectual del hombre y para que pueda comprender y defender sus
derechos y cumplir bien sus obligaciones.
2. Ensar a la mujer a respetarse a sí misma para que los hombres la respeten y la
defiendan en todo caso.
3. Educación física para que pueda hacerse respetar por la fuerza en caso necesario sino
para hacer de ella una madre adecuada de una generación sana y robusta.
4. Modelación del carácter de la mujer para que con su firmeza y rectitud impida los
desvíos de sus hijos o parientes en vez de llorar desconsolada.
5. Concepto claro de caridad que el buen corazón femenino debe patrocinar,
comenzando por la aplicación de principios eugénicos en cuanto a misma y a los suyos se
refiere.
6. Igualdad ante la ley.
7. Derecho a cooperar con el hombre en potica, votar y desempeñar puestos públicos o
de elección popular al igual que los hombres.
Según Venero, las mujeres deben concentrarse en los cinco primeros puntos puesto que
los dos siguientes deben tan lo insistir en que los funcionarios cumplan las disposiciones
legales que favorecen a las mujeres (Patterson 1923: 2). El pensamiento de Patterson
expresado en estas conferencias resume el punto de vista de los liberales moderados que,
aceptando el derecho de sufragio femenino, no consideraban que las mujeres debieran
participar en la potica ni luchar para ello. Sus tesis eran próximas a las de la Sociedad
Nacional para el Progreso de la Mujer.
35
En el extremo del conservadurismo estaban algunas de las opiniones sobre el sufragio
femenino expresadas en cierta prensa como El Panameño. Algunos le restaban importancia al
tema diciendo que el sufragio no cambiaría en nada la vida de las mujeres pues pocas de ellas
ejercerían el derecho en caso de tenerlo (“seguirán siendo mujeres”), sólo votarían las mujeres
que hacen de hombres y llevan el pan a su casa, para nada mejoraría la condición de las
mujeres pues las mujeres ricas seguirían estando protegidas y las pobres seguirían siendo
víctimas de los “seductores de los arrabales”. Un articulista que se ocultaba bajo el
pseudónimo de Avdey escribió “Dale que le das”, el cual debió de ser uno de los artículos más
violentos contra las feministas y sus ideas, ya que él las llamaba trastocadas mentes ilusas”
que quean parecerse a los hombres apoyadas por algunos de ellos, y formaban alharacas
como si no tuvieran nada que hacer, que como el mico, imitan”, y las insultaba por último
llamándolas “amachadas” (El Panameño, 3/2/1923: 2).
El viejo liberalismo decimonónico, representado en su mejor forma en Panamá por el
presidente Porras tenía una posición muy definida acerca del papel que las mujeres dean
desempeñar en la sociedad, que, en su opinión, no dea transgredir nunca el ámbito de la
maternidad y del hogar. Cierto que admitía una modernización y adecuación a los tiempos
modernos: la mujer podía trabajar y encargarse de las tareas de beneficencia, educación y
salud pública (moral, física y espiritual), de las que, además, el Estado no podía aún hacerse
cargo. El derecho al sufragio estaba descartado, y así se lo manifiesta el presidente Porras a
Clara González en las entrevistas y correspondencia que intercambiaron de 1922 a 1924.
12
Lo
más que poa admitir eran ciertas reformas legales, por lo demás muy atrevidas para el
momento, como abrir la posibilidad del ejercicio de la abogacía a las mujeres.
13
Su apoyo era,
36
por lo tanto, a la expresión del feminismo representado por la Sociedad Nacional para el
Progreso de la Mujer, y a Esther Neira de Calvo.
Entre la familias Neira y Calvo y el presidente Porras existía una vieja relación potica
y tenían relación personal, Porras la nombcomo representante de Panamá en el Congreso de
Baltimore, argumentando que ...no sólo he tenido en cuenta las simpatías que me inspira,
sino sus capacidades y sus méritos, pues considero que Ud. es uno de los más altos
exponentes de la cultura y de la inteligencia del sexo bello en Panamá…” Este congreso
internacional fue la escuela en la que Calvo se inició en el feminismo, ella lo explica en una
de sus cartas de la siguiente forma: (después de agradecerle el nombramiento)…Veo en este
acto de bondad suya, el reflejo de su cariño noble y desinteresado por Raúl (su esposo) y por
…He rectificado mucho mi anterior criterio acerca de lo que el movimiento feminista
significa. Sería muy largo entrar en detalles pero sí le aseguro que estoy aprendiendo mucho y
que hasta ahora nada me ha chocado…”
14
Por las razones variadas que hemos visto, que coincidían con las de las mujeres de la
Sociedad, este sector de los políticos liberales, se constituian en los aliados poticos de la
Sociedad Nacional para el Progreso de la Mujer, y se oponían al sufragio femenino. El otro
sector de aliados que tenía la Sociedad Nacional para el Progreso de la Mujer era los liberales
que estando de acuerdo con el principio de igualdad, en la práctica no estaban dispuestos a
concederles a las mujeres sus derechos ciudadanos.
De otro lado, el sector s moderno del liberalismo, expresado principalmente por
Eusebio A. Morales, José D. Moscote, Jeptha B. Duncan, José D. Crespo y por el entonces ya
difunto Carlos A. Mendoza, que, a fuer de liberal, llega a ser el “liberalismo socializante” del
que habla Ricaurte Soler, lucha en esos momentos por extender la democracia en Panamá, es
37
decir la igualdad y las libertades públicas.
15
Y para ellos, era imposible cualquier avance
democrático que no incluyera la participación plena social y política de la mujer, y, como
consecuencia, el derecho al sufragio. Este sector se convertirá en aliado natural del Partido
Nacional Feminista, cuyo programa defenderá en todas las posiciones en que se encontraban,
cuando estuvieron en el poder político desde allí (por ejemplo, cuando Duncan fue secretario
de instrucción blica, en su defensa de la coeducación), desde sus puestos de educadores, y
desde las tribunas de la prensa y de las conferencias. Este apoyo fue reconocido por las
mujeres del PNF (cuando aún eran Grupo Feminista Renovación) que los nombraron
presidentes honorarios de su organización.
Otros aliados políticos de este sector del feminismo eran algunas de las agrupaciones e
individualidades anarquistas y socialistas que se agitaban en el incipiente movimiento obrero
nacional. Es bastante conocido que la Federación Obrera de Panamá, en su programa de 1921,
incluía la reivindicación del sufragio femenino. Desde 1911 se detectan intervenciones
femeninas dentro de los pequeños grupos anarquistas que existieron en el país, pero, hasta
donde se sabe, no reivindicaron el sufragio femenino (como, por otra parte, es lógico en esa
corriente obrera), porque estaban en contra de la participación en la lucha parlamentaria.
José María Blázquez de Pedro sostuvo un decidido apoyo hacia feminismo más radical,
el que no debía conformarse con el derecho al voto sino el que lo exigía todo, basado en dos
pilares: la independencia económica y en la libertad sexual y amorosa (Blázquez de Pedro
1922). De las filas del movimiento obrero sabemos que se incorporaron miembros de la Unión
Obrera Femenina al Grupo Feminista Renovación y también que tuvo una participación
destacada Julia Palau de Gámez, quien, desde 1910, estaba relacionada con los grupos obreros
organizados.
16
38
Pero, también entre el sector obrero tuvo el sufragio femenino opositores, uno de sus
exponentes Narciso Navas adujo en su artículo editorial “¿Debe votar la mujer?”, que la mujer
se convertiría en competidora y enfrentada al hombre con lo que se pondría en peligro la
causa de las clases desvalidas. Además, la mujer no necesita el sufragio porque la pueden
apoyar y proteger la clase trabajadora e intelectuales progresistas. El sufragio es un medio de
esclavizar a los hombres y también a las mujeres; y la razón más poderosa: la lucha verdadera
debe hacerse por las clases oprimidas, sin distinción de sexo, la opresión es del capitalismo
hacia los productores, hombres y mujeres, el sufragio dividiría a la clase y la debilitaría
(Narciso Navas, 17/5/1923).
CONCLUSIONES
El feminismo y el sufragismo de comienzos de siglo tuvieron un papel de gran
influencia en los cambios que sucedieron en la imagen y el papel de las mujeres en la misma
época, el mismo que estaba sucediendo en todo el mundo occidental y que las panameñas
conocieron al tener la oportunidad de estudiar, de viajar a otros países, también con el ejemplo
de las mujeres de la Zona del Canal y a través de los medios de comunicación. Los cambios
que exigían las mujeres en la legislación se correspondían a los nuevos roles a los que ellas
sabían que tenían derecho y que pensaban además que debían desempeñar en la sociedad
moderna, en un mundo que cambiaba rápidamente.
Tales demandas iban a transformar profundamente las relaciones entre los sexos, las
familias y las estructuras políticas y sociales. Quizás la más grande de las transformaciones
era la idea, practicada por las feministas y especialmente por las sufragistas, de la libertad
femenina para pensar y decidir por ellas mismas acerca de todo lo que les concernía, acerca de
39
lo bueno y lo malo. Por ello encontraron gran oposición entre los hombres y sus
organizaciones de poder. Otro factor de oposición fue, posteriormente, ya en la década de los
os treinta, que el patriarcado liberal, instalado en el poder, fue muy reacio en su mayoría a
acceder a la emancipación femenina por el miedo que le producía la reordenación política a
que necesariamente obligaría la prácticamente duplicación del electorado y la falta de control
sobre esa situación nueva, a la vez que por el miedo a los cambios que poan sucederse en el
seno de sus hogares.
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El Diario de Panamá Octubre y Noviembre de 1915; Abril-Agosto de 1919; Julio de 1921 y
Enero de 1923.
El Diario Nacional: Septiembre y Diciembre de 1920.
El Obrero: Diciembre de 1921.
El Panameño: Enero y Febrero de 1923.
El Pueblo: Octubre de 1924; Enero de 1925 y Julio de 1926.
El Tiempo: Noviembre y Diciembre de 1922; Enero de 1923 y Junio de 1926.
La Avispa: Enero y Mayo de 1922.
La Estrella de Panamá: Diciembre de 1922; Enero y Febrero de 1923; Septiembre y
Diciembre de 1925 y Mayo y Junio de 1926.
41
Cuasimodo, Magazine: Junio de 1919; Marzo, Mayo, Junio y Agosto de 1920.
Orientación Feminista. Revista del Partido Nacional Feminista, No. 6 de junio de 1926.
The Star and Herald: Marzo de 1923 y Junio de 1926.
NOTAS
1
Tomamos el concepto de patriarcado liberal en el sentido que le otorga Victoria de Grazia. Grazia lo define así:
“…[es] el régimen opresivo de relaciones de género predominante en las sociedades occidentales durante el siglo
XX, ...basado en la minimización del consumo y un ejercicio restringido de los derechos de ciudadanía, y con el
refuerzo de una ideología de escasez, el liberalismo europeo anterior a la Primera guerra Mundial había medrado
exigiendo a sus súbditos estricta disciplina social y costumbres puritanas. El gran movimiento de emancipación
que surgió entre las mujeres europeas (ya visible en los movimientos sufragistas de preguerra), y con raíces más
profundas en la revolución demográfica y en la expansión de las ideas liberales a mediados del siglo XIX, se
hizo irreversible una vez movilizadas millones de mujeres de acuerdo con las exigencias de la economía de
guerra…” (Grazia. 2000: 159-160).
2
El Diario de Panamá de octubre de 1915 tenía entre los miembros de su Cuerpo de Redacción a Ricardo Mi
y a J.B. Duncan.
3
A título de ejemplo mencionaremos: “La moda al a” por la feminista española Carmen de Burgos (1/11/15),
“Elegancias y coqueterías” por Salomé Núñez y Topete (1/11/15), “Impresiones de París Moda y guerra-“, por
M. Ciges Aparicio.
4
En el artículo “Congreso internacional feminista. A favor de la paz, las delegadas. Actitud de las francesas. La
verdadera opinión de las inglesas. Un deseo bueno y un congreso estéril” (13/11/15), firmado por la Marquesa de
Crespón. El artículo informa de la iniciativa holandesa del congreso que se celebró en La Haya, y enfatiza la
división de las delegaciones de los diversos países presentes, mencionando la opinión de Christabel Pankhurst,
quien, a nombre propio y de su madre, protesta por este congreso que no considera representativo ya que, según
ellas, la guerra debea ser proseguida por las mujeres, por el conjunto de la humanidad, por la libertad y la
belleza (...) hasta que el dominio alemán en Europa sea una aspiración imposible”. Los ecos del feminismo
internacional, de la división entre feministas “nacionalizadas” por la guerra mundial y las feministas pacifistas
aparecen con toda claridad en este artículo.
5
En la sección “Notas y noticias” bajo el epígrafe “Para las damas”, el 22/11/15.
6
Conviene recordar aquí que en 1916 un grupo de maestras había creado el Club Ariel, del que formaban parte
lo mujeres, con fines culturales, artístico y educativos.
7
Guillermo Patterson Jr. afirma que Enriqueta R. Morales escribía en El Diario de Panamá, e identifica a
Esperanza Guardia de Mi como la autora de los artículos publicados en La Estrella de Panamá bajo el
pseudónimo de Clara (a la que identificamos erróneamente en otro trabajo como Clara González) (Patterson.
1923). María Isabel Mendoza, secretaria de Enriqueta R. Morales en la Cruz Roja nos habló en una entrevista de
que ésta era redactora de “las sociales” en varios periódicos y en varias épocas.
8
El ambiente intelectual de esos años, así como el papel que desempeñaba en él Lola Collante nos fue descrito
por Diógenes de la Rosa en la entrevista realizada en 1996.
9
Según A. Lavrin, las feministas latinoamericanas defendieron la femineidad como parte esencial del feminismo
y como elemento no discorde con el ejercicio de la ciudadanía, haciendo una limpieza sanitaria de la femineidad
como sumisión y convirtiéndola en agente de cooperación con el hombre y cambio de la sociedad. Eso les
permitió granjearse el apoyo de los hombres y, a la vez, descubrir otra faceta de la femineidad, la femineidad al
servicio de la nación que con la dulzura, sensibilidad, dedicación y amor, podía ser un agente de cambio social,
de legislación en pro de madres e hijos, de reforma y moralización del proceso político mismo (Lavrin. 1999:11).
10
La propiedad el periódico pasó en febrero de 1920 a manos de Tomás Gabriel Duque, propietario también de
La Estrella de Panamá, pero todavía se mantuvo como director-gerente Jo D. Moscote un tiempo más hasta
que poco después lo dey pasó a trabajar en el periódico El Tiempo, propiedad de Jeptha B. Duncan, que fue
42
otro de los grandes defensores de los derechos femeninos. Ver en El Diario de Panamá, los editoriales del 10 de
junio de 1919, del 2 de julio de ese mismo año y las del 4 de agosto, por ejemplo.
11
Esperanza Guardia de Miró es una de las pocas mujeres que escribía en la prensa, durante un tiempo y bajo la
firma de Clara escribsobre el feminismo en las páginas de La Estrella de Panamá. Su polémica con Aspasia
de Mileto en El Tiempo se desarrolló en los días siguientes al 21 de diciembre de 1922, en que publicó en ese
periódico el artículo titulado “Habla la mujer panameña”.
12
La correspondencia entre Clara González y Belisario Porras se puede estudiar en la Serie 2-10, Tomo XIII,
Año 1922, Folio 579. Cartas Generales, letra G, y la Serie 2-11, Tomo XIV, año 1923, Folio 678, Cartas
generales, letra G de los Archivos Porras.
13
En la correspondencia antes mencionada se puede estudiar el proceso de reforma de la ley sobre el ejercicio de
la abogacía a partir de la solicitud de Clara González al presidente Porras en agosto de 1922 que, finalmente y
después de muchas vicisitudes, culminará con la reforma de la ley en la Asamblea en abril de 1924.
14
Correspondencia entre Esther Neira de Calvo y el presidente Belisario Porras, de febrero a mayo de 1922. En
Serie210, Tomo VII, año 1922, Folio 534 , 079 y 080, Cartas Generales, letra C. Archivos Belisario Porras.
15
Ver por ejemplo dos de las expresiones más acabadas de este pensamiento: “El liberalismo como actitud
mental y como doctrina” de Moscote y “Doctrinas maximalistas” de Morales, en Ricaurte Soler (Soler. 1988).
16
Según Manuel V. Garrido, que laboraba con Gámez en los Talleres-Escuela, ésta expuso por primera vez su
proyecto de talleres-escuela para enseñar alguna profesión a las mujeres pobres, con la finalidad de obtener su
ayuda, ante asociaciones obreras en una conferencia en 1910 en la Sociedad de Concordia, más tarde, en 1912,
en la Sociedad de Hijas del Hogar, y mantuvo correspondencia con organizaciones similares en Estados Unidos
(la Srta. Betris Melweer) y otras organizaciones feministas ( ver: Presidencia. Cartas Generales. Letra G. 1923.
Tomo XIV, Serie 2-11, A-215, Archivos Porras). Con estos antecedentes no extraña que Julia Palau de Gámez se
sumara con entusiasmo al Grupo Feminista Renovación y mantuviera toda su vida la relación con el PNF hasta
su muerte a comienzos de los años 40.