LA FORMACIóN UNIVERSITARIA HíBRIDA: RETOS Y OPORTUNIDADES
HYBRID UNIVERSITY EDUCATION: CHALLENGES AND OPPORTUNITIES
Javier Damián Simón1
1 Se desempeña en la Universidad del Papaloapan como profesor
investigador adscrito al Departamento de Ciencias Empresariales
Maestría en Administración por la Universidad Autónoma de Guerrero,
México; Maestría en Ciencias de la Educación por el Instituto de
Estudios Universitarios, México y; Doctorante en Enseñanza Superior en
el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de
Morelos, México. Dirección electrónica: damian_ce@hotmail.com
Dirección para correspondencia
Resumen
Este ensayo tiene como objetivo principal abonar a la discusión sobre
las ventajas que los responsables de las políticas de Educación
Superior atribuyen a la formación universitaria híbrida que se está
impulsando en diversos sistemas educativos en muchos países; no
obstante, en los escasos estudios realizados sobre el tema, los
resultados obtenidos parecen contradecir en la práctica dichas
ventajas, pues este tipo de formación universitaria origina una falta
de identidad profesional entre los profesionales híbridos y una notable
ausencia de reconocimiento social de la profesión por parte del
conjunto de empleadores, ambas situaciones bien pudieran afectar la
rápida inserción de los egresados con formación híbrida al mercado del
trabajo. El ensayo pone énfasis en las características de la formación
universitaria híbrida y las situaciones que podrían enfrentar los
individuos que opten por este tipo de formación como un tema emergente
de investigación y análisis en la investigación educativa.
Palabras clave: EDUCACIóN SUPERIOR, CURRICULUM UNIVERSITARIO, FORMACIóN
HíBRIDA, IDENTIDAD PROFESIONAL
Abstract
This paper have main objective contribute to the discussion of the
advantages that those responsible for higher education policy
attributed to the hybrid university education, which is being promoted
in various educational systems in many countries, however, the few
studies conducted on the subject seem to contradict the results
obtained in practice. The hybrid university education leads to a lack
of career identity and a notable absence of social recognition of the
profession by the set of employers, both situations could well affect
the rapid integration of graduates to the labor market. The essay
emphasizes the characteristics of hybrid university education and the
situation confronting individuals opting for this type of training as
an emerging issue for research and analysis in educational research.
Key Words: HIGHER EDUCATION, UNIVERSITY CURRICULUM, HYBRID TRAINING,
PROFESSIONAL IDENTITY
Introducción
Los procesos de integración y globalización han originado cambios
notables en el contexto económico, social, educativo y laboral; en
cuanto a estos dos últimos cambios se afirma que las actuales formas y
sistemas de trabajo están demandando y exigiendo la formación de
cuadros que se caractericen por una elevada calidad en su formación
profesional. Todo apunta a que, como producto de proyectos educativos
impuestos a diversos países por organismos internacionales como una
estrategia para superar su rezago o atraso según un supuesto
diagnóstico, se afirme que el conjunto de empleadores requieren que los
egresados de las universidades posean una formación polivalente y
flexible (De Ibarrola, 2007); entendiéndose la polivalencia como la
adquisición y la utilización de los conocimientos, capacidades y
habilidades comunes a varias áreas afines con la versatilidad
suficiente para permitir la adaptación a nuevas tecnologías y la
transición ocupacional en nuevas formas de trabajo dentro del nivel de
competencia del profesionista, mientras que la flexibilidad se concibe
como la capacidad del individuo en la vida económica y en el mercado de
trabajo, de renunciar a sus hábitos y adaptarse a las nuevas
circunstancias.
Como respuesta a las exigencias del antes mencionado diagnóstico y
atendiendo a las recomendaciones de los responsables de la planeación
educativa nacional, en México varios subsistemas de Educación Superior
han emprendido una serie de transformaciones en la forma de llevar a
cabo sus procesos educativos rediseñando y revisando los mapas
curriculares, adecuando los perfiles profesionales y creando carreras
profesionales que articulan dos o más disciplinas para atender a
necesidades determinadas, lo que ha dado origen a la oferta de
programas educativos híbridos2 (DGEST, 2009; CGUTP, 2013; Barrón y
Gómez, 2004); no obstante, cabe aclarar que la creación e impulso de la
educación universitaria híbrida en la mayoría de las universidades ha
sido producto de una instrucción unilateral emanada desde sus
organismos centrales o rectores (Dirección General y/o Coordinación
General), pero sin la debida certeza de la existencia de demanda de
dichos profesionales al menos en el contexto local o micro en el cual
se insertan la mayoría de las universidades e instituciones de
educación superior en México.3 Como ejemplo de lo anterior, actualmente
en las profesiones referidas a disciplinas económico-administrativas
los Institutos Tecnológicos, a partir de agosto del año 2009, empezaron
a ofertar la carrera de Ingeniería en Gestión Empresarial, y en
septiembre del mismo año las Universidades Tecnológicas imparten la
Ingeniería en Innovación y Desarrollo Empresarial.
Si bien es cierto que los responsables de la política educativa en el
país al tratar de justificar la creación y el impulso de la oferta de
las carreras profesionales híbridas afirman que tienen como objetivo
“refuncionalizar” las profesiones hacia esquemas de mayor flexibilidad
que permitan a los graduados incorporarse con mayores ventajas y
facilidades al mercado laboral, pues este tipo de formación responde a
las demandas y exigencias de los nuevos esquemas de trabajo
caracterizados por la polivalencia, la multidisciplinariedad y la
interdisciplinariedad, también es cierto que en los escasos estudios
que se han efectuado a la fecha sobre las trayectorias laborales y
profesionales de los graduados universitarios híbridos, generalmente se
han encontrado obstáculos y problemas inherentes en este tipo de
carreras que dificultan la inserción laboral de los egresados con
formación híbrida (Jiménez, 2009), entre los que destacan el escaso
reconocimiento social de la profesión por parte de los empleadores y
una marcada ausencia de identidad profesional entre los individuos que
ostentan dicha formación profesional. Ambas situaciones hacen suponer
que la oferta de este tipo de formación universitaria no tiene un
fundamento sólido en cuanto a las necesidades de recursos humanos
híbridos que presenta el grueso de los demandantes del mercado de
trabajo.
Las características y la problemática que presentan las profesiones
universitarias híbridas y las dificultades que encuentran los egresados
con dicha formación en el proceso de inserción laboral deben
considerarse temas emergentes de investigación y discusión, pues dichas
temáticas “abre horizontes de análisis y nuevas interrogantes sobre los
procesos de desarrollo profesional, así como de las situaciones
sociales y laborales que viven los egresados al acceder al mercado de
trabajo” (Jiménez, 2009, p.56), interrogantes que, sin lugar a dudas,
merecen ser investigadas para tener un conocimiento más completo de la
situación que guardan las profesiones híbridas y, de esta forma,
demostrar los desatinos de ofertar este tipo de profesiones sin un
debido sustento de las necesidades reales del mercado de trabajo en
México.
De las situaciones anteriores se deriva el interés por escribir el
presente ensayo producto de la revisión de la escasa literatura
especializada sobre la temática de profesiones híbridas, cuyo objetivo
principal es generar el debate sobre los retos y oportunidades que
brindan las carreras universitarias híbridas como una nueva alternativa
de formación ante las carreras universitarias tradicionales; además,
actualmente y como producto de la formación doctoral estamos
desarrollando investigación sobre los factores que facilitan u
obstaculizan la inserción laboral de egresados de carreras
universitarias híbridas con la finalidad de generar conocimiento sobre
esta temática emergente de investigación. En el ensayo se hace una
breve descripción de las nuevas exigencias de formación universitaria,
la tipología de las profesiones, se conceptualiza y caracteriza a las
profesiones híbridas y se hace un análisis de sus ventajas y
desventajas.
1. La flexibilidad laboral y las nuevas exigencias en la formación
universitaria
Las nuevas formas de organización del trabajo actualmente se
caracterizan, según Rodríguez (1995), en tres aspectos básicos: 1)
integrar las tareas en lugar de dividirlas, es decir, la
especialización de la fuerza de trabajo ha pasado a un segundo plano;
2) otorgar a los trabajadores una mayor participación en cuanto a la
concepción, programación y la evaluación de sus propias tareas, vía la
productividad y la eficacia y 3) articular de manera más equilibrada
algunas actividades desarrolladas en áreas específicas de gestión con
la finalidad de trasladarlas al taller o a las líneas de producción4.
Se afirma que ante estas nuevas exigencias del mercado de trabajo
caracterizadas por una producción, tecnología y una organización
flexible, se hace necesaria una fuerza de trabajo flexible (Rodríguez,
1995). Estos cambios en el sistema de producción de los países
altamente industrializados apuntan hacia una política de gestión de la
mano de obra basada en la polivalencia, la flexibilidad y una mayor
cualificación, lo que lleva implícito la existencia de un correlato con
una nueva política educativa (Mungaray, 2001), que en los países
subdesarrollados es adoptada como una “recomendación” de organismos
internacionales y no porque efectivamente el grueso de las empresas
hayan cambiado sus formas de organización para el trabajo.
En el mismo orden de ideas, Celis y Gómez (2005) afirman que la
sociedad contemporánea se caracteriza por cuatro tendencias importantes
que están incidiendo y condicionando el diseño y la puesta en práctica
del currículum universitario en la formación de las generaciones de
graduados universitarios a fin de responder a las exigencias del
mercado de trabajo:
1. Cambios en los sistemas de trabajo, que para la producción de bienes
y servicios presentan exigencias de tipo técnico (conocimientos
especializados) y de tipo general (conocimientos interdisciplinarios),
situaciones que deben obligar a replantear la forma de diseñar el
currículo con la finalidad de que los egresados estén facultados para
afrontar el “alto grado de imprevisibilidad e indeterminación en la
evolución del mercado de trabajo, de ocupaciones y profesiones” (Celis
y Gómez, 2005, p. 3), de allí que en Europa se esté trabajando en el
proyecto Tunning, cuya finalidad es homologar las distintas formaciones
universitarias que tienen un tronco común, de acuerdo con las llamadas
competencias genéricas y las competencia técnicas; hay que reconocer
que en México existe un atraso en este sentido, por lo que bien podemos
cuestionar el desfase entre la formación universitaria y las exigencias
del mundo del trabajo.
2. Cambios en la forma de generación y apropiación de los
conocimientos, ya que la complejidad de los fenómenos que acontecen en
nuestro contexto exige la conformación de currículos en los que se
aborden temas complejos y transversales a varias disciplinas, que
permita a los graduados universitarios desarrollar la habilidad para
entender e interpretar de manera holística las situaciones que
acontecen en el entorno social, económico, profesional y laboral, es
decir, se demandan profesionales con una formación polivalente y
flexible5 (Chávez, 2001).
3. La aparición e impulso de las Tecnologías de la Información y de la
Comunicación están impactando en el diseño curricular, pues por medio
de ellas es posible flexibilizar los medios y oportunidades de
aprendizaje a un amplio sector de estudiantes, lo que conlleva cambios
en la forma de llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje y las
formas de evaluación de dicho proceso.
4. La sociedad moderna se caracteriza por asignar un alto valor a la
subjetividad y a la individualización, demandando la conformación de
programas e itinerarios de estudios personalizados según las
circunstancias e intereses particulares de los individuos, lo cual
exige el cambio de programas curriculares altamente estructurados e
inflexibles a nuevos esquemas de flexibilidad curricular que incluyan
la diversificación de los programas educativos y la formación continua,
que permitan a los estudiantes y egresados desarrollar la capacidad
para gestionar, modelar y orientar su carrera profesional. (van der
Klink, Boon y Schlusmans, 2007)
Ante este nuevo escenario laboral se debe entender el concepto de
cualificación no solamente como el conjunto de conocimientos y
habilidades técnico-profesionales específicas, sino que ahora se
incluyen determinados rasgos de personalidad, tales como la ductilidad
y la plasticidad, la predisposición a aprender constantemente, las
habilidades comunicativas, entre otras, que ahora se consideran
competencias básicas en el perfil del nuevo trabajador.
Al respecto, Teichler (1998) menciona que al examinar con detenimiento
las diversas propuestas formuladas en diversos países por el conjunto
de empleadores, los comités de especialistas que estudian el futuro de
la Educación Superior y la mayoría de los investigadores que analizan
las conexiones entre la Educación Superior y el trabajo, se concluye
que lo que se espera de los graduados universitarios es que sean
polifacéticos en capacidades genéricas que atraviesen diferentes
disciplinas y tengan nociones en campos de conocimiento que constituyen
la base de diversas capacidades profesionales, por ejemplo, las nuevas
tecnologías, en pocas palabras, se espera que la Educación Superior
provea, a quienes se forman en las aulas universitarias, de más
oportunidades de aprendizaje interdisciplinario que en el pasado.
Sin embargo, las propuestas anteriores han sido hechas por empleadores,
especialistas e investigadores en el contexto de países
industrializados y de la gran empresa, por lo que haríamos bien en
preguntarnos qué tan aplicables son dichas propuestas en países poco
industrializados y en el contexto de las pequeñas y medianas empresas
que son las que en su mayoría absorben o contratan a los egresados
universitarios (Damián y Arellano, 2009).
En ese sentido, Barrón (2005), al hacer una evaluación de los distintos
cambios curriculares en los estudios universitarios en el contexto
latinoamericano, menciona que a diferencia de la década anterior en la
que la formación de profesionales se regía por los avances
disciplinarios y por las exigencias del mercado de trabajo a partir de
una política nacionalista, en los últimos años imperan los principios
de eficiencia, eficacia y calidad, principios que se acuñan y surgen
desde el seno de la gran empresa y que sin un verdadero diagnóstico de
la situación que guarda la empresa latinoamericana han sido aceptados
en los sistemas educativos universitarios de la región, siendo
expresados en el ámbito curricular mediante la búsqueda de la
polivalencia, del dominio de estrategias cognitivas, de la aplicación
de herramientas conceptuales y metodológicas, del desarrollo de un
pensamiento anticipatorio y propositivo y de un sentido emprendedor.
De esta manera, se pretende garantizar la pertinencia de la formación
universitaria en relación con las exigencias y demandas de la
globalización y con las tendencias educativas emanadas y dictadas por
los organismos internacionales, pero que difícilmente se ajustan al
contexto de los países poco industrializados y en la pequeña y mediana
empresa; sin embargo, para justificar el impulso de la formación
universitaria híbrida los responsables de la política educativa
superior en países poco industrializados mencionan que se debe
reconocer que las características del contexto del mercado de trabajo y
las necesidades actuales de la sociedad han abonado terreno fértil para
el surgimiento de nuevas ocupaciones o de la adecuación de ocupaciones
tradicionales en otras como las híbridas, para responder a las nuevas
exigencias del mercado de trabajo.
2. Las ocupaciones y los nuevos yacimientos de empleo
Los cambios sociales y los avances tecnológicos están haciendo aparecer
nuevas necesidades y, por ende, la creación de nuevas ocupaciones y
obligando a algunas profesiones tradicionales a replantearse su futuro.
Los estudiosos del tema mencionan que a la par de estos cambios se ha
detectado un cierto agotamiento de algunas profesiones tradicionales
que necesitan reinventarse para continuar generando oportunidades de
trabajo; así, para el año 1993 la Unión Europea (UE) ya reconocía que
había una serie de sectores emergentes en la economía que iban a ser
decisivos en la creación de empleos (Porta 22, 2008), a estas nuevas
oportunidades de trabajo se les bautizó como los Nuevos Yacimientos de
Empleo (NYE), siendo ejemplo de estos la atención a personas, la mejora
de la calidad de vida, la cultura y el ocio, el medioambiente, la
logística, las ciencias de la vida y la biotecnología (De la torre,
2002).
Los NYE o filones de ocupación se refieren según el Libro Blanco de la
Unión Europea, a aquellas actividades laborales que satisfacen nuevas
necesidades sociales (Delors, 1993). Para Jiménez, Barreiro y Sánchez
(1998) son aquellas actividades destinadas a satisfacer nuevas
necesidades sociales que actualmente se configuran como mercados
incompletos, sean intensivas en empleo y tengan un ámbito de
producción/prestación definido en el territorio. En cuanto a los NYE,
actualmente se han llegado a formular tres categorías de ocupaciones de
interés: en primer lugar, se definieron las Ocupaciones Nuevas, es
decir, aquellas ocupaciones que hace unos años no existían; en segundo
lugar se ubican las Ocupaciones en Transformación, o sea, aquellas que
aunque mantienen su nombre "tradicional” en los últimos años se han
transformado considerablemente, incorporando nuevos contenidos y
funciones y que consecuentemente requieren de los trabajadores nuevos
conocimientos y competencias, y la tercera categoría agrupa a las
llamadas Ocupaciones Emergentes, ocupaciones especialmente demandadas
por el mercado de trabajo, porque representan respuestas a necesidades
emergentes de las personas y las empresas.
Por nueva ocupación debemos entender no solo las profesiones que han
aparecido en los últimos años, sino también aquellas ocupaciones
tradicionales que se han transformado y requieren nuevas competencias,
habilidades y conocimientos para su desempeño. Por ejemplo, una
profesión tradicional como la de ingeniero industrial actualmente
desarrolla nuevas actividades, pues además de supervisar los trabajos
en la línea de producción, requiere saber administrar personal,
negociar en el proceso de ventas, entre otros, lo que exigirá que se
adquieran nuevas competencias (Ruiz, 1998; García y Romero 2011).
Las nuevas ocupaciones también son consideradas como salidas laborales
que pueden adoptarse a lo largo de toda la carrera. El concepto de
nueva profesión ha sido objeto de un análisis muy riguroso de lo cual
se ha obtenido una definición sintética basada en el binomio de nueva
ocupación y nueva oportunidad de empleo. Por nueva ocupación se hace
referencia no solo a lo que es estrictamente nuevo, sino también al
resultado de un proceso de transformación que afecta al mundo laboral
en su conjunto y a nuestra sociedad y economía.
En este sentido, la nueva ocupación supone la idea de cambio: en
algunos casos las nuevas ocupaciones sustituyen a las antiguas, en
otros casos, representan su evolución. Tanto en el primer caso como en
el segundo, el cambio exige preparación, capacitación y orientación de
las personas trabajadoras, a las que se les requieren nuevas
competencias, conocimientos y habilidades (Martín y Palma, 2002);
situaciones que llevan implícitas las carreras profesionales híbridas.
Es difícil confeccionar una lista exhaustiva y cerrada de factores que
determinan o propician la aparición de nuevas ocupaciones en el sentido
arriba comentado, por ejemplo, se ha evidenciado que las nuevas
ocupaciones requieren una capacitación no exclusiva y puramente técnica
sino relacionada con ciertas competencias personales, de éstas la
polivalencia, adaptabilidad, flexibilidad, trabajo en equipo y
creatividad son algunas de las competencias más destacables de los
profesionales del conocimiento (Porta22, 2008).
Finalmente, hay que destacar, de manera muy puntual, que dentro del
grupo de las nuevas ocupaciones han surgido las denominadas profesiones
híbridas, que están formando a profesionales que tienen una formación
de expertos en dos o más campos de conocimiento y que utilizan sus
habilidades para ejercer una ocupación que se desarrolla en la frontera
entre dos o más disciplinas con características que abordamos en el
siguiente apartado.
3. La formación universitaria híbrida: antecedentes, finalidades y
características
Desde la óptica de los responsables de la planeación educativa de nivel
superior, la necesidad de reestructurar la oferta de Educación Superior
e impulsar los programas de naturaleza híbrida obedece a tres factores
importantes: 1) una mayor flexibilidad, adaptabilidad y pertinencia en
las ofertas de formación profesional que permita responder al contexto
de una realidad ocupacional caracterizada por cambios rápidos y
continuos en los requerimientos de calificación laboral y en las
oportunidades de trabajo; 2) la imprevisibilidad, la indeterminación,
la capacidad de aprendizaje y formación continua, son los nuevos
términos que caracterizan el mundo del trabajo en la sociedad actual,
términos a los cuales la educación deberá responder (Dahrendorf, 1986),
y 3) el surgimiento de nuevas formas y tendencias de organización,
diferenciación, generación y apropiación del conocimiento.
Según Jiménez (2009), una profesión híbrida es aquella que se
caracteriza porque su “plan de estudios se diseñó a partir de la
convergencia de dos disciplinas reconocidas”, lo que lleva implícito
que cada una de las disciplinas que se mezclan para dar paso a la
hibridación poseen una clara y específica delimitación de su campo de
actuación6; de igual manera utiliza el término de profesión
interdisciplinaria para explicitar qué es una profesión en la que los
“conceptos y métodos de dos disciplinas se articulan y subsumen en un
objeto común y en una problemática determinada” (p. 59).
Ante las supuestas nuevas demandas de flexibilidad laboral que dice
exigir el sector de empleadores, los responsables de la planeación
educativa atribuyen varias finalidades a las profesiones híbridas,
finalidades que son presentadas en forma de ventajas o beneficios para
los individuos que opten por cursar este tipo de formación, entre los
cuales destacan el que el individuo pueda desempeñarse en más de dos
áreas de trabajo y que su inserción laboral sea más pronta que aquel
que tiene una formación universitaria tradicional (Holguín, 2011).
Nosotros consideramos que es arriesgado afirmar lo anterior y que
resulta necesario efectuar diagnósticos e investigación diversa a fin
de comprobar la veracidad o el cumplimiento de estas ventajas y
beneficios, pues todo parece indicar en los escasos estudios efectuados
sobre la temática que las supuestas ventajas deben ser puestas en tela
de juicio, pues no se han encontrado evidencias suficientes sobre su
cumplimiento (Jiménez, 2009; Damián, 2012a).
En cuanto a las características de la formación universitaria híbrida
Páez (2009), de manera irónica afirma que los profesionales híbridos se
encuentran en una zona de ambigüedad profesional, ya que se mueven en
un continuum entre las fronteras de las disciplinas que articulan sin
una delimitación marcada de su actuación profesional, es decir,
coloquialmente “no son de aquí ni de allá”, situación que en algunos
casos representa un obstáculo para lograr una rápida inserción laboral
(Damián, 2012b).
En consonancia con lo anterior, si la formación profesional híbrida se
caracteriza por la polifuncionalidad, multidisciplinariedad y la
transdisciplinariedad es fácil llegar a pensar que la hibridación en
una profesión es un concepto utópico pues los términos especialización
(propio de una carrera tradicional) y el término generalización (propio
de una carrera híbrida) son incompatibles. A partir de lo anterior,
Sáez (2007) describe tres características muy particulares de la
formación híbrida que se describen a continuación:
1. El campo de actuación de un profesionista híbrido es más difícil que
el de un profesional especialista, empezando porque la hibridación es
una categoría indefinida, pues a diferencia del profesional
especialista, el profesional híbrido en sus inicios no sabe qué
conocimientos o trabajos cubre ni con qué intensidad7.
2. El profesional especialista elige un campo de conocimientos y de
trabajo específico o reducido y se adapta a él tratando siempre de
llegar a saber todo lo que pueda saber o al menos lo que necesite; en
lo referido a la complejidad se limita a la complejidad técnica del
campo elegido. En contraste, el profesional híbrido lleva implícito una
misión más amplia al no limitarse a dominar un campo especializado,
pues sabe que esos problemas los resuelven los especialistas, es decir,
deberá convencerse a sí mismo que su participación será de gran
utilidad en la solución de problemas importantes que requieran de
enfoques más complejos y multidisciplinarios.
3. No obstante que se afirme que este tipo de formación rompe con el
paradigma de la especialización, el objetivo de una formación híbrida
no es dejar de ser especialista en algo, pero se tiene que ser menos
especialista que los muchos especialistas, aunque lo suficiente como
para tener un diálogo fluido y operativo con los especialistas. Ante
esta situación es fácil entender que para el profesional híbrido no
existe un punto determinado entre el “mucho de nada o poco de mucho”,
sino, más bien, el punto que cada individuo quiera o esté capacitado
para alcanzar entre suficiente y básico de algo y, suficiente y básico
de varias cosas más8.
En resumen, los aspectos tratados anteriormente y los resultados
obtenidos en los escasos estudios sobre el tema muestran que una
profesión universitaria híbrida se caracteriza por carecer de
reconocimiento social y legitimidad histórica lo que trae consigo la
ausencia de una identidad profesional en el imaginario del egresado y
que se concretiza en el desconcierto y la incertidumbre profesional
respecto a los roles y las funciones a cumplir tanto de los egresados
universitarios como del conjunto de empleadores (Jiménez, 2009; Páez,
2009; Damián, 2013); además, en los hechos todo parece indicar que las
supuestas ventajas atribuidas a la formación universitaria híbrida en
el sentido de que facilitan la rápida inserción laboral de los
egresados, deben ser cuestionadas o puestas en tela de juicio pues no
existen evidencias suficientes ni contundentes para afirmar lo
anterior. Así, puesto que los conceptos de reconocimiento social e
identidad profesional son considerados como variables que pueden
intervenir tanto positiva o negativamente en la inserción laboral de
los egresados híbridos, en el siguiente apartado se abordan con mayor
detalle.
4. La identidad profesional y el reconocimiento social de las
profesiones híbridas
En el contexto actual del mercado de trabajo las nuevas carreras son
cada vez más fragmentadas, por lo que aquello que se llaman biografías
de trayectorias laborales (patch-work) se tornan cada más difíciles de
construir e interpretar. Bajo una forma individual y un entendimiento
subjetivo de la carrera profesional resulta necesario preguntarse cómo
los individuos dan sentido a sus carreras, a sus historias personales y
a las capacidades, actitudes y creencias que han adquirido (Arnold y
Jackson, 1997; citado por Jenschke 2004); lo anterior reviste
importancia, pues uno de los factores que contribuyen a la diligencia
en la búsqueda del primer empleo lo es sin duda el que el egresado
tenga plena conciencia del papel que jugará en el entramado del campo
profesional, de allí que algunos enfoques sugieran que durante su
formación profesional los individuos no solo deben preocuparse por
adquirir capacidades propias de la carrera universitaria, sino de
construir una identidad de la carrera (Miejers, 1998).
En la elección y desarrollo del trabajo se debe considerar el concepto
personal y otorgar al individuo una identidad social significativa que
le permita desempeñarse productivamente dentro de la comunidad y, por
lo tanto, convertirse en un ser autosuficiente, exitoso, satisfecho,
estable y sano en el plano personal (Savickas, 2000; citado por
Jenschke 2004). El que un individuo se asuma con una identidad
profesional propia es importante para su inserción laboral, pues
algunos modelos de base individual, que explican la relación
universidad-mercado de trabajo, tales como la teoría
cognitivo-transaccional, la teoría cognitivo-conductual y la teoría de
la disonancia, afirman que en el proceso de inserción laboral el sujeto
es el principal responsable y que, por lo tanto, su activa
participación es clave en el éxito de este proceso; de igual manera,
los modelos integrales como el Modelo Vitamina suelen fundamentarse en
el supuesto de que a la hora de analizar la inserción y los logros en
el trabajo de un individuo se relacionan aspectos individuales y
contextuales mismos que juegan un papel crucial en la inserción
laboral. Por razones de espacio solo aludimos a dichos modelos, pero
invitamos al lector a remitirse a ellos a fin de captar con mayor
profundidad la relación trina entre la identidad profesional, los
aspectos individuales y contextuales del recién egresado y el proceso
de inserción laboral.
Con la finalidad de entender cómo la ausencia de una identidad
profesional en los graduados de carreras híbridas es una limitante para
su inserción laboral; a continuación hacemos un breve abordaje teórico
sobre este tema. Para ávila y Cortés (2007), la identidad profesional
es “aquella representación que se crea alrededor de un campo específico
de labor el cual se reconoce en la sociedad, y entre un grupo de
individuos que se identifican como miembros del mismo, cuya
característica es compartir dicha representación social de la profesión
y su sentido de pertenencia” (p. 54).
Para Hatum y Rivarola (2007), la identidad profesional es el “conjunto
de hábitos que una persona ha desarrollado en el ámbito de su trabajo y
la potencial proyección de otros para cultivar en el futuro” (p. 27).
De los conceptos anteriores se concluye que en la identidad profesional
se encuentran implícitas algunas variables entre las cuales figuran un
cierto grado de pertenencia a determinado grupo, es decir, el individuo
se identifica a sí mismo como profesionista en un campo de actuación
delimitado y específico, con un alto nivel de habilitación en la
profesión y con respaldo y reconocimiento institucional; además, se
encuentra implícito el reconocimiento social, concepto que supone que
en el imaginario social de los empleadores y de la sociedad en general
existe una idea clara y definida de lo que implica pertenecer a
determinada profesión, situación que, como se puede entender, por lo
tratado hasta este momento está ausente en las formaciones
universitarias de carácter híbrido.
En otras palabras, la identidad profesional implica una verdadera
negociación entre la persona que posee la formación disciplinar y su
entorno a través de un complejo proceso comunicacional basado en la
calidad de las relaciones con los demás (Soto, 2008). Desde la
perspectiva de Berger y Luckmann (2001), la socialización es el proceso
por el cual el individuo se construye y desarrolla en tanto sujeto de
la sociedad de la que forma parte; así, la socialización profesional
que se lleva a cabo a través de intercambios diarios con distintos
sujetos que desarrollan funciones específicas y particulares de su
campo profesional, lleva a los nuevos profesionales a construir valores
y significados como producto de las acciones concretas que realizan en
distintos lugares, contextos y situaciones de la vida, empezando a
pensarse como profesionista y a tomar una posición respecto a su misión
y función social. En el ámbito profesional, la socialización permite
entender cómo los individuos llegan a asumir posiciones profesionales
en un campo ocupacional determinado, aliarse con otros individuos que
desempeñan funciones similares y marcar los límites respecto a otras
figuras profesionales, consolidándose así su estatus y constitución
social.
La identidad profesional se conforma a través de tres componentes
principales que se entretejen entre sí: 1) el reconocimiento tanto
social como al interior del grupo profesional de las funciones y del
lugar que ocupa el profesionista en la sociedad; 2) el manejo del campo
disciplinario que el individuo hace en su categoría de experto, a la
par de la sujeción a los lineamientos éticos que marcan su desempeño
laboral y que permean los ámbitos de su vida y 3) se construye a través
de un proceso de formación establecido y regulado por la comunidad de
pares, quienes establecen criterios para el desempeño profesional y por
el medio social que establece criterios acerca de la labor profesional.
De acuerdo con las características de las profesiones híbridas que
enumera Sáez (2007), estas carecen del reconocimiento social, los que
son formados en ellas difícilmente manejan un campo como expertos y no
existen criterios para regular la actuación profesional, por lo que
esto explica la gran dificultad para que los que cursan programas
universitarios híbridos desarrollen su identidad profesional.
La importancia de poseer una identidad profesional radica en que a
través de esta el egresado universitario puede identificar cuáles son
sus preferencias profesionales para el desarrollo de carrera, y al
conocer dichas preferencias puede trabajar para afinar las competencias
adecuadas y desarrollar esas preferencias en talentos y habilidades
valoradas en el mercado de trabajo. De allí la importancia de que los
individuos al cursar y terminar una carrera universitaria sean capaces
de contestar a dos preguntas: ¿qué significa trabajar en y para mi
vida? y ¿qué es lo que quiero decir a los demás a través de mi trabajo?
(Meijers, 1998). La respuesta a la primera pregunta se refiere al
imaginario personal del sujeto, es decir, a la propia percepción de sí
mismo como profesional que lo relaciona con su trabajo, es decir su
identidad profesional.
A través de la segunda pregunta generalmente responderá al imaginario
social o colectivo que la sociedad y en particular el grupo de
empleadores tiene sobre las habilidades, competencias y valores que
resultan de interés para la organización y que se constituyen en la
capacidad de determinar la dirección de la vida laboral.
Por todo lo anterior, se entiende que tener una identidad profesional
implica pertenecer a cierto grupo, identificarse a sí mismo como
profesionista en un campo de actuación específico con un alto nivel de
habilitación profesional y contar con el respaldo y reconocimiento
institucional; además, supone la existencia del reconocimiento social
en el imaginario colectivo existiendo una idea clara y definida de lo
que implica pertenecer a esa profesión.
En el pasado y en las carreras universitarias llamadas tradicionales el
proceso de formación de la identidad profesional solía venir
gradualmente en el proceso de socialización, pues al momento de elegir
una carrera el individuo ya estaba familiarizado con una parte de la
rama profesional (Wifer 1987; citado por Meijers 1998), por ejemplo,
cuando un individuo decidía estudiar la carrera de medicina, leyes o
contabilidad, sin lugar a dudas ya contaba con un referente de lo que
implicaba dicha carrera así como de las principales actividades de su
actuación profesional. Sin embargo, ahora que la correlación entre la
formación universitaria y las funciones de la empresa se han vuelto
menos claras y definidas, es difícil encontrar modelos de carreras que
ayuden a obtener una imagen clara de las posibilidades profesionales
que favorezcan la conformación de una identidad profesional.
En la actualidad, las formas de organización del trabajo que se
fundamentan en la primacía del sujeto individual por sobre las
pertenencias colectivas, donde lo central es la realización personal en
un contexto de fuerte competencia, se reflejan la alta vulnerabilidad
de las identidades profesionales contemporáneas y, en ese sentido, una
situación de crisis identitaria permanente (Dubar, 2002). A partir de
lo anterior se explica la razón por la cual las profesiones híbridas
presentan una falta de claridad acerca de los campos de desempeño
laboral e indefinición en el perfil del sujeto como profesional, lo
que, sin lugar a dudas, lejos de beneficiar contribuye a dificultar la
formación de la identidad profesional y, por ende, de su inserción
laboral. De allí que se afirme que la oferta de profesiones híbridas se
ha efectuado dentro de la lógica del desarrollo global, aún cuando
todavía la demanda de estos cuadros profesionales en el contexto local
no aparezcan claras en el imaginario social donde se insertan (De
Ibarrola, 2007).
Los estudios realizados a la fecha han concluido que los individuos que
estudian profesiones emergentes presentan grandes dificultades para
conformar su identidad profesional al menos por tres razones (Meijers,
1998; Dubar, 2002; Jenschke, 2004):
a. No existe en el imaginario social (empleadores/sociedad) una
representación de la labor del profesionista en el área híbrida, lo que
supone la inexistencia de un marco de referencia que puede originar dos
situaciones: que el graduado vaya asimilando algún modelo de profesión
que antecedió a su formación emergente y que con el tiempo vincule su
práctica profesional a una carrera tradicional con pleno reconocimiento
en el imaginario social (lo que desvirtuaría el objetivo de la
formación híbrida) y que sufra una transformación gradual ocupando
mucho tiempo para crear por medio de su desempeño laboral dentro del
campo tradicional su propio espacio de actuación y por ende, su
situación identitaria.
b. Al no existir un marco de referencia práctico, la preparación
profesional híbrida del individuo es mayoritariamente teórica, misma
que tiene sus bases en las metas, necesidades y exigencias que los
responsables de la planeación educativa nacional dicen haber detectado
en un proceso de diagnóstico en los mercados laborales; sin embargo, lo
anterior no implica la existencia de una percepción de necesidad por
parte del colectivo social al que debe responder el profesionista,
situación bastante notoria en el ámbito micro.
c. Al no existir profesionistas en el área híbrida, por ser un área
emergente o en transformación, los docentes que participan en la
formación de los alumnos de una carrera híbrida generalmente pertenecen
a otro campo disciplinar, o no están lo suficientemente preparados en
el área originado un sesgo en el proceso de formación y haciendo una
interpretación indecisa del campo profesional. En otras palabras, los
alumnos que estudian una profesión híbrida carecen de un referente
externo del profesional en la disciplina a la que van a dedicarse.
Situación bastante grave si se tiene en cuenta que la identidad
profesional empieza a gestarse desde el ámbito de las aulas
universitarias.
Ante las situaciones antes descritas, se entiende que uno de los
condicionamientos del sistema escolar en el contexto de la
globalización es la falta de un sustrato cultural para las profesiones
híbridas ocasionado por la ausencia de gremios profesionales que
alimenten el contenido e identidad de dichas profesiones o carreras;
aunque se justifiquen de manera escrita la necesidad de las profesiones
híbridas en la realidad no existen puestos laborales claramente
identificados en el mercado de trabajo, no hay profesores debidamente
formados en estas nuevas disciplinas, ni manuales ni libros de texto
que aborden los contenidos híbridos. Aunado a lo anterior en algunas
investigaciones se ha encontrado que cuando los egresados con formación
híbrida buscan insertarse por primera vez en el campo laboral,
difícilmente en las entrevistas pueden dar razones de cuáles son las
áreas de su formación en las que son especialistas conformándose con
decir que “saben un poquito de todo”, lo que ocasiona que los
reclutadores consideren que los solicitantes de empleo no tienen
conocimiento del papel que deben desempeñar en el entramado del mundo
del trabajo (Damián, 2013).
Otra variable que influye en la inserción laboral de los egresados
híbridos lo constituye el reconocimiento social de la profesión; para
que una carrera o profesión adquiera un estatus propio es necesario
luchar afanosamente para que toda la función y servicio técnico sea
atendido por personas bien capacitadas profesionalmente (Hernández,
1996), el reconocimiento por parte de la colectividad de la importancia
del servicio prestado por los profesionales se constituye en su
principal fuente de prestigio9. El reconocimiento de su pericia por
parte de la sociedad le confiere al profesionista cierta autoridad que
rebasa su ámbito especializado de competencia. El prestigio está
asociado, fundamentalmente, tanto a la utilidad social de la profesión
como a la imposibilidad de que la ejerzan personas no calificadas para
ello. Esta exclusividad del ejercicio hace del profesional un ser
indispensable para la sociedad, de allí surge el reconocimiento social
de la profesión (Caso y Calonge, 2001).
Si bien es cierto que para lograr el reconocimiento social intervienen
varios elementos, Juárez (1993) menciona que para que una profesión sea
oficialmente reconocida y aceptada en sus objetivos, funciones,
actividades, tareas y áreas con identidad propia debe reunir, por lo
menos, tres condiciones: tener un reconocimiento oficial del campo de
su saber que pueda ser transmitida y certificada, contar con un área de
actividad definida y legitimada por la comunidad científica y, tener un
código ético que regule el ejercicio de la profesión. Al pasar por este
tamiz a las profesiones híbridas queda en evidencia su falta de
reconocimiento social, pues no poseen una actividad definida o
específica, más bien -como ya se ha comentado- se pierden en la
ambigüedad o en las fronteras de las disciplinas que les dieron origen;
no tienen una comunidad científica, agrupaciones, asociaciones o
colegios de profesionistas que aglutinen a estos profesionistas para
que legitimen a la profesión y, por lo tanto, no existen códigos o
reglamentos que emanen de dichas comunidades o asociaciones que
permitan regular la actuación profesional de este tipo de profesionales.
Sobre la problemática del escaso reconocimiento social de las
profesiones híbridas, De Ibarrola (2007), al hacer un análisis sobre
las nuevas ofertas educativas en el nivel superior en México afirma que
el sistema escolar ha orientado a los jóvenes a nuevos tipos de trabajo
y profesiones diseñando y ofertando una gran variedad de profesiones
interdisciplinarias; no obstante, esta intención de cambio no ha sido
el resultado de un desarrollo armónico entre el sistema educativo y el
productivo, más bien, ha sido producto de decisiones políticas de
distintos proyectos que han sido impuestos por organismos
internacionales como respuesta a un supuesto diagnóstico del
subdesarrollo o del atraso de nuestro país. Lo anterior evidencia una
marcada contradicción entre el contexto internacional y el local, entre
la globalización y la situación del desarrollo local de los países poco
industrializados; sin embargo, a pesar de lo anterior los responsables
de las políticas de Educación Superior en dichos países siguen
atendiendo a las exigencias de la globalización diseñando e
implementando políticas y proyectos educativos encaminados a preparar a
los alumnos a fin de que desarrollen conocimientos, habilidades y
destrezas que deben caracterizar a un egresado universitario de clase
mundial para lo cual se impulsan las carreras universitarias
emergentes, híbridas o multidisciplinarias ofertándolas sin tomar en
cuenta las necesidades muy particulares de cada región en la que se
insertan las universidades.
Ante lo anterior, es necesario que los investigadores de la educación
cuestionemos a los planeadores educativos al servicio de los organismos
internacionales acerca de que si en el ámbito local caracterizado por
una incipiente industria, dicha formación híbrida es o no una exigencia
de la dinámica de trabajo de las micro, pequeñas y medianas empresas,
pues de no ser así esto originaría que no quede claro para los
empleadores ni para los egresados híbridos cuál es su campo de
actuación profesional y su desempeño laboral, dónde encontrarán trabajo
o en qué forma las acciones productivas locales podrán responder a las
supuestas ventajas atribuidas a la formación híbrida misma que, en
algunos casos, a nivel micro o en el ámbito local resultan en buena
medida opuestos a las lógicas de acumulación de capital que dan
sustento a la nueva organización del trabajo de la gran empresa.
5. A manera de cierre
Los programas universitarios híbridos se caracterizan por presentar una
ambivalencia traducida en oportunidades y retos, pues desde la óptica
institucional se afirma que estos responden a los nuevos esquemas y
formas de organización del trabajo y que, por lo tanto, ofrecen a los
individuos mayores ventajas u oportunidades para insertarse en el
mercado laboral, mientras que los críticos señalan las debilidades y
retos que encierra la formación híbrida traducidos en una escasa
identidad profesional del graduado universitario y la ausencia de
reconocimiento social de este tipo de profesiones por parte de los
empleadores lo que bien puede representar un obstáculo para la rápida
inserción laboral de este tipo de profesionales.
La ambivalencia anterior coloca en la mesa de discusión las ventajas y
desventajas atribuidas a la formación universitaria híbrida haciendo
emerger interesantes interrogantes sobre el tema, por lo que es
necesario que los investigadores interesados en esta temática indaguen
tomando como eje central a este tipo de carreras universitarias y
generen conocimientos o teorías que ayuden a zanjar la cuestión o el
debate que han originado este tipo de formación en los países poco
industrializados.
Notas y Citas
2 Tal es el caso de la Licenciatura en Agrobiología que oferta la
Universidad Autónoma de Tlaxcala, México, en la cual se articulan los
conocimientos de la Licenciatura en Biología y la Ingeniería en
Agronomía.
3 Por ejemplo las carreras de Técnico Superior Universitario ofertadas
en las Universidades Tecnológicas desde 1991, donde según las
autoridades educativas como resultado de un análisis detallado de las
necesidades de las empresas resultaban necesarias, sin embargo a 22
años de ofertarse no han podido ubicarse en la tipología de los niveles
jerárquicos de la estructura ocupacional de las empresas o su demanda
no fue tan real como mencionó el supuesto diagnóstico (Villa y Flores,
2002).
4 Ruiz (1998), muestra cómo los ingenieros industriales, ante los
cambios en el mercado de trabajo, asumen funciones de gestión que antes
desempeñaban otros especialistas (administradores), proporcionando
evidencias de las nuevas exigencias de flexibilidad y polivalencia de
los trabajadores.
5 La Polivalencia será la adquisición y utilización de los
conocimientos, capacidades y habilidades comunes a varias áreas afines,
con la versatilidad suficiente para permitir la adaptación a nuevas
tecnologías y la transición ocupacional en nuevas formas de trabajo
dentro del nivel de competencia del profesionista.
6 Se dice que una disciplina o profesión es reconocida cuando goza de
la aceptación del conjunto de empleadores y de la sociedad misma por su
alto grado de especialización, característica que presentan las
denominadas profesiones o carreras tradicionales.
7 Situación similar en México viven los egresados de Técnico Superior
Universitario de las Universidades Tecnológicas, quienes reciben una
preparación para ocupar puestos de mandos medios que se ubican entre el
técnico bachiller y el profesional con licenciatura; sin embargo, su
campo de actuación resulta muy ambiguo por lo que los egresados, en su
afán por tratar de explicar su ubicación laboral, recurren a la
ilustración de un sándwich, donde el pan de arriba representa a los
puestos que requieren de una licenciatura, el pan de abajo a los
puestos que requieren de una formación tecnológica de nivel
bachillerato y ellos como TSU son representados por el jamón (Ruiz,
2007).
8 La definición del terreno de actuación del profesional híbrido
dependerá de sus propios intereses, pues desde su formación académica
deberá elegir aquellas parcelas de otras disciplinas complementarias
que deberá insertar en la dinámica que quiera dar a su trayectoria
profesional-laboral.
9 Por reconocimiento social nos referimos a la valoración que entre los
diversos estratos socioeconómicos tienen determinadas profesiones. Esto
incluye tanto la valoración social de la palabra del profesional (el
reconocimiento de la autoridad profesional y/o intelectual) como la
aceptación de ciertas profesiones en determinados círculos sociales
(Bobadilla y Torres, 2002).
Referencias
ávila, José y Cortés, Jorge. (2007). La construcción de las identidades
profesionales a través de la educación superior. Cognición, 1(9),
52-62. Mendoza, Argentina. Instituto Latinoamericano de Investigación
Educativa.
Barrón, Concepción y Gómez, José. (2004). Las nuevas profesiones en las
instituciones de educación superior. En ángeles Valle y Guadalupe
Barajas (coords.), Las profesiones en México frente al mercado de
trabajo: los retos de la formación (pp. 47-94). México: CESU-UNAM.
Barrón, Concepción. (2005). Formación de profesionales y política
educativa en la década de los noventa. Perfiles Educativos, XXVII(108),
45-69.
Berger, Peter y Luckmann, Thomas. (2001). La construcción social de la
realidad. Buenos Aires. Amorrortu editores.
Bobadilla, Percy y Torres, Carlos. (2002). ¿... y si no es tu vocación?
Mecanismos de elección profesional y la opción por la sociología en
estudiantes de la PUCP. Avances de investigación. Debates en
sociología, (27), 95-129. Facultad de Ciencias Sociales. Pontifica
Universidad Católica del Perú. pp.
Caso, Elisa y Calonge, Sary. (2001). Conocimiento Social y Sentido
Común. Caracas: Fondo editorial de Humanidades y Educación. Universidad
de Venezuela.
Celis, Jorge y Gómez, Víctor. (2005). Factores de innovación curricular
y académica en la educación superior. Revista electrónica de la Red de
Investigación Educativa, 1(2), 1-16.
Coordinación General de Universidades Tecnológicas y Politécnicas -
CGUTP. (2013). Metodología de Diseño y Actualización Curricular.
Recuperado de
http://sistemas.cgut.sep.gob.mx/Areas/CoordAcademica/SubProgramasEducativos/index.php
Chávez, Paulina. (2001). Flexibilidad en el mercado laboral: orígenes y
concepto. Revista Aportes, VI(17), 57-74.
Dahrendorf, Ralph. (1986). La flexibilidad del mercado de trabajo.
Madrid, España: Ed. OCDE, Col. Informes OCDE, Editada en español por el
MTSS.
Damián, Javier y Arellano, Lluvia. (2009). Calidad profesional del
Técnico Superior Universitario en Administración. Una visión de
graduados y de empleadores. Revista Actualidades Investigativas en
Educación, 8(3), 001-030. Recuperado de
http://revista.inie.ucr.ac.cr/uploads/tx_magazine/tecnic.pdf
Damián, Javier. (2012a). Inserción laboral de egresados universitarios
híbridos en el Estado de Oaxaca. Trabajo presentado en el IV Coloquio
Internacional “Las humanidades y el humanismo en la Universidad
Pública” y I Simposium de Investigación Educativa “Educación y
humanidades”. BUAP, Marzo, Puebla, Puebla.
Damián, Javier. (2012b). Egresados universitarios híbridos: identidad
profesional y reconocimiento social. Trabajo presentado en el I
Congreso Internacional de Investigación y Ciencias Educativas y II
Congreso Regional de Didáctica de las Ciencias. UNACAR, Mayo, Cd. del
Carmen, Campeche.
Damián, Javier. (2013). La identidad profesional en jóvenes con
formación universitaria híbrida. Trabajo presentado en el I Foro
Cruzando puentes. Desafíos para la igualdad, la no violencia y la
educación. UATLAX, Octubre, Tlaxcala, Tlax.
De Ibarrola, María. (2007). Formación escolar para el trabajo:
posibilidades y límites. Experiencias y enseñanzas del caso mexicano.
En María De Ibarrola (edit.), Nuevas tendencias de la formación escolar
para el trabajo. Montevideo: OIT/Cinterfor
De la Torre, Isabel. (2002). Nuevas profesiones para el servicio a la
sociedad. España: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Delors, Jacques. (1993). Crecimiento, competitividad y empleo. Retos y
pistas en el siglo XXI. Bruselas: Comisión de la Comunidad Europea.
Dirección General de Educación Superior Tecnológica. DGEST. (2009).
Modelo educativo para el siglo XXI. Formación y desarrollo de
competencias profesionales. Recuperado de
http://www.snit.mx/director-general/modelo-educativo-para-el-siglo-xxi-formacion-y-desarrollo-de-competencias-profesionales-dp2
Dubar, Claude. (2002). La crisis de las identidades. La interpretación
de una mutación. España: Bellaterra.
García, Jorge y Romero, Jaime. (2011). Valoración subjetiva de los
atributos que los ingenieros consideran requerir para ocupar puestos
administrativos. Un estudio en empresas maquiladoras de Ciudad Juárez.
Revista Mexicana de Investigación Educativa, 16(48), 195-219.
Hatum, Andrés y Rivarola, Rodolfo. (2007). La carrera profesional:
navegando entre sus dilemas. Buenos Aires: Granica.
Hernández, María. (1996). ética y ejercicio profesional en el Trabajo
Social. Una revisión teórica, propositiva, de cara al nuevo milenio. En
Nelia Tello Peón (comp.), Rediseñando el futuro: retos que exigen
nuevas respuestas (pp. 151-164). México: Plaza y Valdés editores.
Holguin, Carlos. (2011). Carreras híbridas, cambiando el paradigma de
la especialización. Revista UNIVERCITIES, 1(4), 3-4.
Jenschke, Bernhard. (2004). Orientación para la carrera. Desafíos para
el nuevo siglo bajo una perspectiva internacional I. Orientación y
Sociedad, 4, 13-24.
Jiménez, Mariela. (2009b). Trayectorias laborales y movilidad de los
biólogos agropecuarios de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Perfiles
educativos, 31(126), 56-79.
Jiménez Eduard, Barreiro Fernando y Sánchez Joan. (1998). Los nuevos
yacimientos de empleo. Barcelona: Fundación CIREM.
Juárez, Miguel. (1993). El trabajo social. ¿Una nueva lectura? En
Miguel Juárez (ed.), Trabajo Social e Investigación. Temas y
perspectivas (pp. 17-32). Madrid: Universidad Pontificia Comillas.
Van der Klink, Marcel, Boon, Jo y Schlusmans, Kathleen. (2007).
Competencias y formación profesional superior: presente y futuro.
Revista Europea de Formación Profesional, 1(40), 74-91.
Martín, José y Palma, Luis (eds). (2002). Evaluación de Nuevos
Yacimientos de Empleo en Sevilla. Un análisis de casos. Sevilla:
Universidad de Sevilla.
Meijers, Frans. (1998). The development of a career identity.
International Journal for the Advancement of Counselling, (20),
191-207. Netherlands.
Mungaray, Alejandro. (2001). La educación superior y el mercado de
trabajo. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 3(1), 1-12.
Páez, Maricela. (2011). La intervención educativa como profesión
emergente. (Tesis de Doctorado en Educación). Instituto Tecnológico y
de Estudios Superiores de Occidente. México.
Porta22. (2014). Conoce los sectores económicos con futuro. Recuperado
de http://w27.bcn.cat/porta22/es/sectors/sectors.do
Rodríguez, Jorge. (1995). Exigencias educativas de la producción
flexible. En Jorge Rodríguez et al. (coord.), Volver a pensar la
educación (pp. 371-385). Madrid, España: Ediciones Morata.
Ruiz, Estela. (1998). La era pos-industrial y la formación de
ingenieros. Perfiles Educativos, 20(80), 58-79.
Ruiz, Estela. (2007). Desempeño y reconocimiento laboral del Técnico
con elevada formación escolarizada. Revista de la Educación Superior,
XXXVI(141), 7-21
Sáez, Fernando. (2007). Necesitamos ingenieros sociotécnicos.
Conferencia presentada en el Seminario La ingeniería ante las Ciencias
Sociales y las Humanidades. Recuperado de
http://www.gsi.dit.upm.es/~fsaez/OtrosArticulos/otro_articulo_13.html
Soto, álvaro. (2008). Flexibilidad y nuevas formas de identidad
profesional. En álvaro Soto (editor), Flexibilidad laboral y
subjetividades: hacia una comprensión psicosocial del empleo
contemporáneo (pp. 155-176). Santiago de Chile: LOM Ediciones;
Universidad Alberto Hurtado.
Teichler, Ulrich. (1998). Las Exigencias del Mundo del Trabajo.
Conferencia Mundial sobre la Educación Superior. París, Francia: UNESCO.
Villa, Lorenza y Flores, Pedro. (2002). Las universidades tecnológicas
en el espejo de los institutos universitarios de tecnología franceses.
Revista Mexicana de Investigación Educativa, 7(14), 17-49.
Correspondencia a:
Javier Damián Simón. Se desempeña en la Universidad del Papaloapan como profesor
investigador adscrito al Departamento de Ciencias Empresariales
Maestría en Administración por la Universidad Autónoma de Guerrero,
México; Maestría en Ciencias de la Educación por el Instituto de
Estudios Universitarios, México y; Doctorante en Enseñanza Superior en
el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de
Morelos, México. Dirección electrónica: damian_ce@hotmail.com
Ensayo recibido: 28 de octubre, 2013 Devuelto para corrección: 3 de
abril, 2014 Aprobado: 15 de mayo, 2014