Dossier

Contribuyendo a la historia colonial de Belice: la presencia india en la Honduras Británica

Contributing to the Colonial History of Belize: Explaining the Indian Presence in British Honduras

Néstor Véliz Catalán 1
Escuela de Historia, Universidad de San Carlos, , Guatemala

Contribuyendo a la historia colonial de Belice: la presencia india en la Honduras Británica

Anuario de Estudios Centroamericanos, vol. 46, 2020

Universidad de Costa Rica

Recepción: 31 Marzo 2020

Aprobación: 28 Junio 2020

Resumen: En este trabajo se desarrolla, en primera instancia, una prospección de los estudios sobre la migración hindú a la colonia de Honduras Británica en el siglo XIX. Seguidamente, se realiza una discusión acerca de si el movimiento que llevó a los primeros hindúes a esta colonia se puede interpretar como una “diáspora”, o bien, se debe conceptualizar como migración laboral o de otro tipo. El estudio concluye con un apartado en el que se busca explicar la presencia hindú en la colonia, lo que también les llevó a habitar territorio de Guatemala. Se concluye con una reflexión que sintetiza el conjunto de experiencias obtenidas en el proceso de investigación y construcción argumentativa en un tema inexplorado en la región centroamericana.

Palabras clave: Belice, Coolies, Historia colonial de Belice, Honduras Británica, Presencia hindú.

Abstract: First, this work offers a prospection of the studies on the Hindu migration to the British Honduras colony in the 19th century. Next, a discussion takes place about whether the movement that brought the first Hindus to this colony can be interpreted as a “diaspora” or should it be conceptualized as labor or other migration. The study concludes with a section that seeks to explain the Hindu presence in the colony, which also led them to the territory of Guatemala. It concludes with a reflection that synthesizes the set of experiences obtained in the process of investigation and argumentative construction on an unexplored topic in the Central American region.

Keywords: Belize, Coolies, Colonial history of Belize, British Honduras, Hindu presence.

Introducción

Este artículo presenta, como primera parte de su desarrollo, una explicación de las principales motivaciones para articular la propuesta. Esto ha incluido exponer cuál es el propósito fundamental de la investigación, así como algunas condiciones para su desarrollo, como lo son la escasez de fuentes documentales y bibliográficas y algunos factores en la búsqueda de referentes para un tema escasamente tratado.

El estudio trata de contribuir al conocimiento de la historia colonial de Belice con la explicación de la presencia hindú en el siglo XIX, para cuyo dimensionamiento es necesario conocer los procesos históricos, económicos y políticos vigentes antes y después de la constitución de la colonia de Honduras Británica en 1862. Para satisfacer este propósito, se ha formulado una metodología que parte de encontrar analogías, concordancias y diferencias entre varios casos en que la fuerza de trabajo esclava, liberada por el acta de 1833, fue sustituida por trabajadores hindúes, lo que pudo encontrarse nítidamente representado en Trinidad y Tobago, nación donde mayormente se ha estudiado el asentamiento de trabajadores surasiáticos.

En el segundo apartado, se desarrolla una breve discusión en torno a si –ante el ejercicio que supone caracterizar la presencia hindú en Honduras Británica– conviene usar el término “diáspora” o bien “migración laboral forzada”. El sentido de esta confrontación, en lo conceptual, se deriva de la idea de que los movimientos migratorios suponen una gran variedad de opciones y circunstancias irreductibles a un único molde metodológico, teórico o conceptual; por tanto, para estudiarlas y explicarlas, se debe primero caracterizarlas y analizarlas sopesando los problemas económicos y políticos como causales, evitando generalizaciones y simplificaciones.

La tercera parte del trabajo se centra en el tratamiento de una extensión de la migración hindú en el antiguo Belice, un aspecto inédito de la Historia de Guatemala, Belice y Centroamérica. Es una narrativa que trata de conectar la presencia hindú en la aldea Creek-Crique Chino de Livingston, departamento de Izabal, lo que se originó en la expansión de las poblaciones de hindúes residentes en la Honduras Británica hacia el sur. En esta parte se trata de conectar este insólito hallazgo etnográfico, salido a luz pública en 2006, con una tendencia migratoria que contribuyó a sumar otro elemento a la diversidad étnica y cultural de la región caribeña.

Principales motivaciones de la propuesta y panorama general de los estudios sobre la migración India-Belice en Centroamérica y el Caribe (estado de la cuestión)

El propósito fundamental detrás de la articulación de la propuesta, una aportación a los estudios de las migraciones en sociedades periféricas multiétnicas

Toda investigación o ejercicio expositivo de los resultados de una búsqueda bibliográfica, reflexión y articulación discursiva manifiesta, aun ocultamente, motivaciones y objetivos. Indistintamente de la escuela de pensamiento a la que una persona investigadora se adhiera o adscriba y de las motivaciones que guíen su accionar, las modalidades de trabajo investigativo que lleve a cabo, de sus certezas y rutinas mentales, existe un objetivo fundamental al iniciar con la exploración documental orientada a la obtención de resultados finales.

En el caso puntual, el objetivo toral es contribuir con la historia colonial de Belice abordando un aspecto poco tratado: la migración que llevó a nativos de India a la entonces colonia de Honduras Británica. Subyace en el fondo de esta propuesta el deseo de explorar las traslaciones transcontinentales de trabajadores que substituyeron la fuerza de trabajo africana en el siglo XIX en el Caribe británico, así como la integración de esos al conglomerado demográfico, a la sociedad colonial de la región centroamericana.

El movimiento desborda la región caribeña y el conjunto de las Antillas de habla inglesa, puesto que se extiende a países continentales como Guyana, Surinam y colonias no británicas como Guadalupe y Guayana Francesa.1 En los ámbitos de las Ciencias Sociales continentales, hegemonizados por las tradiciones discursivas de habla castellana, los territorios conocidos como Guayanas se asimilan a las Antillas, generando durante mucho tiempo una especie de “frontera” que poco a poco se desdibuja y desvanece para dar paso a la integración. Esto permite que, gradualmente, se vayan integrando los territorios a una representación espacial incluyente; así se puede encontrar, por ejemplo, relaciones de intercambio e influencias culturales entre las Antillas holandesas y la costa caribeña venezolana, que en un enfoque “cerrado” serían dos contextos de difícil contacto dadas las diferencias históricas, lingüísticas y culturales, lo que es aplicable también a la zona en que confluyen Belice, Honduras y Guatemala. Esto puede visualizar el panorama multiétnico de los territorios, lo cual es consecuencia directa de los procesos de colonización; se obtiene también una idea de lo que sucedió en la entonces Honduras Británica. La colonia se desarrolló económicamente según sus posibilidades de inserción en la economía de plantación, que en el Caribe se orientó grandemente a la producción azucarera, rango que absorbió a muchos migrantes provenientes de la India Británica después del cese de la importación de esclavos y la manumisión de la población traída de África en la primera mitad del siglo XIX.2

La originalidad asegurada por la escasez de referentes investigativos publicados en idioma castellano

Es usual, en los contextos de socialización de la investigación histórica, etnográfico-cultural y antropológica, congresos, simposios, exposiciones y demás actividades académicas, manejar el criterio de que la originalidad absoluta ha de ser una de las notas distintivas y dominantes de los materiales que se socializan en la actualidad, sean ensayos, informes, artículos o papers, de que un autor tiene, como consigna, aportar sobre temáticas novedosas y de interés de estudiantes, investigadores y catedráticos. Desafortunadamente, el enfoque extremadamente focal, la especificidad de las investigaciones y de la escasa difusión hacen que se estime escasa la posibilidad de que un lector aficionado despierte o satisfaga su interés en temáticas como la que hoy se anuncia aquí contactando con dichos discursos.

Realizando la revisión de rigor al respecto del tema de la migración India-Belice,3 se encuentra que la originalidad está asegurada, al ser un tema que, al menos en los países de habla castellana de Centroamérica y el Caribe, no ha suscitado ni despertado interés o curiosidad por las comunidades epistémicas de las Ciencias que abordan las temáticas.4 La circunstancia deja un balance altamente negativo, pero aleccionador, acerca de la “virginidad” de las propuestas sobre el estudio de las migraciones hacia Belice en la época colonial. Siendo moderadamente optimista, puede pensarse que, en años venideros, la vertiente de los estudios interétnicos, antropológicos, religiosos o bien los estudios culturales puedan llevar a interesados de habla castellana a explorar y profundizar en el contexto beliceño, lo que haría posible conocer y saber más acerca de su historia colonial. Con el logro de los objetivos, la visión del período se enriquecerá y encontrará más puntos de contacto con procesos desarrollados en otros países de la región, profundizando el alcance de los estudios centroamericanos y caribeños e integrando Belice a Centroamérica en lo concerniente a historia colonial.

Las posibilidades de realizar un trabajo totalmente original, sin oportunidad de tomar contenidos,5 citar extensamente, tomar ideas de otros autores o plagiar parcialmente contenido de otros son nulas, pues la escasez de materiales expresamente dedicados al tema central es absoluta, existiendo mención parcial en algunos artículos académicos. Las condiciones aumentan cuando se nota que las fuentes se encuentran en la lengua inglesa, ya que en esta se ha encontrado escrita la mayoría de los referentes bibliográficos y documentales que son la base de los datos y referencias que se consignan sobre la minoría hindú en algunos contextos territoriales comparados con Belice.

Dicha circunstancia, sin embargo, no puede desmoralizar tanto al punto de que el desánimo lleve a no intentar la formulación de un esquema de contenidos en el que se exprese la vocación del autor interesado en “abrir”, por así decirlo, una línea de abordaje de una temática que resulta, por demás, novísima e inédita. Sin que resulte una tortura china o un harakiri intelectual, puede hacerse el esfuerzo por proponer dicha estructura con base en un mapa mental u hoja de ruta, para lo cual es necesario poseer alguna experiencia en planificación e investigación histórica y, dadas las particularidades del caso, servirse de la amplitud de opciones que propone el enfoque multi, pluri, trans e interdisciplinario, hegemónico en las Ciencias Sociales y Humanas del presente.6

Antes de iniciar con la exposición de los hallazgos que constituyen este aporte, es bueno reconocer que el este se ha producido sorteando una gran escasez de referentes investigativos, de materiales que traten del tema, como podrían ser artículos, tesis de grado u otros tipos de investigaciones. Todo diagnóstico o Estado del Arte arroja como resultado escasos discursos de donde partir, lo cual obliga a reconocer limitaciones y condicionamientos para este trabajo. Lo anterior debe conducir a un balance, cuyo resultado arroje un enfoque bajo el cual los hallazgos efectuados constituyan nuevos avances para temáticas que empiezan a ser ventiladas.

De dicha forma, es factible generar un discurso que materialice hallazgos y un diagnóstico del estado de la cuestión con base en la búsqueda bibliográfica y documental de rigor. Esto es posible cuando se ha obtenido cierto dimensionamiento y profundización de las causales de la escasez, cuando no ausencia de materiales útiles y aprovechables como fuentes para propuestas como la presente. El análisis de las circunstancias, pese a ser del todo ajenas a la voluntad del hermeneuta o investigador, merece un sitial destacado, debido a que constituye las condiciones de los primeros abordajes de la temática en cuestión.7

Examen de materiales que abordan la presencia de los trabajadores originarios de India en el Caribe

A pesar de la originalidad de la propuesta de investigación y de que representa un desafío investigativo al carecerse de trabajos que desarrollen la migración a Honduras Británica de hindúes en el período colonial, no se puede prescindir completamente de los referentes necesarios para una ubicación y contextualización en el estado de la cuestión. Debido a la novedad del tema, puede ser imposible realizar un estado del arte; como se encontró, si bien la migración hindú a Trinidad y Tobago, Guyana y otras colonias, inglesas o no, ha sido objeto de atención de algunos estudios, el caso de Belice –la antigua Honduras Británica– ha sido escasamente tratado.

Lo anterior puede justificarse con diferencias demográficas entre las corrientes de la migración hacia el Caribe, que privilegiaron algunos destinos sobre otros. En algún momento, tanto en Trinidad como en Guyana, la etnia hindú, sin llegar a convertirse en mayoría absoluta, ha llegado a ser el grupo con mayor cantidad de miembros, mientras que en Belice constituye menos del 5 % de la población.8 Además, al desarrollarse en tiempos modernos procesos educativos y de formación de científicos en los países independizados, crecen exponencialmente las posibilidades de que exista un rescate de elementos como la memoria de la migración y el imaginario desprendido de ello, el cual puede ser abordado por antropólogos, sociólogos, historiadores.9

Asimismo, el contexto presente de desarrollo del pensamiento decolonial y los estudios sobre los procesos de desplazamiento transcontinental de los seres humanos pueden abordarse desde posiciones distanciadas de las líneas oficiales. También, cabe la posibilidad de plantear una propuesta de este tipo basándose en la postura de los estudios subalternos, surgida en India; puede permitir la articulación de una propuesta que no se derive de las grandes líneas oficiales existentes sobre la Historia colonial de Belice.10 En ambas corrientes es posible plantear un abordaje Sur-Sur que permita generar conocimiento desde una postura alternativa a las líneas hegemónicas.

Uno de los principales referentes de tratamiento de la migración hindú hacia la antigua Honduras Británica lo proporciona Indian Arrival Day, revista conmemorativa del arribo de los trabajadores indios a diversas colonias del Caribe Británico, editada en Trinidad y Tobago por Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd. (ICC). En su número 12, del mes de mayo de 2011, presenta un conjunto de trabajos de tipo monográfico altamente útiles para esta investigación, en la medida en que muestran datos sobre la introducción de trabajadores nacidos en India en los espacios coloniales del Caribe. La publicación, coincidente con el mes de la Herencia India en el citado país (mayo en el calendario gregoriano u occidental),11 se dedicó a difundir datos y referencias de la presencia hindú en varios territorios caribeños vecinos, manifestándolo de lleno en un título sumamente ilustrativo: “The Indian Diáspora in Belize, Guadeloupe and Suriname” (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.).12

Se deduce del título de la revista que no existe una centralización en el caso de Belice, sino que el desplazamiento de trabajadores indios hacia Belice se trata como una corriente que los llevó a otras colonias británicas, francesas y holandesas. Un dato interesante que se devela en la lectura del artículo sobre Belice es que se ve a los hindúes que arribaron a Honduras Británica como el único caso en el Caribe en el que los trabajadores surasiáticos trabajaron alternativamente en las plantaciones de azúcar como en los sembradíos de banano (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.). La distancia y ausencia de vínculos con otros vectores de la diáspora hindo-caribeña les impidieron continuar reproduciendo su legado cultural ancestral, registrándose una conversión masiva al cristianismo, lo que se refleja en una ausencia total de templos hinduistas en territorio beliceño, lo que con el tiempo ha sido subsanado. Hay un nuevo resurgimiento religioso que ha permitido la celebración de festividades como Holi y Diwali, así como la fiesta sikh de Gurú Nanak Jayanti.13

Primeros pasos para sortear la laguna documental: husmeando en los textos

Se ha insistido en la carencia de materiales para iniciar el proceso investigativo que permita explicar la presencia de los hindúes en la colonia de Honduras Británica. Conviene realizar un balance de lo encontrado en algunos materiales en los que la fase de la historia de Belice asoma como parte del proceso histórico centroamericano del cual no se podría desvincular. También hablar de la historia de Centroamérica sin integrar a Belice deja paticojas e incompletas las bases de la historia regional, pues si aspira a la integralidad, no puede continuar circunscribiéndose a lo ocurrido tras el asentamiento de la estructura colonial española, ya que objetivamente no fue la única presencia imperialista europea en la región.

Un texto que resultó sumamente útil para establecer criterios de tratamiento e interpretación de los discursos historiográficos en fases previas de la construcción de insumos e información para esta propuesta fue “Centroamérica & el Caribe occidental: coyunturas, crisis y conflictos, 1503-1984” de Gerhard Sandner. Una de las tesis que aporta el autor es sobre los desarrollos y orientaciones de la historia de la región a partir de ejes y demarcaciones territoriales que explican las exclusiones de Belice en el desarrollo de los discursos historiográficos. Para Sandner, el desarrollo de la Centroamérica española, el territorio de la Capitanía del Reyno de Goathemala propendió hacia el Océano Pacífico, pues ahí se establecieron las principales poblaciones de españoles. Esto dio lugar a la conformación de un régimen económico con base en el latifundio, cuya racionalidad llevó a la exclusión del territorio caribeño.

En esta obra, se expone la vertebración de un “Eje Pacífico” sobre el cual gravitó la economía colonial. Dicha propuesta tiene un asidero sólido en la realidad; si se observa un mapa de la época hispánica, se encontrará que desde Chiapas y hasta Panamá ninguna gran ciudad importante o populosa se ubica sobre el Caribe. generándose un activo pero discreto movimiento comercial legal e ilegal en torno a las costas del Mar del Sur. La propuesta puede explicar el escaso control que las milicias españolas tuvieron sobre las zonas costeras, lo cual se reflejó en múltiples incursiones piráticas y una presencia inglesa que llevó, en el siglo XVII, al establecimiento de un asentamiento inglés con base en concesiones territoriales paralelas a las guerras europeas y más tarde un reino zambo miskito tutelado por Gran Bretaña con jurisdicción sobre los actuales territorios de Honduras y Nicaragua.14 No obstante, la colonia de Honduras Británica se estableció tardíamente, el día 12 de mayo de 1862 (Toussaint Ribot) .

Por su parte, Mónica Toussaint Ribot, especialista en Belice, asienta en el artículo “Belice textos de su historia” una afirmación compatible con la que se ha desarrollado aquí: en el caso beliceño, no solamente hay escasez de fuentes, sino que las temáticas desarrolladas son restringidas (Toussaint Ribot). Gran parte de la producción existente versa sobre a quién se puede adjudicar la soberanía sobre el territorio, aspecto que involucra a Inglaterra, México, España y Guatemala. La autora presenta en el artículo un listado de fuentes bibliográficas y documentales que pueden ser utilizadas para profundizar en el proceso colonial de Belice; además, demuestra gran conocimiento de la temática con fuentes jamaiquinas, lo que ayuda a “redondear” el cúmulo de información relativa a la colonia de British Honduras. Esta base de insumos permite un planteamiento sobre la historia colonial del territorio, en el cual posiblemente se encuentran algunas claves de la migración hindú, pero son materiales no disponibles en formato electrónico y cuyos originales en formato físico están en repositorios, en puntos no accesibles.

El texto “Belice: una Historia olvidada”, de la misma autora, muestra la invisibilidad de la comunidad de origen indio al excluirla de los grupos étnicos constituyentes de la sociedad beliceña en 1985. Para Toussaint Ribot, los tres principales grupos étnicos son los criollos –descendientes de negros traídos por los ingleses–, mestizos de español con mayas y los garífunas; hay un restante variopinto donde hay una gran diversidad que le confiere un carácter interracial a Belice: chinos, árabes, ingleses, salvadoreños (Toussaint Ribot 16) . Como se ve, en este texto no se alcanza a visualizar a los hindúes.

A pesar de la obvia separación de tiempo y espacio, la población descendiente de hindúes, ya sea de los primeros, desplazados por su participación en rebeliones armadas en el subcontinente, o bien, los que arribaron después, también es invisibilizada en las fuentes guatemaltecas.15 El texto “Geografía de Centroamérica” del peruano J. Rengifo Reina, editado en Guatemala para 1949, procede casi de la forma en que lo hizo Mónica Toussaint Ribot: expone datos de un cálculo para 1947 en el cual se clasifica así a la población: 48 % negros y mulatos, 32 % indios (nativos mesoamericanos, no “indios orientales”) y 16 % mezcla de indo-españoles. Queda un 4 % indefinido, en el cual podría aglutinarse a la minoría blanca, empleados coloniales civiles y militares y minorías china, siria e hindú, sin que sean mencionados (Reina 158) . El censo de 2000 muestra un vuelco en las cifras, pues el 48 % pasó a ser de mestizos de origen indo-español; los descendientes de africanos (criollos) constituyeron el 25 % y desapareció la cifra de mulatos, siendo los que se identifican como hindúes el 3 %. El porcentaje de los demás grupos se divide de la siguiente manera: garífunas 6 %, menonitas 4 %, blancos de ascendencia europea 1 %, asiáticos –la mayoría chinos, palestinos y sirios, en partes iguales de 0.33 % cada uno– para totalizar un 1%, mientras que los indígenas se dividen en 1 % de yucatecos, 4 % de mopanes y 5 % de kekchíes, de los cuales la mayoría es proveniente de Guatemala, de las zonas de Alta Verapaz, Izabal y Petén (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.).

Debe considerarse que el texto del canadiense William Arlington Donohue “British Honduras History” (1946) constituye una fuente básica para dimensionar el contexto de las fuentes que tratan sobre la introducción de los migrantes hindúes a la colonia en cuestión. El libro, en el apartado sobre etnografía del territorio, muestra cómo tuvo lugar la coexistencia de muchos grupos étnicos que arribaron como trabajadores; también proporciona información básica para lograr entender la presencia de esas personas ahí. Es una fuente útil para explicar el porqué de los hindúes en el antiguo Belice, pues muestra el rol que tuvieron como empleadores de braceros cuando establecieron ingenios en el territorio sureño del actual distrito de Toledo. El autor establece como condición para la absorción de trabajadores hindúes que los veteranos combatientes del ejército sureño llegaron desde New Orleans para establecer plantaciones del tipo acostumbrado por ellos después de 1865 (Arnington Donohoe) . El dato sugiere dos argumentos sobre el sentido económico de la migración hindú: a) La producción azucarera no existía como sector demandante de fuerza de trabajo antes de la liberación dictaminada por el Acta de 1833, ni después de ello, y b) Los hindúes que ingresaron a la colonia desde 1858 no lo hicieron compelidos por las demandas de un mercado de trabajo desabastecido con la liberación de la fuerza de trabajo esclava, como sucedió con Trinidad y Tobago y Guyana.

Otro texto que resulta sumamente revelador de la situación que aquí se ha descrito con respecto a Belice es “Centroamérica, su Historia”, de la investigadora costarricense Elizabeth Fonseca. La obra ayuda a diferenciar la “Centroamérica histórica” (Fonseca 12) , es decir, la colonizada por españoles, y territorios como Belice y Panamá, cuya visibilidad e importancia estratégicas obedecen a la intervención de otras fuerzas imperialistas. El primero, obviamente, no “encaja” en esta región, puesto que fue convirtiéndose –en medio de las luchas y alternativas de la gran disputa entre Inglaterra y España– en una colonia inglesa merced al escaso o nulo control de los españoles en la costa caribeña; la segunda tiene una organización como Estado generada por el proyecto de construcción del canal interoceánico. Además, durante la colonia fue parte del Virreinato de Nueva Granada y luego de la Independencia, de Colombia. Así permaneció hasta la intervención estadounidense de 1903, lo que la aparta de nexos con la Centroamérica histórica (Fonseca 12) .

¿Diáspora o migración? Lo conceptual en el debate de los movimientos transcontinentales de trabajadores en el Imperio británico

Discusión sobre la pertinencia del término “diáspora” para caracterizar y definir los movimientos migratorios que permitieron la inserción de hindúes en Belice

En la discusión sobre la presencia de descendientes de hindúes en Belice se debe caracterizar el movimiento que llevó a los trabajadores surasiáticos a Honduras Británica, lo cual implica ir más allá de la crítica o disenso con la denominación “diáspora” para los movimientos migratorios transcontinentales y remitir a un ejercicio de confrontación entre variados procesos de mano del método comparativo. Es universalmente conocido que la primera migración denominada de la forma aludida es la expulsión de los judíos de Palestina por parte del Imperio romano después del año 70 E.C, expulsión que se revertiría con la migración judía tras la imposición del mandato británico y el acta de Balfour promulgada el 2 de noviembre de 1917 (Weinfeld 102) . El motivo residió en la actitud inquebrantable de las tribus israelíes de aceptar la tributación y las imposiciones de culto al César, lo que motivó rebeliones contra el Imperio que fueron combatidas y reprimidas con lujo de fuerza, llegando a la expulsión por el Emperador Tito.16

Recientemente, la emergencia de los estudios sobre afrodescendencia, impulsados por diversas instituciones e instancias educativas, ha hecho que la presencia de africanos descendientes de los esclavos en América se denomine “Diáspora”, es decir, similar al movimiento aludido que expulsó a los hebreos de su patria.17 Independientemente de si se está o no de acuerdo con el transvase conceptual, esta investigación –centrada en una migración transcontinental como la africana– precisa de lo que podría denominarse “marco conceptual”, en el que lo novedoso e inédito de la escogencia temática dicta establecer algunas precisiones al respecto.

En el caso puntual, como está dicho, se podría reproducir el concepto “diáspora”, pero de acuerdo con una posición intelectual de honestidad, debe examinarse el tipo de migración realizada para encontrar si puede haber otro tipo de conceptualización que la caracterice más claramente. Una medida facilista que lograría alcanzar cierta coherencia explicativa derivada del título del presente estudio. Se puede suponer que el reemplazo de negros liberados de la esclavitud, cuya presencia se puede entender como parte de una diáspora, tuvo lugar con el aprestamiento de braceros surasiáticos presentes en el Caribe británico a partir de la necesidad de fuerza de trabajo explotable, similar al iniciado en las factorías de la costa occidental africana en el siglo XVI.18

Al utilizar el término “diáspora” para nombrar migraciones laborales forzadas se puede incurrir en arbitrariedades por obviar las particularidades del movimiento migratorio. Al analizar el caso de los hindúes que llegaron a Honduras Británica en el siglo XIX conviene hacer varias precisiones, las cuales están motivadas en el deseo –quijotesco, si se quiere– de forjar pautas para estudiar y abordar un tema que inicialmente cuenta con muchas limitantes de orden documental, algo que puede impedir cualquier apasionamiento o desborde de entusiasmo. Primeramente, los hindúes que migraron hacia la colonia de Honduras Británica, en el siglo XIX, no fueron parte de una introducción de trabajadores forzados en calidad de esclavos, como había sido el caso de los provenientes de África. Estos últimos habían llegado de Jamaica al territorio en varios momentos coincidentes con las concesiones territoriales realizadas por España y fueron destinados al corte del palo Brasil o de Campeche, producto que constituyó inicialmente el pretexto para justificar la presencia británica en territorios que nominalmente eran de jurisdicción de la Capitanía General del Reyno de Goathemala,19 gobernación colonial que abarcaba un territorio desde Chiapas hasta Veraguas en la actual Panamá.20

La introducción de negros esclavos en los emplazamientos que constituyeron la colonia de Honduras Británica se encuadra en la “Diáspora” de africanos esclavizados en América; por lo tanto, obedece a un tipo concreto de desplazamiento humano.21 El concepto ha sido abundantemente usado desde la posición metodológica de los estudios de la afrodescendencia y el mestizaje, los cuales han marcado una impronta en la construcción de nuevos aportes durante las primeras dos décadas del siglo. Existió, en esta corriente de introducción de trabajadores forzados, la iniciativa de esclavistas asentados en Jamaica y una demanda de cortadores de maderas preciosas capaces de soportar un intenso ritmo extractivo, como consecuencia de la conexión de las factorías con el auge de la industria textil británica receptora de colorantes vegetales producidos en ultramar. Los asentamientos establecidos por los británicos para el corte del palo de Campeche o Brasil precisaron de esa fuerza de trabajo, que operativamente era la más adecuada y llenaba el vacío demográfico de población nativa.22

A pesar de ello, no es posible defender una tesis sobre la inexistencia de la esclavitud fuera del trabajo forzado de los esclavos negros. Existe un antecedente de introducción de mano de obra forzada asiática en los tiempos coloniales alterna a la africana, la cual se localizó en la Nueva España con la introducción de chinos y filipinos que llegaron ocasionalmente a los galeones provenientes de Manila. Probablemente, los trabajadores fueron incorporados a la esclavitud ante la compulsión económica y la inexistencia de legislación específica que regulara su situación, pues no se trataba ni de negros esclavos, cuyo trasiego y trabajo estaban regulados, ni de indígenas o mestizos. El hecho de que en el siglo XIX los hindúes hayan arribado al Caribe y a Honduras Británica después de la liberación de los esclavos negros le imprime al movimiento de arribo una caracterización distinta a la que precisó de los mercados negreros de Jamaica. La llegada obedeció a condiciones externas insertas en el proceso de expansión británica que generó la traslación de trabajadores hindúes no solamente a Honduras Británicas ni al Caribe, sino a otros puntos del Imperio, como se explicará a continuación.23

Migración laboral forzada: un concepto más apropiado en términos económicos para el desplazamiento de trabajadores surasiáticos al Caribe Británico

El Imperio británico constituía, en la primera parte del siglo XIX, la expresión de fuerzas sociales y económicas que pugnaban por la hegemonía mundial. Su presencia en América era notoria, pues poseía territorios estratégicos obtenidos en intercambios acordados al término de las guerras europeas, representando, después de la victoria sobre Napoleón Bonaparte en 1815, un conglomerado de etnias, lenguas y culturas cohesionadas por el régimen colonial y administradas por un gobierno organizado por el gobierno que rendía cuentas a las autoridades residentes en Londres.24 Asimismo, en Inglaterra el capitalismo mercantil continuaba a partir de las reformas políticas y jurídicas introducidas para preparar la emergencia de la clase comercial (Escamilla Hernández 4). Esto permitió al exterior un movimiento expansivo que se materializó en inversiones, compra de tierra e instalación de maquinaria, la base necesaria para el cultivo y cosecha de productos agrícolas de alta demanda y que constituían medios para generar procesos de acumulación con base en la generación de valor y plusvalía, así como también activar circuitos mercantiles de los cuales las plantaciones fueron un elemento básico. Fuera de la metrópoli, los plantadores individuales y compañías agrícolas necesitaban de las condiciones necesarias para operar y sostener los procesos productivos.25

Con presencia militar, naval y comercial en todos los continentes, el Imperio británico estableció varios circuitos de producción de mercancías con alta demanda en el mercado metropolitano que se reprodujeron según la modalidad del sistema de plantación.26 El azúcar, el cacao, el tabaco y otros cultivos tuvieron un gran impulso en sitios con terrenos adecuados para una siembra intensiva y cosechas abundantes con perspectivas de realizarse en un creciente mercado a partir del capital mercantil manejado por las casas comerciales de ciudades británicas. En este contexto, el edulcorante elaborado de jugo de caña tuvo un gran repunte. Con la presencia británica en África y el Caribe, compañías británicas recurrieron al expediente francés que había hecho de Saint Domingue un emporio azucarero a nivel mundial, trasladando una infraestructura productiva propia para lanzarse a competir con su vecino del otro lado de la Mancha.27 Sin embargo, la producción de azúcar de este tipo no fue monopolio de los productores afincados en la India Británica.28

Al haber gran demanda de azúcar refinada y derivados de la caña como melaza, ron y alcohol, algunos plantadores británicos hicieron de ciertas colonias –cuyos terrenos y clima permitían una producción masiva del azúcar– microsistemas, circuitos de plantaciones azucareras que constituyeron la base de la economía local, el trabajo y el intercambio en diversos momentos del siglo XIX. Este fue el caso de cuatro puntos del Imperio británico que se convirtieron, con el paso del tiempo, en sinónimos de plantaciones de caña, ingenios y migración laboral de India, la cual “llenó” un vacío demográfico que privaba de brazos a la industria azucarera:29 Mauricio, en el Oriente de África, sobre el Océano Índico; Fidji, Fiji o Fiyi, un archipiélago de Melanesia en Oceanía; las islas de Trinidad y Tobago en el Caribe suroriental; la Guayana Británica, hoy República de Guyana en América del Sur.30

En la historia colonial de todos estos territorios, se registra un arribo de trabajadores hindúes que se insertaron en la economía de plantación que reproducía los cultivos azucareros. Las referencias se complementan con datos demográficos que, de ser monitoreados y analizados, permiten inferir que la migración laboral de los hindúes estuvo motivada por la carencia de fuerza de trabajo para los cultivos azucareros. No obstante, las migraciones deben diferenciarse tomando como criterio la motivación del desplazamiento, puesto que, en lugares como las islas de Mauricio y Fiji, debido a su evolución demográfica y escaso poblamiento anterior a la “entrada” de trabajadores provenientes del sur asiático, no puede decirse que llegaron a sustituir o relevar a la hasta entonces exclusiva fuerza de trabajo esclava africana o, en el caso de ser incorporados los indígenas, nativa.31

La sustitución de brazos africanos por los trabajadores indios –un elemento nodal que busca explicar la presencia de descendientes de nativos de India en la colonia británica de la Honduras Británica– se dio en Trinidad y Tobago y en la Guayana Inglesa, donde acudieron grandes contingentes de trabajadores reclutados en India.32 Ambos territorios tuvieron, antes de 1833, gran afluencia de africanos que constituyeron, hasta mediados del siglo XIX, su base demográfica que, con el paso del tiempo, sería superada por los trabajadores surasiáticos y sus descendientes, aspecto que fue apreciable en gran parte del siglo pasado.33

La incorporación de braceros hindúes a la colonia de Honduras Británica y una expansión inédita hacia el sur

Los primeros hindúes que arribaron a la colonia de Honduras Británica en 1858

La presencia india, uno de los principales asuntos de esta propuesta, tuvo lugar en la colonia de Honduras Británica hacia 1858, casi paralelamente a cuando se dio en las colonias de Trinidad y Tobago, Jamaica y otras. Hacía más o menos quince años que había tenido lugar la liberación de los esclavos en todas las dependencias británicas, decretada por el Parlamento Británico en 1833. Esta circunstancia, en el contexto caribeño, trajo consigo la gradual sustitución de los trabajadores esclavizados de origen africano por trabajadores de otros lugares, siendo los principales India y China. Ambos reunían condiciones para fungir como fuentes de brazos para el trabajo. Uno estaba inmerso en el colonialismo británico y el otro, con soberanía, pero aquejado de graves crisis, experimentaba grandes crisis generadas por la desigualdad del sistema de los emperadores manchúes Ch’ing.34 En aquel entonces, quedó descontinuado el esclavismo de la fase mercantilista que surtía de brazos a los circuitos de producción de materias primas y productos de alta demanda como el azúcar, café, cacao y otros. La quiebra del mercado de esclavos provocada por la manumisión requirió de un paliativo, que en muchos puntos del Imperio británico fueron los trabajadores surasiáticos, indios en su inmensa mayoría.

La primera fase del movimiento migratorio de hindúes hacia la colonia de Honduras Británica fue la introducción de aproximadamente mil antiguos sublevados en el Motín de los Cipayos,35 los que arribaron con sus familias poco después de la finalización de la campaña represiva del ejército británico y sus aliados locales (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.).36 El desplazamiento constituye el inicio de la presencia de surasiáticos en la colonia, pero, según las fuentes consultadas, no queda claro que los rebeldes en cuestión hayan sido incorporados a las actividades productivas desarrolladas por los africanos al arribar.37 Los migrantes se establecieron en Queen Charlotte Town (“Coolie Town”), establecimiento ubicado cerca de la ciudad de Belice, sobre el golfo de Honduras (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.).38 Además, los hindúes que conformaron la primera fase de la implantación en la colonia trabajaron en cortando maderas preciosas y las primeras plantaciones de bananos o plátanos del distrito de Corozal, limítrofe con el entonces territorio mexicano de Quintana Roo (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.).

En sintonía con la secuencia cronológica, se registra una introducción de hindúes en 1872; fueron empleados provenientes de Jamaica con contrato de trabajadores agrícolas, los cuales fueron empleados en las azucareras de excombatientes confederados estadounidenses y plantadores de bananos afincados en el distrito de Toledo, actualmente limítrofe con Guatemala (Arnington Donohoe) . La publicación trinitaria mencionada deja entrever, en los datos sobre la continuidad de su presencia y asentamiento en el territorio de la entonces colonia de Honduras Británica, la existencia de una especie de Apartheid entre esta población y el resto de grupos étnicos.39 Esto puede confirmarse cuando se encuentran datos que dan fe de la muerte de gran parte de los descendientes de los migrantes originales que aún permanecían asentados en Queen Charlotte Town el 10 de septiembre de 1931, como resultado de un huracán de grandes magnitudes destructivas (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.). Este fenómeno meteorológico causó la muerte de aproximadamente 2500 personas, gran parte de ellos descendientes de hindúes. La misma situación se repitió cuando el huracán Hattie barrió las costas beliceñas treinta años después –entre el 30 y el 31 de octubre de 1961– cuando los descendientes de hindúes fueron afectados de nuevo, con aproximadamente 700 muertos (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.).

Después de los huracanes en 1931 y 1961, los sobrevivientes indios se mudaron a Yarborough40 y Belmopán en el distrito de Cayo,41 capital administrativa de la colonia. En el distrito de Corozal, en el norte, residieron en fincas de caña de azúcar como Calcuta,42 San Andrés, San Antonio, Estrella, Carolina y Ranchito. En el distrito de Toledo, en el sur, sobre el Golfo de Honduras, vivieron en Cattle Landing, West Morland, Fairview, Mount Royal, Jacintoville, Mafredi y Forest Home (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.). Los datos obtenidos son útiles para contextualizar la introducción de los hindúes. Hay referencias sobre cantidades de arribados, fechas de origen, distribución geográfica, actividades económicas, así como el tipo de trabajo que realizaron y las unidades productivas a las que fueron asignados. Sin embargo, queda pendiente esclarecer las pertenencias étnicas, lingüísticas y religiosas que no pueden establecer una clara filiación con regiones en específico del subcontinente debido a la diversidad que el mismo presenta.43

Crique/Creek Chino, Livingston: la extensión de la migración hindú fuera del territorio

La extensión de la migración hindú a Belice se dio al sur del río Sarstún,44 en territorio guatemalteco. A mediados de la primera década del siglo XXI, en 2006, el diario matutino Prensa Libre, en el suplemento dominical Revista D, menciona un conjunto de familias, en aquel entonces contabilizadas en poco más de setenta, formadas por descendientes de hindúes en el municipio de Livingston, limítrofe con Belice y el departamento de El Petén. Gran parte de ellos estaba casada con guatemaltecos y el componente hindú está en franca disminución por eso.

La comunidad, denominada Crique Chino –el nombre de un río cercano a la margen izquierda del río Dulce, limítrofe con Belice–, constituye la única muestra de población originaria de India residente en Guatemala. Se sostiene que tuvo origen en una dispersión por territorios carentes de conexión con los principales centros urbanos guatemaltecos. Para el Estado guatemalteco, regiones como Izabal –donde se ubica Livingston– y Petén fueron territorios en los que no existió presencia institucional, teatro para el desarrollo de actividades extractivas y predatorias debido a la riqueza de flora y fauna.45

En la segunda mitad del siglo XX, el chicle, la hoja de xate46 y el hule o caucho fueron productos que vincularon la región con el exterior y dieron lugar a un ciclo marcado por la presencia cada vez más intensa de grupos de cazadores, cortadores de madera y pescadores. La inserción en el mercado nacional y regional, como se puede evidenciar, fue por ciclos extractivos impulsados por el capital privado, puesto que el Estado tenía una débil presencia institucional y no participaba de esfuerzos tendientes para cambiar la faz del territorio, a pesar de que impulsó, sobre todo en Petén, planes de colonización agraria asentando campesinos de otras regiones de Guatemala.

En cuanto al aspecto medular de este trabajo, debe decirse que, así como el Estado tiene una restringida proyección de los territorios, también ha habido una actitud similar en el aspecto etnográfico que replica la invisibilización, pues la comunidad de descendientes de hindúes es desconocida por la mayor parte de la población. Para la inmensa mayoría de guatemaltecos, los aspectos de la demografía y etnografía de Izabal pasan desapercibidos, ya que gradualmente se ha construido una forma de referenciar el territorio, impuesta por las élites.47 En el aspecto académico e investigativo, aún el territorio continúa siendo inexplorado por las investigaciones etnográficas o antropológicas propias de los estudios superiores y hay solamente avances sensibles en el aspecto musicológico.48

Por ello, la primera muestra de interés hacia la comunidad hindú de Livingston está en el trabajo de un antropólogo extranjero. La mención de la población como “hindú” se da en un estudio del investigador italiano Azzo Ghidinelli sobre los garinagu o garífuna, pueblo proveniente de las Antillas Menores y afincado en Izabal y la costa del Caribe de Centroamérica desde inicios del siglo XIX (Gargallo).49 El interés de este antropólogo en profundizar las relaciones económicas e interétnicas de los garífunas o “caribes negros” lo llevó a investigar sobre ellos en las décadas de los 70 y 80 del siglo XX; caracterizó la coexistencia del grupo con otros en el municipio de Livingston. Según Gustavo Montenegro, redactor del artículo de 2006, Ghidinelli se refirió textualmente a los pobladores de Livingston como “coolies de ascendencia hindú” (Montenegro), con un énfasis que los distingue del “coolie” chino, que también arribó a las costas caribeñas en el siglo XIX (Montenegro).50 Del mismo proceder es Eugenia de León, que llega a hablar de una “etnia culi”, compuesta por los mismos sujetos (De León)

El diario guatemalteco Prensa Libre, con el reportaje de 2006, hizo visible a la comunidad hindú de Crique Chino; a la fecha, ha sido la única ocasión, en al menos dos décadas, en que ha sido presentada en un medio de alcance público. Anteriormente, el proyecto Bala Bala,51 auspiciado por la Embajada de Canadá en Guatemala, censó a los hindúes residentes en la aldea en 2003 y la Cámara de Comercio Guatemala-India realizó varias visitas en las que se reunió y mostró fotografías y películas y se enseñó la historia de India en libros.52 Algunos adultos pidieron conocer la bandera del país de origen de sus ancestros (Montenegro) . A la fecha, es difícil pensar en la posibilidad de trascendencia del proyecto, –que fue hace casi 14 años–. En este tiempo, no se ha localizado alguna referencia, lo que deja como incógnita aparentemente irresoluble saber cuál fue la región india de la cual provinieron sus antepasados, ni mucho menos abordaje de su existencia en un texto oficial o bien algún trabajo etnográfico o antropológico. Los esfuerzos por visibilizar y estudiar al grupo no han partido ni del gobierno ni de entidades privadas guatemaltecas.53

“Ellos son morenos, pero…”:54 los descendientes de coolies hindúes llegados a Belice y residentes en Livingston, Izabal, retratados según un medio guatemalteco

El encabezado de este inciso hace referencia a una caracterización fenotípica adjudicada a los descendientes de hindúes que en 2006 estaban entre los habitantes de la aldea Creek o Crique Chino, municipio de Livingston, departamento de Izabal. Quien emitió el juicio fue Gloria López, entonces titular ad-honorem del Consulado de India, cuando visitó la población poco tiempo antes de la realización del artículo “En busca de Raíces”, incluido en la Revista D del 22 de enero de 2006. En el referente de la comunidad Crique Chino hay una veta de información que puede ayudar a explicar la presencia hindú en la colonia de Honduras Británica; es un elemento útil para dimensionar los alcances que tuvo. Esta migración, que empezó con el desplazamiento de los combatientes en el Motín de los Cipayos (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.), se expandió y extendió geográficamente, lo cual llevó a que, sin advertirlo, algunos trabajadores hindúes y sus familias se establecieran en Izabal.

Los vacíos de investigación y el desinterés por la comunidad quedan plasmados en la autoría del trabajo periodístico mencionado en el inciso anterior, ya que es presentado en coautoría por el arqueólogo francés Sebastien Perrot-Minot, de larga estancia en Centroamérica, y Gustavo Adolfo Montenegro. El título alude a un ejercicio que frecuentemente se realiza desde la Historia, la Antropología y la Etnología y que permite generar conocimiento acerca de la proveniencia de los seres humanos. La búsqueda de raíces o procedencias culturales, en el contexto de los campos disciplinares aludidos, es más que pulsión existencial o mero deseo de acumular información útil para fines utilitarios, como lo puede ser el reclamo de una herencia o el reconocimiento institucional, de lo cual pueden devenir beneficios materiales como la organización de proyectos de rescate cultural. Al respecto de estas problemáticas, las Ciencias Humanas y Sociales han aportado, a través de procesos de recuperación de la memoria histórica, elementos necesarios para reafirmar las identidades culturales; además, promueven, con la generación de conocimiento fiable, elementos para reproducir los legados precedentes y la tolerancia, el mutuo conocimiento y, aunque utópico, el respeto entre los miembros de grupos étnicos en una región o país al motivar una cultura de tolerancia desde la aceptación de la diversidad.55

En esta narrativa, la necesidad de ubicar temporalmente la llegada de los descendientes de hindúes a la localidad lleva a establecer hipótesis. En el discurso de los editores, la certeza de una identidad cultural guatemalteca formada por el mestizaje entre las tradiciones indígena mesoamericana e hispánica lleva a concebir que hay una uniformidad étnica en todo el territorio nacional, lo cual se extiende a sitios cuyas delimitaciones fronterizas no son definitivas, como es el caso de los límites con Belice, tal como sucede con Petén.56 Los redactores del artículo evidencian las tesis que se esgrimían en el momento para explicar la expansión de los hindúes de Belice hacia Izabal. El hecho de que no sean defendidas en la narrativa por científicos permite descalificarlas per se; deben permitir una lectura de las versiones existentes y la discriminación de cual es más exacta en el contexto del rigor científico.

En un fragmento de este artículo se supone que los descendientes de hindúes que se encuentran en Crique Chino, Livingston, proceden de los que llegaron a Belice provenientes de otras colonias británicas como Jamaica, Trinidad y Tobago y Guyana; lo anterior contradice el dato de que los primeros migrantes –con fecha aproximada de arribo en 1860– fueron exiliados junto a sus familias a Honduras Británica después de participar en el Motín de los Cipayos (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.)57 (Montenegro). En este texto, los redactores, con el fin de contextualizar históricamente a la comunidad de descendencia hindú, recurrieron a Rony Guha Dutta, un funcionario de la Cámara de Comercio Guatemala-India, confiando en su cercanía con estos temas por su origen. Eso se dio por suponer que, por tener origen común con los habitantes de Crique o Creek Chino, podía explicar el movimiento y las condiciones de arribo. El ciudadano indio, al ser abordado por los periodistas entrevistadores, tuvo una actitud de identificación con los miembros de la comunidad; manifestó que su existencia constituyó “motivo de orgullo” (Montenegro) , que se expresó en contra de denominar coolies a los aldeanos, pues su desenvolvimiento económico en 2006 no era el de esclavos o trabajadores forzados (Montenegro).

Como la tesis del arribo desde Belice es la mejor articulada y apegada a la realidad histórica, además de estar configurada a través de las grandes variables económicas del Imperio británico, es la que puede tener un seguimiento. La dispersión después del arribo se dio como parte de un asentamiento que tuvieron en la parte media y sur del actual Belice,60 donde se incorporaron al duro trabajo en las plantaciones de caña y desarrollaron en ranchos o plantaciones de propiedad británica y estadounidense.

Debido a que la migración no pudo establecerse según las versiones de algunos pobladores entrevistados, personal de algunas instituciones del municipio de Livingston las ensayaron ante los redactores. Para Walder Véliz, del Comité de Turismo local, que los descendientes de trabajadores hindúes habiten Crique Chino se explica porque prefirieron lugares poco poblados para acceder a aguas para pesca (Montenegro) . La afirmación, en el texto del artículo consultado, sugiere que los migrantes llegados desde Belice pudieron haberse establecido en lugares con mayor peso demográfico, pero que no lo hicieron por su orientación a la actividad mencionada, lo que manifiesta desconocimiento de cómo se daban los desplazamientos humanos en el siglo XIX.61 El ensayo de hipótesis acerca del origen de la población y sus vinculaciones con un movimiento externo por parte de funcionarios municipales no aporta mucho. Sin embargo, el manejo de la cercanía con los habitantes, la certeza que confiere la observación de sus hábitos, costumbres y forma de interactuar permite obtener testimonios de gran utilidad, como el de Véliz sobre las creencias religiosas de los aldeanos, cuya mayoría se adhería al cristianismo en el momento de la realización del archivo, en enero de 2006 (Montenegro).62

El desconocimiento de los detalles acerca del origen de la comunidad hindú se extiende a sus propios miembros. Este es el caso de la señora Elena Suppal, –nótese la grafía y resonancia del apellido–, quien trabajaba como titular de la Oficina Municipal de la Mujer y manifestó ignorar la procedencia de los pobladores originales. Señaló que podrían haber llegado por las Antillas, sin mencionar Belice (Montenegro) . Su alocución se centró en que es admirable que Livingston, siendo un lugar pequeño, haya reunido movimientos de diversas culturas y pertenencias, como garífunas, ladinos-mestizos y quekchíes, quienes han coexistido pacíficamente, sin mayores perturbaciones (Montenegro) .

Esta opinión se debe procesar como parte de las expresiones oficiales dadas desde el poder, que muchas veces no tienen asidero en la actividad de los investigadores; fácilmente se adhieren a una postura que confiere validez a los datos encontrados según hayan sido certificados en la oficialidad. Llama la atención que, siendo una persona cuyo origen hindú salta a la vista en su apellido, ignore cuáles fueron las circunstancias de establecimiento de su comunidad y que no establezca filiación con Belice, sino que supone que sus ancestros viajaron directamente desde India hacia Guatemala (Montenegro) . De nuevo, en las palabras transcritas de la persona entrevistada, resalta la carencia de información y criterios que rastreen la proveniencia de los actuales habitantes de la comunidad, lo que podría subsanarse con un estudio con la intervención de científicos y humanistas para obtener conocimiento accesible sobre quienes descienden de estas oleadas migratorias y dar a conocer parte fundamental de su identidad étnica y cultural.

Leer y analizar el artículo fue hace años una experiencia pedagógica y analítica útil para una inducción en el problema de explicar el movimiento migratorio que generó la presencia de descendientes de hindúes en la aldea de Crique Chino, Livingston, Izabal. El texto, en su construcción y estructura, obedece a los fines de las publicaciones periodísticas: informar, dar a conocer. El condicionamiento hace que el abordaje de temas como el que ocupa el punto central tenga tantas carencias de referentes en el contexto de las Ciencias Sociales, pues la demanda por informar sin las complejidades de explicar ha colocado el monopolio de las narrativas sobre aspectos medulares de las migraciones en la responsabilidad de literatos, periodistas y, como se comprueba, historiadores empíricos presentados como “cronistas”.63

Una reflexión final

En las páginas anteriores, se manifestó el estado general de la información disponible para interpretar y explicar la presencia de nativos de India en la colonia denominada Honduras Británica, hoy Estado independiente de Belice. Como parte de los ejercicios de prospección y análisis previos a la estructuración del contenido de la investigación, se estableció un balance nada favorable sobre el esfuerzo intelectual que brindara resultados favorables a la construcción de un aporte significativo a la comunidad de interesados en los temas.

A pesar de ello y de lo incierto del camino a seguir, una circunstancia permitió abordar el movimiento humano con mayor asertividad que cuando las búsquedas son guiadas solamente con la curiosidad. No se advirtió que sería “arar en el mar” ventilar el interés sobre la migración hindú en este contexto territorial, lo que llevó a contactar al antropólogo Kumar Mahabir, un destacado intelectual de la comunidad indo-trinitaria, y Suresh Pillai, artista y promotor cultural interdisciplinario residente en Estados Unidos. Con esto se estableció una mayor precisión al momento de buscar datos y referencias.64

Lo anterior permitió encontrar las primeras referencias que pueden consignarse como hallazgos de investigación en el proceso; son referencias sobre los primeros hindúes introducidos en la colonia, los cuales no arribaron en calidad de trabajadores, sino como exiliados políticos. En fuentes trinitarias se halló el dato que evidencia la primera “entrada” generada a partir del castigo a combatientes rebeldes por participar en el Motín de los Cipayos. Dicha referencia permite diferenciar entre la introducción de personas de India en Honduras Británica y los trabajadores destinados a la industria azucarera cuya presencia inició en Trinidad en 1845.65

El hallazgo documental posibilitó, por sugerencia de Kumar Mahabir, singularizar la introducción de los hindúes a Belice y diferenciarla de lo que, en primera instancia, se vio como una réplica del movimiento que en las Antillas hizo presencia para sustituir a la fuerza de trabajo traída desde África Occidental para laborar en las plantaciones de azúcar. Los excombatientes expulsos del subcontinente fueron llevados a este lugar remoto, lo que marcó el inicio de un poblamiento que en algún momento debió haber alcanzado un margen considerable porque estaban con sus familias.

Profundizando en la pesquisa que permitió visualizar e interpretar de una forma distinta la presencia hindú, esta se dio antes de la constitución del gobierno de la colonia, realizado en 1862 según Arnington Donohoe, lo cual puede indicar que no hubo ningún requerimiento de terratenientes o plantadores urgidos de fuerza de trabajo ante la escasez que fue consecuencia de la liberación de los esclavos negros. Asimismo, el arribo a una parte del Imperio británico que aún no era un territorio con plena integración administrativa no integraba a los hindúes en una esfera productiva o en una dinámica social previamente establecida; se trataba, más bien, de un exilio con el que se castigó a los insumisos guardias que osaron rebelarse contra el mando británico, comparable, en su significación estratégica, con el que se aplicó a Napoleón Bonaparte en Santa Elena.66 La fuente consultada también se refiere a que otra corriente de trabajadores de origen hindú, proveniente originalmente de Jamaica, llegó de la isla a Guatemala, en cuyas tierras altas habían sido empleados como peones cafetaleros indocumentados (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.).67

La evolución demográfica de la primera migración permitió encontrar que no hubo lugar de una integración a la interacción con otros grupos étnicos, pues las noticias que se consignan de las caudas mortales de los huracanes de 1931 y 1961 provocan una cantidad considerable de bajas en la comunidad. Aún más, el dato de que los indios se asentaron en Belice y que recibieron en ambas ocasiones el rigor del meteoro con una distancia de tres años indica que no hubo mayor movilidad de parte de los pobladores hacia otros puntos del emplazamiento urbano. Ante ello, asoman fácilmente las siguientes interrogantes: ¿existía espacio para los hindúes en otros sectores? ¿Estaba la ciudad de Belice dividida según criterios étnicos? ¿Los criterios eran propiciados por prejuicios raciales o eran decisiones estrictamente administrativas?

Dejando de lado las dudas, que bien serían propias de otro ejercicio dedicado a profundizar más sobre la dinámica de integración de la población hindú, puede decirse que también es importante localizar datos sobre los asentamientos azucareros donde se desempeñaron como peones de la incipiente industria azucarera. El hecho de que las plantaciones azucareras de la Honduras Británica no tuvieran continuidad después de la partida de los veteranos estadounidenses no es un hecho para desvincular la inserción laboral de la tendencia general en tierras caribeñas.

No obstante, la carencia de referentes y la consulta de las fuentes trinitarias permitieron una visión externa que, si bien no llevó a profundizar en todas las circunstancias de la evolución de la corriente migratoria, permitió tener una visión objetiva del proceso. Fue de gran ayuda para realizar una secuencia ordenada de los arribos de los hindúes y dimensionar la importancia de la primera introducción. La explicación de esta presencia se posibilita procurando establecer un criterio que permitió integrar tanto el análisis de la dimensión micro, el contexto de la colonia de Honduras Británica, con las dinámicas económicas del Imperio británico y estableciendo una conexión causal y dialéctica. Es decir, la periferia de la unidad político-administrativa estaba interconectada con el centro a partir de mecanismos y sistemas de integración económica. A pesar de que este era un territorio marginal, con escaso interés de las autoridades, se dio también la siembra de caña de azúcar, un cultivo con grandes perspectivas de explotación en territorios como Trinidad, Guyana, Mauricio y otras colonias paralelo al desarrollo de los ingenios en el actual distrito de Toledo.

Además, en la colonia hubo otro episodio de la migración laboral de los hindúes hacia otros territorios asimilados al Imperio, lo que establece un punto común que lleva a comprender el desplazamiento humano de los nativos de India hacia tierras caribeñas como una tendencia general, tal como se evidencia con la introducción de esclavos negros capturados en África Occidental y enviados a América. Dejando de lado el antecedente de la introducción de los cipayos rebeldes, otras introducciones de hindúes se generaron en la búsqueda de reemplazo para la fuerza de trabajo negra.

Al llegar a este punto del proceso, es posible establecer que generar un aporte sobre la temática de la migración hindú hacia la colonia de Honduras Británica brindó un conjunto de vivencias investigativas y cognitivas que conviene tener presente en el momento de efectuar el balance del trabajo realizado. Insistir en investigar al respecto del tema llevó a cumplir el reto de procurar la exploración de un tema inédito, como se sabe, escasamente abordado y tratado. Debido a ello, se pudo sustentar una certeza de originalidad al encontrar carencias ostensibles en lo que respecta a referentes bibliográficos, muy exigidos en la Historia-Ciencia, una de las disciplinas que permite dar cuenta de los movimientos migratorios.

Estas vivencias llevan a pensar que la historia de las migraciones es un campo del conocimiento social variado, al punto que no admite teorías rígidas o “de hierro”, ya que la diversidad de procesos sugiere un variopinto de opciones imposible de encuadrar en un único modelo de trabajo investigativo e interpretativo. El análisis del estado de la cuestión, respecto a la migración que ahora se ha abordado, permite asimilar que cada caso merece una fase de elaboración del debido marco contextual que permita una construcción metodológica alternativa y ayude a ampliar las pesquisas más allá de lo estrictamente bibliográfico. En el caso de la migración hindú a la colonia de Honduras Británica, las pesquisas permitieron el acceso a una fuente de gran valor, como es el caso de la revista Indian Arrival Day, editada en Trinidad y Tobago. La digresión se dio porque se escogió una ruta de acopio de insumos que evadió la consulta de materiales escritos sobre la migración hindú a Belice en el período colonial, tema que no ha representado ningún interés en Centroamérica.

Ante la carencia de fuentes que aborden directa y específicamente el tema, hubo que buscar sucedáneos, lo que llevó a satisfacer la demanda puntual en fuentes que, según su contexto y condiciones reales, han rescatado la memoria de la migración hindú a tierras caribeñas.68 Por suerte, la búsqueda hizo posible encontrar una fuente guatemalteca, no histórica ni académica, desde cuya lectura, quien escribe estas líneas, inició un proceso de indagación que llevó a obtener datos fidedignos acerca del arribo de los hindúes al territorio del actual Belice.

Con la corrección de datos fuera del contexto de la producción bibliográfica realizada en la región se efectuó una modulación discursiva para alcanzar objetivos generados como parte del planteamiento de la problemática y la elaboración de una ruta metodológica acorde a las necesidades de la propuesta. Dicha estrategia ayudó a sostener como prioridad explicar la migración hindú y entenderla, no como parte de una inquisición etnográfica, de “rescate” o reivindicación de elementos culturales desvanecidos u olvidados en el presente, ni una investigación estrictamente documental centrada en lo que se puede encontrar en fuentes primarias, sino que se pretendió orientar el ejercicio a una contribución a la historia de Belice en su período colonial.69

Por último, al orientar la investigación de la forma que se estableció, hurgando en fuentes que han abordado la migración en cuestión, se evidenció un cumplimiento de la afirmación sobre el carácter único de las corrientes y flujos migratorios. Cuando se abordan los desplazamientos humanos, es necesario precisar en tiempo, espacio y condiciones económicas, sociales y políticas que en ningún caso pueden resultar idénticas. En consonancia, las formulaciones metodológicas han de responder a la singularidad, sopesando siempre las precisiones expuestas y las concernientes al acceso a la información y los datos útiles para realizar la investigación.

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Notas

1 Actualmente, territorio francés en calidad de Departamento de Ultramar, con una población de gran variedad étnica, que ha acogido, entre otros movimientos asiáticos, a algunos millares de hmong de Laos, refugiados en tiempos de la Guerra de Indochina y el desarrollo de las replicaciones causadas por la intervención estadounidense en Vietnam, que conllevaron ofensivas de los vecinos comunistas antes de 1975 (Perrot-Minnot).
2 En términos demográficos, son pocos los territorios de la región que no tienen migrantes procedentes de India. En lo que respecta a Belice, algunos estimados establecen que la población descendiente de los antiguos trabajadores llegados desde India es aproximadamente el 3 por ciento.
3 En el trabajo se mencionará el país respetando la grafía del nombre oficial como se escribe por los beliceños. En las proyecciones en el tiempo, se nombrará el territorio como fue conocido en el Imperio británico y desde 1981 como Belice.
4 La conclusión tras varias jornadas de búsqueda de materiales útiles para la investigación es que la lengua constituye la expresión de una barrera cultural al respecto de los estudios sobre la migración proveniente de la India y de Belice. Al insertarse en tradiciones culturales y grandes coordenadas temáticas preestablecidas, los investigadores interesados en estos temas deben recurrir a materiales editados en inglés y provenientes de otras tradiciones discursivas, lo que supone la inserción en otras influencias epistemológicas, teóricas y conceptuales, resultando un interesante reto a la capacidad de, aún frente a estos desafíos, generar un aporte que exprese cierta individualidad y originalidad.
5 Por otra parte, es parte de los requerimientos de la inmensa mayoría de los medios de difusión de las investigaciones científicas.
6 Pretender desentrañar las causales de los problemas y asuntos o temas de estudio vinculados al pasado exclusivamente a través de compilar datos fidedignos en documentos originales y realizar inferencias o juicios con base en ello, como fue concebido por los historiadores positivistas resulta un predicamento altamente nocivo en problemas como este. Por fortuna, el enfoque aquí no es confirmar una hipótesis localizando textos que validen los componentes de la misma, sino explorar la forma de realizar, con los datos que se poseen, inferencias que lleven a establecer una explicación de la presencia de hindúes en la colonia de Honduras Británica durante el siglo XIX, lo que, según se estableció consultando las fuentes para tal efecto, tuvo lugar después de la liberación oficial de los esclavos negros, mas no fue inmediatamente después, en 1833. En el caso de la colonia en mención, el Acta de Liberación entró en vigor al año siguiente (Arnington Donohoe).
7 Esto podría subsanarse con el uso de las fuentes primarias. Aquí también se experimenta una nueva dificultad, ya que el acceso a las mismas es sumamente selectivo y está mediado por la inclusión del interesado en el contexto de la documentación sobre estos temas, lo que condiciona el acceso a los materiales. Puede decirse que es un factor a considerar en todas las fases del proceso de investigación sobre temas como el presente, puesto que, al inicio, las fuentes posibilitan establecer una especificidad temática, mientras se investiga e indaga, la consulta de estos materiales amplia la visión de quien las lee y discrimina dándole a conocer detalles hasta ahora inéditos y, al final, cuando se elabora la narrativa explicativa, constituyen soportes para asentar juicios, síntesis y conclusiones de los que se compone el nuevo aporte. Por lo mismo, el uso y consulta de las fuentes primarias cercanas a los temas de estudio resulta tan valiosa como útil para elaborar nuevas hipótesis y comprobarlas.
8 En un fragmento del texto mencionado, se alude a aproximadamente 7000 personas registradas como “Indios orientales” en el censo del 2000, lo que se aproxima a un 3 % de la población beliceña de aquel entonces y no difiere mucho de lo presentado por Wikipedia y textos que reeditan el contenido del artículo Hindúes en Belice y es base para lo que asienta la fuente trinitaria consultada (Indo-Caribbean Cultural Center Co Ltd.). Sería interesante establecer, con base en censos oficiales más recientes, la evolución del porcentaje, que bien podría mantener la cifra señalada intacta o variar, producto del mestizaje propio de las sociedades multirraciales se podrían comprender como híbridas, pues sintetizan variadas influencias (García Canclini). Extraoficialmente, en una reunión vía Zoom realizada el 20 de septiembre de 2020 organizada por el Centro Cultural Indo Caribeño (ICC) la cual se tituló “Las 12.000 personas de ascendencia de las Indias Orientales en Belice, Centroamérica: Aceptando los desafíos de mantener sus raíces ancestrales en una sociedad multiétnica,” se sostiene que la cantidad de beliceños con ascendencia india ha crecido en un 80% con respecto a 2000 (Mahabir, Newsgram.com).
9 La búsqueda de las raíces como medio de construcción de la identidad étnico-cultural es un derecho legítimo de las minorías. En el Caribe, al existir un añejo movimiento de búsqueda de parte de la población afrodescendiente, que se remonta al liderazgo del jamaiquino Marcus Garvey y el martiniqués Franz Fanon en la primera mitad del siglo XX, implicó una inserción en el movimiento de la Negritud, que tuvo como principales figuras al guadalupano Aimé Cesaire y al senegalés Leópold Sedar Senghor. Los descendientes de otras corrientes migratorias han buscado reconstruir su identidad revisitando sus raíces e integrando a sus saberes colectivos los datos y referencias sobre su presencia en una tierra ajena a la de sus ancestros, siendo este .descubrir” del “cómo llegaron aquí” un elemento básico que profundiza la comprensión del colonialismo imperialista británico del siglo XIX.
10 La postura precisa, evidentemente, de una rápida revisión de algunos materiales existentes sobre el tema general para recaer en el meollo del asunto: la presencia hindú en Honduras Británica.
11 La fecha exacta del arribo de trabajadores hindúes a Trinidad y Tobago es el 31 de mayo de 1845. La fuente consigna un total de 224 adultos a bordo del barco Fath al Razak (un nombre que resulta significativo, traduciéndolo del idioma árabe: “Permitiendo o trayendo el sustento”) que fueron registrados en Puerto España después de un viaje de 17000 millas (Indo-Caribbean Cultural Center Co. Ltd.). La efeméride fue institucionalizada en Trinidad en 1994. Sucesivos gobiernos de este país han tratado de establecer un consenso inclusivo y de promover la armonía interracial, registrándose el gobierno de varios primeros ministros de ascendencia hindú como Basdeo Panday (1995-2001) y Kamla Persad Bissessar (2005-2010), así como el fallecido expresidente Noor Mohammed Hassanali (1987-1997), el primer musulmán que fue jefe de Estado en el hemisferio occidental. En Belice ocurrió algo parecido, con el desempeño de la jefatura de gobierno entre 1988 y 2008 por Said Wilbert Musa, descendiente de migrantes palestinos.
12 Como dato útil a esta investigación, se consigna el hecho de que los arribados a Trinidad fueron destinados a trabajar en las otrora abundantes plantaciones de caña que hicieron de la isla “Chinidad” o “Tierra del azúcar” en el vocabulario de los coolies (Indo-Caribbean Cultural Center Co. Ltd.).
13 El lugar donde ha tenido lugar esta “resurrección” del hinduismo es el establecimiento de Corozal, donde se movilizaron muchos hindúes después del cese abrupto de las plantaciones azucareras. En búsquedas aleatorias, se puede localizar videos que, sin dar mayor detalle, evidencian la existencia de comunidades religiosas en torno a los templos, como en este enlace, ubicado detrás del anuncio de que se trata de un templo de los referidos (Hindu Temple in Belize): https://www.youtube.com/watch?v=uJKHfc0mfYA. La celebración de Holi o festival de la Primavera puede observarse también aquí: https://www.youtube.com/watch?v=D8AMWI_p4rA. Gurú Nanak Jayanti se celebra a finales de octubre y es una efeméride del primer líder de los sikh, una secta que combina elementos islámicos e hindúes. Un material sumamente útil para evidenciar el rescate de la memoria de los primeros hindúes en Honduras Británica es el video Artifacts of East Indians in Belize realizado por una organización dedicada al rescate de la memoria migratoria, Corozal Organisation of East Indian Cultural Heritage (COEICH). El video está tras el enlace https://www.youtube.com/watch?v=diRDOC45lyk. En dicho material, hay herramientas utilizadas en las labores cañeras por ancestros de los pobladores de Corozal que se asumen descendientes de hindúes.
14 Existe una necesidad de profundizar sobre el porqué de la situación contradictoria con respecto al Caribe. Por un lado, la vertebración del Eje Pacífico marginó a la región, concentrando la atención de los españoles en los territorios ribereños al Mar del Sur, subsistiendo las llanuras costeras sin presencia ni soberanía española, por el otro, pese a ello, inevitablemente, la colonia precisaba de una conexión marítima, la cual fue lograda a través del “Camino Real del Golfo”, el cual, iniciando en Santiago de los Caballeros, serpenteaba hacia el noroeste hasta llegar al Lago de Izabal, desde donde se navegaba hacia la Bahía de Amatique rumbo a la Habana (Aragón). Los cargamentos de añil, cacao, azúcar y otros productos destinados a España eran llevados ahí en recuas de caballos, yeguas y mulas por negros y mulatos propiedad de comerciantes españoles. El camino era frecuentemente objeto de pillaje de bandas de ladrones, lo que elevaba los costos de las exportaciones. Es común en la historiografía la mención de que el desarrollo de la colonia era precario y limitado por la parálisis del comercio, pero, sobre todo, en textos de la tradición positivista, la interpretación no conduce a analizar la organización de la colonia en torno a un Eje Pacífico, lo que podría explicar por qué Gran Bretaña tuvo un gran avance en la costa, al punto de establecer una presencia después de que las incursiones piráticas les hicieran reconocer un territorio sin presencia española y, por algún tiempo, permitir que cortadores madereros de Jamaica explotaran el palo de Campeche o de Brasil, lo que, según se sabe, dio origen a la colonia de Honduras Británica.
15 Esto quedó en evidencia en el texto de Reina, siendo cuestionable por qué la insistencia de manifestar un origen hispánico de gran parte de la población mestiza, con la certeza de que el asentamiento español fue mínimo en la zona. Por otra parte, el sentimiento de que Belice es parte de Guatemala lleva a homogenizar a los beliceños y remitir los discursos al diferendo territorial que se tiene hasta el presente. Ejemplo de ello es texto de Rodolfo Leyton Rodríguez, La puerta de Guatemala en el Caribe Y, la inseguridad de América; son alegatos de defensa para la supuesta legitimidad de la soberanía guatemalteca sobre un territorio en el que ni siquiera se ejerció la española. El texto, editado en 1972, expresa cabalmente la visión que, desde el nacionalismo impulsado por los gobiernos militares, podía articularse con respecto al histórico diferendo.
16 La Diáspora llevó a los judíos a intensificar su presencia más allá de las colonias helenas y romanas del Mediterráneo. Después del año 70, poblaron masivamente las Antípodas de Palestina, la Hispania Romana. Su desplazamiento hacia la Península Ibérica dio lugar al nacimiento de “Sefarad”, la España y Portugal judíos, cuyo desarrollo iba a ser frenado solamente con el auge de la Inquisición. Puede decirse que, en el caso de las tribus israelitas, hubo una “dispersión” más que una expulsión, además de que muchos comerciantes y viajeros judíos ya habían establecido presencia hebrea a lo largo del Imperio romano antes del año 70 (Weinfeld). Después de la expulsión en masa de judíos realizada por este emperador, se dio la gran rebelión del líder Shimon Bar Cockba (Barcocheba o Barcoquebas, el “Hijo de las estrellas”), que reforzó la política romana de expulsión y dio lugar a la dispersión plena de los judíos por el mundo romano en el siglo II de la Era Cristiana (Weinfeld).
17 Esta forma de proceder se explica por el hecho de que, metodológicamente, se comprende la esclavitud africana como una traslación forzada mediada por la regulación de la Corona y con la intervención de negreros europeos establecidos en África y asentistas y tenía un sentido económico muy claro: la reproducción de capacidades productivas de las cuales carecían los indígenas americanos, como fue el caso del trabajo en minas y plantaciones. De ninguna forma la traslación transcontinental puede ser una réplica exacta de la expulsión que Roma realizó sobre los judíos, puesto que no fue mediada por esclavistas ni dispuso de los hebreos como fuerza de trabajo esclavizada. En que respecta a esta propuesta, no se puede homologar la expulsión de los hebreos con la de los trabajadores hindúes y esclavos africanos al capitalismo industrial decimonónico que articuló varios circuitos surtidores de mercancías y materias primas en el continente americano, pues, aunque el esclavismo está implícito como aspecto común, también hay grandes diferencias que le confieren un sentido distinto tanto al desplazamiento humano como al trabajo forzado que realizaron los sujetos a la servidumbre y esclavitud.
18 Para evitar incurrir en arbitrariedad y excesiva simplificación que puede llevar a asumir todas las migraciones como “diásporas”, los movimientos deberían caracterizarse a partir de considerar cuál fue el carácter de la migración estudiada según las direccionalidades que imponen las condiciones económicas y políticas del punto de partida, del país o región expulsora. También había de diferenciar, taxativamente, migración y desplazamiento, puesto que, sobretodo, en tiempos relativamente lejanos, ha habido movimientos humanos que no precisamente se han originado como parte de una migración, de una traslación planificada y consciente, sino que obedecen al resultado de guerras de conquista; pueden darse muchos ejemplos, siendo significativo para la historia mundial el de los árabes estimulados por la yihad de Mahoma. Lo mismo puede decirse de los gitanos, pueblo que se asume expulso del noroeste de India ante la presión musulmana y que pernoctó en varios puntos para pasar a Europa, entre ellos Egipto, de donde se derivó el gentilicio egiptiano, gitano, cíngaro, gypsy, cigano, como se les conoce en diversos espacios. Constituyen actualmente un pueblo arraigado en muchos países, como Turquía, Bulgaria, Rumania, Francia, España.
19 Los españoles no ejercieron, en el sentido estricto, la soberanía de la Corona y el control sobre el extremo nororiental del territorio, constituido por tierras bajas húmedas (Fonseca). Paradójicamente, en los territorios había algunos puertos de relativa importancia para el trasiego con la Península Ibérica, desde donde se había establecido un monopolio sobre el tráfico comercial. Las concesiones que la Corona hizo a Gran Bretaña fueron sobre regiones con escaso atractivo para los descendientes de los conquistadores y migrantes que aspiraban a ascender socialmente enriqueciéndose con el trabajo forzado de los indígenas, explotando el suelo y explorando las capacidades extractivas del subsuelo, algo para lo cual no eran propicias las espesas selvas del Petén, el actual Belice y la costa caribeña de Centroamérica. Ante ello, los españoles y criollos prefirieron la vertiente pacífica, donde se ubicaron los principales centros urbanos, unidades productivas y el grueso de los pueblos de indios destinados a la servidumbre de los “hidalgos”, dando lugar al desarrollo de la piratería y el contrabando en las costas del Mar de las Antillas.
20 Panamá la Vieja fue uno de los principales asentamientos españoles desde su fundación en 1519, su importancia estratégica se debe a que es un puente entre el Caribe y América del Sur (Morales Padrón).
21 Uno de los principales objetivos que cumplió este proceso de articulación discursiva fue preparar el terreno para discutir la pertinencia de utilizar la palabra “diáspora” para definir y contextualizar el movimiento que dio lugar al arraigo de descendientes de hindúes en Belice. La posición del autor es que, pese a que se ha convertido en uno de los principales recursos conceptuales para caracterizar las migraciones, su aplicación no es adecuada para todos los movimientos y desplazamientos migratorios, por cuanto no son réplica exacta del proceso que dispersó a los judíos por el Imperio romano, que fue resultado de la oposición hebrea a las medidas tributarias y represivas de los gobernadores.
22 Resulta una generalidad encontrar en la cuenca Caribe la despoblación y ausencia de población indígena. Si bien la drástica disminución de la población de las Antillas Mayores y Menores se explica por los abusos de los encomenderos y las epidemias, en el continente no se dio lo mismo, lo que lleva a pensar que una de las características de la distribución de la población antes de la invasión europea fue la concentración en la zona pacífica, con las urbes en mesetas o valles intramontanos.
23 La forma en que tiene lugar la introducción de los hindúes en las Antillas es proporcional al desarrollo de la industria azucarera al momento de declararse la liberación de los esclavos negros. Tanto Trinidad como Guyana tenían grandes potencialidades para el desarrollo de grandes plantaciones cañeras, pero carecían de un volumen demográfico que satisficiera la demanda de fuerza de trabajo instalada una vez se reactivó la economía de plantación.
24 Gran Bretaña había coronado una guerra victoriosa contra el naciente Estados Unidos en 1812; intervino también en la Guerra de Independencia Española contra Bonaparte y la independencia de algunos países iberoamericanos; ayudó y dio asilo a líderes como Francisco de Miranda. En territorio británico Simón Bolívar emitió su manifiesto integracionista. La llamada “Carta de Jamaica” fue redactada en Kingston en 1825 (Prieto Rozos).
25 La introducción de trabajadores surasiáticos a Honduras Británica y las islas del Caribe en la segunda mitad del siglo XIX puede explicarse a partir de una tesis economicista que, sin embargo, resulta útil para el abordaje desde el punto de vista de la historia-ciencia. El gobierno británico concesionó la tierra, pero el acopio de fuerza de trabajo correspondió a la iniciativa particular de las compañías y un movimiento propio del balance demográfico del Imperio. Después de que el Parlamento Británico estableciera la prohibición en los territorios de las West Indies (Indias Occidentales), de importar esclavos africanos, India representó una solución alternativa a la previsible escasez de fuerza de trabajo. Con su gran potencial demográfico, se convirtió en territorio de reclutamiento de trabajadores que fluyeron en varias direcciones, según la demanda y las condiciones de las colonias receptoras.
26 Mecanismo ya ensayado por los españoles en Cuba –persiguiendo la producción azucarera intensiva– y algunos puntos de la costa caribeña, los franceses en Saint Domingue (Haití), Martinica y Guadeloupe, holandeses en las Antillas Holandesas e Islas de la Sonda (hoy Indonesia) y los portugueses en Cabo Verde, Sao Tome e Príncipe Brasil y otras colonias. Fue también el esquema básico de la producción algodonera que desarrollaron los colonos ingleses en el sur de lo que después serían los Estados Unidos de América.
27 La independencia de Haití desalojó a los plantadores franceses de un territorio en el cual habían obtenido grandes dividendos con la siembra del azúcar. Intentaron continuar con la producción en las otras islas caribeñas con potencialidades productivas como Martinica y Guadalupe. También se intentó activar la producción en la isla Reunión; la implantación francesa, históricamente ligada al cultivo del azúcar en estos territorios, dio lugar a que el ligamen colonial no fuese cuestionado, integrándose las colonias a la soberanía territorial de Francia como Departamentos de ultramar.
28 El territorio de esta colonia no coincide, ni por asomo, con el del país que lleva su nombre en la actualidad. Cuando se estableció el Virreinato, la India virreinal estaba constituida por los territorios del actual Pakistán, desmembrado por cuestiones religiosas al proclamarse la independencia en 1947; Bangladesh, parte oriental del Pakistán original; y Myanmar, mucho tiempo conocido como Birmania en los contextos de habla castellana, separada de la jurisdicción de los Virreyes hacia 1937.
29 Esta aseveración, categórica, por cierto, no implica la exclusión de otros territorios que anteriormente fueron emporios azucareros. En el Caribe destaca el caso de la isla de Barbados, la cual concentró antes de la liberación de esclavos africanos en el Imperio un gran número de ingenios y cantidad considerable de trabajadores; hubo una frecuente e intensa lucha de clases dada la explotación de los negros y sobresale Cuffy, un legendario líder de evocación antiesclavista. En esta isla tuvo lugar la poco conocida explotación de esclavos blancos, un grupo de irlandeses (Prieto Rozos). También, aunque en menores dimensiones, la caña fue parte del soporte económico de otras islas como San Cristóbal y Nevis, Santa Lucía, Grenada y Dominica, donde también se registra, aunque exigua, la presencia de una migración proveniente de India.
30 Mauricio, un pequeño archipiélago en el Índico, formado por una isla mayor y varias pequeñas, fue colonia holandesa, debiendo su nombre al príncipe Mauricio de Nassau. Fiji tuvo presencia británica, Trinidad y Tobago, española al principio, pasó por manos francesas hasta 1797 y permaneció en dominio británico hasta 1962. La constitución de la Guayana Inglesa, hoy Guyana, transitó por diferendos territoriales entre España y Gran Bretaña paralelos a las guerras europeas, caso de articulación parecido al de la Honduras Británica.
31 En ambos contextos, la masa de hindúes que arribó fue un importante aporte demográfico que condicionó tanto la presencia de la cultura india como el inicio de un proceso de mestizaje que generó un porcentaje significativo de personas de raza mixta, identificados frecuentemente como criollos.
32 Aunque la isla de Jamaica fue también otro emporio azucarero en el Caribe Británico, no se dio una migración masiva o intensiva de hindúes para sustituir la población esclava que trabajaba en los ingenios, por lo que ahí la masa de afrodescendientes liberados pasó a ser la fuerza de trabajo asalariada.
33 Gradualmente, la población negra, liberada por el Acta de 1833, dejaría en estos espacios de ser el fondo de la sociedad para transformarse en un elemento más del mestizaje propio de muchas sociedades coloniales.
34 Estas crisis muchas veces eclosionaban debido a las inundaciones de los grandes ríos, hambrunas y terremotos, dando lugar al desplazamiento hacia otros espacios.
35 Si las expulsiones con que se castigó a muchos rebeldes participantes en el motín fueron el detonante del desplazamiento, hay que conocer algunos aspectos relevantes de la revuelta. Se interpreta que el origen del descontento de los soldados indios con los colonizadores fue una supuesta utilización de grasa de vaca o cerdo para recubrir los cartuchos utilizados en sus rifles. Debido a que la vaca es sagrada para los hindúes y el cerdo prohibido para los musulmanes, este rumor despertó desobediencia y exacerbó el fervor religioso. En poco tiempo, los británicos tuvieron una rebelión de proporciones inusitadas en la que militares de ambas religiones se rebelaron y pusieron en aprietos a las tropas coloniales en gran parte del noroeste, siendo particular la situación en Delhi, Varanasi (Benarés), Allahabad y Cawnpore (Kanpur) (Sánchez). El famoso fuerte de Lucknow fue asediado y resistió mucho tiempo, lo que lo convirtió en símbolo de la resiliencia británica ante los rebeldes. Sin embargo, la violencia contra los colonialistas no fue uniforme y muchos hindúes se mantuvieron fieles a los ejércitos coloniales. Como resultado de la rebelión, India dejó de estar en manos de la Compañía de las Indias Orientales para ser manejada directamente por un Virrey, un Consejo y un Secretariado de Estado residentes en Londres (Sánchez). El historiador de quien Kumar Mahabir, coordinador de las revistas consultadas, extrajo la cita es Hossein, J., quien presentó el dato en la ponencia East Indians in the Caribbean, 150th Anniversary, 1838–1988, en la York University de Toronto, Canadá, para la Indo Caribbean Conference” realizada entre el 6 y 10 de julio de 1988 (Mahabir).
36 La lucha contra las milicias británicas había conmovido gran parte de la colonia y obligado al redoblamiento de la represión sobre los núcleos rebeldes.
37 En Honduras Británica, se había establecido también, casi en forma paralela a otros países centroamericanos, los asentamientos garífunas provenientes del Caribe Oriental, las islas de San Vicente y las Granadinas. Habían llegado a Guatemala en 1802 (Gargallo).
38 Como se ve, al principio los trabajadores hindúes que llegaron a Honduras Británica no fueron introducidos a plantaciones, sino que se asimilaron a la naciente urbe, siendo posterior su incorporación a la naciente industria azucarera activada por los estadounidenses sureños. William Arnington Donohoe, canadiense, contribuye con el dato valioso de que los plantadores eran un grupo de veteranos sureños que salieron de New Orleans decididos a reactivar la acumulación de tipo esclavista después de la derrota de 1865. Sin dar detalles de la cantidad, el autor menciona que fueron diezmados por el cólera en 1868, lo que obligó su partida de la colonia (Arnington Donohoe).
39 Material facilitado por el antropólogo trinitario Dr. Kumar Mahabir, autor de libros y artículos sobre la presencia de la comunidad de origen hindú en su país y territorios vecinos. La revista presenta como particularidad una ausencia de firma en los artículos que tratan sobre los descendientes de hindúes que viven en Belice. Se le citará aquí como material con autoría institucional.
40 Este fue el sitio del primer cementerio de la colonia, construido anexo a la catedral anglicana de Saint John’s.
41 El desplazamiento a Belmopán, nueva capital tras la destrucción de Belize City por el huracán Hattie, en las vecindades del Petén puede mostrar la adherencia de parte de la comunidad a la administración pública.
42 A pesar de que no existe información disponible de la extracción de los hindúes, la denominación haría referencia al grupo bengalí.
43 Esto si es posible realizarlo con el primer grupo, pues al encontrar que fueron rebeldes exiliados del Motín de los Cipayos, automáticamente se supone que provinieron del noroeste, del Indostán, debiendo encontrarse entre ellos alguna minoría sikh o musulmana que no puede percibirse si se dice que todos los arribados en 1858 eran de religión hindú y, por lo tanto, miembros de la casta guerrera de una sociedad esquematizada según el ordenamiento propio del brahmanismo. En Wikipedia se menciona, sin mayor asiento documental, que predominaron en los grupos que arribaron los punjabíes (noroeste) y biharis (sureste).
44 En fuentes guatemaltecas como el libro de J. Rengifo Reina, el de Leyton Rodríguez y el Diccionario Geográfico Nacional se escribe Sarstún, lo que le da una resonancia maya.
45 Asimismo, fue una región en la que el contexto de interacción entre el hombre y el ambiente generó narrativas que forjaron obras literarias en las que la selva fue el fondo de dramas de la lucha de los hombres por “abrirle camino” a la civilización, así como de sobrevivir al margen del ordenamiento hegemónico impuesto por las élites centrales. Algunos ejemplos de creación literaria lo muestran, como es el caso de “Jinayá”, cuya trama discurre en torno al Lago de Izabal, .La mansión del Pájaro Serpiente” y “Carazamba”, todas ellas de Virgilio Rodríguez Macal (1906-1954), autor de otros relatos en los que se presentó la incursión de la civilización en las selvas a través de las actividades de hombres indígenas, mestizos y blancos, exploradores, cazadores y aventureros.
46 El xate es una hoja de uso ornamental, utilizado en arreglos florales para bodas, graduaciones y premiaciones. Tuvo su apogeo en fines de la década de los años 70´ del siglo XX, siendo recolectado en grandes cantidades en El Petén.
47 La visión o idea que el guatemalteco promedio, urbano o rural, viene de Izabal lleva pronto a las estampas e imágenes generadas en el contexto nativo de los garífunas, lo que es explotado también por la industria turística y deja poco espacio para incorporar las posibles aportaciones de los descendientes de hindúes.
48 El antropólogo guatemalteco Alfonso Arrivillaga Cortés ha profundizado muchos aspectos de la cultura musical garífuna en diversos espacios, destacando la Revista Senderos, un importante aporte musicológico en el contexto nacional que ha incluido artículos elaborados por especialistas nacionales y foráneos.
49 Ghidinelli, Azzo (1972). “I Reporti Economici Interetnici a Livingston”. Terra America, 8(28), 13-31.
50 El calificativo se deriva de las raíces del mandarín “ku , amargo, y “li”, energía, lo que prosaicamente se entiende como “amarga energía”; eso ilustra el destino de muchos trabajadores asiáticos que llegaron a Iberoamérica y el Caribe en sustitución de los esclavos negros. La traducción proviene del artículo en el que se detalla el trabajo del misionero protestante Jimmy Yen entre los coolies chinos destacados en Francia a finales de la Primera Guerra Mundial. Otra versión remite a India como el origen del concepto por la existencia de una tribu de Gujarat, noroeste, denominada “kuli”.
51 El proyecto en cuestión dio lugar al nacimiento de Balabala, una organización cultural garífuna financiada por el multimillonario judío George Soros que propone la “guerra cultural” para rescatar la cultura del pueblo afrocaribeño.
52 Las condiciones de vida en la aldea Crique Chino en 2006 son descritas por los redactores de este artículo como altamente precarias. La muestra cinematográfica proyectada por la organización fue interrumpida por la suspensión del fluido eléctrico (Montenegro).
53 Desde el momento de redacción de este artículo, no ha existido mayor interés de la comunidad periodística por la comunidad de origen hindú, lo que, como se ha dicho, no pasa de saltar a la palestra como un aspecto inédito y exótico de la etnografía izabalense. A su vez, tampoco puede asegurarse que el trabajo de la asociación mencionada influyera en la ampliación e intensificación de los contactos entre India y Guatemala, lo que ha tenido lugar en los últimos años, al punto de estrechar lazos comerciales y que esta vinculación se haya expresado, simbólicamente, en que el pabellón indio ondeó en enero de 2019 en la Plaza de la Loba de la municipalidad capitalina.
54 Palabras de Gloria López, entonces funcionaria ad-honorem del consulado de India en Guatemala, quien visitó la aldea Crique Chino en 2005 meses antes de la edición del artículo de Revista D. Ella definió a los descendientes de hindúes diferenciándolos claramente de los afrocaribeños que también pueblan el municipio de Livingston: “Ellos son morenos, pero de un moreno distinto a los afrocaribeños, igualmente, sus facciones se distinguen” (Montenegro). Se podría interpretar como una percepción del guatemalteco promedio acerca de estos pobladores, juicio que se replica también en la opinión de la activista Cristina Gutiérrez, participante en las primeras fases del proyecto Bala Bala (Montenegro).
55 Se encuentra al localizar, en muchos de números de la revista Indian Arrival day, editada en Trinidad y Tobago, el agradecimiento y apoyo a las publicaciones de quien en su momento fungió como Ministro de la Interculturalidad. La política gubernamental es incidir positivamente en el conocimiento de los legados culturales y sus imaginarios, promoviendo, desde el gobierno, los estudios interétnicos. Históricamente, el país transitó por una fractura de enfrentamientos raciales a poco de su independencia en 1970; estos se generaron por la réplica de un grupo de estudiantes de la Universidad de las Indias Occidentales de la ideología del “Poder Negro” estadounidense, la cual les llevó a rebelarse contra lo que consideraban discriminación racial en los empleos bancarios y la educación y provocó 13 muertos (Richards). Parte de la violencia fue dirigida también contra comerciantes hindúes.
56 Esto lo manifestó nítidamente en el editorial de la edición por el coordinador, Gerardo Jiménez: “El municipio de Livingston es comúnmente asociado a la etnia garífuna…, un argumento muy común en el medio guatemalteco”. Agrega: “Sin embargo, habitan ahí la etnia ladina, los kekchíes y algunos kakchiqueles, a ellos se suma ahora una identidad que, si bien ha permanecido sin mayores estudios, no le resta valor al aporte de tradiciones y pensamiento que pueden agregar al mosaico guatemalteco de cosmovisiones. Ellos son los descendientes de inmigrantes hindúes que salieron como muchos otros inmigrantes de su país en busca de una mejor vida. La ruta seguida fue probablemente a través de las islas del Caribe, hasta llegar a Belice, por donde se desplazaron hasta asentarse algunos de ellos en la ribera del río Dulce” (Montenegro). Obsérvese que, el redactor ve la “entrada” de estos hindúes como una “inmigración” similar a las del presente; los llegados a Belice que se expandieron hacia Izabal abandonaron “su país”, lo cual llevó a comprender la India del Motín de los Cipayos (1857) como un país moderno, cuando se sabe que eso solamente fue realidad hasta después de 1948. La nota es, en sí, sumamente ilustrativa de la demanda de explicaciones para los movimientos migratorios laborales que llevaron a los ancestros de estos hindúes, puesto que se supone que su introducción fue “para mejorar sus condiciones de vida”, como se justifican las migraciones de Centroamérica a Estados Unidos, lo que muestra un desconocimiento de la condición de coolie, culi o trabajador forzado, así como las condiciones dominantes en el siglo XIX que les hicieron tener presencia en la región.
57 Literalmente, la ignorancia acerca de la fecha obtenida en la revista trinitaria Indian Arrival Day se manifiesta en las palabras siguientes: “Ciertamente, los pobladores [hablando de Crique Chino] no tienen clara cuál fue la ruta desde Asia, pero están seguros de que sus más cercanos antepasados llegaron a Belice, en 1860, de donde algunos se desplazaron hacia el sur, hasta territorio guatemalteco” (Montenegro).
58 El nombre de este emplazamiento sugiere la presencia de chinos en el lugar. Al suponer que creek puede significar río pequeño, arroyo o riachuelo, el significado sería “río” o “arroyo” Chino. La interpretación se desprende del significado a la palabra creek que se encuentra en los nombres de muchas localidades de Belice e Izabal según el escritor guatemalteco Virgilio Rodríguez Macal, autor del cuento “La comadreja”, incluido en su libro La mansión del Pájaro Serpiente. El personaje central de la narración es un ejemplar de la especie que se introduce sigiloso en las chozas de palma de “negros de piel lustrosa como jícaras de Atitlán” que viven en las márgenes de numerosos “crics” (Rodríguez Macal). Una interpretación sin mayores consideraciones con la idiosincrasia de la región Caribe, influida grandemente por la cultura inglesa, llevaría a pensar la palabra como un vocablo indígena de raíz maya. La investigación cuyos resultados se presentan aquí precisó de ejercicios inferenciales como este, que llevan a suponer concordancias lingüísticas a través de inferencias y comparaciones. En la región caribeña de Centroamérica, otro lugar donde tiene lugar esta denominación para un poblado es Honduras, se trata de Sambo Creek, un pueblo garífuna cercano a la ciudad de La Ceiba, capital del departamento de Atlántida. La palabra define o nombra grupos étnicos, en el caso de Izabal, como “Arroyo Chino”, y en Honduras, “Arroyo zambo”.
59 La opinión choca con lo que históricamente se establece en las fuentes como una condición sine qua non para la existencia de hindúes tanto en la pequeña comunidad de Izabal, como en el territorio beliceño. Obviamente, el estatus de coolie o siervo de plantación ha sido abandonado con la irrupción del capitalismo en la región, lo que es muy exacto, pero la presencia e implantación de los hindúes se explica por la introducción de trabajadores en el siglo XIX, lo que Guha intentó ocultar, posiblemente porque supuso que con una “arqueología” en las referencias disponibles, se denigraba a los aldeanos. Dejando de lado esta apreciación, afincada en una observación realizada en inicios del siglo XXI, cabe decir que sobre la construcción histórica y el sentido económico-teórico de la categoría de coolie podría articularse una discusión que remitiría a la construcción de una nueva forma de comprender el trabajo que realizaron tanto chinos como hindúes en el contexto de las plantaciones, donde adquirieron la categoría de coolies (Yun). Si esto se enfila por el rumbo de la economía política, se podrá tomar referencias de nombres citados: Marx, Lenin, Braudel, Gramsci, Poulantzas, Hobsbawm no puede excluir a los pensadores periféricos. En este caso es de notar el aporte de un sociólogo y antropólogo guatemalteco, Humberto Flores Alvarado, quien caracteriza la burguesía y el proletariado locales, clases antagónicas en el esquema ideado por Marx, en esencia, muy distantes de los sectores antinómicos que interactúan en el capitalismo industrial, según el carácter precapitalista del país, formulando el concepto de “burguesía de servidumbre” a la élite local. Eso obedece a su supeditación económica e ideológica a los grandes bloques capitalistas y a su trato hacia la fuerza de trabajo (Flores Alvarado). En el sentido que lo anuncia la conceptualización, es válido redefinir la masa de trabajadores de las plantaciones a manera de que no sean más interpretados como si fuesen una réplica fiel del “obrero agrícola” europeo occidental, forma en la que algunos autores pugnaron por definir al bracero nativo. El coolie, culi o kuli hindú o chino sería entonces un “peón o siervo de plantación”, cuya proletarización no tendría asidero en la realidad, por cuanto sus condiciones de trabajo y remuneración jamás fueron las típicas de un trabajador agrícola o industrial de los países metropolitanos.
60 Referencia que coincide con el texto anónimo de la publicación trinitaria referida aquí como una de las principales referencias documentales, lo que certifica los supuestos del autor canadiense William Arlington Donohoe.
61 Esta es una interpretación de las palabras del funcionario según mi criterio como historiador, investigador y maestro de Historia. El caso del señor Gerardo Jiménez, coordinador de la fuente citada, de nuevo se inclina a justificar el desplazamiento humano como si se tratara de una migración moderna e interpreta las condiciones de los peones hindúes como las de un desplazado moderno que está en condiciones de evaluar a dónde migrar para obtener recursos para sobrevivir y, de ser posible, enviar remesas a la familia que dejó atrás. Con un nuevo trabajo que profundizara en las causales de este movimiento y que diera detalles sobre cómo fue que esta comunidad se formó, la percepción cambiaría la percepción que se tiene de la presencia hindú en esta localidad.
62 Véliz manifiesta, una vez más, la opinión que se expresó en la tesis de María Eugenia De León, la cual ve a los descendientes de coolies hindúes venidos de Belice como asimilados al grupo ladino-mestizo de Guatemala (De León Aldana), en las coordenadas de la subjetividad con que se comprende el mestizaje en el país, en una masa homogenizada según la hegemonía cultural europea, carente de contacto con los legados culturales de los grupos constitutivos de tal mezcla, además de aspirante al blanqueamiento por su imaginario de superioridad hacia el indígena, el negro y otras etnias. Otro aspecto que tiende, a ojos de los observadores cercanos, a desvanecer las posibilidades de identificarlos con un pasado hindú es que han perdido del todo los rasgos externos que podrían catalogarlos como herederos de dicha cultura: vestimenta, idioma y religión. Walder Véliz lo expresó: “Ellos mantienen su identidad, a pesar de que han dejado atrás algunos elementos como la indumentaria o la religión. Algunos son católicos, aunque la mayoría asiste a la Iglesia del Séptimo Día” (Montenegro). En la región centroamericana, ha habido momentos en que la cultura hindú ha tenido visibilidad facilitada por la emisión de documentales de televisión o bien la introducción de nuevos cultos. Esto se concretó en la introducción de expresiones religiosas de expansión global como los Hare Krishna o el movimiento liderado por el polémico místico Sathya Sai Baba. A inicios del siglo XXI, la comercialización de telenovelas y el consumo de videoclips en internet introdujeron cierta familiaridad con las películas y teleseries producidas por el gigante de la cinematografía india, Bollywood; a través de pugnas propias de la competencia mercantil desarrollada en el mercado global se filtra el conocimiento de algunos aspectos culturales, tal como sucedió con algunas producciones turcas recientemente en la región.
63 El tono con que aquí se menciona a los cronistas no obedece a un deseo o intencionalidad de denigrar o descalificar el trabajo de los historiadores empíricos. En muchos casos, constituyen depositarios de la oralidad y múltiples expresiones culturales construidas y reproducidas en dimensiones específicas, además de voces autorizadas en cuanto a la Historia local. Se trata de concientizar sobre la diferencia entre ellos y los científicos con orientación interpretativa, cuya formación les exige la construcción problemática de los objetos y problemas de estudio, la elaboración de un edificio interpretativo de mano del uso de teorías, conceptos, categorías y argumentos, además de desplegar, en la investigación, la capacidad de dar cuentas de las causas de los hechos y procesos, algo muy distinto a la preservación o reproducción de narrativa.
64 Estos profesionales mostraron gran interés en la propuesta, destacando lo inédito y suponiendo la presencia hindú en Belice como parte de una estrategia de reemplazo de la fuerza de trabajo africana por los colonizadores británicos, holandeses y franceses.
65 Esta podría no ser la referencia más temprana de la presencia de trabajadores hindúes en la región. En Wikipedia, sitio de consulta para muchos estudiantes, se menciona, en el artículo Hindúes en Panamá, la participación de trabajadores de dicha extracción en la construcción del ferrocarril Panamá-Colón en la década de 1840. El dato, sin mayor asiento documental ni bibliográfico, no puede verse como un aporte a procesos como el presente
66 El símil, a primera vista, no manifiesta mayor concordancia con lo sucedido al exemperador, pero si se examina bien el panorama, se encontrará que los hindúes llegaron a la Honduras Británica en 1858 como medida de aislamiento y extrañamiento por su participación en el motín, siendo las autoridades imperiales en India quienes dictaminaron su traslado y no una compañía colonizadora. Al ser destinados a un territorio, los hindúes se hallaban en la misma situación que Napoleón fuera de Francia, aislados lejos de su lugar de origen, enviados ahí no para efectuar actividades productivas, sino como castigo a su oposición a los británicos.
67 Este dato debe interpretarse con cautela, ya que, en el contexto beliceño, como sucede en Guyana y Trinidad, se distinguen dos clases de “indios”: los “orientales”, de ascendencia hindú, y los “indios nativos”, pobladores originarios. El dato fue aportado por una fuente trinitaria. Dado el escaso trabajo desplegado en la temática, puede tratarse de indios quekchíes desplazados hacia el noreste como de trabajadores de origen hindú.
68 Un importante punto de discusión que asoma aquí es el de poder, en un futuro, esclarecer si iniciativas como la publicación del dossier sobre Belice como parte del Anuario de Estudios Centroamericanos de la Universidad de Costa Rica para el año 2020 ha permitido la integración de los temas beliceños a la temática regional, o bien, por el contrario, continúa existiendo la particular situación que plantea el hecho de que el territorio se ubica geográficamente en Centroamérica, pero, por sus rasgos históricos y culturales, se considera más parte del Caribe, consolidando la tradicional exclusión hacia el mismo.
69 Pretender que la historia colonial se circunscribe a la narrativa de la constitución de la colonia de Honduras Británica, o bien, sugerir la comprensión de la colonia como un período en el que el control británico hizo que todo transcurriera sin mayores variantes, lo que muestra una tendencia a la comprensión de la historia de ese tiempo como una linealidad apacible, cercano a lo que comúnmente se pensó de los países hispanos, sería replicar el modelo con que muchos historiadores interpretaron el período en las dependencias españolas. La migración hindú y la esclavitud negra y el trabajo forzado al que fueron sometidos muchos indígenas y mestizos son parte del pasado colonial y no deben extrañarse de la “visión panorámica” del período, cuanto más aún, de los abordajes focales de coyunturas específicas.

Notas de autor

1 Guatemalteco. Profesor de Enseñanza Media en Historia y Ciencias Sociales, Escuela de Historia USAC (2006), estudiante de la Licenciatura para la Enseñanza de la Historia. Investigador independiente Historia Política de Guatemala y Centroamérica, con intereses en el estudio de la Historia de los movimientos migratorios. Posee varias publicaciones en estas temáticas dentro y fuera del país.
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