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37Diálogos Revista Electrónica de Historia, 21(1): 37-66. Enero-junio, 2020. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica
DOI: 10.15517/dre.v21i1.38244
“PURIFICARSE EN LAS AGUAS DEL JORDÁN”.
LA RUTA POLÍTICA Y SOCIAL DE LA AMNISTÍA DE 1955
EN COSTA RICA Y LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES*
Alexia Ugalde
Resumen
En este artículo se reconstruye la ruta política y social que conlleva a la
declaración de una primera amnistía general después de la guerra civil de 1948 en
Costa Rica. A partir de fuentes ociales y periodísticas, se analizan los múltiples
actores que se manifestaron en contra y a favor de esta legislación, visibilizando
particularmente el papel de las mujeres. Se concluye que la amnistía no fue de
ninguna forma una concesión del gobierno sino el resultado de la constante
exigencia de diversos sectores de la sociedad costarricense. Además, la amnistía
tardó en declararse más de siete años por la falta de voluntad política de los
vencedores para generar políticas de conciliación nacional.
Palabras clave: historia, historia política, violencia política, posguerra costarricense,
legislación, paz.
“PURIFYING IN THE JORDAN RIVER
THE POLITICAL AND SOCIAL PATH OF THE 1955
AMNESTY IN COSTA RICA AND THE WOMEN’S
PARTICIPATION
Abstract
This article reconstructs the social and political route that leads to the
declaration of a rst general amnesty after the 1948 civil war in Costa Rica. The
multiple actors who spoke against and in favor of this legislation are analyzed,
highlighting the role of women in particular. The article concludes that the
amnesty was not in any way a government concession but the result of demands
from various sectors from Costa Rican society. Besides, the amnesty took more
than seven years to be declared because of political willingness from the winners
to generate national conciliation policies.
Keywords: History, Political history, political violence, Costa Rican postwar,
legislation, peace.
Fecha de recepción: 7 de abril de 2019 Fecha de aceptación: 6 de octubre de 2019
Alexia Ugalde Costa Rica. Obtuvo su bachillerato en Historia y Maestría en la Universidad
de Costa Rica. Investigadora del Center for Advanced Latin American Studies – CALAS
(Sede de Centroamérica y el Caribe), del Centro de Investigaciones Históricas de América
Central. Docente de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica.
Contacto: ugaldealexia@gmail.com
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“Es indispensable olvidar ese pasado triste,
lleno de odio y de rencor…”.
1
María de Mata
Presidenta de la AMC
INTRODUCCIÓN
En la historia contemporánea de América Latina, las declaraciones de amnistía,
con frecuencia, han despertado debates en torno a su legitimidad, siendo cuestio-
nadas por ser consideradas políticas de olvido e impunidad, ante diversas violaciones
ejercidas por gobiernos autoritarios o militares.
2
Por lo anterior, también se les ha
llamado autoamnistías pues son aplicables sólo para un sector de la sociedad, es
decir, que son selectivas. Sobre las amnistías, pueden identicarse al menos dos
interpretaciones. Por una parte, se entienden como políticas que “impiden la inves-
tigación, el juzgamiento y la sanción a responsables de las violaciones de los dere-
chos humanos” (Canton, 2007, p. 267). Por otra, pueden ser consideradas políticas
tendientes a contribuir con la consolidación de la paz.
En el caso costarricense, después de la guerra civil de 1948, se dieron dos
declaraciones de amnistía que incluían a todos los involucrados en el conicto, es
decir, a los bandos enfrentados. La primera, el 22 de diciembre de 1955 durante el
primer gobierno constitucional de José Figueres Ferrer y la segunda, en mayo de
1962. En este artículo se analizará solamente la primera amnistía, la cual se dio el
mismo año de la segunda invasión a Costa Rica por parte de un sector de la oposición
que ingresó por la provincia de Guanacaste proveniente de Nicaragua.
La propuesta de este trabajo es que la primera amnistía tardó en declararse
más de siete años, luego de nalizada la guerra civil, por la falta de voluntad
política de los vencedores para generar políticas de conciliación nacional. Por lo
anterior, se hará un análisis de los múltiples actores que se manifestaron a favor o
en contra de la amnistía general con el objetivo de demostrar que dicha declara-
ción no fue de ninguna forma una concesión del gobierno sino que llegó a darse
gracias a la constancia que tuvieron en exigirla diversos sectores de la sociedad,
especialmente las mujeres.
Para conocer la posición de los distintos actores, se revisaron documentos
ociales del Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), la Colección de Leyes y
Decretos y La Gaceta (periódico ocial del gobierno de Costa Rica), además se
consultaron artículos de prensa de: La Nación, La República y La Hora. También,
para saber sobre la participación de las mujeres, se revisaron los periódicos Nuestra
Voz y Nosotras junto con documentos ociales de la Central Intelligence Agency
de los Estados Unidos (CIA). Sobre la posición de los comunistas se consultó el
semanario Adelante.
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El presente artículo está organizado en cuatro secciones. La primera parte
aborda las amnistías que los vencedores se concedieron a mismos. Luego se
reconstruye la ruta de peticiones, iniciativas y debates en torno a la declaración
de una amnistía general que ocuparon la esfera pública durante el período de La
Junta y los gobiernos de Otilio Ulate y de Figueres. En la tercera sección se estudia
la posición de la sociedad civil en general, particularmente de los comunistas y la
Iglesia católica, sobre la amnistía. Por último, se busca recuperar el importante papel
de las mujeres en la lucha por la conciliación nacional.
LAS AUTOAMNISTÍAS DE 1948 Y 1949
Finalizado el enfrentamiento armado, los vencedores se dieron a la tarea de
crear una legislación que los protegiera. De esta forma, el 16 de julio de 1948, el
gobierno de la Junta Fundadora de la Segunda República decretó la primera amnistía
a favor de todos los oposicionistas enjuiciados por delitos políticos desde la huelga de
brazos caídos en julio de 1947. Siendo básicamente una autoamnistía, esta estableció:
Amplia y general amnistía a favor de todas las personas indiciadas en procesos
o ya sentenciadas por los Tribunales, como responsables de delitos o hechos de
toda naturaleza originados o producidos por razón del estado de emergencia y
revolucionario que se inició en el mes de julio de 1947, para derrocar al Gobierno
que presidió Teodoro Picado (…) (República de Costa Rica, 1948, p. 15).
Con esta política, el gobierno de la Junta dio una muestra de su poder, anulando
acciones legales tomadas durante el gobierno anterior. Además, aseguró la protección
de sus aliados políticos, blindándolos de impunidad. No obstante, el 2 de abril de 1949,
las divisiones existentes a lo interno de los vencedores llegaron a concretarse en un
intento de golpe de estado conocido como “El Cardonazo”, el cual fue dirigido por
Edgar Cardona, Ministro de Seguridad Pública de la Junta (Villegas, 1986). Es nece-
sario señalar que cuando Figueres se alzó en armas contó para ello con la ayuda de
exiliados de la región que conformaban la Legión del Caribe, adquiriendo compro-
misos con los extranjeros a los cuales Edgar Cardona se opuso (Dolores & Eiroa, 2016).
La forma en que debían ser juzgados los rebeldes generó diversas posiciones.
Por un lado, Gonzalo Facio, Ministro de Justicia y Gracia declaró a la prensa:
(...) no habrá amnistía ni lenidad para los culpables y comprometidos en la inten-
tona subversiva del sábado… habremos de castigar a los militares y civiles que
participaron en el alzamiento de los cuarteles... La Junta Fundadora de la Segunda
República ha actuado rmemente en la aplicación de las sanciones a los delin-
cuentes políticos del régimen pasado (...). Con esa misma rmeza sancionaremos a
las personas que actuaron deliberadamente en la traición militar que estuvo a punto
de sumir a la República en un terrible caos. (La Nación, 6 de abril de 1949, p. 13)
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Mientras que otro sector organizó una recolecta de rmas entre estudiantes y
profesores de la Escuela de Derecho y en otros espacios como el Petit Trianón, con
el propósito de solicitar a la Junta una amnistía amplia para todos los implicados en
el movimiento militar. La prensa informó que la solicitud había sido rmada por
más de dos mil personas, entre ellas los dirigentes de la Asociación de Veteranos
de la Guerra (La Nación, 7 de junio de 1949). Efectivamente, tanto Frank Marshall
como José Santos Delcore le pidieron a la Junta tener clemencia con sus compañeros
de armas (Villegas, 1986). Además, circuló la idea de que quienes estaban presos en
la Penitenciaría eran “héroes de la Liberación Nacional” y se les debía otorgar “el
olvido y perdón” (La Nación, 4 de junio de 1949) como un acto de gratitud por su
participación en la guerra civil al lado de los vencedores.
De esta forma, el 9 de junio de 1949 se decretó una segunda amnistía amplia y
general a favor de todos los procesados por hechos delictuosos cometidos con ocasión
de la asonada militar de los días 2 y 3 de abril de 1949, justicando su aprobación,
ya que al estar suscrita por Otilio Ulate, se asumía que al llegar al gobierno este la
decretaría (La Nación, 8 de junio de 1949), dejando como resultado una investigación
archivada a pesar de haber 6 muertos y 29 heridos (República de Costa Rica, 1949).
Además, se favoreció a Manuel Zúñiga Jirón, implicado en el crimen del Codo del
Diablo ocurrido el 19 de diciembre de 1948, cuando ocupaba el cargo de director de la
cárcel de Limón, como lo señala Manuel Solís (2006) “…se beneció de la amnistía
para la gente de Cardona. Estaba en la cárcel cuando vino el alzamiento” (p. 396).
La tercera legislación aprobada por los vencedores fue una ampliación de
la primera amnistía, la cual consistió en una especie de extensión temporal que
abarcó a una comunidad especíca. Según señaló la Junta, los vecinos de San
Pablo de Heredia solicitaron ante diversas autoridades que se perdonara a quienes
habían estado involucrados en la invasión de diciembre de 1948. Debido a dicha
petición y por considerar “de conveniencia pública cubrir los hechos de esa loca-
lidad”, la Junta decretó el 28 de setiembre de 1949:
Ampliar los efectos del decreto de amnistía 113 de 16 de julio de 1948 desde
el 11 de diciembre de 1948 día de la invasión hasta el 1 de enero de este año,
para cubrir hechos cometidos por autoridades y ciudadanos enrolados en las
fuerzas civiles de la Segunda República, en los cantones 1º y 2º de la provincia
de Heredia. (Archivo Nacional de Costa Rica, 1953, Gobernación #39460, f. 3)
Los tres casos expuestos anteriormente, es decir, la amnistía de julio de 1948,
la amnistía de junio de 1949 y la ampliación de la amnistía de 1948 son ejemplos
de legislaciones creadas para asegurar la impunidad de los vencedores. Estas contri-
buyen a sostener la idea de que la tardanza de más de siete años que tuvo la decla-
ración de una amnistía general para todos los implicados en la guerra civil de 1948
(tanto vencedores como perdedores), se debió a la falta de voluntad política de los
primeros, pues el gobierno de la Junta decretó amnistías parciales y selectivas,
además de que accedió a otorgar el perdón a los conspiradores de El Cardonazo.
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PETICIONES, INICIATIVAS Y DEBATES
Con el propósito de reconstruir la ruta que tuvo la amnistía desde el nal
de la guerra civil de 1948 y hasta su declaratoria en diciembre de 1955, además
de visibilizar el papel que tuvieron diferentes sectores de la sociedad exigiéndola,
se identicarán los actores que estuvieron a favor y en contra. En el primer grupo
se encuentran los perdedores de la guerra y sus familiares, personajes políticos,
agrupaciones de mujeres y agrupaciones civiles. En el segundo grupo están agru-
paciones de excombatientes y sectores vinculados al militarismo. Para ello se estu-
diarán tres elementos: las peticiones, las propuestas y los debates que se dieron
en torno a la amnistía durante tres períodos: el gobierno de facto de La Junta, el
gobierno de Otilio Ulate y la administración de José Figueres.
El período de La Junta
El inicio del gobierno de facto de la Junta signicó el comienzo de una fuerte
persecución hacia los perdedores de la guerra civil de 1948, pero también el surgi-
miento de múltiples estrategias de resistencia, algunas dentro del marco de la legis-
lación y otras al margen. La represión tuvo como resultado el encarcelamiento de
algunos opositores y el exilio forzado de otros. Es indispensable recordar que uno
de los compromisos del Pacto de la Embajada de México, rmado el 19 de abril de
1948, era la declaratoria de una amnistía general (Solís, 2006, p. 499).
En agosto de 1948, una delegación de doce dirigentes calderonistas conversó
con José Figueres y Gonzalo Facio Segreda, quien fungía como ministro de Justicia y
Gracia durante el período de la Junta. La reunión se llevó a cabo en la Casa Amarilla
y tuvo como intermediario a Mateo Fournier. El motivo principal era la solicitud de
una amnistía general para todos “los elementos políticos pertenecientes al régimen
anterior”. A pesar del temprano acercamiento de los vencidos al gobierno de facto
para solicitar dicha declaratoria, la respuesta de Figueres fue sin duda evasiva, ya
que su gobierno “no tenía ningún afán de persecución contra ellos, y que, práctica-
mente, la amnistía estaba en vigencia para con aquellas personas que, sin afrontar la
culpabilidad de hechos delictuosos, salieron precipitadamente del país al nalizar el
movimiento armado…” (La Nación, 28 de agosto de 1948, p. 6).
3
Posteriormente, un grupo de 125 personas dirigió otra petición de amnistía a
Figueres, en la cual se exponía particularmente la situación de los presos políticos
comunistas y se alegaba que los comunistas desde el inicio habían condenado los
actos subversivos haciendo un llamado a la tranquilidad, que era lo más conveniente
para el “progreso” del país:
Como en nombre de los presos que en diversas cárceles purgan el haber
pertenecido al Partido Vanguardia Popular, todos de índole humilde, nadie ha
hablado, muy respetuosamente venimos ante usted para pedirle AMNISTÍA
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para estos últimos, pues consideramos justo que a ellos se les otorgue parte de
la magnanimidad que ya se comenzó a usar con unos y que es posible que se
use con otros. (La Nación, 10 de setiembre de 1948, p. 7)
Posteriormente, en el contexto de las elecciones de la Asamblea Constituyente,
en diciembre de 1948, el reconocido dirigente Carlos Luis Fallas fue detenido por la
policía de Heredia por repartir propaganda subversiva, donde llamaba a votar por el
Partido Constitucional y a la vez denunciaba: “Abajo el Tribunal de Sanciones Inme-
diatas y el mal llamado Tribunal de Probidad! Amnistía y libertad para Vanguardia
Popular y C.T.C.R.” (La Hora, 9 de diciembre de 1948, p. 4). Es importante señalar
que en este período la oposición fue censurada en la prensa y la radio (Salazar, 1981,
p. 154), por lo que los boletines que circularon eran una de las pocas herramientas
que conservaban para manifestar su descontento.
Dado que en el período de la Junta la amnistía general que incluyera a los
perdedores no fue otorgada, las peticiones continuaron dándose durante el siguiente
gobierno. La llegada de Otilio Ulate al Ejecutivo había sido interpretada como una
posibilidad de mayor diálogo y negociación, especialmente por los comunistas.
Mientras que para los exiliados era considerada como una oportunidad de regresar
a Costa Rica. No obstante, el anticomunismo internacional tendría gran eco en el
gobierno de Ulate y en el contexto de la guerra de Corea; los comunistas volverían a
ser el blanco de la represión.
El gobierno de Otilio Ulate
Si bien una de las promesas de Ulate al llegar al poder fue la declaratoria
de una amnistía general, durante su gobierno no impulsó ni apoyó ninguna inicia-
tiva en particular. A pesar de que, para los vencidos, la amnistía era un elemento
indispensable para el regreso de los exiliados. Como lo planteó José Albertazzi en
agosto de 1950, los exiliados tenían temor de encontrar la muerte a su regreso tal
como le había ocurrido al diputado Filiberto Chavarría en 1948 (Albertazzi, 2015).
Por el contrario, durante este período las iniciativas surgieron principalmente de
sectores políticos.
En febrero de 1950, la Nunciatura Apostólica se dirigió al gobierno de Costa
Rica para hacer de su conocimiento una amnistía otorgada por el gobierno de Brasil
con motivo de lo que llamaban “el presente Año Santo”, con lo cual le hacía una
invitación a seguir sus pasos. Además, el contexto nacional era de festejos religiosos
con motivo del Primer Centenario de la Fundación de la Diócesis y de la Visita de
la Imagen de la Virgen de los Ángeles a San José, la cual fue llamada visita de la
“Reconciliación Nacional”. Sin embargo, la propuesta de la iglesia era selectiva,
pues se señaló que no correspondía al perdón exclusivamente para quienes se habían
“arrepentido”, es decir, una amnistía parcial:
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(…) exhortación a perdonar y a olvidar razonable y cristianamente las culpas de
aquellos que tuvieron la desdicha de delinquir. No al perdón ciego que estimula
al delito; no remisión desordenada y colectiva, sino perdón para los que, redi-
midos por el arrepentimiento sincero y por al menos parcial satisfacción de la
pena aplicada para puricarlos, muestran poder volver a la convivencia social
y civil (…) (La Nación, 21 de febrero de 1950, p. 5)
El 17 de octubre de 1950 surgió un intenso debate en la Asamblea Legislativa
por el proyecto de amnistía presentado por el diputado Celso Gamboa Rodríguez,
quien fue uno de los jueces del Tribunal de Probidad (TP) y había renunciado tan
solo tres meses después, alegando que en dicha organización primaban los odios y las
venganzas. Posteriormente, fue el fundador del improvisado Partido Constitucional,
siendo uno de los seis diputados electo de dicho partido para la Asamblea Consti-
tuyente de 1948 (Arce, 2011). Desde ese espacio, denunció al TP y al Tribunal de
Sanciones Inmediatas (TSI) como instituciones que perpetuaban el odio (Díaz, 2017).
En dicha iniciativa de Gamboa se señaló:
Para nadie es un secreto de que aún perduran odio y resentimiento entre los
bandos políticos (...). La amnistía servirá para propiciar y alentar el aanzamiento
de la paz, la tranquilidad y la confraternidad nacionales (…). Quienes por razones
políticas incurrieron en excesos, de sobra los han purgado ya. Dos años y medio
hace que concluyó la revolución. Además, de todos es sabido que hubo conde-
natorias injustas y extralimitadas (…). (La Gaceta, 24 de octubre de 1950, p. 1)
La propuesta establecía que se otorgase amplia y general amnistía a favor de
todos los procesados o condenados por delitos políticos o conexos con ellos. Además,
la calicación del delito como “político” quedaría a juicio del Tribunal respectivo.
La mayoría de los diputados se manifestaron en contra del proyecto argumentando
que se debía jar claramente cuáles delitos eran considerados políticos y conexos.
Asimismo, algunos alegaron que en Costa Rica no existían delincuentes políticos,
como el diputado Fernández Durán quien leyó una lista de 140 sentenciados por
delitos comunes como homicidio, hurto y daños.
Quienes promovieron la declaración de la amnistía estaban convencidos de
que era necesaria para propiciar la conciliación nacional y evitar futuros brotes
de violencia o actos subversivos. El diputado Ramón Arroyo Blanco, quién había
sido parte de la Asamblea Constituyente de 1948 representando al Partido Unión
Nacional (PUN), armó que no debía considerarse la amnistía como un perdón, una
dádiva o pura generosidad, sino que debía concederse “por razones de conveniencia
nacional y política” y como “medida elemental de prudencia”. Por su parte, el dipu-
tado Picado Guerrero describió la situación de discordia de la siguiente forma:
(…) mientras no se consiga que desaparezca el concepto de vencedores y
vencidos; mientras el odio siga minando la conciencia de un gran sector
de la ciudadanía; mientras el Gobierno no ponga interés, por lo menos en
obtener esa armonía, gozaremos apenas de una aparente paz, de una tranqui-
lidad semejante a la que anuncia una gran tempestad (…). (La Nación, 14 de
noviembre de 1950, p. 14)
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Ante el fracaso de este primer proyecto, en junio de 1951 el diputado Jorge
Mandas Chacón también del PUN presentó una segunda iniciativa y, previendo los
obstáculos que tuvo el proyecto de Gamboa, incorporó una denición de “delitos
políticos”. El proyecto partía de la comprensión del gobierno de La Junta como un
gobierno de facto que mediante el TSI había condenado a numerosos costarricenses
y también extranjeros. Además, se recordaba que las “infracciones” habían nacido
al calor de la efervescencia política, por lo que debían de ser consideradas “delitos
políticos” o conexos. De esta forma, el decreto de amnistía debía de comprender
también a quiénes estaban siendo juzgados por tribunales comunes luego de la desa-
parición del TSI, excluyendo los delitos de traición a la Patria, homicidio y violación
(Archivo Nacional de Costa Rica, 1953, Gobernación, #39460, f. 11).
Un aspecto a destacar es que en ambas propuestas se estableció que la amnistía
debía contemplar exclusivamente a los costarricenses, incluyendo a los nacionali-
zados con más de diez años de haber recibido dicha categoría en el caso del proyecto
de Gamboa. Esta explícita exclusión de los extranjeros que hubiesen estado involu-
crados en los conictos políticos nacionales posiblemente responde a que la decla-
ración consistía en una política de conciliación nacional y requería a su vez de la
utilización de elementos identitarios que generaran cohesión.
Lo cierto es que la amnistía propuesta por el diputado Mandas tampoco tuvo
éxito. El 1 de mayo de 1952, ante la Asamblea Legislativa, Ulate retomó el tema de
la amnistía responsabilizando al Congreso por su declaratoria, asegurando que el
poder Ejecutivo vería con agrado que la Asamblea Legislativa otorgara la amnistía
general por delitos políticos. El mismo añade:
(…) ya se van aquietando los ánimos, abandonando los vencidos la irreali-
zable idea del desquite y ofreciendo los vencedores, la única vía para lograr el
poder en un país de la estructura del nuestro: la del sufragio nítidamente libre y
resplandeciente en su pureza. (La Gaceta, 3 de mayo de 1952, p. 1)
A partir de estas declaraciones, Miguel A. Xirinachs también armó en la
prensa que la responsabilidad de la declaración de amnistía recaía sobre los diputados:
(...) la Asamblea Legislativa debiera tomar cartas en el asunto y no desestimar
tal insinuación. De ella depende la fortaleza o debilidad de los lazos que nos
atan como hermanos y como hijos de este pueblo... Sólo así recuperaremos
parte de lo perdido, que sólo el Poder Legislativo nos puede devolver. Ha
llegado el momento de unicar nuestro pueblo mediante la amnistía general,
señores diputados (...). (Xirinachs, 4 de mayo de 1952, p. 7)
Dentro de las reacciones positivas destaca la propuesta del diputado Antonio
Peña Chavarría quien identicó un ambiente propicio para proponer un proyecto
de amnistía el 5 de mayo de 1952 (La Gaceta, 11 de mayo de 1952). Asimismo, el
diputado Manuel Rodríguez Caracas manifestó su apoyo a dicha iniciativa porque:
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(…) la hubo, general y amplia, para todos los del partido triunfante y un
elemental sentimiento de equidad me dice que debe haberla también para los
vencidos. Estoy con la amnistía por un sentimiento de responsabilidad (…) ante
el país y ante la historia (…). (Rodríguez, 17 de mayo de 1952, p.3)
Como muestra de apoyo, un grupo de cuarenta y nueve estudiantes de la
Escuela de Derecho se dirigió a la Asamblea Legislativa pronunciándose a favor de
la amnistía, asegurando que:
(...) además de constituir un deber histórico, viene a responder a un reiterado
y mayoritario sentir nacional. Es hora ya de poner coto a la política de odios
que envenena el ambiente y rompe la concordia de la familia costarricense
(…). Nosotros, que pensamos como estudiantes de leyes y no como políticos,
pedimos a la Cámara Legislativa que se pronuncie favorablemente por una
amnistía amplia y sin restricciones. (La Nación, 20 de mayo de 1952, p. 11)
En 1953, a petición del Ministro de Gobernación Alfredo Tosi Bonilla, se
realizaron dos estudios de los proyectos que habían fracasado. El primero diri-
gido por Ricardo Monge Araya (Procurador Civil) y el segundo a cargo de Mario
Gómez (Procurador Penal), este último sugirió que la amnistía no debía beneciar
a los responsables del crimen del Murciélago por haber actuado contra personas
amparadas por la inmunidad de La Cruz Roja, pero sí propuso incluir a los involu-
crados en el caso del Codo del Diablo. Como resultado, Tosi envió una propuesta
al Procurador General de la República necesaria “para completar la unicación de
la familia costarricense”, estableciendo que el “perdón” sólo podía comprender a
quienes estaban vinculados al país por el nexo de la ciudadanía y excluyendo a los
responsables del crimen del Murciélago (Archivo Nacional de Costa Rica, 1953,
Gobernación #39460, f. 19-21 y 27-28).
De esta manera, ambas propuestas se caracterizaron por ser amnistías clara-
mente selectivas. Por su parte, el Consejo de Gobierno envió una carta a la Asamblea
Legislativa donde decía:
Es realidad tangible que la amnistía constituye poderoso medio de pacicación
y concordia, de templanza cuando menos de los sentimientos de aversión... por
ello persuadido el Gobierno de la República de la virtud apaciguadora de ese
procedimiento de olvido, no ha vacilado en acuerpar los referidos proyectos
(...). (Archivo Nacional de Costa Rica, 1953, Gobernación #39462, f. 1-4)
No obstante, ninguna de las iniciativas descritas anteriormente fue enviada o
apoyada abiertamente por Ulate, como se observa en la siguiente tabla (Ver Tabla 1).
Para José Luis Torres, “Ulate ya como Presidente de la República, mostró sus ideas
y posición anticomunista, al estar contra la ley de amnistía, que prohibía expulsar a
cualquier costarricense, al negarle el ingreso a los líderes comunistas deportados por
la Junta de Gobierno...” (Torres, 1986, p. 284).
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TABLA 1
Legislación y proyectos relacionados con amnistías (1948-1953)
LEGISLACIÓN Y PROYECTOS FECHA DESCRIPCIÓN
Decreto Ley nº 113 16 de julio de 1948 Autoamnistía para los hechos
ocurridos desde la Huelga de los
Brazos Caídos (julio 1947)
Cartera de Justicia 9 de junio de 1949 Amnistía para los implicados
Decreto Ley nº 1 en El Cardonazo
Decreto Ley nº 729 28 de setiembre de 1949 Ampliación de la amnistía de 1948
para hechos ocurridos en San Pablo
de Heredia con motivo de la invasión
de diciembre de 1948
Proyecto del diputado 17 de octubre de 1950 La Gaceta nº 239,
Celso Gamboa Rodríguez 24 de octubre de 1950
Proyecto del diputado Junio de 1951
Jorge Mandas Chacón
Proyecto de Antonio 5 de mayo de 1952 La Gaceta nº 107,
Peña Chavarría 11 de mayo de 1952
Estudio y proyecto 24 de setiembre de 1953 Solicitud Ministro Alfredo Tosi Bonilla
del Procurador Civil ANCR, Gobernación #39460 y #39462
Ricardo Monge Araya
Estudio y proyecto del 1953 Solicitud Ministro Alfredo Tosi Bonilla
Exprocurador Penal ANCR, Gobernación #39460 y #39462
Mario Gómez Calvo
Proyecto del Ministro 1953 Solicitud Ministro Alfredo Tosi Bonilla
de Gobernación Alfredo ANCR, Gobernación #39460 y #39462
Tosi Bonilla
Fuente: Elaboración propia, 2018.
Por lo anterior, se puede concluir que las discusiones sobre la amnistía
estuvieron enmarcadas dentro de la Asamblea Legislativa, siendo presentadas
principalmente por diputados; sin embargo, la sociedad civil y los familiares de
los presos políticos tuvieron un rol primordial. Posicionando la problemática en
el ámbito público y presionando a los políticos. Por otra parte, las esperanzas de
cambio que habían tenido algunos sectores de los más afectados por la violencia
y represión de la Junta, como era el caso de los comunistas, no se materializaron
durante el gobierno de Ulate. La anhelada amnistía general que permitiera el
regreso de exiliados, entre ellos el caudillo Rafael Ángel Calderón Guardia y que
sentara las bases de una conciliación nacional por medio del “perdón” generali-
zado, se siguió posponiendo.
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 47
El primer gobierno constitucional de José Figueres Ferrer
En 1953, el regreso de Figueres al gobierno generó gran incertidumbre en los
sectores que habían sido víctimas de la violencia ejercida por los vencedores de la
guerra civil de 1948. Para ese momento, el tema de la amnistía no había desaparecido
a pesar de que habían pasado cinco años desde el enfrentamiento armado. En julio
de 1954, se avivaron las tensiones políticas. Por señalar algunos ejemplos, Fernando
Castro Cervantes se declaró públicamente enemigo de Figueres y el 24 de julio se dio a
conocer sobre el alzamiento en armas de un grupo de opositores en Sarapiquí. Además,
en diciembre del mismo año, Ulate anunció su alianza con Calderón (Díaz, 2015).
Desde el mes de octubre de 1954 los rumores de una invasión de los perde-
dores de la guerra civil de 1948 tuvieron eco en la prensa nacional. Cuando se
conrmó que los calderonistas estaban saliendo del país con rumbo al norte, un
vocero del Ministerio de Seguridad Pública armó: “Los Calderonistas pueden
estar perfectamente tranquilos. En estos momentos en que está muy adelantado el
decreto de amnistía que los cobijará, ninguno de ellos será molestado en lo mínimo.”
(La Nación, 10 de octubre de 1954, p. 11). No obstante, en un comunicado emitido
desde casa presidencial se culpabilizó a los opositores por sus “actos delictivos” que
eran obstáculo para la amnistía:
Recientemente el asalto a una agencia bancaria de Sarapiquí perpetrado por un
conocido aventurero, que se hace llamar revolucionario calderonista, causó la
muerte de dos estimables funcionarios públicos. Los momentos actuales son
los menos indicados para proseguir los planes de amnistía del Gobierno. Hay
costarricenses tratando de provocar un ataque al país por fuerzas extranjeras
(…). (La Nación, 24 de noviembre de 1954, p. 18)
Posteriormente, en diciembre del mismo año, Figueres aprovechó la invita-
ción que le había hecho la Iglesia Católica a una celebración previa al Segundo
Congreso Eucarístico para anunciar su intención de enviar a la Asamblea Legisla-
tiva, en febrero de 1955, el proyecto de ley para una amnistía general. En su discurso,
Figueres describió a la amnistía como una política para “propiciar el entendimiento
entre grupos distanciados desde los acontecimientos sangrientos de 1948, y la conci-
liación entre elementos que han seguido albergando pasiones y odios…” (La Repú-
blica, 12 de diciembre de 1954, pp. 1-2).
El mes de diciembre había sido particularmente inestable por los constantes
rumores sobre la organización en el extranjero de un movimiento armado opositor.
En ese sentido, el empresario Fernando Rudín H. comentó:
No es posible que sigamos hoy día juzgando a los calderonistas con la misma
severidad que lo hiciéramos justamente otrora. Mucha agua ha corrido ya
bajo este puente (…). Cuando los costarricenses descontentos que vagan por
el extranjero vuelvan a la Patria a trabajar tranquilamente al lado de los suyos,
no habrá hombres con quienes organizar revolución alguna. (Rudín, 18 de
diciembre de 1954, p. 5)
Diálogos Revista Electrónica de Historia, 21(1): 37-66. Enero-junio, 2020. ISSN: 1409-469X · San José, Costa Rica48
En términos generales, las personas que se manifestaron a favor de la amnistía
concordaron en que dicha medida estaba llegando de forma tardía, lo cual signicaba
una clara denuncia de la falta de voluntad de los gobiernos de la Junta y de Ulate
por impulsar su declaración. La tardanza favoreció la permanencia de la fragmen-
tación social y de la violencia política (Ugalde, 2017). Por su parte, el Ministro de
Gobernación y Justicia, Fernando Volio Sancho, justicó la tardanza de la amnistía
culpabilizando a la oposición:
En los días inmediatos anteriores a la revuelta encabezada por Mora Molina
(…) íbamos a someter el asunto a la consideración de la Asamblea Legisla-
tiva, por ser este el organismo al que corresponde, de acuerdo con la Consti-
tución, dictar la amnistía, pero los deplorables sucesos ocurridos entonces nos
obligaron, como es natural, a posponer la realización de la idea (…) estando
próximo a celebrarse solemnemente el Segundo Congreso Eucarístico Nacional
(…). (Volio, 16 de diciembre de 1954, p. 7)
La propuesta de amnistía no fue bien recibida por todos los sectores enfren-
tados en la década de 1940, especialmente por los excombatientes que conservaban
una fuerte cultura militarista. Esta legislación fue representada por Figueres como un
sacricio con el que debían de colaborar “los deudos de nuestros héroes”, es decir, sus
seres queridos. Posiblemente quería prevenir el costo político que la aprobación de la
amnistía podría generarle en su base de apoyo popular (Figueres, 14 de diciembre de
1954, p.5). Asimismo, la tardanza en la declaración de una amnistía se justicó por el
respeto a quienes habían sufrido pérdidas y a la memoria de los caídos en batalla.
IGLESIA, COMUNISTAS Y SOCIEDAD CIVIL
Los rumores de una invasión se concretaron en enero de 1955; el ingreso
de fuerzas armadas opositoras a través de la provincia de Guanacaste generó dos
importantes consecuencias. La primera, que el Poder Ejecutivo no envió el prome-
tido proyecto de amnistía general a la Asamblea Legislativa en el mes de febrero
cuando coincidiría con el Segundo Congreso Eucarístico. La segunda, que diferentes
sectores, ya no sólo políticos como sucedió durante el gobierno de Ulate, se apro-
piaron del discurso de conciliación nacional, reclamando la declaratoria de amnistía,
entre ellos la Iglesia católica, los comunistas y las mujeres.
El ingreso de fuerzas armadas a Costa Rica conrmó la advertencia de quienes
aseguraron que la declaración de una amnistía era necesaria para evitar nuevos brotes de
violencia. Efectivamente, la invasión era una respuesta de un sector de los perdedores de
la guerra civil de 1948 a los discursos de reconciliación sin políticas de conciliación que
habían dirigido de igual forma el gobierno de la Junta, la administración de Ulate y el
primer gobierno constitucional de Figueres. Es decir, en ninguno de estos tres períodos
se superó el discurso para propiciar políticas reales de conciliación, especícamente la
amnistía general, que era petición de un amplio sector de la sociedad costarricense.
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 49
El año de 1955 se caracterizó por el pronunciamiento de diversos grupos que
se manifestaron en favor de la declaración de una amnistía general. Los discursos que
nacen desde la sociedad civil concuerdan en que la verdadera paz sólo puede alcan-
zarse con la voluntad y el compromiso de todos los involucrados en el conicto. En
esta línea, se destacaron los discursos del periodista Joaquín Vargas Coto, quien armó
que la paz para ser “…diáfana, pura y fecunda, tiene que ser obra de cooperación de
todos, de fraternidad y de noble esfuerzo colectivo” (Vargas, 6 de marzo de 1955, p. 6).
En el mes de febrero de 1955, la atmósfera religiosa que anunciaba el Congreso
Eucarístico motivó numerosos mensajes de reconciliación y unidad nacional, que
además pedían una amnistía. Como ha señalado Solís (2006), desde el 1 febrero
de 1955, cuando fueron expulsados de la Asamblea Legislativa Mario Echandi y
Guillermo Jiménez Ramírez, Ulate inició una campaña pública en solicitud de la
amnistía general. Como respuesta, reconocidos comunistas denunciaron que el
expresidente había podido, en su gobierno, tomar medidas para evitar las injusticias
cometidas por los vencedores y evitar un nuevo episodio de violencia abierta, como
había sido la invasión:
Si Ulate hubiese dado la Ley de Amnistía que hoy reclama; si hubiese dado
las garantías electorales que hoy también reclama; si hubiese creado medios
legales para que los que fueron injustamente expropiados e injustamente
sentenciados a prisión pudieran defender sus derechos en los tribunales; y si
se hubiese abstenido de atizar la campaña de odios que atizó desde sus perió-
dicos, los acontecimientos que ahora se han producido ni siquiera habrían
podido iniciarse, porque el Departamento de Estado y los tiranuelos del
Caribe no hubieran encontrado entre los costarricenses clima propicio para
maniobrar”. (Fallas, Mora y Ferreto, 1955, p. 46)
Con el regreso de los enfrentamientos armados en el mes de enero de 1955,
la amnistía había pasado de ser una necesidad a ser una urgencia. En febrero, surgió
una iniciativa dirigida por una agrupación que aseguró tener como objetivo propiciar
“la reconciliación de la familia costarricense” y que reun diversos sectores como
médicos, abogados, ingenieros y otros profesionales del comercio, la industria, la
agricultura y otras actividades, quienes armaron que iban a “solicitar al Gobierno
que se conceda la amnistía que está necesitando urgentemente el país” (La Nación,
24 de febrero de 1955, p. 10). Además, se planteó que la propuesta debía ser estu-
diada en una Gran Asamblea de Ciudadanos y luego enviada al Poder Ejecutivo para
que éste le solicitara a la Asamblea Legislativa su promulgación.
Después de la invasión, la posición de los comunistas fue claramente en favor de
la amnistía general, amplia y sin excepciones como solución para acabar con las divi-
siones políticas que tenían su origen en la década de 1940. Además, como los comu-
nistas se habían opuesto a la vía armada para alcanzar el poder y no habían apoyado la
invasión, consideraron que también era indispensable que la oposición renunciara a las
prácticas subversivas. En un artículo del semanario Adelante, se armó que la oposi-
ción calderonista estaba dividida en torno a la amnistía, describiendo que un sector:
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No acepta otra solución que el derrocamiento violento del régimen, que están
por el terrorismo, y que no quieren la amnistía porque le restaría terreno
propicio a su tesis subversiva, pero hay la mayoría calderonista integrada por
gente más racionales y responsables, que están cansados de aventuras locas, y
propician una política realista, basada en las posibilidades de acción pacíca
que el país ofrece, posibilidades que aumentarían considerablemente si viene la
amnistía. (Adelante, 21 de marzo de 1955, p. 3)
En los discursos de los comunistas, además se llamó la atención sobre la
situación de los calderonistas que se encontraban en Nicaragua exiliados, descri-
biendo su condición como una “miserable existencia” y armando que la mayoría
carecía de trabajo, techo y comida. Esta situación que según denunciaban, los
había llevado incluso a vivir de la caridad pública. Precisamente, para los exiliados
y para los que aún se encontraban detenidos en la Penitenciaría era que urgía la
amnistía (Adelante, 21 de marzo de 1955).
Los días previos al Segundo Congreso Eucarístico, se organizó una campaña
radiofónica a favor de la amnistía en la que participarían veinte estaciones nacionales
y tendría una duración de una hora y media. Además, tres cuñas serían transmitidas
cada media hora y que consistían en “una petición, en nombre de los principios cris-
tianos, para que se decretara una amplia amnistía a favor de los presos políticos, con
ocasión del Congreso Eucarístico próximo…” (La Nación, 21 de abril de 1955, p. 7).
El Congreso Eucarístico que había sido programado para el mes de febrero se
atrasó dos meses, iniciando el 24 de abril de 1955, y en los discursos se mantuvo la
relación entre la celebración religiosa y la petición de amnistía. Por ejemplo, el Arzo-
bispo de San José, Monseñor Rubén Odio Herrera, armó: “todos debemos esperar,
como frutos de este Magno Congreso Eucarístico Nacional la paz, la unidad, y la
conciliación…” (La Nación, 26 de abril de 1955, p. 9). Además, el 28 de abril, con
motivo de la clausura de la celebración religiosa, se transmitió un mensaje del Papa
Pío XII, quien estaba informado del reciente conicto político del país y consideró
que dicha celebración podía contribuir a su pacicación, armando:
De manera que hoy, como quien pone n a un período histórico, olvidando cues-
tiones y dejando a un lado querellas, cerrando denitivamente las heridas, disi-
mular las recientes cicatrices, pacicados los espíritus y depuesta toda hostilidad,
podáis reuniros tranquilos… basta ya de divisiones, principio de destrucción y de
ruina, basta de odios y enemistades que secan los corazones y arman las manos
airadas de los hermanos… (La Nación, 30 de abril de 1955, p. 4)
Figueres fue invitado a pronunciar un discurso en la clausura del Congreso
Eucarístico, donde manifestó conocer que muchas personas, muchos jefes de la
Iglesia e incluso el “Santo Padre”, habían pedido la unión y la paz de los costarri-
censes. Sin embargo, nalizó su discurso asegurando que “los que habían pecado
en contra del gobierno, sin arrepentimiento y sin propósito de enmienda debían ser
castigados, debían recibir la sanción que la ley impone” (La Nación, 30 de abril de
1955, p. 9). Este hace alusión a la oposición política como pecadores que debían
recibir un castigo, el cual se manifestaba en la no declaración de la amnistía.
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 51
Durante este año, en la prensa se responsabilizó de nuevo a los gobiernos de
turno de no propiciar la amnistía. El periodista Vargas Coto, reriéndose a la Junta,
armó que pudo haber concedido la amnistía por la clase de poder que ejercía, pero
no lo hizo. De igual forma, sobre Ulate denunció:
A lo largo de sus cuatro años de régimen constitucional pudo haberle hecho al
país el enorme bien de volver la tranquilidad a los espíritus mediante una ley
de amnistía. No se aprovechó esa época en que se remansaron las pasiones y he
aquí que en mayo de 1955 nos encontramos metidos dentro del mismo callejón
de temores e intranquilidades (…). Los pensamientos expuestos en estos artí-
culos se han recogido de la calle, podría decirse son un anhelo que palpita en las
entrañas de un pueblo temeroso y maltratado. (Vargas, 5 de mayo de 1955, p. 6)
Es importante señalar que, a pesar del avivamiento de la violencia política,
luego de la invasión un sector heterogéneo de la población compuesto por polí-
ticos, profesionales, agrupaciones de mujeres, entre otros, se pronunció con mayor
fuerza sobre la necesidad de la amnistía. Sobresale el decidido apoyo del dipu-
tado Otón Acosta del Partido Demócrata, quien el mes de mayo de 1955 de forma
pública y enérgica denunció la falta de voluntad tanto de Figueres como de Ulate
mediante las siguientes declaraciones:
Tanto él como su antecesor en el ejercicio del gobierno tuvieron y mantienen
la oportunidad de alcanzar que vuelvan a su tierra quienes se hallan alejados de
ella por la pasión política y por la supervivencia de absurdos rencores. Pero nada
hicieron, ni nada están haciendo por lograrlo. (Acosta, 28 de mayo de 1955, p.3)
En noviembre de 1955, el diputado Acosta presentó un segundo proyecto de
amnistía (La Nación, 3 de noviembre de 1955, p. 2). Quienes se opusieron, asegu-
raron que era peligroso para la estabilidad política del país el regreso de Calderón.
En un comentario anónimo en la prensa se manifestó:
(…) en cuanto demos la amnistía tendremos en el país a Calderón Guardia.
No me extrañaría que en La Sabana lo reciban más de cincuenta mil fanáticos
partidarios suyos. Y desde el día siguiente tendríamos agitación política, intran-
quilidad, y un ambiente contrario a la paz… aunque Calderón no quiera hacer
política personalmente, su presencia en Costa Rica puede signicar el primer
paso para que se estructure un gran movimiento de oposición (...). (La Nación,
6 de noviembre de 1955, p. 12)
Por otra parte, los partidarios de la amnistía insistieron en que no existía
ese peligro y, por el contrario, el día en que se le diera la amnistía a Calderón
“la aureola de mártir que hoy lo rodea y en la cual lo ven envuelto sus fanáticos
partidarios, por el hecho de mantenerse en el exilio, se habrá eliminado el mayor
motivo de división entre los costarricenses…” (La Nación, 6 de noviembre de
1955, p. 12). En el mes de diciembre de 1955, la prensa informó sobre un nuevo
proyecto de amnistía presentado por Volio Sancho, Ministro de Gobernación y
Justicia. De nuevo se explicó la tardanza de esta política porque:
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Ciertamente, cada vez que, en el pasado, estuvimos a punto de formalizar
la amnistía, las actividades de los conspiradores nos obligaron a detener los
trabajos adelantados al efecto. Así ocurrió, por ejemplo, a mediados de 1954,
debido al levantamiento de Mora Molina, y en los primeros días de 1955 al
producirse la invasión (…). (Volio, 20 de diciembre de 1955, p. 42)
LAS MUJERES AL FRENTE DE LA CONCILIACIÓN NACIONAL
Las mujeres tuvieron una importante presencia en la prensa nacional manifes-
tándose a favor de la paz nacional y mundial e impulsando la conciliación nacional
que consideraban traería la unión de “la familia costarricense”. Para conocer sobre
sus reexiones en torno a la amnistía, se consultaron particularmente dos periódicos:
Nosotras (1949-1952) de la Unión de Mujeres Carmen Lyra (UMCL) y Nuestra Voz
(1952-1955) de la Unión de Mujeres Costarricenses (UMC), ambas agrupaciones
vinculadas al PCCR. Para Eugenia Rodríguez (2017) el interés de las mujeres de la
UMCL por construir redes femeninas en Centroamérica y en el continente americano
se basaba en las experiencias previas del PCCR. No obstante, habría que agregar que
este proceso formó parte de las políticas dirigidas por la URSS (CIA, 1954) y que la
vocación internacionalista de estas mujeres sobrepasó el territorio americano.
Al respecto, en documentación desclasicada de la Central Intelligence Agency
(CIA), se puede identicar la participación de Costa Rica en diversas organizaciones
internacionales como el World Peace Council (WPC) donde Joaquín García Monge fue
miembro (CIA, 1956a) o la Women`s Internacional Democratic Federation (WIDF).
Sobre esta última, se elaboró una lista de organizaciones aliadas y organizaciones
llamadas “paralelas” que generalmente apoyaban las políticas de la WIDF, pero que no
estaban ocialmente aliadas. Para el caso costarricense, en la lista aparece la AMC
como se llamaría posteriormente la UMCL y como paralela se identica al Comité
de la Infancia (CIA, 1956b). La WIDF se fundó en París en 1945 durante el primer
Congreso Mundial de las Mujeres, como señalan Pieper y Lanza (2013). Los horrores
de la Segunda Guerra Mundial habían unicado a mucha gente bajo la creencia de que
el período de la posguerra ofrecía una importante oportunidad para establecer un nuevo
conjunto de valores humanos fundamentales, entre ellos el antifascismo, la paz dura-
dera, derechos de las mujeres y mejores condiciones para la niñez. Las mujeres costa-
rricenses acogieron estos valores y fueron el fundamento de sus discursos y demandas.
El 15 de setiembre de 1949, se publicó el primer número de Nosotras, teniendo
como propósito ser “vocero y orientador de los hombres y mujeres de buena voluntad
que sinceramente creen y luchan por la paz y la fraternidad humana” (Nosotras,
15 de setiembre de 1949, p. 1). Además, se publicó el programa de dicha agrupa-
ción de mujeres y uno de sus puntos principales era la “Defensa y lucha por la Paz
Mundial”. Sobre las mujeres se decía: “Nosotras, mujeres costarricenses, somos
por tradición, amigas de la paz” (Nosotras, 15 de setiembre de 1949, p. 4). Este
primer número también dio cuenta de un Congreso Mundial de Partidarios de la Paz
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 53
que se realizó en abril de 1949 en París (cinco meses antes de la primera publicación
de Nosotras), en el cual participó Arnoldo Ferreto.
De esta forma, desde su origen Nosotras tuvo una vocación por fomentar la
paz siguiendo la misma línea de la WIDF; además este periódico fue el medio que
divulgó las distintas actividades internacionales en que participaron las integrantes
de la UMCL (Rodríguez, 2018). Este énfasis de la UMCL en la organización por la
paz mundial y la participación de las mujeres, perla el papel que luego tendrían en
Costa Rica como parte de la lucha por la declaración de una amnistía general. En sus
inicios, Nosotras denunció la restricción a la libertad de prensa durante el gobierno
de la Junta, señalando que el atraso en la aparición de su segundo número se debió
a que todas las imprentas, a excepción de la imprenta Elena, se habían negado a
realizar la edición. Asimismo, armaron que de nada servía el derecho al sufragio si
no existía la libertad de pensamiento y de prensa (Nosotras, 30 de octubre de 1949).
En el segundo número, Emilia Prieto publicó algunas reexiones en torno
a su participación en el Congreso Continental Americano por la Paz, celebrado en
setiembre de 1949 en México y donde también participaron Rosa María Braña,
Cecilia Amighetti, entre otros reconocidos líderes comunistas (CIA, 1950a). En su
artículo titulado “En la lucha por la Paz, las mujeres tenemos que ocupar los primeros
puestos”, dio un rol protagónico a las mujeres:
La lucha por la paz es algo que debe atraer la voluntad y el interés de todos los
sectores sociales. Nadie puede comprender mejor esa lucha que las madres,
cuyos enormes desvelos y sacricios quedan anulados ante una sola palabra
que es dolor y es muerte: La Guerra. (Nosotras, 30 de octubre de 1949, p. 1)
En Nosotras, es claro que los roles tradicionales de las mujeres no están siendo
cuestionados sino orientados en favor de una lucha en particular que permitiera la
articulación por el bien colectivo y que propiciaría la organización política. El rol
de madre es frecuentemente invocado. A las mujeres, además de atribuírseles una
“maternidad espiritual” que les representa como inclinadas al altruismo social como
apunta Asunción Lavrin (2002), se les adjudica una especie de superioridad moral de
la que se deriva “el deber imperativo de servir y reformar la sociedad, de fomentar el
bien común, la paz y la justicia social” (p. 14).
El cambio de gobierno, es decir la llegada de Ulate al Ejecutivo, fue visto
por estas mujeres con esperanza, al igual que por los comunistas. En un Editorial
de Nosotras titulado “La vuelta al régimen constitucional debe signicar paz y
libertad verdaderas para todos los costarricenses”, se decía que luego de haber
sufrido los horrores de la guerra civil y las persecuciones de un gobierno de facto,
estas eran trágicas lecciones que:
Abrieron surcos profundos en nuestras conciencias y por eso ahora sí sabemos
muy bien lo que debe signicar para la seguridad de nuestros hogares, la vida
institucional de la República, dentro de la cual tenemos que tomar parte activa
y decisiva todas las mujeres (…). (Nosotras, 22 de noviembre de 1949, p. 1)
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De esta forma, se anunciaba el protagonismo que tendría la organización de
mujeres en la búsqueda de la paz, que también puede entenderse como la conciliación
nacional. El 15 de enero de 1950, se publicó en Nosotras un artículo que contestaba
“¿Por qué y para qué nos estamos organizando las mujeres?”, donde aparece nueva-
mente la búsqueda de la paz como una de sus luchas primordiales, pero también se
apuntó a un proyecto político nacional con el cual las mujeres debían de sentirse
identicadas a través de su cotidianidad:
pretendemos levantar un movimiento de cultura cívica y política, que haga
comprender a las mujeres progresistas de este país, el nuevo sentido de la polí-
tica, de la política de todos los días, en la cual va envuelta la suerte de todos
los costarricenses, desde el mantenimiento de la paz de la nación, la salud de
nuestros hijos, hasta el precio del carbón, de la leche y del café. (Nosotras, 15
de enero de 1950, p. 4)
Con motivo del 1 de mayo de 1950, la UMCL denunció que la conmemoración
se había dado en un ambiente de persecución, asegurando que a pesar de las amenazas
de cárcel y de metralla habían salido a las calles a formar parte de la “hermosa jornada
por el bienestar de nuestro pueblo y por la causa de la Paz” (Nosotras, 14 de mayo de
1950, p. 1). Esta agrupación desló cargando una bandera de la paz con el símbolo de
una paloma blanca, como se puede observar en la siguiente fotografía (Figura 1). Al
lado de la cual se lee la leyenda “Ganaremos la Paz si luchamos por ella”.
Figura 1. Conmemoración del 1 de mayo de 1950. Fuente: Nosotras, 14 de mayo de 1950, p. 1.
En el Editorial mencionado anteriormente, también se plantea que “el pueblo”
quiere dos cosas, la primera:
que se eliminen las posibilidades de una nueva guerra civil, mediante el respeto
al régimen democrático, promulgando una amplia amnistía para los reos polí-
ticos, abriendo las puertas de los tribunales comunes para la revisión de senten-
cias dictadas por tribunales especiales. (Nosotras, 14 de mayo de 1950, p. 1)
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 55
La segunda, “colaborar con la tarea que están desarrollando todas las fuerzas
democráticas de la tierra para impedir el estallido de una nueva guerra mundial”
(p. 1). Es en este momento cuando los discursos de esta agrupación de mujeres en
favor de la paz mundial van a enlazarse con una lucha nacional: la lucha por la paz
en Costa Rica y la declaración de una amnistía para los condenados en los tribu-
nales especiales. El 14 de mayo de 1950, es decir, a un año de la muerte de Carmen
Lyra en el exilio, Luisa González publicó un artículo titulado “El mejor homenaje
a su memoria: La defensa de la Paz”, en el cual denunció que el último deseo de la
escritora había sido volver a su Patria “pero ni esto le fue permitido”. La muerte de
Carmen Lyra en el exilio fue transformada en un acto sacricial que conduciría a la
paz, en palabras de González:
No hubo paz ni tranquilidad para Carmen Lyra, pero el sacricio de su vida
ejemplar, como el de millares de nobles intelectuales, obreros, estudiantes y
campesinos, es la savia limpia y clara que está haciendo crecer el árbol de la
Paz. (González, 14 de mayo de 1950, p. 3)
El periódico Nosotras surge en el momento justo cuando la amenaza de una
guerra atómica es latente, por lo que este tema será uno de los más recurrentes en
la publicación, además de su consecuente llamado a la paz mundial. Las mujeres
organizadas utilizarán entre sus estrategias de lucha la recolección de rmas. Este
tipo de activismo era parte de un movimiento internacional en contra de una nueva
guerra mundial y en Costa Rica lograron tener 1161 rmas. Asimismo, se realizó
un grabado en madera de una ciudad bombardeada del cual se imprimieron tres mil
copias para pegar en paredes y postes (Nosotras, 13 de junio de 1950; CIA, 1950b).
Para el mes de noviembre de 1950, se organizó una campaña pro-paz que coin-
cidía con el Congreso Mundial de Partidarios de la Paz en Londres. Las mujeres orga-
nizaron una “Caravana de la Paz”, iniciativa que coincidió con las estrategias utilizadas
por la WIDF (CIA, 1958). En ella participaron varias agrupaciones y la ruta era salir de
Puntarenas y llegar a San José el 13 de noviembre de 1950, mismo día en que se inau-
gura del congreso. De esta forma, se anunció que en esa fecha conuían dos luchas,
“una jornada de lucha internacional por la Paz, a la vez que una esta y una jornada
nacional de lucha por la Paz” (Nosotras, 8 de noviembre de 1950, p. 1). Además, en
esta publicación, hay una petición de pronunciamiento a diversas organizaciones sobre
el proyecto de Ley de Amnistía presentado por el diputado Celso Gamboa.
En La Nación también se publicó un comunicado de la UMCL rmado por
Estela Peralta, Cristina Flores, Ester Umaña, Emilia Prieto y Luisa González, en
el cual, como una medida de presión, se le solicitaba explícitamente a una serie
de instituciones (ANDE, Iglesia Católica, Rerum Novarum, Consejo Universi-
tario, Cámaras de Industria, Agricultura y Comercio, Colegios profesionales como
Farmacéuticos, Abogados, Ingenieros, Médicos, Dentistas, Microbiólogos, entre
otros) que se pronunciaran públicamente sobre el proyecto de amnistía. Dicha
agrupación de mujeres aseguró:
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En asunto tan trascendental para la vida de la nación, no se justica en ninguna
forma el silencio ni la indiferencia de los costarricenses… que la Cámara
Legislativa y el Poder Ejecutivo sepan qué piensa la Iglesia, los maestros, los
estudiantes, los obreros, las mujeres, los profesionales y en general cual es el
pensamiento del pueblo (…). (Peralta, 8 de noviembre de 1950, p. 9)
Para la UMCL, la amnistía no consistía en favor ni concesión alguna para
ningún político, sino que era una medida necesaria para alcanzar la conciliación
nacional. Estas mujeres apelaban a que las distintas agrupaciones se comprometieran
“en benecio de la paz y la unidad del pueblo costarricense”. Además, se preocu-
paron por visibilizar la existencia de presos políticos del régimen anterior. Tal fue el
caso de una iniciativa para recolectar dinero y llevar regalos y un aguinaldo a dichos
presos el 24 de diciembre de 1950. En esta ocasión, denunciaban la presencia de 43
presos políticos en la Penitenciaría (Nosotras, 8 de febrero de 1951). Posteriormente,
denunciaron que la Guardia Civil había tomado presas a dos mujeres que estaban
recolectando rmas, Ana Isabel Soto y Margarita de Montero, esta última junto a sus
dos hijos de tres y cinco años (Nosotras, 15 de agosto de 1951, p. 1).
En abril de 1951, se llevó a cabo la Primera Conferencia Nacional de Madres
defensoras de la Paz, actividad que debía comprenderse, según la UMCL, como:
la participación activa y decidida de las mujeres, en la discusión de los
asuntos políticos y económicos de la nación. Es decir, que ya las mujeres
no adoptamos la simple actitud de lamentarnos y de sufrir con paciencia
(...) buscamos los medios de manifestar nuestra protesta y de reclamar a los
gobernantes la acción inmediata para la solución de la terrible crisis que azota
nuestras familias, y para asegurar la paz y tranquilidad de nuestros hogares.
(Nosotras, 15 de abril de 1951, p. 1)
La cita anterior es un buen ejemplo de la transformación que estaba teniendo
la organización de mujeres, exigiendo su participación en espacios tradicionalmente
ocupados por hombres. Sobre esto, Patricia Alvarenga (2005) plantea que para 1950
“mientras el hombre se constituye en la arena política como ser independiente, la
mujer, como extensión del hogar, cuando decide participar tiende a llevar consigo su
hogar” (p. 81). Es decir, son comunes los discursos de las mujeres que vinculan su
participación política con los roles de género tradicionales.
La UMCL tuvo un rol importante en la creación de rituales cargados de gran
simbolismo para los perdedores de la guerra civil de 1948. En primer lugar, fue una
agrupación que tuvo como momento fundacional la muerte de Carmen Lyra en el
exilio, por lo que tuvo la intención de comprar su casa y crear una “Casa de la Cultura”.
Al conmemorarse un año de su muerte y no haber logrado dicho objetivo, se decidió
entonces colocar una placa conmemorativa con la fecha de su nacimiento y su muerte.
También colaboraron para que el mausoleo de “los héroes caídos en el Codo del
Diablo” pudiera estar terminado el 1 de mayo de 1951, asegurando “debemos aportar
nuestro esfuerzo en recuerdo y homenaje a esos hijos del pueblo” (Nosotras, 15 de abril
de 1951; Nosotras, 13 de junio de 1950; La Hora, 12 de enero de 1950).
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 57
Ambas iniciativas pueden considerarse rituales políticos, pues fue una forma
de identicar a sus héroes y construir lugares de la memoria. Al cumplirse dos años
de la muerte de Carmen Lyra, de nuevo un grupo se reunió frente a su casa llevando
la antes mencionada bandera de la paz, una bandera de Costa Rica y ores. En esta
ocasión, deslaron hasta su tumba, realizando un acto que llamaron de homenaje a su
memoria como un claro esfuerzo por evitar el olvido y denunciaron “Eso quisieran
los enemigos del pueblo. Olvidar, olvidar a Carmen Lyra; borrar de las páginas de
la historia nacional su inmensa y profunda obra literaria y social. Pero no lo conse-
guirán jamás...” (Nosotras, 22 de mayo de 1951, p. 4).
De igual forma mantuvieron viva la memoria de los mártires del Codo del
Diablo. Precisamente en 1955 con motivo de la conmemoración de los siete años de
estos crímenes, Adela de Sáenz habló en nombre de la AMC, armando:
Año tras año hemos estado aquí con vosotros, junto a la tumba de los muertos
del CODO DEL DIABLO… Año tras año hemos recordado aquí lo que fueron
las vidas sencillas y heroicas de estos hombres... Vidas de trabajadores: duras,
austeras, humildes, pero ennoblecidas por una fe y una esperanza: la fe y la
esperanza de un porvenir mejor para los pobres de la tierra (...). (Sáenz, 25 de
diciembre de 1955, p. 3)
El 15 de agosto de 1951, celebración del día de las madres, Nosotras publicó
un artículo titulado ¿Por qué no se emitió la Ley de Amnistía?, donde se analizó la
importancia de esta ley como un “factor decisivo en la pacicación política del país”,
además de que habría “contribuido a mejorar el sistema democrático, porque los diri-
gentes calderonistas tendrían oportunidad de regresar al país a luchar en el terreno de
la política, abandonando sus ideas de golpe de Estado” (Nosotras, 15 de agosto de
1951, p. 1). Dicho artículo coincide con el análisis que realizaron otros sectores que
se manifestaron a favor de la amnistía, en el sentido de que era necesaria para evitar
otros brotes de violencia e intentos de llegar al poder por la vía armada.
El contexto internacional en que surgen la UMCL y su órgano informativo
Nosotras es de incertidumbre ante la amenaza de una tercera guerra mundial y el uso
de armas atómicas. Mientras que en Costa Rica, es indispensable recordar que se había
declarado el voto universal, lo que implicó que las mujeres pudieran ejercer el sufragio
y ser candidatas a cargos de elección popular, es decir, las mujeres se estaban abriendo
espacio en la esfera política y electoral. De esta forma, los esfuerzos organizativos de
esta agrupación de mujeres se dieron en dos niveles, el internacional y el nacional.
En el primer nivel, se dio mediante la concientización y el pronunciamiento
por la paz en la post segunda guerra mundial, llegando a declararse que existía una
“conciencia pacista que se está levantando en los sectores femeninos populares”
(Nosotras, octubre de 1951, p. 4). En el segundo nivel, haciendo un llamado a que
las mujeres se empadronaran para que pudieran participar de las elecciones de
1953 e incluso ofreciendo dicho servicio en su local, a la vez que se denunciaba la
necesidad de la declaración de amnistía general para los implicados en la guerra
civil de 1948 junto a la libertad de los presos políticos.
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Con motivo de la invasión de 1955, la AMC se pronunció mediante el
periódico Nuestra Voz en protesta y repudio del conicto armado, asegurando estar
en contra del golpe armado. Además, motivaron la creación de un movimiento
generoso que tendiera a cegar “la grieta” que dividía a la familia costarricense y
a olvidar los rencores y venganzas. Esta agrupación de mujeres consideró que si
algo debía de resultar de esa experiencia amarga de la invasión sería la amnistía
(Nuestra Voz, febrero de 1955).
El enfrentamiento armado generó la organización de un grupo de mujeres
de distintos partidos políticos que recogieron rmas e hicieron un llamado a todas
las ciudadanas costarricenses, para que se compactaran en una campaña nacional
caracterizada como urgente e impostergable con el propósito de que se otorgara
la amnistía. Esta agrupación utilizó la metáfora de la familia costarricense para
impulsar la conciliación nacional:
(…) es del sentir general que si esto se hubiera hecho a su tiempo y como
debió hacerse, muchas vidas se hubieran salvado y muchas congojas e intran-
quilidades nos habríamos evitado. Nos anima, para iniciar este movimiento
que consideramos de bien nacional, la convicción de que todas las mujeres de
buena voluntad y de espíritu patriótico, sabrán respaldarlo y apoyarlo, consi-
derando que es ésta la única manera de llegar a la conciliación y a la paz de
la familia costarricense y hacer así perdurable esa paz tan ansiada por todos.
(La Nación, 25 de febrero de 1955, p. 5)
En Nuestra Voz también se informó del esfuerzo por conformar un frente
patriótico nacional, que buscó la reconstrucción de la paz y la unidad de Costa
Rica mediante la unión de todas las fuerzas democráticas que tendrían por obje-
tivo reclamar una amplia amnistía. Dicho comunicado fue rmado por María de
Mata, presidente de la AMC, y por Daisy Ramírez, la secretaria, e iba dirigido
para la Asociación de Mujeres Universitarias, el Centro de Estudios Femenino, la
Directiva central de ANDE, la Asociación Nacional de Prensa, la Directiva Central
de Rerum Novarum, la Directiva Central de la CGTC y la Asociación Nacional
de Enfermeras (Nuestra Voz, marzo de 1955). La prensa describió esta organiza-
ción como un gran movimiento de carácter nacional, “absolutamente apolítico”
y dirigido por mujeres de todas las clases sociales, el cual estaba trabajando para
integrar comités en todos los cantones con las mujeres que quisieran cooperar
recogiendo rmas de otras mujeres para presentarlas al gobierno.
Las mujeres aliadas a organizaciones políticas, agrupaciones civiles o
simplemente esposas, hermanas o madres fueron protagonistas del movimiento que
reclamó la amnistía general, además, se preocuparon por denunciar la existencia de
presos políticos, por pedir su liberación, e incluso, visitarlos en los centros peni-
tenciarios. En el abril de 1955, un grupo de mujeres de la capital se organizó para
llevar auxilio a las familias de presos políticos y exiliados con motivo de la inva-
sión, alcanzando a visitar y ayudar a aproximadamente 100 familias (La Nación,
22 de abril de 1955).
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 59
En esta sección se quiso demostrar el papel fundamental que tuvieron
las mujeres enarbolando el discurso de paz tanto a nivel mundial como a nivel
nacional, es decir, el movimiento internacional que buscaba impedir una tercera
guerra mundial y el uso de armas nucleares tuvo gran eco dentro de las mujeres
costarricenses. Además, estas aprovecharon este contexto para organizar activi-
dades y denunciar problemáticas nacionales como la necesidad de declarar una
amnistía general que sentara las bases de la conciliación nacional.
LA DECLARACIÓN DE AMNISA DE 1955
En un discurso pronunciado por Figueres el 16 de diciembre de 1955, se armó
que si bien “muchos” ciudadanos sugerían la necesidad de que se dictara la amnistía,
también existían otros sectores que “justamente heridos” no la apoyaban. También
se planteó que junto a la Ley de Amnistía se debía de realizar una reforma al Código
de Procedimientos Penales, con el objetivo de que en el caso de haber futuros actos
subversivos, quienes estuvieran involucrados no pudieran gozar de los benecios de
la excarcelación bajo anza. Por último, concluyó que “nunca ha habido de parte de
nosotros los vencedores ningún ánimo de venganza, sino el deseo sincero de mora-
lizar al país” (La Gaceta, 18 de diciembre de 1955, p. 1).
Desde el periódico comunista Adelante, se interpretó que Figueres había anun-
ciado junto a la amnistía la reforma del Código Penal como una forma de “calmar al
grupo de los intransigentes”. Sin embargo, estos consideraron que la amnistía era un
hecho positivo a pesar de la propuesta de la reforma al Código Penal que caracteri-
zaron de antidemocrática (Adelante, 25 de diciembre de 1955, p. 2.). Además, seña-
laron que el siguiente paso debía ser la libertad electoral (Adelante, 11 de diciembre
de 1955, p. 2.). De esta forma, el Poder Ejecutivo, después de más de siete años de
peticiones y reclamos, decidió pronunciarse a favor de la amnistía en el contexto
de la celebración de la Navidad. Por otra parte, Monseñor Rubén Odio reaccionó
enviándole un comunicado a Figueres que decía:
tal proyecto, que todos deseamos y esperamos ver convertido en Ley de la
República, por la aprobación de la Cámara será recibido con verdadera alegría
por todos los costarricenses sin distinción ya que contribuirá poderosamente a
restablecer y fortalecer la armonía dentro de la familia nacional y ha querido el
gobierno hacer coincidir la emisión de esta Ley con la fecha de la Navidad que es
la Fiesta Cristiana de la Paz (…). (La República, 20 de diciembre de 1955, p. 2)
Finalmente, la Asamblea Legislativa, el 22 de diciembre de 1955, acordó
otorgar amplia amnistía e indulto general a favor de los ciudadanos costarricenses que
estuvieran en ese momento procesados o que hubieran sido condenados por delitos
políticos o conexos con ellos (República de Costa Rica, 1955). Además, se excluía
de dicho benecio los delitos electorales y los homicidios calicados. El proyecto
fue aprobado con 35 votos a favor y 8 en contra. La aplicación de dicha ley se daría
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mediante solicitud del interesado ante los tribunales comunes o del Procurador Penal
de la República. Asimismo, se establecía que las personas favorecidas con esta ley
no tendrían derecho a indemnización alguna (La Nación, 22 de diciembre de 1955).
El 22 de diciembre se publicó en La Gaceta dicho decreto de amnistía, teniendo
por introducción un discurso del Ministro de Gobernación y Justicia, Fernando Volio
Sancho. En este, se culpaba a los conspiradores de no haber permitido que se forma-
lizara la amnistía en el pasado. Además, se justicó la demora asegurando que era
necesario “que la acción del tiempo, lenta pero segura, restañase las heridas abiertas
después de largos años de luchas difíciles por la restauración democrática, y que
formara conciencia mayoritaria, favorable al perdón, en la opinión pública” (La
Gaceta, 22 de diciembre de 1955, p. 1).
CONCLUSIONES
La amnistía general para los perdedores de la guerra civil de 1948 que habían
sido condenados por delitos políticos tardó siete años en declararse, a pesar de existir
tres antecedentes. El primero había sido uno de los puntos contemplados en el Pacto
de la Embajada de México. El segundo que durante el gobierno de facto de La Junta
se aprobaron dos amnistías selectivas; la primera para quienes habían sido juzgados
por crímenes políticos en las administraciones Calderón-Picado y la segunda para
los involucrados en la invasión de diciembre de 1948, especícamente en San Pablo
de Heredia. Finalmente, el tercero, en el cual la Junta había accedido a darle una
amnistía a quienes participaron en El Cardonazo.
De esta forma, los vencedores crearon la legislación que les aseguró su impu-
nidad. Ante la existencia de tres autoamnistías declaradas durante el período de La
Junta, se plantea que la tardanza en la declaración de una amnistía general que bene-
ciara a los todos los bandos enfrentados en la guerra civil de 1948 se debió a la
falta de voluntad política de los vencedores para generar políticas de conciliación
nacional. De esta forma, se perpetuó la inestabilidad política en el país, la fragmen-
tación de la sociedad costarricense y, además, un sector de los perdedores continuó
apostándole a la vía armada como mecanismo de acceso al poder.
Este trabajo tenía como objetivo reconstruir la ruta social y política de la
declaración de amnistía del 22 de diciembre de 1955, identicando los actores prin-
cipales que participaron en el proceso tanto a favor como en contra. Fue así como
se conoció de las múltiples iniciativas y peticiones que surgieron desde distintos
sectores con el propósito de impulsar dicha legislación. Lo anterior es importante
porque las interpretaciones que se han realizado sobre la amnistía han posicionado
como protagonista a Ulate, especialmente a partir de febrero de 1955 cuando pidió
públicamente la amnistía general (Díaz, 2015; Solís, 2006). No obstante, cabe decir
que, si Ulate hubiera creído en la amnistía como un elemento de unicación nacional,
Alexia Ugalde • “Puricarse en las aguas del Jordán”. La ruta política y social de la amnistía de 1955 en Costa Rica y la... 61
la habría impulsado durante su presidencia o al menos hubiera apoyado alguno de los
proyectos discutidos en la Asamblea Legislativa.
En ese sentido, esta investigación demuestra que hubo un largo camino trazado
por diversos sectores que coincidían en la necesidad de una amnistía general. Se
destacaron los proyectos presentados por diputados en la Asamblea Legislativa, las
manifestaciones, las campañas y acciones dirigidas por quienes se habían visto más
afectados por los Tribunales Especiales, es decir, los calderonistas y los comunistas
apoyados por sus familiares, así como la participación de estudiantes universitarios,
agrupaciones de mujeres, la Iglesia católica y agrupaciones civiles. Por lo anterior, se
puede asegurar que la amnistía no fue de ninguna forma una concesión del gobierno
de Figueres, sino el resultado de la presión ejercida por la sociedad costarricense.
De forma particular, se analizó la posición tomada por las mujeres vincu-
ladas al PCCR con respecto a la amnistía, esto a través de los periódicos Nosotras
y Nuestra Voz, identicándose una constante campaña a favor de la amnistía que se
fundamentó en dos reivindicaciones: la libertad de los presos políticos y el regreso
de los exiliados. También estas mujeres dirigieron una campaña por la Paz Mundial
que formó parte de un movimiento internacional que se pronunció en contra de una
tercera guerra mundial y del uso de armas atómicas. A su vez, a nivel nacional,
se pronunciaron en contra de una nueva guerra civil, recuperando la memoria de
Carmen Lyra y de los mártires del Codo del Diablo.
En el contexto regional, el golpe de Estado en junio de 1954 a Jacobo Arbenz
en Guatemala y la posterior invasión al territorio costarricense en enero de 1955 por
parte de un sector de los perdedores de la guerra civil de 1948, hizo que para Figueres
la pacicación del país se convirtiera en una prioridad para evitar otro conicto
interno que pudiera justicar la intervención del gobierno de Estados Unidos. De
ahí que podría interpretarse la declaración de una amnistía general como una medida
conveniente para la estabilidad del gobierno de Figueres.
Quienes estaban a favor de la declaración de una amnistía general asegu-
raron que era un elemento fundamental para superar la crisis política que conllevó
a la guerra civil de 1948 y que mantenía al país dividido. Si bien desde el nal
del conicto armado la amnistía fue un tema que ocupó el debate público, con el
regreso de Figueres a la presidencia ante los rumores de conspiración y especial-
mente después de la invasión de 1955, la amnistía se convirtió en una urgencia si
se quería evitar nuevas violencias. Por otra parte, los que se oponían a la amnistía
general culpabilizaron a la oposición de obstaculizar la amnistía por no renunciar a
la violencia, de esta forma, se le adjudicó a los perdedores de la guerra civil de 1948
la responsabilidad por la tardanza en aprobar dicha legislación.
El nombre de este trabajo, “Puricarse en las aguas del Jordán”, es una metáfora
bíblica utilizada en un artículo de opinión publicado en 1953 por Francisco Faerrón
Suárez
4
. Siendo el río Jordán el lugar donde Juan el Bautista realizaba el rito del
bautismo, se podría interpretar que la sociedad debía pasar por un ritual que le permi-
tiera puricarse y a la vez iniciar una nueva etapa, dejando atrás el pasado de violencia.
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Para el autor, ambos bandos cometieron graves violaciones por lo que todos debían
pasar por el ritual de puricación, señalando “... para que puedan volver al ejercicio
de funciones públicas, limpios de culpa y penas, necesitan puricarse en las aguas del
Jordán de la amnistía y del indulto...” (Faerrón, 1 de octubre de 1953, p. 25).
De esta forma, la amnistía fue concebida como la legislación que podría
abrirle paso a la conciliación nacional. Es así como los otrora enemigos enfrentados
en el campo de batalla debían de participar de un ritual de puricación que implicaba
el reconocimiento de la violencia y el perdón institucionalizado. Finalmente, el 22
de diciembre de 1955, la Asamblea Legislativa aprobó la primera amnistía general.
El olvido institucionalizado mediante la amnistía fue el ritual político que permitió
la puricación social de los enemigos.
NOTAS
* Agradezco a Nataly Ugalde por leer este artículo y compartirme su valiosa opinión, también a los
evaluadores por sus observaciones que contribuyeron a mejorar sustancialmente este trabajo.
1 María de Mata, Nuestra Voz, marzo de 1955, 4. Presidenta de la Alianza de Mujeres
Costarricenses (AMC).
2 Algunos ejemplos de esto son la amnistía de 1983 en Argentina, la de 1986 en Uruguay y la de
1993 en El Salvador, las cuales también han sido denominadas autoamnistías.
3 Los dirigentes eran Arturo Volio Jiménez, Mariano Guardia, Fernando Palau, Carlos Manuel
Escalante, Pío Luis Acuña, Luis Paulino Jiménez, Arturo Jiménez, Manuel Emilio Clare,
Matías Sobrado, Francisco Fonseca y Luis Demetrio Tinoco.
4 El autor era un abogado nacido en Guanacaste. Tenía una amplia experiencia en la política, fue
diputado en tres ocasiones (1900-1904, 1912-1917 y 1918-1919). Además, fue miembro de la
Asamblea Constituyente de 1917 y ejerció la presidencia de la Asamblea Legislativa de 1918
a 1919. Pertenecía a una generación marcada por la violencia política, particularmente por el
golpe de Estado a Alfredo González Flores y el ascenso de la dictadura de Federico Tinoco.
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