Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
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DIÁLOGOS. REVISTA ELECTRÓNICA
DE HISTORIA
Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica
La Ciencia y el Debate entre la Iglesia Católica y el Liberalismo en Costa Rica
(1880-1901). Egresado Maestría Historia Centroamericana. Ronald Díaz
Comité Editorial:
Director de la Revista Dr. Juan José Marín Hernández jmarin@fcs.ucr.ac.cr
Miembros del Consejo Editorial: Dr. Ronny Viales, Dr. Guillermo Carvajal, MSc.
Francisco Enríquez, Msc. Bernal Rivas y MSc. Ana María Botey
Miembros del Consejo Asesor Internacional: Dr. José Cal Montoya, Universidad de San
Carlos de Guatemala; Dr. Juan Manuel Palacio, Universidad Nacional de San Martín y
Dr. Eduardo Rey, Universidad de Santiago de Compostela, España
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Palabras claves:
Historia de las Ciencias, Centroamérica, Iglesia, Ambiente.
Key words:
History of the Sciences, Central America, Church, Ambient
Resumen
Este trabajo analiza desde las fuentes periodísticas y documentales las discusiones
científicas entre los liberales y los clericales costarricenses durante el episcopado de
Monseñor Thiel, en un contexto de institucionalización de la actividad científica en Costa
Rica durante las dos últimas décadas del siglo XIX. Asimismo, el trabajo aborda los
aportes brindados por ciertos miembros del clero a dicha institucionalización.
Abstrat
Based on newspaper and documentary sources, this work analyzes the scientific
arguments that arose between the Costa Rican liberals and clerics during the episcopate
of Monsignor Thiel, in the context of the institutionalization of the scientific activities in
Costa Rica during the last two decades of the 19
th
century. Furthermore, this work
addresses the contributions made by several members of the clerical society to the
institutionalization process.
Bachiller Ronald Díaz. Egresado de la Maestría en Historia Centroamericana. Docente
de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica. Investigador del Centro de
Investigaciones Geofísicas. Autor de varios artículos sobre la historia de la ciencia.
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La Ciencia y el Debate entre la Iglesia Católica y el Liberalismo en Costa Rica
(1880-1901)
[...] no habiendo ninguna verdad del orden natural
que se oponga a la fe de las enseñanzas reveladas,
antes siendo muchas las que comprueban esta misma
fe, y pudiendo, además, cualesquiera descubrimiento
de la verdad llevar a conocer, ya a glorificar a Dios,
de aquí resulta que cualquier cosa que pueda
contribuir a ensanchar el dominio de las ciencias, lo
verá la Iglesia con agrado y alegría, fomentando y
adelantando según su costumbre [...]
León XIII. Encíclica Immortale Dei, 1-XI-1885, 25.
1
Introducción
El presente ensayo es producto de una investigación efectuada en el Archivo
Histórico Arquidiocesano Mons. Bernardo Augusto Thiel, en la Biblioteca Nacional
Miguel Obregón Lizano de Costa Rica, el Archivo Nacional de Costa Rica, la Biblioteca
Dr. Carlos Joaquín Alfaro Odio del Seminario Central de San José y la Biblioteca Carlos
Monge Alfaro de la Universidad de Costa Rica, con fuentes del período 1880-1901 y
otras publicaciones, referentes al episcopado de Mons. Bernardo Augusto Thiel
Hoffmann (1850-1901) y a su contexto histórico, uno de los más estudiados por la
1
León XIII. “Encíclica ‘Inmortale Dei’”. Colección completa de las encíclicas pontificias. 1830-1950.
Buenos Aires. Facultades de Teología y Filosofía de San Miguel y Editorial Guadalupe. 1952. p. 390.
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historiografía costarricense pero enfocado desde sus dimensiones políticas,
2
sociales,
3
económicas
4
y culturales.
5
Estos ámbitos a través de los cuales se ha analizado las
relaciones entre la Iglesia y el Estado característicos de este período, han excluido la
dimensión histórica-científica.
6
El episcopado de Mons. Thiel fue contemporáneo a una etapa de auge de las
instituciones y prácticas científicas en Costa Rica, impulsadas como parte de la política
cultural del proceso de consolidación del Estado nacional en el país. La coyuntura de la
legislación anticlerical promulgada a partir de 1884 por la administración del General
Próspero Fernández Oreamuno (1834-1885), tendiente a delimitar las esferas de la
influencia de la Iglesia y el Estado en la sociedad costarricense, además de agudizar las
tensiones entre ambas instituciones, acentuaron el debate entre ciencia y religión en los
medios intelectuales de la época.
2
Las obras más características han sido: Sanabria Martínez, Víctor Manuel. Bernardo Augusto Thiel.
Segundo Obispo de Costa Rica. Apuntamientos históricos. San José, Costa Rica. ECR. 1982. Blanco
Segura, Ricardo. 1884. El Estado, la Iglesia y las reformas liberales. San José, Costa Rica. ECR.. 1983.
Picado, Miguel. “Costa Rica.” Historia general de la Iglesia en América Latina. Dussel, Enrique et al.
(eds.). América Central. Tomo VI. Cardenal, Rodolfo (coord.). Salamanca, España. CEHILA-Ediciones
Sígueme, 1985, pp. 341-346. Picado Gätgens, Miguel. La Iglesia costarricense entre Dios y el César. San
José, Costa Rica. DEI, 1988. Vargas Arias, Claudio. El liberalismo, la Iglesia y el Estado en Costa Rica.
San José, Costa Rica. Ediciones Guayacán, 1991. Solano Muñoz, Edgar. Iglesia, sociedad y relaciones del
poder en Costa Rica: 1881-1894. Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad Nacional. 1993. Salazar
Mora, Orlando. El apogeo de la república liberal en Costa Rica. 1870-1914. reimpr. San José, Costa
Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1993, pp. 258-266.
3
Backer, James. La Iglesia y el sindicalismo en Costa Rica. San José, Costa Rica. Editorial Costa Rica.
1974. Picado Gätgens, Miguel (ed.). La Palabra Social de los obispos costarricenses. San José, Costa
Rica. DEI. 1982. Opazo Bernales, Andrés. La Iglesia Católica y el orden social. San José, Costa Rica.
DEI. 1987.
4
Mata Rivera, Enrique. Las finanzas eclesiásticas: un estudio socio-económico de los entes financieros de
la Iglesia costarricense en el siglo XIX. Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad Nacional. 1993.
Solano Muñoz, Edgar. “Entre lo simbólico y lo real: Las Leyes Anticlericales de 1884 en Costa Rica”.
Revista de Historia. Nº 29, enero-junio 1994, pp. 71-83.
5
En el plano cultural, destacan los estudios de González Ortega, Alfonso. Vida cotidiana en la Costa Rica
del siglo XIX. Estudio psicogenético. San José, Costa Rica. Editorial de la Universidad de Costa Rica.
1997. Poveda Porras, Elizabeth. Moral tradicional y religiosidad popular en Costa Rica (1880-1920). San
José, Costa Rica. Euro Impresora Sofía. 1997 y Enríquez Solano, Francisco. “Estado e Iglesia y diversión
pública en la Costa Rica de fines del siglo XIX y principios del XX”. Revista del Archivo Nacional. Año.
LXV. Nº 1-12. San José, Costa Rica. Enero-diciembre de 2001, pp. 51-78.
6
Díaz Bolaños, Ronald Eduardo. El proceso de institucionalización de la meteorología en Costa Rica
(1887-1949). Tesis de Licenciatura en Historia. Universidad de Costa Rica. 2003, pp. 158-163.
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Los trabajos referentes al episcopado de Thiel
7
mencionan su participación en
algunas actividades científicas, principalmente en la realización de anotaciones
etnográficas y geográficas durante su extensa actividad pastoral, pero sin destacar los
aspectos meteorológicos recabados mientras efectuaba visitas a numerosas localidades
dentro y fuera del Valle Central que contribuyeron a la ampliación del conocimiento
meteorológico y climatológico de las distintas regiones de Costa Rica que llamaron la
atención del gobierno de Costa Rica.
Las relaciones de las visitas pastorales de Thiel propiciaron el intercambio de
información con otros miembros de la naciente comunidad científica costarricense, entre
los que destacaron el Dr. Henri Pittier (1857-1950),
8
entonces Director del Instituto
Meteorológico Nacional (1888-1889) y del Instituto Físico-Geográfico Nacional (1889-
1904), quien le envió varias de sus publicaciones;
9
además del contacto mantenido con el
historiador Lic. León Fernández Bonilla (1840-1887),
10
el Marqués Dr. Manuel María de
Peralta y Alfaro (1847-1930),
11
el Prof. Anastasio Alfaro González (1865-1951),
12
el Lic.
Cleto González Víquez (1858–1937),
13
el Lic. Pedro Pérez Zeledón (1854-1930)
14
y el
7
Sanabria. Bernardo Augusto Thiel, pp. 551-554. Pérez Brignoli, Héctor. Breve historia contemporánea de
Costa Rica. México. FCE. 1997, pp. 85-86. Quesada Camacho, Juan Rafael. Historia de la historiografía
costarricense, 1821-1940. San José, Costa Rica. Editorial de la Universidad de Costa Rica. 2001, pp. 355-
356 y Vílchez C., Pbro. Fernando A. “Una figura egregia”. La Nación. San José, Costa Rica, 9 de setiembre
de 2001, p.16A.
8
AHAMBATH. SGE. SVP. Libro 4 (1882-1899), f. 72. Sanabria. Bernardo Augusto Thiel, pp. 490-491 y
554-559, cf. Gólcher. El mundo de las imágenes, pp. 184 y 191-192.
9
Fruto de este intercambio de conocimientos científicos, el Archivo Histórico Arquidiocesano Mons.
Bernardo Augusto Thiel Hoffmann, conserva un volumen con los tres tomos del Boletín trimestral,
publicado por el Instituto Meteorológico Nacional entre 1888 y 1889. Cf. “Hemos recibido”. La Unión
Católica. 9 de noviembre de 1895, p. 1006.
10
El Lic. Fernández Bonilla acompañó al prelado en las visitas pastorales efectuadas al Pacifico Central, al
territorio de los Guatusos y a Chirripó (1881-1882) y publicó las relaciones de estos viajes en su tomo
tercero de la Colección de Documentos para la Historia de Costa Rica (1883). AHAMBATH. SGE. SVP.
Libro 3 (1881-1882), ff. 40, 44, 50, 94, 190 y 193. Soto. “Humanista y pensador”, p. 32.
11
El Marqués de Peralta, importante figura de la historia diplomática costarricense, representó a Costa Rica
en varias conferencias científicas internacionales, se vincucon numerosas organizaciones y sociedades
científicas extranjeras y favoreció el ingreso de científico al país a raíz de la reforma educativa llevada a
cabo en la segunda mitad de la década de 1880. Solano. El proceso de institucionalización, pp. 167-176 y
Díaz. El proceso de institucionalización, p. 59.
12
Anastasio Alfaro fue el fundador y primer Secretario del Museo Nacional de Costa Rica. Díaz. El
proceso de institucionalización, p. 99.
13
Cleto González Víquez, además de ejercer la presidencia de la República en los períodos 1906-1910 y
1928-1932, publicó Temblores, terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas en Costa Rica. 1608-
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cartógrafo José María Figueroa Oreamuno (1820-1900).
15
También escribió los estatutos
y ejerció la presidencia de la Sociedad de Estudios Americanos de Costa Rica, cuyo
secretario fue el intelectual español Dr. Juan Fernández Ferraz (1849-1904).
16
Es importante señalar que Mons. Thiel mantuvo contacto con investigadores
extranjeros como Helmut Polakowsky (1847-1917), Carl Bovallius (1849-1907) y
Alphonse Pinart (1852-1911). Varias de sus relaciones, principalmente las efectuadas en
las zonas periféricas de Costa Rica fueron publicadas por Polakowsky y Pittier.
17
Además de Thiel, hubo colaboraciones de otros sacerdotes al conocimiento
científico de Costa Rica, entre ellos, Juan Garita (1859-1914) y Daniel Carmona (1869-
1929) por sus aportes al conocimiento geográfico, José María Velazco (m. 1924) a la
arqueología y Agustín Blessing (1868-1934) a la meteorología, la etnografía y la
geografía.
18
1910 (1910), una de las primeras investigaciones histórico-científicas hechas en el país. Díaz. El proceso
de institucionalización, p. 191.
14
Pedro Pérez Zeledón dejó importantes datos meteorológicos recabados en la zona sur del país en sus
Informes presentados a la Secretaría de Fomento acerca de las llanuras de Pirrís y Valle del Río General
o Grande de Térraba (1908). Díaz. El proceso de institucionalización, p. 165. Su impulso a la colonización
del Valle del General motivó que el más meridional de los cantones josefinos llevar el nombre de rez
Zeledón.
15
José María Figueroa acompañó a Mons. Thiel en sus visitas pastorales a Chirripó y al territorio de los
Guatusos para recabar información geográfica para sus proyectos cartográficos. AHAMBATH. SGE.
SVP. Libro 3 (1881-1882), ff. 94 y 193. En su célebre Álbum, Figueroa elaboró un mapa de la trayectoria
de la comitiva de Thiel en la primera región y lo acompañó con una relación de los principales hechos que
rodearon dicha visita. Cabezas Bolaños, Esteban y Jiménez Espinoza, Jorge Emilio. El Álbum de Figueroa.
El interés de un hombre por plasmar en un documento archivístico la evolución histórico-social
costarricense. 2 ed. San José, Costa Rica. Ciudad Universitaria Rodrigo Facio. 2001, p. X.
16
AHAMBATH. SGE. SVP. Libro 4 (1882-1899), f. 72. Cf. Gólcher. El mundo de las imágenes, pp. 184
y 191-192. Sanabria, Bernardo Augusto Thiel. Segundo Obispo de Costa Rica. Apuntamientos históricos,
pp. 490-491 y 554-559. Vargas. El liberalismo, la Iglesia, pp. 153-185. Soto. Humanista y pensador”.,
p. 31. Juan Fernández Ferraz, antiguo Profesor de la Universidad de Santo Tomás, fue uno de los
defensores ardientes de la institución universitaria y activo polemista de los trabajos de Pittier en Costa
Rica. “Secretaría de instrucción Pública”. La Gaceta. 12 de agosto de 1888, pp. 1010-1011 y Díaz. El
proceso de institucionalización, p. 170.
17
Dobles Segreda, Luis: Índice bibliográfico de Costa Rica. Tomo II. San José, Costa Rica: Imprenta
Lehmann, 1928, pp. 233-234, 343-345 y 522-523. Conejo Guevara, Adina. Materiales para una bio-
bibliografía costarricense del Dr. Henri Pittier Dormond. Tesis de Licenciatura en Historia y Geografía,
Escuela de Letras y Filosofía, Facultad de Ciencias y Letras, Universidad de Costa Rica, 1972, pp. 92-95.
18
AHAMBATH. SGE. SVP. Libro 2 (1872-1881). Archivo del Museo Nacional de Costa Rica (AMNCR).
Inventario General de Bienes (IGB). Exp. 13288, ff. 3-4. Archivo Nacional de Costa Rica. Fondo Particular
José Fidel Tristán Fernández. Exp. 83, f. 1. La Nueva Prensa, 2 de octubre de 1930, p. 5. Dobles. Índice
bibliográfico de Costa Rica, pp. 352-354. Sandoval de Fonseca, Virginia. El Presbítero Don Juan Garita.
San José, Costa Rica. Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. 1977. Bonilla B., Abelardo. Historia de
la literatura costarricense. 4ª ed. San José, Costa Rica. Editorial Stvdivm. 1981, p. 111. Hartman, Carl.
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No obstante los trabajos que abordan las disputas entre los bandos liberales y
clericales característicos de este período, obvian el debate de temas científicos que
también fue parte de dicha polémica que que ampliamente documentada en los
periódicos y revistas de la época.
El presente trabajo, tiene como objetivo analizar las fuentes periodísticas y
documentales relacionadas con las discusiones de temas científicos entre liberales y
clericales durante el episcopado de Mons. Thiel, contextualizando dicho debate en el
proceso de institucionalización de la actividad científica en Costa Rica durante las dos
últimas décadas del siglo XIX, enfatizando los aportes brindados por miembros de la
institución eclesiástica a dicha coyuntura.
Esta investigación se reali en el marco del Proyecto Meteorología e Impacto
Social Ambiental en Centro América y México (MISCAM, VI-805-97-519) y del
Programa Estudios Sociales de la Ciencia, la Técnica y el Medio Ambiente (PESCTMA,
VI-805-A4-906) del Centro de Investigaciones Geofísicas de la Universidad de Costa
Rica. En dicho Programa se destaca también el aporte brindado por la Escuela de Historia
y el Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) de la Universidad
de Costa Rica en el desarrollo de los estudios de historia de la ciencia en el territorio
costarricense.
La ciencia en el debate entre liberales y clericales en la Costa Rica de finales del
siglo XIX
A inicios de la década de 1890, la Iglesia Católica empieza a organizar una
estructura partidista con la esperanza de participar en los procesos electorales, llegar a
Arqueología costarricense (textos publicados y diarios inéditos). Tr. por Ohlsson de Formoso, Anita. San
José, Costa Rica. EUCR. 1991, pp. 48-133. Valverde Espinoza, Arabela. La ciudad de Puntarenas: Una
aproximación a su historia económica y social. 1858-1930. Tesis de Licenciatura en Historia, Escuela de
Historia, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica, 1997, pp. 163-166. Blanco Segura,
Ricardo. Obispos, arzobispos y representantes de la Santa Sede en Costa Rica. San José, Costa Rica.
EUNED, 1984, pp. 113-114. Díaz, El proceso de institucionalización, pp. 146-147.
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ejercer el gobierno y derogar la legislación anticlerical que limitaba su participación en
los asuntos públicos. El Partido Unión Católica, fue la organización política partidista
clerical llamada a cumplir dicha función y para ganar adeptos entre la ciudadanía y el
electorado costarricenses, publica un periódico que llevará el nombre de La Unión
Católica.
19
Este periódico, al igual que El Mensajero del Clero y El Eco Católico de Costa
Rica,
20
editados por primera vez en el bienio 1882-1883, con el fin de informar al clero y
a la feligresía costarricenses de la actividad de la Iglesia Católica, dentro y fuera del país,
llegaron a definirse como “científicosen una época caracterizada por una gran actividad
científica en Costa Rica. Al menos, reproducían en sus ginas numerosos artículos de
ciencia, siempre y cuando no cuestionaran las enseñanzas de la Iglesia ni la literalidad de
los pasajes bíblicos; por ejemplo, un artículo relacionado con el proceso del científico
italiano Galileo Galilei (1564-1642) que se publicó para defender la posición de la Iglesia
Católica en tan controvertido suceso.
21
Estos artículos, cumplieron una función apologética y defender la ingerencia de la
Iglesia en materia científica, destacando las contribuciones hechas por eclesiásticos, las
cuales habían incentivado el desarrollo de la actividad científica, principalmente en
Europa. En este sentido, utilizando argumentos tomados de la historia de la ciencia, el
partido clerical atacaba a sus oponentes, demostrando que su concepción científica era
sesgada, por lo que mezclaban elementos científicos con ideas teológicas y lenguaje
coloquial, con el propósito de ser leídos tanto por sus adversarios como por sus
seguidores:
22
La prensa liberal exagera con delirio el mérito de Giordano Bruno bajo el
punto de vista científico, literario y filosófico; y así no se para en pelos para
sostener que él fue el héroe del pensamiento, el gran filósofo de su siglo [...]
¿Cómo es posible tributar elogios á quien, como el apóstata [Bruno], reprueba
la ciencia de Kepler y Copérnico: que en materia de fe aparenta creer en la
19
Vargas. El liberalismo, la Iglesia, pp. 110 y 204.
20
Vargas. El liberalismo, la Iglesia, pp. 109-110.
21
Galileo Galilei”. El Mensajero del Clero. Año IX, núm. 103. San José, Costa Rica. Tipografía de San
José. 31 de marzo de 1897, pp. 73-78.
22
B. “Giordano Bruno”. La Unión Católica. 14 de junio de 1890, p. 2.
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metpsícosis [sic] y en general niega la responsabilidad del acto humano,
enseñando que es preciso seguir en todo los impulsos de los sentidos, que el
Evangelio debe ser considerado como una bajeza?
La Iglesia se desempeñó en demostrar a sus interlocutores liberales su actitud a
favor de la ciencia, por lo que introdujo la enseñanza de cursos científicos en el currículo
de los seminaristas, cuya formación estaba a cargo de los paulinos, quienes introdujeron
cursos de disciplinas tan diversas como la botánica, la zoología, la mineralogía, las
matemáticas, la física y la geografía.
23
Lamentablemente, la fuente no detalla el nombre
de los profesores ni los temas que incluían dichos cursos, por lo que no se puede
determinar su influencia en el clero de la época, no obstante, motivó la participación de
algunos de sus miembros en el desarrollo científico que vivía en el país, como se detalló
en el apartado anterior.
En otro artículo, se publica un enorme listado de eclesiásticos que dieron su aporte
a la ciencia, con la finalidad de refutar la idea de “oscurantista” que los liberales atribuían
a la institución eclesiástica. En dicha información, se destaca el papel de los jesuitas en la
ciencia moderna, cuya expulsión de Costa Rica se debió a la implantación de las leyes
anticlericales de 1884:
24
La Compañía de Jesús sola daría material más que suficiente para llenar
volúmenes enteros si quisiéramos hablar de esas eminencias científicas. Basta
decir que los directores de los observatorios de la Habana, Manila, Zi-ka-wei
y Madagascar son la admiración de todos los sabios, quienes les escuchan
como niños.
Los jesuitas habían ingresado a Costa Rica en 1875, procedentes de Guatemala,
escapando de la reforma liberal impulsada por Justo Rufino Barrios (1835–1885) y se
instalaron con la autorización del gobierno en el Colegio San Luis Gonzaga de Cartago,
donde impartieron cursos de geografía, aritmética, física, química, anatomía y fisiología,
23
“Seminario Menor de San José.La Unión Católica. 12 de diciembre de 1890, p. 4.
24
“Refutación”. La Unión Católica. 9 de julio de 1890, pp. 2-3.
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aspectos que han sido poco estudiados y que requieren de una mayor investigación para
determinar su grado de incidencia en el desarrollo científico costarricense.
25
Los escritores de La Unión Católica seleccionaron artículos que hablaban de los
reconocimientos recibidos por varios sacerdotes en el ámbito científico extranjero, siendo
un ejemplo de ello el galardón que obtuvo el sacerdote australiano John Milne Curran
(1859-1928), por parte de la Real Sociedad de Geología de Londres, a raíz de su
investigación sobre la constitución de las rocas de Australia o el obituario publicado con
ocasión del fallecimiento del barnabita Francesco Denza (1834-1894), quien se
desempeñó como meteorólogo y astrónomo, fundador del Observatorio de Moncalieri
(Italia) y tuvo una amplia trayectoria científica internacional.
26
Pese a ello, pudieron
reservarse la difusión de artículos donde se hubieran mostrado limitaciones al desarrollo
científico, ligado principalmente a aquellas disciplinas que cuestionaban principios
elementales de la doctrina de la Iglesia Católica.
Además, La Unión Católica se dedicó a difundir la publicación de obras
científicas impresas en el país o importadas del exterior, entre ellas, la Química moderna
del químico costarricense Juan de Dios Céspedes (1849-1906), quien insistía en una
educación religiosa sin aspectos dogmáticos y las Herborisations au Costa Rica del
botánico suizo Adolphe Tonduz (1862-1921), funcionario del Instituto Físico-Geográfico
Nacional y estrecho colaborador del Dr. Henri Pittier (1857-1950), Director del Instituto
Meteorológico Nacional (1888-1889) y del Instituto Físico-Geográfico Nacional (1889-
1904).
27
A pesar del empeño en difundir los conocimientos científicos, algunos artículos
publicados serían posteriormente refutados por la ciencia de los siglos XX y XXI, entre
25
Blanco. 1884. El Estado, la Iglesia, p. 94.
26
“El clero oscurantista”. La Unión Católica. 9 de junio de 1892, p. 175 y “El Padre Denza”. La Unión
Católica. 7 de marzo de 1895, pp. 1-2.
27
Céspedez [sic] G., Juan de Ds. “Religión y enseñanza.” La Prensa Libre. 24 de mayo de 1889, p. 1.
“Bibliografía”. La Unión Católica. 11 de febrero de 1897, p. 122 y “Obsequio”. La Unión Católica. 11 de
mayo de 1897, p. 402.
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ellos, uno sobre la supuesta inexistencia de la atmósfera del planeta Marte, cuya
composición ha sido estudiada por varias misiones espaciales.
28
Cabe señalar, que entre los principales articulistas, se encontraba el astrónomo y
licenciado geómetra Pedro Nolasco Gutiérrez Gutiérrez (1855-1918), pariente del
presidente Gral. Tomás Guardia Gutiérrez (1831-1882) y Jefe de la Sección
Meteorológica del Instituto Físico-Geográfico (1895-1911), quien fue un activo militante
del Partido Unión Católica.
29
Como difusor del conocimiento científico entre los sectores
populares, se valió de la publicación de un Almanaque Católico a partir de 1893,
continuando la labor del astrónomo e impresor Guillermo Molina Molina (¿1833?-1889),
al distribuir calendarios con tópicos religiosos y científicos, además de información
comercial y agrícola, contando con la aprobación eclesiástica de Mons. Thiel. Su difusión
lo convirtió en una obra muy popular en los hogares costarricenses a los que puso en
contacto con la ciencia.
30
El Lic. Gutiérrez publi numerosos trabajos científicos en las páginas del
periódico La Unión Católica, de cuya agrupación política antiliberal fue activo
propagandista y del que también fue redactor.
31
En estos artículos, Gutiérrez refutaba las
tesis liberales en “Armonía entre la ciencia y la fe”
32
y “Mentiras históricas”,
33
negando
la contradicción entre ciencia y religión, como lo muestra el siguiente pasaje:
34
Este mismo Kepler al adquirir tantos conocimientos se apresuró á reconocer
la perfecta armonía que existe entre la ciencia y la fe, y no se avergonzaba de
dirigir una pública plegaria al Creador.
28
Marte sin atmósfera”. La Unión Católica. 18 de setiembre de 1894, p. 595. Respecto a la información
más reciente sobre el planeta Marte, se puede consultar en Wikipedia.org. “Mars.”
http://en.wikipedia.org/wiki/Mars, 2005.
29
La Unión Católica. 16 de noviembre de 1893, p. 842. Cf. Díaz. El proceso de institucionalización, p.
112.
30
La Unión Católica. 3 de noviembre de 1892, p. 347 y 5 de febrero de 1893, p. 2. Cf. Fernández Mora,
Carlos. Anecdotario nacional. San José, Costa Rica. Imprenta Nacional, 1953, p. 95.
31
La Unión Católica. 22 de octubre de 1892, pp. 333-335 y 18 de noviembre de 1893, p. 850.
“Miscelánea.” El Heraldo de Costa Rica. 27 de diciembre de 1892, p. 2.
32
La Unión Católica. 14 de diciembre de 1890, p. 3.
33
La Unión Católica. 18 de diciembre de 1890, pp. 2-3.
34
La Unión Católica. 18 de diciembre de 1890, p. 2.
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A pesar de la fama del Lic. Gutiérrez de “Sabio brujo” o “Brujo del Observatorio”
adquirida entre los sectores populares, fue un acérrimo enemigo del espiritismo y su
propagación en círculos católicos y científicos.
35
No obstante, se le criticaba la
inexactitud de los pronósticos meteorológicos publicados en su Almanaque,
36
obtenidos a
partir de la observación periódica del estado del tiempo y los cuestionamientos de estos
trabajos, comunes en varias publicaciones de la época, fue señalado por Hardy et al
37
por
ser producto de una combinación de elementos empíricos, científicos y astrológicos.
El Lic. Gutiérrez justificaba sus errores a partir de las modificaciones hechas por
los liberales en el uso de los pesos y medidas:
38
A tal extremo llega la imposición de los gobiernos llamados liberales, que se
extiende hasta sobre las matemáticas. - - Ejemplo, esa misma ley que señala
una equivalencia inexacta á la vara, lo que ocasionó que las tablas publicadas
aquí estén erradas, sin que el error dependa de los sujetos que las calcularon.
Además, por su sencillez y cercanía al pueblo se le consideró una autoridad
científica entre las capas populares:
39
“el Profeta de los graades [sic] cataclismos smicos, seguido por las
multitudes que lo sodian [¿?] a preguntas [...] Abriéndonos campo casi a la
fuerza por entre el compacto grupo, llegamos haste el centro del amplio
círculo de la muchedumbre que con suma atención y religioso respeto oía las
predicciones de don Pedro.
Gutiérrez defendía la idea del carácter unitario de la ciencia para justificar su
pasión por las observaciones astronómicas, elemento que constituye una prueba más de
su formación científica autodidacta, en una época donde la especialización era aun
incipiente y los científicos podían manejar varios campos de las ciencias físicas y
35
La Unión Católica. 3 de noviembre de 1892, p. 345.
36
Fernández. Anecdotario nacional, p. 95.
37
Hardy, Ralph et al. El libro del clima. Tr. por Ana María Rubio. Madrid. Hermann Blume Ediciones,
1983, pp. 188-190.
38
Gutiérrez, P. N. El sistema métrico, el comercio y los artesanos”. La Unión Católica. 30 de octubre de
1890, p.3.
39
ANCR. Fondo Particular JoFidel Tristán Fernández. Expediente 145, f. 13. La Información. 27 de
abril de 1916, p. 5.
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naturales. Este ingeniero era abierto al debate de sus ideas, como lo muestra el siguiente
extracto de su informe enviado al Dr. Pittier en 1897:
40
Si se atiende al título que me da la ley de Jefe del servicio meteorológico,
quizá se me critique de haberme extendido sobre observaciones que por una
aberración, á mi juicio, se consideran por algunos como independientes de él.
Pero aunque las haya hecho en horas extraordinarias del servicio y que
puedan calificarse de mi propiedad particular, quiero, pues las ciencias se
enlazan entre sí, contribuir aunque sea con un grano de arena al edificio
científico que felizmente se levanta en mi patria á la sombra de un gobierno
progresista [la primera administración Iglesias Castro], que no escatima nada
para el objeto. De mi informe pueden los espíritus recalcitrantes aprovechar
lo que les convenga, ó desechar ó contrastar lo que crean superfluo; del
contraste me alegraría, pues puedo haber incurrido en errores que desearía
conocer. Aun deseo el ensanche de las observaciones á mi cargo, siempre
que se haga lo mismo con el edificio para poderlas hacer sin mayores gastos
para la Nación. Tiempo para ello no me puede faltar, á mi juicio, desde el
momento que estoy en la mejor voluntad para ejecutarlas sin que se me
imponga como deber.
Estas ideas eran conformes con los paradigmas científicos de la época, tal y como
lo señala el astrónomo francés Camille Flammarion (1842-1925) en su célebre estudio
meteorológico La atmósfera (1883: 15):
La naturaleza, estudiada racionalmente, es decir, sometida en su conjunto al
trabajo del pensamiento, es la unidad en la diversidad de los fenómenos, la
armonía entre todo lo criado, que difiere, por su forma, por su constitución
propia, por las leyes que lo animan; es el todo (τό παυ) empapado en un
aliento vital. El resultado mas importante de un exámen racional de la
naturaleza es distinguir la unidad y la armonía en esta inmensa reunion de
cosas y de fuerzas, adoptar con un mismo celo lo que se debe á los
descubrimientos de siglos anteriores y lo que es la obra del nuestro [XIX],
analizar detalladamente los fenómenos sin dejarse abrumar por su magnitud.
De esta manera puede el hombre hacerse digno de sus altos destinos;
penetrando el sentido de la naturaleza, descubriendo sus secretos, dominando
por medio del raciocinio, los materiales que se han recogido por medio de la
observación.
40
Instituto Geográfico Nacional (IGN). Comisión Organizadora del Centenario. Edición conmemorativa.
Cien años. Instituto Geográfico Nacional. San José, Costa Rica. IGN. 1989, p. 134.
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El Lic. Gutiérrez basaba sus cálculos en las Tablas de conocimiento de los
tiempos, publicadas anualmente en París, conteniendo efemérides y numerosos cálculos
astronómicos que él adaptaba a las coordenadas geográficas de Costa Rica.
41
Pese al carácter “científico” de La Unión Católica, se cuestionó la inserción de la
mujer en las actividades científicas, a propósito de la disertación de la estudiante peruana
Margarita Práxedes Muñoz ante el consejo de la Facultad de Ciencias de la Universidad
Mayor de San Marcos en Lima (Perú) en 1890.
42
Esta noticia provocó que un articulista
del partido clerical objetara la capacidad intelectual de la sustentante, defendida por un
liberal que firmó bajo el seudónimo de T.Ófilo respondiendo que el deseo del clero era
mantener a la mujer en la ignorancia con el fin de evitar la propagación de las ideas
liberales entre la prole:
43
En boga están en la actualidad las ciencias naturales; y el cura escritor
sostiene que sólo han quedado esos estudios para espíritus superficiales.
Según eso debe ser niña la nación alemana cuyos doctores – nada parecidos al
de nuestro título estudian la naturaleza y no sacan de la Biblia ni de libros
teológicos sofismas para engañar á los crédulos é ignorantes.
La discusión entre liberales y clericales se enmarca en un contexto de frecuentes
polémicas científicas, algunas de las cuales trascienden al plano personal, entre el
personal de las nuevas instituciones científicas y educativas contratado en Europa y de las
instituciones existentes o en proceso de clausura, particularmente, la Universidad de
Santo Tomás. El relevo generacional en la comunidad científica costarricense se
caracterizó por amagos de violencia verbal y continuos debates periodísticos, donde la
figura más combatida fue la del Dr. Henri Pittier, por el cuestionamiento hecho al método
de los trabajos científicos publicados en Costa Rica anteriores al inicio de sus funciones
científicas y docentes.
44
41
AMNCR. IGB. Exp. 8552.
42
Cabello de Carbonera, Mercedes. Unidad de la materia ó identidad sustancial de los reinos inorgánico y
orgánico. La Prensa Libre. 27 de noviembre de 1890, p. 1.
43
T.Ófilo. “Un viejo doctor”. La Prensa Libre. 16 de diciembre de 1890, p. 1.
44
Díaz. El proceso de institucionalización, pp. 63-108.
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No obstante, muchos de los que cuestionaron a Pittier se definían así mismos
como “liberales” porque se preocupaban por la ciencia, a diferencia de un clerical, que se
dedicaba más bien a fomentar la ignorancia y el oscurantismo”,
45
en una época en que
los clericales contestaban a sus opositores, apoyados en las palabras del pontífice León
XIII (1810-1903), que la Iglesia Católica “procura también fomentar y adelantar todo
género de ciencias humanas”,
46
debate que se prolongaría por lo menos una década más,
según lo constata el historiador Iván Molina
47
en su obra La ciudad de los monos al
analizar el impacto que tuvo la introducción de las ideas evolucionistas de Darwin en el
currículo de los estudiantes del Colegio de San Agustín de Heredia en 1907.
Conclusiones
En los últimos veinte años del siglo XIX, Costa Rica vivió un auge en su
actividad científica, gracias a la conformación de una comunidad científica integrada por
investigadores y estudiosos nacionales y extranjeros, varios de ellos con formación
universitaria, quienes recibieron el apoyo institucional y económico por parte del Estado,
con la finalidad de hacer realidad sus proyectos científicos que tenían como fin la
ampliación del conocimiento de los recursos naturales del país para su futuro
aprovechamiento.
Esta coyuntura fue contemporánea de la agudización de las tensiones entre la
Iglesia y el Estado, cuyo punto más álgido constituyó la promulgación de la legislación
anticlerical de 1884 y continuada a lo largo de la siguiente década con el auspicio del
Partido Unión Católica, que pretendió derogarla mediante un posible triunfo electoral,
fracasando en su intento al ser eliminado del panorama político en el marco de las
fraudulentas elecciones de 1893 y 1897.
45
Los mismos costarricenses sinceros. “Aclaración”. La Prensa Libre. 23 de diciembre de 1890, p. 1.
46
León XIII. Encíclica ‘Libertas’”. Colección completa de las encíclicas pontificias. 1830-1950. Buenos
Aires. Facultades de Teología y Filosofía de San Miguel y Editorial Guadalupe. 1952, p. 427.
47
Molina Jiménez, Iván. La ciudad de los monos: Roberto Brenes Mesén, los católicos heredianos y el
conflicto cultural de 1907 en Costa Rica. Heredia - San José, Costa Rica. EUNA y EUCR. 2001.
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Las fricciones entre el Estado liberal y la Iglesia Católica, además de los campos
tradicionalmente estudiados como la política y la moral, también tuvo su dimensión en
las actividades científicas de la época, expresión que para el caso costarricense llevaría a
su máxima tensión en el Liceo de Heredia donde se generó un debate entre intelectuales
liberales de tendencia radical y el clero y la feligresía católica local por la enseñanza del
darwinismo en 1907, en el mismo año de la crisis modernista que llevó al Papa San Pío X
(1835-1914) a promulgar el decreto Lamentabili y la encíclica Pascendi dominici gregis
donde condenaba aquellas expresiones teológicas modernas que pretendían el
acercamiento entre el dogma católico con los avances de la ciencia contemporánea.
48
Las tensiones entre liberales y clericales, vividas en Costa Rica, caracterizaron las
relaciones entre la Iglesia y el Estado a lo largo del siglo XIX, particularmente en la etapa
del pontificado de León XIII (1878-1903), en el que se enmarca el episcopado de Mons.
Thiel (1880-1901). El largo papado de León XIII se caracterizó por la persistencia de los
conflictos entre la institución estatal y la eclesial, relacionada con la presencia de
ideologías que pretendían imponer una visión científica y laicista del mundo en las
sociedades occidentales:
49
[...] el conflicto entre la Iglesia y el Estado seguía en muchas naciones
católicas, las ideas disolventes contra la religión ganaban terreno y sobre todo
entre los intelectuales, [así como] el aprecio dominador de la ciencia y la
tendencia a relegar la religión a los ignorantes u al pasado.
En esta misma época, el liberalismo continuó difundiéndose por América Latina,
fomentando el ascenso del positivismo y el evolucionismo darwinista que alimentaban la
48
Molina Jiménez, Iván. (2001). La ciudad de los monos: Roberto Brenes Mesén, los católicos heredianos
y el conflicto cultural de 1907 en Costa Rica. Heredia - San José, Costa Rica. EUNA-EUCR. 2001. El
autor ofrece un análisis pormenorizado de este debate desde la óptica de la historia cultural. Respecto al
debate entre la Iglesia Católica y el modernismo teológico, véase Comby, Jean. “La difícil confrontación
entre la tradición católica y la ciencia moderna”. Para leer la historia de la Iglesia. Del siglo XV al siglo
XX. T. II. Darrícal, Nicolás (Tr.). Pamplona. Editorial Verbo Divino. 1989, pp. 175-183 y Le Goff, Jacques.
“Antiguo/moderno”. Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso. Barcelona. Paidós. 1991, pp.
156-158.
49
Olmedo, Daniel. La Iglesia en Latinoamérica durante el siglo XIX”. Aubert, Roger. Pío IX y su época.
Historia de la Iglesia. De los orígenes a nuestros días. Fliche, Agustín y Martín, Víctor. Vol. 24. Valencia,
España. EDICEP. 1974, p. 638.
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concepción laica del mundo y el anticlericalismo entre intelectuales y gobernantes.
50
América Central no fue la excepción, por lo que en el futuro, sería conveniente la
realización de investigaciones donde se incorpore el aspecto de la ciencia y las prácticas
científicas en el debate entre liberales y clericales en cada uno de los países.
Los procesos de institucionalización de la ciencia vividos por los países
centroamericanos, y en general latinoamericanos, plantean muchas interrogantes debido a
la gran cantidad de actores e instituciones que intervinieron en ellos, de los cuales, la
Iglesia Católica, intervino en mayor o menor medida, dependiendo del contexto social,
político, económico y cultural en que operó.
En el caso de Costa Rica, el contexto favoreció la presencia de algunos
eclesiásticos que desarrollaron actividades científicas como el obispo Thiel y los
presbíteros Blessing, Garita, Carmona y Velazco, no obstante, las contribuciones a la
ciencia se centraron en descripciones de la geografía física, publicación de artículos para
periódicos, excavaciones arqueológicas y celebración de fiestas religiosas relacionados
con eventos naturales. En otras palabras, no desarrollaron una ciencia experimental, como
la que se hacía en algunas instituciones como en los colegios de enseñanza secundaria
laica, en algunas secciones del Instituto Físico-Geográfico Nacional y el Laboratorio
Químico de la Aduana de San José.
El estudio de la presencia de los jesuitas en el Colegio San Luis Gonzaga y de los
paulinos en el Colegio Seminario, donde se impartieron cursos de ciencias, podrían
arrojar nuevos datos sobre el aporte del sector eclesiástico al desarrollo científico
costarricense.
En síntesis, las actividades científicas desarrolladas por elementos del clero no
pretenden cuestionar al Estado ni a los políticos liberales, quienes aprovechaban estos
informes para tener un mayor conocimiento de las condiciones de zonas desligadas del
control estatal, por lo que se incentivó su publicación por parte de entes oficiales y su
distribución a nivel nacional e internacional, con la finalidad de efectuar nuevos estudios
y a largo plazo, proyectos de colonización que pudieran integrar dichos territorios al
ecúmene costarricense. El mejor ejemplo de ello fueron las relaciones de las visitas
50
Olmedo. “La Iglesia en Latinoamérica”, pp. 638-639.
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pastorales que fueron escritas por el obispo Thiel o sus colaboradores más estrechos a lo
largo de su episcopado.
La presencia de numerosos artículos periodísticos en la prensa clerical,
particularmente en el periódico La Unión Católica, generó una amplia polémica con el
bando liberal. En dicha disputa participaron seglares como el Lic. Pedro Nolasco
Gutiérrez, quienes desafiaron a sus rivales publicaciones donde defendían la labor de la
Iglesia Católica en el impulso de las disciplinas científicas, atacando las posiciones
liberales que desde un racionalismo laicista asociaban a la institución eclesiástica con el
oscurantismo y el atraso en que vivían las naciones del istmo. Esta polémica estuvo
asociada a la que generó el cierre de la Universidad de Santo Tomás, no por su antiguo
carácter pontificio, sino por la inserción de nuevos elementos foráneos en la naciente
comunidad científica costarricense, ideológicamente afines a los sectores gobernantes,
que desplazaron a numerosos científicos y estudiosos costarricenses y extranjeros
residentes en el país, de las instituciones educativas y de la actividad científica nacional.
Muchos de esos estudiosos costarricenses carecían de una formación universitaria, lo que
los ponía en desventaja de sus pares europeos, cuya instrucción era más acorde con los
nuevos paradigmas científicos de la época.
Por último, este trabajo plantea ser un intento de elaborar una historia eclesiástica
desde una perspectiva histórica-científica, plantea la posibilidad que futuras
investigaciones históricas en Costa Rica y los demás países centroamericanos analicen en
forma comparativa el desarrollo de la ciencia en el istmo, con la finalidad de obtener
conclusiones de cómo este proceso se vivió a nivel regional, resaltando sus similitudes y
sus contrastes, por lo que el estudio del desenvolvimiento de las ideas y las prácticas
científicas tanto centroamericanas como nacionales, es todavía un campo que queda por
investigar de parte de la comunidad de historiadores de Centroamérica.