Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
11Diálogos Revista Electrónica de Historia, 25(1): 1-32. Enero-junio, 2024. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
25.1
ISSN: 1409-469X
Enero-junio 2024
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Centro de Investigaciones Históricas de América Central. Universidad de Costa Rica
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11Diálogos Revista Electrónica de Historia, 25(1): 1-32. Enero-junio, 2024. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
DOI 10.15517/dre.v25i1.56180
“LA CIUDAD SE APURA A RENOVARSE”. LA PLAZA DE
LA CULTURA EN SAN JOSÉ, COSTA RICA (1969-1982)
Milton Ariel Brenes Rodríguez
Resumen
Se analizan los intereses y las disputas políticas y culturales en torno a la construcción
de la Plaza de la Cultura en la ciudad de San José, Costa Rica, durante el periodo
1969 a 1982. El estudio fue orientado por la estrategia genealógica propuesta por
Michel Foucault y por la teoría social posestructuralista. Se acudió a la consulta
sistemática de prensa, actas, audiovisuales y fotografías relacionadas con la Plaza
de la Cultura durante la época de interés. Desde esa perspectiva, se observó que
el diseño de esta obra urbana respondió al proyecto del partido socialdemócrata,
Liberación Nacional, por apurar una transformación de la ciudad de San José,
especialmente entre 1970 y 1978, en el contexto del Estado empresario. También
se identicó que la construcción e inauguración de la plaza estuvo a cargo de los
detractores de aquella agrupación política, articulados en la gura del Partido
Coalición Unidad, durante el periodo de 1978 a 1982; ese proceso fue mediado
por la crítica de esos últimos al Estado empresario, así como por la depresión
económica de 1980 y los indicios del neoliberalismo en Costa Rica.
Palabras clave: historia cultural, zona urbana, arquitectura, historiografía, política
cultural.
Fecha de recepción: 11 de agosto de 2023 Fecha de aceptación: 17 de noviembre de 2023
Milton Ariel Brenes Rodríguez Universidad de Costa Rica, San José, Costa Rica.
Contacto: milton.brenesrodriguez@ucr.ac.cr
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8591-057X
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“THE CITY RUSHES TO RENOVATE”. PLAZA DE LA
CULTURA, SAN JOSÉ, COSTA RICA (1969-1982)
Summary
This article analyzes the interests and political and cultural disputes surrounding
the construction of the Plaza de la Cultura in San Jose, Costa Rica between 1969
and 1982. The study is guided by Michel Foucault’s genealogical strategy and
post-structuralist social theory. This article makes use of newspapers, government
documents, audiovisuals, and photographs of the Plaza de la Cultura. This article
examines the design of this urban works project as part of a broader commitment
by this nation’s dominant social democratic party, Liberación Nacional, to
modernize the capital city of San Jose, between 1970 and 1978 as part of this
party’s Entrepreneurial State political program. Secondarily, this article asserts
between 1970 and 1982, the construction and inauguration of the Plaza was used
by Liberación Nacional’s political opponents, namely members of the Partido
Coalición Unidad political party, to critique the ruling party, This article reveals
how both the 1980 nancial crisis and the critiques by the Partido Coalición Unidad
served to check Liberación Nacional’s entrepreneurial state program.
Keywords: cultural history, urban area, architecture, historiography, cultural policy.
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 33
INTRODUCCIÓN
El 20 de julio de 1977, el periódico La República presentaba en su portada
la fotografía de una demolición de edicios en las cercanías de la Avenida
Central de la capital. En la nota el diario reportaba: “San José es una ciudad
que se apura a renovarse” (La República, 20 de julio de 1977, portada). En esa
noticia se expusieron algunos de los cambios que experimentaba la ciudad en
cuanto al aumento demográco y las construcciones de viviendas para alojar a
esas crecientes poblaciones. Precisamente, este artículo entabla una discusión
con esas apresuradas transformaciones que experimentó la ciudad de San José
durante los años de 1970.
Ante las cuantiosas obras urbanas para el periodo de interés, el estudio se
enfocó en los espacios públicos, especícamente en la Plaza de la Cultura, cons-
truida entre 1969 y 1982.1 Dicha obra urbana se ubica entre las principales arterias
viales de la ciudad de San José, como la Avenida Central, y también en medio de un
notable edicio patrimonial, como lo es el Teatro Nacional.
A través de la investigación de las motivaciones políticas y culturales sobre
ese proyecto urbano, se identicaron conectores históricos que permiten armar
que las transformaciones de la ciudad de San José durante la segunda mitad del
siglo XX, particularmente durante los años de 1970 a 1978, respondieron, entre
otros aspectos, a un proyecto estatal impulsado por la maquinaria del partido
socialdemócrata Liberación Nacional (PLN). La importancia de estudiar la Plaza
de la Cultura radicó, principalmente, en la posibilidad que ofrece la obra para
mostrar cómo fue implementado dicho proyecto político urbano durante los años
de 1970 a 1978, así como las derivas de ese accionar.
En cuanto al PLN, agrupación responsable de las transformaciones urbanas en
mención, y entre ellas de la Plaza de la Cultura, estaba conformado por los sectores
vencedores de la guerra civil de 1948. Entre los resultados de ese enfrentamiento se
encontraba la eliminación de sus adversarios políticos, principalmente sectores de
izquierda, así como el impulso por parte de esa agrupación vencedora de un modelo
estatal orientado a la intervención en la economía (Rovira, 2020, p. 26).
El contexto internacional posterior a los años de 1950, donde se inscribe
el ascenso del PLN en la conducción del Estado costarricense, mostró una
tendencia económica favorable. En Centroamérica, ese proceso estuvo influen-
ciado por la presencia de políticas sociales y económicas estadounidenses
(Rovira, 2020, p. 26). No obstante, durante los años setenta, se experimen-
taron crisis económicas con claras señales de agotamiento de dicha estrategia
de desarrollo económica internacional liderada en la región por los Estados
Unidos (Rovira, 2020, p. 34).
Ante ese escenario internacional, en Costa Rica, el PLN dominó la escena
política nacional durante la segunda mitad del siglo XX, pero entre 1970 a 1978,
dicha agrupación política vio favorecido su proyecto estatal al ganar en dos ocasiones
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consecutivas las elecciones presidenciales y tener en ambos momentos la mayoría de
diputaciones en la Asamblea Legislativa (Rovira, 2020, p. 34). Debido a la marcada
intervención del Estado en la economía durante esos ocho años, se conoce a ese
periodo como Estado empresario (León, 2014, p. 222).
Después de 1978, las transformaciones urbanas desarrolladas entre 1970 a
1978, incluyendo el caso de la Plaza de la Cultura, quedaron inicialmente sujetas a
las disposiciones del Partido Coalición Unidad, el cual venció al PLN en las urnas
ese año (Díaz, 2021, p. 31); no obstante, posteriormente también quedaron supedi-
tadas al contexto internacional asediado por la depresión económica de 1980 y al
ascenso del neoliberalismo (León, 2014, p. 188-189).
Para el abordaje de los ámbitos teóricos de este estudio sobre historia urbana
de la ciudad de San José, se desarrollaron las categorías ciudad, plaza, cultura y
política. Al respecto, la ciudad fue comprendida desde los planteamientos de Michel
Foucault (2008), y Jean-Luc Nancy (2014). Un punto de encuentro entre los dos
autores es la vinculación de la ciudad con la circulación, la ciudadanía y las rela-
ciones mercantiles. Nancy (2014) introduce el carácter de no guración y la fusión
de elementos en la ciudad (p. 39), la cual podría relacionarse con el componente de
multitud que desarrolla Foucault (2008, p. 32), aunque el primer autor se resiste a
plantear que el movimiento de la ciudad pueda ser administrado, como sí asegura
el segundo. Otro punto de encuentro entre Nancy (2014) y Foucault (2008) es el
componente técnico y articial de la ciudad.
En el marco explicativo de la ciudad, la comprensión especíca de la cate-
goría plaza es desarrollada por Nancy (2014). Para dicho autor, la ciudad es en sí
misma y para sí misma una obra de arte, es decir, una obra de la técnica (Nancy,
2014, p. 57); en este aspecto coincide con Foucault (2008, p. 35) en cuanto al
carácter articial de la ciudad. Para Nancy (2014), el rol de la plaza se precisa
y se simboliza al mismo tiempo en el monumento, ya que por lo general esta se
encuentra dispuesta alrededor de una estatua, obelisco o un arco del triunfo, pero
también en el vacío donde dispone a la ciudad como su propio monumento (p.
59).
Las categorías cultura y política fueron comprendidas desde los plantea-
mientos de Pierre Bourdieu (2001). De acuerdo con este autor, la cultura es la
acumulación de una serie de conocimientos, educación, habilidades y ventajas
que las personas poseen a partir de una cuestión de clase o adquiridas mediante
la socialización (p. 19). Para Bourdieu (2001) también es posible identificar un
capital político que refiere a una forma simbólica fundada en el reconocimiento
y la creencia. Se trata de un capital asociado a la manera de ser percibido (p.
106).
Según el autor, el capital cultural y político, así como los otros capitales por
él estudiados, se ejercen en campos especícos de acción. Estos campos reeren,
de manera concreta, al espacio social de acción en el que cobran sentido, además
de que también son los sitios en que estos capitales entran en juego con una serie de
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 55
relaciones a partir de capitales del mismo ámbito. En los campos y con los capitales,
también se presentan los agentes, los cuales son sistemas subjetivos de expectativas
y predisposiciones adquiridas (2001, pp. 16-17).
Para la metodología de la investigación se acudió a la historia cultural, espe-
cícamente a la propuesta genealógica planteada por Michel Foucault. Esta orienta-
ción metodológica trata de una crítica al carácter esencialista del sujeto, a los univer-
sales antropológicos y a la renuncia voluntaria a una concepción supra de la historia
(Sánchez, 2017, p. 7). Las fuentes primarias consultadas para la construcción de este
estudio fueron principalmente las publicaciones de 1969 a 1982 del periódico La
República, y las de 1976, 1977 y 1982 del periódico La Nación, así como los docu-
mentos del archivo del Teatro Nacional de Costa Rica durante el periodo de 1976 a
1981.
“LA CIUDAD SE ESTIRA CADA DÍA MÁS HACIA
ARRIBA”. LAS MOTIVACIONES POLÍTICAS Y
CULTURALES EN LA PLANIFICACIÓN DEL PROYECTO
DE LA PLAZA DE LA CULTURA (1969-1977)
El 27 de mayo de 1976, el periódico La República presentaba una noticia
sobre San José. La nota estaba acompañada de una imagen que mostraba una serie
de nuevas edicaciones verticales en la ciudad y cuyo texto indicaba:
La ciudad se va ahogando, y se estira cada día más hacia arriba, en busca de
las nubes baja, impidiendo que la barra el viento refrescante del norte. Sus
bloques de edicios de varios pisos la van convirtiendo en algo parecido a
tantas ciudades congestionadas del mundo. (La República, 27 de mayo de
1976, portada)
En dicho artículo de periódico se reeja la transformación vertical que vivía
la ciudad de San José durante los años de 1970. A continuación, se expone cómo, en
el contexto de ese aparente vertiginoso crecimiento de San José, inició el proyecto
de la Plaza de la Cultura y cómo ese crecimiento de la ciudad y el surgimiento de la
obra estuvo enlazado con un proyecto político y cultural de la socialdemocracia de
la época representada en el Partido Liberación Nacional (PLN) en el contexto del
Estado empresario. Además, se estudió el papel del Ministerio de Cultura, Juventud
y Deportes (MCJD), el Banco Central de Costa Rica (BCCR) y el Teatro Nacional en
la planicación y las modicaciones del proyecto de la Plaza de la Cultura durante
los años de 1969 a 1978, con el n de entender las motivaciones políticas y culturales
del PLN en las transformaciones de la ciudad de San José, especícamente en lo
relacionado con la Plaza de la Cultura.
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Los orígenes del proyecto de la Plaza de la Cultura y su relación
con la preservación del Teatro Nacional (1969-1975)
La Plaza de la Cultura se ubica al costado norte del Teatro Nacional. La
construcción de la plaza fue motivada por preocupaciones asociadas con la edicación
del teatro, cuya infraestructura data de 1897 y representa una expresión material del
proyecto cultural liberal de nales del siglo XIX (Fumero, 2018, p. 12).
Para los años de 1970 hubo reacciones de la ciudadanía y sectores culturales
y académicos ante las demoliciones de edicios antiguos en la ciudad de San José, y
la construcción, en su lugar, de arquitectura moderna, usualmente vertical. En esos
términos, la preocupación radicó en que se construyera una edicación al norte del
Teatro Nacional y le restara valor a este “monumento Nacional” (La República, 14
de junio de 1971, portada).
En 1969 se tramitó en la Asamblea Legislativa el proyecto de ley 3784 que autorizó
al Poder Ejecutivo a expropiar las ncas en la manzana del Teatro Nacional para construir
jardines y parques. La iniciativa se presentó ante la solicitud de una serie de ciudadanos
para que se preservara el Teatro Nacional (La Nación, 17 de marzo de 1982, p. 12A).
Para 1971 hubo tres iniciativas para construir en esos predios jardines y
parques. Dos de los proyectos proponían expropiar en su totalidad o en parte las
tierras ubicadas en la manzana norte del teatro, mientras que el otro, considerado
más ambicioso, planteaba la expropiación de dos cuadras (La República, 14 de junio
de 1971, portada). En ese momento, el proyecto con más simpatías fue el presentado
por los arquitectos Jorge Bertheau y Rafael Ángel García, quienes proponían inter-
venir solo una franja de la manzana norte para la construcción de pasajes y zonas
verdes (La República, 14 de junio de 1971, portada).
Para ese mismo año, ocurrió una situación que motivó un cambió en la rela-
ción estatal con el patrimonio histórico arquitectónico. En 1971 fue vendido el
terreno donde se encontraba la antigua Biblioteca Nacional, otro edicio del periodo
liberal, y en noviembre de ese año había iniciado su demolición (La República, 12
de noviembre de 1971, portada). Los argumentos empleados para su venta fueron
la necesidad de invertir ese dinero en la construcción de una nueva biblioteca (La
República, 11 de noviembre de 1971, p. 4).
Paralelo al inicio de la demolición, las autoridades del MCJD, institución
creada en 1970, presentaron en una conferencia de prensa la conformación de una
comisión destinada a preservar los inmuebles antiguos que “son reliquias de gran
valor histórico para el país” (La República, 11 de noviembre de 1971, p. 4). Alberto
Cañas, jerarca del ministerio, reconoció que las acciones llegaban tarde ante la
destrucción del edicio de la Biblioteca Nacional y, otras edicaciones históricas
(La República, 11 de noviembre de 1971, p. 4).
Ante esas situaciones, el Estado costarricense institucionalizó acciones
para la preservación del patrimonio histórico arquitectónico. En el MCJD se
creó el Departamento de Defensa del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural,
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 77
renombrado Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Histórico
Cultural en 1976 (Salazar, 2013, p. 142). Asimismo, se promulgó la ley 5397 el
8 de noviembre de 1973, que exigía la autorización de estos departamentos del
ministerio ante eventuales demoliciones de edicaciones públicas (República de
Costa Rica, 1973 a).
En ese contexto, mediante la ley 5160, en el año de 1973 fue declarada de interés
público la expropiación de los terrenos ubicados en la cuadra norte contiguo al Teatro
Nacional (República de Costa Rica, 1973 b). De esta forma, se autoriza al Poder Ejecu-
tivo la compra y el traspaso de los terrenos (República de Costa Rica, 1973 b).
Posteriormente, ante una discusión pública sobre la posible demolición del
kiosco del parque Morazán, fue presentado por el periódico La Nación, en marzo de
1975, un plan propuesto en octubre de 1974 por la Ocina de Planicación Nacional y
Política Económica (OFIPLAN) para intervenir el centro de San José. En esa nota de
periódico se mencionaba una carta dirigida por el ministro de Planicación Nacional y
Política Económica (MIDEPLAN), Óscar Arias, a Carmen Naranjo, titular del MCJD.
En la misiva, Arias Sánchez comunicaba que la OFIPLAN conformó un grupo de
trabajo de especialistas en antropología, historia y urbanismo para promover cambios
en la ciudad. La propuesta presentada contemplaba siete intervenciones urbanas en
San José, de las cuales una de ellas era darle al Teatro Nacional un mayor valor desde
el punto de vista del espacio que lo rodeaba (La Nación, 7 de marzo de 1975, p. 2A).
En esos términos, inicialmente, es posible identicar acciones del MIDEPLAN
por transformar la ciudad de San José en el contexto del anteriormente mencionado
Estado empresario costarricense. En cuanto al proyecto del costado norte del Teatro
Nacional, Óscar Arias, como miembro de la junta directiva del BCCR, en calidad
de ministro de Planicación, propuso al banco la posibilidad de asumir el proyecto,
entidad que aceptó la propuesta. De esa manera, el MIDEPLAN, el BCCR y el MCJD
impulsaron el proyecto Plaza de la Cultura en el año 1975.
El financiamiento, diseño e inicio de las obras del
proyecto de la Plaza de la Cultura (1975-1977)
En marzo de 1975 fue anunciada en una conferencia de prensa la creación
de la Plaza de la Cultura. En dicha actividad participaron Óscar Arias, ministro de
Planicación, y Carmen Naranjo, ministra de Cultura (La Nación, 15 de setiembre
de 1976, p. 14A). En la conferencia se indicó que la obra tendría un costo de ochenta
millones de colones y sería asumida por el BCCR. Se explica que la mayoría de
las estructuras serían subterráneas y solo se construiría “una en la supercie que
será de plano inclinado o en terrazas cayendo hacia el oeste hasta terminar a media
cuadra al nivel del suelo, para evitar que la nueva estructura le quite atractivo al
Teatro Nacional” (La República, 28 de marzo de 1976, p. 2). En la Figura 2 se puede
observar una imagen de dicha propuesta.
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En octubre de 1975, Carmen Naranjo, en su calidad de ministra, comunicó la
propuesta preliminar de transformación de las zonas aledañas al Teatro Nacional. En la
noticia fue señalada la participación también del BCCR en el nanciamiento de la obra.
Naranjo informó que el MCJD había comprado un pasaje frente al Teatro Nacional y
la Avenida Central, mientras que el BCCR los terrenos ubicados entre calle quinta y
esa avenida (La República, 16 de octubre de 1975, p. 2). En la Figura 1 se muestra una
imagen lateral de la propuesta de la Plaza de la Cultura, presentada en octubre de 1975.
Figura 1. Propuesta de la Plaza de la Cultura en octubre de 1975
Nota. Las primeras propuestas de planos de la Plaza de la Cultura fueron presentadas al público en octubre de
1975. Esta fotografía, de autor desconocido, corresponde a una imagen de Las Arcadas y el Teatro Nacional como
parte del proyecto Plaza de la Cultura. Tomada del periódico La República, 16 de octubre de 1975, “Cambiarán
corazón de San José”.
El proyecto Plaza de la Cultura presentado por la ministra mostraba una inter-
vención enfocada en las zonas norte al Teatro Nacional. La propuesta pretendía la cons-
trucción de una plaza “con áreas verdes, donde se ubicarán el Museo del Oro, Museo
de la Monedas, la mejor Biblioteca Económica de Centroamérica y una Pinacoteca de
obras de artistas nacionales” (La República, 16 de octubre de 1975, p. 2). Tal como se
indicó, en dicho proyecto urbano participó el BCCR, y las exhibiciones mencionadas
son las colecciones arqueológicas y numismáticas costarricenses que el banco había
adquirido por acuerdo de Junta Directiva desde 1950 (Sáenz, 2018, p. 82 y 85).
En la nota son descritas por Carmen Naranjo otra serie de cambios en la
ciudad de San José, acorde con las propuestas del MIDEPLAN, presentadas un año
atrás por su jerarca, Óscar Arias. La ministra del MCJD agregó dos intervenciones
más asociadas con el proyecto de la Plaza de la Cultura. En la primera, se rerió al
mantenimiento de Las Arcadas, un conjunto arquitectónico creado a inicios del siglo
XX en frente del Teatro Nacional con el motivo de ofrecer cierta armonía visual
entre el teatro y su entorno. En la segunda, expuso las primeras acciones, junto con la
Municipalidad de San José, por construir un bulevar peatonal en la Avenida Central
entre calle 11 y calle 14, como se puede apreciar en la gura 2, esa avenida colinda
en el Norte con el proyecto de la Plaza de la Cultura, y representa una importante
arteria vial de la ciudad de San José (La República, 16 de octubre de 1975, p. 2).
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 99
Tanto en la conferencia de prensa de marzo de 1975, como en la presentación del
proyecto en octubre de 1975, se mencionaron los argumentos que justican la obra para
resaltar el atractivo del Teatro Nacional, así como para fomentar, a través de los museos
subterráneos del complejo, el turismo en la ciudad de San José. Para este momento, la
obra se concretó ante la participación del MIDEPLAN, el MCJD y el BCCR.
En mayo de 1976, Carmen Naranjo renunció al MCJD (La República, 4 de
mayo de 1976a, p. 2). En su lugar fue nombrado Guido Sáenz, quien era viceministro
de esa cartera. En los dos años siguientes y desde su participación como jerarca de
esa institución, será un importante actor en las transformaciones de la ciudad de San
José, pero principalmente del proyecto de la Plaza de la Cultura.
Según lo planteado sobre las transformaciones urbanas en San José, es posible
comprender la ciudad como una invención técnica. Al respecto, Foucault (2008)
asegura que las ciudades signican la incorporación de la especie humana en un
medio articial (p. 35) y en esa línea Nancy (2014) presenta la ciudad como un
espacio técnico y en constante movimiento (p. 39). Para el periodo en estudio, se
observan acciones estatales por transformar la ciudad de San José.
Por otra parte, en setiembre de 1976, en el marco de las celebraciones anuales de
la independencia de Costa Rica, se realizaron actos públicos sobre la inauguración del
proyecto de la Plaza de la Cultura. Por ejemplo, el 7 de setiembre en una conferencia de
prensa se expuso la maqueta de la plaza y en las actividades de conmemoración de la
independencia el 15 de setiembre se colocó simbólicamente la primera piedra de la obra.
En la Figura 2 se muestra el anteproyecto del edicio principal de la Plaza de la Cultura.
Figura 2. Anteproyecto del edicio principal de la Plaza de la Cultura en 1976
Nota. Durante la inauguración de las obras de la Plaza de la Cultura en setiembre de 1976 se presentó el ante-
proyecto del edicio principal que tendría dicha plaza. Esta fotografía, de autor desconocido, corresponde a una
imagen del anteproyecto del edicio principal de la Plaza de la Cultura. Tomada del periódico La Nación, 16 de
setiembre de 1976, “Ofrecerán a cafetaleros plan para nanciar la Plaza de la Cultura”.
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En la actividad de prensa del 7 de setiembre participaron Bernal Jiménez,
presidente ejecutivo del BCCR, Guido Sáenz, ministro del MCJD, Samuel Rowinski,
jefe del proyecto y del Departamento Cultural del BCCR, y los arquitectos Édgar
Vargas, Jorge Borbón y Jorge Bertheau, representantes de las empresas que elaboraron
los planos y construirían la obra (La República, 8 de setiembre de 1976, p. 14). En
dicha conferencia, se indicó una reducción del costo de la obra, pues con respecto a
los ochenta millones de colones anteriormente estimados para su construcción, ahora
se mencionaba un valor de sesenta millones de colones.
Seguidamente, el 15 de setiembre de 1976 se realizaron los actos inaugu-
rales del proyecto, en los que participaron Daniel Oduber, presidente de la repú-
blica, Bernal Jiménez, presidente ejecutivo del BCCR, y Guido Sáenz, ministro de
Cultura. En los discursos de la actividad, Sáenz González recordó cómo hacía 85
años el presidente de la república, José Joaquín Rodríguez, colocó la primera piedra
del Teatro Nacional. Bernal Jiménez aludió al papel del sector cafetalero en la cons-
trucción del Teatro Nacional y les propuso que, siguiendo el ejemplo del pasado, en
esta ocasión aportaran para la construcción de la plaza: “¿no sería la mejor forma de
venerar la memoria de nuestros antepasados, el usar la misma fuente de recursos para
exaltar la belleza de este teatro y complementar las instalaciones?” (La Nación, 16 de
setiembre de 1976, p. 8A). También, el presidente del BCCR hizo la misma exhor-
tativa ante la bonanza económica en las alzas del precio internacional del café (La
Nación, 16 de setiembre de 1976, p. 8A), pues tal como señala León (2014), Costa
Rica experimentó una corta bonanza de ese grano durante dicho periodo (p. 190).
En el imaginario histórico costarricense ha prevalecido la idea de que los
sectores cafetaleros de nales del siglo XIX aportaron cifras económicas signi-
cativas para la construcción del Teatro Nacional, pero la evidencia histórica cues-
tiona esa narrativa.2 Por ende, las armaciones hechas durante la inauguración de las
obras de la Plaza de la Cultura reprodujeron un imaginario histórico sobre el Teatro
Nacional, por lo que cabe la posibilidad de que los sectores políticos socialdemó-
cratas deseaban beneciarse de ese imaginario histórico para motivar la construcción
de la Plaza de la Cultura.
Al respecto, cabe destacar cómo ambos jerarcas asimilaron en sus inter-
venciones la construcción de la Plaza de la Cultura con la construcción del Teatro
Nacional. Se podría suponer que así como el Teatro Nacional representó en el imagi-
nario costarricense un símbolo cultural del proyecto liberal del siglo XIX, estos
sectores políticos miraron la Plaza de la Cultura como una potencial expresión mate-
rial y cultural del proyecto socialdemócrata.
En esta actividad, el presidente Daniel Oduber, representante del partido
PLN, agrupación dominante durante segunda mitad del siglo XX, mencionó una
serie de intervenciones urbanas realizadas durante su administración en la ciudad
de San José. En ese listado, señaló la importancia de construir el bulevar peatonal
de la Avenida Central como una obra complementaria a la plaza (La Nación, 16 de
setiembre de 1976, p. 8A).
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 1111
En esos términos, durante la administración de Oduber Quirós hubo acciones
sistemáticas para transformar la ciudad de San José. Tal armación se sustenta por el
plan presentado en marzo de 1975 por el MIDEPLAN, las acciones mencionadas por
el MCJD en octubre de 1975 y el recuento expuesto por Daniel Oduber con motivo
de sus palabras en esta actividad.
Una serie de reacciones fueron expresadas en la prensa ante estas actividades
realizadas a razón de la inauguración de las obras del proyecto de la Plaza de la
Cultura. En esas manifestaciones, predominó un sentimiento de unión y patriotismo
ante la construcción de esta obra. Una de las reacciones en el periódico La Nación
armaba que:
Pocas veces la opinión pública acoge con aplausos tan unánime un proyecto
como este -ya obra embrionaria- el cual viene a rescatar en parte esta sio-
nomía interna de la ciudad y el alma que caracteriza a toda agrupación de seres
humanos. (La Nación, 17 de setiembre de 1976, p. 14A)
Y en el editorial del diario La República se exponía que “la Plaza de la Cultura
será una de sus más altas realizaciones y traspasará los tiempos, como todo lo que
lleva el sello del más puro humanismo” (La República, 17 de setiembre de 1976, p.
8).
También, en ese editorial de La República se planteó que la construcción de
una obra de este tipo no signicaba desatender los problemas económicos y sociales
del país, “¿por qué hemos de ruborizarnos ante la armación de que también una gran
obra cultural contribuye a satisfacer las necesidades económicas de los desposeídos,
los marginados y los desheredados?” (La República, 17 de setiembre de 1976, p. 8).
En esa línea, también el diario indicaba que:
Costa Rica necesita de arrozales, de naranjales, de poderosas industrias, de
cafetaleros y ganado, pero todo este esfuerzo económico adquiere sentido
cuando los ciudadanos y los gobernantes no le niegan a la cultura su cauce y su
posibilidad de desarrollo. (La República, 17 de setiembre de 1976, p. 8)
Según esas armaciones, se podría interpretar que el proyecto educativo pero
principalmente cultural impulsado por la socialdemocracia dio cabida en ciertos
sectores de la opinión pública para considerar que la inversión en infraestructura
urbana y cultural representaba señales de progreso en el país. De esta manera,
vuelven a traslaparse las opiniones favorables de la obra con signicativos hechos
para el país, principalmente con la construcción del Teatro Nacional.
Precisamente, en uno de los artículos de opinión del periódico La Nación
fueron relacionadas las obras de la Plaza de la Cultura con la construcción del Teatro
Nacional y con la independencia de Costa Rica. En ese artículo se aseguraba que
“el presidente José Joaquín Rodríguez [político liberal que ocupó diferentes cargos
estatales, entre ellos, la Presidencia de la República entre 1890 a 1894] puso la
primera piedra del Teatro Nacional el 15 de setiembre de 1891. El presidente Daniel
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Oduber colocará hoy 15 de setiembre de 1976, la primera piedra de la Plaza de la
Cultura” (La Nación, 18 de setiembre de 1976, p. 14A), por lo que representa una
“fecha triplemente histórica a lo largo de 155 años” (La Nación, 18 de setiembre de
1976, p. 14A). Las armaciones expresadas sobre la similitud simbólica en términos
políticos y culturales de la Plaza de la Cultura con el Teatro Nacional ya no estaban
únicamente en las voces de aquellos políticos, ahora también circulaban en la opinión
pública.
Entre julio de 1976 y febrero de 1977 se diseñaron los planos y la maqueta
de la obra, el cierre del perímetro para la construcción, las asesorías internacionales
en cuanto a museografía, sonido y seguridad de patrimonio histórico (Archivo del
Teatro Nacional, 1976-1977, actas 2-12). En mayo de 1977, se demolieron los edi-
cios ubicados en el terreno norte (La República, 15 de mayo de 1977, p. 3) y en julio
de ese año iniciaron las excavaciones para la construcción de los edicios subterrá-
neos (Archivo del Teatro Nacional, 8 de julio de 1977, acta 22). Precisamente, esas
excavaciones le darían un giro a la obra.
La propuesta de modificación y ampliación del
proyecto de la Plaza de la Cultura (1977)
En una entrevista concedida al periódico La Nación, en agosto de 1977,
Guido Sáenz, ministro de Cultura, decía que “una mañana pasé por la avenida
central y vi perplejo el aspecto que presentaba el Teatro sin nada que ocultaba su
belleza. Llegué a mi ocina e inmediatamente llamé al presidente ejecutivo del
Banco Central” (La Nación, 4 de setiembre de 1977, p. 4). A partir de esa llamada,
el proyecto de la Plaza de la Cultura comenzó un viraje con respecto a la idea
inicialmente propuesta.
En esa conversación, Guido Sáenz le solicitó a Bernal Jiménez, presidente
del BCCR, modicar el proyecto para eliminar la propuesta del edicio superior
y solo construir, en ese momento, los subterráneos. Sáenz González lo planteaba
de esa manera ante su asombro al observar la parte norte del teatro sin construc-
ciones que obstaculizaran esa vista, pues aseguraba que “los costarricenses nunca
habíamos visto completo el Teatro y que esa parte que se mostraba ahora descu-
bierta podría compararse a la otra cara de la luna” (La Nación, 4 de setiembre de
1977, p. 4).
En la entrevista presentada en el periódico La Nación, Guido Sáenz armó
que Bernal Jiménez al visitar la obra se “contagio de la idea” y fue el presidente de
la república, Daniel Oduber, quien dijo que “nada debería construirse sobre la Plaza
de la Cultura” (La Nación, 4 de setiembre de 1977, p. 4). En la Figura 3 se presenta
el nuevo diseño del proyecto Plaza de la Cultura.
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 1313
Figura 3. Rediseño de la Plaza de la Cultura en 1977
Nota. El rediseño del proyecto Plaza de la Cultura presentado en noviembre de 1977 supuso la eliminación del
edicio exterior originalmente propuesto al costado norte del Teatro Nacional. La nueva expectativa era construir
ese edicio en los predios ubicados al sur del teatro. Esta fotografía de Aguilar corresponde a una imagen de vista
de la maqueta de la Plaza de la Cultura. Tomada del periódico La Nación, el 18 de noviembre de 1977, “Listo plan
denitivo de Plaza de la Cultura”.
Ese cambio se comunicó a la opinión pública en setiembre de 1977. La
transformación de la obra implicaba eliminar el edificio superior propuesto
al costado norte del teatro y trasladarlo al costado sur; para su realización,
era necesario contar con el financiamiento, rediseñar los planos, las gestiones
asociadas con la expropiación y eventual demolición de esos edificios, así
como también la construcción de este nuevo conjunto.
Tales cambios pueden interpretarse desde la comprensión de plaza
propuesta por Nancy (2014). Para este autor, el espaciamiento urbano les
genera un sentido a las plazas, pues representan un nudo vial, un operador
de idas, venidas, cruces, encuentros y suspensiones (pp. 44-45). Este autor
expone que el rol de la plaza se precisa y se simboliza en el monumento, ya
que por lo general se encuentra ubicada alrededor de una estatua, obelisco o un
arco (Nancy, 2014, p. 59). Para el caso en estudio, el monumento que exhibe
la Plaza de la Cultura es el Teatro Nacional y las avenidas de la ciudad de San
José.
Paralelo a ello, dicha solicitud de Sáenz González por evitar la construcción
de las edificaciones verticales del proyecto, a pesar de la ejecución en curso
de las obras, también refleja un desarrollo urbano y una práctica política con
caracteres personalista y jerarquizados.
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En noviembre de 1977, las autoridades a cargo del proyecto hicieron una
presentación pública del nuevo plan de la Plaza de la Cultura. El diseño fue elaborado
por los arquitectos encargados de la primera propuesta, Jorge Bertheau y Jorge
Borbón (La Nación, 18 de noviembre de 1977, p. 1B). Este rediseño comprendió
dos edicios: uno subterráneo al norte del Teatro Nacional, tal como se planteó en
la propuesta inicial, y otro para convenciones en la cuadra sur. También contempló
la remodelación del parque Mora Fernández y su integración con Las Arcadas, así
como el posible cierre de la calle 3, entre las avenidas central y segunda, y de la
Avenida Central, entre calles 3 y 5 (La Nación, 18 de noviembre de 1977, p. 1B). El
BCCR se propuso renanciar la obra y el avalúo de la compra de los terrenos estuvo
listo para abril de 1978 (La Nación, 3 de abril de 1978, portada).
Dado que las modicaciones al proyecto fueron comunicadas a nales de
1977, durante los últimos meses de la administración Oduber Quirós, estos cambios
en torno a la Plaza de la Cultura quedaron inmersos en la campaña electoral de
1978. En esa contienda los dos principales partidos fueron Coalición Unidad, con
el candidato Rodrigo Carazo, y el PLN, con Alberto Monge. En el siguiente apar-
tado serán planteadas las circunstancias asociadas a esa coyuntura política, pero
cabe señalar que dicha campaña electoral le daría un giro al proyecto de la Plaza
de la Cultura.
“NOTABLES CAMBIOS EN LA CIUDAD DE SAN JOSÉ”. LAS
DISPUTAS POLÍTICAS Y CULTURALES EN LA CONSTRUCCIÓN
E INAUGURACIÓN DE LA PLAZA DE LA CULTURA (1978-1982)
El 29 de junio de 1980, en el periódico La República se publicó una noticia
con el título “Le cambiarán la cara a San José”. En esa nota se reportaba que:
A partir del próximo mes de diciembre la ciudad de San José sufrirá notables
cambios en su sionomía que incluyen el cierre del tránsito en un trecho de la
Avenida Central. […] con la construcción del boulevard se dará facilidad al
desplazamiento de peatones y al mismo tiempo se dotará a la ciudad de San
José de una importante obra de ornato. (La República, 29 de junio de 1980, p.
3)
El artículo de prensa daba cuentas de la planicación del bulevar de la Avenida
Central, impulsado desde 1975 y concretado nalmente para 1980. Ante esas obras
urbanas en construcción para ese mismo año se encontraba la Plaza de la Cultura.
Por ello, en este subapartado se determina las acciones implementadas por el MCJD,
el BCCR y el Teatro Nacional en la nalización de las obras y la inauguración del
proyecto Plaza de la Cultura durante los años de 1978 a 1982, con el n de identicar
los cambios en las decisiones políticas y culturales inicialmente planicadas en este
espacio urbano de la ciudad de San José.
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 1515
Las posturas ante las propuestas de modificación y
ampliación del proyecto de la Plaza de la Cultura (1978)
Según Díaz (2021), en la campaña electoral de 1978 la maquinaria del Partido
Coalición Unidad construyó una imagen de las dos administraciones del PLN, de
1970 a 1978, a partir de una relación de “socialdemocracia, corrupción, y un Estado
agotado burocrático” (p. 31), por lo que resulta entendible que las modicaciones
propuestas en el proyecto tuvieran la oposición del candidato Rodrigo Carazo, quien
nalmente ganó las elecciones presidenciales de ese periodo.
Durante su designación como presidente electo, Rodrigo Carazo solicitó al
BCCR la suspensión de la compra de los terrenos ubicados al sur del Teatro Nacional.
Como será seguidamente presentado, la posición política de Carazo Odio ante la
nueva propuesta de la Plaza de la Cultura, especialmente las obras de los terrenos sur,
fue redestinar ese recurso para mejorar el sistema penitenciario.
En una nota dirigida en 1978 por Rodrigo Carazo a Juan Arrea, jerarca saliente
del BCCR, aseguraba que:
No creo que el país esté en condiciones de llevar adelante ese proyecto en la
magnitud que tendría, [señalaba que redestinaría el dinero a] otros problemas
nacionales que deben ser considerados muy especialmente. Tengo en mente
llevar a cabo en estos próximos cuatro años todos los planes a efectos de que
nuestro sistema penal sufra la modicación […] que reclama […] el respeto a
los derechos humanos. (La Nación, 7 de abril de1978, p. 14A)
Ante tales circunstancias, Guido Sáenz, en el último mes de ejercicio como
ministro de Cultura, manifestó su reacción en contra de la posición del presidente
electo. Sáenz González aseguraba que “el proyecto debe realizarse, pues abre nuestra
fea ciudad, la embellece, la despeja y la deja respirar. Negar esto es negarse a contem-
plar la historia” (La Nación, 11 de abril de 1978, p. 6A).
Sáenz González acudió a la relación del teatro con la Plaza de la Cultura para
defender la nueva obra: “Si al construir el Teatro se cayó en el error de ubicación, no
debemos estrechar el proyecto que corrige ese error” (La Nación, 11 de abril de 1978, p.
6A). Ante esta armación, nuevamente es referido el pasado liberal costarricense para la
construcción del proyecto, pero en esta ocasión se menciona para corregir un aparente
error que nunca existió, pues tal como identicó Fischel (1992), sí hubo un estudio previo
a la construcción del Teatro Nacional en 1890 para denir su ubicación (pp. 32, 36-37).3
La localización del Teatro Nacional no tiene necesariamente un error, como
menciona Sáenz González, sino que más bien la situación que afrontaba expresa
una cualidad de las ciudades. Al respecto, conviene considerar los planteamientos
de Nancy (2014), pues para el autor las ciudades poseen las características de
fusionarse entre elementos urbanos, así como una imposibilidad de ser controladas
en su totalidad (p. 39). De esa forma, el señalamiento del exministro no es
necesariamente un error de planicación urbana, sino una cualidad de las ciudades
que para ese momento se expresaba en San José.
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También en esa nota, Sáenz González aludió directamente al signicado
cultural de la plaza: “ampliemos, por el contrario, nuestra visión del corazón de San
José” (La Nación, 11 de abril de 1978, p. 6A) y asimiló la limitación del proyecto
con la demolición del patrimonio histórico de los años anteriores, pues aseguró que
el presidente electo Rodrigo Carazo pierde:
La perspectiva del problema para caer en las economías mal entendidas de otros
gobernantes de nuestra historia que no pudieron ver las cosas en el tamaño y la
necesidad correspondiente. Un ejemplo clásico es el patético caso de la Biblio-
teca Nacional. (La Nación, 11 de abril de 1978, p. 6A)
Esa armación de Sáenz González supone una contradicción. Fue durante
la administración de su partido Liberación Nacional que se demolió la Biblioteca
Nacional en 1971. No obstante, durante el gobierno de ese partido fue creado el
MCJD en 1971 y se impulsó la Ley N.º 5397 para la Defensa del Patrimonio Histó-
rico, Artístico y Cultural en 1973.
Ante esa confrontación, Kitico Moreno, viceministra de Cultura del partido
saliente, se apartó de la posición del ministro Sáenz González y aseguró que la compra
del terreno sur para la segunda etapa de la Plaza de la Cultura refuerza “la política
de concentración cultural en un área y para una clase privilegiada” (La Nación, 12
de abril de 1978, p. 6). La viceministra enlistó en esa línea las obras del ministro de
Cultura, las cuales catalogó de centralizadas en contraposición a la promoción de
casas de la cultura en todo el país que regionalizaran el quehacer en materia. Ella
armó que “la cultura, el arte, el acceso a lo bello y lo bueno debe ser patrimonio y
derecho de todos los ciudadanos, no el privilegio de unos cuantos” (La Nación, 12
de abril de 1978, p. 6).
En el mes de abril de 1978, el BCCR decidió suspender la compra de los
terrenos ubicados al sur del Teatro Nacional. Según expresó Juan Arrea, director
saliente del BCCR, la suspensión se debía a la solicitud enviada por el presidente
electo Rodrigo Carazo, pero también obedecía a que “es imposible completar en
breve plazo el análisis de todos los aspectos de ese trámite” (La Nación, 13 de abril
de 1978, p. 6A). Para Juan Arrea, cuya posición era similar a la sostenida por Sáenz
González, no ampliar el proyecto con la compra de la manzana “dejaría totalmente
mutilado el plan, sin posibilidad alguna de restituirlo a su concepción original, por
razones jurídicas, técnicas y económicas” (La Nación, 13 de abril de 1978, p. 6A).
En esas disputas emprendidas durante los cambios de administración entre
los meses de marzo y abril de 1978, el MCJD preparó un documental dirigido a la
población costarricense para justicar la importancia del proyecto de la Plaza de la
Cultura. El documental fue producido por el Departamento de Cine adscrito a ese
ministerio (Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, 1978). Para dicho proyecto
se creó una junta directiva y un comité ejecutivo, ese comité solicitó en el mes de
abril un plan para repetir la proyección de ese documental en los canales comerciales
costarricenses 4, 7 y 11, además de sugerir la posibilidad de grabar uno nuevo
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 1717
(Archivo del Teatro Nacional, 20 de abril 1978, acta 31). Al respecto de ese material
audiovisual, conviene preguntarse si esas solicitudes de producción y divulgación
se insertan en las críticas anteriormente mencionadas por actores externos al MCJD,
quienes armaban que esa institución impulsaba una cultura ocial y una propaganda
a favor del PLN (La República, 4 de mayo de 1976a, p. 2).
Guillermo González, nuevo presidente ejecutivo del BCCR, aseguró que la
junta directiva del banco tomó la decisión de rechazar la compra de los terrenos al
sur del Teatro Nacional, situación que se enmarca en el contexto de las presiones del
Poder Ejecutivo para evitar esa adquisición; además, la directiva solicitó una revisión
de los planos del proyecto norte “a n de determinar si deben o no ser modicados,
al tomarse en consideración que no se contará con las propiedades adicionales” (La
Nación, 22 de mayo de 1978, p. 2A).
En la obra propuesta, solo se consideró la construcción de los museos subte-
rráneos, no se construyeron los talleres de ensayo ni las ocinas administrativas de la
sinfónica y tampoco los talleres de escenografía que formaron parte de los acuerdos del
Teatro Nacional por los terrenos cedidos para estas obras; ante ello, el BCCR le pagó
una indemnización al teatro (Archivo del Teatro Nacional, 20 de abril 1978, acta 31).
De esa manera, a través de una serie de enfrentamientos con motivo del
cambio de administración presidencial, cerraba la primera etapa del proyecto que
empezó a gestarse en los años de 1970 como una iniciativa de “expropiar propie-
dades anexas al Teatro Nacional para construir jardines y parques” que permitieran
“un embellecimiento más amplio alrededor del Teatro” (La República, 14 de junio
de 1971, portada).
El proceso de construcción de la Plaza de la Cultura (1978-1982)
Posterior a la suspensión de la compra de las propiedades al sur del Teatro
Nacional en mayo de 1978, Rodrigo Carazo aseguró que nalizaría la construc-
ción de la Plaza de la Cultura, pero según el proyecto que concentraba la obra en
los terrenos norte del Teatro Nacional. El diario La República reportaba que “el
presidente Carazo llevó hasta el Consejo de Gobierno su inquietud por terminar a
la mayor brevedad posible la Plaza de la Cultura, lo que fue aprobado y giradas
las instrucciones pertinentes” (La República, 25 de mayo de 1978, p. 3). En esos
términos, se informó que “Carazo nunca se opuso a la construcción de la Plaza de
la Cultura; lo que, sí objetó, en su oportunidad, fue la compra de la manzana sur del
Teatro Nacional” (La República, 25 de mayo de 1978, p. 3).
La construcción se realizó durante los cuatro años de la administración de
Rodrigo Carazo, entre 1978 a 1982. Como será seguidamente presentado, en el
primer año de ese periodo hubo varias disputas públicas sobre la construcción y
el actuar de la anterior administración del MCJD y, además, en 1981 reapareció la
intención de comprar las propiedades ubicadas al sur del Teatro Nacional.
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Como parte de esas diferencias, circuló la idea de que las excavaciones para las
construcciones subterráneas de la Plaza de la Cultura podrían afectar los cimientos
del Teatro Nacional. Sobre esas excavaciones, el presidente Carazo Odio manifestó
“el peligro que representa para la salud de los habitantes del lugar y los daños que
podrían causarse a la estructura del Teatro Nacional” (La República, 16 de junio de
1978, p. 3). También, se expuso que “las obras de arte que adornan el foyer y la sala
del Teatro Nacional están por desaparecer y que su misma masa edicada, corre
peligro por socavamiento” (La República, 27 de mayo de 1978, p. 3). En la Figura
4 se observa las excavaciones para las obras subterráneas de la Plaza de la Cultura,
inundadas debido al clima de la época lluviosa.
Figura 4. Inundación de las obras de la Plaza de la Cultura en 1977
Nota. Durante la época lluviosa, las excavaciones de la obra se inundaban. Como se verá más adelante, algunos
sectores políticos aprovecharon esa situación para llamar al proyecto el “hueco de la cultura”. Tomado del Área
Archivo Central del Banco Central de Costa Rica (1977).
Sobre esas armaciones no se identicó un criterio técnico que determinara
un peligro en los cimientos del Teatro Nacional debido a las excavaciones para la
construcción de los edicios subterráneos de la Plaza de la Cultura, pero de las
afectaciones a las pinturas y la infraestructura del teatro por el humo emitido por
los automóviles y las vibraciones constantes del tráco (La República, 27 de mayo
de 1978, p. 3). Como se verá más adelante, esas circunstancias inuyeron para que,
en el año de 1981, se retomara la idea de la compra de los terrenos al sur del Teatro
Nacional.
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 1919
En cuanto a las críticas de esa administración al anterior quehacer del MCJD,
Marina Volio, nueva titular de ese ministerio, dudó del manejo de fondos públicos de
la institución y César Valverde, viceministro de Cultura, habló de la existencia de un
elitismo cultural en el ministerio.
En una nota para la prensa, Marina Volio expuso en la Asamblea Legisla-
tiva que recibió el MCJD con desórdenes administrativos internos. También, en esa
noticia, hubo referencias sobre informes de la Contraloría General de la República
(CGR) que cuestionaban el manejo de recursos por parte de la administración ante-
rior del ministerio (La República, 21 de julio de 1978, p. 2). La ministra enmarcó las
acciones irregulares en otras obras urbanas impulsadas durante la gestión de Guido
Sáenz. Volio aclaró que:
Cuando he armado, reriéndome a ciertos procedimientos usados en el desa-
rrollo de algunos programas […] bajo la anterior administración, que no hubo
estricto apego a la ley, no ha sido mi intención señalar las irregularidades que
comprometían la honradez de ciertos funcionarios, y, concretamente, del señor
Guido Sáenz. (La República, 21 de julio de 1978, p. 2)
No obstante, Sáenz González no negó rotundamente esas acusaciones, por
el contrario, las justicó como medidas para concretar tales proyectos. Al respecto,
aseguró que:
El hecho de que, en ocasiones, […] la necesidad de agilizar el desarrollo de
los proyectos provocara conictos con un ordenamiento, no siempre exible
y apto para facilitar las cosas, sólo demuestra, […] la necesidad de revisar
la legislación. [Es] posible que por las aceleradas acciones del Ministerio
se haya contravenido disposiciones o no se haya estado apegado al pie de
la letra a la ley de administración nanciera. (La República, 22 de junio de
1978b, p. 2)
Entonces, según las armaciones de la ministra, el informe de la CGR y las
anteriores palabras de Guido Sáenz, es posible asegurar que durante la gestión de
este como ministro de Cultura hubo un explícito interés por acelerar proyectos para
la transformación urbana de la ciudad de San José.
En el contexto de esos cuestionamientos a la administración anterior, en una
entrevista concedida en junio de 1978, César Valverde, viceministro de Cultura,
aseguró que “está dispuesto a terminar con el elitismo en el campo de la cultura en
el país” (La República, 22 de junio de 1978a, p. 2). Esas armaciones las matizó
al agregar que “el Viceministerio de Cultura continuará tal y como fue ideado
por Lic. Alberto Cañas, y ampliará la labor de los exministros Carmen Naranjo y
Guido Sáenz” (La República, 22 de junio de 1978a, p. 2). Sin embargo, Valverde
dijo nalmente que “evitará que en la actividad cultural la supremacía la tenga
solamente un grupo elitista, por lo tanto, la ampliará hasta los rincones más lejanos
del país” (La República, 22 de junio de 1978a, p. 2).
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 25(1): 1-32. Enero-junio, 2024. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica2020
La idea de comprar los terrenos al sur del Teatro Nacional reapareció en
1981. Las nuevas razones para esa adquisición no radicaban necesariamente en
retomar la propuesta de la segunda etapa de la Plaza de la Cultura planeada al nal
de la administración Oduber Quirós y cancelada al inicio de la gestión de Carazo
Odio, sino debido a los problemas de infraestructura que presentaban el teatro y el
Colegio Superior de Señoritas. Dicho centro educativo fue fundado en 1888, y su
promulgación se enmarcó en el proyecto cultural del liberalismo costarricense de
nales del siglo XIX. El edicio que alberga a este colegio data de 1893, y es cercano
tanto geográcamente como en estilo arquitectónico al Teatro Nacional (Ministerio
de Cultura y Juventud, 2020, p. 2).
Las causas de esas afectaciones se debían al alto tráco vehicular que circulaba
en las inmediaciones de ambos edicios, los que se encontraban en los extremos de
esas propiedades que se deseaban comprar. Por un lado, la afectación del inmueble
del Teatro Nacional consistía en la contaminación sónica, el deterioro de las pinturas
internas y el agrietamiento de sus paredes; por tal razón, el foyer del Teatro se encon-
traba cerrado por mantenimiento desde 1978. La ministra Marina Volio, en 1981,
señalaba que “el Ministerio de Salud hizo un examen del lugar y se comprobó que la
contaminación asciende a un 200 por ciento, mientras que el límite permisible es de
80 por ciento” (La República, 24 de enero de 1981, p. 3). Por otro lado, los problemas
en la infraestructura del Colegio Superior de Señoritas se debían no solo a la contami-
nación provocada por el tráco vehicular, sino a las limitaciones del inmueble ante el
crecimiento de la matrícula y a su escasa conservación patrimonial al tratarse de una
infraestructura de nales del siglo XIX (La República, 5 de marzo de 1981, p. 3).
Debido a las condiciones señaladas del centro educativo, el Ministerio de
Educación Pública le solicitó a la administración del colegio su desalojo en febrero
de 1981. Ante esa situación, la ministra Marina Volio señaló que era indispensable la
restauración del edicio e importante la compra de las propiedades al sur del Teatro
Nacional. La ministra aseguraba que, pese a la oposición de algunas personas a la
compra de los terrenos, eran necesarios “no solo para proteger edicios como el
Teatro Nacional y el Colegio Superior de Señoritas, sino también para que San José
tenga un pulmón verde” (La República, 19 de abril de 1981, p. 3).
La nueva propuesta de la administración Carazo Odio era construir un paso
a desnivel en la avenida segunda para evitar la circulación de vehículos al costado
del teatro y, por ende, los efectos de estos en su infraestructura. En los terrenos sur
que se comprarían, se ubicaría un parque que integraría a los edicios del Colegio
Superior de Señoritas y el de la Caja Costarricense de Seguro Social, inaugurado en
1967 (Archivo del Teatro Nacional, Correspondencia, 15 de enero de 1981). Sobre el
posible uso de esos terrenos, la ministra Marina Volio señaló que:
El proyecto antes hubiera costado más de cien millones por llevar
construcciones subterráneas y edicios externos, ahora sólo costará los 60
millones necesarios para la compra del terreno, ya que sólo se va a hacer un
parque y sembrar árboles. (La República, 19 de abril de 1981, p. 3)
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 2121
Para tramitar esa compra, el presidente Rodrigo Carazo envió una nota en
enero de 1981 a Rafael Chinchilla, contralor general, en la que le solicitaba la
autorización para la adquisición de esas propiedades. En la carta, Carazo Odio
reconoció la complicada situación económica que atravesaba el país, pero aseguró
que “la ciudadanía vibrará con alegría frente a los resultados que de este esfuerzo
común vamos a tener” (Archivo del Teatro Nacional, Correspondencia, 15 de
enero de 1981).
Las justicaciones presentadas en esa carta por el presidente de la república
al contralor general para reconsiderar la compra de los terrenos eran, justamente, la
preservación tanto del Teatro Nacional como del Colegio Superior de Señoritas, y la
creación de espacios verdes para la ciudad de San José (Archivo del Teatro Nacional,
Correspondencia, 15 de enero de 1981). Al nal, señaló el requerimiento de espacios
que amortigüen la contaminación vehicular (Archivo del Teatro Nacional, Corres-
pondencia, 15 de enero de 1981).
En la carta, el presidente de la república motivó la autorización de la CGR
ante la importancia de este proyecto. Carazo Odio aseguró: “Creo señor Contralor
que estamos frente a una situación de especiales características y de una importancia
incalculable, para el futuro cultural, urbanístico-arquitectónico, turístico y de salud
en nuestra ciudad capital” (Archivo del Teatro Nacional, Correspondencia, 15 de
enero de 1981).
La posible compra de los terrenos para 1981 tenía como facilidad las
gestiones avanzadas por la administración anterior, pues existía la ley de expro-
piaciones de la zona emitida en 1977 y los estudios realizados para su adquisición
por el BCCR en 1978. Sin embargo, ni en la carta del presidente de la república
al contralor general ni en las intervenciones de la ministra de Cultura se mencio-
naba la adquisición de los terrenos sur como parte del proyecto de la Plaza de la
Cultura.
Entre los aspectos por destacar en ese cambio de decisión sobre la
compra de los terrenos es su desarticulación con la Plaza de la Cultura plan-
teada a inicios de 1978, pues la adquisición de los predios ya no formaba parte
de dicho proyecto. Ahora, se proponía la construcción de un parque llamado
“Centro José Gregorio Ramírez” (Archivo del Teatro Nacional, Correspon-
dencia, 15 de enero de 1981).
Ante esa nueva propuesta, el Colegio de Arquitectos de Costa Rica emitió
un pronunciamiento como respaldo a la iniciativa, en el que se argumentaba la
necesidad de espacios que estabilizaran la contaminación ambiental provocada por
los vehículos, el requerimiento de espacios ambientales naturales para las personas
habitantes de la ciudad de San José, la amenaza a la infraestructura del Teatro
Nacional y a la integridad física de las personas debido a la contaminación vehicular,
así como por el interés que desde hacía varios años había existido para la adquisición
estatal de las propiedades ubicadas al sur del teatro (Archivo del Teatro Nacional,
Correspondencia, 15 de enero de 1981).
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Además de instar la compra de los terrenos, el Colegio de Arquitectos
planteó que, una vez realizada la compra, era necesario la adecuación de esas
propiedades desde una perspectiva urbana que favoreciera la gura arquitectónica
del Teatro Nacional; también motivó a las autoridades viales para que libraran al
teatro de los daños ocasionados por los automotores (Archivo del Teatro Nacional,
Correspondencia, 15 de enero de 1981).
Para concretar la compra de los terrenos en 1981, hubo diferencias entre el BCCR
y la CGR con respecto a los mecanismos de adquisición. El banco estaba dispuesto a
efectuar la compra, pero la CGR negaba la autorización debido a que el BCCR había
propuesto para esa fecha que la adquisición de los predios se ejecutara mediante la
utilización de emisiones inorgánicas de recurso público. El monto solicitado para la
autorización fue de sesenta millones de colones, pero el contralor, Rafael Chinchilla, le
advirtió al banco que “podría comprar la manzana siempre y cuando demostrara que no
utilizaría para ello emisiones inorgánicas” (La República, 18 de febrero de 1981a, p. 2).
Ante la situación económica que atravesaba el país, también hubo reacciones
en contra de esas compras. El diputado Rafael Barrientos del PLN le remitió una carta
al presidente Rodrigo Carazo, en la que manifestaba su oposición a la adquisición de
terrenos; Barrientos Germé aseguró que era inadmisible el gasto de sesenta millones en
la compra de los terrenos ubicados al sur del Teatro Nacional ante la existencia en el país
de un décit de tres mil millones de colones (La República, 18 de febrero de 1981b, p. 2).
También, otros partidos políticos hicieron llamados desde la Asamblea Legis-
lativa para impedir la compra de las propiedades. Un ejemplo fue el Partido Progreso
Nacional, dicha agrupación señaló que:
Apegados a la realidad nacional, conscientes de la crisis en la que nos tienen
hundidos los políticos tradicionales y de la bancarrota, apelamos a todos
nuestros compatriotas para que juntos evitemos, y busquemos la fórmula que
impida la compra de la manzana sur. (La República, 11 de marzo de 1981,
p. 1)
Efectivamente, como indica León (2014), el país atravesó una severa crisis
económica entre 1979 a 1985 producto de la recesión internacional de nales de los
años de 1970 (pp. 188-189). Con respecto a la situación nanciera en 1981, año en
que se debatió la compra de los terrenos, existió una inación económica del 60% y
el desempleo fue de 12 % en noviembre (La República, 4 de noviembre de 1981, p.
7); además, el precio del dólar pasó de 14 colones en enero (La República, 8 de enero
de 1981, p. 3) a 37 colones en diciembre (La República, 2 de diciembre de 1981, p.
3). Durante la crisis de 1981, el BCCR fue cuestionado por el manejo económico e,
incluso, desde la Asamblea Legislativa se promovió ese año la destitución de su junta
directiva.
Al respecto, la fuente de nanciamiento por parte del BCCR, las presiones
políticas en contra de la adquisición y la severa crisis económica que atravesaba el
país incidieron en la suspensión de la compra de las propiedades.
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 2323
En los acuerdos para detener el desalojo del Colegio Superior de Señoritas, el
21 de abril de 1981 (La República, 22 de abril de 1981, p. 18) y en la reapertura del
foyer del Teatro Nacional el 29 de julio de 1981 (La República, 30 de julio de 1981,
p. 3), ya no se mencionaban las propuestas de la preservación de estos edicios a
través de la compra de los terrenos. La relación de la urgencia de la adquisición de las
propiedades con la preservación, principalmente de estos dos edicios patrimoniales,
había desaparecido del discurso político.
De esa forma, la propuesta para la preservación de la infraestructura del Teatro
Nacional a través de la transformación de sus zonas aledañas se enfocó, únicamente,
en el terreno norte y a través del proyecto de la Plaza de la Cultura.
La inauguración de la Plaza de la Cultura y los
discursos en torno a su apertura (1982)
La Plaza de la Cultura fue inaugurada el 26 de febrero de 1982. A la acti-
vidad asistieron las autoridades del gobierno saliente, Rodrigo Carazo, presidente
de la república; Marina Volio, ministra de Cultura; Manuel Naranjo, presidente
del BCCR; Alberto Monge, presidente electo por el PLN; y Alberto Cañas, exmi-
nistro de Cultura, entre otras personas. Durante esa inauguración fueron expre-
sados discursos sobre el signicado de su construcción, así como también se desa-
rrollaron debates en la prensa sobre las personas responsables de impulsar esta
obra.
En la Figura 5 se observan transeúntes caminando por la recién inaugurada
Plaza de la Cultura.
Figura 5. Personas caminando por la Plaza de la Cultura
Nota. La Plaza de la Cultura fue abierta al público el 25 de febrero de 1982 y su inauguración ocial se
realizó un día después, el 26 de febrero. Esta fotografía, de autor desconocido, corresponde a una imagen de
la Plaza de la Cultura. Tomada del periódico La Nación, el 26 de febrero de 1982, “Inauguran hoy Plaza de la
Cultura”.
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En la actividad de inauguración, Manuel Naranjo, presidente del BCCR,
aseguró que al banco “le correspondió vigilar por la consecución de dinero y la
marcha de la obra” y agregó que “se siente orgulloso de la Plaza de la Cultura” (La
Nación, 27 de febrero de 1982, p. 10A). Las palabras de Manuel Naranjo sobre la
vigilancia del recurso destinado a la obra coinciden con la crítica realizada al BCCR
un año atrás, debido a lo irresponsable que consideraban la posible compra de los
terrenos al sur del teatro durante la crisis económica que atravesaba el país.
Por su parte, Rodrigo Carazo, presidente de la república, manifestó que “aún
antes de asumir el poder inició todo tipo de gestiones para terminar la obra” y además
le resultaba importante “cerrar lo que el pueblo pintorescamente llamó el hueco de la
cultura” (La Nación, 27 de febrero de 1982, p. 10A). El “hueco de la cultura” al que
alude el presidente se reere a la excavación donde se construía en su momento la
Plaza de la Cultura (ver Figura 4).
En cuanto a estas armaciones, Rodrigo Carazo se posicionó como una
persona interesada en la construcción de la Plaza de la Cultura desde el inicio de su
gestión. No obstante, como se observó, las acciones impulsadas antes del inicio de
su mandato no estuvieron, necesariamente, centradas en la construcción de la Plaza
de la Cultura, sino en la suspensión de la compra de los terrenos al sur del Teatro
Nacional. Con ese actuar, Carazo Odio limitó el proyecto, pero, como se expuso,
también cambió de criterio a inicios de 1981.
Asimismo, en esos actos protocolarios de apertura de la Plaza de la Cultura,
Carazo Odio señaló la importancia de la obra. Planteó que esta construcción se “rela-
ciona con la herencia cultural precolombina costarricense y con la de los hombres de
nales del siglo XX” (La Nación, 27 de febrero de 1982, p. 10A). Además, aseguró
que “esta Plaza es un tributo al progreso espiritual costarricense; en ella se combinan
la belleza del diseño, y la férrea voluntad que la hizo posible” (La Nación, 27 de
febrero de 1982, p. 10A).
Con respecto a esas manifestaciones, se nota un cambio de sentido sobre el
signicado de la Plaza de la Cultura. No fue asociada como una obra del siglo XX
con el valor similar que posee el Teatro Nacional para el siglo XIX, emblema del
liberalismo costarricense, ni con el aporte a la preservación del teatro, ni tampoco se
relacionó su inauguración con momentos signicativos para el país, como sí sucedió
al inicio de la construcción de las obras el 15 de setiembre de 1976. En su lugar,
Carazo Odio vinculó la plaza como un espacio para el patrimonio precolombino,
debido a los museos que albergarían los edicios subterráneos.4
Así, se podría asegurar que hubo un desplazamiento del signicado que
intentó expresar la socialdemocracia a través de la Plaza de la Cultura como una obra
emblemática de sus ocho años de gobierno. Las razones de esa variación de sentido
se encontraron en el cambio de la fracción político gubernamental de 1978 a 1982,
la crisis económica de 1980 a 1982 y la modicación de la orientación de desarrollo
del Estado costarricense que transitó en esa época de un modelo empresario a otro
neoliberal.
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 2525
Una vez inaugurada la Plaza de la Cultura, circuló en la prensa diversas
confrontaciones sobre las personas responsables de esa obra. Una interesante
disputa en esos términos se dio entre Alberto Cañas, exministro de Cultura, y René
Aguilar, exdiputado. El primero aseguró que la Plaza de la Cultura fue impulsada,
principalmente, por Óscar Arias en 1975, mientras que el segundo planteó que fue
promovida por un grupo de diputados en atención a una solicitud ciudadana en
1969.
Según fue expuesto por Cañas Escalante, Óscar Arias tuvo un papel determi-
nante en la construcción de la Plaza de la Cultura. Alberto Cañas decía: “Recuerdo
muy bien la tarde de 1975 […] don Óscar Arias Sánchez, expuso la idea” (La Nación,
14 de marzo de 1982, p. 12A). En contraposición a esas armaciones, René Aguilar
apeló a las gestiones implementadas por una serie de personas ciudadanas en 1969.
El exdiputado René Aguilar aseguró que en “mayo de 1969, se tramitó en la Asam-
blea Legislativa el Expediente N.3784: Autorización al Poder Ejecutivo para expro-
piar las ncas en las manzanas del Teatro Nacional para construir jardines y parques”
(La Nación, 17 de marzo de 1982, p. 12A).
Una tercera narrativa sobre la persona promotora de la Plaza de la Cultura
se identicó, posteriormente, en la actividad llamada “Esta plaza es nuestra”, orga-
nizada con motivo del traspaso de poderes en 1982. En ese evento, se rindió un
homenaje al ingeniero y escritor Samuel Rovinski bajo la idea de que fue el principal
promotor de la obra (La Nación, 8 de mayo de 1982, p. 5B). No obstante, esa versión
no tuvo el mismo nivel de debate público como el realizado por Cañas Escalante y
René Aguilar.
En ambas intervenciones, se procuró posicionar un determinado origen del
proyecto, lo que podría suponer un interés por colocar un actor especíco y una
fracción política como responsable de la obra. De ambas intervenciones, se puede
derivar que la propuesta mencionada por el exdiputado René Aguilar en 1969 dio
sustento legal a la idea mencionada por Alberto Cañas y, nalmente, presentada por
Óscar Arias en su calidad de presidente ejecutivo del MIDEPLAN en 1975.
Un aspecto que se identica en ambos actores políticos es la mirada jerarqui-
zada con la que observan y desean transformar la ciudad mediante este proyecto. En
esa disputa sostenida en la prensa, Alberto Cañas señaló “a fe que es la primera obra
de auténtico embellecimiento y ornato que se le hace a nuestra miserable ciudad”
(La Nación, 14 de marzo de 1982, p. 12A), mientras que René Aguilar expuso que
“los miembros de esta Comisión conscientes del valor artístico y cultural del Teatro
Nacional […], se hicieron eco de la preocupación expuesta por ese selecto grupo de
ciudadanos” (La Nación, 17 de marzo de 1982, p. 12A).
Los planteamientos de Bourdieu sobre capital cultural y político así como
también de campos y agentes cobran sentido en esas disputas sobre las motivaciones
de los orígenes de la Plaza de la Cultura porque permiten entender, en el cuadrante
del campo cultural y político, el signicado que posee la Plaza de la Cultura.
Además, ofrecen la posibilidad de concebir este espacio urbano como un propio
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campo cultural y político: dicho planteamiento se expresa en dos niveles, el primero,
porque hay una disputa por denir quien originó la Plaza de la Cultura, y con ello,
establecer a quien corresponden los capitales políticos y culturales de esa obra, y el
segundo porque se construyó un espacio urbano donde se activan capitales políticos
y culturales jerarquizados.
Desde esa posición se podría armar que la Plaza de la Cultura, junto con el
Teatro Nacional, crearon un campo urbano y arquitectónico cultural que, al mismo
tiempo, es reproducido y disputado entre los distintos agentes culturales. A partir de
las armaciones de los anteriores artículos de opinión, dicho capital creado y dispu-
tado en ese espacio estaba relacionado con una restringida noción de cultura y arte.
CONCLUSIONES
En el contexto de cambios urbanos de San José durante la década de 1970
surgió el proyecto de la Plaza de la Cultura. Las motivaciones para la preparación de
esa obra remiten a tres puntos: 1) la ley de 1969 para embellecer las inmediaciones
al norte del Teatro Nacional y evitar la construcción de alguna obra que contrastara
con este; 2) las preocupaciones de un sector cultural joseno ante las demoliciones
del patrimonio histórico arquitectónico desde la ampliación de la avenida segunda
en 1952; 3) y la propuesta del MIDEPLAN para intervenir el centro de la ciudad de
San José en 1974.
Este proyecto urbano fue presentado en 1975 con participación en el nancia-
miento, el diseño y la construcción del MIDEPLAN, el MCJD, el BCCR y el Teatro
Nacional. En la inauguración del inicio de las obras en 1976, se asemejó con la
construcción del Teatro Nacional, lo que permite suponer que estos sectores políticos
miraron la Plaza de la Cultura como una potencial expresión material y cultural del
proyecto socialdemócrata.
En correspondencia con otra serie de trasformaciones en la ciudad de San
José, es posible suponer que la construcción de la Plaza de la Cultura respondió a
un proyecto político, cultural, y en ocasiones personalista, impulsado por la social-
democracia costarricense, y en especial por algunas de sus guras, a través del PLN
entre los años de 1970 a 1978.
También, se observó que ante la propuesta de la administración saliente en
1978 por ampliar el proyecto de la Plaza de la Cultura a los terrenos al sur del
Teatro Nacional, el presidente electo para ese año decidió suspender esa idea y
precisar la construcción en los terrenos al norte. El desarrollo de las obras estuvo
mediado por diversas polémicas, tales como las afectaciones de las excavaciones
para los cimientos del Teatro Nacional, los cuestionamientos a la administración
anterior por su actuar centralizado en el área metropolitana, la priorización de
prácticas artísticas excluyentes y por los usos presupuestarios en algunos de sus
proyectos.
Milton Ariel Brenes Rodríguez • “La ciudad se apura a renovarse”. La Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica... 2727
En 1981 reapareció la idea de comprar los terrenos al sur del Teatro Nacional.
En esa ocasión los motivos fueron proteger a este edicio de los daños ocasionados
por el alto tránsito vehicular y construir en ese sitio un parque con orientaciones
distintas a las propuestas en la segunda fase de la Plaza de la Cultura. Finalmente,
esa construcción no se llevó a cabo.
La Plaza de la Cultura fue inaugurada en febrero de 1982 por el Partido
Coalición Unidad. En la inauguración no se mencionó la relación de la obra con
el Teatro Nacional o el liberalismo, como sí sucedió al inicio de su construcción
cuando la administración del PLN asimiló ambos procesos en 1976; en su lugar, las
referencias fueron al periodo precolombino, posiblemente por las obras que años
más tarde albergarían los museos subterráneos.
Se podría suponer que la orientación política y cultural que tuvo la Plaza
de la Cultura durante la administración del PLN entre 1974 y 1978 atravesó un
cambio de signicados con el Partido Coalición Unidad de 1978 y 1982. Se iden-
ticó la manera en que esa agrupación intentó separar la obra de las intenciones
originales del PLN e incluso impulsó un proyecto paralelo en 1981.
La Plaza de la Cultura fue inaugurada en febrero de 1982, en muy distintas
condiciones económicas, políticas y culturales con las que fue anunciado y plani-
cado el proyecto en 1975, e inaugurado el inicio de sus obras en 1976. Así, se
podría asegurar que en la historia urbana se esconden y maniestan disputas polí-
ticas y culturales.
NOTAS
1 El artículo es el resultado de la investigación realizada durante el año 2022 en los cursos Taller
de Investigación Histórica I y II de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica. El
autor le agradece a la Dra. Ana Paulina Malavassi Aguilar por orientar la investigación desde su
labor como docente de ese curso, así como a la Licda. María Villalobos Chaves por la revisión
de estilo de este escrito.
2 Si la persona lectora desea ampliar sobre el nanciamiento de la construcción del Teatro
Nacional, puede consultar Fischel, A. (1992). El Teatro Nacional de Costa Rica: su historia.
Editorial Teatro Nacional, pp. 79-80.
3 Si la persona lectora desea ampliar sobre los estudios realizados en 1890 para denir la
ubicación del Teatro Nacional, puede consultar Fischel, A. (1992). El Teatro Nacional de Costa
Rica: su historia. Editorial Teatro Nacional, pp. 32, 36-37.
4 La inauguración de febrero de 1982 fue de la plaza como espacio urbano, los museos
subterráneos fueron inaugurados años más tarde, el 15 de setiembre de 1985 (La Nación, 16 de
setiembre de 1985, p.14A).
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