Abordaje interdisciplinario del tabaquismo en la consulta odontológica: Aplicación de técnicas de intervención psicológicas

 

Interdisciplinary Approach to Smoking in Dental Practice: Psychological Intervention Techniques Application

 

Alejandro José Amaíz Flores DDS¹; Miguel Ángel Flores Barrios MSc²

 

1. Odontólogo General, Especialista en Odontología Operatoria y Estética Universidad Central de Venezuela (U.C.V), con convalidación de títulos extranjeros en la Universidad de Costa Rica, Costa Rica.Pasantía de Periodoncia en la Universidad de Costa Rica, Costa Rica.

2. Psicólogo clínico, Universidad Central de Venezuela (U.C.V.), con convalidación de título extranjero en la Universidad de Costa Rica, Costa Rica. MSc en Psicología Industrial y Organizacional de la Universidad Latina de Costa Rica, Costa Rica.

 

Autor para correspondencia: Dr. Alejandro José Amaíz Flores - alejandro.amaiz@gmail.com

Recibido: 14-V-2017 Aceptado: 23-V-2017 Publicado Online First: 30-V-2017

DOI: http://dx.doi.org/10.15517/ijds.v0i0.29115

 

RESUMEN

 

Actualmente, en la comunidad odontológica existe confusión y duda sobre la extensión de la responsabilidad del profesional en la intervención y prevención del tabaquismo, lo cual se podría atribuir, en gran medida, al desconocimiento al respecto. Sin embargo, el odontólogo tiene el compromiso de participar activamente en esta adicción como parte del tratamiento bucodental. Por lo tanto, este artículo presenta una revisión actualizada de la literatura internacional relacionada con el tabaquismo desde la perspectiva de la consulta odontológica, enfocada al empleo de estrategias psicológicas para ofrecer un abordaje interdisciplinario, donde se enmarca el rol del odontólogo y su equipo de trabajo. De esta forma, la psicología de la salud ofrece diversas técnicas de intervención que resultan altamente efectivas para reducir o eliminar el tabaquismo, a saber: entrevista motivacional, exposición con prevención de respuesta, control de estímulos, entrenamiento en solución de problemas, terapia cognitivo-conductual, entrenamiento progresivo en reducción de la ansiedad y el estrés, entrenamiento en habilidades sociales, manejo de la ira y la agresividad, manejo de contingencias, autocontrol, técnicas de estimulación aversiva, técnica de reducción gradual de ingestión de nicotina y alquitrán (RGINA), terapia de pareja y familiar para atender situaciones de conflictos en relaciones interpersonales y terapia grupal.

 

PALABRAS CLAVE

 

Tabaquismo; Odontología; Técnicas de intervención psicológicas; Interdisciplinariedad.

 

ABSTRACT

 

Currently, in the dental community there is confusion and doubt about the extent of professional responsibility in the intervention and prevention of smoking, which could be attributed, to a large extent, to lack of knowledge about it. However, the dentist is committed to actively participate in this addiction as part of oral treatment. Therefore, this article presents an updated review of the international literature related to smoking from the perspective of dental consultation, focused on the use of psychological strategies to offer an interdisciplinary approach, which frames the role of the dentist and his team. In this way, health psychology offers several intervention techniques that are highly effective in reducing or eliminating smoking, namely: motivational interviewing, response prevention, stimulus control, problem solving training, cognitive-behavioral, progressive training in anxiety and stress reduction, social skills training, anger management and aggressiveness, contingency management, self-control, aversive stimulation techniques, gradual reduction technique of nicotine and tar consumption (RGINA), couple and family therapy to deal with conflict situations in interpersonal relationships and group therapy.

 

KEYWORDS

 

Psychological intervention techniques; Dentistry; Smoking habits; Interdisciplinarity.

 

Introducción

 

Los efectos adversos del tabaquismo sobre la salud han sido documentados durante años; actualmente existe evidencia suficiente para establecer una relación causal entre el tabaquismo y varias entidades, condiciones, enfermedades o discapacidades, a saber: cáncer, patología ocular, problemas del aparato reproductor, patología pulmonar, cardiopatías, patología ósea, padecimientos gástricos, enfermedades bucodentales, patología cutánea y afecciones del sistema nervioso, entre otras (1). No obstante, el cese del consumo de tabaco continúa con una progresión lenta y poco alentadora a nivel mundial (2). Por lo tanto, los profesionales de la salud, específicamente los odontólogos, deben destinar esfuerzos en ser eficaces en la reducción o erradicación del tabaquismo (3), siendo un recurso en gran medida inexplorado para proporcionar asesoramiento a los pacientes que consumen tabaco (4).

 

Sin embargo, generalmente dicho profesional no posee un conocimiento sólido sobre las terapias psicológicas y farmacológicas que se pueden emplear para el tratamiento y prevención del tabaquismo en el ámbito odontológico (5). Asimismo, cabe destacar que alrededor de la mitad de las escuelas de odontología no contemplan esta temática en los pensum de estudios, además son pocos los programas de higiene y cuidado bucodental vigentes dirigidos a la intervención del tabaco en la consulta odontológica (6,7), lo cual representa un obstáculo importarte a solucionar.

 

De esta forma, el objetivo de este artículo es realizar una revisión de la literatura con el fin de ofrecerle al odontólogo recursos efectivos para el abordaje interdisciplinario del tabaquismo en la población que asiste a la consulta odontológica. Asimismo, se pretende ofrecer una propuesta con los métodos y las técnicas de intervención psicológica que pueden aplicar los odontólogos en dichos pacientes para el cese del tabaquismo, logrando así una atención integral de los mismos, identificando también la necesidad de referencia en los casos en que se requiera la participación directa del profesional de salud mental. Además, con este artículo se pretende fomentar el conocimiento en el gremio odontológico acerca del tabaquismo.

 

Por lo tanto, resulta importante resaltar el rol que desempeñan los odontólogos en la detección y la atención de los fumadores, así como la valiosa oportunidad que poseen de implementar métodos de asesoramiento y terapias farmacológica acordes a cada paciente, duplicando la probabilidad de que un fumador que desea abandonar el tabaco lo consiga (8). De esta forma, durante los últimos años ha crecido el reconocimiento del papel del equipo odontológico en el cese y la prevención del tabaquismo, con programas psicológicos destinados a tal fin (1,2).

 

El tabaquismo requiere un abordaje integral por parte de todos los integrantes del equipo que conforman los servicios de salud (9); donde, el odontólogo tiene la responsabilidad de participar e intervenir en esta adicción como parte del tratamiento bucodental, con el conocimiento básico sobre la utilidad de las estrategias de intervención psicológicas, todo ello en beneficio de la calidad de servicio y bienestar de los pacientes (10), justamente ahí radica la importancia de este artículo.

 

Desarrollo

 

El tabaquismo se define como la intoxicación producida por el abuso del tabaco o cigarrillo, por lo cual no es adecuado usarlo para referirse simplemente al consumo de mismo; por lo cual, el tabaquismo representa un trastorno o estado patológico producido por un exceso de nicotina (11). Asimismo, se establece que el tabaquismo es una condición médica de carácter crónico y se le clasifica entre las enfermedades psiquiátricas (12); donde la ventaja de abordar al tabaquismo como una enfermedad crónica, estriba en que al asumir el problema como un comportamiento sintomático a largo plazo, permite entender de manera más clara las recaídas y el reinicio del tratamiento. Del mismo modo, al definir al tabaquismo como un problema de salud pública en la perspectiva de los trastornos del comportamiento y a la luz de las evidencias disponibles, se conceptualiza como un proceso potencialmente prevenible, cuyo impacto en la sociedad puede ser modificado mediante acciones diversas y articuladas (1).

 

No obstante, conceptualizar al tabaquismo como un ‘‘hábito’’ supone abstraerse de otros componentes cruciales que le caracterizan, siendo una expresión políticamente aceptable que se ha empleado para sustituir a otra menos ofensiva o peyorativa, como ‘‘adicción’’; lo cual, pretende brindarle un carácter inofensivo que desorienta, evade o evita hacer consciente al público de la realidad expresada por la relación directa entre mortalidad, discapacidad, enfermedad y tabaquismo (13). Por lo tanto, en la actualidad el tabaquismo se denomina como una enfermedad adictiva crónica que evoluciona con recaídas, siendo la nicotina, la sustancia responsable de la adicción, actuando sobre el sistema nervioso central y periférico del individuo, la cual se caracteriza por conductas compulsivas y repetitivas, donde el afectado no puede parar su consumo aun sabiendo el daño que le causa, convirtiéndose así en un problema de salud pública; en la mayoría de los casos, se observa el síndrome de abstinencia, en el cual aparecen síntomas de disconformidad cuando se disminuye o se cesa el consumo (8).

 

Epidemiológicamente, el tabaquismo es la causa más común de muerte prevenible; a nivel mundial, se reporta que la mitad de todos los fumadores habituales mueren por tal motivo, estadísticamente se calcula una tasa de muerte anual alrededor de 6 millones de personas en todo el planeta, de las cuales más de 5 millones son consumidores del producto (fumador activo) y más de 600 mil son no fumadores expuestos al humo de tabaco (fumador pasivo), donde dicho humo contiene más de 4000 productos químicos, siendo nocivos al menos 250 y más de 50 pueden causan cáncer (8), pudiendo así generar el 75% de las muertes por cáncer oral o faríngeo (7).

 

En el siglo XX, el tabaco causó 100 millones de muertes (3), en países como Francia, según informes del año 2000, el 32% de los varones y el 25% de las mujeres, consumieron regularmente más de un cigarrillo al día, en comparación a datos del año 1991, donde la prevalencia del tabaquismo disminuyó un 11% (14). De esta forma, el tabaquismo representa una de las principales amenazas de salud pública mundial (3), toda vez que epidemiológicamente, alrededor del 80% de los mil millones de fumadores que hay en el mundo viven en países de ingresos bajos o medios. No obstante, aunque el 70% de estos fumadores desean dejar de fumar en dichos países, sólo el 3% por año lo logran (8).

 

Por otra parte, resulta necesario conocer las razones o causas asociadas al inicio del consumo de tabaco para prevenir y actuar de manera eficaz y oportuna ante esta adicción; donde, su etiología está determinada no solo por las características inherentes a la nicotina, sino por variables personales y del entorno (15). Por lo tanto, la etiología del tabaquismo suele ser multifactorial (16), donde intervienen una serie de elementos, entre ellos: biológicos (predisposición genética), psicológicos (personalidad vulnerable), sociales (modelos identificatorios, presión social), económicos y políticos (8, 16).

 

Resulta importante destacar el factor biológico que ejerce la nicotina en el organismo, al crear una activación artificial con un aumento notable en los niveles de dopamina (neurotransmisor) en el núcleo acumbens del cerebro, el cual es considerado como un centro del placer, donde el aumento en la concentración de dopamina en esta zona cerebral, explica la estimulación para repetir conductas, con un gran impacto motivacional (1,17). Asimismo, una determinada variación genética en la subunidad del receptor de nicotina, puede incrementar al doble las probabilidades de desarrollar dependencia al tabaco, con una mayor vulnerabilidad al desarrollo del cáncer de pulmón y enfermedad arterial periférica (18), donde dicha dependencia se puede expresar de acuerdo al ambiente en donde se desenvuelve el individuo y a las experiencias individuales específicas (19).

 

Asimismo, el factor social abarca el contexto de amistades en conjunción con la familia, el cual representa un desencadenante en el consumo de tabaco, particularmente en adolescentes y personas jóvenes, debido a que ambos entornos de interacción significan el marco de mayor influencia que reciben las personas a lo largo de su vida. En ambos espacios tiene lugar la evolución psico-emocional de los individuos y son modeladas la totalidad de los repertorios de conducta, incluyendo aquellos comportamientos relacionados a la preservación o afectación de la salud. Por lo tanto, se consideran determinantes importantes del consumo tabáquico: los patrones de consumo de tabaco por parte de familiares o amigos, vínculos familiares débiles, limitaciones en las habilidades sociales, red de apoyo poco establecida, tolerancia familiar al consumo, escasos ingresos económicos acompañados de un nivel académico inferior, limitado monitoreo en las actividades adolescentes y un alta influencia del entorno de las amistades con muy bajo control parental. Tal como se ha referido previamente, los factores socio – familiares suelen acompañar (aunque no se haya determinado aún una relación causal consistente) al consumo crónico de tabaco (20,21).

 

En este sentido, también se destacan los factores relacionados con la intención de fumar (la edad, el género, las actitudes y algunos patrones de utilización del tiempo libre), aunado a los factores relacionados con el consumo propiamente, tales como: la presión social, el modelaje recibido por parte de familiares, la práctica de deporte en el tiempo libre o la disponibilidad de dinero, siendo elementos predisponentes que pueden incidir en la experimentación, el posterior consumo frecuente y la perpetuación del tabaquismo (22). El diferente perfil entre géneros, amplía el análisis y muestra que los factores que influyen tanto en los hombres como en las mujeres son distintos, lo que refuerza la necesidad de analizar estos dos grupos por separado, apuntando a que la variable sexo pudiese tener una carga explicativa diferenciadora (15). Asimismo, la ingesta de alcohol y otras sustancias (heroína, cocaína, cannabis, entre otras) es otra variable social asociada al consumo de tabaco, las cuales son actividades fuertemente relacionadas (23), donde diversos estudios demuestran que las tasas de prevalencia de tabaquismo en la población que abusa de estas sustancias suelen ser más elevadas que en la población general (70-80% de los usuarios de drogas son fumadores activos de tabaco); sin embargo, poseen igual oportunidad para cesar el tabaquismo; siendo importante modificar las opiniones retrógradas que sustentan que las personas con trastornos de farmacodependencia son incapaces de dejar al tabaco (24).

 

Igualmente, existe la correlación existente entre el tabaquismo y la salud mental; evidencia de ello es que en grupos mixtos (mujeres y hombres) que consumen tabaco, los síntomas ansiosos-depresivos suelen presentar una alta incidencia (25). Asimismo, estudios han reportado que aunque empíricamente existan argumentos no concluyentes sobre la relación causal (directa/positiva) entre determinantes psicológicos y el consumo de tabaco, se ha podido constatar cómo la dependencia crónica a dicha sustancia (más de 10 años) ocasiona sintomatología física, lo cual desencadena percepciones negativas sobre la calidad de vida, al igual que preocupaciones recurrentes sobre el bienestar físico (26). Por lo tanto, el consumo de tabaco y la vulnerabilidad psicológica que es propia de los episodios o síntomas depresivos, son reseñados de forma cada vez más frecuente en estudios transversales que se han realizado en América Latina, específicamente en México. En ocasiones, las personas que presentan comorbilidad ansioso-depresiva (mixta) racionalizan el consumo, debido a que consideran que de esa forma logran mitigar el estado de distonía afectiva (27).

 

Resulta importante señalar, que la adicción al tabaco es un proceso, desde su inicio hasta su consolidación, donde convertirse en fumador empieza antes de que el individuo experimente con el tabaco, de hecho inicia cuando cognitivamente existe una predisposición a fumar (28); por lo cual resulta indispensable que el profesional que actúa para controlar o eliminar su consumo conozca cada una de las etapas o fases de este proceso, a saber: precontemplación, contemplación, iniciación, experimentación, consumo regular, mantenimiento y abandono; cabe destacar que dicho proceso no es de dirección única, dado que puede retroceder y comenzar de nuevo. De acuerdo a lo anterior, la iniciación y el mantenimiento del tabaquismo son situaciones complejas, en las cuales también participan variables de carácter nacional, determinadas por la legislación vigente y la publicidad permitida en cada país, donde se destacan promociones en: vallas, revistas, patrocinio de espectáculos y eventos deportivos o de personajes fumadores que aparecen en el cine o la televisión (23). De hecho, múltiples estudios señalan a la publicidad del tabaco como responsable de alentar a los individuos a que empiecen a fumar (28). Por ende, se debe plantear una estrategia educomunicativa, para fomentar la promoción de estilos de vida saludables (16).

 

En la actualidad, la mayoría de los odontólogos, independientemente de su país de origen, tienen una actitud positiva para participar activamente en el control y motivación de sus pacientes para cesar el consumo de tabaco (5). No obstante, en la comunidad odontológica existe confusión y duda sobre la extensión de la responsabilidad del profesional y su equipo de trabajo en la intervención del tabaquismo, lo cual se podría atribuir al inadecuado conocimiento para realizar la intervención y la falta de confianza en sus capacidades para ayudar a sus pacientes y ofrecer consejería de prevención (29). Sin embargo, los odontólogos no deben adoptar una actitud pasiva e indiferente ante esta adicción, debido a que se encuentran obligados a velar por el bienestar e integridad de sus pacientes, por lo que en todo momento tienen que intervenir ante el tabaquismo, por un compromiso ético y moral. Además, los odontólogos pueden generar una gran diferencia en el tratamiento del tabaquismo, debido a varias variables: 1) la posibilidad de observar con regularidad a los pacientes fumadores, 2) reconocen e identifican el efecto y las manifestaciones del tabaco sobre la salud bucodental y 3) tienen la oportunidad de motivar al paciente, intervenir psicológicamente y/o medicarlo (30).

 

Estadísticamente, más de la mitad de los fumadores adultos y casi tres cuartos de los adolescentes realizan su control odontológico una vez al año, donde más del 40% de dichos odontólogos no preguntan rutinariamente sobre el uso del tabaco; de igual manera, el 60% de los profesionales no interviene en el cese o reducción progresiva del tabaco en sus pacientes fumadores (7). De esta forma, sólo el 35% de los odontólogos le proporcionan consejos a sus pacientes fumadores en la visita anual (1), siendo cifras bajas y poco representativas para esta adicción. Asimismo, Warnakulasuriya, en el 2002, realizó un estudio donde los resultados sugieren que los odontólogos no les comunican adecuadamente a sus pacientes la importancia de dejar de fumar, existiendo la viabilidad y pertinencia dentro de sus prácticas odontológicas (31).

 

Por lo tanto, el desafío consiste en capacitar e incentivar al equipo odontológico para desempeñar un papel eficaz en la creación de comunidades y personas libres de tabaco, a través de la participación activa en la acción comunitaria, política y en el asesoramiento de los pacientes (32), con énfasis en la prevención en niños y adolescentes, con mensajes positivos antitabaco, apoyo profesional y el suministro de información acerca de los efectos dañinos del tabaco en el organismo (7). Además, se sugiere que todos los pacientes sean consultados acerca de su relación con el tabaco, con el objetivo de determinar su condición de fumador, fumador pasivo, ex-fumador o no fumador, lo cual permite emitir recomendaciones adaptadas para cada caso, brindar ayuda práctica y planificar estrategias futuras (10).

 

De esta forma, la Academia Americana de Periodontología establece que la terapia de cesación tabáquica se debe incluir entre los parámetros del cuidado periodontal como parte del tratamiento; de hecho, se ha reportado alrededor del 41% de abandono del cigarrillo alcanzado por los consejos dados por los periodoncistas (6); por otra parte, el reporte de salud bucal en América también anima a los odontólogos a ser más activos en la cesación tabáquica, incorporando terapias farmacológicas y técnicas psicológicas en el tratamiento bucodental (33), donde la combinación de las mismas, resulta más eficaz que los tratamientos aplicados de forma individual (34).

 

No obstante, la adopción de este tipo de actividades o prácticas ha sido lenta, siendo necesario desarrollar nuevos métodos para alentar la adopción, implementación y mantenimiento de las intervenciones ante el tabaco en la atención odontológica (4); donde, los principales obstáculos que impiden la participación activa del odontólogo en esta terapéutica son: el desconocimiento o ignorancia al respecto, la falta de tiempo durante las consultas y la poca remuneración en términos del procedimiento. Sin embargo, cabe destacar que las consultas para dejar de fumar no debe ser un aspecto adicional a la consulta odontológica, por lo cual se debe planificar para tal fin y otorgarle el tiempo que se estipule necesario a cada cita para garantizar un porcentaje mayor de éxito (5). Además, el mayor obstáculo a solventar por parte del propio personal de salud es dejar de fumar en caso de que lo hiciere, siendo un acto simbólico y ejemplificante, lo cual aumenta el interés del profesional en proporcionar apoyo y crear conciencia a sus pacientes fumadores (24).

 

De acuerdo a lo anterior, el tabaquismo puede ser difícil de tratar por las propiedades inherentes a la sustancia adictiva (nicotina) y a los múltiples factores que actúan simultáneamente sobre el fumador; por lo cual, el abordaje y el tratamiento debe ser holístico y enfocado a una enfermedad adictiva crónica vulnerable a recidivas (6), donde la nicotina afecta las emociones y la química del cerebro, causando efectos mentales y emocionales que inciden negativamente en la cesación, a saber: depresión, tristeza o aflicción, sentimiento de pérdida, frustración, impaciencia, enojo, ansiedad, irritabilidad, problemas de concentración, intranquilidad o aburrimiento. De esta forma, la dependencia emocional hace difícil dejar el consumo de tabaco; sin embargo, los síntomas físicos y los cambios emocionales se van superando progresivamente con el tiempo. Además, existe una amplia gama de servicios de orientación, educación y apoyo, materiales de autoayuda, terapias y programas específicos para superar dichos síntomas (35).

 

Por lo tanto, las directrices sobre el tratamiento de la dependencia del tabaco publicadas por el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos de Norteamérica, proporcionan métodos prácticos para el personal odontológico. Igualmente, las medidas MPOWER, establecidas por la Organización Mundial de la Salud, comprenden una serie de actividades dirigidas a tal fin (considerando sus siglas en inglés): Monitor, vigilar el consumo de tabaco y las políticas de prevención; Protect, proteger a la población del humo de tabaco; Offer, ofrecer ayuda para dejar el tabaco; Warn, advertir de los peligros del tabaco; Enforce, hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio del tabaco; Raise, aumentar los impuestos al tabaco (8). Asimismo, el método de las 5 A’s es una guía para que todos los profesionales de la salud promuevan que sus pacientes fumadores abandonen la adicción, a saber: Averigüe (Identificar y documentar el estatus de uso de productos de tabaco en cada paciente), Aconseje dejar de fumar, Apoye la motivación, Ayude en el intento (ofrecer tratamientos oportunos a los fumadores) y Arregle o agende una próxima cita (36-38).

 

De esta forma, dentro de la intervención para el abandono del tabaco el odontólogo debe brindar consejos cortos, serios, personalizados y rutinarios (34), considerando que las pautas para ofrecer recomendaciones en la consulta odontológica, son: 1) Preguntarle al paciente o al representante del mismo, si es fumador, 2) Aconsejarle dejar de fumar, en forma clara y concisa, y 3) Si el paciente desea dejar de fumar, deberá ser tratado por el mismo profesional entrenado al respecto o deberá ser referido a un servicio de cesación (39). Por lo tanto, los odontólogos deben interrogar a todos sus pacientes sobre el consumo de tabaco, haciendo énfasis en el tiempo de duración con la adicción y en el promedio de cigarrillos fumados al día. Además, se debe valorar el grado de motivación que posee el paciente para abandonar la adicción; donde, la motivación para dejar de fumar puede variar considerablemente y ser modificada de manera notable de acuerdo a las circunstancias, especialmente si el fumador recibe la información adecuada de su médico u odontólogo (40).

 

Por otra parte, la Secretaría de Salud y la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA) aprobó varios productos farmacológicos para la cesación tabáquica, dentro de la Terapia Sustitutiva con Nicotina (TSN), a saber: chicles o goma de mascar, parches, spray nasal, inhaladores, tabletas sublinguales y orales. Además, también incluyó medicamentos de segunda línea, como: el nortiptiline y el clonidine. Igualmente, dentro de esta terapia también se puede indicar: vareniclina, medicamentos antidepresivos (el bupropión), antagonistas opioides, bloqueadores de los receptores endocanabinoides e inmunomoduladores (34). Asimismo, resulta importante destacar que el cigarrillo electrónico como método alternativo para dejar de fumar debe ser reconsiderado; diversas organizaciones, como la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, sugieren regular el cigarrillo electrónico (41), debido a que este dificulta el cese total y favorece la bidireccionalidad en el consumo entre el cigarrillo convencional y el electrónico (consumo dual), por lo cual no se puede considerar como un coadyuvante inocuo hasta que no se consolide evidencia consistente que lo corrobore, aunado a una regulación que garantice su calidad, eficacia y seguridad (42).

 

Independientemente del tratamiento de cesación empleado, son diversos los factores que pueden determinar la recaída y la reincidencia en el consumo de tabaco. De esta forma, se puede intervenir con estrategias para afrontar las posibles situaciones de riesgo y controlar los cambios emocionales, aunque existen algunos factores, como los sociodemográficos, que son difícilmente modificables. Alrededor del 50-75% de los fumadores que han seguido un programa de tratamiento recaen al año; por lo tanto, las reincidencias son parte del proceso de dejar de fumar y son pocos los que se logran mantener abstinentes al cabo de un año. En consecuencia la recaída va a ser un condicionante importante para lograr disminuir significativamente la prevalencia de fumadores; donde se ha observado que es más factible dejar de fumar y permanecer abstinente si el fumador cuenta con una buena red de soporte social general y terapia psicológica de contención (43); lo cual, reafirma la necesidad de que se realice un tratamiento sistémico que integre la acción profesional desde diversas perspectivas, entre ellas la odontológica (mejora funcional y estética bucodental), la psicológica (técnicas psicoterapéuticas) y la psiquiátrica (psicofármacos estabilizadores del humor), para que así se pueda incrementar significativamente el éxito de las políticas desplegadas para la promoción de la salud (27).

 

En el marco de un abordaje interdisciplinario del tabaquismo, es menester afirmar que los tratamientos psicológicos constituyen un recurso de intervención de especial relevancia para atender debidamente la adicción a la nicotina, a través del despliegue de estrategias profesionales como los procedimientos de la entrevista motivacional, el modelo de los estadios de cambio, la prevención de recaídas y los numerosos programas multicomponentes, donde resulta importante considerar todas las conductas, desencadenantes psicosociales, historia de vida y factores facilitadores en el contexto, para así desarrollar un abordaje global (24).

 

La psicología de la salud, se encuentra muy vinculada con el tabaquismo y ciertos trastornos asociados a la ansiedad, depresión y el abuso de sustancias; por lo tanto, la comorbilidad psicopatológica representa un aporte de gran importancia en términos de diseñar modelos tanto predictivos como de prevención que permitan en los próximos años delinear tratamientos más eficaces, en virtud de que claramente la concurrencia de sintomatología psicológica y consumo de tabaco, son aspectos que se refuerzan negativamente entre sí, ocasionando un compromiso mayor de los niveles de bienestar o salud de las personas (44).

 

Algunos de los mecanismos asistenciales de los que dispone la ciencia psicológica, para desplegar ante los casos de personas que presentan consumo de tabaco, en un esquema de atención profesional conjunta con los odontólogos, se enmarcan en el enfoque de la psicología de la salud, para lo cual Becoña (2004) y Oblitas (2010) plantean el siguiente esquema de abordaje (45,46):

Múltiples estudios han demostrado que los mejores programas para superar la dependencia psicológica, social y gestual del tabaco incluyen orientación individual (presencial/telefónica) y/o en grupo (fumadores anónimos); con un promedio de 8 citas presenciales o reforzamiento y apoyo telefónico con un mínimo de 6 llamadas por semana (34), donde existe una relación estrecha entre la frecuencia, el tiempo de duración de la orientación (intensidad) y la tasa de éxito, en la cual mientras más intenso sea el programa, mayor es la probabilidad de éxito. Por lo tanto, se sugiere un plan de acción que comprenda: citas de al menos 15 o 30 minutos, con una cantidad mínima de cuatro sesiones y una duración mínima de dos semanas (15 días) (35).

 

A continuación se presentan una serie de técnicas de abordaje terapéutico que han demostrado alta efectividad según el trabajo desarrollado por Becoña y Oblitas, en la intervención del consumo de tabaco, bajo el enfoque de la psicología de la salud. Las mismas pueden ser empleadas por profesionales debidamente entrenados por un psicólogo o desplegadas directamente por este último en coordinación con el odontólogo y su equipo (asistentes, técnicos dentales, personal auxiliar, entre otros), a saber (45-47):

Conclusiones

En la actualidad, el tabaquismo se debe entender como una enfermedad adictiva crónica que evoluciona con recaídas, siendo la nicotina, la sustancia responsable de la adicción, convirtiéndolo en un problema de salud pública mundial, constituyendo así una de las principales causas de comorbilidad.

 

La etiología multifactorial del consumo de tabaco refiere el aval para que se diseñen protocolos asistenciales conjuntos entre los profesionales de la salud. Justamente ahí, radica el rol preponderante del odontólogo en el abordaje e intervención del tabaquismo, entendiendo la odontología como una disciplina que tiene una gran oportunidad para apoyar las iniciativas de prevención y promoción de bienestar, que suponen la reducción gradual o el cese total del consumo de tabaco, a través de la incorporación de técnicas de intervención psicológicas, que podrían significar una importante contribución a la atención integral de los pacientes; siendo también valioso que el equipo odontológico tenga conocimiento sobre cuáles casos ameritan ser referidos de forma oportuna con un psicólogo o psiquiatra para evaluar debidamente la progresión de determinadas señales de alerta o alteraciones, redundando así en una prestación de servicio más efectivo.

 

De esta forma, la psicología de la salud ofrece diversas técnicas de intervención que resultan altamente efectivas para reducir o eliminar el tabaquismo, a saber: entrevista motivacional, exposición con prevención de respuesta, control de estímulos, entrenamiento en solución de problemas, terapia cognitivo-conductual, entrenamiento progresivo en reducción de la ansiedad y el estrés, entrenamiento en habilidades sociales, manejo de la ira y la agresividad, manejo de contingencias, autocontrol, técnicas de estimulación aversiva, técnica de reducción gradual de ingestión de nicotina y alquitrán (RGINA), terapia de pareja y familiar para atender situaciones de conflictos en relaciones interpersonales y terapia grupal.

 

La comprensión del ser humano como ente biopsicosocioespiritual, amerita que se conciba la labor asistencial, como una vía de interacción de diversas disciplinas que conjuntamente conviven para generar un beneficio coadyuvante en la remisión de todo aquello que afecta el bienestar de las personas, razón por la cual se destacan los factores convergentes entre la odontología y la psicología como áreas de conocimiento aplicado al servicio de la sociedad, específicamente en la disminución o cese del consumo de tabaco.

 

Recomendaciones

 

Con el fin de contribuir activamente en la reducción y el control del consumo de tabaco se sugiere que los profesionales de la salud, incluyendo a los odontólogos, lleven a cabo las siguientes pautas de acción (48):

Referencias

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  5. Villarroel, M., A. Bascones-Martínez, E. Pérez, y D. Lauritano. 2009. “Conocimiento y actitud del odontólogo frente al manejo del tabaquismo: estudio comparativo entre España, Italia y Venezuela”. Avances en Odontología 25 (4): 209-213.
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  7. Tomar, S. 2001. “Dentistry's role in tobacco control”. [Electronic version]. The Journal of the American Dental Association 132 (1): 30–35.
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