Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 357 de 367) p. 357
DIÁLOGOS. REVISTA ELECTRÓNICA
DE HISTORIA
Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica
¿Qué significa para los historiadores hablar de fronteras entre la
Historia y la Literatura? Acerca del folleto Historia: ¿ciencia, disciplina
social o práctica literaria? M.L. Verónica Ríos Quesada
Comité Editorial:
Director de la Revista Dr. Juan José Marín Hernández jmarin@fcs.ucr.ac.cr
Miembros del Consejo Editorial: Dr. Ronny Viales, Dr. Guillermo Carvajal, MSc.
Francisco Enríquez, Msc. Bernal Rivas y MSc. Ana María Botey
Miembros del Consejo Asesor Internacional: Dr. José Cal Montoya, Universidad de San
Carlos de Guatemala; Dr. Juan Manuel Palacio, Universidad Nacional de San Martín y
Dr. Eduardo Rey, Universidad de Santiago de Compostela, España
Editor Técnico
MSc. Anthony Goebel Mc Dermott goebel@racsa.co.cr
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 358 de 367) p. 358
Fecha de recepción: 02 de mayo 2007 - Fecha de aceptación: 30 de junio 2007
M.L. Verónica Ríos Quesada. Escuela de Ciencias del Lenguaje (ITCR), y CIICLA
(Universidad de Costa Rica)
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 359 de 367) p. 359
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 360 de 367) p. 360
Debate Nuevas Tendencias: Valoración sobre la literatura e historia
¿Qué significa para los historiadores hablar de fronteras entre la
Historia y la Literatura? Acerca del folleto Historia: ¿ciencia, disciplina
social o práctica literaria?
1
Verónica Ríos Quesada
Examinemos la pregunta que plantea el título: Historia: ¿ciencia, disciplina social o
práctica literaria?”. La primera opción, es decir, ciencia, en realidad, no es una verdadera
opción, basta señalar la evolución de la disciplina que paulatinamente ha desplazado al
cientificismo propio del siglo XIX. Revisemos, entonces, si tajantemente algún
colaborador objeta considerar la Historia como disciplina social: el único que no enmarca
la Historia como tal es Pérez Brignoli, aunque muestra su anuencia a utilizar esta
denominación si esto significa cumplir una función sociocultural. El debate, por tanto, se
resume al último de los términos de la pregunta y Patricia Alvarenga, responsable de uno
de los seis textos del folleto, abre el suyo con una pregunta más representativa: “¿Son los
textos históricos simples textos literarios o conserva la Historia acomo el resto de las
llamadas ciencias sociales, su carácter distintivo de la literatura?” (23)
2
Parte, entonces,
esta reseña de esa pregunta y sus dos partes. En un primer apartado, se comentan las
respuestas ofrecidas por los colaboradores en cuanto a la ficcionalidad del relato
histórico; y, en el segundo, su noción de especificidad con respecto a la literatura y a su
estudio.
1
Ana Paulina Malavassi, comp. Historia: ¿ciencia, disciplina social o práctica literaria? 1 Cuadernos
teoría y metodología de la Historia (San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2006).
2
Los números entre paréntesis corresponden a las páginas del folleto reseñado.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 361 de 367) p. 361
1. Texto histórico / ficción
¿Son los relatos históricos enteramente ficcionales? Significaría que, muy a su pesar o, tal
vez no tanto, la comunidad de historiadores resulta ser nada menos que una comunidad
paralela de escritores. Cabrera Infante solía definir literatura como todo lo que se lea
como tal. En otras palabras, ¿existe el lector que lea una obra histórica como una literaria,
que confunda los términos del contrato de lectura de ambas? En principio, el contrato de
lectura de textos ficcionales implica verosimilitud, el uso de mecanismos de
manipulación textual para que los enunciados sean aceptados por el lector como si fueran
reales. Incluso cuando el lector está conciente de su ficcionalidad los acepta como
posibles en la realidad. El contrato de lectura de relatos históricos, a diferencia del
literario, no señala verosimilitud, sino intento de acercarse a una verdad en relación con
el mundo.
En breve, el blico general no está confundido. Una obra histórica pierde actualidad a
partir de su publicación; puede ser reemplazada y superada, no así la obra literaria. Ahora
bien, en el folleto, Iván Molina es el único en profundizar sobre una posible semejanza
entre narrativa histórica y literaria. Y la niega categóricamente. Afirma la existencia de
un linde claramente establecido. Señala, retomando a Paul Ricoeur y la respuesta de éste
ante los planteamientos de Hayden White, la importancia de definir “el momento
referencial a partir del cual la Historia se diferencia de la ficción” (4) y pasa a marcar
justamente esa diferencia señalando que mientras la narrativa literaria parte de un
principio dramático, del convencimiento del lector y la construcción de personajes; la
narrativa histórica se orienta hacia un principio analítico, un marco referencial, una
representación cronológica.
Molina expone su punto de vista, pero no retoma los planteamientos y las categorías de
análisis que propone White para refutarlos, probablemente porque hacerlo supondría,
como mínimo, contrastar el análisis de White de una obra histórica específica y esto ya
supera las expectativas del folleto reseñado. Por otra parte, ningún autor se refiere a la
aplicación concreta de estos, no es el objetivo de esta convocatoria. Sin embargo, y
aprovechando este espacio para hacer un paréntesis, dadas las múltiples referencias a los
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 362 de 367) p. 362
trabajos de White y que los estudiantes de primeros niveles son el público meta de este
folleto; su lectura en clase necesita definitivamente complementarse con la exposición de
sus planteamientos.
Retomando el debate acerca de la ficción en el relato histórico. Los colaboradores
asumen cierto grado de ficción, o más claramente enunciado, imaginación en la forma en
que se da el proceso de interpretar los materiales de investigación o de redactar. David
Díaz indica: en cierta medida [la Historia] se convierte en narrativa pero no en ficción
cuando logra traspasar los muros del lenguaje academicista y volver hacia si la mirada de
los no especialistas” (41). Es decir, existe cierto paralelismo. Patricia Fumero afirma,
parafraseando a Hayden White, que la función del historiador es transferir los eventos,
hechos, problemáticas o procesos a un marco narrativo (15). Se trata únicamente de un
marco y, como señala Pérez Brignoli, “este aspecto de práctica literaria [del texto
histórico] no significa que la historia sea ficción y en este sentido, parecida al cuento o a
la novela.” (2)
A partir de la lectura de los textos incluidos en el folleto, resulta evidente que los seis
colaboradores comprenden el ejercicio de la historia como un trabajo de reconstrucción,
tal y como lo presenta muy literariamente David Díaz en la introducción de su texto. Se
reconstruyen procesos/ estructuras ya inexistentes y es necesario usar la imaginación; sin
embargo, la evidencia constriñe el ejercicio imaginativo, la semiosis no es ilimitada. Se
trata de una ficción razonada sometida a paradigmas, y marco el plural de la palabra
paradigmas, de ahí que Patricia Alvarenga afirme que: “siempre quede abierta la
posibilidad de ofrecer versiones alternativas fundamentadas en las mismas fuentes”. (26)
En suma, con respecto a la especificidad del texto histórico, resulta claro que los
colaboradores no la objetan. Probablemente hay matices que el folleto no deja entrever,
pero el planteamiento sico lo comparten. Por lo ya resuelto, pareciera, una vez más,
que los verdaderos términos del corazón del debate se reducen. En el fondo, se trata de
una discusión acerca de la especificidad de la disciplina.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 363 de 367) p. 363
2. Especificidad del trabajo histórico, de su quehacer
2.1. Literatura como fuente histórica
Todos concuerdan con una reconstrucción del pasado que implica “la selección y
planteamiento de un objeto de estudio, la elección de un marco teórico-metodológico o
conceptual y la subsiguiente búsqueda e identificación de fuentes-texto” (Fumero, 16).
Ahora bien, sabemos que el conocimiento histórico se basa en fuentes y, aunque afirma
Pérez Brignoli que “los procedimientos básicos de la crítica de documentos fueron
establecidos en el siglo XVI y alimentaron ya la historiografía producida bajo la
Ilustración” (1), el giro lingüístico y su impacto, a los cuales los colaboradores del folleto
se refieren copiosamente, suponen –como señala Patricia Fumero- que a la hora de
analizar los documentos, “el sujeto narrado, la forma y el lenguaje y el estilo narrativo”
deben ser tomados en cuenta.
A su vez, esto significaría, dado que se pueden analizar las fuentes históricas como los
textos literarios, que estos últimos también califican como fuentes históricas. Sin
embargo, la relación que establece esta analogía no resulta lógica para todos. Una debe
ser la metodología para la Historia y otra para los estudios literarios, parece subyacer.
“La literatura definitivamente puede sobrescribir la Historia” señala Albino Chacón,
citado por Alvarenga (27), y cuando no hay historias más críticas, la literatura muchas
veces se ha convertido en un vehículo indispensable para conocer la realidad de un país.
Ahora bien, Molina señala que Costa Rica ya no necesita a la literatura en ese sentido
porque existen obras históricas muy críticas del país y Centroamérica. El investigador
restringe su análisis a la novela histórica como género y descarta su uso como fuente
dado que su valor literario no depende de investigación histórica; por el anacronismo
intrínseco de dichas obras y finalmente porque procesos/ estructura/ fuerzas sociales son
sólo parte del telón. Según Molina, la novela histórica no nos acerca al pasado.
¿Se puede afirmar lo mismo de otros géneros literarios? La pregunta de fondo cuestiona,
por tanto, si la validez de la literatura como fuente depende de la inexistencia de otro tipo
de fuentes; si el arte y la literatura –como defiende la filósofa española María Teresa de la
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 364 de 367) p. 364
Vieja- poseen un valor cognitivo. Además, también implica compartir un concepto
particular tanto de texto como de género literario.
La pregunta, así planteada, sin mayor contextualización resulta oscura, esencialista. Se
trata, más bien, de explorar ese valor como fuente según un paradigma, un objetivo de
investigación. Por ejemplo, en su texto, Patricia Alvarenga señala la importancia de
literatura como fuente para el estudio de las subjetividades / identidades sociales dado
que: “La literatura nos revela cómo en el proceso de construcción de la nación se activan
los dispositivos del deseo estableciendo estrechos vínculos entre el amor y la sexualidad,
y los proyectos identitarios en boga” (29). Como ejemplo de esta afirmación, citemos el
uso que le da Patricia Fumero a las crónicas: “permite estudiar la forma en que el poder
se teatraliza, se representa y se celebra con el objetivo de reafirmar y legitimarse”. (18)
Ultimadamente, si ningún otro colaborador discute este punto tal vez se deba a que no los
atañe en su quehacer histórico. Tal vez, a diferencia de Fumero y Alvarenga, quienes
explícitamente señalan como campo de investigación la dimensión simbólica y la
construcción de subjetividades, la frustración por las limitaciones de los marcos teóricos
y conceptuales en el ámbito de las ciencias sociales no los empuja hacia el estudio de la
literatura, sino hacia otros modelos y otras disciplinas.
2.2. Sobre acercamiento hacia otras disciplinas
Finalmente, la verdadera discusión aborda la dispersión del objeto histórico y, por otra
parte, el grado de validez otorgada a las múltiples ramificaciones del quehacer histórico,
así como los marcos metodológicos que estas utilicen.
Acerca de paradigmas, Héctor Pérez señala claramente cuáles carecen de validez: Las
filosofías de la historia han sido hasta hoy, esquemas interpretativos relativamente
simples, generalmente poco aceptados y considerados insatisfactorios, fuera del mundo
de los filósofos”. (2) ¿Y Hayden White, historiador y filósofo de la Historia del cual
tantas menciones encontramos en el folleto? Sin ir más lejos, Ronny Viales, señala que
White “integra elementos de discusión importante”, sin embargo, “la descripción final
obtenida es, asimismo, un discurso, sobre otros probables” (47). Molina, por su parte,
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 365 de 367) p. 365
enuncia muy tajantemente el por qde su reticencia: “aceptar que lo que el historiador
produce no es más que otra forma de ficción, implicaría descartar no solo la posibilidad
de la historia como disciplina social, sino impugnar la pertinencia de las ciencias sociales
mismas.” (4) Eso sí, vale la pena destacar que los colaboradores del folleto rescatan la
importancia de las críticas de White en contra de la concepción de una Historia con
ínfulas de verdad absoluta.
Definitivamente la tela es mucho más fina de cortar que lo planteado en la pregunta del
folleto. Dadas la exploración acerca de la consideración , por parte de los historiadores
participantes, ficcional del texto histórico y la respuesta negativa -ni siquiera quienes
citan a White de manera positiva lo afirman- ¿qué significan, entonces, estos
cuestionamientos a su obra y, por tanto, a quiénes la manejan como referencia para sus
trabajos de investigación? Reitero que, en el folleto, no se exponen claramente los
planteamientos de White y resulta difícil, a partir de estos textos, señalar dónde está el
punto de discordia.
En todo caso, ¿la discusión acerca del alcance de la relación entre literatura e historia y
quienes la analizan a nivel metodológico, por ejemplo, debe dirimirse en función de la
Historia con hache mayúscula o de historias en plural? El desacuerdo, a mi entender que
no es el de una historiadora, se da debido a la diferencia de objetivos últimos de la
Historia que proponen los colaboradores según sus prácticas históricas específicas. Según
Alvarenga, por ejemplo, ese objetivo final consiste en explicar los procesos por medio de
los cuales se construye la subjetividad. ¿Estarían de acuerdo los demás autores con la
siguiente afirmación: “la Historia y la Literatura pueden construir múltiples puentes de
convergencia, gracias a que la historia privilegia el estudio de los sujetos, tema central del
discurso literario” (30)?
En breve, a pesar de las multiplicidad de interrogantes generadas, se puede concluir
que la discusión en torno a la literatura y a los estudios literarios son producto de un
anhelo por no perder de vista la especificidad de la disciplina y se trata de una discusión
que la comunidad de historiadores no debe dejar de plantearse una y otra vez.
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 366 de 367) p. 366
Conclusión
Por otra parte, veamos más allá de las diferencias. La mayoría de los colaboradores del
folleto expresa su deseo de que su labor como historiadores se entronque con la esperanza
de una transformación social, pues señalan justamente la concentración de su trabajo en
función del análisis de la sociedad (cf. Alvarenga, Díaz, Viales). Posiblemente, ninguno
de los que no evidencia esto tan claramente, estaría en desacuerdo.
Asimismo, resulta claro que la evaluación del material producido en una comunidad de
historiadores es en cierta forma una garantía de que el producto tendrá validez en sus
afirmaciones” (Díaz, 40). Esto significa que más allá del debate sobre el uso de fuentes
literarias y la especificidad del trabajo histórico, como señala el historiador español
Santos Juliá: “únicamente el tiempo y la roedora acción de la crítica podrá establecer lo
que vale y lo que no vale del trabajo de cada generación” (Juliá, 1994, 3/3).
3
Haciendo
eco de estas palabras señala Ronny Viales: Lo importante es tomar una posición
histórica y estar claros sobre sus alcances y límites, así como sobre la posibilidad de
vinculación entre este y otros enfoques.” (50) Llegar a esa claridad tomando en cuenta la
dispersión del objeto histórico es actualmente un imposible, pues el escenario cambia
constantemente; sin embargo, no por eso debe dejar de ser el norte del debate, de la
construcción del campo histórico. Si bien es cierto existen puntos de desencuentro, son
más los de encuentro; eso es lo que permite la discusión.
Finalmente, en términos de recepción, si la intención de la comunidad de historiadores es
afirmar la especificidad del quehacer histórico, difundir entre el público y la comunidad
académica, su naturaleza, su metodología, hacer llegar sus preocupaciones como
disciplina resulta vital.
Para concluir, sólo resta señalar que el objetivo de este folleto, es decir, introducir a los
estudiantes a la discusión sobre las tendencias recientes sobre la construcción del
3
Santos Juliá. ¿La historia en crisis? Instituto de Ciencias, Artes y Literatura Alejandro Lipschütz.
(Suplemento “Ideas”, La Época, 4 de diciembre 1994). 2 Oct. 2005. Extraído el 1 de abril de 2007 del
sitio web del Instituto de Ciencias, Artes y Literatura Alejandro Lipschütz,
http://www.icalquinta.cl/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=717
Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X
Vol. 8. No. 2 Agosto 2007 – Febrero 2008
Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
(Página 367 de 367) p. 367
conocimiento histórico, tal y como lo señala Ana Paulina Malavassi, en el prólogo, se
cumplirá. Se trata de un librito de tan sólo 54 páginas; sin embargo, se presta para
múltiples lecturas y, como se deduce de esta reseña, muchas preguntas.