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DIÁLOGOS. REVISTA ELECTRÓNICA
DE HISTORIA
Escuela de Historia. Universidad de Costa Rica
Centralización política y construcción territorial en Guatemala. El
departamento de Santa Rosa, 1840-1871. Lic. Juan Carlos Sarazúa
Pérez
Comité Editorial:
Director de la Revista Dr. Juan José Marín Hernández jmarin@fcs.ucr.ac.cr
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Francisco Enríquez, Msc. Bernal Rivas y MSc. Ana María Botey
Miembros del Consejo Asesor Internacional: Dr. José Cal Montoya, Universidad de San
Carlos de Guatemala; Dr. Juan Manuel Palacio, Universidad Nacional de San Martín y
Dr. Eduardo Rey, Universidad de Santiago de Compostela, España
Editor Técnico
MSc. Anthony Goebel Mc Dermott goebel@racsa.co.cr
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Palabras claves:
Guatemala, centralización política, oriente guatemalteco, historia local, Santa Rosa.
Key words:
Guatemala, political centralization, Eastern Guatemala, local history, Santa Rosa
Fecha de recepción: 1 de abril 2007 - Fecha de aceptación: 1 de julio 2007
Resumen
El presente artículo busca transmitir los principales lineamientos que han surgido al
analizar la construcción territorial del departamento de Santa Rosa, desde 1852 a 1871.
Así, se intenta establecer un diálogo con los trabajos recientes sobre la construcción de la
nación durante el periodo de Carrera. Basándose en la metodología de historia regional
propuesta por Arturo Taracena, se analizará a la elite local en sus múltiples relaciones
con su contraparte guatemalteca y su incidencia en la centralización política después de
1852. Al enfocarse en un caso particular, se podría nutrir de los trabajos recientes sobre
nacionalismo de Douglas Sullivan-Gonzalez y de historia local de Ann Jefferson, los
cuales han abierto nuevas perspectivas para investigar el oriente de Guatemala.
Abstract
This article seeks to convey the main guidelines arising from the analysis of the territorial
construction of the department of Santa Rosa, from 1852 to 1871. Its purpose is to
interact with recent works on the construction of the nation during the Carrera period.
Based on the methodology of regional history proposed by Arturo Taracena, this work
aims to analyze the local elites in their multiple relationships with their Guatemalan
counterparts and their impact on the political centralization after 1852. By focusing on a
particular case, we are able to learn from the recent works on nationalism written by
Douglas Sullivan-Gonzalez and on local history by Ann Jefferson, which have
unwrapped new perspectives in the investigation of Eastern Guatemala.
Licenciado Juan Carlos Sarazúa Pérez. Escuela de Historia de la Universidad de San
Carlos. Investigador del proyecto de Censo Guía de Protocolos del Archivo General de
Centroamérica, 2005. Participante de la Escuela Iberoamericana de Archivos, jornada de
Guatemala, Centro Iberoamericano de Formación, Antigua Guatemala, 2003. Correo
electrónico jsarazua2@yahoo.com
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Centralización política y construcción territorial en Guatemala. El
departamento de Santa Rosa, 1840-1871
Lic. Juan Carlos Sarazúa Pérez
1. Introducción.
En funciones como unidad administrativo-territorial desde 1840 y constituido en forma
legal hasta 1852, el departamento de Santa Rosa se constituye en un caso ejemplar de los
mecanismos y estrategias utilizadas por Rafael Carrera y la elite conservadora para
centralizar al Estado después de la desintegración de la Federación. Al ser el lugar en
donde se inició la revuelta que lo llevaría al poder, Rafael Carrera siempre conside
fundamental a estos pueblos. Las tropas y los oficiales que lo apoyarían
incondicionalmente tuvieron su origen del mismo, al igual que muchos de sus enemigos
más acérrimos. Así, durante las guerras civiles y revueltas ocurridas en el periodo en
estudio, Santa Rosa siempre fue un escenario de primera importancia.
El objetivo de este artículo es, entonces, presentar una experiencia a nivel regional de la
participación política en el proceso de centralización estatal en Guatemala, durante los
conflictivos años de 1839-1871, tomando como caso a los pueblos que formaron el
departamento de Santa Rosa. Dicha participación fue una experiencia de integración de
una parte de las “masas informales” formada por habitantes de rancherías, valles y villas,
y de elites formadas por hacendados y oficiales que se lanzaron a las revueltas políticas y
que se vieron beneficiadas por su incorporación a los batallones locales y participación
en los espacios de poder local.
Para lograrlo, es necesario retroceder a los últimos años del periodo colonial para
entender las gicas sociales que llegaron a definir a los territorios ubicados al este de la
Nueva Guatemala, y ver algunos indicios que nos aclaren el crecimiento de estos ladinos
dispersos, la proliferación de hacendados y su aporte económico local. A su vez, se
comprendería mejor el impacto de las guerras civiles que aquejaron a la Federación y el
surgimiento del fenómeno de Rafael Carrera. Sólo así se podría abordar y comprender las
dificultades que enfrentaría la elite de la Ciudad de Guatemala para hegemonizar la
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región oriental del país hasta 1871, conviviendo con la incómoda presencia de Rafael
Carrera y sus lugartenientes.
2. Balance historiográfico.
La investigación contemporánea acerca de Carrera ha abierto nuevas luces sobre el
proceso político de construcción del Estado y la Nación antes de la llegada de los
liberales en 1871. La crisis de 1837-1840 ha llamado la atención de los investigadores
por largo tiempo gracias al papel que jugó Rafael Carrera y su simbolismo como inicio
de otra etapa del proceso político centroamericano y guatemalteco. Siguiendo la
evolución de distintos procesos sociales que tuvieron lugar durante los años de la
Federación Centroamericana, se ha buscado explicar dicha crisis como la conjunción de
las contradicciones del proyecto de nación liberal-federal. En esta síntesis, quisiera
mencionar cinco trabajos que son fundamentales para entender el fenómeno Carrera y
que muestran una serie de líneas de investigación que pueden enriquecer nuestra
comprensión de los primeros años posteriores a la Independencia.
Aquí se sintetizarán algunas de las vertientes aplicadas al Oriente de Guatemala que han
servido para este trabajo. Primero, la consideración de dicha crisis como una situación
que se venía gestando desde el siglo XVIII ante las contradicciones surgidas por las
dinámicas sociales que atravesaron a todos los territorios ubicados al este de la Nueva
Guatemala. En este sentido, son representativos los trabajos de Michael Fry
1
ya que
desde un plano local y regional, analiza el papel de las apropiaciones de tierras y trabajo
indígena en las cercanías de Mataquescuintla desde 1770 hasta 1840. Siguiendo de una
manera detallada las contradicciones entre los grandes propietarios, los medianos y los
pueblos, Fry realza el papel de la conflictividad agraria como uno de los generadores del
descontento, aunado a las contradicciones en el seno del régimen liberal de Mariano
Gálvez.
1
Fry, Michael, Agrarian Society in the Guatemalan Montaña, 1700-1840. Tesis de doctorado, Tulane
University, 1988. y Política agraria y reacción campesina en Guatemala: la región de la Montaña, 1821-
1838. Revista Mesoamérica, no. 15. CIRMA/PMS Antigua Guatemala, 1988, pp. 25-46.
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Segundo, la consideración de la rebelión de 1837 como parte de una serie continua de
sublevaciones que afectaron tanto al oriente como al resto de Guatemala hasta 1873. En
este sentido, el trabajo de Ingersoll
2
es sumamente valioso debido tanto por el manejo de
fuentes como por la manera de abordarlo. Aunque no es un trabajo de historia regional en
sí, aporta detalles de los individuos locales que son sumamente útiles para entender cómo
los nuevos actores ladinos se incorporaron al aparato estatal y defendieron sus espacios
de poder local.
Tercero, los trabajos de Ralph Lee Woodward
3
son un referente para la historia política
ya que han arrojado luces sobre las múltiples negociaciones al interior de la elite política
de la Ciudad de Guatemala con Carrera, combinando el proceso de lucha por el poder con
los ciclos económicos y sus consecuencias para el advenimiento de la Reforma Liberal de
1871. Por su parte, el trabajo que constituye la tesis doctoral de Douglas Sullivan-
Gonzalez
4
ha dado un paso adelante acerca de la construcción de la nación conservadora
al enfatizar el papel de la Iglesia como constructora cultural de la misma, del papel de las
guerras con los Estados vecinos en la elaboración de imaginarios nacionales en la
Montaña y su respuesta a los liberales en 1871.
Y, por último, la reciente tesis doctoral de Ann Jefferson
5
hace un análisis minucioso de
los censos y otra documentación local para seguirles la pista a los propietarios mulatos,
mestizos y españoles que compartían la tierra en las proximidades de la villa de Santa
Rosa en el periodo 1821-1837. Jefferson aporta tres puntos valiosos: reconcentra la
atención sobre los hacendados locales, en lugar de los pueblos indígenas, como los que
sostuvieron la rebelión de 1837 con sus recursos y sus redes familiares y de interés; se
concentra en la lógica familiar local, es decir, la manera en que las familias se insertaron
y reprodujeron con sus contrapartes locales y participaron en el comercio ganadero hacia
Guatemala, haciendo así énfasis en la diferenciación de Santa Rosa por su cercanía con la
2
Ingersoll, Hazle, The war of the Mountain: a study of reactionary peasean insurgency in Guatemala, 1837-
1873. Tesis de doctorado. George Washington University,1972.
3
Woodward, Ralph, Rafael Carrera y la construcción de la República de Guatemala. CIRMA/PMS Antigua
Guatemala 2002.
4
Sullivan-Gonzalez, Douglass, Piety, Power and Politics: religión and nation formation in Guatemala,
1821-1871. University of Pittsburgh Press. 1998.
5
Jefferson, Ann, The rebellion of Mita: Eastern Guatemala in 1837” Universidad de Massachussets. Tesis
de doctorado.2000
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capital; y, tercero, hace una relectura de las políticas liberales de Gálvez enfatizando las
contradicciones inherentes que condujeron a un mayor conflicto entre la elite de la capital
y las elites mulatas-mestizas de oriente.
La investigación que sustenta este artículo, busca explorar los aportes de Ann Jefferson
sobre la naturaleza del movimiento de 1837 en la mediana duración. Es decir,
preguntarse acerca de las relaciones mantenidas por la elite de Santa Rosa con su
contraparte de Guatemala desde finales del siglo XVIII hasta la llegada de los liberales en
1871 y ver las distintas negociaciones que la marcaron en la mediana duración. Por ello,
se recalca el papel de las familias Solares y Arrivillaga, ya que demuestran que el caso de
los Mexia y sus relaciones con la familia criolla Herrarte, estudiados por Jefferson, fue
mucho más frecuente de lo que se había pensado. A su vez, la continuidad de la
investigación para los años posteriores a 1849, en el momento en que se crea el
departamento de Santa Rosa, permite indagar sobre la integración de distintos sectores a
los espacios configurados por la nación en construcción estudiada por Sullivan-Gonzalez.
3. Lógicas Coloniales.
La definición de las regiones a finales del periodo colonial se vio marcada por las lógicas
superpuestas que atravesaron todo el Reino. El mercado de consumo creado por el añil en
lo que hoy es El Salvador provocó durante la segunda mitad del siglo XVIII un fuerte
impacto no tanto en los niveles de producción que alcanzaron los cosechadores de añil en
Chiquimula y Escuintla
6
, sino en la manera en que, por un lado, los hacendados,
campesinos, pequeños propietarios y comerciantes cumplieron con los requerimientos de
granos, vegetales, carne, cuero y tejidos de la provincia de San Salvador, concentrada en
dicho monocultivo. Y por otro, las adaptaciones que sufrieron las poblaciones y
propiedades para responder a la necesidad de repasto de ganado proveniente de
Nicaragua y Honduras que exigía un mercado tan importante como lo fue la Capital del
6
Para finales del siglo XVIII, el Corregimiento de Chiquimula de la Sierra abarcaba a lo que hoy son los
departamentos de Chiquimula, Zacapa, Izabal, El Progreso, y parte de Jutiapa, Jalapa y Santa Rosa. Por su
parte, la Alcaldía Mayor de Escuintla comprendía Escuintla y la mayor parte de Jutiapa y Santa Rosa. Es
decir, que incluía a toda la Costa Sur hasta el Río la Paz, actual frontera entre Guatemala y El Salvador.
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Reino, tanto en Santiago como en la Nueva Guatemala. Así, se crearon redes comerciales
desde los pueblos en el oriente de Guatemala hacia las otras provincias y de las cuales
conocemos poco en cuanto a su funcionamiento y alcances.
7
En cuanto a la contribución en la estructura comercial centroamericana, tanto Escuintla
como Chiquimula participaron a través del papel que ocuparon como lugar de repasto,
crianza y venta de ganado, dirigido en su mayor parte para el aprovisionamiento de
Santiago de Guatemala y de la Nueva Guatemala de la Asunción.
8
La proximidad de la Nueva Guatemala influyó en forma diferenciada en los distintos
rubros que caracterizaron al oriente y la planicie costera. Una de las expresiones claras de
esa influencia fueron las ferias ganaderas, el comercio y la demanda que esto implicó.
Durante los años en que se reguló la venta del ganado, las ferias se localizaron en un
circuito a lo largo del Camino Real (Cerro Redondo, La Lagunilla, Jalpatagua,
Chalchuapa) y que respondieron al conflicto por el control de este intercambio entre los
hacendados de la capital y las elites de otros centros urbanos de las provincias
productoras.
Dicha situación impactó en distintos niveles a las poblaciones y los habitantes cercanos.
Estimuló la apropiación de grandes fragmentos de tierras, en muchas ocasiones, cercanas
a los pueblos de indios o que fueron parte de pueblos ya desaparecidos, por parte de un
gran número de individuos que pertenecían a las más importantes familias de la ciudad de
7
Fernandez, José Antonio, Pintando el mundo de azul: el auge añilero y el mercado centroamericano,
1750-1810. San Salvador, Dirección de Publicaciones e Impresos, 2003.; Wortman, Miles, Gobierno y
Sociedad en Centroamérica. Tegucigalpa, Banco Centroamericano de Integración Económica, 1991; Palma,
Gustavo, Agricultura, comerce et societé au Royaumme de Guatemala, 1770-1821” París, Tesis de
doctorado. École des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1985.1985; Pinto Soria, Julio, El Valle Central
de Guatemala (1524-1821): un análisis acerca del origen histórico-económico del regionalismo en
Centroamérica. Guatemala, Editorial Universitaria, 1989; Rodríguez, Mario, El experimento de Cádiz en
Centroamérica. México, Fondo de Cultura Ecomica, 1985; Taracena, Arturo, Invención criolla, sueño
ladino y pesadilla indígena: Los Altos de región a Estado, 1750-1871. Antigua Guatemala, CIRMA/PMS,
2000; Floyd, Troy, “Los comerciantes guatemaltecos, el gobierno y los provincianos (1750-1800)” en
Lujan Muñoz, Jorge (ed) Economía de Guatemala, 1750-1940. Guatemala, Facultad de Humanidades,
Universidad de San Carlos, 1980, pp. 289-317; Solórzano,Juan Carlos, Population et systemes
économiques au Guatemala (1690-1810). París, Tesis de doctorado, École des Hautes Etudes en Sciences
Sociales 1981.
8
“Año 1763. Autos formados sobre la Real Cédula, para que esta Real Audiencia con la brevedad y reserva
posible remita una relación individual de los Corregimientos y Alcaldías Mayores de este Reino” en
Boletín del Archivo General de la Nación, no. 3, abril de 1937, pp. 310-312.
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Guatemala. Este fenómeno afecto en un primer momento, sobre todo, a los pueblos
cercanos a la costa (Chiquimulilla, Guazacapán, Taxisco y otros).
9
A los habitantes del oriente y sur, por otro lado, los obligó a concentrarse en la arriería,
en el trabajo en las haciendas, la adquisición y crianza del ganado y en el robo del mismo.
Ante la carencia de efectivo, y la estructura del intercambio gracias al papel de órdenes,
funcionarios y hacendados, la posesión y cantidad de ganado llegó a representar los
distintos niveles de riqueza. La amplia difusión del castellano, a su vez, fue producto del
trabajo en haciendas y labores ganaderas.
10
Representó, por último, un mecanismo de
presión sobre las labores y tierras comunales al invadir sementeras y sembradíos de
granos básicos.
Al ser resultado de la integración comercial gracias al añil, el comercio ganadero impulsó
en el momento de la crisis ubicada a finales del siglo XVIII e inicios del XIX que los
territorios ubicados en las cercanías de la ciudad de Guatemala y el Camino Real hacia
San Salvador se revalorizaran como un hinterland para la elite de la ciudad y la población
de los lugares cercanos ante la fragmentación de la imperfecta integración con las
provincias del sur (Honduras, Salvador y Nicaragua). Se explica más este fenómeno al
considerar la revalorización de estos territorios para los habitantes de la Capital del Reino
al ser trasladada la ciudad al Valle de las Vacas. El abasto de carne después de 1800
demuestra que la apropiación de tierras después de ese año en la Montaña respondía a
algo más que el carácter simbólico de la propiedad, ya que se reportó desde
Cuajiniquilapa, Mataquescuintla y Santa Rosa el envío de reses por parte los
acaparadores de tierra, tanto locales como de la capital, que habían llegado poco antes de
1800.
11
9
“Año 1763. Autos formados sobre……” p. 312.
10
Dary, Claudia, Identidades étnicas y tierras comunales en Jalapa. Guatemala, Instituto de Estudios
Interétnicos de la Universidad de San Carlos, 2003, pp. 70 y ss.
11
Tomado a partir del análisis de datos proporcionado por Gavarrete, Juan, Indice General del Archivo del
extinguido Juzgado Privativo de Tierras depositado en la Escribanía de Cámara del Supremo Gobierno de
la República de Guatemala. México, CIESAS/CEMCA, 1991.
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4. Alianzas territoriales.
Las cercanías de Santa Rosa, Cuajiniquilapa y Mataquescuintla fue un área en la que
confluyeron individuos que provenían de la ciudad de Guatemala, pueblos cercanos a ésta
y propietarios originarios del este (Jalapa y otros). Todo esto acarreó una dinámica
compleja. Los hacendados de la elite de Guatemala, en su mayoría preocupados por el
aprovechamiento de las oportunidades del comercio ganadero y el intercambio de
mercaderías importadas, cooptaron grandes franjas de territorio a los pueblos de indios, o
denunciando a las tierras de los pueblos que desaparecieron. Hacendados medianos,
vecinos muchos de los pueblos que giraban en torno a la dinámica establecida por la
Nueva Guatemala (Pinula, Petapa, Canales, etc) se valieron también de este auge para
adquirir tierras y entrar a los circuitos que dependían del comercio con las provincias y la
Capital del Reino.
12
Al confluir, este conjunto de nuevos propietarios conllevó eventualmente que se
construyera toda una red de vinculaciones complejas entre ellos, ya sea a través de
enlaces familiares o lazos de interés territorial y comercial. Así, la expansión territorial de
los hacendados hacia la Montaña estableció los alcances de las alianzas familiares,
dirigiendo los matrimonios entre criollos y estos nuevos propietarios para establecer lazos
necesarios para satisfacer los requerimientos de mano de obra, administración local,
tierras y denuncias. De esta manera, no causa extrañeza los matrimonios que
construyeron los Solares con los Jáuregui y Batres, o los Arrivillaga con Zepeda, ya que
al ser todos propietarios de la zona, estos matrimonios funcionaron como mecanismos de
seguridad y protección. Lo anterior se entiende bien al considerar la dependencia de los
hacendados criollos con respecto a los vecinos de las poblaciones cercanas. El mismo
caso de Severino Solares y Pedro José Arrivillaga es muy claro en este sentido. El criollo
funcionario, Pedro José Arrivillaga con rango de Corregidor de Chiquimula, se valía de
los servicios del propietario local, Severino Solares, para obtener los testimonios de
12
AGCA A3.3 leg. 294 exp. 6323, 1811. “Libro de registro del impuesto sobre reses que entran a la
ciudad”; AGCA A3 leg. 2370 exp. 35000, 1812. “Libro de posturas y remates de abastos de carne”.
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habitantes, sobre todo mulatos, de las cercanías para apoyar sus solicitudes. Por su parte,
Severino necesitaba del puesto y rango de Pedro José Arrivillaga para legalizar su
apropiación de tierra.
13
Por ello, la dependencia comercial y fiscal de la Nueva
Guatemala con respecto al Camino Real hizo que los territorios que rodeaban a
Cuajiniquilapa, Santa Rosa, Chiquimulilla y Mataquescuintla siempre estuvieran en su
zona de influencia hasta 1821. Esta situación se materializa en la presencia de la Garita
de Cuajiniquilapa, “garganta ó paso de las provincias á esta Ciudad” tal como la definió
Nicolás Rivera, Administrador General de Alcabalas en 1798.
14
Dicha situación es de suma importancia al considerar que los habitantes del Valle de
Santa Rosa tuvieron una importancia clave en el comercio ilícito de ganado y otras
mercaderías con dirección a la ciudad de Guatemala. No se debe olvidar que el Valle de
Santa Rosa fue un lugar que pasó de ser un pequeño asentamiento de ladinos a mediados
del siglo XVIII, a convertirse en la receptora de buena parte de la población de los
alrededores y asiento de una fracción importante de los nuevos propietarios que llegaron
precisamente a finales del siglo XVIII, como los Solares. También se deduce la
influencia que la ciudad ejercía sobre estos pueblos por su cercanía.
15
5. Movimiento de la Montaña.
La aparición en la historia política centroamericana de Rafael Carrera y sus lugartenientes
del oriente de Guatemala ha sido uno de los procesos más investigados en cuanto a la
historia regional de esta parte del país. La investigación ha girado siempre en torno a
comprender las causas que llevaron a que en esta parte del Estado tuviera lugar una
revuelta de tal magnitud y que, irónicamente, permitió a ciertas familias de la elite social
guatemalteca recuperar su papel en el control del gobierno.
13
AGCA A1 leg. 173 exp. 3520, octubre de 1812. “El Teniente Coronel Don Pedro José de Arrivillaga
solicita se le exima de gravámenes de su plantío de caña de azúcar”; AGCA A1.14.22 leg. 174 exp. 4222,
1812. “El señor Severino Solares pide se le exonere de imposiciones por plantío nuevo de caña”.
14
AGCA A3.5 leg. 85 exp. 1680, 1812. “Sobre introducción de efectos sin pasar por garita de
Cuajiniquilapa”.
15
Cf. Fry, Michael “Política agraria y reacción …..”.
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Con la Independencia, se inició un torbellino político que marcó a estos pueblos. Al ser
parte fundamental del Camino Real y vía de paso para cualquier comercio entre
Guatemala y San Salvador, pueblos como Cuajiniquilapa y Jalpatagua sufrieron los
embates de las guerras civiles en la década de 1820. Se volvieron en la arena en dónde las
elites de San Salvador y Guatemala disputaron la definición de fronteras entre los dos
Estados, y que condujo al reacomodo al interior de los Estados de cuotas de poder entre
las elites, las cuales siguieron peleando por el cumplimiento de sus aspiraciones al
interior de los nuevos entes territoriales. Así, las oportunidades comerciales para las elites
locales del oriente se vieron incrementadas ante la posibilidad de un mayor volumen de
efectos para ser trasladados y consumidos tanto en la Ciudad de Guatemala como en San
Salvador, pero las guerras cerraron dicha oportunidad.
Por ello, las luchas entre la elite salvadoreña y guatemalteca condujo a que los pueblos
que habían participado en el auge comercial del siglo XVIII como arrieros y ganaderos se
enfrentaran a una nueva situación: a la de poblados ubicados en una zona fronteriza en
pugna. Se causó de esta manera que los territorios al este de Guatemala se convirtieran en
lugares estratégicos para la defensa militar durante la guerra civil de 1826-1829, con su
consiguiente cauda de despojos, leva militar y crisis comercial que explican en gran
medida los problemas sociales que enfrentaron las habitantes en la siguiente década.
16
La década de 1830 entonces se distinguió por las secuelas dejadas por la guerra en dichos
territorios. Un claro ejemplo fueron los robos y la proliferación de bandas de cuatreros
que se dedicaron a sustraer el ganado, granos y mercaderías conducidas por los caminos.
En pocas palabras, la Montaña fue un espacio que manifestaba en forma clara los límites
de control territorial que poseía el Estado conducido por los liberales para ese momento.
No extraña así, las distintas medidas tomadas para aumentar el control fiscal, judicial y
territorial del mismo.
16
Ver Marure, Alejandro, Bosquejo histórico de las revoluciones de Centro América desde 1811 hasta
1834. Guatemala, Tipografía El Progreso, 1877; García Granados, Miguel, Memorias del General Miguel
García Granados. Guatemala, Editorial del Ejército, 1978; Arce, Manuel José, Memoria. San Salvador,
Ministerio de Cultura, 1959; Montúfar, Lorenzo, Reseña histórica de Centro América. Guatemala,
Tipografía El Progreso, Tomo 1, 1878.
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Como hipótesis sostengo que las alianzas construidas entre la elite guatemalteca y sus
contrapartes en el oriente se vieron resquebrajadas, en gran medida, por las consecuencias
dejadas por la guerra de 1827-29, lo que obligó a los propietarios locales a redimensionar
sus vínculos hacia otros actores regionales para recuperarse después de 1830. Entonces,
la crisis de la Montaña fue la mayor expresión de la crisis de ciertos vínculos ya
establecidos, crisis que alcanzó niveles insospechados gracias a las medidas tomadas por
el gobierno de Mariano Gálvez hacia el oriente. A pesar de que la facción conservadora
no estuvo detrás de la rebelión, las relaciones sostenidas por varias familias
guatemaltecas y los lugartenientes de Carrera permitieron y facilitaron un acercamiento
para los primeros meses de 1839.
Es sobre este andamiaje de relaciones familiares entre hacendados que apoyaron a
Carrera y sus contrapartes guatemaltecas que se intentó centralizar el Estado después de
1840. Los nuevos jefes militares obtuvieron el control local a partir de una serie de
negociaciones con las autoridades locales, negociaciones no exentas de contradicciones,
pero que permitieron estabilizar la situación local, ya que la presencia de varios caudillos
provenientes de diversos pueblos sugiere la amplitud de este tipo de negociaciones y
pactos. Esa alianza se vio marcada por las constantes tensiones entre los mismos
dirigentes, ya que ante la desigual participación política o repartición de prebendas, las
luchas entre no se hicieron esperar. Buena parte de la conflictividad que provocó la
guerra civil de 1847-50 fue estimulada por la serie de conflictos que entre estos caudillos
se dieron.
El caudillismo reproducido hasta los niveles más bajos de la administración política se
vio así reforzado con las crecientes cuotas de poder local que conquistaron en las
jefaturas políticas y los corregimientos departamentales los Montañeses, a la par de otros
puestos del Estado Central que aún falta por analizar. De esta manera se ejemplifica el
manejo de la división territorial ocurrida a partir de 1839 como un mecanismo de salida,
por parte de la elite conservadora, para las exigencias de los Montañeses y la cooptación
de los mismos.
17
17
Taracena, Arturo; Pira, Juan Pablo; Marcos, Celia, Los departamentos y la construcción del territorio
nacional en Guatemala. Guatemala, ASIES/Fundación Soros, 2003, p. 4.
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La instalación de una serie de caudillos que, gracias a diversas redes de dependencia con
otros propietarios y pueblos marcó entonces la dinámica política en el periodo 1840-
1847, y estalló ante las contradicciones estatales que condujeron a la guerra civil después
de 1847. Lo anterior se manifiesta claramente por la Gaceta Oficial, al considerar a los
actores responsables por la derrota de Morazán y los Altos, en 1841:
“El General Carrera y otros caudillos esforzados y constantes, entre ellos los
González Lobos, Monterrosas, Cruces, Carreras, Álvarez, Mejías, Lorenzanas y
otros muchos, fueron los órganos y la imprenta de los pueblos; ellos supieron
conducirlos y vencer a Morazán y los suyos; ellos defendieron al Estado de las
combinaciones de sus enemigos desde San Salvador y los Altos.”
18
A nivel local, la reconquista de los puestos clave de la administración implicó una serie
de conflictos y roces. Lo que la documentación deja ver se refiere a las contradicciones y
problemas ocasionados por los “nuevos” puestos públicos locales que fueron asignados
sistemáticamente a los carreristas orientales.
6. Comercio, territorios y participación local.
En cuanto al comercio ganadero, después de 1839 se inicia una rearticulación entre los
comerciantes guatemaltecos y ganaderos hondureños y nicaragüenses, que permitió a los
pueblos que giraban alrededor del camino a San Salvador volver a integrarse al comercio
ganadero. Gracias a las exenciones fiscales y a la nueva rearticulación de clientelas con el
Estado, los ganaderos de Santa Rosa, Mita y Chiquimula disfrutaron nuevamente de una
nueva relación con los ganaderos de la Ciudad de Guatemala que selló la alianza política
establecida.
La Asamblea que se encargó de reorganizar al Estado en 1839, redujo el impuesto de
carnes a la mitad, pagado en el destace del ganado, a partir de enero del siguiente año. En
gran medida, era una gratificación para los nuevos caudillos del oriente. Además, dejó en
18
Gaceta Oficial, no. 11, 23 de junio de 1841, p. 1
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suspenso el cobro de alcabala interior para su reorganización futura, dejando claro que ni
el maíz, carne de oveja, derivados como la manteca y madera pagarían carga alguna.
19
Para 1843, se hace visible la intensidad del intercambio de ganado entre los Estados:
“En orden al comercio interior, el ramo más importante es el de ganados. De
Nicaragua se extraen todos los años de 10 a 14 mil reses, y de Honduras cosa de
15 [mil] cuya mayor parte viene a Guatemala, quedando el resto en el Estado del
Salvador, principalmente en los departamentos de Santa Ana y Sonsonate.”
20
Lo anterior sugiere un asunto muy importante: la rearticulación territorial a partir del
comercio ganadero y el transporte de mercaderías de los departamentos de Sonsonate y
Santa Ana con sus contrapartes del oriente de Guatemala. Relación de primer orden que
recuerda al sistema territorial esbozado en el primer capítulo, producido por el mercado
del añil a finales del siglo XVIII, pero ahora marcado por la existencia de una frontera
permeable. Sin negar las acusaciones vertidas sobre los lucios en la guerra civil de 1847-
50, de recibir el apoyo del gobierno de San Salvador, la rearticulación de estos pueblos
permitiría entender el apoyo que podrían haber brindado las elites del occidente de dicho
Estado a los rebeldes guatemaltecos del oriente, al haber tenido intereses recíprocos.
Concebido así, villas y pueblos como Jalpatagua, Jutiapa, Oratorio, Cuajiniquilapa y
Santa Rosa adquirieron mayor importancia para la elite guatemalteca por la vía de
transito de las mercaderías hacia y desde Guatemala y como área para el repasto de
ganado en forma extensiva. Todos los elementos anteriores permiten entender lo granítico
de la alianza política entre algunos ganaderos y la elite conservadora guatemalteca.
19
AGCA B leg. 214 exp. 4941 fol. 607-607v, 1839. “Libro de acuerdos de la Asamblea Constituyente”;
El Tiempo, no. 61, 23 de diciembre de 1839.
20
Gaceta Oficial, no. 82, 20 de enero de 1843, p. 2
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7. Redes y su inserción política.
En el acta departamental de Santa Rosa, enviada como parte de las responsabilidades del
corregidor, se pueden ver a los principales individuos de la vida pública del departamento
en 1854. Los puestos responden a la estrategia seguida por Rafael Carrera y la elite
conservadora para equilibrar las disputas internas de poder. Por un lado, un corregidor
cercano a la Ciudad de Guatemala, y por otro, el comandante militar miembro de la elite
local. Así se entiende la presencia de Manuel Laguardia y Antonino Solares en los
puestos de corregidor y comandante general respectivamente.
En esta sección voy a mostrar algunos nexos que las familias locales mantenían con la
elite de la Ciudad de Guatemala después de 1852, lo cual manifiesta la fuerte vinculación
política entre ambas elites. Para ello, me apoyo en el papel que tuvieron los Solares,
especialmente Antonino Solares, comandante militar del nuevo departamento.
Los matrimonios entre la elite local y su contraparte guatemalteca fue un mecanismo
utilizado con frecuencia para sellar los intereses recíprocos. Éstos permitieron la
circulación de bienes, como terrenos, y facilitaron la hegemonía de la Ciudad de
Guatemala sobre Santa Rosa. Así, por ejemplo, el 16 de julio de 1855, las hermanas
Batres vendieron a su cuñado, Manuel Solares, hermano de Antonino las tierras de San
Vicitoto, cuyo antiguo propietario era el padre de las hermanas, don Juan José Batres. A
su vez, participó Benigno Melgar, casado con Eusebia Batres, como representante legal
de su esposa. De esta manera, se hace visible, la enorme vinculación de sangre entre los
oficiales leales a Carrera y una familia criolla.
21
Pero, es hasta 1857, fecha en la cual Luis Arrivillaga llegó a ocupar el puesto de
Corregidor y Juez de Primera Instancia del departamento, que se hizo manifiesto la sólida
convergencia política entre criollos y ladinos terratenientes locales. Se rearticularon así
los nexos que ambas familias poseían desde inicios del siglo XIX, intereses compartidos
por el negocio ganadero hacia la Nueva Guatemala.
21
Protocolo Municipal de Santa Rosa, 1847-1871, acta no. 38.
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Puestos Políticos de Santa Rosa, 1854
Puesto político Poseedor
Corregidor y Juez de 1ª Instancia
Manuel Laguardia
Comandante General Antonino Solares
Cura de Parroquia Mariano Villatoro
Alcalde 1º de Santa Rosa Apolonio Barrera
Administrador de Rentas Benito Mexía
Fuente: AGCA Correspondencia Ministerio de Gobernación, B leg. 28563 exp. 80, Abril
de 1854. “Acta departamental de Santa Rosa”.
Para 1865, el grupo de individuos que manejaba el departamento había cambiado poco,
constituyendo un grupo con vinculaciones fuertes en otros pueblos y en otras instancias
del Estado. Por ejemplo, a la par de los ya conocidos Antonino Solares y Luis Arrivillaga,
aparecían el Comandante de la plaza de Santa Rosa Don José Domingo Morales, héroe de
la guerra contra el Salvador en 1863 y prestamista en el pueblo de Chiquimulilla; y José
Dolores López, administrador de rentas desde 1857, cafetalero de Cuajiniquilapa pero
originario de Santa Rosa. A ellos se agrega Fray Manuel Uriarte, cura de Santa Rosa.
22
De este grupo se desprendían una serie de compadrazgos y clientelismos difíciles de
determinar en su mayor parte debido a que ya no están disponibles las fuentes locales,
siendo la única fuente de consulta las pocas actas del protocolo municipal que han
sobrevivido. De las mismas se pueden observar una parte de la lógica seguida a lo
interno de la elite departamental. Por ejemplo, Antonino Solares fue un prestamista,
condición que le facilitó crear redes de dependencia hacia los oficiales y propietarios. Por
eso no extraña que durante muchos años, él pagara de su propia bolsa a la tropa local,
siendo reintegrada las sumas posteriormente por el Estado.
23
22
AGCA Correspondencia Ministerio de Gobernación, B leg. 28599 exp. 87, 1865. “Acta departamental
de Santa Rosa”.
23
Cf. Protocolo Municipal de Santa Rosa, 1847-1871, acta no. 93.
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En el plano político, la preeminencia de la elite de la villa de Santa Rosa sobre todo el
departamento implicó que, al iniciarse el cultivo del café, a mediados de la década de
1850, las elites pueblerinas que habían estado excluidas del poder, o que habían chocado
con su el grupo manejado por los Solares, buscaron la posibilidad de cambiar la
hegemonía local. Esta oportunidad se dio hasta la caída del gobierno de Vicente Cerna
en manos de Justo Rufino Barrios y Miguel García Granados en junio de 1871.
8. ¿Reacción religiosa o defensa de intereses particulares?
Para todos es conocida la desintegración de los lazos hegemónicos que sostenían al
gobierno de Vicente Cerna a partir de 1867 y que desembocaron en el triunfo de Miguel
García Granados y Justo Rufino Barrios en junio de 1871. Ante lo obvio” representado
por el triunfo liberal de junio de ese año, no se le ha puesto la atención merecida a la
rebelión de Oriente a partir de agosto y septiembre de 1871. Acostumbrados a los
estereotipos elaborados por la historiografía liberal, y reproducidos por el nacionalismo
militarista de la década de los sesenta del Siglo XX, la rebelión de los Remincheros
siempre ha sido vista como una reacción conservadora instigada por los políticos de la
capital y los clérigos allegados a Cerna ante la expulsión de los jesuitas, medida tomada
por Barrios desde la comandancia de Occidente.
24
Lo que intento demostrar, al contrario de esta tradición, es que esta reacción
conservadora” fue en realidad una rebelión orquestada y dirigida por los miembros y
herederos de la alianza elaborada entre el poder central y los ladinos de Oriente en el
periodo conservador.
¿Quiénes dirigían a los remincheros? Si hacemos un repaso de los cabecillas, vemos que
figuran apellidos como Fuentes, Melgar, Muñoz, del Cid, Lorenzana, Donis y Solares,
por mencionar algunos.
25
Al observar con atención, algunos de estos apellidos eran
24
Como un buen ejemplo de este tipo de historiografía ver Villacorta, Antonio, Historia de la República de
Guatemala. Guatemala, Tipografía Nacional, 1960, pp. 399 y ss.
25
Carranza, Jesús, El General Justo Rufino Barrios: datos y referencias biográficas del Benemérito
Reformador de Guatemala y caudillo de la Unión Centroamericana. Guatemala, Ministerio de Educación
Pública, 1956, p.23.
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originarios de Santa Rosa y los que lucharon fueron descendientes o familiares de
aquellos que sostuvieron a Carrera en las distintas guerras y tensiones de las décadas
anteriores a 1871. Un Darío Lorenzana fue jefe militar de Verapaz en 1870 y héroe
militar de la campaña de 1863 contra el Salvador; Tomás Melgar era sobrino de Antonino
Solares, compañero fiel de Carrera y héroe de varias batallas, verdugo de Serapio Cruz en
Palencia en enero de 1870; la rama del Cid tenían varias propiedades en Santa Rosa; y los
Donis eran propietarios medianos desde el siglo XVIII en la Montaña.
26
De esta rebelión se pueden resaltar las batallas de Cerro Redondo en la que Barrios
derrota a Manuel Solares, hermano de Antonino, y lo hace huir hacia las montañas.
Posteriormente, Manuel Solares se rendiría con su familia en octubre de 1871,
proporcionando información sobre otros cabecillas y las redes de apoyo para dicho
movimiento.
27
Siguiendo, en parte, la estrategia de Rafael Carrera de establecer alianzas
con los pueblos de las áreas en conflicto para restarle apoyo a sus rivales, Barrios y
García Granados intentaron socavar la base de apoyo a los cabecillas de Oriente.
Conociendo su condición de hacendados con un largo historial de disputas con los
pueblos de oriente, los liberales decidieron repartir tierras a los pueblos, tales son los
casos de Palencia y Mataquescuintla. Al primero, se le proporcionaron ejidos, y al
segundo se le adjudicó la tierra de Epazotes, la cual había estado en disputa por varios
años con Manuel Solares, con una dedicatoria personal.
28
Por otro lado, Tomás Melgar fue capturado en 1873 proporcionando a su vez
información sobre sus camaradas. A diferencia de Solares, Tomás Melgar fue integrado a
las filas del ejército de Barrios en Oriente, llegando a ser comandante del recién fundado
departamento de Jalapa. Ante las muestras de poder, por medio de amenazas, dadas a las
poblaciones de Jutiapa y Jalapa, Barrios y el Coronel Felipe Cruz lograron reunir más de
1500 hombres armados de machetes dispuestos a defender sus poblados de las
26
Protocolo Municipal de Santa Rosa 1851-1869 # 14, 44, 49, 45 y 93; AGCA, Congreso de la República,
C1 leg. 381 exp. 9608, 1870. “Informe sobre el caso Battle”.
27
Santacruz Noriega, José, Gobierno del Capitán General Miguel García Granados. Talleres Delgado
Impresos y Cia Ltda. 1979, p. 128.
28
Santacruz Noriega, José, “Gobierno del Capitán General….” pp. 273 y 287.
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incursiones de los Remincheros.
29
¡Ni más ni menos que la articulación de una nueva
centralización del poder político, sólo que en ese momento la figura aglutinadora era
Barrios utilizando tácticas semejantes a las de Carrera treinta años antes!
Como lo hemos querido demostrar, el éxito de Barrios en la pacificación de Oriente se
baso en la destrucción de las alianzas locales, por medio del rompimiento de la base
social de los Remincheros con respecto a los pueblos. Pero también por la articulación de
un poder centralizado que él representaba, obligando a los habitantes a negociar y buscar
su supervivencia al reconocer dicha centralización.
29
Santacruz Noriega, José, Barrios el Pacificador: Gobierno del General Justo Rufino Barrios (1873-
1876). Guatemala, Talleres Delgado Impresos y Cia Ltda. 1983, pp. 63-64.