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247Diálogos Revista Electrónica de Historia, 21(2): 247-269. Julio-diciembre, 2020. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
DOI 10.15517/dre.v21i2.41308
LA IMPUGNACIÓN A LA VIVIENDA-RANCHO EN LA CIUDAD
DE CÓRDOBA (ARGENTINA) ENTRE LOS SIGLOS XIX Y XX
Ailen Suyai Pereyra
Cecilia Mercedes Quevedo
Resumen
El trabajo analiza el contexto discursivo por el cual se moraliza la vivienda
social mediante la desvalorización de la gura del “rancho” como habitabilidad
dominante en barrios populares de la ciudad de Córdoba entre 1880 y 1920. En
este marco, el artículo realiza una revisión del debate intelectual y político que
instituye y delimita a la habitabilidad como esfera ideológica de intervención a
sectores subalternos en Argentina. En esta labor analítica se propone tres vectores
de análisis: los procesos de alterización enmarcados en la construcción del Estado-
nación de la región latinoamericana como antecedentes ideológicos al periodo; el
rol del imaginario higienista en Argentina que ligado al positivismo operó como
fundamento legítimo para intervenir el hábitat popular; y nalmente, como la
condensación de los anteriores, las signicaciones y valoraciones acerca de la
vivienda-rancho en la provincia de Córdoba y sus implicancias en Pueblo Nuevo
como un barrio popular. La estrategia metodológica se sustenta en el análisis
a fuentes primarias, discursos políticos y documentos académicos elaborada
por referentes de la elite médica del periodo. El resultado del artículo aborda
las regulaciones estatales a la habitabilidad subalterna como ámbito sanitario,
discurso político y problema público emergentes en las contradicciones entre
acciones laicizantes y la estructuración colonial precedente.
Palabras clave: Estado-nación, higienismo, vivienda obrera, modernización, raza,
clase social.
Fecha de recepción: 2 de abril de 2020 Fecha de aceptación: 22 de mayo de 2020
Ailen Suyai Pereyra Instituto de Investigación y Formación en Administración Pública
(IIFAP). Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba,
Argentina. Becaria de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de
Córdoba (SeCyT-UNC). Contacto: ailen_sp90@hotmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1796-4271
Cecilia Mercedes Quevedo Centro de Estudios Avanzados. Investigadora Asistente del
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Tecnológicas (CONICET) con lugar
de trabajo en Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnologías (IECET),
rdoba, Argentina. Contacto: quevedoceci@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6964-1349
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THE OPPOSITION TO THE HOME-RANCH
IN THE CITY OF CÓRDOBA (ARGENTINA)
BETWEEN THE 19TH AND 20TH CENTURIES
Abstract
This work analyzes the discursive context in which social housing is moralized
by devaluing the gure of the “ranch” as the dominant habitability in popular
neighborhoods of the city of Córdoba between 1880 and 1920. In this framework,
the article reviews the intellectual and political debate and delimits habitability as
an ideological sphere of intervention for subordinate sectors in Argentina. In this
analytical work, the article proposes three vectors of analysis: the processes of
alterization framed in the construction of the nation-state of the Latin-American
region as ideological antecedents to the period; the role of the hygienist imaginary
in Argentina that, linked to positivism, operated as a legitimate foundation to
intervene in the popular habitat. Finally, as the condensation of the elements
above, the meanings and valuations about the ranch-house in the province of
Córdoba and its implications in Pueblo Nuevo as a popular neighborhood. The
methodological strategy is based on the analysis of primary sources, political
discourses and academic documents that were prepared by referents in the medical
elite of the period. The result of the article presents the state of regulations on
subordinate habitability to sanitary scope, the political discourse, and emerging
public problem in the contradictions between secularization actions and the
preceding colonial structuring.
Keywords: Nation-state, hygienic, low-income housing, modernization, race,
social class.
Ailen Suyai Pereyra & Cecilia Mercedes Quevedo • La impugnación a la vivienda-rancho en la ciudad de Córdoba (Argentina)... 249
INTRODUCCIÓN
Durante el periodo entre los siglos XIX y XX, la problemática de la vivienda
popular se tornó un tópico central de discusión pública, instituyéndose en una nueva
arena de intervención desde la órbita del Estado dentro de sociedades cada vez más
complejas, populosas e industrializadas. En este marco, la población de Argentina se
había incrementado como resultado de los procesos migratorios de ultramar pasando
de dos millones en 1869 a ocho millones en 1914 (Boixadós, 2000a). El Estado
asumió progresivamente la atención sobre la denominada “cuestión social” y el esta-
blecimiento de políticas concretas sobre las condiciones sanitarias
1
. Esto reorientó
las acciones eclesiásticas que hasta entonces referían al control moral de las fami-
lias trabajadoras. El aumento poblacional, que se hacía más rápido que la oferta de
vivienda e infraestructura de servicios, había generado que las enfermedades y epide-
mias se tornaran una de las principales preocupaciones institucionales en las ciudades.
En esta oportunidad, el trabajo analiza los discursos políticos de la provincia
de Córdoba a partir de los pronunciamientos en el contexto de legislación sobre la
vivienda obrera
2
, reconstruyendo aspectos hegemónicos
3
. Esta provincia es particular-
mente signicativa dentro del denominado “interior” de Argentina por el peso simbó-
lico que históricamente tuvo la Iglesia Católica desde el siglo XVI. No obstante, y
para nes del siglo XIX, la provincia de Córdoba había comenzado un proceso iden-
ticado con el proyecto liberal que, confrontado con sectores católicos, ampliaba el
horizonte de secularización de heterogéneos ámbitos problemáticos de la sociedad,
entre ellos la vivienda de los sectores marginales. En el periodo analizado, Córdoba
atravesó procesos de modernización (Ansaldi, 1997) que, condensando tradiciones
intelectuales precedentes, buscaron transformar la imagen de ciudad colonial imitando
diseños urbanísticos y sanitarios europeos con resultados contradictorios. En 1880,
el asentamiento denominado “Pueblo Nuevo”, que era incorporado al radio de la
ciudad de Córdoba, fue un sitio testigo de la fuerza con que se aplicaron los discursos
públicos sobre la regulación habitacional e higiénica sobre sectores populares. Sin
embargo, esta tematización en torno a la vivienda popular no es reductible a un debate
local, sino que se inscribe dentro de un repertorio heterogéneo y complejo de matrices
ideológicas basadas en diferencias culturales y de clase social de ciertos pobladores
urbanos, respecto a los cuales la elite política proponía diferenciarse.
En este sentido, el argumento del artículo se organiza de la siguiente manera.
Por una parte, visitamos algunas discusiones latinoamericanas sobre interpretaciones
racistas e inscritas en la moralización del trabajo y del trabajador (no indígena) que
con el tiempo legitimaron la problematización en torno a la habitabilidad popular.
Para ello establecemos algunas vinculaciones teóricas e historiográcas sobre la
construcción del Estado-nación, producción de las identidades/alteridades y los
discursos dominantes que ocupó, en esa diferenciación, la vivienda moderna. Por
otra parte, abordamos la ideología positivista que, como nueva hegemonía basada
en el higienismo social, denió el contenido simbólico de la nación, así como de
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los ámbitos provinciales como el que se trata de abordar. Por lo que se advierte que
tanto el romanticismo, desde mitad del siglo XIX, como el positivismo, desde nes
del XIX, elaboraron argumentos para la jerarquización racial de la población y de sus
modos de vida basándose en características de los espacios domésticos. Finalmente,
proponemos un vector de análisis local focalizado en las sentidos y valoraciones
en la provincia de Córdoba sobre la política de salud pública y, dentro de éstas, el
intento de erradicación del “rancho” comprendido como vivienda precaria. Ambas
acciones estatales signicaron a esta forma de habitación, generalizada en sectores
trabajadores, desde su carácter inmoral, miserable o socialmente inapropiado. Esta
particularidad permitió la delimitación del corpus analizado. Metodológicamente se
utilizaron discursos políticos de autoridades cordobesas y documentos elaborados
por los médicos y académicos que, como parte de una elite intelectual, estuvieron
involucrados en el debate público del periodo, orientando las políticas públicas y los
criterios de intervención en las habitabilidades populares.
El argumento general del artículo comprende que el discurso político, en el
marco de pujas hegemónicas (Williams, 2000), constituye un mecanismo de traduc-
ción de las relaciones de dominación, subordinación y construcción de consensos
sobre la representación política de las identidades y las alteridades. Como hipótesis,
se sostiene que las intervenciones discursivas sobre el problema por la erradicación
de la “mala vivienda” se tramó con signos de los discursos coloniales precedentes y
nuevas valoraciones liberales e higienistas. En ellos podemos reconocer las condi-
ciones contextuales por las cuales la élite urbana reproducía marcadores étnicos y
de clase social, es decir, formas legítimas de inclusión y exclusión social en el esce-
nario urbano que asocian el universo decimonónico cordobés con el racismo de clase
(Balibar, 1991). Se basó en la perspectiva de Balibar (1991) para comprender cómo
el racismo constituye un fenómeno social total que opera desde discursos y represen-
taciones de prolaxis y segregación, permitiendo la construcción distintiva de iden-
tidades y alteridades como comunidades racializadas en contextos de explotación.
Así, las formas físicas del rancho, como también la del conventillo
4
, progresivamente
fueron simbolizadas como un peligro en sí mismo para el resto de la sociedad, consi-
deración que se fue desplazando para juzgar a sus habitantes en términos raciales.
MATRICES IDEOLÓGICAS: CIVILIZACIÓN Y BARBARIE COMO
MITO FUNDACIONAL
En las élites latinoamericanas, las representaciones de los intelectuales legi-
timando el orden social se difundieron en los discursos literarios, en las retóricas
políticas, y posteriormente, en el conocimiento cientíco. El problema de las razas se
instalaba como núcleo central de la erudición intelectual, haciendo que el racismo se
convierta en la cualidad legitimadora pseudocientíca (Ansaldi & Funes, 1994) de la
matriz de los Estados latinoamericanos en su proceso de consolidación oligárquica.
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En la cultura política argentina, estos imaginarios giraron con base al mito
fundante de civilización y barbarie y su innegable correlato geográco entre Buenos
Aires y el interior del país. El romanticismo “autóctono” proporcionó algunos de los
referentes de la consolidación de la matriz de pensamiento a través de los cuales se
han construido y demarcado las subjetividades nacionales y subalternas. Las obras
literarias de intelectuales como Sarmiento y Alberdi sirvieron de fundamento de los
discursos de la clase dominante y esa impronta impregnó la cultura política, rati-
cado como sentido común en la sociedad. Aunque desde aristas programáticas disí-
miles y adelantándose al positivismo, representaron un modo de percepción o un
núcleo de pensamiento, un orden de ver y concebir, que se manifestó en los discursos
dominantes y tecnologías especícas (principalmente a través de la escuela primaria
por su capacidad de subjetivación).
A mitad del siglo XIX, la gura de Sarmiento permite caracterizar el espíritu
de época por su estatus de referencialidad en la reproducción de categorías clasi-
catorias y morales sobre las diferencias sociales que luego tomó para el Estado
nacional. En este sentido, la construcción eurocéntrica de lo autóctono se basa tanto
en estéticas y moralidades contrapuestas como también en diacríticos y maneras de
ser jerarquizadas. Por ejemplo, para Sarmiento, lo que daba sentimientos de “compa-
sión y vergüenza” eran modos de vida y habitabilidades diferentes respecto a la
cultura europea. En sus palabras:
Da compasión y vergüenza en la República Argentina comparar la colonia
alemana o escocesa del sur de Buenos Aires y la villa que se forma en el inte-
rior: en la primera, las casitas son pintadas; el frente de la casa, siempre aseado,
adornado de ores y arbustillos graciosos La villa nacional es el reverso
indigno de esta medalla: niños sucios y cubiertos de harapos viven con una
jauría de perros; hombres tendidos por el suelo en la más completa inacción;
el desaseo y la pobreza por todas partes; una mesita y petacas por todo amue-
blado; ranchos miserables por habitación, y un aspecto general de barbarie y de
incuria los hacen notables. (Sarmiento, 2007, p. 31)
La observación de lo doméstico desde entonces traslada las diferencias étnicas
en torno a la habitabilidad como puntos sobre cómo operan los alcances de la civi-
lización y la barbarie. La diferenciación entre “casitas” pintadas y aseadas con los
“ranchos miserables” permanecerán indelebles en el imaginario popular y en la preo-
cupación de los legisladores, como se verá más adelante.
Por su parte, Alberdi (1996) conduciría a una ideología proinmigratoria que
proveería trabajadores para cumplir con uno de los factores de la producción que
requirió el proyecto modernizador (Ansaldi & Funes, 1994). Para este autor, la
mejor constitución nacional que conviene al “desierto” argentino, es decir, aquella
geografía habitada por sectores étnicos indeseados, es la que sirve a los nes de hacerlo
desaparecer como tal. Para el autor de Bases y Puntos de Partida para la Organi-
zación Política de la República Argentina (1996 [1852]), la extensión del territorio
nacional obligaba a la imperiosa necesidad de poblar con inmigrantes europeos.
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La inmigración era clave en la intención de modicar el sustrato poblacional a partir
de la mezcla de razas. En Alberdi (1996), la dicotomía central es el par “República
posible/República real” donde la proyección de una “población deseada” impli-
caba que, posteriormente, serían seleccionados de los sujetos políticos. En ese
binomio, el concepto de “trabajo” se dene como actividad moral desde las carac-
terísticas del determinismo racial. Alberdi (1996) entiende el par riqueza/pobreza
como expresiones morales en función del trabajo y la ociosidad: dene la riqueza
moral a partir del trabajo y el ahorro, y la pobreza moral a partir de la ociosidad
y la dilapidación. Así, la inmigración viabilizaría la cultura moderna, sus virtudes
y laboriosidad, permitiendo alcanzar “la europeidad incompleta” (Margulis &
Belvedere, 1998, p. 116) de los argentinos.
Estas ideas cristalizaron en la élite del 1880, generación que protagonizó una
epopeya desde los objetivos del liberalismo y el progreso. Desde entonces, Argen-
tina se ubicaba como exportadora de materias primas a la vez que protagonizaba
incipientes procesos de industrialización en centros urbanos. Desde entonces, y en
el marco de la construcción del Estado-nación argentino, la reproducción del marco
ideológico estuvo acompañada por profundas transformaciones sociales. Entre ellas
se puede mencionar el ordenamiento legal y liberal del Estado, el crecimiento econó-
mico y demográco, las políticas de educación pública, la inmigración a gran escala,
los aportes del capital extranjero y, nalmente, las políticas urbanas e higienistas. El
rápido éxito económico alcanzado demostraba las virtudes de la inserción del país en
la división internacional del trabajo y en las modalidades de acumulación vigentes.
A la vez, esto nutría a la cultura política de prejuicios étnicos y sociales respaldados
en concepciones racialistas hacia amplios sectores poblacionales.
LOS TRAZOS DEL POSITIVISMO Y EL PROBLEMA DE LAS RAZAS
Si bien el liberalismo continuó siendo la ideología dominante, la década de
1880 signicó una modicación en el panorama de las ideas hegemónicas: la transi-
ción nal del romanticismo al positivismo. A principios del siglo XX, las prácticas
políticas en dicho proceso se hallan indisociablemente unidas al conocimiento cientí-
co, brindando argumentos y representaciones para legitimar las propuestas de inclu-
sión o exclusión a ciertos grupos sociales, aunque sin unanimidad (Villavicencio,
1999). Sólo con la ciencia moderna es posible que el racismo biológico, asociando
rasgos físicos con cualidades morales, pueda convertirse en un discurso verosímil
al clasicar y jerarquizar fenotipos “raciales”. En este contexto, es posible concluir
que América Latina funcionó como un laboratorio donde, en un mismo período de
tiempo y hasta muchas décadas después, se llevaron a cabo diferentes —y homo-
logables según los casos— prácticas basadas en el discurso racial, e incluso desde
criterios estatalistas, raciológicos, deterministas y climáticos (González, 2000).
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En este periodo es posible analizar lo que para Nacach (2009) constituye
un segundo momento de lo que puede englobarse como discurso racial, distinto al
precedente por su base cienticista. La intelectualidad de Buenos Aires daba notable
tratamiento al darwinismo en un contexto donde los extranjeros coetáneos atribu-
yeron excesiva devoción por el positivismo. Estos jóvenes intelectuales provenientes
de clases medias fueron anexados por los representantes del Ejecutivo para articular
una nueva élite al servicio del orden social
5
. Con ellos se fundó el carácter absoluto
del sistema de ideas morales, proporcionando, desde el registro de la escritura, una
dimensión fundante del nuevo saber sobre la sociedad.
El mismo sector, que a nes del siglo XIX buscó en el darwinismo social
invocar la superioridad del hombre blanco durante el exterminio indígena, décadas
más tarde se refugió cientícamente en la eugenesia galtoniana para intervenir sobre
el factor central de conictos donde el peligro de la otredad, ya sea antes el indígena
o luego el inmigrante, operó como un poderoso catalizador de intereses políticos
(Miranda & Girón Sierra, 2009). En los primeros años del siglo XX, el Ministro del
Interior, Joaquín V. González, aplicaba en el senado elementos conceptuales relacio-
nados a la eugenesia. Con estos argumentos daba cuenta de que Argentina era un país
sin indios, asociando la noción de sociedad a una interpretación orgánico-biologicista.
Cuando comenzaba la crisis del paradigma oligárquico hegemónico, la hete-
rogeneidad cultural de Argentina ofrecía a este tipo de intelectuales la representa-
ción de una nación fragmentada y en proceso de degradación. Ya era palpable el
problema que la inmigración había acarreado en número y características. Por lo
que las nociones vinculadas al modelo regeneracionista sirvieron de malla de funda-
mentos para explicar las consecuencias de la primera oleada inmigratoria europea
que, contradiciendo las premisas de Sarmiento y Alberdi, nalmente había traído
lo “no-deseado” del sur europeo. No sólo la diferencia aludía a los indígenas y a
los negros, sino que se añadía el componente xenófobo al sujeto extranjero/anar-
quista
6
de origen europeo. Esta decepción en el potencial migratorio contribuyó a
crear una crisis respecto al optimismo positivista. Esto signicaba no tanto pérdida
de fe en el progreso, aunque en el proceso civilizatorio como tal. De este modo,
los males del mestizaje o “malos mestizos” necesitaron nuevas categorías (Nacach,
2009) haciendo que surja el par conceptual degeneracionismo/regeneracionismo
7
.
Las perspectivas eugenésicas basadas en el par degeneración/regeneración (raza/
valores), la medición de los cuerpos tanto en la criminología, en la antropología y la
frenología, protagonizan un nuevo giro legitimador ante una renovada invención de
la nación frente al desorden de la problemática urbana.
El pensamiento eugenésico, junto con el concepto de la sociedad como un gran
organismo, instaló en los ámbitos de salud pública europeos y luego americanos la
preocupación que los grandes trastornos sociales de los siglos XIX y XX: la indus-
trialización, el hacinamiento en grandes urbes, la miseria, nuevas formas de epide-
mias, grandes guerras, etc. (Álvarez Peláez, 1999). Se planteaba, como cuestión de
Estado, los usos de teorías biológicas para exaltar los benecios de la exclusión social.
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Las distancias objetivadas entre los grupos sociales se convertirían en un tópico
urbanístico. Progresivamente, se fueron implementando políticas dirigidas a las prin-
cipales entidades “amenazantes” para el futuro de la nación.
El problema de las razas comienza a tener un lenguaje médico, donde se trata
a la sociedad como organismo enfermo y se objetiva al cuerpo discursivamente. La
noción de “patología social” se instalaba en los discursos y las prácticas sociales,
vinculando la genética con la identidad. Por ello, la corporalidad racializada debía ser
el “objeto de estudio” incuestionable en la explicación cientíca. La clasicación y
jerarquización racial era la estrategia positivista por excelencia, pues eran dos de las
operaciones de naturalización producto de la “hermenéutica raciológica”. El biolo-
gicismo, más que una simple aplicación de supuestos de la biología, era una metá-
fora vitalista de determinados valores sociales sexuados que transformaba los rasgos
somáticos en síntomas de los caracteres psicológicos o culturales (Balibar, 1991).
Entre 1903 y 1913, en Bolivia, Perú, Argentina o Cuba, los intelectuales
receptores del positivismo —cuyas obras en su mayoría fueron publicadas en países
de Europa— explican el problema de las razas con relación al desorden político
general o los “males latinoamericanos” (Ansaldi & Funes, 1994). Por un lado, se
ponía en evidencia los obstáculos al progreso en una nueva fase capitalista por el
componente racial estructural y, por otro lado, las desviaciones respecto al propio
orden provenientes del mismo proceso de modernización. A través de esta vincula-
ción entre la genética de los grupos subordinados de cada región —las razas indí-
genas o negras, o ambas— y los frenos al desarrollo latinoamericano, se desligaba
la responsabilidad a la oligarquía en proceso de debilitamiento. Los males latinoa-
mericanos fueron entendidos, desde el lenguaje médico y sociológico, como un
“destino” ineludible que eximía a la voluntad humana.
Por su parte, José Ingeniero fue uno de los mejores exponentes del positivismo
de esta generación. Los trazos más eles al positivismo recorren sus líneas en su obra
El hombre Mediocre [1913] o famosa conferencia La formación de la raza argentina
[1915]. En la primera obra, la dualidad entre la mediocridad y el ideal denirá la
política como el ámbito de aquellos pocos hombres que, a diferencia de las multi-
tudes mediocres, son capaces de desligarse de los determinismos porque su subjeti-
vidad es autónoma respecto a las elecciones y los actos. En la segunda conferencia,
queda expuesto el argumento de la segregación a grandes sectores de la sociedad
(incluso, un año antes se había opuesto al voto de las masas populares). Al plantear
la formación de la nacionalidad argentina remite al concepto de “luchas de razas”
antes que el de “lucha de clases”. Pues la raza argentina constituyó una singular
nacionalidad que no es herencia indígena ni mestiza, sino que ésta es custodiada por
ciudadanos blancos y ajena a todo componente no-europeo (Margulis & Belvedere,
1998). Para los pronósticos del autor, esa particular raza euro-argentina contribuyó
a lograr el proceso de blanqueamiento de las ciudades a través de mecanismos de
mestizaje y eso se percibe en las generaciones modernas que dieren de la estructura
social colonial donde, por ejemplo, se sostiene que los negros ya se han extinguido.
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Los positivistas argentinos en su calidad de intelectuales desplegaron interés
por la realidad concreta y los nuevos problemas sociales de las multitudes urbanas
que ponen en riesgo la institucionalidad lograda. A la vez, estos van imaginando y
proyectando un nuevo país desde la modernidad cientíca con base en discursos
sobre las corporalidades y el color de la piel de las poblaciones, recreando el funda-
mento a las jerarquías sociales precedentes con nuevos argumentos y saberes legiti-
mados. En esos planteos también habrá lugar para problematizar el hábitat popular
desde discursividades médicas e higienistas de la provincia de Córdoba.
EL HIGIENISMO COMO SABER LEGÍTIMO EN ARGENTINA
Al revisar el espacio-tiempo que articula los siglos XIX y XX, se advierte
que el rol del intelectual y de la reexión latinoamericana de los problemas públicos
encuentra en la ideología positivista un lenguaje para observar lo doméstico. En este
horizonte, se recupera los aportes de Norbert Elías (1988) al tratar de considerar lo
sucio y lo limpio dentro de la autocomprensión de occidente en los procesos de civiliza-
ción
8
. Pues, el higienismo será el principal dispositivo de regulación (Foucault, 2006)
en torno a la vivienda obrera como espacio de inscripción de lo limpio y lo sucio, que
no siempre fue considerada en el análisis de las tecnologías de subjetivación dentro
del imaginario civilizador.
Entre 1875 y 1885, el higienismo adquirió prestigio mundial en un marco
donde la ciencia médica descubrió la bacteria y las vacunas de Lister y Pasteur. En ese
marco, el discurso de los profesionales de la higiene y la medicina recibe ineludible
legitimidad “como práctica racional y cientíca que impone una intervención activa
sobre la sociedad” (Cravino, 2016, p. 9). Oscar Terán (1987) armaba que la “cultura
cientíca” es aquella difusa amalgama de intervenciones teóricas que reconocen el
prestigio de la ciencia dando, de este modo, legitimidad a sus argumentos. Desde una
concepción de la ciencia en misma, pero también en sus aplicaciones para “mejorar”
el nivel de vida, impulsaron la implementación de disciplinas concretas que, quizás
ninguna como el higienismo, coadyuvaron al control de lo social. Como expresaba
David Viñas, “los señores … se han hecho médicos en este momento y han tomado la
palabra: la ideología higienista impregna toda la ciudad” (Viñas, 1995, p. 199).
Debido a los “males” del mestizaje, el Estado argentino asumió prácticas
concretas: desde el control de epidemias, la separación de los hombres y mujeres a
partir de un paradigma heterosexual, las medidas prolácticas y otras fórmulas de
control, la provisión de agua y cloacas, hasta el control del nuevo electorado “radi-
calizado”. Se denía la “Higiene Nacional” como el nuevo lenguaje que implicaba
el control y la prevención de los males sociales y morales. Esta noción fue reto-
mada posteriormente por las corrientes criminológicas en la primera década del
siglo XX, donde la criminalidad se denió como enfermedad psicológica y moral
que amenazaba la salud social.
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La mirada organicista proto-médica que se analiza en Sarmiento proporcionó
muchas de las metáforas y formas de representación de los higienistas y criminólogos
para explicar el proceso de modernización cientíca. Esta vez el modelo de análisis
“salubre/insalubre” imaginó un nuevo enemigo invisible al cuerpo de la nación o
el “cuerpo-país” al que se rerió Sarmiento (Salessi, 1995). El saneamiento de las
ciudades, que en Sarmiento promovería a la circulación de los uidos económicos,
en los higienistas permitiría erigir un sistema de integración y articulación respecto
a la idea del cuerpo-nación. En esa conguración, las transformaciones urbanísticas
se centraron en “darle al centro un carácter de modelación de comportamientos”
(Grosso, 2008, p. 24). Ante las crecientes migraciones del ámbito rural a las ciudades,
la reconguración de los centros urbanos y las modicaciones de determinados espa-
cios públicos acompañaron la nueva hegemonía cultural y su simbolización política.
Por ejemplo, los mercados y los cementerios fueron reubicados en las periferias
urbanas mientras que las plazas adquirieron jerarquía en los centros (Grosso, 2008).
Además del aluvión inmigratorio, la decepción, por su composición y conse-
cuencias, y las complicaciones sociales que ocasiona el riesgo del sufragio universal
profundizan la desconanza por las “masas” que progresivamente llevaron al planteo
de la cuestión social. En Argentina, José María Ramos Mejía es quien puso de mani-
esto las problemáticas y el saldo de la política inmigratoria precedente que, a un
ritmo acelerado, ha constituido una fuerza fenomenal sin raciocinio. En Las multi-
tudes argentinas [1899], y analizando las multitudes desde la época virreinal hasta
su presente, Ramos Mejía utilizó herramientas de Le Bon para desarrollar una psico-
logía social a partir del carácter biológico de las multitudes.
En 1890, más del 70 % de la deuda externa argentina había sido para nanciar
las obras de salubridad, demostrando la hegemonía de la disciplina en el proyecto
modernizador. En 1892, Ramos Mejía como presidente del Departamento Nacional
de Higiene extiende el higienismo como política “nacional” al interior del país.
En este sentido, con el proceso de modernización, se organizó en Argentina una
sociedad disciplinaria esta vez a través de discursos y dispositivos de la higiene
montados en una red de vigilancia. La modalidad principal con la que funcionó este
sistema disciplinario estuvo organizada en función de la observación y la recolección
de datos a través de sedes sanitarias del Departamento Nacional de Higiene en dife-
rentes puntos del país. Se mantenían bajo la mirada desde los barcos hasta ciudades,
barrios, escuelas, fábricas, talleres, ranchos y conventillos: fue la puesta en práctica
del panoptismo argentino (Salessi, 1995).
Los nuevos saberes, con sus metáforas patológicas e higienistas, trataban
de disciplinar un espacio social cuya masicación comenzaba a visibilizar suras.
Siguiendo el trabajo de Jorge Salessi (1995) desde nales de las últimas décadas del
siglo XIX, la disciplina interviene en la realidad social formulando dispositivos para
extender el poder central desde los espacios del Estado y a partir de las tecnologías
totalizantes e individualizantes. Allí, la clínica, como espacio de observación cientí-
ca, aportó una mirada médica sobre lo social y su tratamiento.
Ailen Suyai Pereyra & Cecilia Mercedes Quevedo • La impugnación a la vivienda-rancho en la ciudad de Córdoba (Argentina)... 257
Durante este lapso de tiempo, la construcción de la identidad fue a través de
la sublimación de las relaciones sociales mediante el vínculo de ciudad como ámbito
con la cultura urbana con el saber. Se rearmaba el papel de la ciencia al relacionarla
con la forma física de la ciudad como el expresión de sus ideas y como lugar por
excelencia del progreso donde la arquitectura posee su propio espacio discursivo.
El ámbito urbano no sólo fue el hervidero de la “cuestión social”, sino que, como
bien demostró Vallejos (2007) analizando la fundación de la ciudad de La Plata en
1882, oreció producto de los usos de la ciencia que demarcaba formas de vivir en la
ciudad. A través de la diagramación urbana, el imperativo positivista nisecular y la
cultura urbana se volvían un valor en mismos. Así, las estrategias del liberalismo
argentino no remiten únicamente a las modalidades represivas, sino que su éxito se
debió a la sedimentación de la cultura urbana socialmente legitimada.
LA HEGEMOA HIGIENISTA EN CÓRDOBA: ENTRE LA MORAL Y
LA MODERNIZACIÓN
En Argentina, los “conventillos” de la ciudad de Buenos Aires se asumieron
como la situación generalizada en el país. Estas habitaciones populares eran piezas
o cuartos alquilados a inmigrantes de origen europeo generalmente, para una familia
o un grupo de hombres solos. En esas interpretaciones, la “huelga de las escobas” de
1907 (Suriano, 1984), debido a la suba de los alquileres en los conventillos, fue inter-
pretada como una de las expresiones de la organización política de las familias de
inmigrantes en el periodo. Tomando distancia respecto a estos abordajes, el objetivo
del trabajo analiza los argumentos del periodo por fuera de explicaciones concebidas
para la ciudad de Buenos Aires y más allá de la situación de los “conventillos” en
la ciudad puerto. Como también ha pasado con otras temáticas relativas a la organi-
zación del sistema sanitario, Buenos Aires “erróneamente ha sido tomado como el
paradigma del desarrollo histórico argentino” (Carbonetti, 2005, p. 90). En el interior
del país existen muchas distancias con aquella mirada centralista e incluso menor
grado de industrialización, quizás los “ranchos” hayan sido el escenario doméstico
más representativo de los nuevos procesos sociales y económicos en esos territorios.
Como región mediterránea, y con el cambio de siglo, la ciudad de Córdoba
(Figura 1) comenzaría lentamente una preliminar etapa industrial de la mano de la
vorágine de los proyectos de modernización provincial (Ansaldi, 1997). Dejando
atrás el lugar eminente de centro religioso propio de la estructuración colonial,
los procesos de industrialización se remontan a la incorporación del ferrocarril y
los circuitos económicos ligados al modelo agroexportador que éste habilita en
torno a 1870 y 1880. En lo político, Córdoba estuvo estrechamente asociado a la
hegemonía del nuevo discurso liberal
9
, el cual consideraba al Estado como prio-
ritario tanto para el progreso económico como el cuidado de la sanidad pública.
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 21(2): 247-269. Julio-diciembre, 2020. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica258
Las instituciones de salud en la provincia de Córdoba comenzaron a transformarse
cuando tomó el poder una élite liberal en lo económico y conservadora en lo político.
En este contexto, el gobernador Miguel Juárez Celman, quien llevó a cabo el proceso
modernizador, consideraba al abrir las sesiones legislativas de 1881 que:
La higiene pública, ... es una de las más importantes obligaciones, que en las
sociedades civilizadas, pesan sobre la administración general y municipal, que
tienen a su cargo, todas las funciones inherentes al régimen policial. Ella... sin
embargo no había sido organizada hasta el presente en la Provincia. (Juárez
Celman citado en Carbonetti, 2005, p. 96)
Figura 1. Machado, A (1890). Plano de la Ciudad de Córdoba. Fuente: Archivo Histórico Municipal. Mapa
Precedente a las políticas de “Higiene nacional” de Ramos Mejía, las medidas
en el espacio público cordobés daban cuenta de una nueva hegemonía propuesta en
clave de “civilización”. Para Adrián Carbonetti, la conformación del sistema de salud
pública de la provincia de Córdoba se remonta a 1880, “año en que se crea el Consejo
de Higiene y comienza un proceso de medicalización del sector salud” (2005, p. 95).
Su hipótesis radica que el sistema de salud se desarrolló con escasa intervención del
nivel provincial en cuanto a la organización de instituciones y estructuras asisten-
ciales. Por el contrario, las asociaciones de benecencia desde sectores provenientes
de la iglesia, los Estados nacional y municipal, así como la Universidad Nacional de
Córdoba mediante la Facultad de Medicina fueron activos promotores de políticas al
respecto. Esto consagró una legislación ocial contradictoria: buscaba reglamentar la
práctica de la salud pública, pero autorizaba su ejercicio a instituciones no estatales.
Por otro lado, el mundo doméstico iba concediendo relativa signicatividad a
las prácticas de la higiene familiar. La historiadora Cecilia Moreyra postula que “en
siglo XIX no sólo se incrementó notablemente la cantidad de artefactos destinados
Ailen Suyai Pereyra & Cecilia Mercedes Quevedo • La impugnación a la vivienda-rancho en la ciudad de Córdoba (Argentina)... 259
a lavar el cuerpo, sino que esos objetos tendieron a ser cada vez más especícos”
(2017, p. 213). Identicando el espacio doméstico cordobés, la autora aborda la
presencia o ausencia de ciertos objetos materiales y sitios destinados a la higiene
del cuerpo, lo que permite dimensionar cómo se suscitan procesos de cambios en los
hábitos de aseo. Moreyra (2017) concluye que la apropiación de objetos y prácticas
de higiene no pueden ser generalizables a todas las clases sociales, pero sí permiten
evidenciar los alcances que tuvo la importancia del aseo personal y colectivo en el
periodo. De hecho, de su estudio sobre las prácticas cotidianas es posible tener en
cuenta los efectos del desplazamiento de las sensibilidades a propósito de la natu-
ralización de estas maneras de hacer en los espacios domésticos, sensibilidades que
también organizaban las políticas hacia los sectores subalternos.
Más allá de las nuevas prácticas sociales, las políticas desde el Estado municipal
de la ciudad de Córdoba fueron el punto de partida para dimensionar los impulsos
pioneros del higienismo como modo de intervención racional. Desde la planicación
urbanística hacia nes del siglo XVIII, las ordenanzas municipales se habían encargado
de regular distintas prácticas en el espacio público entendiéndose como cuestiones de
salubridad pública: erradicar curtiembres cercanas a los cursos de agua, eliminación
de entierros en el centro, la estructuración de un sistema de riego de cultivos, cons-
trucciones de caminos, la sistematización del cauce del Río Suquía, el amojonamiento
de terrenos, el desplazamiento del uso rural de la tierra, entre otros. Además, hacia
1880 se iniciaron las primeras obras de cañerías domiciliarias para mejorar el abasteci-
miento de agua expandiendo el acceso doméstico (Boixadós, 2000b). De esta manera,
se buscaba establecer y diferenciar una traza urbana respecto a una periferia abocada
a actividades rurales. A la vez, la construcción e identicación de la salud pública, en
este sentido, tuvo que ver con la erradicación del trabajo del ámbito doméstico.
No obstante, las intenciones de ordenar y limpiar el espacio urbano en Córdoba
datan de 1839 y 1840 según diversas fuentes historiográcas. Entre 1860 y 1880, el
sector comprendido de Pueblo Nuevo junto con las otras tres regiones (La Bomba,
el Inernillo y El Abrojal) tenían un doble carácter basado en la existencia de un área
considerada “moderna” y otra “atrasada”. El sector poseía algunos servicios urbanos
básicos que dotaban del sentido moderno para la época: una plaza para las carretas,
tranvía, más tarde alumbrado, comercios, entre otros. No obstante, eran las autoridades
las que consideraban que aún prevalecía el carácter “popular y atrasado”. Esta distin-
ción dio el pie para que el Intendente Luis Revol (1887-1890) incorporara la zona
dentro del radio municipal con el objetivo de sanear los alrededores del centro. En este
marco, la conguración espacial Pueblo Nuevo como barriada popular fue producto de
la interacción, disputa y solapamiento de relaciones sociales en el contexto de ciudad,
enmarcadas en el proceso de modernización de la ciudad capital de la provincia.
Los argumentos por los cuales se denía a la higiene como la necesidad de
prevención de los males sociales y morales en Córdoba operaron en dos sentidos: por un
lado, como el lugar de asepsia social que perduraría en el tiempo justicando a las polí-
ticas habitacionales implementadas para “obreros
10
”; y, desde argumentos higienistas,
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la delimitación de un enemigo público desvalorizando formas de construcción
habitacional que no se correspondía a la utilización de materiales industriales; es
decir, la construcción del “rancho” como antagonista de la salud pública cordobesa,
tal como se verá más adelante. En concreto, y siguiendo las tendencias higienistas
de la época, el intendente Revol en el año 1888 decide crear el primer plan de
viviendas que buscaba erradicar el rancho y dar mejores condiciones de vida a
la población trabajadora. Las acciones del intendente de la ciudad de Córdoba en
materia habitacional estaban orientadas a “brindar casas para obreros, intervención
enmarcada en el discurso del higienismo social liberal y por lo tal, combatida por
los sectores conservadores de Córdoba” (Boixadós, 2000a, p. 5) principalmente a
través de la prensa.
En ocasiones, la prohibición de construir ranchos desde las normativas muni-
cipales confrontaba abiertamente con las posiciones religiosas, que apelaban a la
inviolabilidad de la propiedad privada. Como expresa Boixadós (2000a), mediante
la órbita de la vivienda se controlaba la vida privada del beneciario, la permanencia
del hogar y el valor de la familia. Además, esta estrategia ideológica mantenía a los
trabajadores más arraigados en el trabajo y el ahorro, aquellos valores que proponía
Alberdi a mitad del siglo XIX como se veía en el primer apartado, que en opciones
políticas cercanas al anarquismo o al socialismo. En Córdoba, y en épocas donde
la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII acercaba a círculos católicos con
demandas obreras, este tipo de opciones políticas nunca prosperaron a diferencia de
lo ocurrido en Buenos Aires (Suriano, 1984).
El plan de Casas de Inquilinato de Revol se implementó en parte de espacio
público y en la Plaza de las Carretas. El proyecto se insertó en Pueblo Nuevo
buscando limpiar la imagen moral y física de la población trabajadora cumpliendo
con ciertos requisitos. El Estado planicó unas 84 viviendas unifamiliares de una
supercie cubierta de 66 m
2
con ciertas características físicas: un jardín compar-
tido, patio individual, dos habitaciones, comedor, letrina, agua corriente y sumi-
deros. Indudablemente, el plan se llevaría a cabo en dos manzanas de Pueblo
Nuevo concebidas para que contrasten con el atraso en materia urbanística de la
barriada. La política pionera en el país fue posible gracias a la bonanza económica
que vivió la provincia y el país en la década.
Para el Intendente Revol, la población trabajadora era construida como un solo
colectivo, identicado como una familia pobre y vulnerable frente al capital. Ante
esta situación y recepcionando las preocupaciones higienistas, al Estado municipal
no le queda otro medio que el de fomentar la construcción de casas de inqui-
linato, por medio de primas, garantías del capital, exoneración de impuestos,
etc., o el de construirlas por su cuenta, haciendo que el monto del alquiler sea
lo más módico posible, apenas en relación con el servicio del capital invertido
servirán de albergue conveniente a numerosas familias, con atenuación de
las cargas que sobre ellas pesan, abonando un alquiler modesto, en armonía con
sus recursos (Revol citado en Boixadós, 2000a, p. 6).
Ailen Suyai Pereyra & Cecilia Mercedes Quevedo • La impugnación a la vivienda-rancho en la ciudad de Córdoba (Argentina)... 261
Estas edicaciones proponían una interesante estrategia de control moral
de la población popular en relación con pestes, disturbios y promiscuidad. Estas
viviendas otorgaban condiciones de ventilación, disminución del hacinamiento y
comodidad. Ciertamente, el plan de viviendas como estrategia sanitaria combinaba
dos posiciones hegemónicas y contradictorias del periodo: por una parte, otorgaba
una morada higiénica con espacios privados para sus miembros y en condiciones
salubres que no pusieran en riesgo al resto de la sociedad. Por otro lado, estaba
orientado a contener a las familias que se adhirieran a ciertos principios morales
y demostraran capacidad de ahorro mediante un trabajo disciplinado. La vivienda
estatal, de esta manera, simbolizaba la higiene buscada, pero a la vez condicionaba
el estatus de “familias obreras de moralidad insospechada” (Boixadós, 2000a, p. 8)
para quienes fueran sus ocupantes.
Sin embargo, el proyecto de Revol no se concretó en su totalidad, pero las
instalaciones sirvieron para alojar algunas familias durante las inundaciones produ-
cidas por el arroyo La Cañada en los años 1890 y 1894. No obstante, en el periodo
existían varios factores que aparecían fundamentando la prevención y la sanidad
poblacional. Por una parte, el gradual crecimiento poblacional de Córdoba y la escasa
planicación de la extensión urbana había dado lugar a una disposición desordenada
de la población. Los diagnósticos referían a las condiciones de habitabilidad física y
moralmente negativas para los habitantes. No sólo representaban desventajas higié-
nicas, sino que carecían de reglas de construcción. Por otro lado, “Córdoba tenía
altas tasas de mortalidad por las gastroenteritis, tuberculosis y difteria que encon-
traban asilo en las aguas servidas y los excrementos que se desparramaban por cual-
quier parte” (Valdemarca, 2016, p. 117). Además, en 1906 hubo un brote de cólera
en Tucumán y se preveía que pudiera extenderse a Córdoba que, entre 1867 y 1868,
había perdido alrededor del 10 % de su población por esa epidemia.
LA VIVIENDA-RANCHO COMO HABITABILIDAD INMORAL
En Córdoba, la cuestión social se constituyó como un tópico dual: por una
parte, la salubridad pública se aplica a toda la ciudad y al ámbito de las viviendas de
los obreros; y por la otra, la formación de organizaciones de defensa de los intereses
y derechos de los trabajadores tanto desde ámbitos religiosos como desde acciones
estatales. Así, la intervención sobre la población trabajadora se volvía indispensable
para generar condiciones de funcionamiento del sistema político. La problematiza-
ción y los debates legislativos de la llamada vivienda obrera, se cree, responden a
diversos sentidos y valores que, en este periodo histórico, no pueden ser solo reduc-
tible al décit habitacional en el periodo (Page, s/f).
A principios de siglo XX, las propuestas que abordaban el saneamiento de la
vivienda de los trabajadores también provenían de la clase alta asociada a los círculos
médicos, por lo que no sólo estas iniciativas estuvieron amparadas por los preceptos
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morales de las organizaciones religiosas. Entre 1900 y 1920, Córdoba fue escenario
de la convergencia entre el sector católico (desde la Asociación de Artesanos de
San José y las Conferencias Vicentinas) y los destacados referentes del higienismo
e impulsores de una legislación sobre la vivienda obrera. Los claros exponentes de
las legislaciones fueron los médicos Félix Garzón Maceda y Juan Cafferata, cuyas
trayectorias forman parte de la profesionalización de la medicina y, por ende, de
la concentración de poder desde la conformación de una élite médica
11
. Asimismo,
como parte de su generación de intelectuales e higienistas, se encargaron de asentar
sus posiciones desde el registro de la escritura y recurrente participación en círculos
médicos, congresos o eventos cientícos.
El primero, Garzón Maceda, fue diputado de la provincia en tres oportuni-
dades y legisló la Ley de Casas para Obreros que fue presentada en el Congreso
Nacional en 1906. Con el tiempo se convirtió en el historiador de la medicina
en la provincia. Garzón Maceda fue un estudioso de la práctica de “proto-me-
dicato”, que consistía en regular el ejercicio de la medicina de acuerdo con las
leyes de la monarquía, y un defensor de su inecacia ante la emergencia de las
instituciones modernas estructuradas en el auge del higienismo y la medicaliza-
ción social. Hasta 1878 que se funda la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional de Córdoba, en ese momento el cuidado de la salud o el asunto de la
vida y de la muerte eran incumbencias de curanderos, brujos o chamanes de las
poblaciones indígenas (Rodríguez, 2007). El conocimiento positivo, es decir siste-
mático, objetivo y fundante, debía guiar las políticas sanitarias dando cuenta del
carácter pre-cientíco de la totalidad de los saberes hasta entonces. En este marco
de institucionalización del higienismo, en 1917, Garzón Maceda se pronunciaba de
este modo de las “rancherías barrosas y pajizas”:
De donde resulta que allí donde, como en Córdoba, se advierte la acumulación
de casas materialmente anti-higiénicas aun fuera de la zona de las rancherías
barrosas y pajizas, los porcentajes de morbilidad y mortalidad son mayores; y
todas las enfermedades epidemiales o contagiosas tienen arraigo y se extienden
a la manera de las gramíneas rastreras. (Garzón Maceda, 1917, p. 496)
El segundo, Juan Cafferata fue un diputado nacional de la provincia de
Córdoba e impulsor de la Ley 9677 de 1915 que crea la Comisión Nacional de
Casas Baratas (Ballent & Liernur, 2014). También se desempeñó como profesor
sustituto y delegado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de
Córdoba. El médico higienista tenía autoridad suciente para exponer las conse-
cuencias negativas de la existencia de ranchos y conventillos. Desde este estatus,
Cafferata expuso en distintos auditorios universitarios sobre los alcances sociales
de la “mala vivienda”. En 1916, bajo el subtítulo “el rancho”, este médico mencio-
naba a propósito del “enjambre de construcciones miserables” que observaba un
viajero al ingresar a la ciudad de Córdoba:
Ailen Suyai Pereyra & Cecilia Mercedes Quevedo • La impugnación a la vivienda-rancho en la ciudad de Córdoba (Argentina)... 263
Cuando el viajero se aproxima a Córdoba por sus grandes vías ferrocarrileras,
experimenta primero una impresión ingrata. Las pintorescas barrancas de
suburbios, donde los accidentes del terreno brindan a1 propietario motivos de
aprovechamiento excepcionales (testigo el Jardín Zoológico), están incultas
y desnudas. Algunos arbustos y plantas rastreras, a guisa de jardines, adornan
pobremente la aridez de las laderas arenosas y un enjambre de construc-
ciones miserables, verdaderas chozas de salvajes, se levantan en las pequeñas
mesetas, en las lomas o en las cañadas, sin orden y sin plan, a la voluntad de
sus dueños y a merced de su capricho. La estética, la higiene, la prolaxis,
se encuentran, si existen, en estado absolutamente rudimentario. El mismo
espectáculo se presenta en los distintos rumbos. (Cafferata, 1916, p. 350)
En el contexto de la modernización urbanística de Córdoba, las “chozas de
salvajes” que describe Cafferata son similares a los “ranchos miserables” a las que
se refería Sarmiento. Desde licencias literarias y estetizaciones, ambos intelectuales
remiten a que la forma de habitar producía un sentimiento de vergüenza y desagrado.
En 1917, el mismo médico reere a la “mala vivienda” como un verdadero foco
infeccioso en otra conferencia:
La mala vivienda es con el alcoholismo la gran productora de tuberculosis. La
vivienda estrecha, oscura, superpoblada, donde no llegan ni el rayo de sol, ni
el aire oxigenado; donde viven hacinadas las familias en una atmósfera física
y moralmente irrespirable, verdaderas estufas de cultivo que hacen germinar,
prosperar y multiplicarse los agentes de la destrucción del individuo y de la
especie. (Cafferata, 1917, p. 362)
Las iniciativas legislativas como la Ley de Casas para obreros (o Ley Garzón
Maceda), la Ley de Casas Baratas y la Protección de la iniciativa privada para la cons-
trucción de la casa propia y económica se proyectaron desde Córdoba al resto del país.
La principal premisa de esta generación de médicos higienistas y legisladores era que “la
vivienda es el primer problema social” (Cafferata, 1916, p. 344). En el plano público,
la solución al problema de la habitabilidad obrera podía ser conducida a través de una
planicación estatal de las viviendas para obreros, más allá de la órbita municipal que
veíamos con el proyecto pionero de Revol. La legislación nacional de viviendas, en
primer lugar, se reducía a la eliminación de casas precarias, pues la ecuación entre alco-
holismo, tuberculosis y hacinamiento fueron identicadas como causantes de la elevada
cifra de mortalidad y, por ende, un verdadero peligro para el resto de la sociedad decente.
En este sentido, una habitación higiénica era considerada suciente para la reproducción
saludable de un trabajador y de su familia, pero propiciando originariamente la impug-
nación a los ranchos como forma dominante de la habitabilidad subalterna cordobesa.
Dentro del horizonte moral y pregnancia de discursos católicos, Cafferata
hacía referencia a la familia nuclear como elemento moral y deseable porque “la
vida de familia, en el verdadero concepto del hogar, desaparece sin la vivienda
adecuada” (Cafferata, 1916, p. 344). No obstante, como se decía antes, lo más
signicativo de la producción discursiva en esta generación de médicos era que la
desvalorización en torno a la gura del rancho condensa expresiones ideológicas
propias del legado de Sarmiento, tal como veíamos en el primer apartado, o incluso
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de signicantes como los ligados al “orden evolutivo”. Este médico higienista
expuso en una conferencia en 1917:
El tipo de la vivienda primitiva y en el orden evolutivo de la habitación podía
gurar con ventaja como el primer eslabón después de la choza del aborigen.
Su aspecto es característico y su construcción elemental. Un poco de madera
rudimentaria labrada, paja y barro, son sus materiales. Por excepción algunos
llevan techo de erro galvanizado. Su índole primitiva le permite emplazarse
en cualquier parte, en hacinamiento, sin consultar reglas de construcción ni de
higiene. (Cafferata, 1917, p. 366).
En este sentido, se asocia la condición material de la vivienda a la pertenencia
cultural propia de una alteridad radical. Así, el problema de lo que denominaban
“mala vivienda” se articulaba a un discurso moralizador desde el ejercicio del racismo
de clase (Balibar, 1991), lo que permite introducir componentes de etnización dentro
de las relaciones asimétricas. De esta manera, en las conferencias de los médicos
higienistas, el sujeto trabajador fue descrito frecuentemente desde diacríticos étnicos
desde los cuales se organizan las representaciones de prolaxis y segregación más
amplias. El rancho era símbolo del espacio de una población indeseada y sucia —por
la presencia del barro y las prácticas supuestamente promiscuas— describiéndolo
como un tipo de habitación “primitiva” posterior a “la choza del aborigen”. Pues, la
tipología y las características del rancho signicaron el nivel de atraso que actuali-
zaba el núcleo de pensamiento del romanticismo en el siglo anterior y posibilitaba
clasicaciones sociales basadas en la posible regeneración a través de los valores.
Además, la división que había fundado la sociedad industrial desde nes del
siglo XIX basada en la separación entre la fábrica y el hogar no podía permitir al
obrero “emplazarse en cualquier parte”. En efecto, las nuevas condiciones requeridas
para el desarrollo de relaciones capitalistas de producción no sólo veían en el rancho
un problema sanitario, sino un obstáculo al ancamiento para la asalarización por el
carácter “primitivo” de prácticas nómades, asociadas implícitamente a las indígenas
“salvajes”. Así, la vivienda popular, más allá de instituirse como lugar ascético para
la inmunidad del resto de la sociedad, operaba como el lugar de encierro de cuerpos
indeseados para la mirada de una élite médica encargada de regular lo social.
CONCLUSIONES
Desde nes del siglo XIX, el solapamiento de imaginarios y discursos políticos
respecto a los ámbitos domésticos y la cuestión habitacional reproducen desigual-
dades a la par de procesos de diferenciación cultural, normalización y disciplina-
miento que no siempre fueron vislumbrados por la historia social en el “interior” del
país. Entre 1880 y 1920, el higienismo social no sólo proporcionó una interpretación
verosímil de la realidad social en distintas regiones de Latinoamérica, sino que es la
Ailen Suyai Pereyra & Cecilia Mercedes Quevedo • La impugnación a la vivienda-rancho en la ciudad de Córdoba (Argentina)... 265
nueva hegemonía (Williams, 2000) que fundamenta la matriz de dominación política
y de jerarquización social en Argentina.
De este modo, en el artículo se aborda el contexto y las construcciones ideo-
lógicas que permearon los discursos médicos y políticos que legitimaron la nece-
sidad de transformar la habitabilidad de los sectores subalternos. Se parte desde
tres claves de lectura: como construcción cultural e histórica en los inicios de la
industrialización en Latinoamérica, desde los imaginarios asociados al romanti-
cismo y al positivismo dentro de los procesos de dominación y de construcción
higienista del Estado-nación en Argentina; y como la amalgama de discursos legí-
timos que tuvieron lugar durante la modernización y el inicio del problema de la
vivienda en Córdoba como provincia mediterránea.
En este recorrido, los discursos políticos y médicos sobre la erradica-
ción del “rancho” condensan dos procesos sociales del periodo: por una parte,
la primigenia industrialización y racialización del proletariado urbano; por otra
parte, la emergencia de una élite médica como nueva estructura de dominación
en la ciudad de Córdoba. Dentro de los procesos de modernización provincial, la
producción de consensos políticos se advierte en los valores y roles estatales en
torno a la vivienda popular. En efecto, el saber médico e higienista converge con
el dominio católico-colonial en el debate público cordobés: la impugnación del
rancho reúne tanto argumentos de salud pública como de moralidad social. Estos
criterios morales que buscaban acercar posiciones con el orden católico no se detu-
vieron con el tiempo dentro de las estrategias estatales de resolución de la cuestión
habitacional. Tampoco lo hizo la construcción de ranchos que, como tipología de
vivienda precaria, demostraban las desigualdades de la clase trabajadora cordo-
besa y los niveles socioeconómicos que no mejoraron en el tiempo a pesar de la
benecencia católica o asistencia estatal.
En este marco, referir a las iniciativas estatales sobre la construcción de
viviendas obreras en Pueblo Nuevo posibilitó explorar la producción de los dos
mundos culturales en constante tensión ideológica en ciudad de Córdoba. Uno de
ellos atrasado, hediento, con una población popular de hábitos inmorales y perte-
nencias ligadas al pasado indígena; en oposición, se encontraba un sector moderno,
pulcro, compuesto por familias acomodadas y membresía a círculos de la alta
sociedad, con títulos universitarios y pertenencias de origen europeos. Mientras el
primer grupo popular es objeto de las intervenciones higienistas y moralizaciones
como colectivo de trabajadores disciplinados y beneciados con una vivienda,
mucho antes que en el escenario de Buenos Aires; el segundo tenía competen-
cias culturales y socioeconómicas que les permitían hacer juicios de valor y tomar
decisiones acerca de la planicación urbana que requería la modernización provin-
cial. Entre ambos mundos culturales, el espacio doméstico y la consideración de
las normas de habitabilidad aparecen como patologías y discursos racializadores
que legitiman intervenciones estatales, con pretensiones liberales, pero con valores
católicos sobre ciertos grupos sociales.
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NOTAS
1 El concepto de la “cuestión social” remite a las consecuencias sociales negativas, laborales e
ideológicas producto del proceso de industrialización y urbanización desde nes del siglo XIX.
2 Según el historiador Waldo Ansaldi, “la instalación de fábricas en Córdoba signica la
aparición de la industria capitalista, mas no un proceso de industrialización en sentido estricto”
(Ansaldi, 1997, p. 52). Debido a esta particular dinámica industrial, es necesario aclarar que
la referencia a la categoría “obrero” o “vivienda obrera” remite al uso pragmático que están
explícitamente presentes en los discursos que se analizaron. En este sentido, se referirá a vivienda
popular, obrera o para trabajadores como sinónimo, aludiendo a aquellas habitabilidades
destinada para sectores subalternos en general y diferenciando de los procesos de estructuración
social suscitado en estos escenarios recién a mitad de siglo XX.
3 La localización de la provincia de Córdoba se ubica en la región centro de la Argentina y a 700
kilómetros de Buenos Aires. Con un pasado de conquista española y colonial ligado al Virreinato
del Perú mediante la Gobernación de Tucumán, desde el proceso independentista forma parte
del “interior” en contraposición a la ciudad de Buenos Aires. Los sectores conservadores de
la provincia estuvieron representados por élite del poder eclesiástico y la tendencia restrictiva
del sistema político que se vería atacado por el liberalismo de nes del siglo XIX y luego por
el radicalismo del siglo XX. En el proceso político cordobés tuvo sus singularidades: tanto los
partidos conservadores como el Partido Radical fueron ltrados por sectores católicos.
4 En Córdoba, la noción de “conventillo” diere de la concepción porteña popularizada en
Buenos Aires. En esta región remite a la construcción de varios ranchos en un terreno para
alquiler (Valdemarca, 2016).
5 En Buenos Aires, algunos referentes fueron José Ingeniero, Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas,
Enrique del Valle Iberlucea, entre otros. Algunas guras, como Ingeniero, encontraron en el
positivismo un instrumental para defender un socialismo haciendo conciliar de manera original
a Marx (referente del socialismo) y a Comte (referente del positivismo). A nivel internacional
las referencias son más amplias. La noción de Gustav Le Bon de “alma nacional”, es decir, la
realidad social etnométrica, demostraba que las características psicológicas eran heredadas.
Si pensamos en Carlos Octavio Bunge, este autor sintetiza la herencia que ocasionó las
experiencias de caciquismo y caudillismo en la composición racial Argentina: la pereza criolla,
arrogancia mulata y tristeza samba (Ansaldi & Funes, 1994).
6 La Ley 4.144 de Residencia se sanciona en 1902, autoría de Miguel Cané. Habilitó al gobierno
a expulsar a inmigrantes sin juicio previo ante la inminencia de las ideas anarquistas, dando
cuenta de la emergencia del “delincuente”, a través del nuevo proceso de signicación que
vinculó el inmigrante con el anarquista y una nueva otredad del proceso de ciudadanía como
de inclusión/exclusión.
7 Se trataba de una nueva matriz cientíca legitimadora concerniente a la sociología basada,
en su mayoría, en los referentes raciales europeos, como Taine, Le Bon y Galton y teorías
criminológicas, como la de Lombroso.
8 El lósofo Rodolfo Kusch (2007) recurre a la metáfora referida al hedor y a la pulcritud
para referirse la cultura popular argentina. Las reexiones del autor nos sirven para pensar
las articulaciones entre el Estado y los comportamientos controlados. Las metáforas permiten
aludir a la capacidad de normalización de las políticas de Estado-nación que operaron respecto
a la identicación de una barbarie hedienta como alteridad siempre singular, no sólo los
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«indios asquerosos» que identicó Sarmiento (2007). La dicotomía categorial y sensitiva de
Kusch (2007) concibe una historia nacional a “contrapelo” ahondando allí donde la hegemonía del
imaginario civilizador y el orden racionalizado encontró en lo urbano su posible la continuidad.
9 La Provincia de Córdoba ocupó un lugar central en el proceso de consolidación del régimen
que se instauró a partir de 1880 con la armación del Partido Autonomista Nacional como
partido hegemónico en la Argentina: Julio Argentino Roca (1880-1886) y, el ex gobernador de
Córdoba, Miguel Juárez Celman (1886-1890). Luego de la revolución de 1890, se desata una
crisis a partir de la renuncia de Juárez Celman a la presidencia de la Nación donde la Provincia
fue perdiendo el poder que ostentaba. En este marco, el General Roca incrementó su poder
hasta nalizar su segundo mandato en 1904.
10 Denominado así por el mismo Revol. Las casas de inquilinato serían destinadas a población de
bajos recursos o población obrera.
11 Siguiendo a Rodríguez (2007), la particularidad de la élite cordobesa pasaba por la concentración
de cátedras en la Facultad de Medicina de Córdoba, la participación del Consejo Provincial de
Higiene, el desempeño de cargos políticos en la provincia y la municipalidad de Córdoba; y las
membresías en instituciones como el Círculo Médico de Córdoba creado en 1910.
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