Contribuciones antropológicas y de género al estudio del embarazo adolescente en América Latina: contextos, relaciones y significados

Eugenia Rodríguez-Blanco1* y Amanda Gabster2

1Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS), Panamá, Panamá

2Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES), Panamá, Panamá

*Autora para contacto: erodriguez@cieps.org.pa

Cuadernos de Antropología

Enero-Junio 2024, 34(1)

DOI: https://doi.org/10.15517/cat.v34i1.56479

Recibido: 09-05-2023 / Aceptado: 01-02-2024

Revista del Laboratorio de Etnología María Eugenia Bozzoli Vargas

Centro de Investigaciones Antropológicas (CIAN), Universidad de Costa Rica (UCR)

ISSN 2215-356X

Resumen: El embarazo adolescente, como fenómeno social presente en el contexto panameño, constituye una preocupación generalizada. A pesar de ello, hasta ahora son pocos los estudios con enfoque clínico, epidemiológico y social que han realizado aportes para una comprensión profunda del tema en el país. Destaca la ausencia de estudios cualitativos que permitan abordar el fenómeno desde las perspectivas de las propias adolescentes. Este artículo tiene como propósito establecer un marco teórico y metodológico desde el cual realizar un estudio antropológico y etnográfico sobre el embarazo en la adolescencia en Panamá. Para ello se realiza un estado de la cuestión sobre el tema en América Latina, revisando los aportes de diversas áreas científicas y metodologías, e identificando los aportes específicos de las técnicas cualitativas y la antropología. Los resultados muestran que la antropología pone en el centro del análisis la construcción social de la adolescencia y la feminidad/maternidad, las jerarquías sociales y de género, y la experiencia y el significado de las adolescentes embarazadas o madres. Sus aportes a la comprensión del embarazo en la adolescencia vinculan contextos, relaciones y significados que explican la ocurrencia y las implicaciones de este para las adolescentes; además, sugieren una intervención dirigida a la prevención de estos embarazos atendiendo a dichos factores estructurales y subjetivos.

Palabras clave: embarazo adolescente; América Latina; Panamá; género, antropología social; etnografía.

Anthropology and gender contributions to the study of teenage pregnancy in Latin America: contexts, relationships and meanings

Abstract: Teenage pregnancy, as a social phenomenon present in the Panamanian context, constitutes a widespread concern. However, to date, there have been few studies with clinical, epidemiological, and social focus that have contributed to a deep understanding of the issue in the country. The absence of qualitative studies that allow addressing the phenomenon from the perspectives of the teenage girls themselves is notable. This article aims to establish a theoretical and methodological framework from which to conduct an anthropological and ethnographic study on teenage pregnancy in Panama. To do so, it conducts a state-of-the-art review of the topic in Latin America, reviewing contributions from various scientific fields and methodologies, and identifying the specific contributions of qualitative techniques and anthropology. The results show that anthropology places the social construction of adolescence and femininity/motherhood, social and gender hierarchies, and the experiences and meanings of pregnant or mother teenagers at the center of the analysis. Its contributions to understanding teenage pregnancy connect contexts, relationships, and meanings that explain the occurrence and implications of this phenomenon for teenagers, suggesting an intervention aimed at preventing these pregnancies by addressing these structural and subjective factors.

Keywords: teenage pregnancy; Latin America; Panama; gender; social anthropology; ethnography.

Introducción

El embarazo adolescente1, como fenómeno social presente en el contexto panameño, constituye una preocupación generalizada, expresada incluso desde posiciones ideológicas polarizadas. A pesar de ello, hasta ahora son pocos los estudios con enfoque clínico, epidemiológico y social que han realizado aportes para una comprensión profunda del tema en el país (Chamorro et al., 2020; Estrada et al., 2018; Gabster et al., 2022; Jenkins, 2014; Mendoza et al., 2013; Vigil-De Gracia et al., 2007).

Destaca la ausencia de estudios cualitativos, centrados en la descripción del fenómeno a partir de las perspectivas de las propias adolescentes, sus familias y comunidades. Esta revisión de la literatura en el país arroja también la falta de estudios que aborden el tema desde una perspectiva de género, identificando cómo las normas y relaciones de género determinan la ocurrencia, el significado e impacto del embarazo a esas edades. En particular, destaca la ausencia de estudios en Panamá que describan las condiciones y posiciones de los hombres que embarazan (adolescentes o no), así como análisis que diversifiquen a dichas adolescentes considerando las condiciones sociales que las atraviesan.

Es en este contexto del estudio y la comprensión del embarazo en la adolescencia en Panamá que planteamos este artículo, que tiene como principal propósito establecer un marco teórico y metodológico desde el cual realizar un estudio etnográfico nacional.

Para ello realizamos una identificación y revisión de la literatura académica sobre el tema en América Latina, la cual incluyó investigaciones recogidas en libros o artículos científicos, tesis e informes relativos al embarazo y la maternidad en la adolescencia, privilegiando la literatura generada por las ciencias sociales y, en particular, la antropología social y los estudios de género en América Latina.

Se realizó una revisión de la literatura existente sobre el tema en las siguientes bases de datos académicas: Google Scholar, PubMed, Academia.edu, Redalyc y Dialnet2. Se llevó a cabo una búsqueda centrada en los textos académicos producidos en los últimos veinte años en la región, incluyendo también los textos más referenciados en el estudio sobre el embarazo y la maternidad adolescente de la década de los años noventa. Las referencias identificadas fueron incorporadas a un gestor bibliográfico en el que se clasificaron en categorías que permitían un análisis de estas por áreas científicas, metodologías, tipo de documento o corrientes teóricas.

Breve historia del estudio del embarazo adolescente en América Latina3

Según Furstenberg Jr. (2007), el estudio sobre el embarazo adolescente en EE.UU. inició a finales de la década de los años 60 e inicios de los años 70 del siglo pasado, cuando este empezó a ser considerado un problema social. América Latina, según Pantelides (1995 y 2004) y Gogna (2005), sigue la ola de estudios iniciada en EE.UU. y Europa, una década más tarde, en los años 80; época cuando se produce el impulso de las investigaciones biomédicas y sociales sobre fecundidad, embarazo y maternidad en la adolescencia (González et al., 1984; Chu, 1992; Herold et al., 1988; Morris, 1988; Warren et al., 1988; Pantelides y Bisntock, 1993, citados en Pantelides, 1995, p. 5).

En el contexto latinoamericano, al igual que ocurriera en EE.UU. (Furstenberg, 2007), el inicio de la preocupación y el estudio del embarazo adolescente no coinciden con un aumento de las tasas de estos, sino, más bien, por cierto espejismo de aumento. Y es que, en el contexto de la transición demográfica en la región iniciada en la década de los años 70, marcada por el descenso generalizado de la fecundidad (Chackiel, 2004), la tasa de fecundidad adolescente4 no desciende al mismo ritmo, lo que supone un aumento de su contribución a los nacimientos en general (Guzmán et al., 2001; Heilborn et al., 2002; Rodríguez, 2009; Schutt y Maddaleno, 2003).

Muchos de los estudios realizados en la región surgen en torno al reconocimiento de derechos sexuales y reproductivos de las personas adolescentes y, en particular, de las mujeres. Esto ocurre, sobre todo, después de dos conferencias celebradas en la década de los años 90: La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, CIPD, en El Cairo (1994), y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing (1995). Ambas conferencias y sus planes de acción constituyen consensos internacionales, no vinculantes, sobre los derechos sexuales y reproductivos. En la CIPD, las personas adolescentes ocuparon un lugar central en las discusiones sobre salud y derechos reproductivos, enfatizando los problemas asociados a la maternidad temprana.

A partir de entonces se han producido una gran cantidad de estudios y publicaciones desde diversas áreas del conocimiento y enfoques: desde la biomedicina y la salud; la demografía; la sociología y la antropología social o los estudios de género. Entre ellos se encuentran estudios regionales y nacionales realizados desde la academia o impulsados por organizaciones internacionales y no gubernamentales que contienen diagnósticos dirigidos a informar políticas públicas u otro tipo de acciones sobre el tema. En particular, el estudio del embarazo adolescente desde las ciencias sociales ha generado mucha literatura en la región desde los años 90, intensificándose en los últimos 20 años.

Representaciones dominantes del embarazo en la adolescencia

Estudios previos, que realizan una revisión crítica de la literatura producida en la región sobre el tema (Adaszko, 2005; De Jesús y González, 2014; Llanes, 2012; Pantelides, 2003), coinciden al reconocer que la problematización del embarazo en la adolescencia constituye el paradigma dominante en dicha literatura; enfatizando las consecuencias negativas que este evento produce en la adolescente y sus familias.

Se distinguen autores y estudios desde la biomedicina que enfatizan los riesgos y consecuencias adversas en la salud materno infantil: mayor prevalencia de parto prematuro, bajo peso al nacer, morbilidad neonatal, anemia, preeclampsia, abortos inseguros, entre otros (Donoso et al., 2003; Ponte y Guimarães, 2004; Vigil-De Gracia et al., 2007). Mientras otros, desde las ciencias sociales, enfatizan más las consecuencias perjudiciales para la madre adolescente en sus condiciones y oportunidades de vida. Entre los problemas sociales vinculados al embarazo en la adolescencia destacan la interrupción de los estudios o el abandono escolar, lo que constituye, afirman, uno de los mecanismos más eficaces para la transmisión intergeneracional de la pobreza (Atkin y Alatorre, 1992; Buvinic et al., 1992, 1998; Oviedo y García, 2001; Singh, 1998; Welti, 2000). En particular sugieren la inmovilidad social a la que aboga un embarazo en la vida de la adolescente en situación de pobreza, si esta no invierte en otro proyecto vital vinculado a los estudios y el trabajo.

Bajo este paradigma se han realizado estudios que identifican diferentes patrones por condiciones sociales que recogen en perfiles sociodemográficos diversificados por edad, etnicidad, lugar de residencia o condición socioeconómica. Son estudios sociodemográficos que permiten identificar dentro del colectivo general (o generalizado), “adolescentes”; quiénes tienen más probabilidad de experimentar un embarazo y si estos han aumentado o disminuido en el tiempo (Chamorro et al., 2000; Gabster et al., 2022; Guerrero, 2020; Loaiza y Liang, 2013). Los resultados coinciden: las adolescentes de estratos socioeconómicos bajos, rurales e indígenas tienen embarazos a edades más tempranas, intensificándose sobre ellas los riesgos sociales y de salud apuntados.

De una manera general, los estudios que conforman este discurso dominante sobre el embarazo adolescente lo presentan como un evento repleto de riesgos sociales y de salud de manera generalizada, indiscriminada e inevitable.

Se construye así un discurso dominante sobre el embarazo en la adolescencia en la academia, las políticas y la opinión pública, todavía hegemónico en Panamá, muy centrado en sus consecuencias perjudiciales y caracterizado por ser un problema social y de salud (Stern, 2001).

Ahora bien, dicha narrativa dominante contiene ciertos sesgos y supuestos apuntados por toda una corriente de literatura crítica en la región (De Jesús y González, 2014; Pantelides, 2004; Stern, 2004). El más determinante es que este discurso no aborda o problematiza de una manera central las condiciones estructurales que explican no solo la ocurrencia del embarazo, sino también su significado e implicaciones para las propias adolescentes y sus familias. Entre esas condiciones estructurales menos exploradas se encuentra la desigualdad de género, étnico-racial y socioeconómica.

Todo esto tiene que ver con el hecho de que en estos estudios ha prevalecido más la preocupación o el interés de conocer y analizar los impactos adversos del embarazo en la adolescencia: para la joven, su descendencia, su familia y la sociedad, que las causas de dichos embarazos, donde se encuentran las condiciones estructurales de desigualdad a las que hacemos referencia. Aún más, en el escaso análisis causal del embarazo adolescente que contienen estos estudios se encuentra una concepción generalizada y fuertemente estigmatizada de la adolescencia y su sexualidad (Irvine, 1994; Stern y García, 2001), más que las condiciones estructurales de pobreza, racismo o machismo, por ejemplo.

Por su lado, las consecuencias sociales y de salud serían todas negativas, afectando de múltiples maneras las vidas de las personas adolescentes y sus familias, independientemente de su diversidad y sus condiciones subjetivas: el deseo del embarazo, el proyecto de vida y los significados que dan a este evento.

El estudio de las causas estructurales del embarazo en la adolescencia

Como ya apuntamos, al mismo tiempo que se reconoce la existencia de toda una literatura que, desde hace cuarenta años, conforma el discurso y la representación aún dominante del embarazo adolescente en la región, también existen otros estudios que conforman una literatura crítica, también prolífica. Dichos estudios, “contra-hegemónicos” (Gogna, 2005), cuestionan desde la explicación causal hasta sus consecuencias y, en particular, los principales argumentos que problematizan el fenómeno (Stern, 2001).

“Investigaciones longitudinales y transculturales realizadas sobre todo en Estados Unidos (EE.UU.) y en el Reino Unido (RU) desde finales de los años 80 fundamentan este tipo de planteamientos críticos” (Duncan, 2005; Furstenberg, 2003; Geronimus, 1997, 2003; Hoffman, 1998; Rich-Edwards, 2002). Duncan (2005), en RU, utiliza estudios estadísticos y cualitativos que le permiten cuestionar la problematización del embarazo en la adolescencia y la acción de las políticas públicas en su país. A nivel estadístico, demuestra que las consecuencias negativas del embarazo a estas edades tienen más que ver con los contextos u orígenes socioeconómicos de las adolescentes, destacando las privaciones experimentadas en sus familias y hogares, que con el propio embarazo; algo que concluye después de comparar las condiciones de vida de otras jóvenes de los mismos orígenes o contextos que no fueron madres. Por otro lado, de los estudios cualitativos cita los trabajos de Smith-Battle (1995, 2000) en EE.UU. y Phoenix (1991) en RU, para defender la importancia de considerar la dimensión cualitativa para entender el embarazo adolescente en toda su heterogeneidad de motivos de ocurrencia, impactos y valoración, de donde recoge la valoración positiva que realizan algunas adolescentes de su embarazo y maternidad, considerada temprana.

En América Latina son muchas las investigaciones y publicaciones que en los últimos años cuestionan establecer a priori una concepción problematizada del embarazo en la adolescencia, (Gogna, 2005; González, 2000; Pantelides, 2004; Stern, 1997, 2004; Stern y García, 2001). Identifican y desmontan los supuestos o premisas que sostienen los discursos dominantes sobre el tema y muestran que las situaciones negativas o adversas que viven las adolescentes embarazadas o madres en términos sociales o de salud, tienen más que ver con las condiciones previas al embarazo, y que lo determinaron, que con el embarazo en sí.

Sobre los problemas de salud materno-infantil asociados al embarazo adolescente, Portnoy (2005) realiza una revisión de la literatura biomédica del tema al resaltar investigaciones que concluyen que los riesgos del embarazo para la salud obstétrica, neonatal o infantil observados en los estudios biomédicos tienen mucho más que ver con el contexto socioeconómico de la adolescente, y en particular con la desigualdad y la pobreza, que con su edad –en especial para las mayores de 16 años5– (Ehrenfeld, 2004; Hayes, 1987; Lawlor y Shaw, 2002; Rich-Edward, 2002).

Con relación al impacto del embarazo en la ruptura de la trayectoria educativa de las adolescentes, otros estudios muestran que el embarazo surge precisamente en el contexto del fracaso en los estudios e incluso tras el abandono del sistema escolar (Binstock y Pantelides, 2005; Stern y Menkes, 2008). Esta evidencia se acompaña con un análisis crítico al propio sistema educativo y sus dinámicas discriminatorias por razón de género, clase social y lugar de residencia. (Climent, 2002 y 2009; Fainsod, 2006). Son estudios que apuntan que cuando las adolescentes no cuentan con recursos para mantenerse en el sistema educativo o cuando este no responde a sus necesidades e intereses, y no les ofrece oportunidades viables de presente y futuro, la maternidad puede aparecer como una alternativa, aun no siendo planificada. El embarazo respondería así a la construcción de alternativas en un marco de falta de ellas.

Finalmente, con relación a la pobreza como consecuencia de la maternidad adolescente, existe una literatura crítica que visibiliza la relación causal inversa: las condiciones de pobreza preceden al embarazo (Geronimus, 2003; Geronimus y Korenman, 1992; González, 2000; Hoffman, 1998; Pantelides, 2004; Stern, 1997; Stern y Menkes, 2008) y analizan críticamente las escasas alternativas de movilidad social con las que contaban las adolescentes antes de su embarazo.

En conjunto, este tipo de estudios evidencian la existencia de condiciones estructurales de desigualdad y pobreza previos al embarazo que impactan directamente en las consecuencias negativas del embarazo a estas edades. Así, los problemas de salud materno infantil, el abandono de los estudios y la pobreza tendrían más que ver con condiciones previas de vida y salud que con la edad y el embarazo en sí.

Ahora bien, a pesar del gran aporte que suponen las evidencias recogidas en estos estudios para la comprensión de las causas y consecuencias del embarazo, hay otras dimensiones del tema que no han sido igualmente abordadas por algunos de ellos. Una de ellas es el reconocimiento, en las estructuras de desigualdad del contexto de ocurrencia del embarazo, de las que tienen que ver con las relaciones de dominación con base en el género; un aporte fundamental que realizan al tema los estudios género. Otra es la experiencia subjetiva del embarazo que contiene la valoración y el significado que las mismas adolescentes dan a ese evento en sus vidas. Una valoración subjetiva determinada por las condiciones socioeconómicas y culturales en las que se encuentran, así como por la construcción social de la adolescencia y la maternidad; un aporte específico que realizan estudios cualitativos y etnográficos, y, muy especialmente, la antropología social.

El embarazo adolescente como un asunto de género

Una de las aproximaciones teóricas menos presentes en muchos de los estudios mencionados es la que parte de considerar el embarazo adolescente como un asunto de género, y no meramente femenino: el género como determinante de la fecundidad y en particular de la adolescente (Checa, 2003; Mason, 1997; Presser, 1997; Sánchez, 2015; Zavala de Cosío, 2004).

Los principales estudios de género sobre fertilidad adolescente apuntan dos asuntos centrales para la comprensión del fenómeno. Uno es el papel de la maternidad en la construcción de la identidad femenina y su impacto en el comportamiento sexual y reproductivo de las adolescentes (Fuller, 2004; Heras y Téllez, 2008; Sanhueza, 2005); otro es las relaciones de género en las condiciones estructurales de desigualdad y dominación que determinan el embarazo a estas edades (García, 2014; Pantelides, 1995; Szasz, 1998). Esto último supone la incorporación de los hombres “que embarazan” en el estudio sobre el tema, hasta el momento muy centrado en el sujeto femenino. Este tal vez sea, precisamente, uno de los asuntos de género menos abordados hasta ahora en estos estudios: las perspectivas, valores y comportamientos de los hombres que embarazan a las adolescentes (sean ellos adolescentes o no), así como las implicaciones y significados de dichos embarazos en sus vidas.

En la misma línea crítica sobre la problematización hegemónica del embarazo en la adolescencia, estos estudios de género interpretan este como la manifestación de la dominación masculina; un problema social estructural, no suficientemente problematizado, que se expresa en violencia sexual contra las adolescentes, pero también en relaciones de poder asimétricas que condicionan las posibilidades de las adolescentes de decidir sobre sus cuerpos y sexualidad (Szasz, 1998).

Embarazo adolescente como “experiencia significativa”

Buscando profundizar en la comprensión de este fenómeno complejo, en los últimos veinte años han ido surgiendo estudios realizados desde una aproximación cualitativa, más localizada y específica sobre determinados colectivos sociales en la adolescencia. Estos estudios son resultado de una participación cada vez mayor de las ciencias sociales, y en especial la sociología y la antropología social en el estudio de la salud sexual y salud reproductiva.

Estos son estudios que buscan contestar a la pregunta de por qué ocurren los embarazos en la adolescencia y qué significado tienen en la vida de las adolescentes. Al igual que los previamente revisados, no parten de la conceptualización del embarazo adolescente como problema y reconocen la existencia de condiciones estructurales de desigualdad que los determinan, así como la heterogeneidad de la población adolescente, para entender la ocurrencia y las implicaciones del embarazo y la maternidad en estas edades. Como ya se apuntó, una de las diferencias fundamentales radica en el aporte que realizan al estudio del embarazo y la maternidad como experiencia subjetiva, recogiendo y analizando las narrativas y significados de las propias adolescentes (Hernández et al., 2019; Llanes, 2012). Son investigaciones cualitativas y etnográficas que utilizan técnicas de investigación como los relatos biográficos, las entrevistas en profundidad y la observación participante (Fuller, 2004; Heilborn et al., 2002; Llanes, 2016; Marcús, 2006; Montilva, 2008; Müller, 2020; Nóblega, 2009; Pantoja, 2003; Reis dos Santos y Schor, 2003; Sanhueza, 2005).

El aporte de la antropología social: construcción social y experiencia subjetiva

A estas alturas del desarrollo de la teoría feminista y de los estudios de género, queda claro, pues, que la maternidad es un fenómeno histórico y cultural, determinado definitivamente tanto por el momento como por el contexto de su producción, y en el cual se ponen en juego el plano subjetivo y la dimensión estructural, para construir el sentido de esta compleja práctica social (Palomar, 2005, p. 53).

Uno de los principales aportes de la antropología al estudio del embarazo adolescente ha sido abordar los conceptos de adolescencia y maternidad como construcciones sociales. Los hallazgos que se extraen de estudios cualitativos o etnográficos sobre diferentes colectivos de adolescentes en contextos específicos, muestran cómo ser adolescente (Adaszko, 2005; Bucholtz 2002; Feixas, 1996; Margulis y Urresti, 1988; Mead, 1978), así como la maternidad y su vínculo con la feminidad (Fuller, 2001; Imaz, 2010; Montilva, 2008; Sahuenza, 2005; Sánchez, 2015; Scheper, 1985) son constructos sociales y, por tanto, relativos. Cada sociedad, en un momento de su historia y con base en sus particularidades culturales, define el contenido, el significado, el valor, las expectativas o los roles vinculados a ser adolescente o ser madre, respectivamente.

Estos estudios también muestran que la adolescencia y la maternidad son categorías relacionales; que se establecen en contraste y en relación con un grupo de individuos identificados por edad (para el caso de la adolescencia) o por género (para el caso de la maternidad/feminidad). Basado en ello, analizan cómo operan las relaciones de poder entre colectivos sociales y, en particular, las jerarquías de género y generación (patriarcado y adultocentrismo) en la construcción social de la adolescencia y la feminidad-maternidad, respectivamente. Son estas relaciones y jerarquías las que determinan la definición y el valor otorgado a ambos conceptos, estableciendo una adolescencia y maternidad normativa que se impone de manera generalizada, desconsiderando las realidades socioeconómicas y culturales de los propios sujetos, que atraviesan su experiencia y subjetividad.

Así, la construcción social sobre las edades (adolescencia) o los sexos (género) definiría la identidad, el estatus, los roles, los comportamientos y las expectativas para los sujetos. Por su lado, las relaciones de poder basadas en el género y la generación, vigentes en un contexto histórico y social determinado, actuarían sobre dichas construcciones, definiéndolas, normalizándolas y controlándolas. Esto implica un cuestionamiento (incluso castigo) y valoración negativa de prácticas que son interpretadas como desviación a dicha norma, entre las que se encuentran las prácticas sexuales y reproductivas de las mujeres, y en particular de las adolescentes.

En la revisión de la literatura sobre el tema que hace el antropólogo argentino Adaszko (2005), se presenta cómo se ha ido construyendo el concepto dominante de adolescencia, caracterizado por estereotipos negativos; como una época de crisis, transición, irresponsabilidad o vulnerabilidad. El autor analiza la relación entre esta construcción social de la adolescencia y la problematización del embarazo a esas edades.

Llanes (2012) propone una revisión semejante sobre el concepto maternidad presentando los aportes de la antropología, desde donde se aborda como fenómeno sociocultural y subjetivo vinculado a la configuración de la identidad femenina (Narotzky, 1995; Palomar, 2005; Heras y Téllez, 2008; Imaz, 2010). En su revisión, la autora incluye una mirada histórica del papel de la maternidad en la construcción de la identidad femenina a partir de los aportes feministas. En ella hace referencia a la maternidad intensiva (Palomar, 2005), cuando esta ocupó un lugar central en la construcción de la identidad femenina, que la autora data a finales del siglo XVIII, hasta la actualidad, donde se constata la reducción del rol de la maternidad en la feminidad. En general, tanto para mostrar cómo la maternidad es una construcción social, como para demostrar el vínculo de esta con otra construcción social: la feminidad, los estudios antropológicos y de género han sido fundamentales.

En las ideas dominantes sobre adolescencia y maternidad se valora el evento del embarazo en la adolescencia como un evento problemático; pues si bien en el ideal femenino generalizado se encuentra la maternidad, esta solo es considerada oportuna a determinada edad; fuera de ella es considerada “demasiado pronto”, como ocurre para las adolescentes, así como “demasiado tarde”, para las mujeres más adultas. En la adolescencia, en particular, esta es estigmatizada, asociada a la idea también generalizada a esta etapa de la vida como periodo de transición, inconsciente e irresponsable, y que justifica el control de la sexualidad femenina. Así, las interpretaciones hegemónicas sobre el embarazo adolescente se encuentran por encima de la valoración y el significado que le dan los propios sujetos, en este caso sujetas, determinadas por una variedad de situaciones y condiciones sociales.

Entre los principales aportes de la antropología a la comprensión del embarazo en la adolescencia destaca que ha sido capaz de visibilizar la heterogeneidad de situaciones y condiciones que determinan la ocurrencia de un embarazo a estas edades: desde la violencia sexual en la que la adolescente es víctima de una relación de abuso y dominación de género, hasta el embarazo como resultado de una decisión consciente, basada en las condiciones y expectativas vitales de la joven.

De hecho, varios estudios señalan que la construcción de la identidad de estas jóvenes se encuentra vinculada a la maternidad y al reconocimiento que convertirse en madres genera en sus contextos socioeconómicos, familiares y culturales (Climent, 2001; García, 2014; Heilborn et al., 2002; Marcús, 2006; Nóblega, 2009; Pantoja, 2003; Stern, 2007).

La psicóloga peruana Magaly Nóblega (2009) realiza un estudio con adolescentes en Perú, encontrando que para un grupo importante de ellas su propio embarazo es el resultado de una decisión consciente, no siempre planificada, enmarcada en un proyecto de vida. Sus resultados apuntan que el ideal contemporáneo de estudiar y prepararse para conseguir un buen trabajo, atrasando la edad para tener un hijo o una hija, no resulta ser generalizado para las adolescentes, porque no se generalizan las condiciones en las cuales dicho ideal puede concretarse.

La socióloga Juliana Marcús (2006), en un estudio realizado en Argentina, reconoce diferencias entre adolescentes de sectores populares muy marginales y aquellas que están más en contacto con los recursos y servicios de la capital. Revela que entre ellas se observan dinámicas diferentes en relación con el proyecto de vida: las que se encuentran en situación más marginal continúan en el patrón madreesposa y las otras se plantean proyectos alternativos, entre ellos estudiar y/o trabajar. La psicóloga y antropóloga Norma Fuller (2001) apunta la misma idea, afirmando que se producen diferencias entre adolescentes de clase media y clase alta, y los de clase popular en Perú, donde la falta de posibilidad de un desarrollo personal y profesional puede llevar a valorar la maternidad como proyecto vital.

En la misma línea se encuentra el estudio etnográfico realizado por la antropóloga Ana Lidia Nauar Pantoja (2003) sobre embarazo y maternidad entre jóvenes de grupos populares en Belém do Para, Brasil. Dicho estudio recogió los significados que para las adolescentes tiene este evento en sus vidas y reveló que para las que se encuentran en escenarios de pobreza y desventaja social generalizada, la maternidad puede representar un medio para “transitar a otro estatus”, más que una ruptura con proyectos de vida que se presuponen generalizados para las adolescentes.

Las evidencias etnográficas recogidas en estos estudios, basados en entrevistas en profundidad y el análisis de trayectorias vitales de adolescentes embarazadas o madres, permiten reconocer las diferentes experiencias y significados del embarazo y maternidad, vinculados con sus condiciones sociales o familiares y marcos culturales de referencia. Es en esos contextos donde se pueden identificar lo que la socióloga Pantelides denomina como “beneficios subjetivos de tener hijos” (2004, p. 28). Con base en ello sabemos que la maternidad no tiene una significación generalizada para las adolescentes, como tampoco lo tiene para las mujeres adultas (Scheper-Hughes,1985).

Estudios antropológicos sobre sexualidad y reproducción realizados en contextos indígenas en América Latina permiten recoger prácticas y significados sobre la fecundidad, el embarazo y la maternidad que articulan las categorías edad y género de manera diversa, realizando aportes significativos relativos a la construcción social de la adolescencia y la maternidad (Arias-Valencia, 2001; Castro, 2008; Gálvez et al., 2002; Rodríguez, 2012).

Conclusiones

Buscando profundizar en la comprensión de la ocurrencia e implicaciones del embarazo y la maternidad en la adolescencia, en los últimos diez años se han llevado a cabo estudios que, desde un enfoque constructivista, se han centrado en recoger las experiencias y los significados de las propias adolescentes. Todos ellos tienen en común que plantean un abordaje metodológico cualitativo, en muchos casos etnográfico, donde privilegian la voz de las adolescentes, ubicadas en un contexto socioeconómico y cultural específico.

Estos estudios parten de la premisa de que tanto la adolescencia como la maternidad son construcciones sociales, que se definen en la interacción del individuo con su contexto (familiar, socioeconómico, cultural), donde hechos como el embarazo adolescente adquieren significado y valor específico. En dichos contextos donde se construyen significados, se encuentran las normas de género que definen la identidad masculina y femenina, y con ellos la sexualidad o la maternidad.

Sin negar la existencia de problemas de diversa índole asociados al embarazo y a la maternidad en la adolescencia, no parten de la conceptualización del embarazo o maternidad adolescente como “problema”, sino que buscan recoger la interpretación y valoración que las adolescentes dan a dicho evento; lo cual implica, más que generalizar en un sentido u otro sobre dicho asunto, conocer las dimensiones problemáticas que identifican las mismas adolescentes en relación con su experiencia y expectativas. En este sentido, uno de los principales aportes de los estudios cualitativos, y en particular de la antropología social, al estudio del embarazo adolescente en la región, ha sido identificar entre las adolescentes a las que, marcadas por condiciones sociales específicas, expresan su voluntad o deseo de convertirse en madres a su edad. Le sigue preguntarse en qué condiciones la maternidad resulta ser una opción deseada para determinadas adolescentes o supone beneficios en relación con otras opciones de vida supuestamente generalizadas. Son preguntas que nos devuelven a las desigualdades estructurales que tienen lugar en los contextos donde las adolescentes experimentan un embarazo, deciden o las fuerzan a ser madres. Entre esas desigualdades son centrales las de género, atravesadas por la clase social o la identidad étnica o racial de las adolescentes.

Los hallazgos aportados por los estudios etnográficos sobre el embarazo en la adolescencia evidencian la necesidad de analizarlo en la vida de las adolescentes como resultado de una diversidad de condiciones socioeconómicas, culturales y de género. Así, el valor otorgado a la maternidad y su papel en la construcción de las identidades femeninas explicarían el poco impacto que tienen sobre algunas adolescentes iniciativas dirigidas a prevenir el embarazo adolescente, cuando no transforman las condiciones estructurales de desigualdad que las sostienen (Parker, 2001).

Referencias bibliográficas

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1 Utilizamos el término embarazo adolescente para hacer referencia al que ocurre entre los 14 y 19 años de la mujer.

2 En ellas fueron utilizados los siguientes criterios de búsqueda: Palabras clave o descriptores: Embarazo Adolescente, Maternidad Adolescente, Salud Sexual y Reproductiva Adolescentes, Fecundidad Adolescente (+ género; + antropología; + feminismo). Población: adolescencia en América Latina, adolescencia en Panamá, adolescente indígena y afrodescendiente. Periodo: 2000-2020. Idiomas: español e inglés.

3 A pesar de la generalización que implica hablar de una región marcada por tantas diversidades, lo cierto es que sí se pueden reconocer algunos patrones en los contextos, relaciones y significados del embarazo en la adolescencia que se desprenden de los estudios revisados sobre el tema en la región o en países específicos. Con base en esos patrones comunes es que se realiza la reflexión y contribuciones contenidas en este texto.

4 Tasa de fecundidad adolescente: nacimientos vivos de mujeres de 15-19 años por cada 1000 mujeres.

5 Conviene apuntar aquí que, si bien la mayoría de los estudios revisados refieren a la adolescencia tardía, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece desde los 14 a los 19 años, algunos, y en especial los estudios biomédicos, consideran diferentes determinantes e implicaciones en la salud entre las menores y mayores de 16 años. En ese tipo de estudios la edad sí resulta ser una variable que merece un estudio más específico.